✧◝ 27
No les extrañó que, el día lunes en la mañana, hubieran recibido una llamada de Joohyun diciendo que Minhyun solicitó la intervención de un mediador para ver el tema de la custodia.
Era algo que se imaginaban desde el momento en que ese alfa se fue del departamento. De seguro aludió a que Jeongin no puso de su parte y por eso las cosas acabaron mal, pero a él realmente no le importaba lo que pudo haber dicho ese idiota de él. Aunque eso no quitaba que le preocupara lo que podía decidirse en esa nueva mediación, pues ya era bastante evidente que tendría que ceder unos días para que Hyunjin los pasara con Minhyun.
Temía lo que pudiera ocurrir si se quedaban a solas. Tal vez el alfa no lo sabía, sin embargo, era bastante evidente que a Hyunjin no le interesaba estar con Minhyun ni tener nada con él. Se lo dejó claro ese mismo día.
—¿Recuerdas a Minhyun, Jin? —le preguntó Jeongin una vez la llamada se acabó—. ¿El hombre que nos visitó hace unos días?
—Bu —barboteó el bebé, jugando con una pequeña pelotita de plástico que tenía—. ¡Popo!
—Bueno, sí, popo —dijo Jeongin, sin pensarlo, antes de corregirse—. ¡No, broma!
—¡Popooooooo! —gritó Hyunjin, riéndose.
Jeongin sólo suspiró, besándole la frente a su cachorrito antes de que volviera a jugar con la pelota, aunque eso terminó en un pequeño desastre al golpear un jarrón y se rompió en cientos de pedazos. En ese momento, además, llegó Chan.
—¿Qué ha pasado aquí? —preguntó el alfa, viendo los trozos en el suelo.
—¡Cak! —trató de explicar Hyunjin apuntando a su pelota, y Jeongin le miró con reprobación.
—Ven, vamos a recogerlo con cuidado —el omega tomó la pequeña escoba que Hyunjin tenía y con la que lo ayudaba a hacer aseo. Era importante que desde pequeño su bebé aprendiera a ser limpio y ordenado—. ¿Cómo se dice, Jin?
—Mmm... —su cachorrito movió la escoba, apenas juntando los trozos rotos—. ¡No más!
No era lo que esperaba, pero al menos pareció comprender que esas cosas no se hacían. Peor era que desapareciera y no se hiciera cargo de sus acciones.
Esa noche, Chan se dedicó a consolarlo otra vez, sólo que de otra forma. Jeongin necesitaba un poco de consuelo sexual, en el sentido de que deseaba que su pareja le demostrara lo mucho que lo amaba. Era bonito sentirse deseado y querido.
—Te amo mucho, mucho... —le susurraba el omega con cada nueva embestida, abrazando a Chan y apenas permitiendo que se separara de él.
—¿Sí? —jadeó Chan a su oído, besándole el cuello—. Yo te amo más...
Minutos más tarde, mientras yacían desnudos en la cama, con el aire pesado por el sexo y las feromonas, Jeongin se acurrucó contra él. Le gustaba mucho ese momento luego de hacer el amor, instante en el que se quedaban en silencio cómodo y sólo trataban de recuperarse. Era muy íntimo y consolador, sabiendo que estaba el otro a tu lado luego de amarse con profundidad.
—¿Qué pasa si Minhyun le hace daño? —susurró Jeongin.
—Estaremos atentos —le prometió Chan, agarrándole la mano—. Él estará vigilado las primeras veces y vamos a comprobar que Hyunjin llegue sin ninguna marca. Veremos las señales a tiempo.
—No quiero que nuestro hijo sufra, Channie.
—Yo tampoco —Chan lo abrazó con fuerza, besándole la frente— y odio la idea de que Hyunjin lo llame papá, pero...
—Hyunjin lo llama como popo —confesó Jeongin, y eso hizo reír al alfa.
—Además, también verán eso —siguió consolando a su novio—, el hecho de que a Hyunjin no le agrada, y tal vez sea también recíproco. Ese idiota no tiene cara de ser padre.
—¿Y tú sí?
—Claro —Chan le besó la punta de la nariz—, por eso fue que me embrujaste, porque mi cara de padre es perfecta.
Jeongin también se rio y le confortaba un poco eso, el hecho de que contaba con Chan para eso. Él no sabía si hubiera podido soportarlo sin alguien a su lado.
Por otro lado, los días se volvieron de por sí un poco complicados. Ya no sólo tenía que pensar en el asunto de Hyunjin, sino también empezar a asistir a sus clases en la universidad. Todo se le juntó de manera inevitable, por lo que también andaba más sensible de lo normal, y ya ni siquiera podía estar con Chan tanto tiempo, pues tenía que hacerse cargo de sus asuntos universitarios. Además, estaba el hecho de que ellos no podían exponerse al público.
Los primeros días fueron una especie de tortura. A esas alturas, sus compañeros estaban al tanto de que era novio del profesor (o peor, sólo su amante sexual), y se la pasaban susurrando cuando le veían. Jeongin fingía que no los escuchaba, lo peor que podía hacer era enfrentarlos y provocar una discusión que podría escalar rápidamente a una pelea. Lo que menos necesitaba era un llamado de atención por parte de sus superiores o el jefe de carrera.
¡Aunque era un poco insoportable! Incluso compañeros de cursos superiores, con los que jamás había hablado, se le quedaban mirando. De seguro comentaban que él sólo se metió con el profesor para obtener buenas calificaciones o, lo que sería más despreciable, conseguirle un padre a su hijo.
Al final, sólo llegaba a casa para estar con Hyunjin y abrazarlo. Para su fortuna, Momo aceptó seguir cuidándolo a pesar de que ya no vivían en el mismo edificio, pero con la condición de que le pagaran un poco más para poder pagar el transporte. Chan dijo que no había problema alguno, porque Hyunjin quería a Momo y se llevaban muy bien. Jeongin, además, sospechaba que era también para no preocuparlo por otra cosa.
Esos primeros días Chan llegaba un poco tarde también. Jeongin lo echaba mucho de menos y se moría por tener uno de sus abrazos, de esos que le hacían saber que todo estaría bien por muy difíciles que fueran las cosas.
—¿No has tenido problemas en tus clases? —le preguntó Chan una semana después, acurrucados en el sofá y viendo una película. Hyunjin ya se encontraba durmiendo luego de una dura jornada de juegos.
Jeongin emitió un suspiro bajo.
—Todo... normal —contestó, agarrando un puñado de palomitas de maíz para comer—. Es decir, tú sabes, Chan... Tengo tu marca y aroma y eso llama un poco la atención, pero...
—¿Te han molestado? —pudo notar como la voz del alfa se teñía en molestia.
—No molestado —Jeongin hizo un pequeño puchero—, pero hablan chismes y esas cosas. Es un poco incómodo, aunque no insoportable.
—No debería ser ni incómodo ni soportable, amor —Chan trató de calmarse—, si quieres...
—No, no —se apresuró en decir el omega—. No. Si intervienes y los profesores comentan algo, será peor. Tú sabes cómo somos los jóvenes. Nos encantan los chismes y esas cosas.
El mayor no pareció complacido con sus palabras, sin embargo, se las respetó. Él no quería más problemas en lo que el asunto con Hyunjin se resolvía.
Por fin llegó el día en que se llevaría a cabo esa famosa mediación, dos semanas después. Jeongin fue citado con Hyunjin al Juzgado Familiar, donde serían recibidos por el mediador para conversar sobre los pasos a seguir. Joohyun, por supuesto, le acompañó y Chan tampoco quiso dejarlo solo en ese momento, así que a las nueve de la mañana se presentaron allí, con un dormido bebé en brazos.
Como no podía faltar, Minhyun y su madre estaban allí otra vez. Jeongin sospechaba que el padre del alfa no estaba un poco interesado en todo ese asunto, lo que empeoraba las cosas respecto a que era sólo un tonto capricho. El omega no tuvo la fortuna de conocer a ese hombre, y lo agradecía muy profundamente.
Ni Minhyun ni su madre lo saludaron, apenas haciéndole un gesto de reconocimiento incluso a Joohyun. Al menos su abogado fue mucho más educado, aunque la tensión se podía sentir en el aire apenas entraron a la enorme habitación donde, en el centro, había una mesa. Una beta llamada Lee Sungkyung sería la mediadora, una mujer muy alta, de cabello negro y ojos amables. Los recibió con una sonrisa suave indicándoles que tomaran asiento, y pronto estuvieron todos en sus respectivos lugares a la espera de que ella hablara.
—Muchas gracias a ambas partes por venir —dijo ella, abriendo una carpeta donde supuso que estaba toda la información—, y me alegro también de que hayan decidido llegar a esta instancia para evitar un juicio por tutela del niño. Supongo que sus abogados les explicaron que es un proceso largo y tedioso que no sólo los somete a ustedes a una gran incertidumbre y cansancio, sino también a gran estrés para el cachorro. Ojalá que lleguemos a un acuerdo en el que prevalezca siempre el bien para el menor.
La mujer pareció esperar que ellos contestaran o dijeran algo respecto a eso, pero sólo se encontró con más tenso silencio. Joohyun se aclaró la garganta y le dio la razón, sin embargo, más allá de eso, no hubo palabras. Ella no se veía sorprendida por la actitud de ambos lados.
—Según los antecedentes —continuó Sungkyung—, la parte demandante es la paterna, exigiendo establecer una custodia compartida respecto al menor Yang Hyunjin, ¿es eso cierto?
—Así es, señora Lee —afirmó el abogado Honggi.
—Bien, ¿qué es lo que opina la parte materna respecto a esto? —consultó la mujer, mirando ahora a Joohyun.
La alfa se acomodó en su lugar.
—Mi cliente es aprehensivo sobre una custodia compartida —contestó ella con suavidad—, por el hecho de que el padre del niño estuvo desaparecido hasta este momento.
—No estuve desaparecido —saltó Minhyun, ofendido—, es sólo que...
Su abogado le dirigió una mirada para que se callara. Jeongin deseó que no lo hiciera y dijera un montón de mierda contra él, pero el alfa apretó sus labios, dejando de hablar.
Joohyun enarcó una ceja lentamente.
—Jeongin y el señor Hwang mantuvieron una relación cuando eran más jóvenes, en la que mi cliente terminó en cinta —continuó la abogada mientras la mediadora la escuchaba—. Según lo que expone Jeongin, cuando se enteró de su embarazo, le habló al señor Hwang, pero éste rechazó hacerse cargo del niño, poniendo incluso en duda su paternidad. Con esa respuesta, y bajo las amenazas de la madre del señor Hwang —su voz se volvió grave—, Jeongin no volvió a molestarlos. La madre del señor Hwang también insistía en que ese bebé no era de su hijo y que Jeongin sólo quería aprovecharse de ellos.
Bora enrojeció ante esas palabras, también pareciendo estarse conteniendo para no ponerse a gritar. ¿Desde cuándo esa familia tenía tanto autocontrol?
—Mis clientes no actuaron bien en el pasado —admitió Honggi—, pero eso no significa que el señor Hwang no tenga derecho a ver a su hijo.
—Disculpe, pero... —la mediadora dudó un instante—, ¿qué lo hizo cambiar de opinión? Básicamente, ustedes creían que el niño no era suyo, ¿por qué pedir la custodia ahora? ¿Se hizo un examen de paternidad?
Sin poder evitarlo, Jeongin sintió un poco de humillación por lo que acababa de oír. ¿Un examen de paternidad para comprobar que él no mentía? Qué vergonzoso era eso para él.
—Me... arrepiento de haber actuado como un idiota —Minhyun pareció tragarse su orgullo—, y le pedí perdón a Jeongin. Mi madre también lo hizo.
—Exacto —se apresuró en decir su abogado—, mi cliente recapacitó y se dio cuenta de sus errores, por lo mismo, quiere tener la oportunidad de poder estar con su hijo.
—¿Es cierto lo del perdón? —preguntó Lee.
—Sí lo es —admitió Joohyun—. Mantuvimos una reunión en la que se conversó sobre el tema e, incluso, se intentó un acercamiento por parte del padre hacia el menor.
—¿Y en qué resultó eso?
—El señor Hwang me comentó que la madre del cachorro apenas le dejó estar con él —contestó Honggi.
—¿Fue así? ¿Señor Yang?
—No —Jeongin habló con firmeza, sin bajar la cabeza—. Minhyun llegó a eso del mediodía a mi hogar que comparto con mi actual pareja. No sólo llegó tarde, sino que también con una actitud prepotente y presentándose frente a Hyunjin como su padre. Mi cachorro —remarcó—, hasta ese momento jamás interactuó con él ni lo vio, por lo que le generó gran confusión, haciéndolo llorar. Hyunjin no conoce a otro padre que no sea mi pareja.
—Tuviste que haberle explicado... —comenzó a decir Minhyun.
—Además —le interrumpió Jeongin, molesto—, tuve que orientarlo sobre las comidas de un niño de menos de dos años, porque ni siquiera fue con eso preparado. El almuerzo transcurrió con normalidad, es cierto, y después Minhyun se puso a jugar con Hyunjin, pero en un momento de descuido, en el que yo estaba lavando los platos, escuché el llanto de mi cachorro y al ir a verlo lo encontré en el suelo, con una herida en la frente y Minhyun ni siquiera hacía el amago de consolarlo. Yo lo tuve que consolar, mientras el señor Hwang me veía.
—¿Y qué fue lo que pasó? —la mediadora se volteó al alfa, que se veía enojado—. ¿Por qué el niño estaba con una herida?
—Se cayó solo —se defendió—, estábamos jugando con unos bloques que tiene y al ir hacia uno, tropezó con sus propios pies y se golpeó en la cabecita. Iba a consolarlo, pero apareció Jeongin y no me permitió hacerlo.
—Mmm...
El omega contempló con más ira al alfa, que le devolvió la mirada. Ambos parecían echar chispas en ese instante.
—Es un caso delicado —comenzó a decir Sungkyung, viéndose honestamente preocupada—, es comprensible que la madre del niño y el propio cachorro tengan un rechazo hacia el padre biológico si es que no ha manifestado presencia hasta ahora. Sin embargo, si usted está reconociendo su paternidad, ha pagado la pensión que se debe y ha establecido desde ahora una mensualidad, entonces tiene derechos para interactuar con su hijo.
—¿Y si no quiero esa mensualidad? —soltó Jeongin sin poder evitarlo. Sungkyung se giró a verlo.
—Jeongin —habló Joohyun.
—No me interesa el dinero —continuó el omega, impulsivo. Chan le agarró el codo, como si así pudiera decirle que no siguiera hablando, pero Jeongin no podía controlar su boca—, lo único que quiero es no compartir la custodia de mi hijo con el señor Hwang, porque no confío en él ni en los cuidados adecuados que le dará a Hyunjin.
Nuevo silencio una vez acabó de hablar. Pudo notar como Joohyun hundía sus hombros, mientras que, frente a él, Minhyun se cruzaba de brazos con una expresión de burla. Cuando sus ojos chocaron con los de Sungkyung, pudo ver la compasión allí, y su corazón se congeló.
—El padre biológico tiene derecho a una custodia si lo exige —explicó ella con suavidad—, no importa si usted no quiere el dinero, señor Yang, pero es lo que corresponde. Por otro lado, es comprensible que usted tenga miedo y un rechazo inicial hacia esto, sin embargo —ella apuntó a Minhyun—, el señor Hwang puede estar realmente interesado en iniciar una relación con su hijo, y eso es bueno para el niño.
Jeongin apretó los labios, manteniendo una expresión lo más neutra posible a pesar de que sentía cómo algo en él se rompía. Algo en él se apretó y se destrozó en miles de pedazos ante la decisión que ya parecía tomada.
—Iniciaremos con una custodia vigilada de sólo un día —dijo ella—, en la que se llevará al niño a la casa o departamento del padre, pero en compañía de la madre y, por supuesto, mía. Se comprobará que el cachorro esté en un ambiente idóneo, con las cosas básicas que necesita, además de comprobar la interacción padre-hijo. En base a esos resultados, en un mes más, se tomará la resolución de que las visitas ya no sean con la presencia de la madre, aunque todavía con mi asistencia.
—Eso es... —Minhyun volvía a verse molesto con la resolución—, no necesito vigilancia, no soy un niño pequeño, ¿cómo...?
—Tal vez usted no lo sea —la voz de Sungkyung fue indulgente, aunque podía detectarse un tono borde también—, pero va a cuidar de un bebé. Como comentó la madre del niño, usted no puede simplemente llegar y presentarse como un padre ante un menor que no lo conoce ni ha visto. Puede ser el padre, sin embargo, por ahora, es un completo desconocido para él.
Las palabras de la mujer sonaron a una pequeña sentencia. Minhyun tuvo el descaro de enrojecer, pero Jeongin no pudo sentir un poco de placer por la decisión que se tomó. De sólo pensar en dejar a Hyunjin con ese alfa, se sentía morir.
La mediadora fijó la visita para el sábado que venía, diciendo que Jeongin debía ir con el niño a las diez de la mañana. Notó que eso tampoco le gustó demasiado a Minhyun, sin embargo, simplemente no protestó esta vez.
Unos minutos más tarde, la reunión se dio por acabada. Hyunjin venía recién despertando, lo que era una fortuna, ya que no tuvo que ver a la familia Hwang. Jeongin no sabía cómo iba a reaccionar al volver a verlos.
Aprovechando que los Hwang fueron los primero en irse, se acercó a la mediadora.
—Disculpe, señora Lee —le dijo, viendo de reojo a Chan conversando algo con Joohyun—, sé que puede ver mal esto, pero... pero, ¿qué pasaría si Hyunjin no logra establecer una buena relación con su padre? Tengo miedo...
—Evaluaré el comportamiento del niño durante los siguientes meses —contestó ella con amabilidad—, si se muestra un gran rechazo, es probable que la custodia sea de un día, al menos por un año.
Un año. Eso era demasiado para Jeongin.
—Lo lamento —se disculpó ella, llamando su atención—, pero así son las leyes, señor Yang. La única forma de que usted se quede con la custodia completa, es que el señor Hwang renuncie a ella o demuestre ser incapaz de cuidarlo.
Jeongin sólo asintió con la cabeza, callado y sabiendo eso. La mujer no tardó en disculparse otra vez, pero ahora para marcharse, y el omega se acercó a Chan, que sostenía al cachorro.
—¿Quieres comer fuera? —le preguntó el alfa, dándole la mano.
—Está bien —Jeongin necesitaba despejarse un poco, se sentía demasiado agotado y sin mucha energía—. ¿Joohyun dijo algo? —añadió, pues ella se tuvo que ir con rapidez también.
—Dijo que no te preocupes —se pusieron a caminar hacia la salida—, que vas a tener que ceder un poco, pero ella espera, y yo también, que Minhyun no aguante demasiado. No se veía muy contento con la resolución.
—Es su madre la que presiona —suspiró Jeongin—, ella es la que quiere esto, no él. Es una desgraciada...
—Sí —Chan se acercó a darle un beso suave en la mejilla—, pero ahora, pensemos en otra cosa. ¿Comida y mimos?
—Suena perfecto.
Eso era lo que necesitaba Jeongin en ese instante, saber que su pequeña familia estaba todavía bien.
El sábado llegó con más rapidez de la que hubiera deseado el omega, por lo que no tuvo más que partir hacia el departamento en el que Minhyun vivía. Estimaron que no fuera necesario que Chan le acompañara, otra vez, para evitar una pelea, pero al menos lo fue a dejar y se despidió amorosamente de Hyunjin.
—Nos veremos más tarde —le aseguró el alfa al cachorrito, que se reía por los besitos que recibía en la cara—, y jugaremos hasta que caigas dormido, amor.
—¡Baaaaaaaa! —se carcajeaba Hyunjin, abrazando a Chan—. ¡Muack, muack!
—Y a ti, te amo mucho también —continuó el mayor, volteándose hacia Jeongin y dándole un beso en la boca—. ¿Quieres algo especial para la cena?
—Hamburguesas y Sprite —jugueteó el omega.
—Trato hecho, cariño.
Volvieron a despedirse de Chan, que se marchó a los pocos minutos, y Jeongin agarró con más fuerza el bolso con las cosas de Hyunjin. La mediadora no tardó en aparecer, saludándolo con amabilidad y haciéndole un gesto amistoso a su cachorrito, que se acurrucó en brazos de mamá. Entraron al edificio, subiendo al ascensor para ir hacia el departamento de Minhyun.
El alfa ya les estaba esperando, luciendo recién vestido y bañado. Se veía con sueño, de seguro se quedaba dormido hasta tarde en esos días, pero eso no fue lo que desagradó a Jeongin, sino el ver a su madre allí metida. ¿Qué demonios?
—Mi madre se quedará hasta mañana —dijo Minhyun, tranquilo—, ella vino a visitarme independiente de esto.
Mentiroso, se dijo Jeongin, pero sólo guardó silencio. La mujer apenas le saludó, viéndose altiva y orgullosa, como si se hubiera ganado la lotería.
—¡Hola, Hyunjin! —dijo ella, viéndose entusiasmada y acercándose hacia Jeongin. Su cachorrito se sobresaltó, mirando a la mujer con desconcierto—. ¿A que no sabes quién soy yo? ¡Soy la abuela!
—¿Bubu? —su bebé miró hacia cualquier otro lado, pareciendo buscar a sus abuelas—. ¿Buba?
Dios, ¿es que esa familia se especializaba en ser indiscretos y apresurados? Incluso la mediadora se veía fuera de lugar, sorprendida por la presura de ellos.
—No, a ver, Hyunjin —trató de explicar Jeongin—, ella es...
—¡La abuela! —volvió a decir Bora, impaciente—. ¡Dámelo, quiero sostenerlo!
Poco más se lanzó sobre él para quitárselo, pero Jeongin retrocedió y Hyunjin se aferró a él. Se veía, francamente, asustado.
—¡Nooooooooo! —gritó Hyunjin—. ¡Maaaaami! —y se puso a llorar, más confundido ahora.
—Ay, cariño... —comenzó a consolar Jeongin.
—Vamos a calmarnos —intervino Lee, poniéndose en medio para que Bora le diera su espacio a Hyunjin—, señora Hwang, qué bueno que esté aquí, pero por favor, tenemos que ir con calma. El niño no la conoce y no tiene confianza en usted, no puede simplemente pedirlo como si fuera un objeto.
Bora se veía contradicha, con el ceño fruncido en disconformidad. Sin embargo, sólo hizo caso.
—Preparé el desayuno —habló ella, molesta—. Vamos, espero que Hyunjin no haya comido.
Jeongin rodó los ojos, todavía consolando a su cachorrito. Faltaron unos minutos para que el llanto se detuviera, aunque no parecía muy de acuerdo con dejar los brazos de mamá. El muchacho no tuvo más que dejarlo en el suelo para poder sacar las cosas que llevó.
—Traje leche materna —comenzó a decir Jeongin, viendo ahora bien el departamento: era lujoso, grande y muy cómodo, de seguro costaba una millonada. Tenía una cocina separada del living-comedor, con un gran balcón y otro pasillo que de seguro conducía al baño y las habitaciones para dormir—, hay que calentarla...
—Claro que lo sé —exclamó Bora, casi quitándole el biberón de las manos—, yo crie a Minhyun, ¿crees que soy tonta?
Tuvo que aguantarse la respuesta. La mediadora se sentó en uno de los sofás, anotando un par de cosas en la libreta que llevó.
—¿Cuál sería el cuarto del niño? —preguntó ella.
Hyunjin se encontraba abrazando la pierna de Jeongin, sin querer soltarlo ni alejarse de él.
—Todavía falta acondicionarlo bien —dijo Minhyun—, pero es por aquí...
Jeongin le dio la mano a su cachorrito, diciéndole que le siguiera. El menor se apresuró en caminar a su lado, siguiendo al alfa y con Sungkyung siguiéndolos detrás.
Era la primera habitación a mano izquierda. Era un cuarto ni demasiado grande ni pequeño, con un armario pegado a la pared y luz natural. Un lado tenía papel decorativo de color azul y con autos deportivos. Había una cuna de altura contra otra pared, que estaba pintada de blanco, y un par de peluches en el suelo.
A Jeongin no le gustó particularmente. Además, la cuna era demasiado alta. La que ellos usaban era baja y de libre acceso para que Hyunjin subiera y bajara a gusto propio. Para Chan y él era importante que su cachorrito aprendiera a ser autónomo en algunas cosas desde pequeño.
Sin embargo, supuso que a él no tenía que agradarle, sino a su cachorrito.
—¿Y qué tal? —dijo con falso entusiasmo, volteándose para que Hyunjin mirara bien la habitación—. ¡¿Te gusta, Jin?!
—Mmm... —el niño miró con desinterés—, no.
Jeongin tuvo que reprimir la sonrisa para no provocar a Minhyun.
—Le faltan juguetes —señaló la mediadora.
—Sí, se los voy a comprar una vez sepa lo que le gusta a Hyunjin —se apresuró en decir el alfa, disgustado—. A ver, ¿qué no te gusta, Hyunjin? Para poder cambiarlo.
Hyunjin titubeó, pero Jeongin lo alentó a recorrer el cuarto. Su bebé se tambaleó por el lugar, mirándolo con ojo crítico, lo que era un poco gracioso al ser tan pequeño. Sin embargo, mamá sabía que su hijo era muy inteligente.
—¡Feo! —apuntó hacia el papel decorativo con claro enojo—. ¡Feo, feo!
—¿Te gustaría algo más claro? —aventuró Jeongin.
—¡Sí! —Hyunjin se rió—. ¡Con guaus y miaus y muuus y oincs! —exclamó en una burda manera de decir "animales".
—Bien, ¿y qué más? —bufó Minhyun.
Hyunjin fue hacia la cuna. No había forma de que pudiera subirse a ella, se dio cuenta su cachorro, por ninguna parte. La que tenía en su casa, si bien tenía también barandas para no caer al suelo al dormir, a los pies de la cama poseía un espacio para que se bajara y subiera sin ayuda. El mismo Hyunjin ya estaba aprendiendo su horario para dormir y no era necesario insistirle que fuera a la cama, iba por sí solo y sin necesidad que lo tomaran en brazos.
—¡Fea! —reclamó, mirándola con rechazo.
—¿Quieres una como la que hay en casa? —preguntó Jeongin.
—¡Sí! —volvió a repetir, y agarró un peluche de mapache en el suelo—. ¡Lido!
—¿Qué? ¿No le gustó? —se irritó Minhyun.
—Claro que no —Jeongin tuvo que aguantar el insulto otra vez—. Te acaba de decir que le gustó. Los peluches le gustaron.
—Ah, qué bien —Minhyun se aclaró la garganta—. ¿Quieres más peluches, Hyunjin? ¡Te puedo comprar muchos más si quieres!
—Aaaaaah... —Hyunjin miró a Minhyun por primera vez, un poco desconfiado—. Yaaa...
Por mucho que la situación no fuera favorable, Jeongin en el fondo esperaba que Minhyun no actuara como un idiota. No confiaba demasiado en que fuera a cambiar su comportamiento con él, pero Hyunjin no tenía por qué sufrir de las estupideces que hacía su padre, y si era un buen papá para él, Jeongin no tendría más que aceptarlo.
A los pocos minutos fueron a desayunar. Sungkyung apenas intervenía y hablaba, parecía más que satisfecha mirando la dinámica familiar, y Jeongin tuvo que dejar que la madre de Minhyun quisiera alimentar a Hyunjin, a pesar de que su cachorrito podía solo con el biberón.
—Es bastante independiente —le comentó la mediadora, mirando a Hyunjin ignorar los arrumacos que le hacía Bora.
—Ah, sí —Jeongin sonrió—, yo estoy estudiando educación de párvulos y mi novio es profesor también, pero se especializa en neurociencia y desarrollo infanto-juvenil —puso cara de vergüenza—. Disculpe, es que...
—No se preocupe —Sungkyung también le sonrió—, ¿así que saben cómo educarlo?
—Su papá ha estudiado distintos métodos de enseñanza —explicó Jeongin—, Montessori, Waldorf, Pikler... Estamos aplicando un par de cosas de cada uno. Por ejemplo, el tema de la habitación, dejamos que Hyunjin escoja los colores que le gustan. Si no quiere comer más, y si vemos si comió lo suficiente, no lo presionamos. No todo es ideal, por supuesto —Jeongin recordó la vez que perdió los estribos y le gritó a su cachorrito—, pero estamos aprendiendo con él en el camino.
—Eso es bueno —afirmó la mujer—, y saber que no se debe idealizar la crianza. Es muy difícil educar a un niño.
Jeongin le dio la razón, sabiendo que todavía tenía un largo camino por delante en cuanto a su cachorrito, pero dispuesto a darlo todo por él.
Una vez acabaron de desayunar, Minhyun dijo que podían dejar a Hyunjin mirando televisión. Jeongin se sobresaltó enseguida.
—No, redúcele los tiempos de televisión y pantallas —le dijo, llamando su atención—. No puedes dejarlo todo el día mirando la televisión para quitártelo de encima.
—¿Qué? —cómo no faltaba, Bora intervino—. ¡La televisión tiene muchos programas educativos!
—Que no sirven —replicó Jeongin—. Hyunjin está en crecimiento y necesita movimiento y que jueguen con él. Pocas pantallas y más juegos, además, ¡le puedes generar una adicción! Si le quitas las pantallas luego de acostumbrarlo, reaccionará muy mal —Jeongin fue a su bolso, abriéndolo—. ¡Hyunjin, mira que traje!
Su cachorrito lo miró y comenzó a chillar de emoción al ver algunos de sus juguetes favoritos, como el de clasificar colores.
—Juega con él —le exigió a Minhyun—, así lo conocerás más, que es lo que tanto quieres.
El alfa apretó los labios, pero bajo la mirada de la mediadora, poco pudo reclamar. No tuvo más que ir a jugar con el cachorro, que para fortuna de Jeongin, pareció aceptarlo en su juego. Aunque seguía sin llamarlo "papá", sin embargo, tampoco le decía "popo".
—No puedes corregir todo lo que haga mi hijo —comenzó a decir Bora, enfadada—, no siempre estarás aquí, ¿cómo crees...?
—Le enseñaré —replicó Jeongin, molesto—. Mi cachorrito no será criado como usted crio al suyo o me criaron a mí. Los tiempos cambian y hay que adaptarnos, señora Hwang.
La mujer parecía dispuesta a seguir discutiendo, pero tal y como pasó, gracias a la presencia de Sungkyung, no insistió. La mujer recogió los platos y se fue a lavarlos, indignada.
Mientras jugaban, Jeongin también le dio a Minhyun otras indicaciones importantes: ponerle protección al balcón, cuál era la talla de Hyunjin y los tipos de pañales que usaban. Que no le gustaba comer y cuáles eran sus comidas favoritas. El alfa lo escuchaba en silencio, fingiendo tomarlo en cuenta, sin embargo, al menos le servía como excusa a Jeongin para demostrar que él quería que las cosas funcionaran.
Y, entonces, llegó el momento que Minhyun más temió: cambiarle el pañal a Hyunjin.
El bebé fue pronto donde Jeongin, saltando con expresión de urgencia.
—¡Popo! —barboteó, medio lloroso e incómodo—. ¡Popo, mamá!
—Ya, ya —Jeongin volvió al bolso, sacando los pañales y toallitas húmedas para limpiarlo—. Minhyun, te toca.
—¿Qué? —saltó el alfa, poniendo cara de urgencia—. ¡¿Cómo?!
—Es tu hijo —el omega tomó a Hyunjin en brazos—, tienes que cambiarlo.
—Pero... —barboteó, desesperado—, yo nunca...
—Te daré las indicaciones —replicó Jeongin—. Hay que cambiarlo, ¡apresúrate!
Jeongin recostó a Hyunjin en la mesa, bajo una toalla que llevó. Minhyun se veía a punto de colapsar, y más cuando el omega le quitó el pantalón a Hyunjin y el olor se filtró.
—Jeongin... —comenzó a decir Minhyun.
—¿Qué? —el menor se hizo a un lado—. Es lo que debes hacer, ¡tienes que aprender a hacerlo!
El alfa miró para todos lados queriendo que alguien lo salvara, sin embargo, la mediadora sólo le observaba con expresión indescifrable. Su mamá no se encontraba, pues fue a comprar cosas para el almuerzo.
Sin encontrar una solución, no tuvo más que ir hacia Hyunjin, que le observaba con el ceño ligeramente fruncido. Jeongin le agarró la manito para distraerle, y así el bebé se relajó.
El proceso fue lento y con Minhyun exagerando cada reacción. Algo que tardaba menos de diez minutos para Jeongin y Chan, ahora fue de veinte minutos, y el alfa cerrando sus ojos cada dos minutos para no observar el desastre de caca. Jeongin no tenía que estar disfrutando de eso, pero lo hacía.
Una vez acabó y Hyunjin estuvo de pie, el niño volvió a jugar como si nada. Minhyun corrió a botar las cosas sucias y lavarse las manos, asqueado y muy, muy disgustado. Jeongin se puso a conversar con Sungkyung.
El almuerzo siguió con relativa normalidad. Hyunjin comió hasta que se sació y tomó una pequeña siesta en el sofá, porque no quería estar solo en una habitación desconocida, pero sólo lo hizo después de ordenar los juguetes. Minhyun preguntó irónicamente si podía mirar ahora televisión, y Jeongin quería pegarle, aunque sólo le contestó que lo hiciera con el volumen bajo.
De ahí las cosas transcurrieron en un incómodo silencio, pero ninguno parecía interesado en romperlo. Jeongin se dedicó a hablar sólo con Sungkyung, preguntándole sobre algunas cosas sólo para romper el silencio, mientras Minhyun y su madre los ignoraba.
Hyunjin despertó media hora después, desorientado. Jeongin se encontraba en el baño, lavándose las manos, cuando escuchó su grito.
—¡MAMI!
Y el llanto siguió.
Se apresuró en secarse las manos, saliendo con rapidez y se encontró con Hyunjin llorando a gritos, con Bora tratando de sostenerlo en brazos, pero el bebé se retorcía con desesperación.
—¡No, no! —chillaba, y fue cuando vio a Jeongin—. ¡Ma-mami! ¡Mami!
Jeongin dio unos pasos para agarrarlos, pero Bora retrocedió bruscamente. Esa acción hizo que Hyunjin gritara más.
—¡Deja que lo consuele! —gritó la mujer—. ¡Es mi nieto!
El omega titubeó, mirando hacia la mediadora y esperando que interviniera, que dijera que se lo entregara. Sin embargo, ella pareció darle la razón a Bora, y Jeongin sintió su estómago apretado por el llanto de su cachorrito.
—Vamos, vamos, Hyunjin —decía la madre de Minhyun, que los observaba con un poco de irritación—, mamá ya está aquí, ¿no ves? Cálmate, niño, no te hace bien llorar tanto, ¡no es para tanto!
Eso pareció hacer llorar más a Hyunjin, que comenzó a patalear para que lo soltara. Jeongin tenía miedo de que se le cayera por la forma en que su cachorrito se movía.
—¡No llores! —insistía Bora, pareciendo darse cuenta de que no era tan sencillo—. ¿Te callarás si te doy un regalito? La abuela te compró un juguete para ti... —pero Hyunjin no paraba—. Minhyun, ¡consuélalo tú!
Minhyun puso cara de espanto. Jeongin se preocupó más al ver el rostro enrojecido de su cachorrito, tan húmedo y mojadito por las lágrimas.
—¡Mami! —no dejaba de gritar y revolverse—. ¡Mami, mami, mami!
—Por favor... —comenzó a suplicar Jeongin.
Minhyun agarró al niño, obligado, queriendo consolarlo. Le golpeaba suavemente la espalda, lo mecía y decía palabras de consuelo, sin embargo, no resultaba. Fue peor cuando el alfa se llamó a sí mismo como papá.
—¡No, no papa! —sollozaba Hyunjin—. ¡Mama, mama! ¡Papa, papa!
Jeongin no lo aguantó más.
—¡¿Puedes dármelo?! —exclamó—. ¡Quiere consuelo, pero no de ti!
Minhyun le entregó a Hyunjin. El bebé casi se le pegó como una lapa, llorando mucho más calmado, pero sin dejar de soltar lágrimas. Jeongin lo abrazó por completo y se sentó en el sofá, comenzando a columpiarse y acariciándole el cabello.
—Bien, bien, mi bebé, mi lindo bebé... —le susurró, dejando que siguiera llorando—. Eso, vamos, suéltalo todo, ¿está bien? Llora lo que quieras...
El bebé tenía los brazos caídos, pero pegados a él, y poco a poco, con el pasar de los minutos, comenzó a sólo hipar. Jeongin no lo alejó, sólo siguió murmurándole con amor.
—¿Ves? Mamá está aquí, contigo, para siempre, siempre —continuó, amoroso—, no me fui lejos, ¿eh? No me iré lejos de ti.
—Ma-ma-mami —tartamudeó Hyunjin, sorbiendo por la nariz—, ma-ma...
—Mami, mami —repitió Jeongin, sonriéndole y besándole la frente—, ¿ves como estoy aquí? ¿Ya pasó el llanto? ¿Quieres jugar?
—No —murmuró su cachorrito, abrazándolo con fuerza—, no.
Jeongin le acarició otra vez el cabello, interpretando que quería estar en sus brazos. No lo alejó ni soltó, porque si su bebé quería eso, era porque sólo quería ser consolado.
—Lo tienes muy mimado —comenzó a decir Bora, molesta por la escena—, ¡no es posible que llore sólo porque fuiste al baño!
—No lloraba por eso —contestó con suavidad Jeongin, porque no quería levantar la voz, no luego de todo el llanto de su bebé—, lloraba debido a que se despertó y no reconoció el lugar. Para él, ustedes son desconocidos.
—¡Es sólo un tonto berrinche! —insistió la mujer, pero Jeongin no contestó más, sólo siguió meciendo a Hyunjin, que no parecía querer mirar a ninguna otra persona en ese lugar.
Lo poco que quedaba de tarde transcurrió lenta y dolorosamente. Hyunjin ya no se despegó de él, ni siquiera jugar o colorear, y Sungkyung tampoco insistió en generar otro acercamiento entre el cachorro y la familia paterna. Minhyun ni siquiera hizo el amago de hacer otra cosa, y Bora se la pasó murmurando en señal de disgusto.
Cuando llegaron las seis de la tarde, Jeongin tomó sus cosas y se marchó con la mediadora. Hyunjin estaba dormido contra su pecho, tan agotado por todo el llanto derramado.
—¿Piensa que tuve que dejarlo para que lo siguieran consolando? —preguntó Jeongin una vez estuvieron en el ascensor.
—No —Sungkyung respondió con tranquilidad—, no podemos experimentar con las emociones del cachorro. Como usted dijo, señor Yang, quería consuelo de usted, no de ellos —ella se veía muy cansada—. Por eso mismo, la idea es ir poco a poco, esperando que Hyunjin se vaya acostumbrando a la presencia paterna.
Jeongin entendía que era el trabajo de ella, pero la odio un poco al escuchar esas palabras. No le parecía justo que su bebé se viera sometido a tal estrés.
Para su fortuna, Chan le estaba esperando fuera de su auto. Al verlo salir, fue hacia él con una clara expresión de preocupación, revisando de Hyunjin, y no tardó en tomarlo en brazos con cariño.
—Pude... sentir un poco sus emociones —le comentó el alfa, y a Jeongin no le extrañó, porque era normal que su cachorro hubiera generado un lazo con su padre—, me preocupé demasiado, pero no quise venir. Temía golpear a alguien.
—Fue lo mejor —Jeongin lo besó en la boca con suavidad, oliendo las feromonas paternas que soltaba Chan. Hyunjin, en sus sueños, se arrebujó contra el alfa—. Despertó de una siesta, no me vio y entró en pánico. Ni Minhyun ni su madre pudieron consolarlo y eso lo desesperó más.
Chan asintió, comprensivo, y llevó al cachorrito al auto, sentándolo en su silla. No pareció protestar, tan cómodo en el aroma paterno del conocido lugar.
Incluso Jeongin sintió como sus hombros se destensaban y agradecía que Chan tuviera ese poder relajante en él. Con todo el estrés que tenía encima, era lo más perfecto para él. Ojalá lo tuviera siempre a su lado.
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