027.
Choi Yuna
No conozco la ciudad de Seúl, por eso mismo me daba un poco de miedo salir a correr, por ello mismo me quedé en el departamento de Nam, e intenté ejercitarme un poco. Hablando de él, me dejó una carta sobre que iría a encarar a su padre, que cuándo regresara, me contaría todo. Aún no me ha dicho toda su historia, algo que me gustaría escuchar.
Qué gracioso, ¿quién era yo para pedir escuchar una historia? Solo le mentía al hombre que más amo, de paso, ni siquiera he sido capaz de hablar sobre ese tema, que me abruma, y es la razón por la que decidí venir a Seúl.
Tomé mi toalla y me fui hasta el baño. Empecé a quitar toda mi ropa, para poderme ducharme. Sé que ayer nos vimos, pero echaba de menos a Namjoon. Toda la cita que tenía planeada para su cumpleaños no resultó como yo esperaba, pero me alegro de que le haya gustado.
Aunque tengo que admitir que bailar para él me daba miedo, no es como que no lo haya hecho antes, pero ese era el dilema, traté de cambiar algún estilo de baile, a cuándo bailé como Yuju, pero deseo que no sospeche, o que tan solo haya olvidado eso. Lo importante, es que, después de pasar la noche juntos, hablamos un poco hasta quedarnos dormidos.
Él era tan preciado para mí, se ha convertido en parte esencial en mi vida, y estoy segura de que será imposible que algo nos pueda separar.
Hace un mes, le pedí ayuda a Bora. Había una persona a la que necesitaba encontrar, lo que me sorprende más, es que me dijo que haría lo imposible para encontrarla y lo hizo, era increíble pensar que quien le ayudó, fue Jeon Wonwoo, mi antiguo jefe, que es cuñado de ella.
Acabé de lavarme, salí y busqué que ponerme. Debía verme presentable, al menos, recogí mi cabello por completo, dejando solo mi flequillo, perfecto como siempre. Me maquillé, siendo cuidadosa, y siento que me veía bien. Tomé mi bolso y me aseguré de llevar la dirección, así que salí de casa, emprendiendo camino.
210 Neungdong-ro, Gwangjin-gu, Seúl 04995 Corea del Sur, cerca de la Universidad Konkuk, en la región de las residencias estatales, era la dirección de un parque, y había una sospecha de que la persona que yo buscaba, trabajaba cerca de aquí. Tenía miedo de perderme, pero debía esforzarme. Tomé un autobús, que al menos me dejó cerca y gracias a mi móvil, llegué.
Quedé varada en medio del lugar, sin conocer mucho. Vi muchos niños y adolescentes en ese parque, pero nada relevante. Ahora que empecé a caminar hacia ahí, me pregunto como le estará yendo a Namjoon, solo espero que bien.
Suspiré, nerviosa. Me adentré al parque, y simplemente decidí ver todo el ambiente. Bajé la cabeza, viendo el papel con toda la información, y el nombre de la persona "Myung Se-Bin".
Un balón de futbol chocó contra mi pie, llamando mi atención. Una niña se acercó, pidiendo disculpas, tomó el balón y se fue. La seguí con la mirada, ella jugaba con otros niños, mientras que unos adultos los vigilaban. No estoy segura de que puede reconocerla si la encuentro. Han pasado bastantes años desde la última vez que miré esa foto que mi padre aún tenía, él la rompió, y poco a poco, su recuerdo se ha esfumado.
Suspiré, si me quedo de brazos cruzados, no podré ser capaz de encontrarla. Miré donde estaban aquellos mismos adultos, y tres mujeres bastantes elegantes hablando. Había algo que me dijeron, por lo visto ella era famosa por este barrio, así que, posiblemente, podrían conocerla de algo.
No me gusta mucho hablar con desconocidos, la verdad que me da vergüenza, pero ahora no debería tenerla. Cuándo llegué a estar al lado de ellas, eso hizo que me miraran, llamando su atención. Bueno, parecían amigables.
—¿Sucede algo jovencita?
—Ah, hola, buenos días —Suspiré—. Lamento las molestias, pero estoy buscando a una persona.
—Oh, pues dinos el nombre o algo para saber si la conocemos.
Habló una de ellas. Saqué el papel, un poco nerviosa, como si no recordara ese nombre.
—Ella, ella se llama Myung Se-Bin.
Alcé mi vista, viéndolas, pero a la de en medio en específico, que levantó la mano con una gran sonrisa.
—Soy yo.
Los latidos de mi corazón empezaron a ir tan rápido, que no estaba segura si iba a aguantar esta agonía. Tragué saliva, como si eso iba a deshacer el nudo que tenía en mi garganta. Fruncí mis labios, luchando para retener mis lágrimas que eran la causa de un sentimiento inexplicable.
Tiene el mismo corte de cabello que en esa foto, menos el flequillo que por lo visto la caracterizaba. Llevé mi mano a mi pecho, de verdad debía calmarme, aunque lleve 23 años esperando este momento.
Las mujeres se miraron entre sí, confusas, ya que yo no era capaz de pronunciar palabra, además, de qué seguro parecía extraña viendo a una de ellas con los ojos llorosos.
—¿Sucede algo, cariño?
"Cariño" jamás me imaginé que iba a escucharla decir algo así, ni siquiera lo siente seguramente. Con todo mi cuerpo temblando, mi voz no podía salir, pero cuándo quise intentarlo, fui interrumpida.
—¡Mamá!
Se trataba de la misma chica que estaba jugando futbol, que fue por el balón. Sentí como mi corazón dolía, así que tenía a una hija... la decepción abundó profundamente en mi ser, en mi alma, ya que yo también era su hija.
—Entonces, ¿por qué buscas a Myung?
Todos me miraban, y yo no tenía más ganas de estar ahí, pero débil tener la fuerza posible, de la cual mi padre podría estar orgullosos.
—Yo, yo llevo toda mi vida queriendo verla.
Confesé, viéndola directamente, solo asustando a todos.
—Oye niña, ¿necesitas ayuda? ¡Qué miedo!
Debía decirle quién era, no podía esperar.
—Mi nombre es Choi Yuna, hija de Choi Chinmae.
Ella simplemente abrió sus ojos más de lo normal, dejando caer su bolso, todo para luego caer al suelo inconsciente, por la impresión. No me moví, solo me quedé viendo la escena, y como la ayudaban, mientras me inculpaban de haberle hecho algo.
"Mamá, madre, mami" Ojalá hubiese tenido la oportunidad de decirle de alguna forma, ojalá hubiese estado conmigo aunque sea un instante, ¿cómo sería una charla conmovedora, una discusión, una reconciliación, bromas, un abrazo, una palabra linda, un..."te amo"? Si no vas a amar una persona a la cual seguramente te dolió al dar a luz, ¿para qué la traes al mundo?
Llamaron a una ambulancia, ya que la mujer no se levantaba. El paramédico dijo que solo fue por la impresión de algo, además, todo parecía un escándalo por haber llamado también a la policía. Un hombre estaba a mi lado, haciéndome preguntas como si yo fuera una criminal, mientras que la mujer, de la cual heredé la forma de mi nariz, estaba despertando.
Le dije la verdad al policía, que simplemente estaba volviendo a encontrarme con una mujer que me abandonó, simplemente. Me dejaron a solas, así que, con mis manos temblorosas, decidí enviarle un mensaje a Namjoon, sobre donde estaba, que sí podía venir por mí. No estoy segura de que sea capaz de llegar a salvo a casa.
Así mismo, la ambulancia se fue. Las personas que estaban viendo el espectáculo, empezaron a irse, mientras que sus amigas solo me miraban de reojo, al igual que su hija, que se parecía tanto a ella. Me fijé en como hizo que todas se fueran, cruzando mirada con ella, que al encontrarse sola, vino hacia mí.
Myung Sebin, qué hermosa era ella, tan elegante, con un porte impresionante, pero no era capaz de juzgar sus razones para abandonarme, no tengo derecho de gritarle y decirle tantas cosas, supongo.
Pero al parecer ella parecía tener más derecho.
Justo cuándo estuvo frente a mí, recibí una sonora bofetada por parte suya, haciendo que tomara mi mejilla con dolor, ardía, justo como el dolor de mi alma. La miré, confusa, con los ojos llorosos.
—¿El idiota de Chinmae te ha mandado? Ese desgraciado no deja de hacerme la vida imposible, ahora mandando a una impostora.
Traté de recobrar mi postura, viendo lo enfadada e indignada que parecía.
—Yo no soy una impostora, soy Choi Yuna —Dije apenas, su mirada daba miedo, esto no era lo que yo esperaba—. Y si yo provoqué esa reacción en usted, es por qué seguramente recordó que tiene una hija a la cual abandonó.
—No, mi hija murió y tú estás profanando su nombre.
Fruncí mi entrecejo y solté mi mejilla, que seguía doliendo.
—Estoy más viva que nunca, tanto para decirle que no tiene ni un derecho en pegarme.
Desesperada, pasó su mano por su cabello, viéndome.
—Chinmae vino hace unas semanas, después de estar mucho tiempo buscándome por lo visto, me encontró y me dijo que mi hija Choi Yuna había muerto hace un mes.
Mi cuerpo se heló. ¿Cómo es que mi padre la buscaba? Él nunca me hablaba de ella, odiaba mencionarla, su corazón estaba lleno de ira, ya que la mujer que alguna vez amó, nos abandonó a ambos. ¿Acaso la buscaba en todas esas ocasiones en las que decía venir a Seúl a comprar cosas para el restaurante?
—Sí eso fuera verdad, déjeme decirle que vaya que guarda bien su luto.
Ella no tenía una expresión que yo comprendiera, no conozco nada de ella, a pesar de que la señora Hye me platicaba algunas cosas de ella, a escondidas de mi padre.
—No tengo nada que hablar contigo.
Sin más, sin importancia, se dio la vuelta, siguiendo su camino. No había venido hasta aquí, para simplemente ver su rostro reciente, quería escuchar, aunque sea una explicación mediocre que aliviara y respondiera todas las dudas de mi corazón, la necesidad de comprender si en verdad, alguna vez me amó.
—¡Tengo el derecho a saber, aunque sea por qué te fuiste! —Ella seguía caminando, como si yo no fuera nadie, me dolía saber que las cosas que mi padre expresaba resultaban ser verdad, recordar la ira de sus ojos cuándo preguntaba de ella. ¿Por qué no se detenía? — ¡Solo quiero saber tus razones por las que no me quisiste!... o... ¡Quiero saber si en verdad en algún momento me amaste!
Mi voz se entrecortó mientras chillaba, para que al menos mi desesperación egoísta llegara a sus oídos. No pude aguantar y mi vista se nubló por completo, viendo como ella seguía sin más, otra vez dejándome. Quería decirle mamá, "mamá, no te vayas, ámame un minuto aunque sea".
Pasé mi mano por mis ojos, limpiándolos ya que miré otra persona. Pasó al lado mío, yendo directamente a seguir a esa mujer. Se trataba de Namjoon, había venido e hizo que ella se detuviera. No sé qué es lo que él pueda hacer o decirle, pero habló con ella, mientras que en un segundo, me miraron.
No tengo ni idea sobre que le dijo, pero la convenció de venir a la cafetería que estaba enfrente, ella aceptó hablar conmigo.
Miré mis manos encima de la mesa, en silencio, sin saber qué decir, mientras ella seguía mirando por la ventana. Esperábamos a Namjoon que se ofreció a ir por unos cafés para nosotras.
—¿Ese chico es tu esposo?
—¿En verdad te importa? —Mencioné desganada, no debía ser tan borde, ya que por lo menos aceptó hablar conmigo, pero me dolía más el hecho de la poca importancia que tenía hacia mí— Yo quiero hablar con usted sobre otra cosa.
Quedamos en silencio y justo llegó Nam, quien solo me miró de reojo, dejando los cafés frente a nosotras.
—Estaré en otra mesa, no quiero interrumpir.
Asentí, siguiéndolo con la mirada que se sentó a dos mesas detrás. Éramos completos desconocidos, pero seguía dudando sobre porque aceptó.
—Puedes ser mi hija, ya que se te nota bastante el acento de Jeju.
Solté la taza de café, tratando de ser valiente.
—Habla.
Dije sin más. Esta bebió un poco de su bebida, para después jugar un poco con sus manos y dar un largo suspiro dramático.
—Conocí a Chinmae cuándo él era un simple trabajador de medio tiempo en un bar. Nos gustamos, iniciamos una relación y por accidente quedé embarazada de él, por esa razón, tuve que casarme. No sabía que él era originario de Jeju, y me enteré de que había dejado la universidad. Obligada, él quiso regresar a Jeju, ya que sentía que ahí nos iríamos mejor. Era asqueroso, era cerca de la playa, íbamos casi siempre a mercadillos donde apestaba a mar y todo el mundo me conocía por ser mujer del hombre que abrió su propio restaurante bar.
Qué vergüenza siento que ella sea mi madre. ¿Cómo podía expresarse así de mi precioso Jeju? Ja, le daba asco el olor del mar, de la naturaleza, oh Dios mío.
—¿Esa fue la causa para que no sintiera amor por una hija?
—Le planteé millones de veces a Chinmae sobre mudarnos, pero este se negaba. Yo quería más, no solo simple bar de borrachos, comer dos veces al día apenas por falta de dinero. Además, era bastante joven y no sabía muchas cosas sobre criar a una bebe, aunque me ayudaran todas esas viejas metiches del barrio.
—Pues, unas tantas de esas viejas metiches de barrio, me crío mejor de lo que seguramente tú podías hacerlo. Y, si yo hubiera quedado embarazada a los 23 años, te aseguro que hubiese amado a mi hijo en el lugar que sea, y si nos tendríamos que ir a vivir debajo de un puente, lucharía por salir, por darle lo mejor, pero jamás abandonarlo.
Apartó su mirada, sin importancia.
—No lo entiendes. Cuándo cumpliste un año, quería volver contigo a Seúl y pedirle perdón a mi padre, que me dejara volver a la universidad, pero tu padre me mataría si lo separaba de su preciosa hija.
—¿No era yo preciosa para ti?
—Te lo digo, no entiendes. Cuándo estás en plenas circunstancias, no piensas las cosas que haces y solo quieres escapar.
Me sentía tan molesta, indignada, quería decirle todo lo que pudiera.
—Tus excusas son aburridas y baratas. Si tan inmadura te sentías en tal época, ¿por qué no me buscaste cuándo ya te sentías bien?
—De nada iba a servir buscarte —Oh...—. Cuándo regresé, a los meses encontré a un hombre maravilloso del cual me enamoré y prontamente nos unimos.
—¿Él tenía mucho dinero para ti?
Guardó silencio. Miré sus manos, tenía sus uñas pintadas de un color azul y blanco, justo mis colores favoritos. Traté de respirar con tranquilidad, aunque quisiera dar golpes de rabia contra la mesa, queriéndome sentir amada por la figura materna que siempre anhelé tener.
—Lo siento, pero, ¿ya dijiste todo? ¿Ya me puedo ir?
No, no te vayas.
—Siempre deseé que mi madre me diera un abrazo, que me diera un beso lleno de amor y ternura, hasta deseaba tener esa figura para discutir sobre cosas incoherentes, rescatar sus lágrimas, así como ella limpió las mías. ¿Eso es lo que has hecho tú con tus hijos, si es que tienes más de uno, no?
Tal vez ella me hubiera matado por haber trabajado en un durdel, me aconsejaría sobre andar con un chico, me cuidaría tanto, tendría discusiones con mi padre, saldríamos de comprar, caminaríamos al lado de la playa, y como a ella no le gusta, seguramente la llevaría a bosques, mientras le cuento sobre mis pinturas. En una realidad alterna, tal vez eso pudiera pasar.
—Solo tuve una hija, mi querida Dae. Pero mi esposo ya tenía un hijo, cuándo nos conocimos, era bastante pequeño, pero lo críe bastante bien que ahora es un abogado.
Aguanté con todas mis fuerzas una lágrima que estaba a punto de caer.
—Eres una basura, una completa basura.
Murmuré firme, sin ver su rostro, solo sus cuidadas manos. Esta se puso de pie, haciendo sonar la silla.
—Tú no tienes ni un derecho tampoco de insultarme.
Entonces, la lágrima cayó. Me puse de pie, de la misma forma que ella, viéndola directamente a sus ojos, sintiendo mi corazón romperse con su gélida mirada.
—¡Tú no tenías el derecho de traer personas al mundo, para luego abandonarlas! —Mis mejillas empezaron a humedecerse más— ¡Yo solo quería saber que se sentía sentir el afecto más suave, cálido del mundo, en los brazos de alguien que esperaba que me amara, y que todas las cosas que me decían de ti, fueran solo mentiras!
Tomó su bolso, ignorándome. No le importaba para nada.
—Lo único que agradezco, es que mi padre sea ese "desgraciado" de Chinmae, como tú lo llamas. Él es mi madre y padre, lo mejor del mundo.
Esta, salió de la mesa, rodeándola, ahora quedando frente a mí. Me miró con cara burlesca, como si estaba a punto de decir algo malo de mi padre. Y es que estoy segura de que si no hubiese llegado Namjoon, ahora mismo le hubiese dado una bofetada.
Sentí como su cuerpo se colocó al lado mío, tomando mi mano con fuerza. Esa mujer simplemente miró nuestro agarre, y sin más decir, se fue.
Llevé mi mano a mi pecho, tomando mi camisa con fuerza. Las lágrimas empezaron a salir sin parar, el aire me hacía falta. Todo lo que me rodeaba me daba vuelta, mi cuerpo se sentía descontrolado. No sé si sentirme feliz de al menos saber de su existencia, de saber por lo menos que no me ama.
Namjoon me escondió entre sus brazos, pero no podía quedarme ahí, no podía. Hice que me soltara, y corrí, hasta llegar a la puerta donde salí. Miré como se alejaba, quería olvidar mi orgullo, quería correr a abrazarla y al menos cumplir el sueño de Yuna pequeña, de sentir el calor de una madre. Pero debía ser egoísta con ella.
Suspiré, aguantando la respiración, dejando a un lado mi dolor.
—¡Espero no volver a verte, mamá!
Grité sintiendo un fuerte ardor en mi garganta. Esta se detuvo unos segundos, para después seguir caminando. No, no te vayas mamá, yo he esperado todo este tiempo para conocerte, quería que me dijeras que me dejaste por algo más importante.
Di un paso hacia delante, pero las manos de Namjoon sobre mis hombros me detuvieron. No, mami... ámame, aunque sea un segundo.
—¡Yuna! ¡Escúchame! —Se colocó frente a mí, pero simplemente veía a esa mujer a lo lejos, tomando un taxi. ¿Por qué? — ¡Yuna!
—Tengo... tengo que ir.
—¿A dónde? Escúchame cielo, ella...
—No puedo dejar que se vaya —Traté de hacer que me soltara, pero este tomó con más fuerzas mis brazos, reteniéndome— ¡Suéltame Namjoon, sueltamente por favor!
Mi voz se quebró por completo y simplemente pude empezar a llorar en agonía, sintiendo como él sostenía mi cuerpo para que no cayera. Siento que me ahogo, que estoy rodeada de solo mar, ese mar que ella odia, sintiéndome como una basura olvidada, un objeto que jamás nadie amó. ¿Era egoísta al pensar aunque sea así?
Mi pequeña Yuna, ojalá nunca buscarass a tu madre, esa mujer ni siquiera merece llamarse así.
•
Tengo que decir que
lloré escribiendo esto.
—Herbst
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