Capítulo 13
Lo único bueno que trajo el regreso a clases era saber que pronto acabaría ese semestre y, con ello, podría dejar de esconder su relación con Danielle.
Haerin se rió cuando sintió la boca de la alfa en su cuello, haciéndole un chupón encima de su glándula de feromonas. La omega gimoteó, dándole un golpe suave a la mayor en la espalda para que la soltara, pero poco logró.
—¡Daaaaaaaaaaanielle! —dijo entre carcajadas—. ¡Oye, no seas aprovechada!
—Pero es que hueles muy bien —murmuró, sin soltarla, y Haerin sintió la entrepierna dura de su novia contra su culo—, me dan ganas de comerte.
—¡Eres una descarada! —tartamudeó, antes de girar su cabeza y recibir un beso en los labios—. Te odio demasiado.
—Vamos a fingir que te creo, bebé.
Como si lo hubieran invocado, el llanto de Hikaru resonó repentinamente. Las dos suspiraron al mismo tiempo, aunque Danielle se puso de pie primero. Haerin no sabía en qué momento, pero de alguna forma, ahora pasaba más tiempo en la casa de Danielle que en la suya propia. No es como si se estuviera quejando, porque le hacía sentir muchas mariposas en el estómago. Además, Danielle se preocupaba demasiado por Hikaru, especialmente en hacerla sentir cómoda allí.
Todo estaba yendo demasiado rápido, pero Haerin lo disfrutaba por completo. Ya estaban a mitades de enero y pronto comenzaría su época de exámenes finales en la universidad.
Danielle volvió con la bebé en brazos, que chupaba su pulgar, y Haerin se enderezó para agarrarla. Le revolvió el cabello, oyendo el ruidito de gusto que hizo, y Dani no tardó en acostarse a su lado. Era sábado en la mañana, así que tenían tiempo suficiente para seguir acostadas otro momento.
—¿Qué vamos a almorzar hoy? Te toca a ti —habló Haerin, mientras Hikaru cerraba sus ojos para volver a dormir.
—Podemos comer fuera —sugirió la castaña, perezosa—. No tengo muchas ganas de cocinar hoy.
—Nunca tienes ganas de cocinar.
Aun así, Haerin no puso muchos reparos para la sugerencia de Danielle. Le gustaba salir con la alfa y tener momentos de pareja con ella. Especialmente, que el resto supiera que la alfa ya tenía a alguien a su lado. Haerin se había vuelto demasiado celosa, algo raro en ella.
Más tarde, mientras Danielle se duchaba, Haerin estaba vistiendo a Hikaru para la salida. La bebé parecía reacia a querer ponerse el enterito de perro, así que su mamá le regañaba sin descanso alguno.
—Te tengo demasiado malcriada —dijo, un poco enfadada consigo misma—, ya vas a ver, si sigues así, te daré una tunda en el trasero, Karu.
—¡Prrrrrrrrrrrrrrrr! —barboteó Hikaru, sacando su lengua. Haerin le pellizcó la nariz, arrancándole un grito de queja.
—Compórtate —reprimió, seria, y Hikaru infló sus mejillas—. La próxima vez que me hagas un escándalo, no te daré más leche.
—¡Míoooooooooooo! —gritó la niña, pataleando, y Haerin rodó los ojos.
—¿Otra vez peleando? —preguntó Danielle, saliendo del baño con una toalla por dejado de sus axilas. Haerin miró a otro lado—. Bebé, sabes que Hikaru...
—Está muy mimada —le interrumpió la pelinegra, con claro desánimo, y Hikaru trató de bajarse de la cama. La chica la ayudó, poniéndola de pie, y la pequeña comenzó a tambalearse—. Me cuesta demasiado ser muy dura con ella, es como si mi corazón se ablandara cada vez que me mira.
Danielle se puso la ropa interior y buscó alguna playera. De alguna forma, ya se había medio acostumbrado a ver a la alfa con poca ropa. A pesar de que lo habían hecho una sola vez, sí hacían otras cosas, y Haerin estaba perdiendo la vergüenza a esas alturas. La noche anterior, una vez Hikaru se durmió, la omega le hizo sexo oral a Danielle.
A finales de ese mes sería su celo, así que Haerin estaba pensando en lo que haría. Quedaba poco más de mes y medio para el término de clases, pero aún podría meterse en problemas si no tenían cuidado con eso.
Danielle se puso los pantalones antes de caminar hacia ella y sentarse a su lado en la cama. Hikaru se estaba sujetando de uno de los veladores para no caer.
—Todavía no es tiempo de que seas dura con ella —le dijo Marsh, cariñosa—. La puedes regañar por su comportamiento, pero todavía no tiene la capacidad suficiente para diferenciar algunas cosas, bebé. Le falta mucho desarrollo.
—Pero tengo miedo —confesó Haerin—, ¿y si, aun así, cuando crezca, la sigo malcriando?
—Me tienes a mí —recordó Danielle, amorosa, y Haerin sonrió—, entre las dos la vamos a criar bien, mi amor.
La omega quería chillar por la emoción, sin embargo, no quería parecer una adolescente loca de amor. Sólo abrazó a Danielle, llenándole el rostro de besos hasta que Hikaru cayó al suelo y se puso a gritar.
Cerca de las dos de la tarde salieron a buscar un lugar para comer. Hikaru iba con una curita en su frente producto de la caída que sufrió, pues se raspó un poco la piel y no dejó de llorar por varios minutos. Ahora, estaba sentada en su sillita para bebés, chupando su manito.
Al final, se decidieron por un bonito restaurante familiar en el que comer. Tenían incluso unas impresiones para colorear y lápices, así que mientras ordenaban y esperaban, Hikaru se entretuvo con eso. Parecía haber olvidado el golpe que recibió, más contenta ahora.
—Podríamos salir juntas de vacaciones —sugirió Danielle en un momento, cuando ya estaban comiendo—. ¿Qué tal si vamos a la nieve? Por ser profesores de universidad tenemos un descuento en algunos resorts de Gangwon.
—¡Oh! ¿En cuáles? —preguntó la coreana, alimentando también a Hikaru con la papilla que le llevó.
—En YongPyong Resort, por ejemplo —sonrió cuando Haerin se atragantó con su saliva—. ¿Qué? ¿Es muy exclusivo?
—¡Debe ser carísimo!
—No te preocupes por eso —hizo un gesto despreocupado—. Jamás ocupo los descuentos de la universidad, pero sería un bonito paseo para las tres, ¿no crees?
—Lo pensaré —dijo la omega, aunque no parecía muy convencida con eso. Danielle no dejó de sonreír, sabiendo cómo convencer bien a su novia.
El resto de la comida transcurrió con tranquila normalidad entre ellas. Cuando ya estaban terminando, Danielle se puso de pie para ir al baño, así que Haerin se volteó a Hikaru para limpiarle la barbilla. Su bebé comía muy desordenadamente, siempre terminaba sucia con cualquier cosa que se llevaba a la boca.
—Eres imposible de corregir —le regañaba, oyendo las carcajadas de Hikaru—, comes como un cerdo, Hikaru.
—¡Mamá! —gritó la bebé, feliz. Haerin se rió.
—Y todavía...
—¡Haerin, hola!
Se sobresaltó cuando escuchó una chillona voz hablar detrás de ella, y se volteó con rapidez, viendo a Jieun de pie y con una sonrisita en su rostro. Hikaru dejó sus carcajadas, mientras que Haerin tragó saliva ante el pánico.
—Ho... hola —saludó torpemente, con la voz algo temblorosa. Volvió a tragar saliva.
—¿Cómo va todo? ¡No pensé pillarte por aquí! —Jieun se rió—. Vengo recién llegando, mis padres vinieron a verme este fin de semana así que aproveché para invitarlos a comer. ¿Esa es tu bebé? ¿Cómo era que se llamaba?
—Hikaru —barboteó Haerin, sin saber qué más decir. Jieun se caracterizaba por ser no sólo muy creída con sus calificaciones, sino también por hablar hasta por los codos. Haerin la encontraba demasiado insoportable.
—¿Estás en una cita? —prosiguió Jieun—. Supongo que sí, es difícil ser mamá soltera y criar a una bebé tú sola, ¿es acaso alguno de nuestros compañeros? ¿Jiung? Es taaaaaaaaaaaan guapo, que envidia la tuya, ¿dónde está ahora?
En ese momento, Haerin vio a Danielle salir del pasillo que dirigía hacia los baños. Para su propia fortuna, la alfa se dio cuenta enseguida de lo que estaba ocurriendo, porque se devolvió con una mirada de horror.
—No es Jiung —dijo Haerin, un poco molesta—. Vine con una amiga, pero ya se tuvo que ir. Ahora estaba arreglando a Karu para irnos también.
—¡Claro, pero no es necesario que mientas! —Jieun se rió, y Haerin notó la burla en esas carcajadas—. Huele mucho a alfa aquí.
Haerin apretó sus labios con fuerza cuando Jieun se dio media vuelta y caminó hacia una mesa, donde unos adultos la esperaban. La omega sintió su salida arruinada con ese encuentro, especialmente porque Danielle no podía ir a por ella en ese momento y tendrían que salir por separado para no levantar sospecha alguna. Si Jieun las veía juntas, en menos de una hora toda su clase (y la carrera) se enteraría de eso.
Enojada por la situación en la que se vio repentinamente envuelta, comenzó a guardar sus cosas y las de Hikaru, que ya no parecía muy divertida en ese momento. Sabía que Danielle no iba a aparecer por ahora, al menos hasta que Haerin estuviera fuera, así que tomó en brazos a la bebé y fue a pagar la cuenta. Supuestamente Danielle le invitó, pero por la situación en la que se hallaban, supuso que sería complicado para la castaña pagar. Ya le iba a devolver el dinero.
Salió poco después del local, decidiendo ir a dar una vuelta para despejarse y quitarse el disgusto de ese encuentro. No se había dado cuenta de lo incómodo y desagradable que era mantener su relación a escondidas de todo el mundo, y eso ahora le puso también triste. Puede que ni siquiera, cuando lo hicieran público, estarían en paz, porque tal vez sus compañeros empezarían a lanzar rumores maliciosos de que ella pasó de curso gracias a Danielle. Aunque era un poco gracioso, porque Haerin ni siquiera era la mejor estudiante de la clase. Apenas aprobaba los exámenes de Danielle.
Sintió su celular sonar en señal de una llamada y contestó, viendo que era su novia quien le llamaba.
—Cariño —habló Danielle a través de la línea—, ¿dónde estás? Ya salí y no te veo por aquí cerca.
—Um, quise alejarme un poco —respondió Haerin, desanimada—. No me sentía muy bien, Dani. ¿Ella no te vio?
—No, estaba sentada de espaldas hacia mí —la voz de Danielle también sonaba algo afectada—. ¿Quieres que vaya por ti?
—Mejor que no —la omega no sabía por qué estaba hablando eso, cuando lo que más quería era un abrazo de Danielle—, ¿y si alguien más nos ve?
Hubo un pequeño silencio entre ellas. Haerin se sentía ahora peor y quería retirar sus palabras, pero sólo calló cuando escuchó el suspiro de Danielle.
—Si tú lo prefieres así, está bien —aceptó—. Ahí hablamos, Haerin.
Y le cortó.
Haerin observó el celular un rato, mordiendo su labio inferior con fuerza, como si de esa forma pudiera contener las ganas de llorar que la golpearon. Se sentía demasiado mal y su omega parecía lloriquear por su alfa, pero Haerin tenía demasiado miedo por lo que podía significar.
Hikaru barboteó unas palabras torpes, acariciándole la mejilla, y la chica le revolvió el cabello antes de volver a caminar. Decidió que debía despejarse por completo de esa situación.
Sin embargo, tres horas después, se volvió a sentir deprimida, especialmente porque quiso comprarle algunas prendas a Hikaru (estaba creciendo demasiado rápido, ¡todo le quedaba pequeño!), y cada tanto volteaba hacia atrás, como si Danielle estuviera con ella. Se acostumbró demasiado rápido a esa vida doméstica que llevó con la alfa, y la echaba mucho de menos.
Por lo mismo, decidió ir a verla a su departamento otra vez. Le pediría perdón por lo que le dijo, le daría un beso y cenarían juntas. Luego de eso, Hikaru se iría a dormir y ellas quedarían a solas, y podrían hacer algunas cosas para adultos con las que pasarla muy bien. Sonaba como un perfecto panorama para Haerin.
Tomó un bus que le acercara al departamento de Danielle y llegó media hora después. Hikaru ya parecía incómoda de estar en sus brazos, así que la dejó en el suelo y le tomó la mano, incitándola a caminar a su lado. Debido a eso, fueron avanzando lentamente, para que la bebé no cayera al suelo otra vez, hasta llegar al ascensor. El conserje a esas alturas ya les ubicaba, así que no les puso trabas para entrar.
Al salir del ascensor también salió con Hikaru caminando, chillando por la emoción, hasta la puerta del departamento. Danielle le entregó una copia de la llave la semana pasada, así que no tardó en abrir la puerta.
—¡Daaaaaanielle! —gritó, pero se quedó callada enseguida cuando vio a un hombre en el sofá.
—¿Ah? —el hombre la observó, atónito. Haerin jamás lo había visto en su vida—. ¿Quién eres tú?
—¿Disculpa? —farfulló, tomando en brazos a Hikaru, que dejó de gritar—. Eso es lo que yo debería preguntar, ¿quién eres tú y qué haces en la casa de mi novia? ¡Danielle! ¡DANIELLE!
Como si la hubieran invocado, la alfa apareció por el pasillo casi corriendo, observando el escenario ante ella: Haerin en la puerta, sosteniendo a Hikaru, y un hombre en el sofá.
—Oh —fue lo único que dijo Dani, atónita.
—¡¿Quién es él?! —gritó Haerin, casi histérica y haciéndose mil escenarios en su cabeza.
Danielle la estaba engañando, era eso, Danielle debía sólo estar jugando con ella. Probablemente se divertía con que Haerin fuera tan ilusa y tonta, o peor, tal vez ella sólo era la amante y ese hombre era el novio oficial de Danielle. Por Dios, ¿cómo pudo...?
—Soy Jiho —saltó el rubio—, un, um, amigo de Danielle —él trató de sonreír, pero Haerin notó la incomodidad allí.
—¿Danielle? —tartamudeó, su voz temblorosa.
—Es mi amigo, Haerin —apoyó Marsh—, ven, no pienses alguna tontería. Jiho, ella es Haerin, mi novia, y Hikaru, su cachorra.
—Nuestra —corrigió Haerin, haciendo un mohín.
Danielle sonrió, pero Haerin quería agarrar a ese hombre de las greñas y sacarlo de allí. Luego de eso, le daría un golpe a la castaña.
—Ya me iba, de todas formas —dijo Jiho, agarrando su abrigo, y caminó hacia la salida. Haerin, al olerlo, supo que era omega—. Te llamo, Danielle.
La alfa no contestó y Jiho se apresuró en salir, cerrando la puerta.
Haerin dejó a Hikaru en el suelo, que caminó a tropezones hacia sus juguetes, y se sentó en el suelo.
—¿Quién era? —preguntó la omega, tratando de controlar el volumen de su voz.
Danielle no contestó enseguida, tomándose su tiempo para contestar, y luego de varios segundos terminó por suspirar.
—Es Jiho —le dijo—, mi ex prometido.
Haerin no la iba a golpear. La iba a matar.
Amorosamente, por supuesto.
¡Gracias por leer!
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