✧◝ 26
Jeongin acarició el cabello de Hyunjin, que a esas horas todavía dormía, y se volteó hacia Chan. El alfa le veía desde el marco de la puerta, tranquilo y ya vestido.
—¿Seguro que no quieres que me quede, bebé? —le preguntó Chan, yendo hacia él y abrazándolo por la cintura. Jeongin suspiró al olisquear sus feromonas.
—Seguro —prometió el omega—. Tienes esa reunión y, además, no creo que sea buena idea que tú y Minhyun estén en el mismo cuarto. Al menos por ahora.
Chan le dio un beso suave en su cuello, aprovechando que el omega se encontraba en pijamas. Jeongin gimió en voz baja ante la sensación, especialmente porque el beso fue en su marca.
—Hace mucho no tenemos tiempo para nosotros —comentó el menor, volteándose en el abrazo y besando al alfa en la boca.
—Está bien, cariño —Chan le sonrió con ternura—. Sé que tu cabeza no está pendiente de eso.
—Sí, pero me gusta estar contigo de esa forma —Jeongin apoyó su mejilla en el hombro de Chan, cerrando sus ojos brevemente—. Siempre me haces sentir tan bien, Channie.
El mayor soltó una risa suave, como si las palabras de Jeongin resultaran un poco graciosas y encantadoras.
—Pequeño abusador —le dijo al oído—. Tal vez hay que ponernos al día en nuestras cosas.
Jeongin también se rió, sintiéndose al menos aliviado de que su relación con Chan no se hubiera resentido a pesar de todo. Suficiente tenía con la situación de Hyunjin en ese momento como para preocuparse de su noviazgo con el alfa.
Iba a decir algo, sin embargo, tuvo el extraño presentimiento de que era observado. Sin pensarlo dos veces, se volteó a ver a Hyunjin, notando que el bebé estaba de pie en la cuna, mirándolos por entre los barrotes con una expresión concentrada. Quizás trataba de descifrar lo que papá y mamá estaban haciendo.
—Y este es otro abusador —exclamó Chan, dándose cuenta de que el cachorro estaba despierto—. Nadie abusa más del amor de sus padres que tú, pequeño diablito.
Jeongin no pudo borrar su sonrisa al ver como Chan lo soltaba, pero para agarrar a Hyunjin de la cuna y elevarlo. El bebé chilló por la felicidad.
—¡Papa! —gritó—. ¡Te qeyop! —y abrazó a Chan por el cuello, tan contento y feliz.
—Yo también te quiero, mi lindo cachorrito —el alfa le llenó el rostro de besos al bebé, que sólo reía, y Jeongin terminó por abrazarlo también—. ¿Oh? ¿Mi otro cachorrito se puso celoso?
—¡Tonto! —dijo Jeongin, pero en el fondo, amaba ser llamado así por su alfa.
Media hora después, Chan se despidió de ellos. Durante la semana le habían llamado de la universidad para terminar de planificar lo que sería el año escolar, con el alfa entregando el plan de acción que llevaría a cabo y asuntos burocráticos que a Jeongin no le interesaban mucho. Lo importante era que Chan estaría gran parte del día fuera por sus reuniones, y a Jeongin le convenía que no estuviera allí con Minhyun. Estaba seguro de que esos dos, en la misma habitación, provocaría un desastre y no quería darle más motivos a ese idiota para lanzarse contra Chan.
De cualquier forma, Minhyun quedó en ir allí a las doce. Jeongin insistió en que fuera mucho más temprano, después de todo, tenía que aprender a criar un niño desde la primera hora de la mañana, pero él se escudó en asuntos personales. Maldito fuera mil veces.
Aun así, el cretino llegó tarde. Ni siquiera le sorprendió un poco, por el contrario, él casi esperaba que en realidad no llegara. Lo deseó, porque por último, podía usarlo como demostración de que Minhyun no estaba interesado en su bebé. Pero sólo llegó veinte minutos tarde.
Jeongin se encontraba comenzando a preparar el almuerzo, mientras que Hyunjin coloreaba su librito de películas de Disney. Era una de las cosas que más disfrutaba, en especial cuando no tenía a alguien que jugara con él.
El timbre sonó y Jeongin se forzó a tomar aire para tranquilizarse. Cuando lo consideró suficiente, fue hacia la puerta y la abrió, encontrándose cara a cara con el guapo y burlón rostro de Minhyun.
—Hola, In —saludó el alfa, esbozando esa sonrisita atractiva con la que muchos y muchas omegas caían ante él.
—Hola —el menor mantuvo su expresión neutra—. Pasa. Ya pensé que no vendrías.
—¿Qué, me extrañabas? —Minhyun se quitó las zapatillas, viendo a su alrededor—. Vaya, parece que te sacaste la lotería dejando que ese alfa te marcara. Felicitaciones, sólo tuviste que entregarle el culo.
Jeongin apretó sus labios, tratando de no levantar su mano para golpearlo. De seguro Minhyun esperaba eso, sacarlo de sus casillas y acusarlo de ser mentalmente inestable. Pero él no iba a permitir que ese idiota tuviera motivos para chantajearlo.
—No fue difícil —dijo con dulzura el omega—, Chan folla mil veces mejor que tú, te lo aseguro.
Pudo notar que no le gustó su respuesta, molestándose ante el ataque que le hizo.
—Eres realmente...
—¿Acaso viniste a ofenderme o a estar con Hyunjin? —le interrumpió Jeongin, causando que el enojo del alfa aumentara—. Esto se trata de nuestro hijo, ¿no es así?
Minhyun tuvo que tragarse la respuesta, al parecer, porque sólo terminó bufando.
—¿Dónde está?
—Escúchame —continuó Jeongin—. Estoy seguro de que crees que esto es fácil, ¿eh? Que es sólo echarte en el sofá mientras Hyunjin está viendo televisión, ¿a qué sí? Pero, Minhyun, la crianza que le estoy dando junto a Chan es todo lo contrario —dio un paso hacia él, feroz—. Yo te lo juro, Minhyun: tú haces cualquier cosa que pueda afectar a mi bebé, y te mataré.
—¿Dónde. Está. El. Bebé? —volvió a preguntar Minhyun, con su tono agresivo y golpeado.
Jeongin entornó los ojos antes de girarse, guiándolo hacia el interior del departamento. Hyunjin seguía en el suelo, sentado y coloreando, tarareando las canciones infantiles que su mamá le puso en la radio.
—Jin —llamó Jeongin.
El bebé levantó la vista, sonriéndole antes de ver hacia atrás. Pudo ver como su sonrisa titubeó un momento, probablemente tratando de recordar si conocía a esa persona.
—Mami —barboteó Hyunjin, dejando el lápiz verde que sostenía.
—Hola, Hyunjin —habló Minhyun, adelantándose a lo que iba a decir Jeongin—. ¿Sabes quién soy yo? Soy tu papá.
Santo dios, de todas las cosas que podía decir ese imbécil, ¿quería comenzar por la peor?
Notó la manera en que la expresión de su hijo se llenó de confusión. Pareció buscar con la vista a otra persona, quizás a Chan, pero al no encontrarlo, volvió la atención a Jeongin.
—¿Papa? —tartamudeó, sacudiendo su cabeza con desconcierto—. Mami, ¿y papi?
—Estoy aquí —insistió Minhyun, tratando de sonreír con confianza.
—No puedes decirle eso de la nada —espetó Jeongin—. Él no te conoce. Jamás te ha visto.
—¿Y eso de quién es culpa? —bufó el alfa—. Lo mínimo que tuviste que hacer era, al menos, decirle quién soy yo.
Jeongin volvió a respirar para controlarse. No sólo debía evitar golpear a Minhyun por el tema de la custodia, sino también porque no lo haría frente a su hijo, que seguía luciendo muy aturdido y, además, triste.
—Jin —volvió a llamar—, cariño, mira... —fue hacia él, tomándolo en brazos. Trató de buscar las palabras exactas para poder explicárselo, y se sentó en el sofá, con el bebé acomodado en su regazo—. Lo que pasa, amorcito, es que tú eres muy especial, ¿bien? Y como eres tan especial, pues resulta que tienes dos papás. Papá Chan y... y papá Minhyun.
—¿Qué estupidez le estás diciendo? —Minhyun se veía irritado—. Yo soy su único padre, no ese idiota.
—¡No! —Hyunjin, debido a la confusión y la pena, comenzó a llorar—. ¡No, no! ¡Mi... mi papa! ¿On'a papa? ¡Papa!
—Ay, mi vida...
Jeongin lo acurrucó contra su pecho, con su pobre cachorrito sollozando, y mató con la mirada a Minhyun, que se veía incómodo ante la acción de su bebé.
—¿Y ahora? —le regaño, tratando de calmar el llanto de Hyunjin—. ¿Lo quieres consolar?
—¡Claro que no! —se espantó Minhyun—. ¡No sabía que era un llorón!
—¡No tiene ni dos años, idiota!
El omega tardó más de diez minutos en calmar a Hyunjin, que seguía pidiendo a Chan entre lloriqueos. Finalmente, el omega optó por traer la almohada de la cama de su pareja, dejándola en el suelo y haciendo que Hyunjinla abrazara. Comenzó a hipar y frotar su cabecita contra ella, como si eso lo calmara.
—Papa —siguió pidiendo, pero ya sin llorar.
—Papi vendrá más tarde con nosotros —le dijo Jeongin, sonriéndole con amor—, y prometió comprarte un nuevo juguete, ¿qué tal?
—¡Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiií! —esas palabras fueron suficiente para calmarlo, abrazando con más fuerza la almohada.
—¿Qué tal si sigues pintando, Jin? —sugirió el omega—. A papi le encanta cuando pintas.
Hyunjin soltó una risa baja, volviendo su atención a su cuadernito. Jeongin le hizo una seña vaga a Minhyun para que lo siguiera a la cocina, y el alfa no tuvo más remedio que seguirlo.
—Si lo que pretendes es que Hyunjin te llame siquiera como "papá", créeme que esa es la peor forma de hacerlo —comenzó a decir Jeongin, molesto—. Él no te conoce y nunca te ha visto, por lo tanto, no confía ni un poco en ti.
—Eso es...
—Y no es mi culpa, sino tuya, porque tú nunca te interesaste en él —continuó Jeongin—. ¿O es que pensabas que tu madre se hará cargo de él mientras tú te desentiendes de tus obligaciones? —el omega apuntó a la mesa de la cocina—. Vamos, a ver, cocina. Cocínale el almuerzo a tu hijo.
Minhyun lucía muy enojado y, tal vez, un poco humillado también con lo que le decía Jeongin. Al omega no le importaba una mierda, al fin y al cabo, si conseguía espantarlo con eso, bienvenido fuera.
Pero ese idiota era orgulloso, era evidente, porque se tragó sus emociones y fue hacia la mesa, agarrando el cuchillo y continuando la tarea que Jeongin inició antes de que llegara: deshuesar el pollo.
Evidente, fue mucho más lento y se notaba que jamás hizo eso por él mismo. Jeongin tuvo que darle indicaciones sobre el tamaño de los trozos que Hyunjin comería. Una vez acabó, tuvo que continuar con la ensalada: zanahoria cocida y tomate. Mientras, el omega preparó el almuerzo para los adultos.
Pasada las dos de la tarde, con Minhyun sudando debido al esfuerzo, el almuerzo estaba listo. Por supuesto, Jeongin supervisó la comida por completo, no dejaría que su cachorrito comiera cualquier cosa, y menos algo hecho por el alfa.
—A comeeeeeeeeeeeeeeeeeer —coreó Jeongin, fingiendo ánimos de dónde no sabía.
Su bebé saltó ante las palabras.
—¡Comi-a! —gritó, feliz—. ¿Teta, mami?
—¡No, eso no! —y sin poder evitarlo, Jeongin se rió con escándalo—. ¡No seas travieso!
Hyunjin se carcajeó, dejando que el omega lo tomara en brazos. Minhyun lo miró desde la puerta de la cocina.
—Si es que piensas que pase tiempo contigo —le dijo Jeongin—, vas a tener que comprarle una silla para comer. Hyunjin todavía está demasiado pequeño para comer en una silla normal y, además, puede necesitar ayuda con sus comidas. Está aprendiendo a comer solo, pero le cuesta agarrar bien cosas con un tenedor. Por supuesto —se volteó a verlo—, el cuchillo no lo usa.
—¿Crees que soy idiota?
Jeongin se calló la respuesta y sentó a Hyunjin en su sillita, que todavía ignoraba la presencia de Minhyun.
Minutos después, sirvieron la comida. El bebé tenía un vaso de plástico con agua, pues también estaba aprendiendo a beber sin necesidad del biberón.
—¿Qué tal quedó la comida? —preguntó Jeongin.
—¡Yumy, yumy! —dijo su cachorrito, agarrando la zanahoria con la cuchara.
—La cocinó nuestro amigo Minhyun —dijo el omega, tratando de tragarse el orgullo para decir eso—. ¿Cómo se dice?
—Gasas —farfulló Hyunjin, pero sin mirar al alfa.
Eso pareció molestar a Minhyun, sin embargo, de seguro se esforzó en razonar ya que no dijo nada y sólo le dijo a Hyunjin que era un buen niño.
El almuerzo, en otro sentido, transcurrió la mayor parte en silencio. A Jeongin no le interesaba saber de la vida de Minhyun, y parecía ser lo mismo por parte del alfa, porque apenas se hicieron alguna pregunta.
Al menos, fueron salvados por el berrinche de Hyunjin. A medias.
Hizo a un lado los trozos de pollo. De ensalada, todavía le quedaban tomates. Había comido bastante poco en comparación a otros días, y comenzó a señalar el almuerzo de los adultos, que era dakgangjeong.
—¡Eso, eso! —dijo, estirándose para sacar del plato de Jeongin, pero el omega lo hizo a un lado.
—No, eso te hará doler la pancita —le dijo.
—¡Eso! —insistió Hyunjin, inflando sus mofletes.
Jeongin se volteó hacia Minhyun, que se veía, otra vez, incómodo.
—Vamos —le desafió—. Aliméntalo. Créeme que hace estos berrinches al menos cuatro veces a la semana.
Vio como tragó saliva, pero no se compadeció. ¿Minhyun quería la custodia? Entonces que viera que no era tan fácil.
—Oye, Hyunjin... —comenzó a decir el alfa—. Vamos, la comida que hice está muy rica, ¿no es así? —agarró la cuchara, echándole pollo y guiándola a la boca de Hyunjin. El bebé cerró los labios con fuerza—. No seas malo, ¡está muy rico! Lo prometo...
Pero el bebé negó con la cabeza, evadiendo la cuchara. Minhyun trató de seguir adulándolo a comer, sin embargo, no estaba sirviendo de mucho. Jeongin notó incluso que Hyunjin pareció aburrirse.
—Mira, el avioncito...
—Oh, dios, no le hagas eso —Jeongin frotó su frente—. Jin, cariño, ¿ya no tienes hambre?
Hyunjin lo miró, pareciendo pensarlo.
—Sí... —dijo.
—¿Y qué tal si comemos los tres lo que Minhyun hizo? —sugirió Jeongin—. Yo también tengo hambre, ¿te parece si compartimos la comida?
—... Ya...
Jeongin se acomodó. El alfa se veía fuera de sí, con toda probabilidad, sentía que estaba haciendo el ridículo, pero ¿qué le importaba al omega?
Minhyun fue el primero en probar el pollo.
—¡Rico! —atinó a decir.
Hyunjin fue el segundo, siendo alimentado por el alfa. Jeongin casi deseó que le escupiera el pollo, aunque era sólo un deseo maldadoso.
—¡Yumy! —barboteó Hyunjin, y quiso agarrar la cuchara. Minhyun no tuvo más que dársela, por lo que el bebé trató de meter dentro del servicio comida, agarrando sólo un trozo de pollo y pocas verduras—. ¡Mami!
Jeongin le sonrió, abriendo la boca y siendo alimentado torpemente por Hyunjin.
—¡Está muy delicioso! —animó a decir el omega—. ¡Ahora otra vez tú!
Al final, lograron que Hyunjin comiera gran parte de la comida. Se vio satisfecho pronto, así que Jeongin le dio de postre dos trozos de manzana, que se devoró enseguida. El omega lo dejó ir a jugar otra vez una vez estuvo listo.
—Espero que juegues con él también —le dijo Jeongin al alfa.
—¿Cómo? —Minhyun parpadeó—. Pero si está coloreando, ¡yo no...!
—Él no colorea todo el día —sonrió con indulgencia—. Está acostumbrado a jugar, Chan siempre juega con él y no sabes cómo se divierte.
Picó en el orgullo del alfa otra vez. No le sorprendió que, una vez ellos terminaron de comer, Minhyun se puso de pie y fue hacia el centro del living, sentándose en la alfombra.
—Hyunjin, ¿quieres jugar? —preguntó el alfa.
—Mmm... —pensó Hyunjin—. ¿a qué?
—Pues... ¿qué tal si hacemos algo con tus bloques?
—Ya...
Jeongin suspiró cuando los vio comenzar a hacer una torre con los bloques. Minhyun seguía viéndose fuera de sí, pero al menos Hyunjin comenzó a aceptarlo a medias. No le conversaba mucho, lo que le preocupaba por lo bajo, sin embargo, pensaba que se debía a que recién se conocían.
Llevó los platos a la cocina, comenzando a limpiarlos. Fue cuando escuchó un chillido y, de pronto, el llanto de Hyunjin.
Ni siquiera cerró el agua de la llave, saliendo a tropezones y viendo la escena: Hyunjin estaba echado en el suelo, con un rasmillón en su frente y llorando a gritos.
—¡¿Qué mierda, Minhyun?! —gritó Jeongin, yendo a recoger a su bebé.
—¡Se cayó solo! —se defendió Minhyun—. ¡Yo no le hice nada!
Jeongin lo ignoró, sentándose y consolando a su cachorrito, que no paraba de llorar. Revisó la herida en su cabecita, aliviado un poco al ver que era pequeña, aunque estaba enrojecida e hinchada.
—Oh, mi bebé... —le dijo Jeongin, meciéndolo, y Hyunjin se aferró a su cuello—. ¿Cómo fue que te caíste? —le preguntó, pero miraba a Minhyun.
—Que no le hice nada —repitió, irritado—, quiso agarrar un bloque, pero no se sostuvo bien y se cayó solo. El golpe se lo hizo con el bloque.
—¿Y no pudiste consolarlo tú, acaso? —replicó Jeongin, enfurecido, pero trató de controlar el tono de su voz pues su cachorrito seguía llorando—. Eso es lo que un padre hace, no quedarse mirando como un idiota.
Minhyun apretó los labios, callándose cualquier estupidez que fuera a decir.
Hyunjin se quedó dormido, finalmente, en brazos de Jeongin. El omega lo llevó a su cuna, sabiendo que debía estar extenuado a pesar de que no era más de media tarde. Llorar dos veces en el día era agotador para cualquier persona y para un bebé debía serlo aún más.
Mientras lo acostaba, Minhyun veía el cuarto.
—Qué afeminada su habitación —dijo despectivamente.
Jeongin casi dejó caer a su bebé ante la sorpresa de lo que dijo.
Lo recostó y cobijó con su mantita favorita, de color rosado y con muchos conejitos blancos y esponjosos. Se levantó y vio la habitación; de un bonito color crema que permitía buena iluminación, con una cuna violeta pastel en el centro. A Hyunjin le gustaban mucho los colores de ese tipo, por lo mismo, las cortinas eran rosaditas y los muebles los pintó, junto a Chan, de celeste. Además, tenía muchos peluches, gigantes y pequeños, por toda la habitación. El más grande era de un perrito, en el que Hyunjin a veces se quedaba dormido casi encima. Cuando le mostraron el cuarto, su cachorrito no dejaba de gritar por la felicidad.
—Sal de aquí —le espetó, enfurecido y apenas pudiendo controlar el volumen de su voz.
Minhyun rodó los ojos, saliendo del cuarto, pero Jeongin lo siguió.
—Eres una mierda —le dijo, y el alfa se detuvo—. ¿Todo lo que acabas de vivir? No es ni la mitad de lo que es el trabajo de cuidar a Hyunjin. No lo cambiaste, no lo has bañado, no le has vestido, no le haces dormir, no juegas realmente con él. No te despiertas en mitad de la noche cuando despierta, llorando, y debes consolarlo. No has hecho ninguna de esas cosas, ¿y tienes el descaro de menospreciar su cuarto? Vete a la mierda, Minhyun.
—Controla esa boca —espetó Minhyun—, cómo me vuelvas a tratar así...
—¿Qué, me vas a pegar? —Jeongin alzó la barbilla—. Hazlo, atrévete.
—Te voy a quitar...
—Ni en tus más oscuros sueños —el omega dio un paso hacia él—. A menos que demuestres que soy una madre de mierda, lo cual dudo —sonrió sin gracia—. Me hice cargo de él desde el momento en que supe de su existencia, mientras que tú desapareciste como el asqueroso cobarde que eres —el desafío en la voz de Jeongin no se detuvo—. Y dudo que puedas hacerte cargo de un niño, Minhyun, cuando ni siquiera puedes hacerte cargo de ti mismo.
Minhyun le escupió, con toda probabilidad porque era lo único que podía hacer para defenderse. Parecía tener más que claro que golpearlo sólo provocaría que la situación se volteara a favor de Jeongin.
El alfa, sin quedarse a escuchar más de lo que Jeongin pudiera decirle, se dio media vuelta y dio pasos fuertes, marchándose de la casa con un portazo. El omega sólo respiró con fuerza, su corazón acelerado a mil y sus manos temblando, y fue al baño para limpiarse el rostro. Sabía que Minhyun se vengaría, de seguro solicitaría una audiencia con un mediador y eso significaría entregarle su hijo a ese imbécil sin su supervisión, sin embargo, ocurriría tarde o temprano. Eso sólo adelantó las cosas.
Frotó la toalla contra sus mejillas. Una parte suya quería llorar, aunque estaba demasiado cansado de derramar tantas lágrimas.
Chan llegó una hora después, con aspecto cansado, pero su rostro cambió enseguida a preocupación cuando vio a Jeongin sentado en el sofá, viendo a Hyunjin coloreando otra vez. Tenía una curita en su frente, allí donde se hizo la herida.
—¿Amor? —preguntó Chan, yendo hacia él—. ¿Qué ha pasado?
—Minhyun, eso pasa —suspiró el omega, abrazando a Chan—. Lo odio.
El mayor acurrucó a su novio entre sus brazos, dirigiéndole una mirada preocupada a Hyunjin. El bebé se puso de pie, yendo hacia ellos.
—Papi —murmuró—. Papi, te essane —dijo, y Chan hizo malabares para agarrarlo en brazos—. Papi...
—Yo también te extrañé, cachorrito —contestó el alfa—. ¿Y qué ha pasado aquí? —añadió, apuntando a su herida.
—No —se quejó Hyunjin, y eso fue todo.
—Se cayó —susurró Jeongin—, cuando jugaba con Minhyun. O eso ha dicho ese idiota. Hyunjin ni siquiera recuerda qué pasó, vieras como lloraba...
—Oh... —Chan sintió la ira arder—. ¿Supongo que todo resultó mal?
—Sí —Jeongin sonrió con amargura—, pero no esperaba nada más.
—¿Necesitas algo, mi bebé?
—Que me des amor —Jeongin sólo quería hacer un nido en ese momento, con su alfa y su cachorrito—. ¿Puedes?
—Eso ni se pregunta, cariño.
Chan sólo acurrucó a sus dos amores, sabiendo que se venían días difíciles, pero dispuesto a darlo todo por su pequeña familia.
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