✧◝ Epílogo
—¡A ver, ¿a cuántos de aquí les gusta comer un huevito frito, revuelto o duro?!
—¡A mí, a mí, a mí!
Jeongin se rió ante el entusiasmo de los niños, que levantaban sus manos exaltación infantil. A esas alturas, ya estaba acostumbrado.
—¿Y cómo dice la canción del huevito, niños?
—¡Popular y perfecto, completo en todos sus aspectos! —corearon los pequeños de manera desordenada—. ¡I love egg, egg!
El omega volvió a reírse, encantado y feliz. Al menos, hasta que Minseok habló.
—¡El tío Innie tiene un huevito en su panza!
En un inicio, se sintió algo confundido por el grito que pegó el niño, pero a los pocos segundos entendió a qué se refería.
—No es un huevito —aclaró, y llevó su mano a su barriga hinchada—, es un bebé.
—¡¿Un bebeeeeeeeeeeeeeeeé?! —gritaron todos.
—Sí, un bebé —Jeongin sonrió otra vez, y el timbre que anunciaba el fin de las clases tocó—. ¡Pero bueno! Se los contaré cuando nos veamos el lunes, ¿qué tal?
Los niños y niñas volvieron a corear que sí, y agarraron sus mochilas mientras Jeongin les iba a abrir la puerta de salida. Afuera, en el pasillo, ya les esperaban todos los padres para llevarse a sus hijos a la casa, que no tardaron en salir. A medida que se iban, Jeongin les iba chocando las manos y deseándoles un bonito fin de semana.
Comenzó a recoger sus cosas y levantó la cabeza cuando escuchó que alguien tocó la puerta, que seguía abierta.
—¿Interrumpo algo? —preguntó Chan.
—¡Mamiiiiii! —gritó Hyunjin, yendo de la mano del alfa—. ¡Ya vámonos, vámonos!
Jeongin cerró su bolso y se lo colgó. Se inclinó ante el pequeño omega que ese día cumplía sus siete años.
—¿No me vas a saludar, Jinnie? —preguntó.
—¡No me digas así! —chilló Hyunjin, avergonzado, pero se estiró y besó la mejilla de Jeongin—. Vamos, vamos, ¡quiero pastel!
El omega le agarró la mano a su cachorrito, que parecía a punto de salir corriendo hacia el auto. Chan, sin embargo, le retuvo y sólo ignoró los quejidos del pequeño para sostener a Jeongin de la barbilla y darle un beso en la boca. Jeongin soltó una risita traviesa.
—¡Puaj, que asco! —gritó Hyunjin entremedio de los dos.
—¿Todo bien hoy, bebé? —preguntó Chan—. ¿Cómo se portó el pequeño Heesung?
—Heesung estuvo tranquilito hoy —aseguró Jeongin, y se puso a caminar, con Hyunjin todavía refunfuñando—. ¿Me extrañaste?
—Siempre te extraño —Chan le dio otro beso, sólo que en la mejilla, y se rieron al oír el nuevo reclamo de Hyunjin.
La semana pasada el omega cumplió los cinco meses de embarazo y no podía estar más feliz con eso. Chan y él estaban muy contentos con recibir a un nuevo niño dentro de su pequeña familia, ya dispuestos a darle todo el amor posible. Habían estado planificando ese nuevo bebé por al menos seis meses antes de quedar preñado, y es que ahora Jeongin contaba con un trabajo estable, Hyunjin ya estaba más grandecito y querían expandir su familia.
Tres años atrás había finalizado finalmente sus estudios (aunque no se había graduado con honores, esa fue la pesada de Joowon), pero no cabía en su felicidad. Y, un año atrás, encontró ese trabajo (un poco apoyado por los contactos de Chan, sin embargo, qué importaba), y estaba muy cómodo en ese ambiente laboral. Los niños le encantaban y siempre le hacían reír en todo. Amaba mucho su trabajo.
Se subieron al auto y Hyunjin ya comenzó a entusiasmarse. Le habían dicho que, luego del colegio y pasar por mamá, irían a comer fuera debido a su cumpleaños y comprarían un pastel de Deadpool. Era quizás eso último lo que más quería de todo.
—¿Pero por qué vamos a casa? —comenzó a quejarse.
Jeongin suspiró. Echaba de menos la época en que sólo balbuceaba palabras y no le importaba dónde iban, inconsciente de sí mismo. No es como si le molestara su proceso de crecimiento, sabía que era normal en todo niño, pero eso no quitaba que, a veces, la maternidad fuera difícil también.
—Porque mamá tiene que cambiarse de ropa, Jin —contestó Chan, y el omega le agarró la mano, agradecido por su apoyo—, y cómo sigas así, te compraremos un pastel de Dora la Exploradora.
—¡Nooooooooooooooo!
Para fortuna de los dos, Hyunjin se tomó en serio la amenaza y decidió no protestar más. Al llegar a casa, fue el primero en bajarse, de seguro a buscar algún juguete con el que entretenerse en el camino. Iba con la llave de la casa, y los dos adultos lo observaron a unos pasos cuando entró y se escucharon gritos.
—¡Sorpresa!
Hyunjin gritó por la emoción cuando sus tíos, abuelos y amigos saltaron por detrás de los sillones y salieron de la cocina. Aprovechando el breve momento a solas, Chan le dio otro beso a Jeongin.
—Hyunjin se irá a quedar a dormir esta noche con Jisung y Minho —le comentó, sonriendo con picardía—, ¿te parece si nosotros nos escapamos también?
—Qué atrevido es, profesor Bang —coqueteó Jeongin—, ¿me subirá la nota si lo acompaño?
—Depende de qué tan bueno seas —le respondió Chan, y el omega soltó un chillido bajo cuando la mano del alfa le agarró su nalga izquierda.
No tardaron en entrar a su casa. Dos años antes decidieron mudarse a una casita, pensando ya en el futuro de agrandar la familia. Quedaba en un barrio tranquilo y poco problemático, y era de dos pisos, con tres dormitorios y dos baños.
Dentro, vieron a Hyunjin siendo saludado por sus abuelos y abuelas. Se veía muy rojo por los halagos que recibía por parte de ellos, además de los sonoros besos que le daban en la mejilla. Jeongin saludó a todo el mundo también, en especial a Seungmin, el esposo de Changbin, que al igual que él esperaba un niño, el primero de su amigo. Él ya estaba en su octavo mes de embarazo.
Tomó en brazos a la pequeña Chaeryoung, la hija de Minho y Jisung. Cuatro años atrás, todos recibieron con sorpresa la grata noticia de que Jisung estaba embarazado. El omega, al enterarse, se la pasó llorando días enteros por la felicidad, y el doctor les explicó que se debía a un raro caso de parejas destinadas. Al ser Minho su alma gemela y la persona con la que copulaba (esas palabras usó ese doctor), entonces su fertilidad actuaba de manera distinta. De cualquier manera, tuvieron a la hermanita menor de Yongbok, que ya era todo un alfa de diez años.
—¡Hyunjinnieeee, dame un abrazo! —le gritaba Yongbok a Hyunjin, que se escapaba de él.
—¡Noooooo! —Hyunjin huía de los brazos de pulpo del pequeño alfa, que sólo sonreía por la emoción—. ¡Me... me dejas apestado a tu olor!
—¡Claro! —Yongbok lo atrapó y comenzó a besar la carita, ignorando sus protestas—. Es que eres mi omega, ¡debo marcar mi territorio!
—Yongbok —habló Chan con voz grave—, ya te dije que te casarás con Hyunjin sólo cuando yo me muera.
—¡Qué pesado es, tío Chan!
—¡¿Y dónde está el pequeño conejo rabioso?! —preguntó Changbin, apareciendo detrás de Hyunjin y agarrándolo en brazos. El niño chilló—. Vaya, ¡qué grande estás! Hyunjin, ¿qué pasa si tiras un pato al agua?
—¡No, tío Bin!
—¡Nada! —y Bin estalló en carcajadas mientras Hyunjin parecía querer desaparecer.
Jeongin sólo sonrió ante la visión de su cachorrito, tan amado y contento, y se recostó contra Chan, que le abrazó por los hombros.
—No quiero que siga creciendo —suspiró Jeongin.
—No te preocupes —Chan le dio un beso en la coronilla de sus cabellos—, te dejaré preñado diez veces más si quieres para que vivamos siempre este momento.
Jeongin le dio un golpe antes de reírse, agradecido por haber encontrado su hogar con ese hombre que lo amaba a él y a su cachorrito. Ahora, sólo le quedaba ser feliz por el resto de la vida, y ya estaba listo para eso.
Adaptación finalizada, gracias por leer. <3
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