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Advertencias: Jongseong y JungSu como pareja principal, cositas lindas y fluff. Algo de Angst
Las siguientes semanas pasaron demasiado rápido para el gusto de Jungsu. De pronto, habían pasado dos meses desde que se veía obligado a ir los sábados al departamento de Kangju, pero las cosas apenas cambiaron.
Sunoo no parecía muy interesado en generar un lazo cercano con el alfa, y por parte de Kangju, era difícil de saber. Es decir, cuando iban a verlo, era paternal (o fingía serlo) y trataba de jugar con el bebé, sin embargo, tampoco es como si se interesara el resto de la semana. No lo llamaba ni se aparecía por el hogar de Jungsu, y por lo mismo, el lazo que podía generar con el cachorro era mínimo.
Sin embargo, eso tampoco quitaba que la mediadora tuviera que actuar. Ni a Jungsu y Jongseong les sorprendió que, pasados esos dos meses, la mujer dictara que era momento de que el bebé estuviera a solas con Kangju —y ella, mientras—. Jungsu ya no tenía por qué quedarse con ellos, considerando que ya le había enseñado suficiente a Kangju para cuidar de Sunoo.
—No está preparado—barboteo el omega al recibir la noticia.
—Claro que lo está—suspiró Gaeul—, has hecho un buen trabajo, Jungsu. Kangju ya sabe muchas cosas.
No me refiero a Kangju, quiso decir, sino a Sunoo. Él no está preparado.
Pero no contestó, sabiendo que no tomarían en cuenta esas palabras. Si bien Sunoo no se veía interesado en el alfa, tampoco es como si le desagradara por completo. Es decir, no mientras Jungsu estuviera a su alrededor. Ahora, Kangju podía tomarlo en brazos —aunque Sunoo siempre miraba a mamá, como esperando su aprobación—, y se dejaba alimentar por él. El problema real y más grave, pensaba Jungsu, era que cada vez que él desaparecía de la vista de su hijo, Sunoo empezaba a llorar sin consuelo alguno. Sólo la semana pasada, en la última visita, su cachorrito se encontraba pintando en su librito y Jungsu decidió ir a comprar algo a un pequeño negocio que quedaba enfrente. Se encontraba esperando el ascensor cuando el llanto del bebé resonó en todo el piso, y trató de controlarse, bajando hacia recepción. Acababa de salir del edificio y recibió la llamada desesperada de Kangju de que se devolviera, porque no podía consolar a Sunoo.
Se devolvió deprimido a su hogar, pues recibió la llamada al encontrarse en la universidad. La felicidad que había experimentado horas atrás, al contarle que la siguiente semana iniciaría su primera práctica en un jardín infantil, se desinfló por completo. Ahora sólo quería abrazar a su cachorrito y llenarlo de amor.
Jongseong ya estaba en casa, ya que esa tarde no debía trabajar y decidió irse temprano para cuidar de Sunoo. La cena, por lo mismo, se encontraba preparada para el momento en que llegó, con el bebé jugando con Jongseong a identificar animales.
—¡La muuu!—exclamó Sunoo cuando su padre le mostró el animal de plástico.
—Sí, pero su nombre, Sunito—animó Jongseong—. ¿Cómo se llama?
Los ojos del nifio revolotearon en la figura.
—¡Va-ca!—contestó, con el rostro un poco dudoso.
—¡Bien hecho, cachorrito!—felicitó el alfa, tomándolo en brazos—. Qué inteligente eres, ¿n
Sunoo se rió y fue el momento en que Jungsu apareció, tratando de fingir una cara despreocupada para no asustar a su hijo. Ni siquiera se sentía capaz de darle la nueva noticia, pues tenía más que claro que al niño le costaría entenderla, y si la comprendía, se pondría a llorar.
—¡Mamaaaaá!—chilló Sunoo, contento.
—Hola, bebé—saludó Jongseong, poniéndose de pie con el pequeño en brazos y yendo a besar a Jungsu—, ¿cómo te fue hoy?
—Bien—el omega le devolvió el beso y le dio otro a su hijo en la frente—, ¿y tú? ¿Planificando cosas de horror para tus estudiantes?
—¿Cómo puedes pensar eso de mí?—Jongseong fingió ofenderse, dejando a Sunoo en el suelo, que corrió a buscar otro juguete para entretenerse—. Vamos, la cena está lista.
Mientras Jongseong servía la comida, Jungsu fue a cambiarse y ponerse el pijama. No tardó en agarrar a su hijo y sentarlo en su sillita para que comiera junto a ellos.
Los primeros minutos de la comida transcurrieron con normalidad. Jungsu le habló de su día y viceversa, y entre los dos alimentaron a Sunoo, que le dio un pequeño berrinche porque quería probar la comida de ellos. Al final, se le pasó al dejarlo comer solito, animándolo a ser un niño independiente, a pesar de que la mitad de la comida la derramara.
—Me ha llamado Gaeul—dijo Jungsu finalmente, sabiendo que Jongseong debía sentir su estado de ánimo, pero no había hecho preguntas para que Sunoo no se diera cuenta—, dijo que ya no debo ir a estar todo el día en el departamento de Kangju, pues ahora debe hacerse cargo solo.
—Vaya—el alfa no cambió su expresión, y de fondo veían de reojo al cachorro levantando la cuchara y apuñalando su comida—, ¿qué le has dicho tú?
—Que no es el momento, pero no me ha hecho caso—contestó el omega, triste—. Tengo mucho miedo, Jongseong, ¿qué tal si... si nuestro bebé no se siente cómodo en esa casa? Es como si... como si...
—Como si viera ese lugar como un espacio para pasar el rato—completó el mayor, también preocupado—. Como un lugar sólo para ir a jugar.
Ni siquiera lo llamaba papá. Por mucho que Kangju se presentara así, sólo hacía llorar a Sunoo y, al final, el niño se refería a él como Tío Ju, si es que debía hablarle. Lo mismo ocurría con la madre del alfa, que siguió apareciéndose de vez en cuando. Ella ya no se veía tan entusiasmada por tener un nieto.
Decidieron dejar la conversación hasta allí porque Sunoo exigió atención. No parecía hacerle gracia actuar tierno y que no lo miraran.
Sin embargo, más tarde, cuando ya se encontraban en la cama, decidieron retomar el tema. Sunoo se había ido a dormir hacía mucho, por lo que no debían preocuparse de sufrir interrupciones.
—Sunoo ha llorado mucho más en estos dos meses que en toda su vida—suspiró Jungsu, abrazando a Jongseong por el pecho y acurrucándose contra él—. Siempre que vamos allá, estalla en llanto en algún momento.
El alfa lo tenía más que claro, acariciando los suaves cabellos del omega con cariño. Quizás no tenía un lazo tan fuerte como el de Jungsu y el cachorro, pero eso no quitaba que ya había generado uno, y era capaz de percibir las emociones más intensas de su hijo. Cada vez que lloraba, Jongseong sentía el tirón en su alfa, como una señal de que su pequeña manada lo necesitaba.
—Sólo podemos esperar que las cosas vayan bien—suspiró Jongseong, besándole la coronilla—. Ante lo que diga la mediadora, poco podemos hacer.
Ni siquiera los abogados podían intervenir en este caso. La moderadora, según la Justicia, era quien debía tomar la decisión que considerara correcta en base a su observación. Y si Kangju seguía insistiendo en cuidar de Sunoo la mujer debía ceder. Además de que había empezado a pagar la manutención, por mucho que Jungsu hubiera querido rechazarla.
—Quiero matar a Kangju—se quejó Jungsu.
—Primero voy yo, por supuesto—respondió Jongseong, y el omega solamente se rió, dejando que su alfa le llenara el rostro de besos.
A veces, todavía le costaba bien dimensionar eso, la relación que tenía con su pareja, el haber llegado a ese punto de confianza en el que estaban viviendo juntos, casi como si estuvieran casados. Ellos ya eran una familia, a pesar de todo, y Jongseong se encargaba de resaltar eso cada vez que podía.
—¿Qué piensa mi bonito bebé?—le preguntó el mayor más tarde, yaciendo recostados y medio adormecidos por el sexo.
—En lo importante que eres para mí—contestó Jungsu, dejando de lado el miedo y la ansiedad—, te amo tanto, tanto...
—¿Y eso? —Jongseong sonrió al recibir suaves besos en su cuello— ¿Desde cuando estás tan meloso?
—¿Es qué no lo soy?—el omega hizo un leve puchero.
—¿Tú? Claro que no, el meloso soy yo—replicó el alfa.
—Eres un pesado—chilló Jungsu, golpeándolo en el hombro, y Jongseong lo atrajo otra vez entre carcajadas. Pronto las protestas del menor se apagaron, recibiendo nuevos besos y otra dulce sesión de sexo.
Para tratar de despejarse un poco, al día siguiente decidió salir con Yueli y Renjun. Hacía mucho que no los veía, así que fueron a comer a un bonito lugar para ponerse al día con los asuntos universitarios, además de hablarles también sobre lo que ocurriría con Sunoo. Por supuesto, eso los indignó, y fue agradable tener consuelo por parte de ellos, porque sabían hacerlo reír dentro de todo.
—Entonces, ¿cuándo conoceré a Felix?—preguntó Renjun más tarde.
—Jamás—Yueli bufó—. De seguro lo espantarás con tus malos chistes.
—Mis chistes son gloriosos—se indignó Renjun—. Además, como ex novio, tengo derecho a conocerlo y evaluar si es un buen partido.
—Como exnovio, el único derecho que tienes es a recibir mi puñetazo—replicó el omega.
Jungsu los escuchaba en silencio, sabiendo que esas discusiones surgían cada vez que se juntaban. Menos mal no seguían juntos, porque ahí, eran peor.
—¡No seas así, Yueyue!—comenzó a rezongar Renjun— ¡No le haré nada!
—Más que amenazarlo—Yueli miró a Jungsu—. ¿No hizo eso con Jongseong?
—Ah, sí—Jungsu sonrió—, lo amenazó con ahorcarlo si me rompía el corazón, y si se lo rompía a Sunito, lo lanzaría a los perros. Jongseong casi se hace encima.
—Pero sirvió—dijo Renjun—, va a dudar antes de hacerte cualquier daño. Por eso, si hablo con Felix...
Volvieron a enfrascarse en una discusión que no acabó en nada. Yueli se negó mil veces a presentarle a Felix, aunque sabían que eso ocurriría tarde o temprano. Renjun encontraría la forma de encontrarlo, interrogarlo y amenazarlo.
—Deberías prevenir a Felix—le dijo Jungsu a Yueli cuando iban en el metro, camino a sus hogares, no vaya a ser que Renjun se aparezca por su facultad y le haga un show. Tú sabes que no tiene nada de discreto.
—Lo avergonzará—se lamentó el omega—, es fácil de intimidar, ¿puedes creerlo? Hasta yo lo intimido. Cuando le dije que deberíamos acostarnos, se preocupó demasiado porque llevaba mucho sin tener sexo. Casi hasta me dio pena corromperlo.
Jungsu no pudo reprimir las risas escandalosas que pujaron de sus labios, ignorando las miradas groseras que le dirigieron.
Esos días fueron buenos y los disfruto a pesar de todo. Trató de transmitirle todas sus buenas emociones a Sunoo, como una manera de hacerlo feliz y prepararlo también para el glorioso sábado en que lo llevaría al departamento de Kangju.
A las diez de la mañana, su bebé ya estaba despierto y listo para irse. Ya se había acostumbrado un poco a esa rutina, por lo que fue sin protesta alguna al hogar del alfa, donde ya le esperaba Gaeul junto al alfa. El lugar se encontraba un poco distinto a cuando fue por primera vez, ya con juguetes propios de Sunoo, su biberón y ropa. El cuarto también estaba arreglado para el bebé, con el papel mural que pidió y una cuna más baja.
Dejó el bolso con las cosas sobre el sofá, sacando la leche que el día anterior extrajo de sus pechos —tuvo que manotear lejos tanto a Sunoo como a Jongseong para que no atacaran sus pobres botoncitos de goma—.
—Tiene que estar tibia—le recordó por décima vez—, y Sunoo ya puede beber solo, no es...
—Sí, sí, lo sé—gruñó Kangju viendo al niño jugar con los animalitos de plástico que Jongseong le regaló y quiso llevar.
—Estará bien—aseguró Gaeul—, y ante cualquier emergencia, le llamaré.
Jungsu asintió con la cabeza, dudoso, pero fue donde Sunoo y se inclinó a su lado.
—¡Toma!—le dijo su cachorrito, entregándole el cerdito— ¡Oiiiiink, mamá!
—Sunito, cariño—Jungsu llamó su atención, porque no quería irse sin despedirse. Eso sería peor para su bebé—, mira, necesito que me escuches.
—¿Ah?—Sunoo ladeó la cabeza.
—Tengo que hacer unas cositas ahora le dijo, pero tío Kangju y tía Gaeul van a cuidarte mientras.
—¿Aaaaaaaaah?—parpadeó, confundido y girándose a ver a los otros adultos— ¡No!
Jungsu le agarró de las mejillas cuando notó que haría un berrinche, sabiendo que una vez comenzara, no iba a detenerse.
—Voy a volver—le aseguró—, más tardecito, ¿bueno? Volveré, mi amor, claro que sí, pero quiero que te portes bien, como te portas con tía Sakura y tío Yueli.
—No, no…—gimoteo Sunoo, lastimoso.
—Y si te portas bien, cuando vayamos con papá, haremos un nido entre los tres donde vamos a consentir a nuestro bonito y bien portado Sunito—agregó Jungsu, persuasivo, y Sunoo pareció retroceder en su llanto—, ¿qué te parece eso? Haremos el nido más lindo y grande para Sunito.
—Ya…—barboteo el menor, titubeando, y abrazó a Jungsu por el cuello—. Te queyop.
—Yo también te amo, mi bebé lindo—le besó el rostro tres veces con sonoros besos, haciéndolo sonreír—. ¿Te portarás bien?
—... Sí…—dijo Sunoo, pero se veía muy desanimado y descolocado.
—Bien, bien—le dio otro beso antes de ponerse de pie—. Volveré antes de que te des cuenta.
Sunoo no dejó de mirarlo en todo momento, mientras se despedía de Gaeul con un gesto amable, y de Kangju con un movimiento de cabeza. Le siguió con la mirada incluso al marcharse, y cuando cerró la puerta, podía seguir sintiéndola.
El corazón de Jungsu se apretó en angustia, pero trató de controlarse, sabiendo que si no lo hacía, podía transmitirselo a su cachorrito de manera inconsciente. Al esperar el ascensor, casi esperaba escuchar el llanto, hasta lo deseó para ir otra vez hacia Sunoo, pero no fue así y, por último, pidió a cualquier Dios existente que las cosas marcharan bien
El resto de la mañana transcurrió con bastante normalidad. Jungsu decidió ir a estudiar a la universidad, pues después se juntarían a comer fuera con Jongseong para tratar de distraerse un poco. Envió olas de calma a través del lazo que compartía con su cachorrito cada tanto, como una manera de hacerle saber que seguía atento.
Incluso logro distraerse en el almuerzo, con Jongseong contándole sobre sus aburridas reuniones. Hasta fueron a pasear a un parque cercano, y cuando volvían a casa, los dos lo sintieron.
Sunoo comenzó a llorar.
Ambos se tensaron y miraron. Jungsu miró la hora: todavía quedaban cuatro horas para ir por el niño.
—Esperemos que…—comenzó a decir Jongseong, pero el lazo empeoró. No era un llanto de cocodrilo, porque esos apenas se sentían, sino uno desconsolado, de desesperación y necesidad.
Como cuando Sunoo despertó por primera vez en casa de Jongseong y lo desconoció. Aunque peor.
Jongseong apretó sus manos en el manubrio. Jungsu tragó saliva.
Los minutos pasaron, pero el tirón no aminoraba. Parecía volverse tirante cada vez más.
De pronto, se detuvo bruscamente. Respiraron con fuerza. Y volvió a los pocos segundos, mucho peor.
El celular de Jungsu no tardó en sonar, sin embargo, el omega no se sentía aliviado, sino enfermo. Por supuesto, era Gaeul.
—Hola....
De fondo, se escuchaba el llanto descontrolado de Sunoo.
—Señor Wang, por favor, necesito que venga de inmediato a recoger al cachorro.
La mujer ni siquiera había acabado de hablar cuando Jongseong ya estaba girando en la siguiente calle, en dirección al departamento de Kangju. Jungsu cortó la llamada, porque no quería escuchar más los sollozos de su cachorrito. Suficiente era con sentirlos a través del lazo.
Tardaron menos de diez minutos en llegar y los dos se bajaron. Jongseong tenía la mandíbula apretada y los ojos furiosos, y Jungsu sólo temblaba en señal de miedo y temor. El griterío de Sunoo se oía cuando ya iban subiendo en el ascensor.
Fueron casi corriendo hacia el departamento y Jungsu tocó el timbre. Gaeul fue la que abrió, con Sunoo en brazos, que... que....
El omega soltó un jadeo de horror.
Su bebito tenía papel higiénico en su naricita, con manchas rojas que eran fáciles de identificar como sangre. Además, su mejilla parecía un poco hinchada.
—¡Pa-pá!—gritó Sunoo, comenzando a revolverse—. ¡Papaaaaaaaaaaa!
Jongseong tomó en brazos al bebé, que se le pegó enseguida y lloró en su hombro, todavía desconsolado, pero más calmado.
—Lle-llévalo al auto y consuélalo—le pidió Jungsu, tiritando por la repentina ira que lo atacó—, te necesita. Necesita de su padre alfa.
Jongseong asintió con la cabeza, volteandose y sin molestarse en despedirse de la beta. Jungsu entró con ella al departamento, pero no se molestó en ver nada más que a Kangju en la cocina, que se veía pálido y fuera de sí.
—¡¿Qué le hiciste, imbécil?!—le gritó, sin importarle si dejaba una mala impresión en la mediadora— ¡¿Qué demonios le hiciste a mi hijo, pedazo de mierda?!
—¡Na-nada!—se defendió el alfa—. Él se cayó....
—Lo golpeó, señor Wang—dijo Gaeul, con sorpresiva calma, y Jungsu se volteó a verla—. El niño se golpeó con una silla cuando gateaba debajo de la mesa y comenzó a llorar, pero no encontraba consuelo, ni con el señor Kim ni conmigo. El señor Kim perdió los nervios y le pegó.
—¡¿Perder los nervios?!—gritó Jungsu enfurecido—. ¡Yo he perdido los nervios con Sunoo y jamás lo he golpeado! ¡Jamás le he levantado la mano!—se volteó a Kangju—. ¡Eres una mierda, una real mierda y no volverás a verlo en tu jodida vida!
—Jungsu, no…—trató de decir Kangju.
—No se preocupe, señor Wang—volvió a decir Gaeul—, yo me encargaré de todo. Creo que fue suficiente para considerar al señor Kim como incapaz de cuidar de un niño y, además, acusarlo de violencia intrafamiliar.
—¡¿Cómo?!—Kangju, si podía, perdió más color en la cara— ¡E-eso no es...!
—Hablaré con ambos en unos días—Gaeul recogió sus cosas y Jungsu la imitó, echando todo lo que encontró de Sunoo con rapidez—, las visitas quedan, por supuesto, canceladas.
Jungsu barboteo una maldición más, sin mirar a nadie en particular, y tampoco se molestó en despedirse de la beta. Salió con rapidez, muy enfurecido con todo el mundo y tratando de no devolverse para enterrar un cuchillo a Kangju en el cuello.
Jongseong ya le esperaba en el auto, con Sunoo chupando su dedito y ojos llorosos, pero sin llorar más. Dentro, estaba inundado de feromonas alfas que sirvieron para calmar un poco al omega. El pequeño no tardó en ser acomodado en los brazos de mamá.
—Ma-mamá—murmuró Sunoo, cerrando sus ojitos.
—Vamos a llegar a curarte esa herida—susurró Jungsu, abrazándolo con cuidado—, y a hacer el nido más grande y hermoso de la vida, mi amorcito. Y nadie, nadie más, va a ponerte la mano de encima—el omega tragó las lágrimas que estaba conteniendo, porque si lloraba, Sunoo igual lloraría—. Es una promesa de vida, Sunito. Te lo juro por mi vida entera.
Actu al fin
¿Qué les pareció
el capítulo?
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