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018.

Kim Namjoon

Por alguna razón, el día de hoy se sentía tan tranquilo en el club. No era nada escandaloso. También podría tratarse de que mi cabeza giraba, teniendo solo en mente a Yuna, recordando sus labios contra los míos, sintiendo su piel.

Desde ese día en que salí casi corriendo de su casa, tuve la respuesta perfecta para Jungkook sobre mi supuesta reflexión. Era más claro que el agua, estaba enamorado de Yuna, y algo dentro de mí anhelaba que no fuese algo pasajero. Quería estar con ella ahora mismo, sentir su cuerpo, escuchar su voz, pasar un rato a su lado. Deseaba hacer todo lo que pudiese con esa chica que trae mi mundo de cabeza desde que nos conocimos.

Abrí los ojos, viendo como Wonwoo seguía hablando de negocios. Traté de centrarme en cuándo mencionó que tenía los informes donde confirmaba que mi hermano era quien usaba el nombre de mi padre para realizar trabajos de rara confianza, justos como los de espiarme. También, que él fue quien tuvo la idea de que mi dinero fuese congelado y retirado de la cuenta, que sin ningún motivo, seguía parecieron el nombre de mi padre.

—Hola muchachos. —Miré el cuerpo de Solar acercarse hacia nosotros, haciendo que cambiáramos de tema totalmente— ¿Traigo otra botella?

—Estamos bien cariño.

Y ahora que lo pienso, había alguien de quien no había escuchado hace tiempo, ni siquiera era corriente que la mirara por aquí.

—Solar —Llamé su atención— ¿Sabes algo de Yuju?

—¿Yuju? Creí que te había dejado de interesar. Ella dejará el club al final del mes.

Así que dejará el club. Podría tomarlo como algo bueno, es decir, si tomaba la decisión de tener algo con Yuna, tener a Yuju cerca sería tan incómodo. Sabía que si preguntaba más, Solar diría que era un tema confidencial, por ello guardé silencio.

Tomé mi copa, para acabar de beber todo. No tenía muchas ganas de nada, es que, tenía cosas en mi cabeza, a demás de Yuna, mi viaje a Seúl se acercaba y depende de lo que suceda ahí, tendría que decir si volver a Australia o plantearme quedarme a vivir aquí.

Me levanté después de despedirme de ellos. Era bastante temprano, pero quería dar un pequeño paseo. Pero, antes de salir, di un par de vueltas por el club, tan solo para verla un segundo, sin embargo, no había rastro de ella.

Salí completamente, viendo como JungEun estaba dentro del coche. Me subí a este, asustándola un poco.

—¡Nam!

Hice una pequeña sonrisa. El motor del coche se encendió, y empezó a conducir en dirección a la casa.

—Wonwoo consiguió a un buen abogado, al parecer este me ayudará a que Kim me devuelva mi dinero, o si no le caerá una gran demanda.

Mencioné, viendo como empezó a llover.

—En cualquier momento volverás a Australia entonces.

Tal vez. La verdadera razón por la que ese hombre siempre quiso que volviera, era para heredar el negocio familiar, algo que yo no quería. Ser empresario de ese tipo no era mi sueño ideal, ya tenía mi propia vida en otro país, y así seguiría. No quería ser el tipo que hereda una empresa, que se casa con una mujer que no conoce de nada por qué su padre la escogió, y lleva una vida miserable.

Eso nunca le ha dado el derecho de quitarme lo mío.

—¿Y qué piensas de mi oferta?

La miré a través del retrovisor interior.

—Papá se enfadaría mucho, sabes qué, por qué te quiere mucho y por mis súplicas dejó que viniera aquí.

—Tienes la edad suficiente para hacer lo que quieras, mi tío Seon ho no manda sobre tu vida.

Ni mi padre sobre la mía, por ello decidí llevar la vida que quise. No me arrepiento, pero si me duele que él no sea capaz de comprenderlo. Las constantes humillaciones que recibí de su parte, no eran una ayuda para querer regresar.

—Lo sé. Sabes, estoy segura de que cuándo tengas un hijo, será tan afortunado de tener a un padre como tú.

—No quiero tener hijos.

Confesé, volviendo a las calles ahora mojadas. Las personas llevaban sus paraguas y tenía ganas de salir afuera solo para sentir esas pequeñas gotas caer sobre mí.

—¿Qué pasaría si por fin encuentras una mujer que ames por tu propia cuenta, y ella quiere tener hijos? Será lindo que ambos quieran las mismas cosas.

Encontré a una mujer por mi propia cuenta, pero porque aceptara mis besos, no me sentía seguro que quisiéramos lo mismo.

—JungEun, da la vuelta. Llévame al barrio jib.

Esta sin entender, hizo lo que le dije. A penas llevábamos conociéndonos tres meses, los cuales he tenido la oportunidad de conocerla poco a poco, pero no lo suficiente. Quería eso, quería más de ella.

Le mencioné a Jung que aparcara justo en la entrada del barrio, ya que, por mi parte, iría caminando. Si pasaba directamente por su casa, y su padre está por ahí, me mataría. Dios, recordando ese día, ese hombre daba miedo. Comprendía que los padres eran duros, pero la forma en que le habló a Yuna, me dio ganas de defenderla, aunque era ilógico.

Seguí caminando, pasando enfrente del restaurante, deseando poder entrar con libertad, pero no podría ser. Di un par de pasos, teniendo la oportunidad de ver la parte de atrás de este mismo, solo para encontrarme con Yuna, quien cargaba dos bolsas de basura. Recordé como hace tiempo, también la encontré haciendo esto, empezaba a sentir cosas extrañas, pero esta vez, mi corazón va tan deprisa.

Bufé, mirando que sin ningún esfuerzo tiraba las bolsas a los contenedores. Tan fuerte y tan hermosa, joder, tuve que ir a ayudarla, pero me había quedado absorto viéndola.

Salí corriendo, hasta llegar a ella y sorprendiéndola.

—¡Namjoon! ¿Qué haces aquí?

Mordí mi labio inferior con fuerza, deseando que no fuese un sueño. Sus ojos eran tan negros y grandes, su flequillo perfecto, su rostro igual, sus labios deseosos que no podría dejarlos así, tan vacíos.

—Necesitaba verte.

La tomé por la cintura, atrayéndola hacia mí y besé sus labios. No me importaba sentir las pequeñas gotas caer sobre mi cabeza, solo el tacto de sus dedos fríos acariciando mi nuca. Choi Yuna, mi querida artista perfecta. Daba los mejores besos, podía admitirlo, su calor era lo necesario para asegurar que no pasaría por el duro frío de nuevo.

Su cuerpo quedó contra la puerta, y es que no podía parar. Besé, acaricié como quise, hasta querer bajar a su cuello, pero esta me detuvo.

—Un momento, debemos ser precavidos.

—Yo, necesito hablar contigo —El tonó que había usado sonó demasiado serio, que quise cambiarlo, pero, en cambio, recibí una pequeña risita por parte suya— ¿Por qué te ríes? Es verdad, necesito hablar contigo sobre tantas cosas.

Le di un corto beso en los labios, que hizo desaparecer su sonrisa. Se miraba tan preciosa que no sé cómo podría hablar sin tartamudear.

>>> —¿Sentiste algo?

Volvió a reír.

—No entiendo a que te refieres.

Tomé su rostro y volví a besarla, más suave, de forma más tierna que me hacía perder la razón por como seguía el ritmo. Me encantaba, quería saber si ella sentía lo mismo.

—Yo siento algo cada vez que hacemos esto, quiero saber si tú también lo sientes.

Murmullé. Quería una respuesta, pero no la obtuve, ya que escuchamos la voz de su padre. Me alejé, sintiéndome en el aire por su mirada. Tomó una de mis manos con las suyas.

—Espérame en la entrada del barrio, ya saldré, te lo juro.

Se colocó de puntillas y me dio un beso en mi mejilla. Explotaría aquí mismo, ahora entiendo cuándo Jungkook se queja de que su novia es tan adorable con la cosa más mínima.

Dejé que se fuera, así que yo me dirigí hacia la entrada del barrio. No me haría ilusiones, pero sería un hombre feliz cuándo Yuna me dijera que siente lo mismo, si no lo hace, respetaré su decisión.

Alejé mi vista del suelo, despejando mi cabeza a la vez, me fijé como el tipo con quien se fue Yuna en nuestra cita, venía hacia mí. No me agradaba mucho que digamos, era su ex, alguna razón tuvo que haber atrás para que se separaran.

Estaba por llegar al coche, donde JungEun estaba afuera de este, mirando como yo me acercaba.

—Vaya, es el abusador.

Me detuve en seco, ¿ese tipo se refería a mí? Sentí como mi sangre hirvió en un segundo, podía reventarle la cara aquí mismo, pero me iba a contener.

—¿Me hablas a mí? ¿Te conozco?

—Lo único que tienes que saber, es que soy el novio de Yuna, aléjate de ella.

Solté una carcajada mental. Este se cruzó de brazos, pareciendo tan confiado enfrente de mí. Recuerdo haber estado casi igual una vez en la biblioteca, cuándo no dejaba a Yuna en paz.

>>> —Ya sé lo que hiciste, ¿quién te dio el derecho de entrar a su casa y de besarla o las cochinadas que hayas hecho?

—Oye, deberías calmarte y dejar de decir tonterías sin conocerme.

Un hombre con demasiada irá por dentro y alucín. Bufé, teniendo ganas de irme, ya que JungEun miraba con interés hacia mí.
No fue posible, el tipo puso su asquerosa mano sobre mi pecho empujándome para que regresara a estar enfrente suyo. Simplemente, suspiré, conteniéndome de nuevo.

—Te crees muy listo por trabajar en una biblioteca, pero no sabemos nada de ti. ¿De dónde provienes? Tienes un acento extraño —JungEun empezó a acercarse poco a poco, preocupada— ¿Eres extranjero? Escúchame hombre, aléjate de mi chica, a su padre no le agradas para nada y yo soy su favorito. ¿Entiendes?

Justo cuándo su mano tocó mi hombro para empujarme, mi puño cayó sobre su mejilla. No tengo ni idea si fue porque el suelo estaba resbaloso o por la fuerza que plantee, pero cayó al suelo.

Este no tardó mucho en levantarse, supuse que querría devolverme aquello, y claro que estaba dispuesto a defenderme, pero no pudo ser, ya que la voz de Yuna nos distrajo.

Giré mi cuerpo, para verla correr hacia nosotros, preocupada más que nadie. Deseaba que se detuviera, podría caerse. Creí que iría a ver a ese tipo, pero se detuvo justo enfrente de mí, viéndome con esos mismos ojos grandes inquietos.

—Namjoon, ¿qué ha pasado? ¿Estás bien?

Traté de ocultar mi sonrisa, era inevitable al ver toda su atención en mí, estaba agitada, y solo quería darle un abrazo.

—Este tipo no paraba de empujarme y reclamarte de su propiedad.

Musité. Justo cuándo acabé de hablar, miró al tipo y acercándose a él.

—¿Que has hecho qué? Deja de meterte en mi vida, ya te lo dije.

—Yuna, piensa bien lo que haces. ¿Defiendes a este tipo que fue quién me golpeó? Piensa en tu padre que...

—No tengo que pensar en nadie cuándo tenga que tomar una decisión sobre mi vida. Tú y yo no somos nada, dejamos de serlo hace mucho tiempo.

El tono de su voz era tan firme. Amaba esta forma de ser suya, y a la vez me sentía impotente por no defenderla mejor, pero esto era algo que debía hacer ella.

De forma improvista, tomó mi mano, alejándonos de ahí. Simplemente, la seguí, sintiendo su tacto tan suave. JungEun al darse cuenta, fue directo al coche y abrió la puerta, para que entráramos.

Se mantuvo en silencio, viendo hacia la ventana mientras arreglaba su cabello como siempre. No podía hacer nada que observarla y pensar en todo lo que ha pasado con este tipo, la verdadera razón para que terminaran su relación, si ella sufrió. Llevé mi mano hasta su regazo, donde posaba su mano, para querer tomarla.

Por el apretón, llamé su atención. Sus ojos estaban brillosos que podía reflejarme en ellos.

—¿A dónde vamos? Ese tipo sigue ahí de pie, mirando hacia el coche.

Suspiré, dándome cuanta de ello. Hoy tenía planeado dormir afuera, en un departamento que alquilé hace un mes, ya que no quería que Jungkook y Bora se sintieran incómodos por las noches con mi presencia. Por eso mismo, mi único plan era comer en el club e ir a ese piso.

—¿Has comido?

—No.

Escuché a penas.

—Déjanos en el centro, Eun.

Durante el transcurso, no hablamos nada, así que respetaría. Quería caminar un poco, estar a solas con ella, por eso, justo cuándo llegamos al centro, JungEun aparcó y nos bajamos. Ya no llovía, pero se sentía un poco de aire frío y las calles completamente mojadas. Me gustaba esto de caminar a su lado, dejando las preocupaciones del lado.

—Lo lamento.

La miré confundido. Fruncí mis cejas, creyendo que se trataba de lo que ocurrió antes con ese tipo.

—No tienes por qué disculparte, no hiciste nada malo. En cambio, deberías recordar que estoy disponible para cuándo necesites algo.

Sus ojos cayeron hacia mí, como si fuese un gatito asustadizo. Tragué saliva, sintiendo una inmensa tristeza inexplicable.

Tuve que concentrarme en ver hacia enfrente, si no me caería. Justo me di cuenta de que al final había uno de esos restaurantes tradicionales, en carpa cerrada a la mitad de la cera. Sin importar nada, tomé ahora yo su mano para dirigirnos hacia ahí, y comer un poco.









—Oh, vamos, no mientas Namjoon.

Murmuró casi con la boca abierta, aguantando las ganas de reír.

—Torpe talvez, pero mentiroso no. Recuerdo que después de ese día, ese profesor me odiaba. No era mi culpa que existiera una confusión de idiomas y acabara insultándolo.

Mi pecho se sentía vastamente feliz esta noche. Logré descubrir que lleva toda su vida ayudando a su padre en el restaurante, que literalmente se autollama "llorona" por qué cuándo era pequeña lloraba mucho por cualquier cosa, que también es "torpe", le gusta el baile, que aprendió a tocar el piano. Sentía como si hubiese avanzado más, aunque cambiamos de tema cuándo mencionó a su madre.

—Sabes, anoche me dormí tarde acabando el boceto. Parecerá imposible, pero lo acabé. Tengo que darle un par de retoques, pero es genial.

Serví un poco de soju en mi vaso y a ella.

—Estoy seguro de que es perfecto —Puede ser por su sonrisa, o por el alcohol, pero sentía mi cuerpo caliente. Y hay una cosa que no dejo de pensar, cuándo vaya a Seúl, si no vuelvo... ¿Qué pasará entre nosotros?—. Yuna, aún no tengo la fecha clara, pero tendré que viajar a Seúl.

—¿Algo del trabajo?

Negué.

—Todo mi regreso a Corea del Sur, se debe a mi padre. Son demasiados conflictos que no fui capaz de resolverlos desde antes, por ello me están perjudicando ahora. Debo enfrentarlo, sin alterar su corazón que por lo visto está muy mal.

Era como si lo único real era que no se podía alterar para no sufrir del corazón. Sus palabras bonitas sobre que yo era su hijo, no hacían más efectos en mí. Sí eso hubiese importado sin tener en cuanta solo el dinero, al menos tendríamos una conversación medianamente de padre a hijo.

—Supongo que ha de ser difícil —Asentí, viendo como bajó su mirada hasta su bebida—. Lo lograrás, todo irá bien.

¿Todo saldrá bien? ¿Podré ir y regresar? ¿No la dejaré? ¿Podremos tener algo? Joder, de un momento a otro, todo se empezó a complicar cuándo al principio era sencillo.

Nos dedicamos a terminar de comer, hablando un poco de por medio. Pagué la cuenta después de discutir con ella, ya que esta quería pagar, no lo iba a permitir.

Salimos de la carpa, a sentir como el viento frío nocturno me hizo temblar.

—¿Te llevo a casa?

Llamé su atención, ya que estaba perpleja viendo como los coches pasaban. Me miró, en silencio completo. Frunció sus labios, así que traté de comprender que sucedía.

—No lo sé, ¿qué quieres hacer tú?

—Mm, Yuna, deja de pensar en lo que quieren los demás, mejor piensa en lo que quieres tú.

Dio un paso hacia mí. Tomó la manga de mi chaqueta, con fuerza, viendo al suelo. Tan tierna, como si fuese una nena pequeña a punto de pedir algo.

—Yo... —Coloqué mis dedos en su barbilla para que levantara la cabeza y me viera—, Yo te quiero a ti Namjoon.

Mi corazón palpitó, me quedé sin aire por unos segundos analizando mentalmente sus palabras. Hice que me soltara y, en cambio, tomé su mano, reteniendo mis ganas salvajes de tomarla con fuerza entre mis brazos y besarla.

—¿Qué quieres de mí?

Ahora fui yo quien dio un paso hacía en frente.

—Dijiste que sentías algo cada vez que me besabas, preguntaste que sentía yo. Pues eso siento, siento que quiero cada parte de lo que es Kim Namjoon.

Bufé, alucinando por completo. Sus palabras fueron como un propio beso de consuelo, una respuesta grata de grito para decirme que siente lo mismo que yo. ¡Siente lo mismo que yo!

La atraje hacia mí, pegando nuestros cuerpos.

—Gracias por querer lo que soy, por qué a veces me siento como una caja descompuesta y tú, después de eso, ¿te sientes así?

—Anhelo estar cada día entre tus brazos, y nunca he tenido el valor de decirlo. Esas tres copas ayudaron mucho.

Sonreí, viendo como sus mejillas color carmesí se agrandaban por su gran sonrisa. Había muchas personas en la calle, yendo y viniendo, pero aun así tomé su valentía y le di un beso en sus bonitos y rojos labios. Dulce, delicioso, tierno. Ella me llevaba al cielo solo con esto.

Nos separamos rápido, gracias a ella que puso sus manos sobre mi pecho.

—¿Vamos?





Encendí la luz en cuanto nos adentramos al piso. Había estado un par de noches por aquí, por ello no tenía tantas cosas mías. Debería plantearme quedarme aquí más, digo, si tengo planteado volver.

Le mencioné que podía quitarse sus zapatos y andar en calcetines, ya que no tenía zapatillas ni para mí.

—¿Quieres tomar un poco de agua?

Al ver como asintió, le dije que me siguiera. Halagó repetidas veces lo bonito que era todo, pero era extraño, por qué no había decorado nada, JungEun se encargó de comprar las cosas que hacían falta. Este piso era el mismo que alquilaba años atrás cuándo visité a Jungkook.

Se sentó en una de las sillas, con el vaso de agua en sus manos. Parecía como una niña ajena al lugar de donde se encontraba.

—Namjoon, ¿te quedarás a vivir en Seúl?

Cerré la nevera y me acerqué a ella.

—Claro que no —Sonreí apenas, recordando como hace rato confesó que me quería. Dios, podría darle patadas a mi almohada por la emoción que sentía. Era como si algo cambió—.  Iré a resolver lo que te dije, y regresaré.

—¿Podría ir contigo? Tengo algo que hacer ahí, pero no he tenido tiempo para hacerlo.

Fruncí mi entrecejo.

—Te avisaré cuándo vaya, y compramos el billete de avión.

Se levantó para ir a dejar el vaso al lavaplatos. Mis ojos la siguieron, completamente hipnotizados. Entonces, actuando de forma voluntaria, llegué a donde estaba. Tomé su cintura, haciendo que se girara para besarla.

Me gustaba mucho.

—¿Qué pasa?

Mencionó entre nuestros labios.

—Es que estás tan linda.

Como llevaba falda, no pude levantarla como quería, así que de improvisto bajé un poco mi mano para cargarla de lado. Esta se asustó y sus brazos abrazaron mi cuello con fuerza.

—¡Dios! ¿Estás loco?

Escuché su voz suave chocar contra mi piel, así que solo me reí.

—Un poco, por ti, por tus labios, por tus manos, por tu piel.

Su rostro apareció, todo para que cruzáramos mirada. Me gustaba esto de tenerla cargada entre mis brazos, casi ni sentía que pesaba.

—Eres muy bruto, ¿que tienes planeado hacer?

Acerqué mis labios a los suyos, di un pequeño beso, todo para tener la oportunidad de chupar su labio inferior.

—Todo.

Di media vuelta, dirigiéndome hacia el pasillo de las habitaciones, aun teniéndola en mis brazos, aprovechando a besarla. Era adicto a todo lo que era ella, desde esa primera noche que nos acostamos, había sido el mejor sexo que recordaba. Lo hacía tan bien, era tan buena. Sus manos acariciando mi piel de forma suave, delicada.

Abrí la puerta, adentrándome en la habitación donde solía venir a dormir. La bajé, entre quejidos por la excitación. Ella me quitó mi camisa con necesidad de más, así como yo levanté su sudadera dejándome verla solo en sostén.

Dio pasos torpes hasta la cama, alejándose de mí, pero la alcancé. Tomé su cuello para llenarlo de besos, mientras mi mano bajaba a quitar su cinturón y desabrochar su falda.

Gemía tan agradable, tanto que me puso duro.

Agradecía volver a tenerla así, por qué estaba olvidando la forma de su cuerpo. Era jodidamente hermosa, que quería tenerla solo para mí, que sus manos fueran las únicas que acariciaran mi rostro.

Dejé que cayera en la cama, y yo sobre ella. Se sentía más cercano esta vez, con más deseo, con más dulzura. Como pude, quité su sostén, dejándome libre de ver sus bonitos pechos. Disfruté como un loco llenándola de besos húmedos desde su clavícula, chupando sus pezones, bajando por su ombligo, hasta llegar a sus bragas. Las deslicé por sus suaves piernas y regresé a mirar sus ojos negros, llenos de lujuria.

Relamió sus labios y me quedé tan loco por lo agitada que parecía, y aún ni habíamos iniciado.

Haría que esta fuese su mejor noche.

Herbst

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