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✧⁠◝ 09

—¿Vamos a pasar la navidad juntos?

Jeongin se volteó a ver a Chan, que le habló, jugando con Hyunjin a hacer una torre de bloques. El chico estaba terminando un informe para una de sus clases cuando el alfa habló.

—Pensaba en ir a ver a mis padres ese fin de semana —respondió Jeongin, frotando sus ojos por el cansancio.

—Mmm...

—Puedes ir conmigo —sugirió de pronto el omega, sin pensarlo mucho. Chan levantó la cabeza, una expresión curiosa en su rostro—. Estoy seguro de que mis papás estarán felices con tu presencia.

Chan ​se puso de pie y Hyunjin empujó la torre de bloques, que se desarmó una vez golpeó el suelo. El alfa sonrió al verlo agarrar su pobre peluche de conejo y ver la forma en la que lo golpeaba contra el suelo.

—Ven, debes descansar —le dijo Chan, agarrándole la mano y empujándolo para ponerse de pie.

—Tengo mucho trabajo —se quejó Jeongin, pero dejó que Chan lo arrastrara hasta el sillón, sentándolo en sus piernas—. Ah... hueles tan bien, Channie...

El más bajo hundió su nariz en el cuello del omega, olisqueando su aroma de vainilla, tan dulce y atrayente para él. Sin pensarlo dos veces, le dio un beso encima de su glándula de feromonas, sonriendo al oler la forma en que su aroma pareció intensificarse.

—Tú hueles mejor —suspiró Chan, escuchando las risas de cosquillas que el omega soltaba—, me dan ganas de comerte.

—Puedes comerme —dijo Jeongin, riéndose otra vez.

—Pequeña cosita atrevida —gruñó el alfa.

El apodo envió una ola de satisfacción por el cuerpo de Jeongin. ¿Cuánto llevaban saliendo? Más de un mes, octubre estaba terminando y no se podía sentir más feliz. Chan era muy atento con él y Jinnie, iba a verlos cuando podía y lo mimaba un montón. Eso era lo mejor, sentirse tan amado.

Minhyun no fue así, en ese noviazgo breve y doloroso. El alfa siempre dijo que no quería que los vieran en público, y cuando llegaban a estar juntos, sólo quería follar con él. Nunca se dio el tiempo de darle un abrazo o un beso cariñoso, sin doble intención.

Quizás eso era lo que más le gustaba de Chan. No lo presionaba en nada, siempre sus movimientos eran precavidos, como esperando la negativa. Ni siquiera había dado indicios de querer darle un beso, porque Jeongin no sabía cuán preparado estaba para eso.

¿Y si besaba mal?

No quería decepcionar a Chan, por muy tonto que sonara.

—Estoy harto de hacer tu trabajo —se quejó Jeongin, sintiendo los dedos de Chan acariciando su cintura.

—Te pasa por dejarlo a última hora —señaló Chan.

Jeongin ​infló sus mejillas.

Ti pisi pir dijirli i iltimi hiri —barboteó, indignado.

Chan ​soltó unas carcajadas contra el cuello de Jeongin, provocándole más cosquillas

—Papa —gritó Hyunjin, reventándoles su burbuja de risas—, ¡papa!

—Parece que quiere tu atención otra vez —se burló Jeongin, poniéndose de pie para volver a su computadora.

Chan, sin poder evitarlo, le dio un apretón en el culo. El omega chilló por la sorpresa, volteándose y dándole un golpe en el brazo, a lo que Chan volvió a reírse.

Jeongin ​volvió a su trabajo, aunque con una sonrisa en los labios.

Sus compañeros parecieron olvidar brevemente lo ocurrido con Chan semanas atrás, porque no volvieron a molestarle. Aunque si le estaban haciendo la ley del hielo o algo así.

Menos Jisoo y Youngjo. Éste último era un chico alfa, muy guapo y atractivo. Muchos omegas morían por un poco de su atención.

Sorprendentemente, unos días atrás comenzó a acercársele poco a poco. Jisoo y Youngjo eran amigos muy cercanos, y fue ella quien los acercó, especialmente cuando les asignaron un trabajo de a tres. Jeongin se llevó muy bien con él enseguida, además que no parecía mirarlo feo por tener un hijo. Incluso, cuando los invitó a su departamento y conoció a Hyunjin, jugó un ratito con él. Jinnie no le hizo quite alguno, parecía muy feliz con esa atención recibida.

—Oye, ¿qué pusiste de conclusiones? —le preguntó Youngjo una vez llegó a clase, sentándose a su lado. Jisoo todavía no aparecía.

—Pura mierda —suspiró Jeongin, sacando su informe—. Siento que repetía en todo momento lo que dije párrafos arriba. Odio estos trabajos.

—Voy a reprobar esta materia otra vez —se quejó Youngjo, que era un año mayor que ellos y no pasó la asignatura el año pasado.

—Pero mira el lado positivo —Jeongin le acarició el hombro con una mirada comprensiva—. Como vamos, los dos lo vamos a reprobar.

Youngjo ​soltó una carcajada por la diversión y Jeongin también se rió, sacudiendo su cabeza. El alfa era muy agradable

—¿Qué es tan divertido, señor Yang?

Jeongin se sobresaltó al escuchar la grave voz de Chan detrás de ellos, y se percató que todo el curso estaba en helado silencio. Youngjo cerró la boca.

—Uh... na-nada... —barboteó Jeongin, volteándose para ver a Chan bajando las escaleras, con el ceño ligeramente fruncido.

—No me gusta que interrumpan mis clases de esta forma, señor Yang —dijo el alfa.

El omega ladeó la cabeza, un poco confundido por las palabras del mayor. Vale, que ellos no demostraban la relación que tenían frente a otros, tenían un acuerdo previo que cumplir. Sin embargo, Chan tampoco le trató antes de esa forma.

—Pero... —Jeongin miró la hora en su celular—, pero todavía quedan unos minutos para que comience la clase, profesor Bang.

Chan ​pareció quedarse congelado un momento, antes de que el rubor golpeara sus mejillas con furia. Jeongin sintió ganas de acercarse y darle un beso en uno de sus cachetes, pero tuvo la sensatez de mantenerse en su asiento

—¿Qué fue lo que hablamos en nuestra última clase? —gruñó Chan, dando por terminada esa conversación.

Jeongin quiso hundirse en su asiento. Youngjo, a su lado, parecía querer desaparecer de allí.

Chan, mientras tanto, quería darse golpes contra la pared y además golpear al estudiante Kim por haberse sentado al lado de Jeongin. Nunca pensó en sí como un tipo celoso o posesivo, pero al entrar al salón y ver a su omega tan cerca del alfa, ambos riéndose, sintió la molestia en su alfa. El deseo de ir donde Jeongin y gruñirle a ese otro estudiante.

Por eso mismo, no pensó bien sus palabras y actuó tan idiotamente. No pudo controlar bien sus celos y eso le provocó un gran desliz.

Mientras explicaba los contenidos de esa clase, vio a Youngjo inclinándose y susurrándole algo a Jeongin. El omega le sonrió a ese alfa con un poco de timidez.

Oh no, Chan se sentía como un niño pequeño al que le estaban quitando su caramelo. Así debía sentirse Hyunjin con Jeongin, y ahora lo entendía mucho mejor.

—Señor Kim —dijo, quitándose los lentes que solía usar. Vio a ese alfa sobresaltarse, palideciendo—, hemos estado hablando sobre la estimulación temprana en los niños, ¿puede recordar la importancia de esta?

—Es... mmm... re-reconocer el potencial de cada niño y niña —barboteó Youngjo—, y así potenciar el desarrollo de ellos.

—¿Qué tipo de desarrollo? —continuó Chan, girándose a la pizarra y anotar la idea de Youngjo. Si bien quería ponerlo nervioso, reconocería sus conocimientos.

—El... el cognitivo, lo... lo emocional...

—¿Y qué más?

—Lo social —intervino Jeongin.

—Agradezco sus palabras, señor Yang, pero no le estoy preguntando a usted —replicó Chan, y Jeongin calló—. ¿Algo más, señor Kim?

—Lo motriz —agregó Youngjo, pues revisó sus apuntes a tiempo.

—¿Y de qué forma se puede estimular tempranamente estas cosas?

—Me-mediante la repetición...

—¿Cuál es la importancia de los padres en esto?

Youngjo ya entró en pánico con tantas preguntas, su estómago dando vueltas porque eso parecía un interrogatorio al que le iban a poner una calificación. Jeongin, a su lado, tenía el ceño fruncido ligeramente.

—Son ellos los... los encargados de llevar a cabo esto.

—¿Y?

—Y... —humedeció sus labios. El silencio en la habitación era abismal—, no... no lo re-recuerdo, profesor...

Chan ​suspiró, escribiendo algo en la pizarra. En palabras mayúsculas, se leía un VÍNCULO EMOCIONAL, antes de voltearse para hablar sobre eso.

—Se refuerza el vínculo padre e hijo —señaló, acomodando sus lentes otra vez—, los padres conocerán, mediante la estimulación, las necesidades, las inquietudes, los gustos...

Youngjo ​suspiró con alivio al notar que el interrogatorio acabó. Jeongin seguía con las cejas arrugadas, siguiendo los movimientos de Chan a través del cuarto, como si tratara de descifrar algo

Y pareció notarlo media hora después, cuando se inclinó hacia Youngjo, y Chan levantó la voz de lo que hablaba.

El alfa estaba de tan mal humor que los despidió diez minutos antes, ordenándoles dejar sus informes sobre la mesa. Jeongin se despidió de Youngjo, esperando que todos sus compañeros dejaran los informes primero, y acercándose de los últimos. Chan empezó a guardar algunos en su maletín.

—Señor Yang —dijo Chan, llamando su atención—, acompáñeme a dejarlos a mi oficina, por favor.

—Está bien —asintió, juntando los últimos trabajos y cargándolos, siguiendo a Chan fuera de la sala.

El alfa iba unos pasos delante de él, con los labios arrugados en señal de enojo. Jeongin sonrió de lado, sin dejar de ir detrás de él, y pensó que lo mejor no sería decir algo. Sin embargo, no pudo contenerlo demasiado.

Cuando se dio cuenta de que no había cerca de ellos, abrió la boca.

—Celoso.

Pudo ver a Chan crispándose ante sus palabras y soltó una carcajada por la diversión. Especialmente cuando vio el rubor invadiendo el rostro de Chan, ya no por el enojo, sino por la vergüenza.

—No sé de qué hablas —gruñó Chan.

Jeongin ​volvió a reírse

—Celoso —dijo, un poco más fuerte, y el color aumentó en la pálida piel de Chan.

—Basta, Innie —bufó el alfa—, eso es...

—Celoso —repitió por tercera vez, sin poder creerlo.

Chan ​buscó la llave de su oficina, abriéndola con una mueca de disgusto. ¿Tan transparente era acaso? ¿O es que Jeongin ya le conocía muy bien

Dejó su bolso sobre la mesa y Jeongin hizo lo mismo con los trabajos que cargaba. Sin pensarlo dos veces, el omega fue donde Chan y lo abrazó por el cuello, sin dejar de sonreír con un poco de diversión. El alfa quería hacer una rabieta por eso.

—No debes estar celoso —comenzó a decir Jeongin, llamando su atención—, yo te quiero a ti.

—Mmm —murmuró Chan, abrazando a Jeongin por la cintura—, ese alfa es atractivo.

—No tanto como tú —replicó el omega—, y Youngjo es un amigo —le miró con seriedad ahora—. Chan, de verdad, ¡actuaste muy mal allí!

El alfa se sintió como un cachorrito siendo regañado, hasta podía ver como si unas orejas invisibles se aplastaran contra su cabello por la vergüenza. Jeongin tenía algo de razón, centró su molestia contra Youngjo, cuando ellos no habían hecho nada malo.

—No lo controlé —se quejó, apenado—, es que cuando te veo, quiero tomarte en brazos y estar contigo.

Ahora el rubor golpeó a Jeongin en sus mejillas por sus palabras. Sonrió, observando los bonitos ojos de Chan, y el omega decidió que ya era momento de dar otro paso.

—Te quiero —le dijo.

Chan ​le iba a responder que él igual le quería, sin embargo, de pronto no pudo hacerlo porque Jeongin se inclinó y lo besó. En la boca. Los labios de Jeongin sobre los suyos en un beso dulce y lento, ambas bocas conectando bien

No lo pensó dos veces y le devolvió el beso, gruñendo por el placer al sentir el cuerpo del menor contra el suyo. Las feromonas de Jeongin se extendieron alrededor de ellos con rapidez, y de pronto, el omega gimió en el beso, especialmente cuando el agarre de Chan se afianzó.

El alfa se dio cuenta de que no podía parar. No, ahora que probó los labios del omega, tan dulces y adictivos, supo que no lo iba a poder soltar jamás. Chan quería besarlo más y más y más veces, hasta cansarse (lo que nunca iba a pasar, honestamente).

Se alejó en busca de aire, observando brevemente los labios hinchados de Jeongin, su expresión colorada, los nervios brillando en sus ojos. Por Dios, Chan no lo resistió y volvió a besarlo.

—Chan —gimoteó el omega, segundos después.

—Otro más —pidió Chan, y Jeongin no pudo responder porque el mayor volvió a besarlo.

Estuvieron así varios minutos largos, sólo compartiendo risas y besos y más risas, las feromonas extendiéndose entre ellos con suavidad.

—Ya, ya —reclamó Jeongin, diez minutos después—, tengo que irme, Channie...

—No —protestó Chan.

—Sí, tú tienes otra clase ahora —Jeongin trató de mantenerse firme, pero cedió al ver la mirada de cachorrillo de Chan—. ¿Vas a cenar a mi casa en la tarde?

Chan ​sonrió ampliamente.

—¿Y me darás más besos? —preguntó, dándole ahora un piquito.

Jeongin ​se rio.

—Los que quieras, mi alfa —respondió con coquetería, y Chan no lo resistió: le dio un apretón en el culo.

Valió la pena, se dijo segundos después y con su brazo doliendo por el golpe que recibió. Claro que valió la pena.

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