Capítulo 06
Danielle había impregnado a Hikaru en su aroma, otra vez, y la bebé parecía encantada con eso.
―Huele demasiado a esa alfa ―comentó Hyein, observando a la bebé jugando en el suelo, junto a Hanni.
―Casi como si fuera su hija ―agregó Hanni, y Haerin la miró con mala cara.
―¡Babububa! ―gritó Hikaru, agarrando el peluche de perro y golpeándolo varias veces contra el suelo con una sonrisa de felicidad.
Hae solamente suspiró, sacudiendo su cabeza con algo de pesar. Era lunes y acordó juntarse con sus amigas en su pequeño departamento para ponerse al día, y por supuesto, el tema de Danielle no pudo ser evitado.
La omega no tuvo más remedio que contarles acerca de esa cita de "amigas" que tuvo con Danielle y en donde la alfa le habló del interés que tenía en ella. Luego de esas palabras, Danielle pareció entender que Haerin necesitaba un tiempo para poder pensar bien en lo que le dijo, y cambió de tema, comenzando incluso a jugar con la pequeña bebé. Hikaru estaba más que feliz con esa atención.
Y cuando se separaron... Danielle solamente le dio un beso en la mejilla, dejándola también a ella un poco impregnada en su olor, y Haerin quería que la tierra se la tragara por la vergüenza. No podía entender cómo su omega se alteraba tanto con un simple beso, en especial porque Haerin prometió nunca más comportarse como una omega tonta y enamoradiza. Ella no iba a cometer el mismo error dos veces.
―¿Creen que sea bueno? ―preguntó de pronto, llamando la atención de Hyein y Hanni―. ¿Esto? ¿No debería detener los avances de Danielle?
―Depende ―dijo Hyein, tan elegante como siempre―. ¿Te gusta o no?
―No lo sé ―admitió Hae―. Es decir... es una persona guapa. Muy guapa.
―No tanto como yo ―replicó la más alta.
―Puede que más guapa que tú ―le soltó Hanni.
―Cuando salíamos, decías que yo era la mujer más guapa del universo ―contradijo Hyein.
―Mentí.
―¡No estamos hablando de su fallida relación! ―regañó Haerin, enfurruñada, y sus amigas sonrieron con inocencia.
Cuando tenían dieciséis años, Hanni y Hyein intentaron una tonta relación que se basaba más en el sexo y pasarla bien. Fue fugaz y corta, pero muy intensa para las chicas, que decidieron acabar en buenos términos antes de que su amistad pudiera decaer. Haerin estuvo muy preocupada al inicio de que eso pudiera afectar su relación con ellas, pero las dos fueron muy maduras para que no ocurriera, aunque a veces lanzaran ese tipo de bromas juguetonas.
Además, se sumaba el hecho de que Hyein ya tenía una prometida, Eunchae, una bonita omega que era adorable con todo el mundo.
―Tienes razón —afirmó Hanni, volviendo a mirarla, y tomó en brazos a Hikaru para sentarla en sus piernas. La bebé hizo vibrar sus labios antes de llevarse el pobre peluche maltratado a la boca―, ¿te gusta o no?
Haerin decidió pensarlo antes de volver a contestarles.
No había mentido cuando les dijo que Danielle era guapa. Al menos, para Haerin, tenía un atractivo magnético que provocaba que sus piernas temblaran. A todo eso se le sumaba que era muy inteligente, hablando siempre con esa voz ronca y grave, que volvía loca a su omega. Y... y parecía muy encantada con Hikaru, lo que era también muy importante.
Sin embargo, Haerin...
―Me gusta mucho ―les admitió, y Hyein comenzó a silbarle―, pero eso no quita que sea mi profesora. Y mayor. ¿Y si quiere aprovecharse?
—Le podemos golpear entre Nini y yo —respondió la menor de las tres.
―¡Estoy hablando en serio!
Hyein comenzó a reírse, con esa risa de limpiavidrios.
―¡Bububu! ―gritó Hikaru.
―¡Deja de regañarme por todo! ―gritó Hyein.
Hanni rodó los ojos, poniéndose de pie y agarrando a la bebé de las axilas para acurrucarla contra su pecho. Hikaru ahora empezó a chupar su dedo, feliz de estar siendo mimada.
―Si te gusta, entonces deberías arriesgarte ―Pham frunció el ceño―, no de la forma en la que te arriesgaste con el idiota de Kangsun.
―Se llama Kangsan, Nini ―suspiró Haerin.
―Debería llamarse pedazo de mierda ―replicó Hyein.
Park Kangsan. Haerin cerró sus ojos al pensar en su exnovio y padre de Hikaru, del que no sabía nada ni le veía desde que sus padres le sacaron del colegio. Kangsan era un alfa muy guapo que, durante la secundaria, tuvo siempre a muchos omegas detrás de él, pero un día se fijó y encaprichó con Haerin.
La pelinegra fue muy ciega, pensando que la atención y cortejo de Kangsan iban en serio y, quizás, iba a ser su alfa. Pero Kangsan sólo quería hacer rabiar a sus padres, una familia de clase alta, así que decidió que sería buena idea meterse con una omega tan ordinaria como ella. Haerin cayó en sus redes sin pensarlo dos veces, y cuando tuvo lo que quería de ella, dejó de prestarle atención. Fue peor cuando llegó a casa del alfa y le contó de su embarazo, con su madre escuchándolo todo.
No sólo Kangsan no quiso hacerse cargo de Hikaru, sino que los padres del alfa la echaron a gritos diciendo que esa bebé no era de su hijo. Haerin nunca se sintió más humillada en su vida.
―Pero Danielle parece una buena chica ―agregó Hyein, devolviéndola a la realidad―, por lo que vi, se ve muy interesada en ti y en Hikaru. Si la bebé no la aprobara, tendría mis dudas, pero... pero Hikaru parece adorarla también.
―Y es lo que me preocupa ―respondió Haerin―, que Hikaru se encariñe y al final termine en nada. Eso sería...
―Yo creo que acabará bien ―dijo Hanni, recogiendo el chupete de Hikaru para dárselo―, Karu tiene muy buen ojo para elegir a las personas. Si no, mira como trata a Hyein, la máxima idiota del mundo.
―¡Mira, mocosa de pacotilla, a mí me respetas!
―¡Mami! ―gritó Hikaru de pronto, y Haerin se enderezó de golpe, parpadeando. Incluso Hyein bajó la almohada que pensaba lanzarle a Hanni, mientras esta miraba a la niña.
―¿Esa fue su primera palabra? ―barboteó Haerin.
―¡Mami, mami! ―la bebé apuntó a Haerin, saltando en brazos de Hanni―. ¡Maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaami!
―¡Hikaru, acabas de decir tu primera palabra! ―gritó Haerin, entusiasmada y poniéndose de pie.
Hanni le entregó a la bebé, que la abrazó por el cuello sin dejar de barbotear muchos "mami", y Haerin tuvo que contenerse de romper a llorar por lo grande que estaba su cachorrita. Incluso Hanni parecía muy emocionada, mientras que Hyein observaba a la pequeña, pensativa.
―Espero que la segunda palabra que aprenda sea Hyein ―farfulló Lee, con una sonrisa en los labios.
―¡Dota, dota! ―chilló Karu, y eso sonaba muy parecido a "idiota".
Hyein ya no podía aguantar la indignación mientras que Hanni se reía en el suelo. Haerin estaba muy feliz en ese instante.
***
El martes era uno de los días más pesados que tenía en la universidad, pues tenía cuatro clases: dos en la mañana y dos en la tarde. Salía cerca de las siete de la tarde, agotada y cansada.
Bostezando por el sueño, se despidió de Kyujin y caminó hacia fuera de la Facultad, guardando sus cuadernos en la mochila.
―Haerin.
Se sobresaltó al escuchar la voz grave de Danielle, volteándose a verla y tuvo el loco pensamiento de que debía arreglarse para verse más guapa. En su lugar, sólo dejó caer su estuche.
Antes de poder agacharse a recogerlo, Danielle se le adelantó.
―¿Ya ha acabado tu día? ―dijo la alfa, tranquila.
Haerin agarró el estuche que la mayor le tendió, guardándolo.
―Sí, ha sido un largo día ―dijo, sonriendo con timidez―. ¿Usted también terminó, profesora?
―Sí, ya van a cerrar la Facultad ―Dani comenzó a caminar y Haerin le siguió, cerrando su mochila con todo ya guardado―. ¿Quieres que te lleve a casa?
Haerin se sobresaltó ante el ofrecimiento, su instinto enloqueciendo ante la petición. Sin embargo, trató de controlarse para no parecer tan torpe y estúpida, aunque quizás no lo estaba logrando.
―No quiero molestarla, profesora Marsh...
―No es ninguna molestia ―le sonrió―. Me sentiría más feliz si yo te llevara, pero si no quieres, no es problema alguno.
Haerin mordió su labio inferior.
―Está bien ―aceptó, convenciéndose de que no tenía muchas ganas de tomar el bus y aguantar un viaje largo hacia su hogar.
―¿Ya te han puesto evaluaciones? ―preguntó la castaña cuando se dirigieron al auto.
―Algunas para dos semanas más, estoy un poco nerviosa porque no quiero que me vaya mal, es muy importante para mí.
―Me imagino ―Danielle le abrió la puerta y Haerin se subió al asiento del copiloto. La alfa se sentó a su lado unos segundos después―, pero estoy segura de que te irá bien. Eres muy estudiosa.
Haerin sintió sus mejillas coloradas, bajando la vista por los nervios que le invadieron. El aroma de la mujer estaba por todas partes, alterando demasiado a su omega y sintiendo ganas de recibir un abrazo, pero sabía que no sería bueno. Ella ni siquiera estaba saliendo con Danielle.
―Muchas gracias, profesora ―dijo, sin dejar esa tonta timidez que le ponía las mejillas rojas.
―Danielle ―insistió la alfa―, todavía te cuesta, ¿no?
―Es que... si se me sale en clases, sería muy horrible ―salieron del estacionamiento―. No quiero que ellos crean que... que tenemos algo o...
―Ouch ―se burló Danielle, y Haerin comenzó a juguetear con sus manos―. No te preocupes, Haerin, lo entiendo. Pero... tú sabes que la universidad no prohíbe las relaciones profesor-alumno una vez no te haga más clases, ¿cierto?
La omega la observó de golpe, y sin poder evitarlo, comenzó a liberar feromonas de atracción. Danielle las olisqueó, haciendo un gesto vago de gusto porque significaba que la pelinegra estaba interesada en ella.
―Sí, es que... es que mis compañeros igual empezarán a hablar y quizás... quizás piensen que usted me hizo pasar de curso a cambio de algo...
Danielle se detuvo en un semáforo en rojo, volteándose a mirarla. Haerin no pasó por alto los ojos oscurecidos de la chica ni el hecho de que, en ese instante, sus feromonas se estaban mezclando con las de Dani.
―No te preocupes ―volvió a sonreírle una vez dio verde―, si te va mal en mis exámenes, ten por seguro que no voy a pasarte.
Haerin comenzó a reírse sin poder evitarlo.
Unos minutos después, Danielle se detuvo fuera del edificio. La omega se quitó el cinturón y buscó valor para hablarle.
―¿Quieres pasar a tomar un café? ―le preguntó, su tono nervioso. Danielle le miró―. Es una forma de agradecerte por haberme traído.
―Me encantaría ―aceptó, apagando el auto.
Ambas entraron al edificio y al ascensor, y Haerin marcó su piso. Estuvieron en un cómodo silencio, tan tranquilo gracias a esa extraña complicidad que poseían, y no tardaron en detenerse frente a la puerta. La menor tocó el timbre.
―¡Hae! ―saludó Ahyeon, la sonriente niñera de Hikaru que vivía en el piso de arriba―. ¡Qué bueno que llegaste, Haerin!
Haerin le sonrió a la beta, que volvió a entrar recogiendo a Hikaru, que gateaba en el piso.
―Gracias por cuidarla, Ahyeon ―le dijo a la chica, dándole la pasada a su profesora―. Ella es una amiga, Danielle Marsh.
―Un gusto ―saludó Danielle, educada y calmada como siempre.
―¡Hola! ―Ahyeon sentó a Hikaru en su sillita para comer, y cuando se hizo a un lado, la bebé vio a Marsh.
―¡Baba! ―chilló, emocionada.
Para fortuna de Haerin, Ahyeon no hizo alguna cara rara ante el entusiasmo de Hikaru por ver a Danielle. La alfa pasó directo a saludar a la niña, tan feliz, así que la omega aprovechó para pagarle el día a la niñera. Ahyeon no tardó en despedirse, y pronto volvieron a quedar ellas dos solas, aunque con una bebé en medio.
Haerin colgó los abrigos, yendo a la cocina para comenzar a poner la mesa, pero Danielle no tardó en aparecer para ayudarle. La omega le agradeció internamente a Ahyeon por haberle preparado un puré de verduras a Hikaru, porque definitivamente no tenía ganas de hacer eso en ese momento.
―¡Mami! ―chilló Hikaru, cuando la vio entrar al comedor otra vez. Desde que había aprendido a decirla, que se la pasaba repitiendo como un lorito.
Danielle enarcó una ceja, pellizcándole la nariz a la bebé.
―¿Su primera palabra? ―dijo, encantada―. Felicitaciones, Karukaru.
―Baba ―Hikaru agarró la mano de Danielle, queriendo chuparle el dedo, pero la alfa se la retiró con rapidez―. ¡Baba!
―No, está sucia, pequeña ―regañó Dani.
―Ya dijo la primera palabra, pero todavía no da indicios de caminar ―comentó Haerin, echando el agua caliente del hervidor a las tazas, mientras Danielle iba a lavarse las manos―. Sé que cada niño tiene un proceso distinto, pero me preocupa un poco todavía.
―Todavía está a tiempo ―le dijo la mujer, sentándose en la mesa―. ¿Quieres que le dé de comer, cariño?
Haerin estuvo a punto de tropezarse con el hervidor en la mano, recuperando la compostura con rapidez. El rubor pintó ahora su rostro con fuerza, tan rápido que pensó que iba a explotar. Danielle puso una mirada de arrepentimiento inmediato y se instaló, un momento, un silencio extraño entre ambas.
La omega dejó el hervidor en la cocina, sacando un vaso de agua para beberla con rapidez. Al volver, vio a Danielle dándole de comer a Hikaru.
―Lo siento ―se disculpó la castaña una vez Haerin se sentó, todavía un poco colorada―, no quería incomodarte, sólo... sólo no lo pensé.
―No importa, me agarró desprevenida ―se sorprendió a sí misma al decir eso, aunque sabía que era cierto―, yo... La verdad es que... me gustó mucho, Danielle. Me gusta mucho ―agregó, incapaz de levantar la vista por la vergüenza.
Sin embargo, Danielle le agarró de la barbilla, elevándole el rostro. Haerin deseó que le diera un beso, tan nerviosa en ese instante, pero la alfa solamente le acarició el labio inferior, con ojos intensos.
―Puedo decirte como quieras ―dijo Dani―. Cariño, hermosa, bebé...
―¡No! ―chilló Hikaru, rabiando―. ¡No!
Las dos miraron a la pequeña, que golpeaba sus manitos cerradas en puños contra su mesita. Haerin se rió.
―Creo que ella quiere ser la única bebé ―habló la coreana, con una risa suave.
―¿Sí? ―Danielle bajó la voz―. No importa, te puedo decir bebé a solas, cariño.
Haerin, definitivamente, no sabía en qué se estaba metiendo, pero realmente le gustaba mucho.
¡Gracias por leer!
🍎
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro