028.
Choi Yuna
Giré lentamente mi cuerpo, para quedarme al otro lado de la cama. Lo único que podía sentir, era como si todo me pesara, hasta mi propio corazón. No encuentro la forma de hablar, ni tan siquiera he tenido apetito.
Cuándo regresamos a la casa después de ese horrible suceso, simplemente me quedé sentada en el sofá, mirando a un punto fijo, repitiendo una, y otra y otra vez, la forma en como esa mujer se alejaba de mí.
Algunos padres de mis compañeros de clase en la escuela, estaban separados, pero podía ver como tanto la madre como el padre acudían a ver por sus hijos. En el Día de la Madre me avergonzaba no ver a nadie, no entendía ciertas cosas mientras iba creciendo, además de que mi padre era bastante cerrado. La abuela Hye, junto a Bora, eran mayormente mi soporte.
Le pregunté muchas veces a mi padre sobre ella. "Se fue a otro país, ya que tenía muchas cosas que hacer" una frase que una niña de apenas 7 años no podía seguir creyendo. Al paso de los años, viendo la dificultad en casa por el dinero, a causa de la crisis que se estaba pasando en el barrio, me dediqué a buscar cosas en casa para vender. Lo único que encontré fue una foto vieja de mi madre junto a mi padre, jóvenes... felices.
Quise esconderla, y tuve miedo de olvidar su rostro si mi padre encontraba la foto. Entonces descubrí que era bastante buena dibujando. Mis cuadernos se llenaron de su rostro, pensando en si su rostro tenía arrugas, que como tenía el cabello, como era su voz. Pero, mi padre encontró la foto, la rompió y me gritó. Esos alaridos no dolieron, sino las palabras.
"Ella nos abandonó, olvídala Yuna, ella nunca nos quiso". No volví a hablar de ella, pero ese dolor en mi corazón, deseando sentir su calor, nadie lo quitaba. Juré que si algún día me volvía madre, jamás sería como ella.
Quisieron pintarme a esa mujer como alguien buena, pero mi papá tuvo razón todo este tiempo. Tan desalmada, sus ojos fríos, como si no le importara que yo era su hija. Me siento tan mal por los hijos que pierden a su madre, esas que les llenó de amor, esas mujeres que luchaban por y contra todos por sus pequeños. Yo no la perdí, por qué nunca la tuve, entonces no sé por qué ese dolor no se iba.
Anoche, estábamos a punto de irnos a dormir, pero simplemente me puso a llorar, sin parar. Namjoon trató de tranquilizarme, lo logró después de un largo tiempo, así pude dormirme. No me gustaba esta etapa, que él me viera así, ni siquiera he podido preguntarle que como le fue con su padre, eso era algo importante para él, estaba siendo egoísta.
Suspiré con fuerza, tratando de sentarme. Miré fijamente mis zapatillas frente a mí
Me puse de pie, estaría bien darme una ducha. Tenía el cuerpo desganado, perezoso, pero una vez sentí como el chorro de agua caía sobre mi cabeza, me sentí un poco mejor. Y sin yo saberlo, ni quererlo, mis lágrimas se combinaron con el agua. No siento una tristeza exagerada como para estar así ahora, ya fue suficiente ayer, pero simplemente salieron. Puede ser que, me siento tan agradecida con todos.
No tuve a mi madre, pero mi padre nunca me abandonó. La abuela Hye, la madre de Bora como ella, sus primas, los del barrio, y ahora Namjoon, mi querido Namjoon. La pregunta de "¿Que hice para que ella me abandonara?", podría cambiarla por "¿qué hice para que tanta gente me amara?" Mi chico hoyuelos era el consuelo en todo momento ante mis quebrantos.
Desapareció justo cuándo yo terminé con Rowoon, cuándo este descubrió que yo era bailarina en ese burdel. Siendo sincera, engañé a Rowoon, a mi padre, y ahora lo estaba haciendo con el amor de mi vida. Me sentí molesta por su ausencia a pesar de ser desconocidos, pero aun así regresó, todo para terminar enredado conmigo nuevamente.
¿Namjoon merecía a alguien como yo?
Terminé de ducharme, salí del baño, todo para ir a cambiarme.
No puedo posponer esta conversación, yo lo conozco, si tan solo se lo digo, tal vez lo entiende. Solo espero no decepcionarlo, que no se aleje de mí, por eso, por qué mi corazón no podría perderlo.
Después de ponerme un pantalón corto y una básica, salí de la habitación, con la intención de ir directamente hacia la cocina, pero lo miré a él. Estaba sentado en el sofá viendo unos papeles. Me acerqué sin hacer ruido, pero este me miró de inmediato. Apenas hizo una pequeña sonrisa y ya se veían esos coquetos hoyuelos.
—Hola mi amor.
No, no lo merecía. No podría decirle que yo soy Yuju, claramente pensará que me prostituía, joder, casi tuve sexo con él, cuándo era "Yuju", dirá que hacía eso con todos mis clientes.
Fui hasta él, y entre más me acercaba, sus ojos se volvían más pequeños por su gran sonrisa. Al estar a su lado, soltó los papales de su mano, dejándolos en la mesa de enfrente. Puso su mano sobre mi trasero.
—¿Cómo dormiste?
—Bien.
Bajé un poco mi cabeza para darle un beso en los labios, pero justo cuándo nuestros labios se juntaron, sentí como tomó mi cuerpo y acabé sentada sobre sus piernas. Siguió besándome, pero lentamente. Mi corazón iba a mil por hora, siempre estaría así cada vez que él y yo tengamos un momento mínimamente íntimo, porque lo amaba demasiado.
Se separó de mí, acariciando mi mejilla.
—¿Comiste lo que te dejé? —Negué, viendo como se puso serio— Yuna, tienes que comer algo. Ayer no te vi comiendo ni un bocado. Te puedes enfermar si no lo haces.
Suspiré, era lo último que quería hacer.
—Me gustaría saber como te fue con tu padre.
Llevé mis dedos a su cabello, acariciándolo.
—Tal vez te diga algo, si es que comes un poco.
—Está bien.
Exhaló con fuerza, para luego alistarse a contar.
—Sé que no te he podido contar bien la situación familiar, pero no es tan bonita ¿Sabes la empresa Hankook tire? —Asentí— Es una empresa que va de generación en generación, con legados y tradiciones. El dueño es mi padre. Kim SeoJoon
Abrí mi boca, bueno... yo sabía que él tenía dinero, aunque nunca comprendí por qué trabajaba solo en una biblioteca, Dios mío, he estado viviendo como una ignorante todo este tiempo.
—Ya sabes, te hablo de tradiciones. Él fue obligado a casarse con mi madre, que era hija de un empresario de coches, matrimonio arreglado por mi abuelo. Me tuvieron, pero mientras él estaba casado con Chang GyeonHui, mi madre, él estaba teniendo una aventura extramatrimonial con su exnovia. Lo más gracioso, es que yo nací, y al mes siguiente, el hijo de la aventura. Y, cuándo mi abuelo murió, esa mujer hizo de todo para tener un lugar, hasta ir a mi casa a gritar quién era ella y su hijo —Esto parecía una novela, no podía creerlo, en serio parecía una ingenua—. Mi padre es un manipulador, quiere controlar todo, hasta el día de mi nacimiento, hasta las horas en las que me debían dar de comida, ya que era el heredero. Me ahogaba con sus exigencias desde que tengo razón de vida, más cuándo se divorció de mi madre, para casarse con la otra.
—¿Y tu hermano?
—Ese imbécil me hizo la vida imposible. Su madre lo envenenó también. Esa mujer odiaba que yo hubiera nacido primero, que yo tenía más derechos que su hijo. Al volverse la señora Kim, buscaba todo el tiempo que yo la reconociera como una madre, cuándo visitaba esa casa, era asqueroso, más cuándo el tonto de Jooheon, que es mi medio hermano, ese buscaba siempre discutir conmigo, hasta llegar a los golpes para quejarse con mi padre, así recibir palizas.
—¿Tu padre te pegaba por eso?
—Sí, por muchas cosas más que son irrelevantes ahora. La cuestión es que, crecí anhelando estar lejos de todos ellos, vivía con mi madre feliz, aunque era obligado a visitarlo por ser menor de edad. En esos momentos él se dedicaba a enseñarme todo de la empresa, pero como puedes ver, mi especialidad es otra a pesar de que haya sido "un niño genio". Me gustaba el arte, los libros, poemas, todo lo artístico. En contra de él. Como me oprimía, me revelaba. Salía con mis amigos, el idiota de Taehyung y Jungkook, que era bastante pequeño. Hacíamos tonterías, hasta entrar a clubs oscuros, lucha libre ilegal, hasta vandalismo, donde nos cogió la policía.
Me acomodé mejor en sus piernas, todo para poder tomar su mano. Todo lo que decía era nuevo, cosas que no tenía idea completamente. La tuvo que haber pasado mal.
—¿Te llevaron a la cárcel?
—Ajá, pero me sacaron al momento por las influencias de mi padre. Eso hizo que estuviese en un momento horrible, donde decidí alejarme definitivamente de él. Me fui a vivir un tiempo a Australia, junto a mi madre. Luego regresé por poco tiempo, entonces volví a Australia donde me gradué, hice mi vida, pero no me dejaba en paz. Quería a su heredero, a su primer hijo y no al otro idiota, que esperé que le diera todo a él. Mi abuelo materno murió, entonces todas sus pertenencias fueron a mí. Y mi padre, que estaba enterado de todo, me tenía y tiene cuidadosamente vigilado, logró quitarme todo el dinero, el poco suyo que tenía en unas de mis cuentas, y las de mi abuelo.
—Eso hizo que volvieras a Corea.
Asintió. Sentí como su mano acarició mi espalda.
—Decidí ir a Jeju, ya que ahí están viejos amigos que podían ayudarme. Jungkook, que ya conoces, y su hermano Wonwoo que no creo que sepas de él. Así encontré cosas incriminatorias de él, el acoso que he estado recibiendo. Se lo mostré ayer, tratando de dejar las cosas claras.
Vaya que si eran demasiadas cosas. Ese hombre seguramente era malvado, como en las novelas coreanas, en verdad existen. Le hacía la vida imposible, solo por qué no era lo que él quería, qué asco de señor.
—¿Te dará lo que es tuyo?
—Es su obligación, y aunque parezca falso, pero el dinero no me importa mucho, ya que tengo un buen empleo en Australia, aquí también, lo que necesito es que me deje en paz, que deje a las personas que amo.
Le di un beso en su mejilla, me sentía mal. Por eso parecía casi siempre agobiado, revisando papeles cuándo yo no estaba, hablando por teléfono a cada momento.
—Seguro que te dejará en paz. Si lo hace, ¿volverás a Australia?
Hablamos alguna vez sobre esto, creo. Él tiene su vida allí hecha, su casa, vivía con su madre y simplemente vino a hacer sus trabajos.
—Bueno, eso es algo que sigo pensando. Como te digo, tengo a personas que aprecio aquí, además, vine sin esperar enamorarme, así como lo estoy de ti —Mi vida no dependía de él, no es como que no pueda llevar una relación a distancia, bueno, tampoco la he tenido, pero no deseo que se vaya—. Tal vez más adelante pueda decidirlo bien.
—Entiendo.
Tomó mi cuerpo para abrazarlo con fuerza, se sentía bien. Apoyé mi cabeza sobre su hombro, respirando con tranquilidad.
—Mi amor, come un poco —Dijo suavemente—. No sé lo que haría si te enfermas y yo no pueda hacer algo.
Hice que me soltara, pero este tomó mi rostro entre sus manos.
—Un poco de fruta talvez.
Acarició mi mejilla con su dedo, siendo cálido conmigo, siendo yo egoísta. Me dio un beso en mi frente, para luego verme fijamente, con sus dulces ojos.
—Yuna, no tenía planeado venir a enamorarme, ni siquiera lo quería. Ha pasado tiempo desde ello, por qué cuando te conocí, cuándo los días pasaban fugaces, mi cabeza solo podía pensar en ti. Los poemas de mi libro tenían una protagonista, eras y eres mi musa —No quería seguir escuchando, acabaría llorando de nuevo—. Te amo, no por qué seas buena montándome.
—¡Namjoon!
A veces podía decir cosas lindas, pero otras era un poco obsceno.
—Es verdad. No te amo por qué seas buena en el sexo, ni por qué bailes genial, ni por qué seas jodidamente guapa y caliente. No es solo por esas cosas que te amo. Te amo por como eres más allá de eso, por la mujer en que te convertiste, por la que quieres ser, por ser tan fuerte y dedicada.
No pude y ya mi vista se nubló. Cerré mis ojos, sintiendo esas lágrimas caer para prontamente ser limpiadas.
—Yo no...
—Mereces todo lo bueno, mereces todo. Tú eres mi hermoso y cálido encuentro con el mundo real, con el amor. Por eso quiero lo mejor para ti, verte sonreír, que sepas que seguramente tu padre y yo, seremos los hombres que siempre estarán para ti, aunque te sientas sola.
—Gracias por estar conmigo... yo... ah... yo te amo Namjoon, te amo mucho.
Lo besé, metiendo mi lengua dentro de su boca, jugando con la suya de una vez. Se sentía bien, tan bien, cuándo hacíamos esto, cuándo me regalaba las palabras más cálidas junto a sus agradables abrazos y delicados besos.
•
Todo lo que quedó del día, decidí comer un poco más que frutas. Alistamos las maletas, ya que mañana ya regresábamos a Jeju, por eso, Namjoon me mencionó que tenía una última cosa que hacer, algo así como un trámite.
Me levanté del sofá para ir a la habitación a buscar mi móvil. Cuándo esté en casa, además de hablar con mi padre sobre donde he estado, tengo que seguir con el proyecto de la universidad que me atrasé en estos días. Además, hablar con dirección y decir que iré a ese voluntariado.
Encontré por fin mi móvil dentro de mi bolso. Estaba dispuesta a irme, pero me detuve al ver como se cayó algo del escritorio por mi culpa cuándo quité mi bolso de ahí. Lo recogí, viendo que se trataba de un talonario de color negro. Lo abrí por curiosidad, viendo que era de cheques. No sé si tuve que dejarlo ahí, o si hice bien, pero me fijé mejor viendo como tenía marcas escritas el primer papel, seguramente del último que se arrancó.
Busqué dentro de mi bolso, nerviosa. Necesitaba mis gafas, o pensaré que estoy loca. Me las puse y miré con más atención, como una paranoica y psicópata. Pero era su nombre.
Llevé mi mano a tapar mi rostro, la rabia me estaba ahogando, no podía ser. Decía claramente "Myung Se-bin".
Sin más, estaba dispuesta a ir a buscarla, no voy a permitir que esa mujer se salga con la suya. Salí de casa, tomando el autobús. Recuerdo la dirección del lugar, pero seguramente no será difícil encontrar donde vive si es que la conocen bien.
Es que seguramente fue por eso que aceptó verme. Namjoon le ofreció dinero, y ese trámite que iba a hacer ahora, era obvio que era depositar el dinero o darle ese maldito cheque.
No le interesaba nada, ya lo tenía claro, está bien. Ni siquiera me sorprende tanto, era la peor persona.
Al llegar al barrio, lo primero que hice fue preguntar por ella, diciendo que yo era una conocida que se perdió. Y como lo suponía, hasta conocían donde vivía. Teniendo su dirección, me dirigí hasta ahí.
Una completamente interesada, solo le ha importado el dinero, por encima de su propia hija, es que eso es lo de menos, cuándo ni siquiera siente amor, o algún sentimiento por mí.
Llegué y sin pensarlo dos veces, toqué el timbre de la casa de esa mujer. A los segundos, la puerta se abrió, dejándome ver a un hombre mayor.
—Hola, ¿qué se le ofrece?
—Buenas noches, lamento tanto las molestias. Soy una de las amigas del barrio, Myung me dijo que viniera.
Me miró confuso, pero sin más, me dejó pasar. Parecía amable el hombre, no puedo creer como puede estar con esa arpía. Su hogar era tan hogareño, donde sea que viera, había cuadros de su bonita familia, siendo yo una intrusa ahí.
—¡Sebin! Te buscan.
Entonces, vi como salió de un pasillo secando su cabello. Al verme, abrió sus ojos exageradamente, asustada.
—¿Qué hace ella aquí?
—Pues es una de tus amigas, ¿no?
—Tienes que irte.
—Tenemos que hablar, desgraciadamente.
Me crucé de brazos. Esta empezó a negar, temblando de la rabia.
—No tenemos nada de que hablar —Oh, yo sí que estaba más que enfadada, y no me iba a ir de aquí hasta cantarle unas cuantas verdades. Me fui a sentar a su espacioso sofá, cruzando mis piernas, dispuesta a decir quién era yo—. Está bien.
El hombre miraba extrañado, sin comprender por qué su mujer estaba tan nerviosa con la presencia de una simple joven. Me levanté, siguiéndola.
Hizo que entrara a un tipo de oficina, donde esta se quedó frente a su escritorio, esperando a que dijera algo, mientras que yo me quedé viendo su gran familia feliz, que no sabía que esa mujer era tan peligrosa.
—Necesito que me digas que quieres y te largues de una vez por todas.
—Dame el dinero que te dieron, todo.
Dije firme, molesta que solo debía calmarme. La última vez que me enojé tanto, resulté golpeada por los tontos esos de los préstamos.
—No se dé lo que hablas, lárgate.
Di un paso hacia ella.
—No te conozco para nada, pero lo que es notorio, es que eres una interesada, malvada que te gusta aprovecharse de todos. Crees que soy una tonta, pero soy más lista, justo como mi padre.
Sus labios fruncidos y esa forma de mirarme, solo me daban señal de que estaba más que molesta.
—Escúchame una cosa, vete de mi casa, vete con ese hombre que no sé si es tu novio o tu esposo, pero parece amarte tanto.
—Vaya, una completa arribista. Me da tanta repugnancia haber salido de ti, pensaba que serías una mejor mujer.
—Detente, no merezco que me trates así. Mejor dime, ¿quién eres tú? ¿Al menos te convertiste en alguien?
Suspiré, acercándome más a ella. Qué gélida su mirada, desalmada, mejor nunca la hubiese buscado.
—No te interesa, mejor devuélveme ese dinero.
—¿Por qué lo quieres? ¿Tu padre no te da de comer?
—Oh, pues he vivido bien, puesto que mi padre se convirtió también en mi madre, hizo lo imposible para que yo tuviera todo, sin depender de millones o irnos de nuestro barrio hermoso. Me das asco, Myung.
Miré que se dio la vuelta y a los segundos me miró, con un cheque en sus manos. Lo tomé, doblándolo y guardándolo.
—Lárgate.
Salí de aquel lugar, encontrándome en el salón a dos personas más, además de su marido. Me miraron confusos, más esa chica, mi media hermana. Se parecía tanto a ella, y es que no debería arruinarla la vida a los demás, siendo una infiltrada, la rabia dentro de mí, no podía aguantarlo.
—¿Qué hace usted aquí? Papá, esta mujer fue la culpable de que mi madre se desmayara ayer.
Bueno, tal vez las cosas se acomodarán por si solas.
—Soy tu media hermana, mucho gusto. Choi Yuna.
Entonces, esa mujer salió justo cuándo dije aquello.
—¿Qué? ¿Qué dice esta loca, mamá?
Me giré para verla, su cuerpo temblaba.
—¡Maldita niña de mierda!
Tragué saliva, queriendo tener más fuerzas por las ganas de llorar que tenía. Saqué el cheque y lo dejé a la vista de todos.
—Espero que en este cheque esté todo el dinero que te dio mi esposo, todo para que tuvieras una conversación conmigo. Adiós mamá.
Miré a aquella chica con sus ojos a punto de soltar lágrimas, al marido rabiando, y fui hasta la puerta, escuchando su grito, maldiciendo mi nombre. Adiós mamá, no quiero volver a saber de ti, por lo menos esto hizo que no siguiera teniendo una imagen linda de ti.
Antes de salir del edificio, lloré desahogándome. Esta sería la última vez que lloraría por ella. No valía la pena.
Tenía un par de llamadas perdidas de Namjoon, así que fui de prisa a casa. Él le había dado todo ese dinero a esa mujer, no debía hacerlo. Seguramente él quería que yo tuviese una conversación con ella, cuándo en ningún momento le platiqué que se trataba de mi madre, pero lo entendió perfectamente.
Caminé ahora por el pasillo para llegar a la puerta de la casa de Namjoon, ahora un poco más tranquila. Esto no era como si no me doliera, por qué ahí estaba ese sentimiento, pero debo comprender que si dejo todo mi corazón en alguien que no vale la pena, solo me enfermaré de verdad.
Piqué el timbre, ya que por la rabia que tenía, se me olvidó llevar las llaves y ni siquiera sé la contraseña de la entrada. A los segundos, pude ver a un Namjoon asustado, que al verme simplemente dejó que entrara.
—¿Dónde te habías metido? Me asusté.
Cerré la puerta y solo lo miré.
—Ya lo sé todo. La palabra "gracias" no llena todo lo que yo siento justo ahora. No debías hacerlo, pero lo hiciste, y siento tanta gratitud por qué me ames de tal forma para dar todo ese dinero.
Su rostro simplemente se relajó, viéndome fijamente.
—No quería, no me apetecía mejor dicho que te fueras sin saber quién era ella, aunque tuviese que dar todo. Lamento tanto no...
—No lo lamentes, las cosas debían pasar así por lo visto —Saqué el cheque y se lo di—. Esto es tuyo.
Me escondió en sus brazos, mientras que los míos atraparon su gran espalda. Acomodé mi cabeza contra su pecho, escuchando el latido de su corazón. Debía dejarla ir, sin rencor, sin dolor, solo espero que si hay otra vida, ella no sea de esa forma.
Después de darme un beso en mi cabeza, fuimos hasta el sofá para sentarnos. Lo encontraba inquieto, pero no estaba segura si preguntarle, hasta que lo escuché hablar.
—Sabes, quiero contarte algo.
—Dime.
Lo miré atenta, esperando ansiosa.
—Hay una cosa que me molestó cuándo hablé con mi padre. Él... bueno, antes de decírtelo quiero que sepas que no le creo ni una sola palabra.
—¿Qué sucede?
—Me dijo que tú trabajabas en un burdel, confundiéndote con otra persona que yo conozco.
Bajé la mirada, sintiendo como mi respiración se agitó y mis manos parecían temblar. Si ese señor vigila a Namjoon, es más que obvio que sabrá que puedo ser yo, aunque es imposible.
•
—Herbst
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