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Capítulo 15

Haerin llevó a Jiho a una cafetería cercana, sin querer que sus compañeros, por casualidad, escucharan algo. Lo que menos deseaba era que pasaran a descubrir cualquier cosa, no cuando quedaba tan poco para que el año académico se terminara.

Llamó con rapidez a Ahyeon para preguntarle si podía quedarse un ratito más con Hikaru, y al escuchar su afirmación, pidió un jugo para beber. Jiho, frente a ella, no tenía cara amigable.

—Creo que Danielle fue lo suficientemente clara contigo —dijo Haerin, incapaz de contener un poco más el silencio. Jiho no dejaba de observarla—. Ella y yo estamos juntas, ¿acaso no es evidente? Ella ya no quiere nada contigo.

No le importaba si sonaba cruel o mala, porque Jiho estaba en busca de problemas y Haerin no se dejaría amedrentar por él. ¿Qué era lo que pretendía yendo allá?

—Danielle siempre ha sido indecisa en varios aspectos —replicó el rubio, y le miró despectivamente—. ¿Y no te parece raro a ti que una alfa madura y adulta esté con una chiquilla como tú? De seguro sólo quiere una cosa de ti.

Haerin lo pensó varias veces al inicio, pero ahora, no dejaría que ese pensamiento le comiera la cabeza. Llevaba saliendo con Danielle cerca de cuatro meses, además, tomó el rol de padre de Hikaru sin complicarse mucho, y demostró en varias ocasiones que no quería sólo acostarse con ella. Por Dios, ellas hacían varias cosas que no incluía penetración, solo pasó una vez, y Dani jamás insistió para llegar más lejos. Es más, Danielle siempre era la que le detenía para no hacer otras cosas. Haerin era una cachonda de primera.

Vale, pero no debía pensar en eso ahora, ¡estaba en algo serio!

—¿Ese es tu argumento? —le preguntó Haerin, impasible. Jiho hizo un mohín—. Danielle y yo llevamos bastante tiempo juntas, ¿y sabes qué? Jamás te nombró —alzó su barbilla—. Ella ya no te quiere y deberías dejar de insistir en estar con ella, porque Danielle es feliz conmigo.

—Lo que ella y yo tuvimos fue mucho más serio de lo que tiene contigo —Jiho parecía enojado a ese punto, probablemente molesto por todo lo que Haerin le estaba diciendo.

—¿Un matrimonio arreglado? —bufó, desdeñosa—. ¿Desde cuándo eso puede ser más serio? Además, terminaron hace... ¿hace cuánto? ¿Siete años? Por favor, supérala —sonrió con un poquito de burla—, ella ya te superó.

Haerin estaba un poco sorprendida por la actitud que tenía, pues jamás actuó de esa forma. Al inicio, pensó que sería tímida y torpe, tratando de hablar con calma, pero parecía que su omega no estaba de acuerdo. Santo cielo, su omega estaba muy enfurecida con ese chico e iba a proteger lo que era suyo. Danielle era suya, no de él.

Casi podía gruñir en señal de defensa.

—Pensé que, tal vez, serías alguien más madura —masculló Jiho, sin parecer amedrentado por sus comentarios—, pero ahora, mirándote, sólo confirmo que Danielle debe ver en ti una zorra barata.

Su mano tembló cuando sintió la tentación de lanzarle el jugo al escuchar esa ofensa, entrando en cólera por lo que él le estaba diciendo. Era como recordar todos esos insultos en el colegio, cuando se enteraron de que estaba embarazada. Fue mucho más morboso para todos, porque Haerin siempre tuvo un bajo perfil y destacaba sólo en las calificaciones. Qué divertido tuvo que ser para ellos que la santa, inocente y amable Hae hubiera quedado en cinta de un alfa desconocido.

Sin embargo, se controló a tiempo para no hacer una locura. No estaría bien reaccionar así, no en público, al menos.

—Y, aun así —le gruñó—, esta zorra barata es su novia, y no tú —le miró con disgusto—. ¿Eso sería todo, entonces? Tengo cosas más importantes qué hacer.

—No —Jiho ahora se veía algo alterado—, quiero que termines con ella —Haerin iba a soltar una risa—, y si no lo haces, entonces no me quedará más remedio que ir a la dirección de tu universidad y denunciar que sales con tu profesora.

Haerin abrió su boca con incredulidad ante lo que estaba escuchando, observando el rostro triunfante de Jiho frente suyo. El alto hablaba muy en serio, se podía notar en sus ojos, y la menor hizo un mohín. De verdad, ¿qué había visto Danielle en él? Cuando le contó de esa relación, parecía recordarlo con cariño, pero ahora que lo veía frente a ella, no podía evitar preguntarse eso.

Bueno, no era nadie para juzgar, ¿cierto? Después de todo, ella se metió con el cretino de Kangsan.

Se puso de pie.

—Hazlo —le dijo, desafiante, y Jiho puso una expresión de sorpresa—, vamos, te desafío. Hazlo, no me importa —es decir, si le importaba, pero no se lo demostraría—, ¿crees que no puedo ir a otra universidad? ¿O que Danielle tendrá dificultades para conseguir otro empleo? —rodó los ojos—. Acúsame, vamos, te desafío a hacerlo, ¿o piensas que te tengo miedo? —se puso de pie, agarrando su jugo—. No te tengo miedo, Jiho, así que deja este patético intento de separarme de Danielle, porque no funcionará.

Se dio media vuelta y dio dos pasos, sin embargo, antes de seguir avanzando, se giró a decirle una última cosa.

—Ah, y no te preocupes, le contaré a Danielle todo lo que me acabas de decir. Vamos a ver si le quedan ganas de volver contigo luego de esto.

Se marchó antes de que el hombre pudiera decirle otra cosa, tratando de contener todavía el enojo que sentía por la situación en la que estaba. Y más aún, por la preocupación ante la amenaza dada. ¿Y si Danielle se enfadaba si la echaban por culpa de esa relación?

Como si la estuviera invocando, y mientras tomaba el bus para irse a casa, recibió una llamada. Era Danielle.

—¿Dani? —preguntó, yendo a sentarse en los asientos traseros.

—Hola, bebé —suspiró Danielle—, ¿estás libre ahora?

—Mmm... ¿para qué?

Para verte, ya no lo soporto más, te extraño un montón, Hae —sus palabras le causaron una risa—. Llevo comida.

—¿Y dónde estás?

Estacionada fuera de tu departamento.

—¡Danielle!

—¿Todavía no llegas? ¿O estás con algún amante?

Resopló ante sus palabras, soltando unas risitas.

—Estoy en cinco, espérame abajo.

Para su fortuna, el bus no tardó demasiado en llegar fuera del edificio, donde Danielle ya le esperaba, apoyada en su auto estacionado y sosteniendo una bolsa con comida.

—¿Tan tarde saliste de tu examen? —preguntó la alfa al verla llegar, y la abrazó por la cintura.

Haerin le dio un beso en la boca, aliviada de sentir a la alfa junto a ella. También le echó de menos, no se veían hacía más de cinco días y ya le estaba pasando la cuenta.

—Tenemos que hablar —le dijo al alejarse, arreglándole las solapas de su abrigo.

—¿Uh? —Dani parpadeó—. Eso no suena bien.

Haerin le sonrió, agarrándole la mano y llevándola al interior del edificio. Mientras subían, le contó brevemente sobre su día y cómo le fue en el examen, preguntándole también cómo le fue a ella los últimos días. Danielle estaba con la preparación de todos los exámenes, y el viernes de esa semana debía hacerles a ellos el último examen del curso. Haerin estaba aprobando, no con las mejores notas, pero tampoco con la mínima calificación de aprobación.

Hikaru se encontraba sentada en su sillita cuando llegaron, con la compota de manzana a medio comer. La bebé las saludó con felicidad, emocionada de ver a su papá luego de tantos días separadas.

—¡Papa! —gritó, contenta, y extendió sus bracitos para que la tomara en brazos. Haerin, mientras, le pagaba a Ahyeon el día.

—Gracias por cuidarla, y lamento llegar tan tarde —le dijo, acompañando a la chica fuera.

—¡Tranquila, Hae! Me gusta jugar con Hikaru —Ahyeon se despidió y pronto quedó la pareja a solas.

Danielle sostenía a Hikaru en sus brazos, que le agarraba una mejilla y chillaba. Haerin fue a servir la comida, acomodando la sillita de la bebé para que siguiera comiendo con ellas.

—¿Me echaste de menos, bebé? —le preguntó Danielle a Hikaru.

—Por supuesto —contestó Haerin, en cambio y con unas risitas—, creo que me estoy haciendo adicta a ti.

—¿Ah, sí? —escuchó el gruñido de la castaña, que acomodó a Hikaru en su sillita—. Pues tú me vuelves loca, preciosa... —Danielle la agarró por la cintura—. Oh, eso sonó como una línea de una mala película —Haerin también se rió, dejándose abrazar con cariño.

—Se va a enfriar la comida —le dijo Haerin, recibiendo un beso en la mejilla.

—¿Sabes cómo podemos calentarla? —gruñó la mayor.

—¡Eres un monstruo! —volvió a reírse, y la soltó para ir a sentarse en la mesa.

Comieron un instante, retomando la conversación sobre lo que pasó los últimos días. Cuando estaban en mitad de toda la comida, Haerin decidió sacar el tema en conversación. No podía ocultarle algo así a su novia.

—Jiho apareció hoy en la facultad —le dijo.

Danielle se atoró con un trozo de papa frita, teniendo que agarrar su vaso con agua y beberlo un poco. Hikaru comenzó a reírse ante la visión de la alfa atragantada, sus manitos hechas puños golpeando la mesa. Haerin tuvo que servirle un poco más de agua, viendo su rostro enrojecido.

—¿Muy sorpresivo? —preguntó Haerin.

—Claro que... sí... —jadeó, bebiendo algo más de agua—. ¿Y qué... qué quería él?

Haerin pensó bien en qué decirle. Recordar la conversación le ponía los pelos de punta, en especial acordarse de todos los insultos que el hombre, prácticamente, le dijo. Por un instante, quiso acusar eso con Danielle, sin embargo, decidió que mejor se los guardaría. No quería echar tanta cizaña a esa situación.

—Quería que tú y yo terminemos —le contó, preocupada. Danielle volvió a atorarse—. Y ha dicho que, si no lo hacemos, nos va a denunciar en la universidad.

Danielle no dejó de toser como por diez minutos, hasta Hikaru comenzó a preocuparse, abrazando su perrito.

—Mierda, lo siento, bebé —barboteó la alfa una vez logró recuperarse—. No pensé que él... él fuera a hacer algo así. ¿Qué está pensando? Sus padres deben estarlo presionando más para volver a comprometernos. Si tú quieres...

—Le dije que no me importaba —intervino Haerin, ordenando los platos vacíos de comida antes de ponerse de pie y sentarse en las piernas de Danielle—, no me importa si me echan de la universidad por estar contigo. Estoy cansada de tener miedo, Dani.

—Bebé...

—Es decir, si a ti te importa...

—Claro que no —Danielle la abrazó y le dio un beso en la boca—, si me despiden, tampoco me importa, cariño. Quiero estar contigo —la mirada de la australiana se oscureció—. Hablaré con Jiho y le diré que esto es una locura. Me encargaré de él, y que no vuelva a molestarte.

—¿Sí? No quiero verlo nunca más —Haerin le devolvió el beso—. Y tampoco quiero verlo cerca de ti. Es una víbora, Danielle.

—¿Una víbora? —soltó unas carcajadas, pareciendo olvidar su molestia—. ¿Y tú eres la pequeña gatita a punto de ser devorada?

—Devorada por una linda cachorrita de ojos luminosos —contestó Haerin, besándole la punta de la nariz.

—¡Mamiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii! ¡Papaaaaaaaaaaaaaaaa! —chilló Hikaru, golpeando la mesita por atención.

Las dos suspiraron por los gritos de la bebé.

Sin embargo, más tarde, Danielle decidió quedarse en el departamento, sin muchas ganas de regresar a su hogar. Una vez Hikaru se quedó durmiendo, ellas fueron a la habitación y se acurrucaron una al lado de la otra.

—¿Sigues preocupada? —le preguntó Haerin, apoyando la cabeza en el pecho de Danielle.

—Estoy sorprendida y algo decepcionada —corrigió la alfa—. Jamás pensé que Jiho fuera capaz de hacer algo así. ¿Te trató muy mal, bebé?

—Sí —Haerin la abrazó con más fuerza—, él dijo que tú no querías nada serio conmigo.

—¡¿Que él dijo qué?! —gritó Danielle, enderezándose con una expresión incrédula.

—Danielle, no es para tanto...

—¡¿Cómo qué no?! —ahora se veía enfurecida e indignada—. ¡Lo voy a matar!

—¡No seas así! —Haerin trató de recostarla en la cama otra vez—. Sólo lo dijo por celos...

—¡Peor aún! —Danielle dejó que su novia la acostara, luciendo todavía muy molesta—. ¿Cómo se le ocurre meterse con mi chica?

—¿Tu chica? —Haerin se rió.

—Mi bebé —la mayor se volteó a verla, llenándole el rostro de besos esporádicos—, mi linda y pequeña bebé, tan bonita y tierna, perfecta para comérmela...

Las risas se volvieron más escandalosas antes de transformarse en un suave gemido cuando se besaron en la boca, suspirando por la forma en que Danielle le agarró de la cintura. Pronto, los besos se volvieron más y más calientes, ambas devorándose la boca a cada segundo.

La temperatura en el cuarto no tardó en subir. La mano de la alfa se deslizó bajo el pijama de Haerin, pasando por sus bragas hasta llegar al inicio de su entrada, justo en su clitoris, donde comenzó a masturbarla.

—Te adoro tanto —le gruñó Danielle, separándose un poco. Un hilo de saliva conectaba ambos labios, y Haerin tenía el rostro enrojecido y los labios hinchados por los besos—, te quiero tanto, mi omega bonita...

—Alfa... alfa... —gimió Haerin, moviendo sus caderas para que Danielle le masturbara más rápido—, ah... Alfa...

Dos dedos de la castaña se frotaron con rapidez en el botón de la menor y sólo bastaron un par de movimientos y besos en el cuello para que la omega llegara al orgasmo, gimiendo contra la boca de su novia para no terminar gritando y despertar a la bebé. En la habitación sólo se escucharon los jadeos de Haerin, tratando de recuperarse, y de los gruñidos de Danielle.

—Eres mi chica —reafirmó Danielle—, y voy a cuidarte como corresponde, bebé.

—¿A mí y a Karu?

—A las dos —Marsh le dio un beso dulce—. Hablaré con Jiho para que nos deje en paz, pero quiero que sepas que siempre te elegiré a ti primero, ¿vale?

—Yo también —afirmó Haerin—, te elegiré primero, Dani.

Danielle le sonrió y Haerin suspiró por la calma y felicidad.

¡Gracias por leer!
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