✧◝ 02
Jeongin esperó un momento, luego de que el profesor diera la clase por terminada, para ponerse de pie.
Tuvo la tentación de hacerlo de forma inmediata, sin embargo, se controló lo suficiente porque no quería llamar la atención, y sabía que los chismosos de sus compañeros querían ver lo que fuera a hacer. Jeongin no les daría ese placer.
Así que se forzó a esperar con calma, respirando profundamente, y cuando vio que la mayoría se retiró a los minutos, mientras el señor Bang seguía en la mesa, sosteniendo a su bebé, se puso de pie. Agarró todas sus cosas, bajando por las escaleras, hacia donde estaba el adulto, que borraba el pizarrón. Con cada nuevo paso que daba, sentía el pavor haciendo estragos en su estómago.
Pero cuando estuvo más cerca, escuchó al hombre hablar, su voz tranquila:
—¿Te gustó la clase, cachorrito? —decía, y oyó la afirmación de Seung al hacer sonar el chupete—. Te portaste muy bien hoy, eres un buen cachorro.
Jeongin sintió más vergüenza por toda esa situación, siendo sincero. Hyunjin era muy mimado y llorón, siempre se ponía a reclamar cuando un desconocido o alguien que no le caía bien le tomaba en brazos. Además, no solía relacionarse mucho con alfas, el único que conocía bien era a Changbin, amigo de Jeongin, con quién había una extraña relación de amor-odio. Le sorprendía por completo que Hyunjin estuviera tan cómodo en los brazos del profesor Bang.
Aclaró su garganta, haciendo que el profesor se volteara.
—Pro-profesor Bang —dijo Jeongin, bajando la vista al sentir su rostro colorado—, uhm, el... mu-muchas gracias por... uh...
—¿Quiere que le devuelva a su bebé? —preguntó el señor Bang, sobresaltándolo.
—¡Sí, por fa-favor! —tartamudeó.
Pensó que el hombre pondría una expresión de desagrado ante sus palabras, dichas sin un poco de respeto, pero sólo esbozó una sonrisa suave. Hyunjin lo miró, sonriendo también, el chupete todavía entre sus labios, y Jeongin lo recibió con rapidez, acurrucándolo en sus brazos. Su bebé olía ahora a cítricos y café, pero no era desagradable.
—¿Cómo se llama? —preguntó el adulto, guardando sus marcadores de pizarra en el bolso, junto a sus papeles.
—Hyunjin —dijo Jeongin, y el bebé hizo sonar su chupete—, pero le gusta mucho que le diga Jinnie ―el omega volvió a poner su voz tímida—. La-lamento mucho interrumpir su clase, no pensé...
—Está bien, Jeongin —le interrumpió el profesor, agarrando su bolso y comenzando a caminar. El menor le siguió—. Es normal que un bebé lloré, aunque me sorprendió ver uno de repente en la clase —Jeongin soltó una risa baja—. No sabía que tenías un bebé.
—No, es que... Tiene una niñera, pero ella me canceló hoy de repente, así que no tenía con quién dejarlo, por eso traje a mi Jinnie.
—¿Y su papá no podía hacerse cargo? —preguntó el adulto, mirando al niño, que le estaba observando con sus ojos bien abiertos.
Los dos caminaban por el pasillo, en dirección hacia las oficinas. Jeongin no tenía su siguiente clase hasta en una hora más, así que, ignorando las miradas que varias personas le estaban dirigiendo, seguía al hombre. Si bien seguía algo tímido y avergonzado por la situación, sentía algo extraño en ese instante: el profesor Bang tenía una voz demasiado... ¿atrayente? Sí, eso, y quería hablar con él. Era tan joven, según lo que sabía, no pasaba los treinta años y ya tenía un doctorado, sabía de tantas cosas, que Jeongin deseaba conversar demasiado con el alfa.
—Sólo somos Seung y yo —le explicó Jeongin, sin un poco de vergüenza, pero como no quería hablar ese tema con el señor Bang, se apresuró en continuar—. Me sorprendió que Hyunjin fuera dócil con usted, ¿tiene hijos también?
Para su completa sorpresa, el profesor Chan comenzó a reírse, echando su cabeza hacia atrás y sus ojos cerrándose. Eso, por supuesto, llamó la atención de todo el mundo, muchos volteando a ver la singular pareja que caminaba por los pasillos de la facultad.
—No, no —respondió el alfa, segundos después—. Ni pareja ni hijos, no he... encontrado a mi omega todavía, Jeongin —el hombre le dirigió una mirada y Jeongin no supo interpretar la expresión que tenía—. He hecho todas mis tesis acerca de educación preescolar y la importancia para el desarrollo positivo de los niños, por lo que he tenido que trabajar también en jardines infantiles.
Jeongin se sorprendió, otra vez, al ver como el profesor agarraba una de las mejillas de Hyunjin, apretándosela, y el bebé sonrió en respuesta, feliz por esa atención recibida.
—La teoría no es importante —prosiguió el adulto—, si la práctica no se puede llevar a cabo.
—Me gusta mucho —dijo de pronto Jeongin, logrando que el alfa le mirara con sorpresa. Sus mejillas se tornaron coloradas ante sus palabras—. Me... me refiero a... a como enseña. Enseña muy bien. Es... uh... divertido.
—Me alegro —el profesor le sonrió, y Jeongin apreció que tenía una sonrisa bonita, mostrando sus dientes y hoyuelos. Así, ya no parecía dar tanto miedo—, en eso radica todo también. En un ambiente de miedo y presión constante, el estudiante no aprende.
—Me sorprende que no tenga omega —añadió el omega, y santa mierda, ¿por qué seguía hablando esas tonterías? —, ni hijos. Usted... tiene aspecto de ser un padre bueno y cariñoso.
El adulto se tomó su tiempo para contestar, pensativo, y Jeongin se dio cuenta de que ya llegaron a su oficina. El profesor Bang empezó a buscar la llave para abrir la puerta.
—Me gustan los cachorros —admitió el señor Bang, volviendo a sonreírle al abrir la puerta—. ¿Puedo tomar a Hyunjin?
Jeongin no alcanzó a responder, porque Jinnie enseguida le soltó, extendiendo sus bracitos hacia el profesor, y no tuvo más remedio que pasarle a su bebé, viendo que lo agarraba con total confianza. Hyunjin se le pegó a su pecho y hombro como una sanguijuela, contento.
—Lo si-siento —volvió a disculparse Jeongin, atónito porque el bebé se portaba de esa forma—, por lo normal, no actúa así...
—No importa —Chan dejó la maleta sobre la mesa, agarrando al niño por debajo de sus axilas, levantándolo. Hyunjin hizo unos ruiditos de gusto—. Eres un cachorro tan bonito, ¿no es así? Tan bonito y mimado...
—Lo soy —dijo Jeongin de pronto, y sintió todo su rostro colorado al escuchar la carcajada del adulto ante su atrevimiento.
Santo dios, ¿estaba actuando como un omega todo idiota por algo de atención? ¿Qué demonios le pasaba? ¡Ya no tenía dieciséis años como para portarse de esa forma!
—Bueno, los dos son cachorros bonitos —respondió el alfa, antes de devolverle el bebé a sus brazos.
Jeongin quería desaparecer de allí lo más rápido posible para poder esconder el rojo de sus mejillas.
—Prometo no traer más a Hyunjin —dijo Jeongin de forma repentina, para hablar de otro tema.
—Oh, no te preocupes, al menos por mi clase, Jeongin —dijo el profesor, sin dejar de observarlo, y el menor se sintió muy intimidado por esa repentina acción—, no me molestó tener a Hyunjin allí, puedes traerlo otra vez —añadió, sus mejillas adquiriendo un leve rubor, desviando sus ojos un pequeño instante.
—Pero lloró...
—Puedes traerlo a todas mis clases —insistió, más firme ahora.
Jeongin se encogió en su lugar, porque el aroma a café y cítricos pareció llenarlo por completo. El cuarto se hizo repentinamente pequeño, con ellos tres metidos allí, el olor inundando sus sentidos, y esos ojos oscuros observándole a los ojos, tan profundamente que podía sentirse derretir.
—Está bien —balbuceó Jeongin, retrocediendo unos pasos—. Mu-muchas gracias, profesor Bang. ¡Nos ve-vemos en su clase!
—Hasta luego, Jeongin.
Casi salió corriendo de allí.
Jisung se estaba ahogando en su risa.
—¡No es gracioso!
—¡Claro que sí! —se carcajeó Han, casi tirándose al suelo para reírse mejor, pero no lo hizo al ver a Hyunjin jugando en la alfombra, haciendo una torre de cubos—. ¡Te humillaste frente a tu profesor!
—¡Eres realmente horrible, Jisung!
Su mejor amigo se estuvo riendo varios minutos más, mientras Jeongin se cruzó de brazos, haciendo un puchero con sus labios. Sung seguía soltando risotadas, así que bajó la vista, observando a su pequeño cachorro: Jinnie agarró el mordedor que tenía, en forma de conejito, para llevarlo a su boca y comenzar a chuparlo-morderlo, un poco de baba cayendo por la comisura de sus labios. Jeongin se inclinó y lo limpió, sacándole una sonrisita.
—Oh Dios, nunca creí que llegaría este día —prosiguió Jisung, sin dejar de sonreír, y agarró a Hyunjin en brazos—. ¡Jinnie se consiguió un papá!
—¡No es así! —saltó Jeongin, sobresaltando tanto a su amigo e hijo—. Hyunjin no necesita un papá, ¡me tiene a mí!
—Oye, ¡estoy bromeando! —dijo Jisung, comenzando a acariciar el cabello del bebé—. Sé que los dos están bien solos, Innie, lo has hecho muy bien sin ayuda de nadie.
De pronto, Jeongin sentía muchas ganas de llorar.
Sí, lo hizo bien, pero todo fue muy difícil, y lo seguía siendo. Hubo muchos momentos donde Jeongin deseó tener una pareja, un alfa, que le pudiera ayudar en el embarazo, en el parto, en todo el año que Hyunjin llevaba en sus brazos, que estuviera allí a futuro. Pero trataba de borrar esos pensamientos, porque no era bueno, Jeongin no quería depender nunca de nadie.
Menos de un alfa. No luego del desastre que fue su primera y única relación, que terminó con la noticia de su embarazo.
Sus padres le ayudaron, al igual que Jisung y Changbin, a enfrentar todo eso, pero no era lo mismo que estar con la persona que uno quería.
A veces, pensaba en eso: quizás Hyunjin iba a necesitar un papá presente, una figura paterna que le cuidara también, pero luego se deprimía en la soledad del cuarto, porque ¿qué alfa querría estar con un omega que tenía un bebé? Los alfas eran posesivos y celosos, ninguno le querría por tener a Hyunjin con él, la prueba de que estuvo con otra persona antes que su pareja.
—El profesor Chan fue muy bueno con Jinnie —dijo Jeongin de pronto, porque quería dejar de pensar esas cosas.
—Me imagino que sí —Jisung olisqueó al bebé luego de entregarle un peluche, que empezó a chupar y morder—. Huele mucho a ese alfa, ¡apesta!
—Pensé que ya se le habría quitado ese olor —suspiró Jeongin.
—No, ¡es como si lo hubiera impregnado en su olor! —Jisung empezó a hacer vibrar sus labios contra el estómago de Hyunjin, provocando que riera a carcajadas—. ¡Brrrrrrrrrrrrr! ¡Qué lindo bebé tengo aquí! ¡Brrrrrrrrrrrrrrrr!
—¡Bubububu! —tartamudeó Hyunjin, volviendo a reírse ante la nueva vibración en su estómago.
—¿Quién es tu tío favorito? ¡El tío Hannie!
—¡Tatatata!
—¡El tío Hannie es más bonito que el tío Bin, ¿cierto?!
—¡Jijiji!
Jeongin rodó los ojos al ver a Jisung jugando con Hyunjin, aunque no dijo nada, porque sabía que Sung era... era algo así como una segunda mamá para su cachorro. El omega sabía que, si algo llegaba a pasarle, sería su amigo quien se haría cargo de su bebé. Jisung lo adoraba, demasiado, y Hyunjin le traía muchas alegrías al mayor.
A los quince años, Jisung se enteró de que era un omega infértil, luego de varios exámenes que le hicieron debido a sus irregulares celos y las pocas feromonas que producía. Y a los alfas no les atraían los omegas infértiles, para nada, así que los sueños de tener una familia propia eran, para Jisung, muy lejanos y dolorosos. Era algo que su mejor amigo ya asumió por completo, amargamente y lleno de pena, porque Jisung siempre quiso tener hijos.
—De todas formas —habló Jisung de pronto, sonriéndole con picardía—, te gusta este aroma, ¿no es así?
Jeongin lo observó, maldiciéndose por no ser capaz de controlar el repentino rubor que golpeó sus mejillas.
—Claro que no —mintió, y su amigo enarcó una ceja. Desvió sus ojos hacia otra parte—. O sea... ¡sí huele rico, pero no él! Es decir... ¡ese olor me gustaba desde antes!
—Cítricos y café —bufó Han, sacudiendo su cabeza, volviendo a sonreír—. ¿Estás enamorado de tu profesor, Innie?
—¡No estoy enamorado de nadie!
—¡Bababaaaaaaaaaaaaa! —farfulló Hyunjin, antes de volver a chupar la cabeza del conejito.
—Le coqueteaste —se burló Han—. ¡Querías que te llamara cachorro!
—¡Jisung!
—¡A Innie hyung le gusta su profesor! ¡A Innie hyung le gusta su profesor! —cantó Han.
—¡Eres imposible!
Jisung le sacó la lengua.
—Tal vez deberías tener una noche loca con él —dijo Jisung, sin dejar de sonreírle con picardía.
Si su amigo no hubiera tenido a su cachorro en brazos, le habría lanzado un cojín para asfixiarlo con él.
—No estoy interesado en él —dijo, cruzándose de brazos.
Jisung lo molestó unos segundos más, dejando después a Hyunjin en el suelo, que gateó hacia sus juguetes, llevando el peluche babeado en su boca.
—Voy al baño —dijo, contento.
Jeongin suspiró, observando a su cachorrito y le acarició el cabello.
—Los dos estamos bien, ¿cierto? —preguntó, su voz baja—. ¿Para qué queremos a alguien más?
El silencio fue lo único que respondió.
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