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014.

Kim Namjoon

Pasé casi todo el día en el hospital, viendo la forma en la que mi tía arruinaba su vida, en la que hizo que mi pequeña Suni se envolviera en conflictos de adultos. Sinceramente, no tenía idea de como acabaría todo aquello. Me afligía pensar que acabaría al final del día con su vida.

El estrés me consumía, así que creí que sería buena idea pasar por el club, pero sin ruido. Tenía ganas en ese momento de ver a Yuju. A pesar de que me sentía mal, por Yuna, ya que debía admitir que me gustaba pasar rato con ella.

Completamente jodido.

Pedí una sala, bajo otro nombre, pidiendo a Yuju, todo para que Solar no me dijese que no. Debía de sentirme mal por ver la silueta del cuerpo de Yuju, sin dejar de pensar en el de Yuna, en su cálida piel, tan suave y con escalofríos cada vez que mis labios rozaban en ella.

Tragué saliva, calmando mi ser. No podía ver parte de su rostro –sin contar el antifaz–, ya que estaba aún lejos y las luces seguían apagadas, menos por la luz del panel. Se había hecho algo en su cabello, tenía rizos y vaya que se venía atractiva.

No sabía como actuar mientras se acercaba, y más cuándo cruzamos miradas. A ella no le importaba que fuese yo, seguía haciendo su trabajo. Tenía puesto algo que parecía un vestido roto, con agujeros, pero no estaba seguro si llevaba algo por dentro, ya que cuándo se giró, su espalda estaba desnuda hasta lo bajo, solo tiras del vestido.

El ritmo de la música cambió, provocando movimientos menos suaves y más bruscos. Gracias al vestido que llegaba a sus mulos, su trasero se movía tan bien que me haría perder la razón. Se tiró al suelo, en cuándo llegó hacia mí. Seguía de espaldas, ahora en a horcajadas, para luego tirar su torso hacia enfrente, regalándome un vista preciosa de sus bragas color crema.

Cada vez me sorprendía lo caliente que era esta mujer. Con justa razón todos esos hombres susurraban para ellos como la quisieran tener. Y yo no era la excepción. Me sentía mal, pero aquello provocaba más ganas de acercarme a Yuju.

Puse mis codos sobre mis muslos, encorvando mi espalda para verla. Lo mejor de todo, que cuándo hacía su trabajo, era tan coqueta. Sus piernas se abrieron, quedando frente, de nuevo cara a cara. Gateó un poco hacia mí, y mis manos cosquillaron por tocarla de la misma en la que ella se tocaba. Su mano subió moviendo sus senos en el proceso, yendo hacia su cuello y moviendo su cabello.

Llegó mi parte favorita, en donde se puso de pie y yo simplemente acomodé mi cuerpo sobre el respaldar. Bailaba tan bien, tan asfixiante que llevé mi mano al nudo de mi corbata para aflojarlo. Sus caderas por lo visto eran una perdición, cada vez que las movía con esa facilidad.

Sus piernas lisas vinieron hacia mí de nuevo, y sin pudor se sentó sobre mi regazo. Al tenerla encima de mí, confirmé que tenía un sostén que cubría poco sus senos, pero se miraba tan ardiente, la música era un aliado.

—Así que volvimos a estar así.

Susurré. Creí que se bajaría, pero, en cambio, sus manos tocaron mi pecho, mientras sentía como movía su trasero.

—¿Por qué siempre tienes que hablar?

Solté una pequeña risa. No sé qué pasaba esta noche, pero me estaba dejando llevar. Sus piernas se acomodaron mejor a cada lado, acercando su cuerpo al mío, y me di cuenta de que dejó de bailar, hasta la música había acabado. Simplemente hacíamos contacto visual.

Vacilé si hacer algo, pero ella fue más rápida. Su mano fría fue hasta mi cuello, solo para tomarlo de ayuda al levantarse y quedar de rodillas. Alcé mi vista, viendo como lucia como una jodida diosa. La música volvió a sonar y aun estando encima de mí, aquello no impidió que bailara tan exótica.

Movía su cabello como si fuese la fuente del hechizo en el que me estaba envolviendo. Sus rizos daban otro aire, su ropa lo hacía, y sus mismos labios rojos jugosos también. No sé en lo que estaba pasando, en lo que pensaba, en lo que sería capaz de hacer. Solo era una pequeña distracción por mi día, pero se estaba convirtiendo en una noche que jamás olvidaría.

Cuándo menos lo esperé, mi mano tocó su pierna y subió hasta llegar a su trasero. Improvisadamente, no esperé llegar a aquello, peor a masajearlo en la forma en que empecé a hacerlo mientras se movía.

Volvió a coger mi cuello, acercándose a mí. Sentí su respiración, me volvería loco. Giré un poco mi cabeza para ver mi reloj, joder, aún me quedaba mucho tiempo en esa habitación.

Me centré nuevamente cuándo su mano tocó el nudo de mi corbata, para acercarme a sus labios. No me pude resistir, si aquello era ilegal, lamentablemente estaría dispuesto a pagar la deuda e ir a la cárcel, por qué ella lo quería y yo más.

Besé aquellos lindos labios rojos, moviéndose con desesperación. Metí mi lengua dentro de su boca, buscando la suya con necesidad. Hice que bajara a sentarse sobre mi regazo y justo manosee su trasero con fuerza.

Toqué su cabello con mi mano libre, madre de Dios, era tan sedoso.

Escuché un pequeño gruñido por parte suyo cuándo mordí su labio. Debía detenerme. Ahora.

Tocó sus labios en cuándo nos separamos. Esa tonalidad fuerte había desaparecido. Nuestra respiración era agitada, queríamos seguir, pero debía detenerlo.

—¿Por qué me besas?

Solté su trasero, debía soltarla completamente. No podía estar besando a alguien mientras pensaba en otra. Joder. Eran dos personas distintas, pero sus labios me envolvían en la más deseosa excitación.

No respondía, simplemente me miraba. Tenía la opción de hacer que me levantaba para poder salir de ahí. Ya no estaba estresado, pero sí obsesionado.

—Solo fue un beso. No significa nada.

—Nos hemos besado más de una vez.

Solté.

—No significa nada. Podría besarte las veces que sean, no significan nada.

Era tan fría, justo como la sentía sobre mí.

—Bésame otra vez entonces.

Si no significaba nada, podía besarla tantas veces, quisiera, ¿no? Idea errónea, pero para mí, por qué para ella no, ya que después de fruncir sus labios, vino a mí para besarme. Tomé su espalda, mientras esta tomaba mi rostro entre sus manos. Era momento de olvidarme de Yuna, y solo pensar en la mujer que tenía encima, que desde el primer momento en que la conocí, me volvió loco.

Volví a masajear su trasero, moviéndolo con ambas manos, con ganas, con deseo. Sentí un poco estorboso su antifaz, ya que quería besar mi cuello y aquel estorbo pinchaba mi rostro. Hice que se detuviera, así volver a besarla. Todo estaba perdiéndose y yéndose al carajo, cuándo por culpa esa música que parecía aliada, nos estaba excitando en sobremanera.

Yuju empezó a mover un poco su cadera, provocando una pequeña fricción directamente con mi miembro. Expulsé un leve quejido, ya que no lo esperaba. La tomé por los hombros para que me viera, no podía pasar nada más. Eso creí antes de ver sus labios brillando y volví a besarla.

Dejé que hiciera lo que quisiera, si eso se suponía arrepentirme luego.

Se movió de nuevo, hacia delante y hacia atrás. Apreté con fuerza su trasero por lo bien que se sentía. Justo ahí me pregunté si es que ella también sentía lo duro que me había puesto.

Fui hasta su cuello, a besarlo, bajando por su clavícula, provocando que gimiera por la humedad y por el atrevimiento mío de chupar todo lo que pudiera.

—Estás muy duro.

Musitó en un hilo de voz que hizo que me detuviera. La vi a los ojos, esos grandes negros que no eran tan inocentes. Tomé su cadera para guiarla a continuar el movimiento que hacía antes, adelante, atrás.

Sus manos fueron a mi pecho, como si se estuviese sosteniendo sobre este. El movimiento se volvió rápido, su boca se abrió para quejarse. Explotaría en cualquier momento, no podía creer que estaba siendo necesario que tocara mi miembro directamente para sentir que tendría un maldito orgasmo aquí mismo.

Abrazó mi cuello, sin dejar de moverse. La besé, deseando increíblemente descubrir si sería real tener un orgasmo aquí mismo.

Yuju era tan ardiente.

Sus pequeños quejidos me indicaron que tocar su trasero, en el proceso de su movimiento, era de igual estimulante. También toqué sus senos, tratando de encontrar su pezón que también se encontraba duro.

Joder.

Casi al mismo tiempo, nuestros quejidos se unieron y se callaron con un beso a causa del orgasmo que teníamos. Pude sentir como evidentemente mi ropa interior se ensució. La frente de Yuju cayó sobre mi hombro, mientras respiraba agitada.

Toqué su espalda desnuda, acariciándola.

—¿Esto tampoco significará nada?

—Mmju.

Tragué saliva, recostando mi cabeza sobre el respalda, viendo el techo. No se es lo que estaba pensando, o sí, estaba pensando con el pene. Por eso misma razón podría ser capaz de sacarlo y follarla bien.






Mi mirada estaba fija en Suni, quien se divertía sola en un par de juegos que habían en el parque. Era agradable verle sonreír, pero no conseguía concentrarme al cien por ciento desde el miércoles.

—¡Tío Nam!

Retomé la escritura, pero solo me salían burradas sin sentido que tenían que ver con esa noche, Estaba envuelto en algo que no podría zafarme ni yo mismo. El próximo mes me tocaba viajar a Seúl, y apenas Wonwoo me había conseguido unos informes sobre los movimientos que realizaba mi padre. Convertí esto en un gran problema.

—¡Tonto Namjoon!

Si tan solo ella no se hubiera levantado, yo hubiera tenido sexo justo ahí. Lo peor de esta situación, es que ni siquiera había visto su rostro. Una completa locura.

Me espanté al sentir el agarre de Suni en mi mano, haciéndome espabilar. También me había descuidado, pero no me di cuenta el momento en que Yuna llegó.

Era tan radiante y eso me asustaba. Sus cejas estaban enarcadas, asustada por qué no reaccionaba, pero después de salir de mi lapso mental, encontrarme con ella, hizo que volviera a lo mismo. La luz del sol caía tan perfecta sobre su rostro brillante, se miraba tan distinta.

—¿Tio Nam, te ocurre algo?

—Llegué hace unos minutos, Suni te estaba llamando, no respondes. ¿Todo bien?

Asentí, conmocionado. Debía comportarme.

—Estaba pensando en algo. Lo siento. Me alegro de que hayas venido.

Sonrió, y solo pude tragar saliva ante aquella dulce expresión. Nos movimos de lugar, para ir a una cafetería que estaba cerca. Como habíamos quedado, pasaríamos la tarde juntos, todo por Suni, supongo.

No me atreví a decir algo, pero Yuna se había pintado el cabello. Ahora estaba de un tono castaño, un poco más corto y con un flequillo más vacío. Realmente atractiva. Además, era un contraste extraño al verla con un jersey dos tallas más grande que ella y esa minifalda negra.

Tampoco era mi intención de que se sintiera incómoda, así que traté de centrarme en la conversación que estaban teniendo.

—Mi tía GyeonHui dice que mi abuela sabe hacerlo.

—¿El que sabe hacer la abuela?

Intervine.

—Bucear. Dice que podría llevarme a verla, me gustaría ser igual que ella, ir por el mar buscando peces... y claro, diferentes almejas.

Solo escuché una pequeña risa por parte de Yuna, para luego coger una servilleta y pasarla por la mejilla de Suni, quien se ensuciaba todo el rostro cuándo comía helados. Casi no logré cruzar palabra con ella, tampoco era como si ella quisiera, la noté bastante distante. La última vez que nos vimos, nada fue raro, hasta había obtenido un lienzo hecho por ella, que guardaba en mi estudio.

Me quedé unos segundos a solas, ya que ellas fueron al baño.

Resoplé, viendo por la ventana las personas pasar, familias, amigos, parejas. Con sonrisas, enfadados, pero sin saber qué hay en realidad en sus corazones. Nuestro rostro es una máscara para ocultar la realidad de nuestros sentimientos. Yo quería descubrir que se escondía detrás de ese antifaz. ¿Quién era Yuju? Me volví a preguntar después de tanto tiempo. La conocí ese año, sus brazos me envolvieron, su calidez me atrajo, pero escapé cuándo me arrinconaron. Creí que de estos años, no sentiría nada, pero...

Fui a pagar lo que consumimos, para luego salir del local, a tomar aire natural. Estoy seguro de que todos tenemos una historia que contar, y me sentía dispuesto a escuchar la de Yuju, quería saber como acabó en aquel lugar lúgubre.

La puerta de la cafetería se abrió, dejándome ver a las chicas salir. No tenía dudas que Yuna era una gran persona, pero no puedo comprender lo que siento por ella. Una amistad, claro que sí, también lo fuimos al estar en la misma cama, eso es lo que hacía que fuera más extraño.

—Volvamos al parque, hay muchos niños.

Asentimos. Empezamos a caminar despacio, después de ver a Suni salir corriendo.

—¿Fuiste a trabajar hoy?

Miré a Yuna, quien solo se fijaba en Suni. Supuse que lo decía por qué seguía con mi uniforme.

—Por la mañana. No me dio tiempo a cambiarme. —Llegamos al parque, y nos sentamos en una banca, para vigilar a la pequeña. — ¿Cómo ha ido el día para ti?

—Bien. Ayudé a mi padre en el restaurante.

¿Y la historia de Yuna? Nunca la había escuchado hablar sobre su madre. Sería incapaz de preguntarle sobre eso, o algo que a simple vista sea sensible. El hecho de que trabajara en un hospital, me sorprendió bastante. Seguro está tan cansada. La universidad, dar clases, trabajar por la noche.

—Me gusta tu nuevo look. Es, lindo.

Levantó un poco su rostro para verme. Tocó su cabello un poco, acariciándolo.

—Gracias. Quise hacer un leve cambio. —Sonrió, sin mostrar sus dientes. Estaba maldito, por qué a pesar de que los ojos de Yuju me mostraran su parte más atrevida, los de Yuna se me hacían más dulces, que me ponía a sudar. — Fui con Bora, ayer. Ella fue más radical, se lo pintó de rosa. ¡Rosa!

Al menos, ahora no estaba tan distante. Era como si tuviera que coger un poco más de confianza para hablar. Me dio curiosidad ver su mano, quería saber si le había quedado alguna cicatriz de la quemado que tuve hace un tiempo, pero gracias a Dios, se veía todo bien.

Seguí viendo a Suni, que necesitó que me levantara para ir a ayudarla. Por lo visto, un niño no la dejaba subir a un subibaja. Hice que se bajara, para no discutir, no era la opción, siendo esta muy necia.

—Vamos nena, baja. Deja al niño.

Insistí.

—¡Yo estaba primero! Él me tomó de mi cabello.

Resoplé. La madre del niño, que me miraba con odio, se acercó, tomando de la mano a su hijo y viéndolo como si yo le hubiese hecho algo.

—¡Mami, esa niña tonta no me deja subir!

Entonces, fue cuándo Suni se bajó y fue hasta el niño para darle un empujón que lo hizo caer al suelo. La madre se alarmó, ya que el niñito era un llorón. Algunos nos empezaron a ver, y no me quedó de otra que tomar a Suni para alejarla.

—¡Pero qué horror de educación tiene esa niña!

Fruncí mi entrecejo, a punto de responder algo que dejara aquello en paz. No discutiría por una tontería, ni tampoco me quedaría para que insultara a mi pequeña una completa desconocida. Me detuve, ya que Yuna llegó a la escena, cargando entre sus brazos a Suni.

—Creo que su niño debería tener más educación. —Soltó Yuna, viendo a la mujer. — La nena lleva jugando con la otra niña desde hace un rato, y su hijo fue brusco.

—Eso no justifica que vuestra hija empujara a mi niño. Todos aquí lo vieron.

Señaló a la gente cotilla que miraba. Miré a Yuna molesta, nunca la había visto así. Bajó a Suni de sus brazos, y se cruzó de brazos. Supongo que ni siquiera se dio cuenta de que pensaron que éramos los padres.

—Este es un espacio público, ellos pueden subir donde quieran. Ella estaba antes, a su hijo le costaba ser un caballero y decirle que si lo podía dejar jugar, en vez de tirar de su cabello. Aquí alguien no enseñó una buena educación en casa.

Otra madre estaba a punto de acercarse, y tenía que intervenir. Repito, no quiero que esto se convirtiera en un verdadero conflicto. Ahora fui yo quien cargó a Suni en brazos y tomé la mano de Yuna, para irnos.

—Nos retiramos, no queremos estar con mujeres que les gustan los conflictos.

Y antes de que empezaran a gritar, nos alejamos. Empezamos a caminar, mientras que Suni se apoyó sobre mi hombro. No quería regañarla, pero quería decirle que en ese tipo de situaciones, no debía devolver con golpes lo que le hacían, pero Yuna se adelantó preguntando por qué lo había hecho, para solo decir que se defendió.

—Te comprendo, pero si esa fuese la salida, ¿no estaríamos todos llenos de golpes?

—Namjoon tiene razón. Si algo de eso vuelve a pasar, no importa con quién estés, díselo. También en la escuela, ¿ok?

Asintió. Dejó su cabeza apoyada sobre mi hombro, escondiendo su rostro. Ya estaba siendo un poco pesada, pero sabía que estaba cansaba, ya que recientemente estuvo con gripe.

Mi mano se volvió más caliente, a causa de que no había soltado la mano de Yuna, seguíamos caminando de aquella manera. Sonreí en lo bajo por la sensación tan abrasadora, Dios mío, era capaz de volver a tomarla.

Ahora que lo pienso, la podría llevar ya a su casa. Iba a anochecer en nada, tampoco quería que nos cogiera la noche. Más adelante, Suni quiso bajar y no sé si fue una pequeña desgracia, ya que hizo que nuestras manos se soltaran, todo para ella tomarlas. Fuimos así hasta llegar al barrio, que no estaba tan lejos.

Bajamos aquella colinilla y nos adentramos. Fue ameno tener la oportunidad de compartir con ella este día, y esperaba volver a repetirlo, los dos solos. Tenía la inoportuna necesidad de estar cerca de ella, de ver su sonrisa y el perfecto peinado que siempre presumía.

Suni empezó a despedirse al llegar a la casa, entre tanto Yuna también hacia lo mismo, sobando su corto cabello.

—Haz caso a tus mayores. Cuídate linda — La pequeña volvió a mí, esperando que yo me despidiera, pero me sentía tan tonto. Al menos alguien tenía iniciativa — Espero todo vaya bien.

Se refirió a mí. Asentí, tomando la mano de Suni.

—Gracias e igualmente. Procura descansar, y espero vernos otro día. Buenas noches.

Y así, giré sobre mis talones y emprendimos camino hacia la parada de autobús. Choi Yuna, que ha hecho conmigo. Mi propia vida se redujo a pensamientos que tenían que ver con su simple ser, ¿acaso no podría ser capaz de sacarla un maldito segundo de mi mente? Una plena distracción, exacto.

—Creo que es la mujer más bonita que ha conocido, después de mi mamá. —Bajé mi mirada para verla. — Me gusta, es muy amable conmigo. ¿A ti te gusta también nam?

De forma sentimental, no podría expresar si realmente me gustaba. Anhelaría conocer más a esa increíble Yuna, ver de qué cosas es capaz, ver su arte más veces. Era tan talentosa que me preguntaba si era perfecta.

—Supongo que sí, como a ti. Es una gran amiga nuestra.

Una amiga.







Tomé la toalla que había dejado anteriormente sobre la banca, y la pasé sobre mi rostro para limpiar el sudor. Acabé mi rutina diaria, pero me quedé viendo como Jungkook seguía con sus últimas dominadas. Él y yo, entrenando, era raro, por qué él siempre se volvía demente por hacer de más.

Se dejó caer de la máquina, agitado mientras esbozaba una gran sonrisa.

—Hice cinco más.

—Lo sé. Eres gigante, un poco más y me alcanzarás. —Bufó. Me senté sobre la banca, viéndole coger su móvil. — ¿Irás a comer a la casa de Bora?

Volteó a verme, pensando unos segundos antes de responder.

—Sí, le confirmé. Ya conocía a su madre, pero me siento un poco nervioso. —Despeinó su cabello. — No quiero arruinarlo, ella es muy importante para mí, es todo.

Tomó su toalla para limpiarse también. Jungkook, diciendo por fin que una mujer era su todo, me hizo reflexionar sobre dos cosas. El enano había madurado completamente, y que yo no estaba seguro de encontrar a mí todo. Digo, todos merecemos a alguien a quien amar, pero algo en mí decía que simplemente estaría mejor solo, aprendiendo a amarme, a aceptar primero mi situación real ante el mundo.

>>> —Creo que deberías hacer algo con respecto a Yuna.

—No tengo que hacer nada. Anoche te dije que solo éramos amigos, quedamos así.

—Tenías 4 copas encima, y pensaste que la habías visto en el bar. Me hablaste tanto de lo bien que le quedaba su nuevo peinado, que su sonrisa y más cosas.

—Tú también hablaste de Bora, que si el rosa, que si era tan bonita y no me quejo.

—Hyung, Bora es mi novia, mataría por ella. —Expresó serio. Le creía, este chico era capaz por lo visto de todo. — Wonwoo te dijo que viajaría a Busan por dos semanas, aprovecha a acompañarlo, así te distraes. Reflexiona un poco sobre esos sentimientos que no te dejan articular palabra.

—Puedo halar mejor que tú.

Ahora estaba más serio. Colocó su toalla al rededor de su cuello, cruzándose de brazos.

—Soy boxeador, y por más que seas mi mejor amigo, te patearé el trasero.

—Hey toro, tranquilo —Alcé mis manos en señal de rendirme. Sonreímos apenas. Tenía razón, podría viajar, distraerme— Llamaré a Wonwoo.

Puede ser que me librara de mi padre, y me concentrara en el negocio de Wonwoo, ayudarle con mis conocimientos en sus reuniones para ampliar su club.

¿Mis sentimientos? Ese era el problema, que yo no sabía si eran los más correctos para tenerlos por alguien como Yuna. 

.

Herbst


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