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024.

Choi Yuna.

Estaba en problemas.

Mi cabeza giraba y no solo por qué ese tonto me dejó casi sin aire, la situación era increíble. No entiendo como mi padre estaba envuelto en tratos sucios con esta gente. No tenía idea de como solucionarlos, podían irlo a buscar, pero si hablaba con la policía, podrían hacerme algo peor, no sé qué hacer.

—Será mejor que te largues.

Escuché que dijo el grandote calvo. Quería hacerlo, pero tenía intenciones de preguntar más.

—¿Qué tratos tiene con vuestro jefe? ¿Qué traición?

—Son asuntos confidenciales.

—Pero...

—Oye, ¿de verdad viniste para eso o para follar con alguno de nosotros?

Tragué saliva por lo que decía, y es que estando o no drogado, ese tipo esa así de asqueroso.

—Sigues siendo un completo bastardo.

—Ay... ¿Por qué tan enfadada? —Abrió la boca en señal de sorpresa— No me digas que tu papito estiró la pata.

Quería abofetearlo y molerlo a golpes, pero sería mejor guardar mi postura, también valoro mi vida, tampoco es como que me darían respuesta, pero cuándo mi padre despierte, lo confrontaré.

Sin más que hacer o decir, me giré para salir de ahí, y mientras lo hacía pude escuchar el comentario más asqueroso que podía decir Baek.

—Maldita zorra, ¿sigues bailando en ese lugar? Buah, tengo unas ganas de pedir una sesión privada contigo y que muevas tu lindo trasero y en mi polla.

Cerré la puerta a mi paso, sintiendo como el calvo ese me seguía, hasta que llegué a la parte de afuera y cerraron el portón. Apreté mis manos formadas en puños, pero no podía aguantar más y las lágrimas empezaron a salir. Suspiré, pero con el acto de sollozar la garganta me dolía más, dejé de caminar y me detuve en el camino, pero ya no estaba tan cerca de ese horrible lugar. Puse mis manos sobando mi cuello, me ardía bastante.

Era más entendible como era que de pronto mi padre tenía bastante dinero, pero no logro comprender sobre la traición y como es que conoce al jefe de esta horrible organización. No esperé en ningún momento recibir una respuesta como esa, aún peor, no sé qué me duele más, lo de mi padre, las heridas físicas, o las palabras asquerosamente humillantes que he escuchado en mi vida.

Limpié mis lágrimas, y saqué mi móvil, encontrándome con miles de llamadas, la que más destacaban era las de Bora, con sus mensajes incluidos. Quería saber que si estaba bien, que tenía algo importante que decirme, pero solo guardé mi móvil. No quería saber nada, así que decidí irme caminando hasta casa, aunque durara más de 30 minutos caminando.

Mi cabeza daba vueltas, tenía náuseas, y mi cuerpo se sentía débil. Era un completo caos todo, un completo caos en el cual estaba involucrada hasta la medula. Había una posibilidad que volvieran a buscar a mi padre si sabían que estaba vivo, o que quieran volver a cobrarle, por qué no tengo idea si les debe dinero, por qué ¿traición?... ¿Qué hiciste papá?

Por llevar mi cabeza hecha un lío, el tiempo pasó volando que ya me encontraba en el barrio, directamente yendo a mi casa que la estaba viendo, pero no esperaba verlo ahí. Namjoon estaba caminando casi sobre su mismo eje, frente a mi casa, hasta que me miró.

Salió corriendo a recibirme, tomándome en sus brazos, abrazándome y luego separándose de mí al instante y justo cuándo su semblante cambió, me acordé.

—¿Yuna? Dios mío, llevo casi cuatro horas esperando una respuesta tuya, apareces ahora y tienes un golpe en tu rostro y marcas en tu cuello ¿Qué fue lo que sucedió?

—Nam... —Sus ojitos estaban llenos de preocupación viendo las evidentes y seguras marcas en mi piel— No te contesté por qué estaba haciendo una diligencia.

—¡¿Qué?! Oh, Dios mío —Llevó sus manos a su cabeza, sin creer lo que veía. Evité mirarlo a los ojos, no sabía qué decir, nadie me asegura que él no estuviese loco para no ir ahí, no quería que le hicieran daño, no a Namjoon— ¡Yuna! ¡Dime que fue lo que pasó!
¡¿Quién mierdas te hizo eso?!

Alzó un poco la voz, y mi labio empezó a temblar, tenía miedo, me sentía tan extraña justo en este momento, todo se estaba acumulando y podía llorar de tanto estrés.

—Deberías calmarte.

—¿Cómo quieres que me calme Choi Yuna? ¡Estoy viendo como la mujer que amo tiene en su mejilla un evidente morete y marcas en su cuello!

Por esto mismo, es mejor decir la verdad desde un inicio. Si le digo todo, ahí irá incluido mi vil y horrible antiguo empleo. Una de sus manos fue a mi quijada para levantar mi rostro, para así mirarlo, no quería preocuparlo... no quería más problemas, no quería nada de esto.

Y cuándo creí que iba a decir algo, todo se interrumpió y él se alejó de mí por culpa de un tercero. Se trataba de Rowoon, quien junto a Bora se acercaron, y este separó a Namjoon de mí. Lo peor fue cuándo miró también mis marcas y lo primero que se le ocurrió en la cabeza, fue atacar a Namjoon.

Bora vino hacia mí, pero me alejé para tratar de detener al neandertal de Rowoon, que justo cuándo le dio un puñetazo a Namjoon, este se defendió con más violencia, como si tuvieran ganas de hacerlo desde hace tiempo.

—¿Qué creen que hacen? ¡Paren ya! —Namjoon lo soltó, así que yo me puse al lado de este— Sois unos dementes.

Bora me miró y sé asustó.

—Yuna, ¿ellos te hicieron eso?

Suspiré. Cuándo sentí la mirada confusa de Namjoon sobre mí, entendí lo que debía hacer. Lo tomé de la mano, y sin importarme que aquellos dos estuvieran ahí, entré a mi casa, cerrando la puerta con seguro al entrar.

Dejé en el salón a Nam, mientras que yo me dirigí al baño. Lo primero que hice, fue verme al espejo, tenía partes moradas y rojas en mi mejilla, pero lo peor era mi cuello. Tapé mi boca, aguantando que los ruidos de mi leve llanto se calmaran, era tan tonta, jamás había sido tan impulsiva como lo fui hoy.

Me lavé el rostro, con un poco de dolor, ya que me ardía la mejilla. Salí, viendo como Namjoon estaba de pie, esperando por mí. Cuándo me miró, suspiró de alivio, caminando hacia mí.

—Lamento tanto haberme peleado con ese tipo, lamento haberte alzado la voz, lamento molestarme. Me gustaría volver a preguntarte que fue lo que pasó, que me digas la verdad, por qué no sé de lo que soy capaz Yuna, no voy a permitir que nadie te levante la mano otra vez ni nunca, pero necesito saber que fue lo que ocurrió.

Asentí, entendiendo. Suspiré con fuerza y le di un abrazo. Sus brazos cubrieron por completo mi cuerpo, haciéndome sentir segura, sin miedo, protegida. Aguanté las ganas de llorar nuevamente. Me separé de él, tomé su mano y la atraje al sofá.

Nos sentamos, entonces, después de unos largos segundos en silencio, me animé a hablar.

—Ya sé quién golpeó a mi padre —Me miró con atención—. Cometí el error de ir a enfrentarlos, lo sé, no hace falta que empieces a decirme que por qué no te lo dije primero, pero quería hacerlo por mí misma.

—¿Ellos fueron los que te hicieron eso?

Su voz me daba escalofríos, estaba tan molesto aunque no lo parecía.

—Yo... entré furiosa y lo primero que hice fue abofetear al primero que vi, entonces este estaba drogado y con justa razón me la devolvió.

—¡¿Justa razón?! —Bufó molesto, ahora sí que se notaba a leguas— No hay justa razón para dar un golpe, jamás, entiéndelo, fuiste ahí por qué ellos casi matan a tu padre, tu reacción fue esa, pero ellos no debían atacarte como lo hicieron Yuna. No justifiques una agresión.

Tomó mi mano.

—Les... les pregunté cosas, las cuales solo tuve como respuesta que el jefe de ellos conocía a mi padre, tenían negocios y mi padre le traicionó. No tengo idea de qué tratos tenía con él, no sé qué pudo haber hecho él.

—¿Cómo sabes donde trabajan? ¿Quién te dijo?

—Rowoon me dijo que mi padre mencionó una organización antes de caer inconsciente. Entonces, los busqué como pude.

Pasó su mano por su cabello, desesperado.

—No tuviste que haber hecho eso, mira como te dejaron. Necesito que me des la dirección de ese sitio.

—¡No!

—¿Qué?

Me miró, confuso. Soltó mi mano, y de pronto sentí que mi mentira hacia él era peor.

—Namjoon, no quiero que te hagan nada malo, tengo miedo de decirte, la policía no hará nada, será mejor dejar esto así.

Relamió sus labios. Separó su mirada sobre mí, para ponerse de pie y caminar por el salón.

—Escucha, no haré nada por ahora, pero te pondré un guardia de seguridad y hablaré con un viejo amigo para que lleve el caso de tu padre.

—No hace falta Nam...

—Así se hará, no voy a permitir bajo ningún concepto que te vuelvan a hacer algo, ya te conocen después de hoy, te pueden buscar o algo.

Me puse de pie para ir donde él, para calmarlo, aunque sea, sentía su cuerpo caliente, seguramente por su enfado.

—Lo lamento.

Abracé su cuerpo, apretándolo con fuerza.

—Cariño, no tienes por qué lamentar algo en lo que no tienes la culpa. Perdóname tú a mí, por no haber estado aquí o acompañarte.

Acarició mi espalda con delicadeza. Y es que lo lamentaba más, por haberle mentido sutilmente, una vez más. Era tan insensata y cruel, pero así estaba mejor, quería protegerlo... o solo era egoísta.








Ingresé nuevamente al salón de clase después de haber ido al baño. Hoy regresé a la universidad, y lo primero que teníamos que hacer, era empezar nuestro proyecto, la escultura. En ese viaje al baño, aproveché para ponerme el overol completo que nos proporciona la universidad.

Me senté frente a mi escritorio, agradezco al menos haber llegado a tiempo, ya que nuestro tutor a cargo estaba dando un par de instrucciones antes de que iniciamos. Todos teníamos nuestro respectivo espacio, pero debíamos compartir los escritorios, a mí me tocaba estar frente a Chaeyoung.

—En cada escritorio están las herramientas necesarias para cortar el barro, que como sabéis ya está cocido y preparado para moldear. Deben tener sumo cuidado cuándo no podáis manejar algo que contenga un material diferente, para ello, pidan ayuda para los instructores que vendrán a supervisar de vez en cuándo.

Saqué de mi mochila una carpeta y la puse sobre el escritorio. Tenía todos los bocetos dibujados, que me darían más ayuda que las fotografías que también tomé. En mi casa aún tenía el lienzo que aún no estaba terminado, ese debíamos entregarlo justo al tiempo que la escultura.

—Herramientas de medir, modelar, la pasta de cerámica, el barro, además el soporte sobre el que montarán la escultura está detrás de vosotros. No creo que haya mucho para explicar, ya que hablamos de lo mismo antes de las vacaciones. Jun y Dae pasarán por vuestras mesas, al igual que yo, para ayudarles a empezar.

Bueno, era hora de ponerse manos a la obra.

Tomé la bolsa donde estaban los materiales que necesitaríamos para montar primeramente el rostro. Se trataban de varillas, crucetas, malla de gallinero y aluminio.

Era increíble pensar que todo este proyecto se trataba de Namjoon, dejando de lado que demostraría todo lo que hemos aprendido en un año entero. Hablando sobre él, durante el fin de semana, durmió en mi casa porque no quería dejarme sola. Eso me hizo sentir protegida en cierta medida... y mal, ya que le sigo mintiendo. Hablamos tanto en estos días, hasta me enteré de la verdad de esa mujer embarazada que creí que él era el padre del bebé -razones no me faltaban-. Él y esa mujer fueron pareja en el pasado y ahora eran grandes amigos.

Uno de los profesores llegaron donde estaba yo, junto a Chaeyoung que parecía seguir viendo sus bocetos.

—Choi, antes de que siga, debe colocar la tubería de plomo en la parte de arriba.

—Sí, así lo hice solo que lo cubrí bastante con la malla hexagonal y lo rellené más de papel de periódico.

Lo miré con atención, para después tomar aquello que yo traté de hacer y mejorarlo, mostrándome que no lo había colocado incorrectamente.

—Debes recordar que si no colocas bien la tubería de plomo, no vas a poder inclinar la cabeza o mover la estructura luego, cuándo necesites modelarla.

Asentí. Fue enfrente de mi compañera, mientras que yo seguí con lo mío. Esto debía quedar bien, ya que más adelante se me complicaría todo. Si no me equivoco, hoy era cuándo debíamos tener las cosas relativamente adelantadas, y luego ir a paso normal, puesto que el tiempo que nos han dado para finalizar el proyecto es el adecuado.

Después de tener en orden el montaje principal, saqué de la bolsa el barro y de inmediato lo pegué sin ninguna forma en la estructura, haciendo que poco a poco todo bajara, elaborando la parte del cuello y el pecho, claro, esto sin aspecto.

No tendríamos las clases de siempre, ahora la mitad de las horas se dedicarían a trabajar en el proyecto, pero en el proceso iba incluido los bocetos, otras asignaturas que ni siquiera hemos acabado el temario.

Coloqué las cosas que había utilizado en su puesto correspondiente, ya era hora de la salida. La verdad es que tenía bastante ilusión para todo lo que íbamos a hacer, demasiada perspectiva positiva. Será emocionante ver la reacción de Namjoon cuándo sea vea reflejado en esa escultura, me pregunto si le llegará a gustar.

Después de lavarme las manos, me quité el overol y lo dejé en mi lado del escritorio. Guardé las cosas en mi mochila, la tomé y salí del salón.

Ahora iré directamente donde Nam, así como siempre, es emocionante estar a su lado, me gusta, me reconforta. Sé que llevamos poco tiempo saliendo, pero más conociendo y tengo miedo de crear un gran futuro a su lado, demostrando cada día como me hace sentir, en los besos discretos y las simples caricias, era un amor que anhelaría que fuera eterno.

Puede ser que todas estas horas mi cabeza solo podía pensar en querer hacer bien mi proyecto, que ni siquiera me percaté en las miradas supuestamente disimuladas, en los leves cuchicheos mientras lo hacían, que noté justo al salir del salón, hasta cuándo caminaba por el pasillo. No había sentido este sentimiento desde esa vez que por culpa de alguien anónimo –que tengo el presentimiento que fue Son–, casi toda mi clase o universidad de se enteró de la posibilidad de que mi exnovio me había insultado a mitad de la calle nocturna, por qué trabajaba en un club "prostituyéndome".

La verdad, poco quiero que me interese todo eso, pasó hace tanto con información distorsionada, tampoco es como que todos los de aquí me cayeran bien.

—Choi —Voltee a mi lado, que estaba Son Chaeyoung— ¿Qué tal? Me di cuenta de que empezaste muy bien tu escultura, ¿lo harás de alguien que conoces?

La miré nada más, hablaba con demasiada confianza. No quería ser una amargada, así que simplemente asentí.

—¿Necesitas algo más?

Me detuve, esperando a que dijera, aunque sea la verdad.

—Sabemos lo que le sucedió a tu padre —No me sorprende—. Alguien estaba en dirección cuándo escuchó una plática entre los adultos, es terrible. ¿Cómo está él?

Fruncí el entrecejo, no acaba de comprender tanto interés que tenía. Suspiré sin más, avanzando en mi camino, hasta salir del edificio, pero fui nuevamente interceptada por ella.

—Oye, espera.

Saqué mis auriculares, conectándolos a mi móvil con ganas de no escuchar más, pero no podía ser.

—¿Qué?

—Lamento mucho molestarte. Quería saber si has pensado en la idea de ir al voluntariado, falta literalmente unas semanas y debes apuntarte.

Cierto, ese voluntariado que parecía un retiro espiritual según ella. Están pasando tantas cosas por casa que ni siquiera recordaba eso, ni tampoco me apetece mucho ir.

—Aún no lo sé.

—Es en octubre, no estoy segura del día, pero tienes tiempo. Piénsalo, y ven, será divertido tenerte por ahí.

Sí, una chica muy sincera, y por su forma de pensar siempre me pregunto si fue ella la que divulgó que yo trabajaba en ese lugar, aunque jamás se mencionó eso, solo que me vieron discutir con mi ex. Bueno, debería dejar eso en el pasado.

Hice una reverencia despidiéndome. Si lo pienso bien, es la única amable de todos, casi nadie se juntaba regularmente con ella, pero a la vez le hablaba a casi todos los de la universidad, hasta a los maestros. Tenía una técnica de pintura fantástica y tétrica, recuerdo cuándo nuestro tutor dijo que le dio escalofríos la primera escultura en miniatura que hizo de calavera, fue gracioso.

Espero no volver nunca al club, anoche fui a recoger mi último cheque y definitivamente ya puedo dejarlo en mi pasado. Bailar era lo que me hacía vibrar, pero no más que demostrar mis sentimientos en mis dibujos o esculturas, así que no es como que dejé algo tan valioso.

Me subí al autobús. Tengo muchas ganas de que sea miércoles, para poder ver a los niños y a los nuevos. Escuché que Suni probablemente esté, ahora que lo pienso... he sido tonta por no preguntar como siguen las cosas con ellas, pobrecilla de mi pequeña.

Agradecí que el tiempo pasó volando, así que me bajé del autobús en mi parada. No tardé mucho al llegar al edificio de mi destino, ya que la parada me dejaba cerca. Pronto me encontré frente a la puerta y que solo tuve que tocar una vez cuándo esta misma fue abierta, dejándome ver a Namjoon.

Se veía tan guapo, justo como ayer y todos los días. Llevaba una camisa de tirante y su cabello pegado a su frente, mojado. Por lo visto acaba de salir de la ducha.

—Llegaste.

Me adentré. Cerré la puerta y fui hasta él para darle un beso en su mejilla, pero cuándo estaba por alejarme, este me tomó de mi cintura acercándome a él para besar mis labios.

—Te echaba de menos.

Susurró entre nuestros labios. Le di una palmada en el pecho para que me soltara, al menos lo hizo. Fui hasta el sofá para sentarme, mientras que él hizo lo mismo. Casi parecía que yo vivía aquí, pero que podía decir, amaba estar con él.

—Creí que estarías trabajando —Negó. Sostuvo su cabeza apoyándola sobre su mano, mirándome detalladamente— ¿Qué sucede? Me asustas.

—Hoy te miras radiante.

Sonreí como una tonta, él era un tonto. Quité mi cárdigan para dejarlo a un lado, pero por lo visto esa acción fue la gota que rebalso su paciencia o algo así. Se acercó más a mí, asustándome.

—¿Qué te sucede?

—¿Por qué vas en tirantes? ¿Así ibas por la universidad?

Oh Dios mío.

—No, hasta ahora me quito mi... mi cárdigan —Me miró seriamente que solo me dio gracia—. Si me lo hubiera quitado, ¿cuál sería el problema?

Alcé una ceja, acercándome más a él.

—Ninguno, el problema lo tendrían todas las personas que te miraron y yo no pude estar ahí. Digo, imagínate que te miren con ojos lascivos como si pudieran tener algo contigo.

Solté nuevamente una carcajada, no sé si eran por sus palabras, por sus gestos o por el cabello en su frente, pero se veía bastante adorable. Tomé su mano y le di un beso en sus labios para que se callara.

—No sé qué te pasa, pero te ves lindo y demasiado obsesivo, soy tu novia, ¿qué más quieres? —Y sin pensarlo, me coloqué encima de él— Puedo estar encima de ti, debajo, donde tú quieras, puedo besarte así —Tomé su rostro y lo llené de besos—, ¿por qué te pondrías así?

Lo adorable cambió a caliente, demasiado. Atrapó mis labios desenfrenadamente, hasta el punto que sentí como introdujo su lengua jugando con la mía. Sus manos traviesas subieron por mi espalda hasta tocar mi piel y llegar a mis tirantes que bajó tanto los del vestido, como los del sostén.

—¿Por qué me dices todo eso?

Murmuró, yendo hacia mi cuello, donde hizo que soltara un gemido. Sus labios gruesos eran mi maldita debilidad, tan húmedos, jugosos que hacían bien su trabajo. Fueron a parar a mis hombros, encaminándose arriba de mis pechos.

—Por qué es la verdad... estás demasiado caliente cada vez que estoy encima de ti.

Solté un gemido cuándo vi como bajó mi vestido sin preguntar y a la vez el sostén, llevando su linda boca a mis pezones que chupó. Me sostuve sobre sus hombros, pero luego tomé su cabello, acariciándolo.

—Últimamente me calientas demasiado.

Vi como un hilo de saliva se despejó de mis pezones junto a sus labios, mojándome por completo, tomando su rostro para que me besara. Hace que quiera tenerlo todo el tiempo, quiero estar con él siempre, que me bese, cuándo quiera, que me toque, cuándo lo necesite, justo como ahora, que sus manos descubran los lugares más escondidos de mi cuerpo.

El señor hoyuelos hacía todo bien. 


herbst

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