17; MIEDO
¿Ya no quieres ser mi amiga?
Hana
¿Puedes contestarme?
Siendo sincera
Necesito un tiempo para pensar
Es demasiada información
Necesito procesarlo
Espero que no te moleste, Jungsu
JUNGKOOK
Jungkook
¿Lo ves? Soy una idiota
No sé cómo podría acostumbrarme
a ésto, a que eres Jungkook.
No te trates así.
Entiendo perfectamente.
Necesitas un tiempo para acostumbrarte.
Entonces, ¿no te molesta si
necesito un tiempo para pensar?
No, trato de ponerme en tu lugar
y lo entiendo.
Debe ser como sorprendente que de
pronto el famoso del que tanto
hablas, sea quien te escriba, ¿no?
POR FAVOR
OLVIDA TODO LO QUE DIJE
SOBRE TI
Es difícil, pero prometo intentarlo
De todas maneras, me gustaba
leer todas las cosas tiernas
BASTA, POR FAVOR
Me avergüenzas, Jungkook
MIRA
Acabamos de tener un gran avance
Acabas de escribir mi nombre y no el falso
No creo que necesitemos ese tiempo
De todas maneras, lo necesito
No quiero eso, pero está bien
Y aunque no sé si lo merezca
por todas las mentiras, ¿puedo pedirte algo, Hana?
Está bien
¿Puedes tratar de que no sea
mucho tiempo?
¿Por qué?
Me acostumbré a hablar contigo
todos los días y siento que voy a
extrañarte.
Hana al leer ese mensaje se sintió estremecer, y soltó el celular bruscamente que cayó sobre el colchón.
Cerró los ojos con fuerza pasando las manos por su rostro, tratando de volver a la normalidad donde no era Jungkook la persona con la que hablaba, sino un amigo que no conocía para nada, ni sabía cómo era físicamente.
A su mente se vino el recuerdo de la videollamada con Misuk, por lo que apartó su mano abriendo los ojos a la par al reaccionar que ella sabía todo y nunca fue capaz de decirle.
En ese momento sentía su sangre hervir, y no dudó en hacerle una videollamada, esperando impaciente que le contestara.
―¡Hey, Hana! Pareces mejor. Ya has comenzando a sobrellevarlo, ¿cierto? ―preguntó con una sonrisa―. ¿Lo ves? Te dije que en algún momento ya no dolería tanto.
―Nunca ibas a decírmelo, ¿cierto? ―inquirió alzando una ceja.
―¿D-De qué hablas? ¿Por qué pareces enojada? Tú nunca te enojas conmigo.
―Moojin es Jin. ¡El mismísimo Kim Seokjin!
―¿Q-Qué? ¿Cómo te has enterado de eso? ¡¿Cómo lo sabes?! ―alzó la voz asustada abriendo sus ojos a la par.
―Y eso no es lo que más me molesta. ¡¿Cómo pudiste ocultarme que todo este tiempo no existía Jungsu, sino que se trata de Jungkook?! ―preguntó molesta―. ¡Creí que éramos mejores amigas! Que nos contábamos todo, que no había secretos entre nosotras...
―¡Alto! ¿Qué acabas de decir, Hana? ¿Tú hablas con Jungkook?
―No te atrevas a fingir que no sabías nada sobre eso. Eres una mentirosa.
―Hana, ¡no lo sabía! Lo juro.
―¿Cómo se supone que te crea, si me has ocultado por semanas que sabes de Jin?
―Si te he ocultado lo de Jin, pero entiéndeme. Él confió en mí, me pidió que no le dijera nada a nadie, en especial a ti y ahora entiendo porqué ―suspiró―. No quería que te dijera a ti porque estaba encubriendo a Jungkook. ¿Él acaba de decírtelo o lo descubriste tú misma?
―Él me lo dijo por la tarde.
―¡¿Puedes creerlo?! ―chilló emocionada―. Hana, ¿por qué no pareces contenta de saber que es Jungkook?
―¡Porque me ha mentido por cuatro meses! Me hice amiga y me encariñé de alguien que no existe ―respondió molesta―. ¿Cómo quieres que esté?
―¡Emocionada! ¡Es Jungkook, mujer! Tu bias, el hombre más hermoso para ti, el hombre del cual escribes...!
―Pero no es lo mismo. Es alguien inalcanzable y lo admiro, pero no es más que eso. Sí, escribo una historia sobre él, pero no estoy enamorada ―aclaró rodando los ojos―. Ahora sólo esperaré a que pase el tiempo. Las cosas parecen estar mejorando, así que estoy segura de que pronto volveremos aunque sea un poco a la normalidad, así que se olvidará de mí.
―No te entiendo. Antes mirabas sus fotos y se te caía la baba.
―¡Eso era antes de saber que todo este tiempo hablé con él! Ahora sólo me siento avergonzada y una parte de mí no quiere volver a hablar con él.
―No eres la única que pasó vergüenza. Yo peleaba sobre nuestros ego y le decía que él único hombre hermoso y perfecto al que me le arrodillaría sería Jin. Ahora mírame, hablando con él como si nada, aunque no creas que nos llevamos tan bien ―aclaró riendo―. Tú la tienes más fácil porque Jungkook ha sido tan tierno contigo. Yo que tú me hubiera enamorado y ahora lo estaría aún más.
―No podría enamorarme jamás y mucho menos de él ―resopló―. Mi corazón le pertenece a Hyunjin.
―¡No seas idiota! ¡Estás hablando del mismísimo Jungkook! ¡¿Quién Diablos se acuerda de Hyunjin?!
―¿Cómo puedes hablar así, Misuk? Éramos mejores amigos los tres, no puedo creer que ahora hables así de él.
Hana colgó la videollamada sintiendo sus ojos picar y un nudo formarse en su garganta. Tiró el celular a un lado y sin poder evitarlo rompió en llanto, abrazando sus piernas.
Sentía el dolor punzante de su corazón roto y estaba segura de que Hyunjin no tenía idea de cuánto la hería creyendo eso de ella, pero aún así, estaba dispuesta a olvidar eso. A volver a su lado porque sabía que en parte tenía la culpa al no ser capaz de decirle algo que podría ser insignificante.
(...)
Jungkook miraba el último mensaje sin contestar que sabía con seguridad que lo había leído, lo cual le decepcionaba demasiado y se preguntaba si había hecho mal en enviárselo, pero es que no era capaz de ocultar bien sus sentimientos tan intensos respecto a ella.
Seokjin le extendió un pañuelo, el cual tomó de mala gana y sorbió su nariz, tratando de ignorar su mirada que lo hacía sentirse más avergonzado.
―Qué bueno que hayas dejado de llorar.
―Te juro que si vuelves a decirle a Hana que he llorado por ella, te...
―¿Qué? ―lo enfrentó alzando una ceja y como este se quedó en silencio, así que sonrió un poco―. Sabes que te he ayudado a que te hable, así que no puedes odiarme por admitirle que llorabas como un bebé.
―Cállate.
―¿Qué te ha dicho?
―Necesita un tiempo.
El pelinegro masajeaba su frente a la vez que soltaba un suspiro, aunque le doliera, entendía que debía aceptar su decisión porque no sabía cómo se sentiría si estuviese en su lugar.
―No vuelvas a llorar, por favor.
―No lo haré. La esperaré.
― Está bien. Es lo mejor que puedes hacer.
―¿Cómo has logrado que Misuk se lo tomara como si nada?
―No compares. Son demasiado distintas ―hizo una mueca―. Misuk es agresiva, impulsiva, egocéntrica, no piensa bien las cosas, cuando quiere algo va por ello sin importarle si después le va mal. Hana al contrario es demasiado sensible, piensa más las cosas y no es nada inteligente ―bromeó riendo, llevándose un golpe de parte Jungkook.
―No hables así de ella.
― Es que piensa, Misuk supo que soy Seokjin, y seguro pensó: no pienso perder la oportunidad de estar con alguien tan sexy, sexy como él ―guiñó el ojo―. Mientras que Hana parece que quiere alejarse.
―Me gusta demasiado. No quiero que se aleje, así que si no vuelve a hablarme en una semana, le hablaré.
―¿Y si en ese tiempo ese tal Jinnie le pide volver? ―preguntó curioso.
―¡No digas eso! ―exclamó cubriéndose el rostro con las manos, sintiendo su corazón dar un vuelco ante ese miedo.
―Es que tienes que pensar.
―Haré eso.
―¿Y si te dice que no quiere saber más nada de ti?
―¡Ya, deja de romper mi corazón!
―Tienes que estar preparado para lo que sea. Así que dime, ¿qué harías ante esas situaciones?
―No puedo ser egoísta con ella. Simplemente, la respetaré aunque me duela.
―Estoy orgulloso de ti ―sonrió apoyando la mano en su hombro―. Eres un buen hombre, y si ella no lo ve, se perderá de lo mejor que puede llegar a pasarle. Ese eres tú.
―Gracias, Jin.
El pelinegro al verlo no podía evitar sonreír, ya que podía notar el orgullo en su mirada y le gustaba demasiado saber que eso significaba que estaba haciendo las cosas bien, que estaba siguiendo un buen camino, así como los demás.
―¿Por qué tú no has dejado de sonreír al hablar de Misuk?
―Creo que ya ha olvidado a ese Filip.
Jungkook al escucharlo rodó los ojos.
―¡Es Félix!
―Bien, bien. Ya ha olvidado a Félix.
―¿Acaso también olvidas el nombre Misuk?
―Me acuerdo de lo que me importa ―aclaró guiñando el ojo.
―¿Por qué tienes tanta seguridad de que lo ha olvidado?
―Porque haré que nos veamos. Sé que estoy ablandando su corazón. Hablamos un poco sobre eso y ella dijo que aceptaría.
―¡¿Qué?! ―abrió sus ojos a la par por la sorpresa―. ¿Cómo harás eso? ¿Y si alguien los ve? ¿Si Namjoon se entera? Serás hombre muerto.
―Mira, aún no tengo todo el plan listo, pero debo aprovechar la oportunidad de que vive aquí y tú deberías hacer lo mismo si llegan a volver a hablar ―aconsejó―. Sé que va a ser difícil porque no podemos estar fuera ya que alguien nos puede llegar a ver. Tenemos pocas horas, aún hay demasiadas restricciones, es demasiado arriesgado, pero necesito verla. Sólo estoy muy seguro de algo.
―¿De qué? ―preguntó atento.
― De que tú me ayudarás, Jungkookie ―sonrió.
En ese momento, Jungkook lo miró asustado, abriendo los ojos a la par, sintiendo su corazón latir con fuerza. Pues, sabía que si lo ayudaba y algo salía mal, Seokjin no sería el único hombre muerto.
Tenía demasiado miedo por lo que su amigo estaba planeando, pero al ver sus ojos brillar de ilusión, su gran sonrisa, y recordar que él siempre lo ayudaba sin importar qué, sabía que no podía negarse porque también haría lo que sea por ver a su mayor contento.
(...)
Los días pasaban rápidamente, tanto así que Hana estaba sorprendida, porque por más que no dejara de darle vueltas al asunto de Hyunjin, como tampoco el de Jungkook, no sabía qué hacer con ninguno.
El joven que amaba no había vuelto a buscarla, seguía teniéndola bloqueada y no lo veía fuera de su casa. Por más que quería buscarlo temía que la madre de él estuviera enterada de todo y la echara porque lo protegía demasiado, lo cual entendía.
Sobre Jungkook aún se sentía confundida, ridícula y no sabía cómo ser su amiga, por lo que detestaba demasiado que haya confesado serlo, porque extrañaba demasiado a Jungsu. Por momentos necesitaba hablarle, contarle cómo se sentía, ya que cuando hablaba con él lo sentía todo más llevadero.
Hana estaba andando en bicicleta, pues su madre le había entregado la lista de lo que necesitaban porque ella le rogó el poder salir. Cuando aceptó, no dudó en sacar su bicicleta rosada y mientras sentía la brisa fresca chocar contra su rostro, no pudo evitar sonreír, observando la ciudad.
Sin dudas había extrañado demasiado y se daba cuenta que necesitaba realmente salir de su casa, pues su humor mejoró y los pensamientos que la consumían desaparecieron por completo.
Levantó la vista y al ver el semáforo en verde no dudó en comenzar a cruzar, pero al voltear se encontró con un coche que estaba siguiendo como si no estuviera a punto de atropellarla cuando su semáforo estaba en rojo.
Un chillido escapó de sus labios mientras por los nervios se sentía temblar, provocando así su caída, y cuando creía que iba a ser arrollada por lo que cubrió su cabeza con sus brazos, escuchó el sonido de las llantas rechinar.
Sentía su corazón golpear con fuerza contra su pecho, como también temblaba a pesar de que sabía que el coche había frenado, y las lágrimas no tardaron en comenzar a caer porque seguía aterrorizada.
Escuchó la puerta del coche abrirse y sollozó sintiendo su cuerpo arder, por lo que estaba segura de que a pesar de llevar jean y suéter, se había lastimado.
―¡¿Cómo puedes cruzarte así por mi camino?! ―escuchó una voz rasposa.
En ese momento sintió su sangre hervir, por lo que se levantó con dificultad, sintiendo un gran ardor en su rodilla que no le permitía caminar bien.
―¡¿Yo?! ¡Fue usted quién lo hizo cuando el semáforo para que yo cruce estaba en verde!
―Levanta esa maldita bicicleta y déjame seguir mi camino, mocosa.
Hana no sabía si era por lo que había estado pasando últimamente y lo que había reprimido, pero sentía su sangre hervir, al punto de que estaba segura que sí no respiraba para tratar de mantener la calma, no dudaría en acercarse a golpearlo.
―¡¿Mocosa yo?! ―soltó una risa amarga, mientras se acercaba cojeando y quitándose la mascarilla―. ¡¿De dónde sacó su licencia de conducir, viejo ciego?!
― ¡Tú, mocosa...!
Al escuchar el sonido la bicicleta siendo levantada, igual que las bolsas que llevaba en el canasto, volteó rápidamente viendo cómo un joven vestido de negro, con gorra del mismo color comenzaba a llevarla.
―¡Oye, no! ¡No robes mis cosas! ―exigió alzando la voz y volteó asustada a ver al hombre―. ¡Ayúdeme!
―¿Y crees que te ayudaré! ―cuestionó riendo amargo.
Hana soltó un grito de rabia, empezando a acercarse sin importar que no pudiera caminar bien, pero quería arrancarle el único mechón de cabello que tenía el hombre sobre su cabeza, hasta que un brazo la detuvo.
―Lo siento. Continúe su camino ―se dirigió hacia el hombre, para luego llevar a Hana hacia la acera, la cual sentía sus latidos acelerados al escuchar su voz grave que no lograba reconocer y la asustaba.
―¡No me haga nada, por favor! ―chilló sintiendo sus lágrimas volver a caer, mientras trataba de zafarse del agarre―. ¡Lo siento! ¡Puedes llevarte mis cosas!
En cualquier otra situación, no hubiera dudado en darle una patada en su zona sensible, pero su cuerpo dolía, no podía caminar bien y sólo tironeaba del agarre mientras estaba a punto de romper en llanto.
Cuando estaba dispuesta a gritar, aquella persona fue más rápida y cubrió su boca con la mano.
La pelinegra al levantar la cabeza se encontró con unos orbes redondos y oscuros, que contenían un brillo que hacía parecer que tenía la mismísima galaxia en ellos.
Intentó seguir observando su rostro, pero la gorra que por poco no lograba cubrir sus ojos y la mascarilla negra no se lo permitieron. Su ropa era deportiva por lo que supuso que había estado entrenando.
―Tranquila. Soy yo, Hana ―murmuró suave y aunque no pudiera ver sus labios, estaba segura de que estaba sonriendo, porque sus ojos se volvieron pequeños brillando con más intensidad y unas arruguitas se formaron a los costados de estos.
BUENAS, BUENAS
¿Se esperaban que se vieran? ¿Qué creen que pase?
La verdad no me gustó demasiado como quedó, pero quería actualizar
Espero que a ustedes les haya gustado el capítulo
No se olviden de votar y comentar, amores
¡Nos leemos pronto!
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