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Chan estaba paseando nerviosamente frente a él, moviendo sus manos con evidente ansiedad, y Jeongin tampoco estaba colaborando mucho, callado y sin dejar de mirarlo.
Después de que Chan le dijera que era su ex prometida, Jeongin tuvo que sentarse en el sofá. No había dicho nada en todos esos minutos, a pesar de que su rostro parecía estar pidiendo una explicación. El único que hacía ruido alguno era Hyunjin, sentado a metros de ellos y jugando con sus juguetes. El bebé no parecía entender qué estaba ocurriendo.
—Ella...
—Me dijiste que no tenías tiempo para esas cosas —le interrumpió Jeongin—, que no... Chan, ¿cómo puede ser tu ex prometida? ¿Por qué no me hablaste de ella? —añadió, con expresión herida.
—No es importante —contestó Chan, pero vio que Jeongin no parecía satisfecho con esa respuesta, y el alfa decidió sentarte—. Escúchame, precioso, no es lo que estás creyendo. Ella y yo... salimos hace muchos años, ¿está bien? Cuando yo tenía diecinueve y ella dieciocho.
Jeongin quedó sorprendido con sus palabras, porque eso significaba que ocurrió por lo menos once años atrás. Chan debía ser recién un estudiante universitario, al igual que Nayun.
—¿Cómo? —tartamudeó, atónito.
Chan parecía algo avergonzado
—Vengo de una familia... tradicional. Los matrimonios concertados son pan de cada día. Nayun... es hija de una amiga de mi padre, y ellos creyeron que sería buena idea —Chan rascó su nuca—. Lo acepté al inicio, ella y yo nos conocimos y teníamos muchas cosas en común. Puedo decir que me gustaba.
Jeongin escuchó todo en silencio, sintiendo una pizca de celos por esas últimas palabras. No debería desconfiar de Chan, se lo estaba explicando todo con calma, pero no podía evitarlo. Esa dolorosa relación con Minhyun le dejó muy inseguro acerca de tener novio, a pesar de que no quisiera demostrarlo, porque temía demasiado volver a ser utilizado. No quería quedar como un idiota, con el corazón roto por haber caído ante las redes de un nuevo alfa
—Estuvimos comprometidos dos años cuando me di cuenta de que no podía hacerlo. Nayun me gustaba como amiga, pero como nada más, y estar en la universidad abrió un nuevo mundo para mí, no limitado sólo a la burbuja en la que crecí —continuó Chan, agarrándole la mano—. Lo que quiero decir, Innie, es que la terminé, ¿vale? La terminé hace mucho tiempo, y no hay nada entre ella y yo. No quiero a Nayun de esa forma y tú eres el único que ocupa mi corazón, precioso.
—Pero... —Jeongin no podía evitar la desconfianza, los celos y el miedo—, pero ¿qué hacía acá, Chan?
El alfa le acarició la palma de la mano, como si quisiera relajarlo, sin embargo, seguía muy tenso. El encuentro con Joowon a la hora de almuerzo ya le había arruinado el día, y esto terminó por rebasar el vaso. Una parte de él quería volver a su departamento con Hyunjin, aunque una más grande insistía en abrazar a Chan y acurrucarse contra él. Jeongin estaba un poco asustado de lo que podía significar eso.
—No enloquezcas —pidió Chan, y Jeongin no entendió—. Nayun quiere que lo volvamos a intentar.
—¡¿Qué ella que?!
Hyunjin chilló ante el grito de su mamá.
—¡Baaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! —y rompió a reír, agarrando su pobre y maltratado conejito para llevárselo a la boca.
Chan parecía un poco divertido ante sus palabras, a pesar de que Jeongin no le encontraba gracia alguna.
—Nayun es omega y viene de una familia tradicional, In —explicó Chan con suavidad—. Sus papás no se tomaron bien nuestro quiebre. Ella piensa que, si volvemos, los hará sentir orgullosos.
—¿Qué se cree? —barboteó Jeongin—. ¿Cómo se le ocurre...?
—Le dije que no —le interrumpió Chan—, y antes de que llegaras, le contaba que estaba saliendo con un omega al que adoro mucho.
Ahora Jeongin se ruborizó, viendo la sonrisa dulce de su novio. De repente, todo el enfado y el disgusto se esfumó, y quería reír por los pensamientos tontos que tuvo. ¿Chan, engañándolo? ¿Cómo se le ocurría? Chan no era Minhyun, su ex novio no le llegaba ni a los talones de Chan, así que no debía preocuparse demasiado, ¿cierto? Chan jamás le haría eso.
—¿Y quién sería ese omega? —preguntó, coqueto, y Chan se rio.
—Qué atrevido eres, precioso —le gruñó el alfa, agarrándolo de la barbilla—. ¿Se te pasó el enfado?
—Lo siento —se disculpó, apenado—, me agarró por sorpresa el encuentro con Joowon y conversar con ella, y después... Cuando vi a esa chica aquí...
—Oye, no ocurre nada malo —aseguró Chan, dándole un beso suave en los labios—. Fue una sorpresa para los dos, no estábamos listos para eso.
—Estoy cansado de que lo mantengamos a escondidas —suspiró Jeongin, devolviéndole el beso.
—Sí, pero queda poco, precioso —menos de dos meses. Era mitades de enero y las clases terminaban a finales de febrero—. Supongo que te estás preparando para tus exámenes, además.
Jeongin se rio, divertido por sus palabras, pero antes de poder decir algo, Hyunjin rompió a llorar. Los dos se giraron a verlo, observando que su peluche de conejito estaba decapitado. Oh, no.
—¡Mami! —lloró Hyunjin—. ¡No neyo! —y lloró con más fuerza.
Jeongin se puso de pie, yendo a tomarlo en brazos y poniendo una expresión de reprobación. Hyunjin lo abrazó por el cuello, tan triste porque su conejito favorito se rompió. Chan agarró el decapitado peluche, haciendo un mohín por la cabeza húmeda en babas que Hyunjin dejó.
—¿Cómo lo rompiste, Jinnie? —preguntó Jeongin, comenzando a tranquilizarlo.
—Probablemente lo estaba mordiendo y tiró de él —dijo Chan—, lo venía rompiendo de a poco, pobre conejito —el mayor, sin poder evitarlo, le quitó el relleno de la cabeza.
—¡BUAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH! —lloró Hyunjin con más fuerza, horrorizado.
Bastó una hora para consolarlo, con la promesa de Jeongin de que le arreglaría el conejito y Chan jurándole que le compraría otro peluche. Una vez quedó tranquilo, comenzaron a preparar la cena del día, y comieron con más calma. Jeongin quería que Hyunjin se fuera pronto a dormir, deseando un momento a solas con Chan. A pesar de que las cosas quedaron claras entre ellos, deseaban marcarlo de alguna forma.
Así que, una vez Hyunjin cayó dormido abrazando su segundo peluche favorito, un osito, Jeongin no dudó en agarrarle la mano a Chan y llevarlo al cuarto principal.
—In —comenzó a decir Chan cuando Jeongin lo besó en la boca—, mañana tenemos clases y un largo día, es mejor...
—Quiero chuparte la polla —le dijo suciamente, y Chan se calló—, quiero ahogarme en ella, alfa, ¿puedo hacerlo?
Hubo un instante en que permanecieron en silencio, ambos mirándose: Jeongin con evidente deseo, y el alfa un poco contrariado.
—Está bien, bebé —suspiró Chan, resignado.
Jeongin volvió a besarlo, sonriendo por la felicidad, y pronto Chan comenzó a devolverle los besos con salvajismo. Al alfa le gustaba hacerse el difícil, claro que sí, pero el menor sabía que era sólo una fachada. No podía esperar a salir del semestre para poder follar como correspondía.
Empujó a Chan sobre la cama para que se sentara en el borde, y no tardó en arrodillarse ante él, acomodándose entre ambas piernas. No era la primera vez que le haría sexo oral, ya lo hicieron un par de veces, y a Jeongin le gustaba hacérselo. Se sentía extrañamente bien.
Le desabrochó los pantalones, masajeando por encima del jean y sintiendo cómo la entrepierna de Chan se endurecía. Se entretuvo un momento en eso hasta que lo escuchó gruñir, y sin dejar de sonreír, se los bajó un poco, lo suficiente para mostrar su ropa interior. No tardó en agarrar el bóxer, bajándoselo también, y la polla dura de Chan se irguió ante él.
La envolvió con su mano, quedando empapada en el presemen, y pudo sentir el temblor de su novio bajo ella. Eso le hacía sentir muy feliz, el hecho de saber que podía excitar a alguien de esa forma. La acarició unos segundos mientras acumulaba saliva en su boca, y se enderezó antes de dejarla caer encima del enrojecido glande. Aceleró el movimiento de su mano, usando la baba y el líquido preseminal como lubricante.
—Innie —gruñó Chan, observando al omega hacer su tarea con ahínco.
—¿Sí, amor? —susurró Jeongin, concentrado en su tarea.
—Vamos, bebé —masculló el alfa—, quiero ver cómo te atragantas con mi verga.
Jeongin se sintió a sí mismo muy excitado por las palabras del mayor, y separó sus labios para cerrarlos alrededor de la cabeza del pene, el fuerte sabor a presemen inundando sus papilas gustativas. Con la lengua lo acarició, escuchando el gemido de Chan y sintiendo la mano del alfa en sus cabellos. Los fuertes dedos del profesor se cerraron alrededor de sus pelos y Jeongin gimoteó.
Se alejó con un suave pop antes de sacar la lengua y lamer el tronco varias veces, recogiendo su propia saliva y el líquido preseminal. Levantó la vista, encontrándose con los oscurecidos ojos de Chan.
—No me mires así —jadeó Chan, observando a Jeongin mostrarle la lengua otra vez y lamiéndolo repetidas veces—, o voy a follarte el culo, In.
—Quiero tanto que lo hagas —admitió el omega—. Profesor, por favor, ¿puede arruinarme?
—Por dios, Jeongin...
El chico humedeció sus labios, sintiendo el tirón en su cabello cuando Chan le agarró con más fuerza, y abrió su boca para meterse la polla del alfa en su boca. Ahuecó sus mejillas para lograr que fuera más profundo, sintiendo el peso en su lengua y con los ojos poniéndose llorosos cuando lo sintió empujar en su garganta. Relajó su mandíbula, respirando por la nariz para poder calmarse y destensarse, pues no quería provocar un accidente por su nulo control. No sería divertido si le mordía el pene a su novio.
Escuchó los murmullos de aprobación que Chan le dirigió, y lloriqueó por el placer de sentir su boca tan llena. La saliva caía por su barbilla, pero a ninguno le importaba estar haciendo un desastre, disfrutando de ese momento íntimo entre ellos. Jeongin comenzó a mover su cabeza de arriba hacia abajo, sintiendo el glande empujándose en su garganta hasta provocarle arcadas, aunque se forzó a aguantar.
Quería tanto que se corriera en su boca, que su rostro quedara manchado con el esperma de Chan, que su polla–
—¡BUAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH! —se escuchó repentinamente, un llanto resonando en todo el departamento.
Jeongin se alejó con sorpresa, soltando el pene de Chan, y su novio se quejó en voz baja. Ambos se miraron: el alfa tenía su polla húmeda en la baba, mientras que la cara del omega era un desastre.
—Me voy a matar —murmuró el mayor, poniéndose de pie y subiéndose la ropa interior con una mueca de disgusto—. Voy yo, amor. Ve a limpiarte.
Jeongin formó un puchero, tentado de esperar a Chan desnudo. Sin embargo, el llanto de Hyunjin le quitó todas las ganas de hacer algo más, y sabía que a su novio también le pasó eso. Fue al baño a darse una ducha rápida para limpiarse, escuchando a Chan consolar a Hyunjin, y mientras se ponía el pijama, oyó el ruido de la ducha siendo abierta. De seguro el alfa se estaba bañando para quitarse todo rastro de excitación.
Se acostó en la cama, sintiendo poco después llegar a Chan y poniéndose el pijama, recostándose a su lado. El mayor lo abrazó y atrajo contra su cuerpo, y Jeongin se rio al sentir unos labios húmedos sobre su cuello.
—¿Qué pasó con Hyunjin? —preguntó Jeongin, volteándose y besando a Chan.
—Se despertó y no estaba el conejo —le dijo el alfa a modo de explicación.
Jeongin suspiró, cansado por todas las emociones que sintió en ese día
—Te quiero —le dijo a Chan.
El alfa le dio otro beso.
—Yo también te quiero, precioso.
El omega sonrió, cerrando sus ojos para dormir.
El resto de la semana transcurrió con normalidad para la pareja, aunque poco se vieron durante esos días.
Chan estaba atiborrado de tareas y trabajos que revisar, además de que debía preparar los últimos exámenes que llevar a cabo con los estudiantes que tenía a cargo. Por otro lado, Jeongin tenía que estudiar para dos exámenes que tendría la semana siguiente, que darían inicio al final del año académico en la universidad. Se encontraba un poco preocupado, pues tenía una clase peligrando, y no deseaba atrasarse en sus estudios
Por eso mismo llegaron a la conclusión, con Chan, de verse lo menos posible, pues juntos solían distraerse un montón. Jeongin pasaba a verlo en algunos recesos y si es que Chan no tenía clases, pero más allá de eso, no se juntaron durante el resto de la semana. El fin de semana tampoco decidieron verse, acomplejados por la cantidad de carga académica que poseían.
Hyunjin, debido a la decisión tomada, estuvo un poco arisco y molesto esos días. Todos los días preguntaba por papá, y Jeongin trataba de explicarle lo mejor posible que pronto iría a verlos, pero por ahora no estaba allí. Por supuesto, el bebé no lo entendía muy bien, y eso lo ponía irritable, especialmente porque mamá tampoco lo tomaba mucho en cuenta.
El viernes, Hyunjin se puso a llorar cuando el omega le dijo otra vez que papá no iría, y a pesar de que Jeongin trató de consolarlo, el bebé parecía reacio a detener su llanto. Ni siquiera entregarle su conejito preferido, que Jeongin arregló, lo consoló. Poco estudió ese día, y el omega sabía que el sábado muy probablemente sería igual, así que llamó a Jisung una vez Hyunjin cayó dormido.
Al día siguiente, su mejor amigo apareció temprano, con una sonrisa resplandeciente. Hyunjin parecía feliz de verlo, porque Hannie lo mimaba un montón y siempre jugaba con él.
—¿Seguro que lo puedes cuidar todo el día? —preguntó Jeongin por décima vez.
—¡Tranquilo! —le dijo Jisung, acomodando a Hyunjin en su cochecito—. Descuida, hoy tendré una cita con Mi... El alfa que estoy conociendo —se corrigió con rapidez, sonriendo con inocencia—. ¡Ya le pregunté y dijo que no importaba!
Jeongin lo miró con sospecha, pero Jisung le puso el gorrito de conejo a Hyunjin, que se veía muy emocionado con toda esa atención.
—Me llamas si hay algún problema —se despidió Jeongin, yendo a dejarlo a la puerta.
—¡Nos vemos!
—¡Baaaaa, mami! —gritó Hyunjin, agitando su manito en modo de despedida.
El día transcurrió tranquilo y normal. Jeongin pudo estudiar todo lo que quiso, tomarse su tiempo y no preocuparse por nada más, pues sabía que Hyunjin estaba en muy buenas manos. Avanzó muy bien en sus lecturas y resúmenes, sin ruidos que le incomodaran o distrajeran un poco, y sabiendo que podría ir a acostarse relativamente temprano para continuar al día siguiente.
Jisung llegó a las nueve de la noche con Hyunjin, que venía durmiendo y apenas se dio cuenta de que Jeongin lo tomó en brazos.
—Lo llevamos a un parque y estuvo corriendo mucho. Se cayó un par de veces, pero no parecía importarle —explicó Han—. ¿Mañana a la misma hora, Innie?
—Por favor —Jeongin le sonrió, un poco preocupado—. ¿No quieres que llame un taxi? Ya está a oscuras y...
—Nah, no te preocupes —Jisung se despidió de él—. Me están esperando. ¡Nos vemos mañana, hyung!
Jeongin se asomó por la ventana para ver si veía algo, pero estaba muy a oscuras y sólo veía las luces del auto estacionado frente al departamento. Ya le iba a sacar la información necesaria para saber con quién estaba saliendo
El domingo, Jisung volvió y Hyunjin se veía otra vez contento de salir. Se despidió de su cachorrito, listo a seguir sus estudios ese día.
Para la noche, una vez Hyunjin estaba durmiendo en su cunita y él hablaba por mensaje con Chan, fue que decidió llamarlo.
—¿Cómo estás, precioso? —preguntó el alfa, con su voz ronca.
—Te extraño mucho —confesó Jeongin—. ¿Qué estás haciendo?
—Yo también te extraño —Chan suspiró—. Termino de revisar sus trabajos.
—Mmm... —Jeongin lo pensó un momento—. ¿Me fue bien, profesor?
—No te aproveches —regañó su novio, aunque Jeongin casi podía ver la sonrisa en su rostro.
—Chan —susurró Jeongin—, quiero tanto que estés conmigo ahora, tocándome y haciéndome gemir.
—Dios, bebé...
Media hora después, Jeongin se fue a dormir con una sonrisa enorme en los labios que permaneció incluso cuando despertó para ir a clases.
Ese día debía rendir su último examen de la clase de Fundamentos Filosóficos y Sociológicos de la Educación, que era el que más le preocupaba de todas las asignaturas que tenía. El examen que tuvo más de un mes atrás, y que tuvo que interrumpir porque fue el día en que Hyunjin se quedó con Chan por primera vez, fue un desastre para él. Ahora, necesitaba una buena calificación para aprobar el ramo.
Pero Jeongin estaba confiado. Estudió mucho, demasiado, y tenía buena memoria de las clases. Al rendirlo, encontró que contestó lo suficientemente bien todas las preguntas, y lo entregó con la suficiente confianza de haber dado todo de sí. Lo único malo era que el examen fue a las cinco de la tarde, por lo que salió a las siete, cuando ya estaba a oscuras, y salió con sus amigos de la Facultad, dispuesto a ir al paradero para agarrar un bus e irse a casa.
—Disculpa, ¿eres Jeongin?
Se volteó a la femenina voz que le habló, encontrándose con un rostro familiar. La reconoció enseguida: era la omega que estuvo en el departamento de Chan, su ex prometida.
¿Qué demonios estaba haciendo allí?
Se despidió de sus amigos, que le miraron con un poco de curiosidad, pero Jeongin se volteó a la mujer. ¿Se llamaba Nayun?
—Sí, ¿en qué puedo ayudarte? —preguntó, tratando de mantener el tono educado.
La omega se veía incómoda frente a él, como si tratara de buscar las palabras correctas qué decir. Jeongin comenzó a impacientarse, porque ya era tarde y no tenía tiempo para una discusión o pelea con ella.
—Me preguntaba si podía hablar contigo —dijo, mirando un momento hacia el interior del edificio—. Vine con la esperanza de encontrar a Chan, pero...
—¿Y para que lo buscas a él? —habló, comenzando a alterarse. Nayun le observó—. Por si no te quedó claro, él es mi novio.
—¿Es así? —ella le miró, apática—. Pareces un estudiante y él tu profesor, ¿o no? ¿Estás saliendo con tu profesor?
Oh, rayos.
Jeongin estaba metido en problemas.
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