Capítulo 08
Para calmar las cosas un poco en la universidad, Danielle y Haerin llegaron al acuerdo de disimular esa relación frente a otros. En público, decidieron, se iban a comportar sólo como profesora-estudiante, y cuando Haerin pasara el curso, entonces podrían iniciar alguna relación oficial.
Eso significó que Haerin decidiera no llevar a Hikaru a las clases de Danielle, no si lo podía evitar. La omega sabía que la cachorrita querría ser atendida por la alfa, ya se encariñó bastante con ella, y no quería que sus compañeros miraran con mala cara a su bebé por eso.
Sólo debía aguantar un par de meses, Haerin inició el segundo semestre hace poco, recién estaban a inicios de octubre, y en febrero terminaría su primer año universitario. No era tanto.
Sin embargo, eso no significaba que ellas dejaron de verse. Danielle comenzó a visitarle por las tardes, pasando tiempo con las dos. Hikaru no podía estar más feliz con eso, teniendo a alguien más con quien jugar. A veces, Haerin las veía desde la cocina americana, cocinando la cena y observándolas en el suelo. Su bebé gateaba y Danielle estaba arrodillada, viéndose un poco graciosa con la camisa arremangada y su traje, jugando con la pequeña. No podía evitar sonreír, sintiéndose como si ellas fueran ya una familia.
Además, la alfa estaba ayudando a Hikaru a aprender a caminar. A veces, la tomaba por las axilas y la ponía de pie, manteniéndola así frente a ella, hablándole siempre con una sonrisa dulce.
Una tarde de viernes, mientras veían una película acurrucadas en el sillón, con Hikaru pintando en su cuadernito de dibujos, Danielle llamó su atención.
Haerin se enderezó, parpadeando para enfocar su vista en la alfa. En ese instante, sintió muchos deseos de inclinarse y darle un beso a la mayor, pero a último minuto se arrepintió. Qué vergüenza.
—La próxima semana es el cumpleaños de Bahiyyih —dijo Danielle—, y me ha preguntado si Karukaru puede ir.
La omega pensó en la pequeña niña de cinco años, que vio una semana atrás. Se la encontraron en un parque, junto a su madre, y Bahiyyih no dudó en ir a jugar con Hikaru en el arenal. Ambas terminaron con granitos de arena en el cabello.
—¿No crees que Hikaru es muy pequeña para ella? —preguntó, preocupada—. Si van más niños...
—No te preocupes, no irá nadie más. Es decir, Bahiyyih sólo invitará a su vecina, una chica llamada Youngeun. Minji sabe que muchos niños pequeños en una casa serán un desastre.
—Oh, eso suena mejor —se rió Hae, abrazándola—. Vas a ir tú igual, ¿cierto?
Danielle le acarició el cabello, sonriendo con relajo. Miró brevemente si Hikaru no las estaba mirando, los últimos días la pequeña bebé estaba actuando muy celosa con la atención de Haerin. Pareció darse cuenta ahora que iba a tener que compartir a su mamá con Danielle, y eso no le estaba agradando demasiado.
—Claro que sí, iremos como pareja —le dijo, agarrándole la mano a la chica.
Haerin soltó una nueva risa, emocionada y feliz. Sin embargo, ese sonido pareció ser suficiente para romper la concentración de Hikaru, que dejó el lápiz a un lado y levantó la vista.
—Mami —barboteó—, mami, mami...
Hikaru gateó hacia la pierna de Haerin, abrazándola y sin dejar de llamar a la omega. Danielle rodó los ojos, pero vio con atención cuando Hikaru comenzó a tirar del pantalón de su madre.
—No la levantes, déjala —le dijo, deteniendo el amago de la menor para tomar en brazos a su hija.
—¿Ah? Pero... —Haerin bajó la vista, viendo a su bebé tratando de tomar impulso para ponerse de pie.
—Mami, mami —lloriqueó, desesperada por estar en sus brazos.
Aferrándose en todo momento del pantalón de Haerin, la niña apoyó sus pequeños pies desnudos en el suelo y sus regordetas piernas trataron de empujarse hacia arriba. La de cabello negro observó las manitos de Hikaru agarrando la tela del pantalón, oyendo los sonidos de esfuerzo que hacía para levantarse.
Luego de varios minutos de duro trabajo, la bebé se puso de pie, sosteniéndose de la rodilla de Haerin.
—Mami —dijo Hikaru, mirando a Haerin, que tenía una sonrisa enorme en sus labios—. ¡Papa!
Hikaru levantó sus brazos por la felicidad mientras Danielle parpadeaba por la sorpresa y Haerin soltaba una risita. Sin embargo, la bebé pareció perder el equilibrio y agitó sus brazos para no caer, pero fracasó: cayó de trasero al suelo, sentada y gritando.
—¡Buaaaaaaaaaaaaaaaaa! —Hikaru rompió a llorar.
—Oh, Dios —suspiró su mamá, tratando de mantener la sonrisa en su rostro—. Vamos, Karu, ¿qué pasó, mi vida?
—¡Waaaaaaaaaah! —siguió llorando.
Haerin la tomó en brazos, atrayéndola contra su pecho para consolarla un poco. No quería lucir asustada, aunque en el fondo se estuviera muriendo por el miedo de la caída, a pesar de que no fue grave. Sabía que, si se veía espantada, eso asustaría más a la niña y quizás no querría ponerse de pie otra vez.
Danielle buscó la manta de Hikaru, con la que le secaban las lágrimas cuando lloraba.
—Pero lo hiciste bien —le dijo Danielle, limpiándole las mejillas húmedas. Hikaru comenzó a chupar su dedo, su cabeza apoyada en el pecho de Haerin—, fuiste muy valiente, Karukaru.
—Pa... Papa —masculló la pequeña, mirando a Danielle con sus ojitos brillantes por las lágrimas.
Danielle le sonrió.
—Sí, papá —aceptó, sonriéndole.
Haerin besó la coronilla de Hikaru, ocultando la sonrisita que quería esbozar. Sólo volvió a acurrucarse contra Dani, dejando que la alfa le abrazara por el resto de la tarde.
***
El día en que Bahiyyih iba a cumplir años, Hanni le frunció el ceño.
—Me dijiste que viniera para cuidar a Karu —le dijo su amiga, cruzando los brazos sobre su pecho.
—¡Y la vas a cuidar! —respondió Hae, envolviendo el regalo que le compró a Bahiyyih—. Pero en casa de la amiga de Danielle.
—¡Pero... Haerin! —Han hizo un mohín de exasperación—. ¡No conozco a nadie allí!
—Ya le pregunté a Minji y dijo que podías ir. Es para que Hikaru no nos robe tiempo a mí y Danielle. ¿Sabías que ahora está detrás de mí cuando ella viene acá?
—Está celosa, claro —bufó Hanni, observando a la pequeña sentada en el suelo—. Espera, ¡¿me vas a utilizar como niñera?!
Haerin le sonrió con inocencia, poniéndose de pie cuando escuchó el timbre del departamento sonar. Hanni guardó el regalo en una bolsa, refunfuñando por la molestia, y vio la forma en la que Hikaru comenzó a gritar para exigir la atención de Haerin.
La omega de cabello azabache corrió a tomarla en brazos para calmarla, por lo que la bebé dejó su berrinche una vez sintió las feromonas suaves de Hanni. Haerin sonrió a lo lejos, abrazando a Danielle.
—Iré, ¡pero me deberás algo! —reclamó la mayor, también a segundos de hacer un berrinche como Hikaru.
A los pocos minutos, todas salieron del lugar y fueron hacia el auto de Danielle. Una semana atrás, la alfa le compró al vehículo una silla de auto para poder llevar a la cachorrita. Haerin insistió en que no era necesario, pero la castaña suplicó, aludiendo a que era por el bien de Hikaru. Ante eso, poco pudo hacer.
Hanni acomodó a la niña en la silla, sentándose junto an ella. Seguía sin estar muy convencida de ir a ese cumpleaños, pero terminó cediendo por su amiga. Sabía que Haerin no era de pedir muchos favores, además que le quedaría debiendo una. Por último, ¡le hubiera avisado antes para vestirse con algo mucho más decente!
Llegaron a la casa de Minji veinte minutos después, en un bonito barrio residencial privado. Según lo que le dijo Danielle, Minji hacía clases en la Facultad de Medicina, así que, obviamente, ganaba mucho mejor que ella.
Se bajaron y Hanni tomó en brazos a Hikaru. La bebé estaba tan acostumbrada a la constante presencia de la azabache que no protestó, considerándola casi una segunda mamá.
Danielle las guió hacia la puerta, tocándola, y Minji apareció segundos después con una sonrisa enorme.
—¡Vinieron! Menos mal, Bahiyyih...
—¡Tía Daaaaaaaaaaaaaaniiii!
La alfa se rió cuando la muchachita corrió por el pasillo de entrada y salió a abrazarla, rodeándola por la cintura. Dani le revolvió el cabello, sacándole una risa de felicidad.
—Hola, Yyih, ¿cómo va tu día?
—¡Muy bien! —respondió—. ¡Hola, tía Hae!
—¡Hola, Bahiyyih!
Bahiyyih se asomó, mirando ahora a Hanni con curiosidad en sus ojos.
—¿Quién eles tú? —preguntó.
Hanni se aclaró la garganta y Minji la miró. La omega sintió una extraña sensación en ese momento, sus mejillas poniéndose coloradas repentinamente y su corazón acelerándose. Minji, a unos pasos de ella, frunció el ceño en señal de confusión y con su rostro enrojeciendo de pronto.
—¡Es Nini, una amiga mía! —dijo Haerin, indiferente a lo que ocurría—. Vino con Karu.
—¡Yyih, Yyih! —gritó Hikaru.
—Eh... pa-pasen —tartamudeó Minji, invitándolas a entrar—. Yo-Youngeun to-todavía no llega...
—¿Pasa algo, Minji? —preguntó Dani, arrugando las cejas.
—Acompáñame a la cocina, debo ver algo... —Minji se giró hacia Haerin, ignorando a Hanni, que no había dicho nada hasta el momento—. ¡Pu-pueden sentarse en la sala de estar!
Danielle siguió a su amiga hacia la cocina, cruzando la puerta y observando el pastel con las velas puestas y la comida chatarra que serviría para Bahiyyih y su amiga. Haerin le llevó comida a Hikaru, no quería darle todavía a probar ese tipo de comida.
—Oye, esa amiga de Haerin... —comenzó a decir Minji, nerviosa—, ella...
—Es Hanni —se adelantó la castaña, confundida.
—Ella huele muy bien.
Danielle pestañeó un instante, como tratando de procesar esas palabras. Luego de un momento en silencio, habló:
—¿Qué dices? —bajó la voz un octavo—. Hanni tiene una omega débil, por lo que su glándula de cuello no emite feromonas.
—¿Qué? —Kim palideció—. Te juro que la podía oler, Danielle. Huele a... Su aroma es como el chocolate.
Danielle sacudió su cabeza en una negativa.
Mientras tanto, Hanni dejó en el suelo a Hikaru, que gateó para ir a jugar con los juguetes de Bahiyyih. La chica le entregó una Barbie, hablándole mientras la bebé le respondía con balbuceos.
—Esa alfa, ¿cómo se llamaba? —le preguntó Pham, susurrando.
—Minji, ¿por qué?
—Es muy guapa —respondió la chica.
—Ow, ¿ya te enamoraste?
—¡Qué pesada eres! —Hanni le dio un golpe en el costado—. Cuando nos vimos, sentí algo muy raro, aquí, en mi estómago —apuntó a su vientre, todavía algo colorada.
Haerin sonrió juguetonamente, aunque no podía entender bien lo que le estaba diciendo su amiga.
—Tal vez encontraste a tu destinada —bromeó, porque las historias de los destinados ya fueron olvidadas hace mucho.
Hanni le dio otro golpe, arrancándole un gemido.
Durante las siguientes horas, tanto Hanni como Minji trataron de ignorar ese calorcito en su cuerpo cuando se miraban o hablaban, con las mejillas tan coloradas que parecían tener fiebre. Sin embargo, a pesar de eso, y para sorpresa de todas, se llevaron muy bien enseguida.
La amiguita de Bahiyyih, Youngeun, apareció media hora después de que Haerin llegó. Como era la vecina de las Kim, la madre de Youngeun no tenía problema en dejarla e irse, por lo que las cuatro adultas eran las encargadas de cuidar a las tres niñas.
Bueno, de proteger a Youngeun de las rabietas de Hikaru. La bebé pareció odiar enseguida a la amiga de Bahiyyih.
—¿Lo estás disfrutando? —preguntó Danielle, más tarde, y dándole de comer a Haerin un trozo de pastel en la boca. Se fueron a la cocina para tener un momento a solas, guardando las bolsas de comida chatarra.
—Sí, gracias por invitarme —le dijo la de ojos gatunos, sonriendo con amor.
Mientras, Hanni se estaba riendo por una mala broma que hizo Minji. En ese instante, Bahiyyih se acercó a su mamá, pero mirando a la omega.
—Eles muy bonita —comentó Bahiyyih—. ¿Estás casad?
—¡Bahiyyih! —regañó Minji, atragantándose con el pastel. La risa de Hanni aumentó.
—¡No, soy muy joven para casarme!
—Oh —Bahiyyih ignoró a su mamá, sonriéndole a Hanni—. ¿Tienes hiyos?
—¡Bahiyyih! —volvió a gritar la más alta, que todavía no se recuperaba del atragantamiento.
La omega trató de que la sonrisa en su rostro se mantuviera, aunque le inundó la pena en el interior. Sabía que la niña lo preguntaba desde su inocencia, pero eso no evitó que doliera. Miró de reojo a Hikaru, que rayaba el dibujo de Youngeun.
—No por ahora —respondió Hanni, amable—. No tengo pareja todavía.
—Ah —Bahiyyih sonrió, sus dientes llenos del chocolate del pastel—. ¡Mi mamá tampoco tiene novia!
—¡BAHIYYIH!
—¡AH, HIKARU!
—¡HAERIN, NO MUERDAS A YOUNGEUN!
La bebé se puso a llorar por el regaño y tuvieron que calmar a una alterada Youngeun. Bahiyyih sólo pensaba en lo bonito que sería tener otra mamá.
¡Gracias por leer!
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