Capítulo 19: La luciérnaga perdida
Cada mañana en la que JiMin despertaba e iba hacia la habitación asignada para Koo, se tomaba unos segundos para apreciar la tranquilidad con la que el menor dormía, en ese tiempo se recordaba que tenía una llamada que hacer y reportar lo que sucedía pero cuando sus ojitos brillantes se abrían y le regalaba su primera sonrisa del día, olvidaba todo y se aferraba a su gran deseo.
Había tomado un taxi hacia la comisaría donde estaba YoonGi junto al abogado, preguntándose durante el viaje si había sido correcto ignorar aquello, dejar que su deseo de ser padres se entrometiera.
¿Debió hacer la llamada después de alimentarlo? Antes de que se clavara tan profundo en su corazón como para considerarse una familia.
Sin darse cuenta su vista se nublaba debido a las lágrimas que el pensamiento de lo que sucedió después no existiera, un sentimiento amargo que llegó hasta su estómago.
Por suerte ya había llegado a la comisaría y bajó inmediatamente del auto. Entró a pasos rápidos, dándoles sus datos a los oficiales, emprendiendo una carrera hasta que se detuvo cuando llegó a los pasillos y vio a su esposo sentado en una banca apoyado en la pared, conforme iba avanzando podía ver sus ojos hinchados y su expresión decaída.
ㅡYoonGi.
ㅡJiMinㅡ La voz del pálido sonaba rasposa y bastante baja, el menor apenas lo había escuchado.
El peligris se acercó hasta sentarse a su lado, sosteniendo sus manos las cuales se encontraban frías, notando también heridas pequeñas en los dedos pulgares que lo alarmaron en segundos.
ㅡD-dije que te esperaríamos en casa con una deliciosa comida.
ㅡYoonGi.
ㅡPero dejé que se l-lo llevaran.
ㅡYoonGi por favor.
ㅡLo siento, lo siento, lo siento tanto.ㅡ Dijo manteniendo la mirada en suelo, perdiendo su voz entre balbuceos en el hombro de su pareja cuando lo abrazó.
JiMin se dedicó a abrazarlo, pasando su mano por su espalda como apoyo, susurrando en su oído palabras dulces para tranquilizarlo.
ㅡNo es tu culpa cariño, no lo es.
Es mía, quiso decir pero solo fue una oración que no pronunció y guardó para sí mismo. Porque JiMin sí se culpaba, él era el responsable de que aquello ocurriera por su insistencia.
Finalmente el pálido levantó su rostro para conectar su mirada con la del menor, abriendo sus ojos con sorpresa al ver que el peligris aunque lloraba intentaba transmitirle tranquilidad.
Utilizando sus pulgares limpió las lágrimas que resbalaban por sus mejillas, teniendo cuidado y respirando profundo junto a él porque ambos lo necesitaban.
ㅡVamos a calmarnos para conversar adecuadamente de lo que ocurrió ¿de acuerdo amor?
YoonGi asintió incorporándose en su lugar para empezar desde el principio pero justo en ese momento se dirigía hacia ellos el abogado con dos vasos de agua que les entregó. Ambos agradecieron y después lo escucharon con atención.
ㅡEl detective Kim quiere hacerles unas preguntas, un interrogatorio mejor dicho ¿ustedes creen se encuentren en condiciones para ir? Podemos postergarlo para mañana.
ㅡNoㅡ Dijo JiMin ㅡYo puedo responder perfectamente, no quiero esperar absolutamente nada.
ㅡYo también puedo, abogado Jung.
El peliblanco asintió manteniendo su semblante inexpresivo. ㅡEntonces ya que están los dos juntos vamos a ir en estos momentos. Estoy informado gracias a que ustedes me lo han contado desde el principio así que estaré en la sala acompañándolos, solo deben ser completamente sinceros.
Tanto YoonGi como JiMin se levantaron de la banca para seguirle los pasos al abogado, caminaron por un pasillo antes de llegar a unas escaleras que los conducía a la segunda planta donde estaban los oficinas, primero esperaron encontrarse con una sala de interrogatorios como en las películas pero solo entraron una oficina poco ambientada donde persistía el olor a cigarro, nada molesto pero notable, dentro estaba el detective que abría la ventana y encendía el ventilador.
El sujeto era bastante alto, castaño y moreno, su atuendo negro lo hacía ver aún más intimidante que el abogado junto a su mirada filosa.
ㅡMi nombre es Kim NamJoon, soy el detective que acompaña al abogado Jung en el caso. Ustedes deben tener muchas preguntas pero primero responderán las mías.
ㅡ¿Qué clase de preguntas hará?ㅡ Preguntó JiMin, sosteniendo la mano del rubio para que dejara de estar fría.
El moreno se sentó en su silla invitando a los presentes a tomar asiento frente a él, y así lo hicieron.
ㅡEl primero en encontrase con el infante fue el Sr. Park frente a una dulceria, le invitó un poco de comida y lo acompañó a donde dormía, el segundo encuentro fue con el Sr. Min fuera de un local donde lo salvó y le dio comida. La tercera fue cuando lo llevaron a su hogar para tratar sus heridas, salvando así su vida y quedándose con él durante un mes y poco más. ¿Por qué no lo llevaron a un hospital si tan grave se encontraba?
ㅡUn médico especializado es nuestro amigo, él lo atendió y dejó medicamentos.
En ese momento Hoseok habló ㅡSe trata de Kim Seok Jin.
NamJoon alzó una ceja ante la mención de la pareja de su compañero, pero los dos presentes asintieron para confirmar la información.
ㅡBien, entrará en la lista de testigos. ¿Consideraron llamar a servicios sociales durante ese tiempo?
Ante la pregunta fue JiMin quién respondió ㅡMi esposo insistió en hacerlo pero... Yo me negaban o intentaba no escuchar, después de eso decidimos que queríamos adoptarlo y por eso no llamamos.
ㅡLa razón por la cual empezaron esto, ¿Conocen a algún vínculo familiar del infante?
Ambos negaron y JiMin volvió a responder ㅡA ninguno.
ㅡ¿Nunca mencionó a alguien con quién podría haber estado viviendo antes?
El rubio frunció el entrecejo, dirigiéndole la palabra al más alto ㅡUna vez le pregunté si tenía mamá, y él respondió que estaba dormida en casa, pero JiMin dijo que no había una casa, solo escombros y cenizas. Hace poco tuvo pesadillas, repetía varias veces "mamá" hasta que se quedó dormido.
NamJoon entrecerró los ojos, no hizo ninguna otra pregunta y salió de su silla, caminando hacia un mueble donde comenzó a rebuscar entre varios papeles hasta que encontró lo que buscaba.
Regresó a su asiento y dejó en el escritorio un folder que se veía viejo, sucio y con algunas quemaduras en las orillas. YoonGi y JiMin se dieron una mirada sin entender qué era aquello.
ㅡHace tres años comencé un caso que me sigue atormentando por que no pude terminarlo. En el año 2019 hubo un incendio que terminó con las zonas bajas e inestables de la ciudad de Busan, habían varias personas en ese barrio que carecían de recursos, vivían prácticamente en la pobreza y sus casas eran de materiales que apenas los protegían.
Busan, 2018.
El día en la residencia Jeon comenzaba con el llanto de un pequeño niño que exigía la atención de su madre, la cual preparaba un biberón en su habitación con bastante cuidado debido a que aún tenía sueño, pero estaba en su responsabilidad atender las necesidades de su hijo. Con dulzura saludó al pequeño de once meses que ya se encontraba parado en su pequeña cuna, al ver a su madre sonrió en grande dejando a la vista sus cuatro dientes; dos grandes arriba y dos pequeños abajo, sus ojos creando arruguitas en las esquinas.
ㅡBuenos días estrellita, ¿tienes hambre verdad?ㅡ El menor se emocionó al ver su biberón, siendo levantado de la cuna para ser llevado a la cama junto a su madre. ㅡHace un poco de frío, quedémonos juntos para estar calentitos.
La azabache tarareaba con una de sus manos acariciando la pequeña espalda del pequeño que volvía a caer en la profundidad de sus sueños, la azabache no podía estar más contenta porque significaba que podían dormir treinta minutos más y con suerte cuarenta y cinco. Al momento en que su pequeño cerró sus ojos ella también lo hizo para seguir descansando.
Sin embargo esa tranquilidad se esfumó tan rápido como reventar una burbuja.
La puerta de su habitación había sido abierta bruscamente, haciendo bastante ruido y asustando no solo al pequeño, si no también a su madre que apenas se reincorporaba para cargar al pequeño tembloroso.
ㅡJeon Nayeon, empaca tus cosas inmediatamente y desaparece de esta casa.
En la puerta estaba una mujer de mediana edad con su bata, se veía cansada pero sobre todo molesta, detrás de ella también había un hombre mayor con las mismas expresiones con un periódico en sus manos. En una página había una nota amarrilista sobre la familia.
ㅡ¿Mamá, de qué estás hablando?
ㅡMe escuchaste. Recoge tus cosas antes de medio día y vete con esa atrocidad que haces llamar hijo.
La azabache se quedó ida por un instante al escuchar las palabras de quién llamaba madre, su respiración, pulso y corazón comenzaron a aumentar cuando el miedo y el pánico la atacó sin aviso.
ㅡ¿Por qué tengo que irme? ¡No pueden hacerme esto!
La risa de la anciana confundió a la pobre azabache. ㅡPara la familia Jeon es una vergüenza tener que cargar con una mujer inservible; abriste las piernas a la primera y ahora tienes una carga de por vida que te condena, Nayeon.
Las joven madre no pudo estar mantenerse más tiempo de pie por lo que fue cayendo lentamente hasta apoyar su espalda en la cama con su pequeño en brazos, su llanto había cesado pero el de su madre había comenzado como pequeñas lágrimas hasta convertirse en un desgarrador llanto, se sentía herida, humillada, inservible. El pequeño no entendía y lo único que podía hacer era darle besos en el rostro para obtener su atención.
Fue un helado veinticuatro de agosto a medio día cuando Nayeon dejaba atrás no solo un apellido, sino también una vida cómoda para ella y su hijo, arriesgándose a comenzar una poco prometedora que no sabía si tendría algún momento estable.
Su primer opción fue buscar ayuda en familiares y amigos pero aquellos que le ofrecieron una sonrisa le dieron la espalda, le cerraron las puertas en la cara, dándole a entender que ahora el mundo estaba en su contra y que no lograría nada.
Así pasaron las noches en hoteles de bajo costo, utilizando sus ahorros para las necesidades del menor, como celebrar su cumpleaños el primero de septiembre con un pastel de chocolate muy pequeño.
El dinero se terminó y con el las cosas se iban yendo poco a poco.
Busan, 2019
Después de andar en diferentes calles y albergues, lograron instalarse en un barrio pobre en donde no les cobrarían nunca su estadía, ya que todos eran un igual; indigentes acompañados por la soledad.
En ese momento su pequeño ya tenía un año con diez meses, ¿fue una larga lucha todo ese tiempo? Por supuesto, batallaron de forma mental y física porque la sociedad era sumamente cruel con los que no tenían nada.
Su casa consistía en carpas de publicidad como paredes, láminas viejas y con agujeros como techo y de puerta un trapo que dejaba mucho a la vista. Por dentro había un rincón con varias sábanas para sustituir una cama, una mesa pequeña y una estufa con una sola hornilla. En esa misma Nayeon estaba hirviendo agua para preparar comida instantánea que le habían llevado como paga a sus cambios.
En ese momento entraba corriendo el pequeño; su cabello negro sucio y enredado, sus pies sin ninguna protección y su ropa eran prendas de cuando era bebé, pantalones conos shorts y bodys como playeras.
ㅡ¡Koo! Ven a lavarte estrellita, es hora de comer.
El menor asintió y fue hacia su madre, al lado de ella habían dos recipiente con agua y un pedazo de jabón que utilizaba solo el menor, en casos extremos Nayeon.
ㅡ¿Cómo la pasaste jugando?
ㅡ¡Bien!ㅡ La mano izquierda del menor se alzó con jabón, mostrando su dedo pulgar, la azabache sonrió y terminó de pasar agua sobre sus manos y al secarlas con un trapo se dio cuenta que en uno de los deditos del niño había una pequeña cortada.
ㅡOh no, te lastimaste tu dedito, espera aquíㅡ Dándole la espalda unos segundos, rebuscó en una canasta similar a una caja de galletas hasta que tuvo en sus manos una bandita, llevándola al pequeño que estaba sentado sobre la mesa.
Ahí guardaba las pocas cosas de medicina que lograba conseguir.
ㅡ¿Mentó?
ㅡSí, es medicamento, ahora dame tu dedito para ponerloㅡ El menor hizo caso, viendo atentamente como ponía la bandita alrededor de su dedo, y al final soplaba un poco junto a un besito ㅡ Sanará rápido con este besito mágico.
El menor sonrió viendo la bandita mientras su mamá servía en dos platos los fideos, una gran porción para resistir hasta el siguiente día si tenían suerte.
4 de Julio
Las palmaditas que Nayeon recibía en su mejilla le causaban cosquillas, pero cuando su cabello fue jalado con brusquedad su sonrisa cambió a una mueca, finalmente despertó con su hijo sentado frente a ella.
ㅡMami, dame dame.ㅡ Dijo, con su manita abriéndose y cerrándose cerca de su boca.
ㅡKookie, ¿mucha hambre?
El menor asintió repetidas veces, era justificable después de cuatro días sin probar un bocado. Nayeon había dejado de hacer "cambios" como le decía a su pequeño, por eso no recibía más paga y como consecuencia no tenía con qué alimentarse. Con un suspiro de puso de pie tomando la mano de su hijo para salir de la casa.
Caminaron por las calles mendigando en lugares públicos, buscando en basureros algún bocado para ese día que comenzaba siendo gris. Sin embargo no tuvieron éxito y regresaban sus pasos entrando la noche por la ciudad.
En una avenida el pequeño se quedó fascinado por una tienda colorida de dulces, había soltado la mano de su madre pero por fortuna ella se dio cuenta y regresó por el, y al notar que se veía hambriento por el caramelo decidió llevárselo de ahí.
ㅡMama, dame dame.
ㅡNo puedo Koo, no puedo comprarlo.
ㅡ¡Dame, dele mucho!ㅡ Gritó comenzando con un llanto, los presentes que los veían solo lanzaban maldiciones por el alboroto, y Nayeon tuvo miedo.
Se llevó a su pequeño en brazos hasta regresar a su casa, se arrinconó con el entre las sábanas desgastadas, el menor seguía llorando porque le dolía el estómago, tenía hambre, frío y sus pies también dolían.
El miedo que Nayeon ignoraba regresó, el mismo que la asechaba desde que perdió sus cosas y comenzó a dar cambios con su cuerpo para darle un bocado al menor, ese mismo y el asco hacia ella la atacaron directamente al corazón, aún más sabiendo que no podía hacer nada para el dolor de su pequeño.
Ninguno de los dos tenía la culpa, ni ella por amar ni él por nacer pero si antes se le hubiera informado de forma correcta, no habría tenido a su hijo para evitar lo que estaban viviendo, se dejó llevar por la confianza que le tenía a su apellido y fue el primero en sacarla a patadas, denigrarla y abandonarla.
ㅡLo siento mucho Kookie, prometo que te compraré una paleta en tu cumpleaños, pero ahora no puedo.ㅡ Le susurró por sobre su cabello, los hipidos del pequeño se habían terminado y su respiración fue más tranquila, ahí entendió que ya se había dormido. ㅡ Vamos a dormir porque las estrellas nos esperan.
La noche comenzó con vientos fríos que sacudían las casas, pero ellos se estaban acostumbrando, abrazados y metidos entre todas las sábanas y telas que conseguían. Nayeon tardó en dormirse pero consiguió el sueño con la esperanza de lograr despertar al día siguiente.
Entre los caminos del barrio y en un completo silencio, andaba un hombre regando con tranquilidad las casas. Se le había indicado una sola pero no sabía en dónde se encontraba la persona, así que le hizo más fácil atacar todas de un solo. Cuando terminó fue hasta la entrada y con un encendedor que dejó caer, el barrio comenzó a arder en llamas.
Muchos se ahogaban con el humo, otros gritaban de desesperación, algunos salían corriendo pero los últimos parecían morir lentamente bajo escombros.
Nayeon despertó por el calor que sentía y el bullicio de afuera. Al ver por los agujeros que habían llamadas por todos lados su mente se quedó en blanco por segundos hasta que el menor comenzó a jalarle el pelo porque sus sábanas se estaban incendiando también.
Nayeon se alarmó y tomó a su hijo para intentar salir pero la salida se bloqueó cuando una casa se derrumbó, y las carpas también tenían llamadas y escombros que no le permitían el paso.
La desesperación, la angustia y el terror acabaron con las esperanzas de la joven madre que no hacía más que llorar y gritar, exigiendo ayuda al cielo santo hasta desgarrar su garganta, entre sus brazos mantenía al pequeño Koo que no entendía, solo cubría sus oídos e intentaba no respirar como le dijo su mamá.
Afortunadamente una figura apareció frente a ellos, tomó al niño e intentó también levantarla a ella pero el techo se derrumbó y tanto las láminas como los palos que tenía como costaneras cayeron sobre ella. Uno de ellos atravesando su estómago.
ㅡ¡Mamá!
ㅡKoo, quiero que hagas algo ¿sí, mi amor?
El menor asintió confundido al escuchar el grito de su madre mientras quien lo tenía en brazos intentaba salir.
ㅡQuiero que vayas a ver la paleta de colores otra vez.
ㅡMama...
ㅡTe amo estrellita.
Con una sonrisa Nayeon desapareció de la vista del menor, le habían colocado algo extraño en el rostro pero podía respirar adecuadamente sin sentir el humo en su pecho. Mientras avanzaba dejaba atrás solo escombros y cenizas, entre ellas a su mamá.
ㅡMamá está dormida, no hay que despertarlaㅡ Dijo con pena el hombre que lo sostenía, dejándolo sobre una banqueta que estaba cerca, cubriendolo con una manta para el frío.
El moreno se dio la vuelta para seguir atendiendo a las personas presentes que no tenían heridas graves, mientras los bomberos y la ambulancia llegaban, ese momento de distracción fue aprovechado por el pequeño para escapar.
Al cabo de unos minutos el moreno regresó con un vaso de agua para el niño, pero este ya no estaba en el lugar.
ㅡ¡Kim NamJoon! Lo necesito aquí.
Hola ¿Qué tal les pareció el capítulo?
Datos que no se mencionan:
- Koo siempre iba a la dulcería con la esperanza de encontrar a su mamá pero con el tiempo (un año, lol) olvidó ese propósito.
- Le teme al sonido del microondas porque inconscientemente le recuerda al incendio.
- Él nunca hizo un "cambio" pero escuchaba a su mamá decirlo y la veía tocar su cintura además de obtener comida así, por eso se lo dijo a JiMin.
Sí tienen alguna otra pregunta o curiosidad pueden mencionarla acá <3
¡Gracias por leer y me disculpo por algún error! En algún momento será corregido como es debido.
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