016.
Choi Yuna
Regresé de dejar un par de platos de comida, en una de las mesas del final. Dejé la bandeja sobre el mostrador.
En los últimos días, solo me he dedicado a estudiar, ir a trabajar y ayudar a mi padre en el restaurante. Los días han sido tan pesados, demasiada presión. He tratado de sobrellevarlo, pero me preocupa el ritmo que llevaré dentro de dos semanas, cuándo me toque iniciar con el proyecto.
Había estado tan concentrada en las necesidades del hogar, que ilógicamente se me olvidó pensar en mis sentimientos. Después de que me intoxiqué con alguna comida, a penas pude trabajar en el club, que fue un fastidio, ya que no obtuve suficientes ganancias. Al menos agradezco que no tuve problemas con la escuela, por qué los niños habían entrado de vacaciones. Estuve tomando tantas pastillas, que solo me hacen sentir más cansada.
Aproveché a dibujar un par de garabatos cuándo no me sentía inspirada, y leer por encima un par de libros que ni siquiera acabo.
Levanté mi cabeza ante el extraño escándalo. Alguien en la mesa de al lado donde había atendido recientemente, un hombre estaba gritando y alterando a las personas. Di la vuelta al mostrador para acercarme un poco.
—Lo lamento, señor, ¿ocurre algo malo?
Este, un poco desorientado volteo a verme. Soltó el cuello de la camisa de la persona que estaba a su lado. Me asusté un poco por la forma en la que me observaba.
—¿Dónde diablos está el dueño?
—Justo ahora no se encuentra, tenía que ir a comprar ingredientes para...
—Ese maldito desgraciado, dime donde lo encuentro mocosa. —Su cuerpo vino directamente hacia mí, lo que me hizo retroceder. Los demás clientes parecían estar nerviosos, por ello me tocaba mantener la calma. Tragué saliva, al no saber qué hacer más que calmarle. — Por lo visto trabajas aquí, ¿no eres la misma puta que baila en el club ese famosillo?
Mi cuerpo tembló, me hacía falta el aire. Me sentía sumamente avergonzada por sus palabras, teniendo en cuenta todas las miradas y murmullos de fondo.
—Por favor, señor, le pido que se retire.
Rogué tratando de mantener la calma.
—El estafador de Chinmae tiene a una puta trabajando en su bar, tiene sentido.
Mi labio inferior empezó a temblar de la impotencia que me estaba dando, no tenía idea de como defenderme, digo, cualquier cosa que dijese podría hacerme quedar en más vergüenza. Mi cuerpo tembló más en cuánto sentí a alguien pasar a mi lado e irse hacia aquel señor.
Se trataba de Rowoon. Tomó el brazo del hombre con fuerza, pasándolo detrás de su espalda, haciendo que se quejara porque lo lastimaba.
—¿Qué cree que hace señor? No puede venir a hacer un escándalo a este lugar, así que váyase ahora antes de que lo saque a golpes.
Lo lanzó hacia enfrente, haciendo que se cayera al suelo. No podía quedarme ahí, sentía como si mi cuerpo ardiera de la vergüenza del momento. Me metí a la cocina, para poder tranquilizarme. Me sentía realmente mal, digo... no me quiero imaginar la vergüenza que sería para mi padre, saber que su pequeña hija siempre estuvo trabajando en un club donde van hombres a codiciar mujeres semidesnudas.
Fruncí mis labios, recordando los ojos de decepción que tuvo Rowoon al encontrarme en ese sitio, y si Namjoon se llegase a enterar de que Yuna y Yuju son la misma, ¿me insultará igual?
Sentí un toque sobre mi hombro, lo que hizo que tomara una sartén alzándola hacia Rowoon, que no sabía que era él.
—Tranquila, ya lo eché. —-Tomó la sartén, dejándola en su lugar. — Quiero hacerte una pregunta, ¿has viste a ese tipo en el club?
Negué. No sé en qué momento pudo verme, ya que últimamente solo pasaba en el club trasero.
—Yuna, yo quisiera decirte que lo lamento.
Volví a verlo, tenía sus cejas enarcadas y sus ojos levemente cristalizados.
—¿A qué te refieres?
—Estaba dolido al ver que la confianza que decíamos tener, se esfumó al confirmar los chismes de que trabajabas en ese sitio. Solo pude hablarte con palabras hirientes que destruyó por completo nuestra relación. —Quise intervenir, no quería recordarme de aquello, pero siguió hablando— Días después de lo que sucedió, no te busqué por qué maldecía el momento en que te insulté, pero me arrepiento cada día. Eras alguien tan especial en mi vida, y lo sigues siendo.
—Rowoon... —Susurré. Tomé su mano, y por primera vez no sentí la necesidad de reprocharle por algo, decirle lo mucho que me dolió, solo me puse en su posición. Nunca pensé que se sintió dolido también, fui egoísta— Yo también debería disculparme, por engañarte de esa manera, por...
—Está bien, los dos tuvimos la culpa en cierta manera.
Suspiré, aguantando las ganas de llorar. Era como si todo el estrés de estas tres semanas me estuviesen consumiendo, y esto derramó ese vaso. Al menos, Lia suele llegar en los mejores e inoportunos momentos.
—¡¿Chicos, que hacéis ahí, hay muchos clientes?!
Sobé con cuidado mi hombro, me dolía bastante. Mi padre quiso que regresara a casa a descansar, al enterarse por un cliente que me habían insultado. Por lo visto ese hombre le cobraba a mi padre un dinero de hace años, o algo así.
Mañana lunes tenía que salir temprano de casa para hacer ejercicio, ir al mercado a hacer la compra con mi padre, limpiar la casa, ayudarle en el restaurante, estudiar e irme al club. De alguna forma encontraría la manera para realizar todo.
En vez de ir directo a casa, me desvié un poco hasta llegar al parque del barrio. No había muchas personas, ya era un poco tarde.
Debería volver a plantearme eso de dejar el club, buscar algo más adecuado. Hoy había pasado lo de ese señor, y si dentro de una semana llega otro y me reconoce de verdad, sería expuesta ante todos los ojos críticos que me conocen y hasta los que no. Puedo creer que hasta esa mujer me odiaría más.
Y sobre él, sobre Namjoon todo es confuso. Me lo encontré el viernes discutiendo con un tipo en el club, y considerar que fue una buena decisión decirle que ese suceso de nosotros, casi teniendo sexo, nunca pasó, que no nos acercáramos más. Era un agobio pensar sobre mis sentimientos como Yuna, como para que este también se fije en mí como Yuju. Un grave error.
Maldita sea.
Escondí mi rostro en mis manos, sin saber qué hacer. Era como estar atrapada en mis propios sentimientos, tenía miedo de ver como acabo por joderme yo misma, por no tener cuidado con mis acciones. Todo era una mierda sin sentido, ¿qué premio obtendría por acabar la universidad, por ayudar a mi padre en todo, por ganar todo el dinero en ese club, para resultar ser llamada una puta? No sentía el verdadero gusto, no sentía que alguien al final del día se sentiría orgulloso.
—¿Yuna?
La libertad de largarme de aquí sería gratificante, encontrarme conmigo misma, buscarla a ella y preguntarle por qué me dejó aquí. ¿Acaso sospechaba que acabaría siendo desafortunada en todo? Seguro sentirá asco de haber dado a luz a alguien como yo, tan inestable, tan inútil.
—¡Hey, Yuna!
Alejé mis manos, para encontrarme a Namjoon de cuclillas, justo enfrente de mí. No entendía qué hacía aquí, ni siquiera sé cuándo llegó. Los dedos de su mano se pasaron de manera suave y delicada por mi mejilla, limpiando por lo visto las lágrimas tontas que solté.
No comprendo, pero sus ojos parecían tristes, y ni siquiera dejó de verme en algún segundo. Mi corazón latía tan rápido, que estaba segura de que un doctor se sorprendería. Después de no verlo por dos semanas enteras, supuse que había vuelto a irse, hasta que nos encontramos en el club. Sospeché que así como aceptó no acercarse a Yuju, como Yuna tampoco querría.
—¿Ocurre algo? ¿Por qué lloras? Ni siquiera me escuchabas mientras te hablé. Dime algo por favor.
Es como si en verdad se preocupara por mí.
—Namjoon
Musité. Este trataba de hablarme por medio de su mirada, buscando respuestas, pero el nudo de mi garganta era más fuerte y me eché a llorar de nuevo. Me sentía tan herida, los insultos de ese hombre me dolieron, solo abriendo heridas antiguas de Rowoon, teniendo pensamientos lejanos de mi padre, enterándose y creando alucinaciones de una madre presente, que me abandonó.
No soy capaz de formular alguna palabra que defina como me siento. Puedo hacer cerámica, puedo dibujar, pero, ¿realmente soy buena en ello? ¿Conseguiré un buen empleo? ¿Seré el verdadero orgullo por los demás?
Fui completamente reemplazable por todos.
Mi cuerpo fue atrapado por el suyo, era como sentirme tan pequeña entre sus brazos. Apenas logré oler su fragancia de flores, ya que mi nariz estaba tapada por llorar. Su mano subía y bajaba por mi espalda, mientras que su cabeza se apoyaba por sobre la mía. Supongo que al sentarse en la banca, yo parecía más baja.
Conseguí calmarme un poco, recuerdo cuándo me quemé y él estaba ahí, no puedo negar que lloré un poco aunque lo disimulé. Estoy cansada de llorar por cualquier cosa, pero esta vez era imposible aguantarme.
Puse mi mano sobre su pecho, para separarme poco a poco, todo para encontrarme con su rostro de cerca y ahora sin su gorra.
—Lo lamento, mi padre suele decirme que tengo corazón de pollo.
Sonreí, tratando de limpiar sin ganas mis lágrimas, todo para que Namjoon me detuviera y él acabara con algún rastro.
—No sé por lo que estés pasando, tampoco tienes por qué decírmelo si no quieres. Pero escúchame, si te aguantas tanto las ganas de llorar, pasará justo como hoy. No pasa nada que llores, no tienes que lamentarte. Puedes hacerlo cada vez que te sientas mal, eso no te hace débil, te hace más fuerte. Esto es la vida, y el llanto funciona para la crueldad y para la felicidad.
Asentí. Bajé la cabeza, inquieta por mis nuevos pensamientos que no me servían para nada. Traté de jugar con mis manos, pero Namjoon tomó mi barbilla para que lo mirara, y puedo jurar que mi mundo giró completamente, quedando de cabeza, recordando la de veces que sentí sus labios.
Solo amigos, eso éramos, eso debíamos seguir siendo. Alejado de Yuju, y solo amigos de Yuna, ¿No?
La cercanía me estaba matando, su agarre en mis manos me confundían así como el día que salimos con Suni. Traté de soltarme, sin tanta fuerza, buscando la manera de cambiar de tema.
—Gracias Namjoon —Expulsó una sonrisa, provocando la aparición de sus hoyuelos— Creo que sería mejor, que hablemos de ti. Ha pasado mucho tiempo desde que no nos vemos, ¿cómo estás?
Debía mantenerme una línea y no cruzarla.
—Pues, estuve por Busan. Estuvo muy bien, me ayudó a pensar. Sobre todo, fui a museos que estoy seguro de que te hubiese gustado acompañarme, ah, compré tres libros, acabé dos, así que podré prestarte alguno para que charlemos de ello.
Sentí picazón en mis ojos de nuevo, por haber llorado antes. También por qué me gustaba la forma en la que hablaba de su viaje, en como se expresa y acaba con un "deberías ir, podría enseñarte", "te lo prestaré", "pensé en ti". Me hacía sentir por un segundo, especial.
—Me gustaría ver esas fotos que tomaste.
Olvidé mi tristeza, olvidé el vacío y el dolor. No era normal, o talvez algo en él hacía que el mundo fuese insignificante cuándo estaba a su lado.
—Estaba planeando invitarte a salir, pero como te encontré hoy, aprovecho para decírtelo.
—Acepto.
Sonreí, pensando en que debería usar ese día.
•
Salí de mi habitación, mientras me colocaba mi chaqueta. Repasé mentalmente si había algo que olvidaba, pero llevaba todo en mi bolso.
Llegué hasta la mesa de la cocina, para leer la nota que me dejó mi padre antes de irse. "Llegaré tarde hoy, tengo unos asuntos importantes que atender" Solo espero que no esté estafando a nadie, para luego pagar yo la deuda.
Fui hasta la entrada, para colocar mis zapatillas. Me sentía segura de que este día no iría fatal, no todo estaba yéndome mal últimamente. El lunes, hablé con Solar sobre la idea de que quería dejar el club, dijo que lo aceptaría cuándo estuviese lista. Disminuiré las horas primero, y cuándo esté a punto de volver a la universidad, renunciaré.
Debía cambiar, si quería sentirme bien conmigo misma. Esta decisión la tuve que tomar hace tiempo, nunca tuve que volver ahí mucho menos.
Me encargaría de divertirme hoy, junto a Namjoon.
Él no me había dicho que haríamos, pero que sería agradable. Y me sentía más que ansiosa al verle fuera de mi casa, siendo tan sencillo. Giró su cuerpo, al escuchar el sonido de la puerta cerrándose.
—¡Yuna!
Fui hasta él, regalándole una reverencia.
—¿Llevas mucho esperando? —Negó— Pues, vámonos.
Caminamos hasta llegar a la parada de bus. Me dijo por encima que debíamos pasear por la ciudad, hasta que decidamos qué comer. Todo era de improvisto, que se volvía cálido.
No puedo negar que aquel sentimiento no eran broma. Cuándo lo conocí, mi deseo era tan carnal, y ahora va más allá.
Nada era incómodo, solo amigable. Existía silencio en el que nuestras miradas se encontraban, haciéndome entender lo revuelto que ponía mi estómago. Charlamos sobre que conocía a Jungkook desde pequeño, que mientras estaba en Busan, logró subir una montaña, que compró una pintura y no estaba seguro donde colocarla.
Le mencioné que deberíamos ir a comer carne, tenía ganas de una gran ración. Después de ponernos de acuerdo a qué restaurante ir, él recomendó uno.
—Namjoon —Susurré mientras miraba la fachada del lugar. Estaba segura de que lo que se pagaba por un plato de comida, era la mitad de lo que me pagaban en la escuela. — Conozco otro sitio que venden...
—Te aseguro que no te vas a arrepentir. La primera vez que vine a Jeju, visitaba mucho este sitio, es exquisito.
Sonreí apenas, siguiendo su paso. Tuve razón, el sitio era completamente sofisticado, vaya que sí. No tengo duda por el simple hecho de que era al lado del centro, donde hay locales de dinero.
Namjoon se encargó de pedir una mesa, y nos dirigimos a esta misma. Me sentía cohibida, pero al menos ver como este simplemente tomaba la carta del menú, me tranquilizaba.
—¿No crees que estábamos un poco informales?
Me miró y frunció el entrecejo.
—Lo que creo, es que estás muy hermosa. A tu lado, yo parezco tan informal. —Relamí mis labios, sintiendo tan caliente mis mejillas. Tomé la carta ahora yo entre mis manos para poder leer que comer. — No te preocupes por el precio que veas, yo lo pagaré por qué escogí el sitio.
Asentí.
Por un momento, mientras comíamos, las ganas de levantarme y sentarme sobre su regazo para besarle, se hacían más fuertes. No sé qué me sucedía, pero verle se volvía difícil cuándo no cruzábamos palabra. Tomaba de vez en cuándo su copa entre sus largos dedos, llevándolo hacia sus labios y solo podía recordar la forma en la que nos besamos en su habitación.
Me gustaba Namjoon, negarme ante mis deseos me hacían sentir débil. Pero éramos amigos, tampoco sería justo que él estuviese con alguien como yo, ¿no? Estaba harta. Por qué hayamos tenido sexo y que parecía que él lo disfrutaba, no tiene como respuesta que tenga un sentimiento como yo, aparte de querer besarle siempre, o estar escuchándolo siempre.
Al menos logré distraerme cuándo le platee la idea de alquilar unas bicicletas, algo que le encantó.
Nos alejamos bastante, llegando al campo cerca del mar. Todo se veía hermoso, pacífico, que me llenaba de vida. Jeju era tan hermoso, mucha gente lo criticaba, algunos habitantes preferían grandes ciudades como Seúl, pero todo era tan familiar que se me hacía difícil hacer una vida en otro sitio.
El día estaba siendo tan ameno –olvidando la intensidad que tuve en la comida–, Namjoon me hacía sonreír sin parar, y cuándo yo hablaba, guardaba silencio y me miraba con grandes ojos, prestando atención a cada palabra que decía. Nuestros pies dolían, así que nos detuvimos en el puerto, donde nos quedamos por un largo rato, mientras bebíamos dos latas de cerveza.
—Sabes —Dejé de ver el inmenso mar para verle—, en verdad quería que fuéramos a un museo, pero por alguna razón estaba cerrado.
Llevó la segunda lata de cerveza hasta sus labios.
—Podríamos ir otro día. Creo que hoy hemos hecho muchas cosas, caminamos, comimos, entramos a tiendas a probarnos cosas que ni siquiera compramos, viajamos en bus, anduvimos en bicicleta hasta llegar aquí. Fue agradable.
Mencioné, enrollando mis piernas. Metí mis manos en los bolsillos de mi chaqueta. Últimamente, entre más pasaban los días de agosto, más bajaba la temperatura por la noche, y es que ya se podía ver el sol luchando por esconderse.
—¿Fue un buen día?
Asentí sonriendo, viendo cómo él también lo hacía. Tomé la bolsa donde teníamos las cosas que compraros en el supermercado. Saqué un paquete de peperos y lo abrí. Saqué uno y lo metí a mi boca, para ofrecerle a que cogiera y eso hizo.
No puede ser. Dejé de comer, recordando que debía empezar lo más pronto posible con mi boceto, eso significaba que Namjoon posaría para mí. Mantenía la boca abierta, pensando que tampoco tenía nada preparado.
—Mierda
Susurré.
—¿Ocurre algo?
—Sí. La semana que viene tengo que empezar con el boceto de mi proyecto, para lo de la estatua y es que, no tengo nada. Es un caos, realmente un caos. Si no empiezo pronto, estaré atrasado, algo que no me gusta estarlo. Debo dejar de descasar y esforzarme más, ya que así ganaré tiempo para que el profesor me dé más días cuando tenga que hacer la estatua. Oh por Dios.
Suspiré. Me volví un caos en un segundo, pero me desesperaba.
—Tranquila, estoy seguro de que te resultará todo perfecto. Además, me ofrecí como dos veces para ser tu modelo. Eso sigue en pie.
—Lo lamento, me exalté muy rápido.
Soltó una carcajada que me dejó helada. Habría un gran problema el día que iniciará el boceto, empezando que sería en mi casa.
Tomé otra cerveza de la bolsa, la última. No nos pondremos borrachos, pero al menos debía quitarme la maldita imagen mental de un Namjoon desnudo posando para mí. Joder, eso no podía pasar.
•
Fue divertido ver la forma en la que llegamos a salvo a casa. Digo, regresar en bicicleta hasta el lugar donde las alquilamos, fue tan gracioso, ni dejar de lado cuándo estuve a punto de caerme y Namjoon se tuvo que detener para ayudarme. Esas dos latas parecían tener efecto.
Lo que me cautivó más, era el agarre de manos que teníamos desde que bajamos del autobús. Me confundía tanto, "amigos" "amigos", un amigo al cual quería soltar su mano para que me tomara mi cuerpo para empezar a besarnos.
—Supongo que me mandarás un mensaje para decirme cuándo empezamos lo del boceto.
Lo miré mientras caminábamos.
—Cuándo sepa que día puedo, te lo diré.
Peiné mi flequillo, ya que seguía sintiendo que traía el cabello desordenado por ir en bicicleta. Sentí la mirada de Namjoon sobre mí, que me avergonzó. Soltó mi mano y sé detuvo, quedando justo enfrente mi.
Quedó unos segundos mirando mi rostro, hasta que ahora era él quien movía mi flequillo, ordenándolo mientras hacía muecas extrañas en su rostro que me provocaron que soltara una sonrisa. Acabó tomando mi cabeza con ambas manos, mirando mis ojos, aunque se suponía que revisaba mi cabello.
Tragué saliva, volviendo mis manos en puños, por la impotencia. Sus ojos eran tan bonitos, sus labios... hasta el tacto suave que de pronto fue bajando hasta tener sus manos en mi cuello, mientras sus pulgares acariciaban mi mejilla.
Un carraspeo hizo que Namjoon me soltara con rapidez. Agradecí de que no fuera mi padre, no estábamos enfrente de casa, pero de igual hubiera podido ser él. Se trataba de Rowoon.
—Yuna, vengo de tu casa, tu padre me dijo que no estabas.
—No, no estaba. —Respondí. Miré a Namjoon, quien solo miraba a Rowoon de la misma forma que este lo hacía. — Namjoon, gracias por hoy. Nos vemos.
Su mirada regresó a mí, sonriéndome. Hizo una leve reverencia y simplemente se retiró. Quise ver como se alejaba, pero la voz de Rowoon me llamó.
Por lo visto, tenía algo que decirme, así que simplemente acepté caminar un rato con él. Desde el domingo que por primera vez hablamos sin discutir, trata de hablar más conmigo, pero sigue sin interesarme del todo. Fuimos tontos en el pasado, y todo se quedó y quiero que se quede en el pasado.
—Está haciendo un poco de viento fresco ya —Solo respondí con un "mmju", siguiendo su paso hasta llegar al parque del barrio— Siento que he visto a ese chico en otro sitio, ¿es el mismo de una biblioteca? ¿Es tu amigo?
Suspiré. Me senté en la banca, haciendo lo mismo que él.
—Rowoon, si tienes algo que decirme, hazlo.
—Solo quería saber si estabas bien. El domingo me dolió verte tan decaída, y los próximos días casi igual.
Seguía siendo considerado.
—Estoy bien, te lo prometo. ¿Tú como has estado? ¿Todo bien en la universidad? Escuché que estás a nada de graduarte.
—Deseo que pase eso pronto, mi padre insiste que ya acabe la carrera, que deje el restaurante y vaya a trabajar con él.
—No estaría mal hacer eso.
Cuándo llegara a casa, lo primero que quería hacer era tomar una ducha y acostarme a dormir, pero estaba en un parque, con frío, y Rowoon a mi lado en silencio. No había nada que pudiéramos hablar, no me apetecía nada ser su amiga o algo.
—Yuna —Voltee a verlo. Sus ojos estaban extrañamente fijos en mí y sentado más cerca— Hay otra razón por la que te buscaba.
Esperé una respuesta, pero no que acabara de acercarse tanto, hasta el punto de tomar mi rostro para pegar sus labios a los míos.
¿Qué diablos hacía?
.
—Herbst
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