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✧⁠◝ 16

Chan le dio las gracias a la camarera cuando le sirvió el café que pidió, antes de voltearse hacia Nayun, que le contemplaba en silencio.

—Te lo contó —habló ella, con su voz hosca—, te dijo lo que conversamos.

—Por supuesto —respondió Chan, revolviendo el café con la cuchara—, entre Jeongin y yo no hay secretos.

Nayun soltó un resoplido, como si lo que acabara de decir no tuviera sentido alguno. Chan no cambió la expresión de su rostro, pues jamás dijo algo tan en serio. Jeongin y Chan tenían una relación seria y no se ocultaban las cosas.

—Chan, ¿cómo no te das cuenta? —preguntó Nayun, con evidente disgusto en toda su expresión—. Esa relación no tiene ningún futuro, Jeongin es un joven tonto que, con toda probabilidad, sólo te está utilizando para...

—No quiero seguir escuchando tu mierda —replicó Chan, molesto con lo que estaba escuchando—, sólo te cité para aclararte, Nayun, que estás perdiendo tu tiempo. No pretendo terminar con Jeongin ante tu amenaza, e incluso si vas a acusarme con mis superiores y me despiden, tampoco lo haré —el alfa alzó su barbilla—. Bajo ningún término pretendo volver contigo, porque amo a Jeongin y no pretendo cambiarlo por nada del mundo.

Nayun iba palideciendo con cada nueva palabra, demasiado sorprendida por lo que estaba escuchando, como si no pudiera creerlo. Chan no bajó la vista, sin sentir un poco de vergüenza por sus palabras, pues sólo dijo la verdad. No iba a permitir que lo separaran de Jeongin, y menos alguien que ya no era importante en su vida.

—Chan —habló Nayun, tratando de suavizar su voz. El alfa bebió de su café—, sólo... sólo escúchame, ¿está bien? Sé que tú y yo podemos arreglar la relación que tuvimos y volver a intentarlo, he madurado mucho estos años y podría...

—Nayun, detente —interrumpió Chan, sacudiendo su cabeza—. Lo que tuvimos ya se acabó y debes entenderlo. No me interesa volver contigo, bajo ningún término, porque ya no siento nada por ti —se forzó a relajar la expresión de su rostro—. Aun podemos ser amigos, ¿está bien? Pero no te quiero como novia ni como futura esposa.

La mujer puso una expresión de lástima, y Chan sintió algo de compasión por ella, pues conocía a sus padres y sabía toda la presión que cargaba encima. Sin embargo, él no tenía tiempo para esos compromisos, además de que su corazón le pertenecía a Jeongin desde hacía mucho.

—¿No tengo ni siquiera una oportunidad? —preguntó Nayun, triste.

—No —contestó el alfa, serio—, no importa lo que hagas. Puedes ir y acusarnos en la universidad, pero tampoco volveré contigo. Además —hizo un mohín—, es una vil estrategia, Nayun. No tiene ningún sentido —volvió su atención al café, tragándoselo de golpe pues ya se encontraba tibio—. No sigas insistiendo, ¿está bien? No quiero hacerte daño alguno, pero como sigas metiéndote en mi relación, no tendré más que intervenir. Adiós, Nayun.

La omega murmuró una débil respuesta, decaída, pero Chan sólo se puso de pie y fue a pagar por el café. No le dirigió una mirada más en lo que salía del café, sacando su celular y marcando el número de Jeongin para saber dónde estaba.

—Channieeeeeeeeeeeeee —saludó el omega, con ese conocido tono alegre.

—Hey, bebé, ¿ya has terminado con tus exámenes? —preguntó Chan, yendo hacia el auto.

—¡Sí! —se rio Jeongin—. Pero iremos a celebrar con unos amigos a un bar el término del año escolar, ¿no quieres venir?

—¿Un bar, con tus amigos? —Chan resopló—. No, gracias.

—¡Qué aburrido eres! —contestó Jeongin, pero no insistió—. ¿Puedes cuidar de Hyunjin esta noche?

—Sí, claro —Chan lo pensó un instante—. ¿Qué tal si lo paso a buscar y cuando acabes tu celebración, vas a mi casa?

El omega se quedó unos segundos en silencio, como si lo estuviera analizando bien, y Chan le dio tu tiempo. Jeongin no era muy dado para salir a fiestas, pero sabía que era una ocasión especial, y es que ese día rindió su último examen. El año académico terminaría en dos semanas más, en los que recibirían sus resultados y sabrían si tendrían que tomar el examen de repetición en caso de que no hubieran pasado alguna clase.

Además, estaba el hecho de que ya no tendrían que andarse ocultando. Ahora se venía el breve período de vacaciones, y después el siguiente año universitario, y no deberían darle explicaciones a nadie.

—Está bien, ¡me parece genial! —contestó Jeongin—. Eres el mejor, Chan, ¡te adoro!

—Yo también te adoro, precioso.

Ambos se despidieron y Chan no tardó en dirigirse al departamento de Jeongin, donde sabía que Momo estaría cuidando de Hyunjin. Al encontrarse con la niñera, le explicó que él cuidaría del bebé el resto del día, así que podía marcharse, y le pagó las horas trabajadas.

—¡Papa! —gritó Hyunjin, contento. Estaba sentado en el suelo, jugando con una Barbie.

—¿Feliz de verme, cachorrito? —suspiró Chan, comenzando a agarrar los juguetes para guardarlos—. Qué irresponsable madre tienes, ¿no lo crees? Nos deja abandonados y tristes.

Hyunjin se rio cuando Chan lo tomó en brazos, chillando por la emoción. El alfa le sonrió antes de arroparlo para salir. Guardó todo lo necesario, aunque no eran tantas cosas que llevar, pues Hyunjin ya tenía ropas y juguetes en su departamento. Incluso, una mamadera propia que Chan le compró, y algo de comida en el refrigerador. Chan jamás se vio siendo un padre, sin embargo, no se arrepentía ni un poco de haber adoptado a Seung.

Quince minutos después, estaba acomodando a Hyunjin en la silla del auto y partiendo a su departamento. Le puso una película al bebé mientras le daba de comer, y después los dos se quedaron viendo Toy Story en la televisión.

A eso de las nueve, Hyunjin cayó dormido y lo fue a dejar al cuarto de huéspedes, que usaban como habitación del bebé cuando Jeongin iba a quedarse allí. Le envió un mensaje preguntándole a su novio si estaba todo bien, recibiendo una respuesta por audio del chico gritando que sí y con música de fondo.

Suspiró, algo relajado igual de que Jeongin pudiera aprovechar su juventud también. Era evidente que debido al embarazo de Hyunjin tuvo que saltar varias etapas de su vida, y apenas salía a divertirse, así que Chan no tenía problema alguno en que se divirtiera de esa forma.

No sabía si Jeongin volvería pronto, así que decidió irse a la cama y prender la televisión, mientras aprovechaba de revisar los exámenes finales de todos los cursos a los que les hacía clases. Cuando dieron las once y media, se aburrió y se puso a ver una película. A mitad de ella, se quedó dormido.

Sin embargo, despertó sobresaltado en un momento, con su celular sonando. Pensó primero que era una llamada, pero se dio cuenta, al agarrarlo, que sólo eran muchos mensajes seguidos.

Innie

Chan

Amor

Chaaaaaa

Chaaaaaaaaan

CHAAAAAAAAAN

Crep q esooi vorrsho

Chaaaaaaaan

TTTTTTTTTTTTTTTTTT

Vem a buscatne

X faabor

Leyó una y otra vez los mensajes, antes de decidir marcar el número de teléfono de su novio, algo preocupado.

—In —dijo, aliviado de que le hubiera contestado.

—Chan —gimoteó Jeongin al otro lado, con la música sin dejar de retumbar—, me siento mareado, hace mucho no tomaba tanto...

—Bebé, ¿dónde estás?

Jeongin ​recitó el nombre del bar apenas, soltando unas carcajadas mientras regañaba a una amiga, al parecer.

—Voy por ti.

—Sííííííííí, te necesitooooooooooooooo —barboteó Jeongin, y Chan le cortó, exasperado.

Era la primera vez que escuchaba a Jeongin tan borracho. A veces, cuando ellos pasaban la noche juntos, solían tomar y beber alcohol para relajarse, pero el omega sabía bien cuál era su límite. Le dijo a Chan que no tenía mucha resistencia con las bebidas alcohólicas, por lo mismo, no le gustaba emborracharse. Sin embargo, sólo con oírlo, sabía que estaba borracho como una cuba.

Agarró una chaqueta y fue a ver a Hyunjin, percatándose que estaba profundamente dormido, con su conejito a su lado. No creía que fuera a despertarse pronto.

Salió con rapidez de su departamento, yendo hacia el auto y subiendo, partiendo enseguida al lugar que le dijo Jeongin, teniendo que buscar el nombre en Google Maps para ubicarse. Era un reconocido club nocturno, por lo que no fue una sorpresa el llegar y encontrarlo todavía con gente fuera, esperando a entrar.

En realidad, lo que le sorprendió (o enfureció) fue que, al bajarse, vio a Jeongin fuera. Y discutía con otra persona, que lo agarraba por la cintura mientras el omega se retorcía.

Cuando se acercó más, Chan se dio cuenta de que era Minhyun.

—Vamos, Jeongin, déjame follarte —escuchó que le decía ese idiota—, tu culo de puta debe quererlo, vamos...

—¡No, que me sueltes! —gritó Jeongin, tropezando.

—No seas así, estoy seguro de que los dos...

—Te ha dicho que lo sueltes —gruñó Chan, empujando a Minhyun y agarrando a Jeongin—. Si lo vuelves a tocar, te romperé la nariz, ¿me has oído, imbécil?

—¡Chan! —dijo el omega, contento de que estuviera allí—. Vamos, hace frío, vámonos, amor...

El mayor le dio otro gruñido a Minhyun, pegando a Jeongin más contra él, que no protestó ni un poco. El otro alfa sonrió con inocencia, levantando sus manos en un gesto burdo de tranquilidad.

—No pasa nada, ¿qué tal si lo follamos los dos? —preguntó Minhyun, riéndose—. Jeongin es toda una puta en la cama, ¿no lo crees? Yo no quería correrme dentro de él, pero esta perra estaba ansiosa por ser llenada con semen, no imaginas como...

Chan ​soltó a Jeongin y se lanzó a golpear a Minhyun. Su puño se estrelló contra la nariz de ese imbécil, oyéndose un horrible crack en señal de que algo se rompió, pero a Chan le importaba una mierda. Ignoró el grito de Jeongin, agarrando a un aturdido Minhyun de su camisa y dándole otro golpe en la mejilla

—¡Me has oído, cretino! —le gritó, soltándolo cuando vio que varias personas se acercaban a ellos—. ¡No te quiero cerca de Jeongin nunca más!

El omega le agarró del brazo y Chan tiró de él, llevándolo al auto. El chico parecía estar aguantando la risa por lo recién ocurrido, como si no pudiera creer que Chan acabara de golpear a su exnovio. Por dios, era lo que siempre quiso hacer, pero nunca se atrevió.

—No sé qué es tan gracioso —barboteó Chan, abriendo la puerta del copiloto y entrando a Jeongin.

—¡Todo! —el omega estalló en carcajadas—. ¡Su cara, Chan! ¡Fue increíble!

Chan ​le miró con reprobación, aunque al final terminó por sonreír también. Era la primera vez que golpeaba a otra persona de esa forma, y es que ese idiota realmente le sacó de quicio con sus palabras. El sólo recuerdo era suficiente para hacerlo volver a darle otro golpe, pero decidió que no era lo mejor. Dejó a Hyunjin solo, ya era momento de volver

Encendió el auto y se marchó de allí, con el chico en un extraño silencio.

—¿La pasaste bien? —preguntó Chan, deteniéndose ante un semáforo.

—Uh, sí —suspiró Jeongin—, eh... Chan...

—¿Qué pasa, bebé?

—Me puso muy caliente verte así.

Por un instante, pensó que se quebró el cuello cuando se giró a ver a Jeongin con brusquedad.

El omega se encontraba con una mano en su entrepierna, frotándose superficialmente. Tuvo que volver su vista al frente cuando el semáforo dio verde.

—Tienes que estar bromeando, Jeongin...

—No... —se rio el menor—, por favor, estoy tan feliz.

—¿Por qué golpeé a Minhyun? —masculló el alfa.

—¡Sí! ¡Y porque los exámenes acabaron! —de forma repentina, la mano de Jeongin fue ahora a la entrepierna de Chan—. Déjame chupártela, por favor, por favor...

—No puedes ser tan caliente —exclamó Chan.

—¿Es una prueba? —Jeongin entornó los ojos—. Tú sabes... Tal vez Minhyun no mentía —bajó su voz—. Tal vez soy toda una puta en la cama, y eso me gusta, Chan...

Esas palabras tuvieron que haberlo enfurecido, pero, por el contrario, lo excitaron. Lo excitaron de una iracunda manera, el pensar en Jeongin con otro hombre, y soltó un nuevo gruñido que hizo jadear al omega.

—Detente —suplicó Jeongin—, déjame chupártela aquí, en el auto, por favor. Profesor, se ve tan sexy...

Chan ​obedeció, encendiendo las luces de emergencia y estacionándose, aprovechando que la calle se veía vacía. Jeongin se quitó el cinturón y Chan tiró el asiento hacia atrás. El omega se acomodó con rapidez, su mano abriéndole el pantalón al alfa y bajándole la ropa interior.

La polla de Chan ya estaba un poco dura, pero para Jeongin era perfecto, y abrió la boca para metérsela en ella. Los dedos del mayor se enrollaron en su cabello, gimiendo roncamente mientras los labios de Jeongin le chupaban la polla como todo un experto.

—Mierda, Innie... —jadeó, sintiendo cómo se la llevaba más profundo, con el glande empujando en su garganta—, bebé, eres tan bueno...

Jeongin podía sentir la saliva escurriendo de su boca y manchando su mano, que se movía junto a sus labios. No sabía si era la borrachera o el haber visto a Chan así, o quizás las dos cosas, pero estaba demasiado caliente y quería demasiado sentir un poco de alivio. Por un breve momento, pensó en insistirle a Chan que se lo follara, pero luego decidió que todavía podía esperar unas semanitas más. No tenía por qué adelantarse tanto.

Así que una mamada estaría bien. Con lo excitado que se encontraba, él ya estaba duro con el hecho de tener una verga en la boca. No necesitaba más para correrse.

Bajo esa situación, poco duró Chan: terminó eyaculando en la boca del omega, que lo recibió todo para no ensuciar los asientos o el manubrio. Se atragantó un instante, pero forzó a quedarse allí, tragándose el semen sin protesta alguna.

Una vez el orgasmo de Chan acabó, Jeongin se enderezó, con rastros de esperma en sus labios. El alfa gruñó y lo besó, importándole poco probarse a sí mismo, y el menor soltó un gemido de placer cuando Chan empezó a masturbarle por encima del pantalón. Unos pocos toques y Jeongin terminaría corriéndose dentro de su ropa, temblando y mareado.

—Apenas lleguemos —masculló Chan—, te irás a dormir, Jeongin, ¿entendido?

—Sí, profesor Bang —gimió Jeongin, antes de darle otro beso lascivo en la boca.

Cinco minutos después, Chan estaba volviendo a conducir y Jeongin no podía borrar la sonrisita de su cara.

Durante los siguientes días, el omega estuvo recibiendo sus notas finales, aprobando todas sus clases. De las seis materias que tenía, tres las aprobó con sobre un 80, otras dos sobre un 70 y la última con un 62, a punto de reprobarla. La clase de Chan la aprobó con un 77, pues los prácticos le ayudaron a subir su promedio.

Jeongin ​no podía con su felicidad, alegre de que el año académico hubiera terminado tan bien para él. Era un alivio, en especial, porque pudo hacerlo a pesar de tener que ocupar parte de su tiempo libre en el trabajo, y además cuidando de un bebé. El próximo semestre iba a iniciar, por otro lado, su primera práctica y no cabía en su emoción, ¡se moría por ir a los jardines infantiles e interactuar con más niños pequeños!

El último día de clases que tuvo como tal, decidió ir a ver a Chan para preguntarle si le esperaba para irse juntos. Tenía muchas ganas de celebrar el haber aprobado sus clases, e incluso tenía pensado en hacer una pequeña fiesta con sus amigos. Le diría a Jisung que ya presentara a su nuevo pretendiente, ¡todavía no quería decirles quien era! Ya era momento de que hablara, no podía llevarse ese secreto a la tumba.

Tocó la puerta de la oficina de Chan, esperando unos segundos en los que no obtuvo respuesta alguna. Frunció el ceño, algo atónito por eso, pues habló con Chan quince minutos atrás para decirle que iba. El alfa se escuchaba algo cansado y dijo que con toda probabilidad se iba a enfermar, pero que se encontraba en su oficina para que fuera a verlo. ¿Acaso salió de emergencia?

Tocó otra vez.

—¿Chan? —preguntó, aprovechando que no había ningún profesor allí.

Unos segundos pasaron, y de pronto un olor se filtró a través de la puerta. Feromonas.

Pero no de omega. Feromonas de alfa. Intensas, duras, envolviéndolo y haciendo que su omega temblara.

Sin pensarlo demasiado, decidió abrir la puerta.

Chan estaba con la cabeza apoyada en el escritorio, jadeando con fuerza. Por un instante, Jeongin pensó que se desmayó o algo por el estilo, pero las feromonas volvieron a golpearlo, aturdiéndolo un segundo.

No se dio cuenta de que él también liberó feromonas hasta que Chan gimió en voz baja, apenas enderezándose.

El mayor levantó su vista y le miró con ojos afiebrados.

—Omega —gruñó, y Jeongin jadeó.

Oh, por dios. Chan estaba en celo.

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