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Capitulo 11

Hyun-ju asintió lentamente, como si ya hubiese anticipado mi buen humor ante su espectacular pero nada buena idea.

—Lo sé —respondió—. Pero esto no es solo un transmisor. Es un receptor modificado para captar una frecuencia específica, una que solo ustedes usan.

No-Eul cruzó los brazos y ladeó la cabeza, su desconfianza evidente. —¿Y cómo conseguiste algo así?

Hyun-ju dudó un momento, y el peso de esa pausa llenó la habitación. Finalmente, dijo: —No lo conseguí. Lo construí. Con los guaridas que mataron al entrar — ella me señaló —. Solo tuve que sacar varios cables y encontrar la frecuencia adecuada.

No-Eul soltó una risa seca. —¿Y quieres que confiemos en un cacharro hecho a mano? ¿Confiar en una jugadora salvaje como tú?

—¿Tienes una mejor idea? —replicó Hyun-ju, su tono afilado como un cuchillo. Sus ojos brillaban con una amenaza grabada. —Si queremos encontrar a Gi-hun antes de que sea demasiado tarde, esto es lo que tenemos. Encontrarlo, y tendremos que parar a su líder.

Me incliné hacia el dispositivo, observándolo más de cerca. Pequeñas luces parpadeaban en su superficie, como si ya estuviera activo.

— No te quiero ofender, por qué después de todo tú me ayudaste a escapar, pero somos empleadas en este lugar y no tenemos en mente traicionar a nuestro líder. Perdiste el tiempo al seguirme — le escupí  mientras miraba su radio improvisado.

Hyun-ju no se inmutó ante mis palabras. De hecho, una media sonrisa amarga curvó sus labios, como si hubiera esperado esa reacción.

—¿De verdad crees que puedes seguir siendo una simple empleada después de lo que has visto? —preguntó con calma, aunque sus ojos estaban llenos de un fuego contenido—. ¿Crees que el líder te permitirá vivir tranquilamente después de esto?

—Tú no sabes nada —repliqué, con un filo en mi voz que ni siquiera intenté ocultar—. He hecho lo que me pidió. Siempre lo hago. No-Eul y yo seguimos el sistema. Gracias a él tenemos lo que tenemos y vivimos gracias a él. No somos como tú o 456, unos tontos que creen que puede arreglarlo todo con... con esto. —Señalé su improvisado aparato con desprecio.

No-Eul, que hasta entonces había permanecido en silencio, intervino con frialdad:

—Hyun-ju, quizás olvidaste que no todos queremos "arreglar" este sistema. Algunos solo queremos sobrevivir. Y nosotras estamos bien así.

Hyun-ju se volvió hacia ella, su expresión endureciéndose.

—Sobrevivir no es suficiente. No cuando sabes lo que realmente está pasando aquí. —Su voz se elevó ligeramente, pero no de rabia, sino de desesperación—. Nos hacen jugar juegos para niños y nos matan. ¿Ustedes dos creen que son diferentes porque siguen las reglas? ¿Porque cumplen órdenes? Pero, ¿cuántas vidas se han perdido porque se quedaron calladas? Por qué solo cumplen con su "trabajo".

El silencio cayó sobre nosotros, pesado y tenso.

—Esto no es solo sobre Gi-hun, y lo sabes, —continuó Hyun-ju, dirigiéndose a mí—. Tú ya empezaste a dudar. Parecías una niña asustada cuando Gi-hun te golpeó en la sala.

—¡Me equivoqué! —grité, pero incluso mientras las palabras salían de mi boca, no sonaban del todo ciertas.

—¿De verdad? —preguntó Hyun-ju, acercándose un paso más—. ¿O solo tienes miedo de admitir que el sistema por el que has apostado todo tu ser está podrido?

Mis manos temblaron, y apreté los puños para ocultarlo. Hyun-ju me estaba desarmando con palabras, y lo odiaba tanto como me odiaba a mí misma por dejar que lo hiciera.

No-Eul dio un paso adelante, interponiéndose entre nosotras.

—Basta, —dijo con voz firme—. Eres una mera jugadora, no tienes derecho a venir aquí a juzgarnos como si fueras mejor. Si tienes razón y esto es nuestra última oportunidad, entonces demuéstralo. Usa tu juguete, encuentra a Gi-hun, y prueba que vale la pena traicionar todo lo que hemos conocido.

Hyun-ju miró a No-Eul con una mezcla de respeto y desafío. Luego, sin decir una palabra, activó el dispositivo. Un zumbido bajo llenó la sala, y las luces comenzaron a parpadear con más intensidad.

—Prepárense, —dijo finalmente—. Si esto funciona, no habrá marcha atrás.

Hyun-ju seguía observando el dispositivo con atención, ajustando diales y pulsando pequeños botones mientras el zumbido llenaba la habitación. Las luces de la radio improvisada parpadeaban en un patrón que parecía indicar que había encontrado algo. Pero antes de que pudiera celebrar, No-Eul sacó una radio oficial del complejo de su cinturón.

—¿Qué haces? —preguntó Hyun-ju, alarmada.

No-Eul la ignoró y presionó el botón de transmisión. Su voz salió fuerte y clara.

—Aquí Guarida 11 Localice fugitivos en el sector B-7. Habitación 11. Repito, sector B-7. Necesitamos refuerzos inmediatos.

La sangre se me heló al escuchar sus palabras. Miré a Hyun-ju, que también se había quedado petrificada. El zumbido de su dispositivo se mezcló con el eco de la transmisión de No-Eul, creando una cacofonía opresiva. Jamás le deseé el mal a ella.

—¿Qué demonios haces? —exclamé, intentando arrebatarle la radio.

No-Eul dio un paso atrás, sujetándola firmemente.

—Estoy haciendo lo que se supone que debo hacer, —respondió con frialdad—. Ellos son un peligro para el sistema. No voy a dejar que destruyan todo por un deseo de venganza.

El sonido de botas acercándose resonó en el pasillo antes de que pudiera responder. Hyun-ju miró a su dispositivo, que seguía emitiendo señales, y luego me miró con una mezcla de decepción.

— No tienes idea de lo que estás haciendo, —dijo Hyun-ju con voz cortante.

—Sé exactamente lo que hago, —replicó ella—. Y ahora es su turno de jugar según nuestras reglas. Nuevamente.

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