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012.

Choi Yuna

Seguir siendo amiga de un hombre con el cual me había acostado. ¿Acaso eso era lógico? No estaba en mis buenas capacidades para aceptar salir con él esta noche. Solo pude pensar en que no trabajaba hoy y quería quedarme en casa estudiando, pero no, aquí estaba, enfrente del supuesto club.

Me sentía excesivamente indispuesta. Pero era mala idea dar media vuelta e irme.

Sin embargo, había algo que me impedía moverme, el rastro del camino de besos que él dejó sobre mi piel esa noche, no podía olvidarlo por más que recordara los contra de él, como persona, como hombre. Debía tener presente que por más calidez que mi cuerpo sintiera al estar a su lado, mi única importancia ahora era acabar la universidad, mudarme y hacer una vida, teniendo mucho dinero para ayudar a mi padre.

—Yuna —Voltee hasta donde venía la voz, solo para encontrarme con Namjoon, ahora con el cabello realmente corto—. Hola, ¿llevas esperando mucho tiempo?

—No.

Estaba completamente de negro, vestía una camisa manga larga lisa, unos pantalones de tela igual.

—Perdona la tardanza. ¿Entramos?

Asentí. Alzó su mano, guiándome a que pasara enfrente suyo y eso hice. El de seguridad que estaba en la entrada, ni siquiera pidió entrada o algo parecido, con solo mirar a Namjoon, nos dejó pasar.

El sitio era realmente grande, un poco escandaloso, no sé de donde era exclusivo.

Supuse que en algún momento nos tendríamos en la visible barra espaciosa, pero pasamos de largo. Habían tantas personas, que me empezaba a quedar atrás, hasta que me tomó de la mano, colocándome a su lado para que no quedara entre el relajo. Subimos lo que parecía ser unas escaleras, que nos llevaba a la terraza.

Cubrí mis brazos con mi pequeño cárdigan, solo para no pasar tanto frío aquí afuera. Nos dirigimos a una mesa, cerca de la barandilla, donde se podía ver a la perfección la ciudad. Sus gestos estaban siendo de un tipo caballeroso, y no me quedaba de otra que aceptarlo. Acomodó mi silla para que pudiese sentarme, –teniendo en cuenta que era alta– estando frente a frente, me entregó la carta primero, para que pidiese lo que quisiera.

—Creo que, un martini está bien.

Dije, entregándole la carta, que ni siquiera vio. Parecía que quería decirme algo por la manera en la que me vio, pero un camarero se acercó.

—¿Puedo ofrecerles algo, señor?

—Sí. Un Martini para la señorita, y yo quiero ron, pero trae una botella.

Hizo una reverencia al acabar de apuntar y se alejó.

Moví mis pies en el aire, tratando de distraerme en algo, ya que este mismo solo me miraba sin hablar, lo que me hacía sentir un tanto incómoda.

—Veo que te cortaste el cabello.

Mencioné. Pasó su mano por su cabeza, sin importar que se despeinara un poco.

—Lo hice antes de venir. Me agrada mucho como me queda, ¿se ve bien?

—Te ves... bien.

Se veía más atractivo. Mordí leve mi labio, concentrándome ahora en eso, mientras miraba el cielo estrellado y sintiendo como el aire soplada, siendo tan fresco.

—¿Puedo hacerte una pregunta? —Le miré— El chico que estaba en la biblioteca, ¿es un familiar tuyo?

Rowoon. Había estado desde ayer buscándome, dizque quiere invitarme a no sé donde. No he querido escucharle, he estado ocupada con mis apuntes para iniciar con mi boceto para la escultura, pero he tenido tantas distracciones que acabo dibujando cosas que no. Lo que sea, quería mantenerlo alejada y no dejaba de acosarme.

—Solo es mi exnovio —Alzó sus cejas, entendiendo bien. Fruncí mis labios, asintiendo a mis propias palabras—. Estaba proponiendo ir a un retiro que habrá en septiembre, para jóvenes amantes del arte.

Mencioné, recordando que me dio el panfleto y todo.

El camarero volvió con lo que habíamos pedido, retirándose luego. Quedé viendo mi copa, me parecía apetecible, así que no esperé mucho y la tomé entre mis dedos para tomar un poco, apartando la aceituna que la adornaba.

—¿Te gusta la aceituna?

Dijo Namjoon, justo cuándo dejé la copa de nuevo sobre la mesa.

—Sí, están muy buenas. ¿Te gusta a ti?

Fue inevitable sonreír al ver la forma en la que miró con asco la aceituna y negó. Empezó a servir su ron en su copa, ignorando mi bebida completamente.

—¿Te gusta el ron?

—Nunca lo he probado.

Confesé.

Volvimos a quedar en silencio, pero no era tan incómodo. Siento que si nos hubiéramos conocido en otras circunstancias, tal vez, solo talvez podría acercarme a él con otras intenciones, pero nuestro primer encuentro, aunque él no recuerde, fue en cherry club, yo encima de él... esto no podía ser y me llevaría el secreto a la tumba, si es que no lo descubre.

Pasamos hablando sobre las bebidas, y él exponiendo por qué las aceitunas le daban asco, además de integrar la relación del helado de chocolate con menta, según narraba, era una aberración de la naturaleza.

—Es absurdo, si quieres ese helado, pues simplemente come pasta de dientes y chocolate, es lo mismo.

Mencionó, solo parar tomar otro trago de ron. Se sentía indignado y solo me dio risa.

—Comprendo tu punto. Pero, creo que a veces está bien probar algo que supuestamente no te gusta para averiguar si es verdad. ¿Cómo sabes que no te terminará de gustar?

Arrugó su nariz, negando de nuevo.

—Prueba el ron.

—Si tú te comes la aceituna.

Pude observar como literalmente trago saliva. Era capaz y todo de tirar la aceituna al suelo solo para no comerla. Bufó, rendido ante mi mirada que sirvió en su copa un poco de ron y la puso enfrente de mí. Sin cuidado alguno, tomó la aceituna y la metió a su boca, con tanto asco que solo pude reír.

Tomé la copa y dejé que aquel líquido se deslizara, llegando a mi garganta. Era suave y sabía un poco a vainilla y especias. No estaba tan mal, al menos mi reacción no fue la peor, como la suya que sacó la pequeña semilla de la aceituna de su boca, para dejarla en una servilleta.

Relamí mis labios, sintiendo como el sabor del ron aún había quedado en mis labios, y más por las extrañas ganas que me dieron de probar algo más.

—Me arrepiento.

—Oh, vamos, no creo que estuviese tan mal. A mí me gustó el ron, puedo beber otra copa si quieres.

Tomé la botella y me serví un poco más, junto con un poco de agua. Cuándo lo iba a llevar a mi boca, su mano me lo arrebató de las mías, solo para tomárselo él. Mi estómago cosquilló de nuevo al sentir su tacto. Suspiré, viendo como se lo tomaba todo de golpe, sin dejar nada y sonriendo al final.

Dejó el vaso sobre la mesa, mirándome luego. Podía sentir como si sus ojos quisieran comerme, y yo apenas podía examinar su rostro, bajando a su cuello y su pecho descubierto gracias a esos tres botones.

—Deberíamos regresar, pienso que Jungkook ya está aquí.

Asentí. Solo esperaba que al menos la situación cambiara un poco. Me bajé de la silla, espabilando para bajar al primer piso.





El sitio seguía tan activo, justo como cuándo llegamos. Le mencioné que podamos ir a la barra, para esperar a Jungkook ahí, y eso hicimos. Por lo que escuché, uno de los dueños de este club, era un Jeon, por ello siempre se hacían fiestas en cada combate que este tenía o en reuniones.

Las personas lucían más eufóricas, ya que Jungkook ganó su combate y no era para más.

—¿Sois amigos desde hace mucho?

Pregunté después de sentarnos.

—¿Jungkook? —asentí— Yo tenía 14 y el 11, cuándo nos conocimos, recuerdo que fue en una evento o algo así, gracias a nuestros padres, llegamos a ser grandes amigos. Éramos tremendos.

Eso era casi toda una vida juntos. Supongo que eran como hermanos, vaya que sí. Quedamos en silencio, mirando el ambiente. Me sentía bien, extrañamente bien a su lado. Pero, no entendía qué hacer, así que me quedé viendo su rostro, encontrando la verdadera razón por la que decidí besarle, por la que decidí que la calidez de nuestros cuerpos se volviese una.

—La escena más graciosa que no esperé ver.

Giré mi cabeza, sintiendo de alguna manera que se refería a nosotros. No era mentira, alguien que no quería volver a ver en mi vida, estaba detrás de mí, con una copa en las manos, luciendo tan altanero.

Namjoon se levantó de su silla, posicionándose a mi lado, viendo al hombre con enfado. Sentí el déjà vu llenar mi cuerpo, recordando ese día. Taehyung nos veía con una leve sonrisa, listo para atacar con sus palabras lastimeras.

—No sabía que vendrías.

—¿Por qué no vendría? Me enteré de que es la fiesta por la victoria de Jungkook, mi amigo.

Tomó el líquido de su vaso, dejándolo luego en la barra. Dio un paso hacia enfrente, enfocando su atención hacia mí, reconociéndome.

Sabía que él estaba aquí, justo anoche vino al club, me buscó y quería que bailara para él, lo hice y solo pude recordarme de hace años, cuándo quedé enredada en sus palabras e insultos ofensivos que dañaron mi persona por un tiempo. Quería saber si seguía en contacto con Namjoon, y al negarlo, me suplicó que saliéramos, pero me negué rotundamente, el peor de los casos, es que este patán me había visto sin mi antifaz.

No quería que Namjoon se enterara aún que yo era Yuju, sería insoportable pensar que le daría asco saber de donde vengo, mi trabajo y como soy capaz de ser maestra así.

—Es linda tu chica, ¿ya la estrenaste?

—Sigues siendo un pedazo de imbécil.

Ladeo su cabeza, sonriendo a pesar de que le habían insultado. Me bajé de la silla, quedando justo detrás del cuerpo de Namjoon, ya que este parecía protegerme, pero realmente no me importaba, debía enfrentar a ese tipo resentido.

Tomé el hombro de Namjoon, para hacerlo a un lado.

—Yuju —Mi cuerpo tembló, justo cuándo dijo aquel nombre— Yuju, creí que esta noche tenías algo que hacer, no creí que fuese con mi amigo.

Sentí un nudo en mi garganta. Mis manos se volvieron un puño, haciendo fuerza para no lanzarme hacia él. No estaba segura de que responder, peor si Namjoon quien me miraba confundido a un lado, me hacía tantas preguntas sin hablar.

—No le conozco, señor, así que no debería ir por la vida insultando a las mujeres.

Soltó una carcajada, acercándose a mí.

—Anoche, mientras movías tu trasero para mí, no decías lo mismo.

Mi cuerpo volvió a estar detrás de Namjoon en cuanto este nos separó. Le dio un pequeño empujón en el pecho a Taehyung, para alejarlo.

—Ella no es Yuju, así que deja a la chica en paz. Lárgate de una vez.

—¿Cómo era eso que dicen...? Ah, no hay peor ciego que el que no quiere ver. He visto a Yuju sin antifaz, y te aseguro que son la misma persona. Seguro te enredó con ambas personalidades, pues claro, toda una trepadora.

No tardó mucho y Namjoon soltó un puñetazo en la cara de Taehyung, que lo hizo tambalear.

—Das muchísimo asco Kim y eres un cabrón resentido, solo por qué Yuju me prefirió a mí una y mil veces, maldito llorón.

Esto se estaba saliendo de control. Taehyung, quien parecía que manejaba todo, perdió los estribos y se lanzó hacia Namjoon, devolviéndole el golpe. No sabía qué hacer. Estaban haciendo un lío completo, tirando una silla de paso. El bartender llegó, desconcertado y pidiendo que detuvieran aquellos de la pelea.

—¡Namjoon, detente!

Chillé, tratando de acercarme, pero en eso Taehyung se levantó dándole con su puño en el estómago a Namjoon. Me asusté completamente, sentí que iba a empezar a llorar por la forma en que lo estaba lastimando. Necesitaba que se detuviera, no tenía que pelear solo por qué me insultaron.

Mordí mi labio, desesperada, hasta que vi como Jungkook llegaba con prisa hacia nosotros.

—¿Qué es lo que hacen?

Dijo, haciendo que aquellos dos se detuvieran un poco, pero no me alejé completamente.

—Oh, Jungkook, por favor, por favor haz algo.

Supliqué acercándome a él, tenía un poco de miedo, en serio lo tenía. Ellos eran demasiado grandes. Jungkook me tomó del brazo, alejándome de los gorilas esos, para después este intervenir.

Por lo visto, los tres eran amigos desde hace tiempo, y algo hizo que tuvieran una gran discusión, solo deseaba que no tuviese que ver conmigo, con la tonta Yuju.

Taehyung tenía una sonrisa en su rostro, como si no le importara nada. Fue hasta el taburete para sentarse, sin separar su mirada de nosotros. Namjoon, él estaba que lo llevaba el diablo.

—Detente hyung, basta de esto —No me prestaba atención, era como si estuviese necio a golpearlo, como si recordara las palabras que le dijo antes— ¡Hey! ¡No vas a pelearte con él esta noche ni otra!

No le quedaba de otra, o eso creí justo cuándo Taehyung abrió la boca.

—El niño tiene razón. Solo diré que aún sigue sorprendiéndome que sigas con esa, al menos consíguete una prostituta mejor.

Bufé, sintiéndome completamente ofendida y disgustada por lo que dijo, sin pudor alguno. Fruncí mis cejas, queriendo defenderme de alguna manera, no tenía derecho a insultarme el estúpido ese, que Namjoon tenía razón de llamarlo un llorón.

Mi cuerpo se asustó justo cuándo Namjoon se volvió a ir en contra de su cuerpo, empujando a Jungkook en el proceso. Cayó del taburete, hacia el suelo, y este se fue contra él, hasta el punto de que pude observar sangre, alarmándome. No valía la pena que ocasionara problemas por mí.

—¡Namjoon!

Chillé, para que de alguna manera se detuviera. No me gustaban las peleas, me aterraban y más la sangre. Quería meterme, pero en eso Bora apareció en la escena, confundida. Aun así, tomó mi cuerpo alejándome de aquellos dos, ya que por lo visto Jungkook estaba dispuesto a separarlos, más por el hecho de que la posición cambió y Namjoon estaba recibiendo golpes sin piedad.

Jungkook, levantó el cuerpo de Taehyung, tirándole hacia todas las personas que se habían acercado a ver el espectáculo.

—No deberías meterte, este asunto seguirá hasta que no lo mande al hospital.

—¡Taehyung, cállate de una puta vez! Vete de aquí —Se reincorporó, limpiando la sangre que limpiaba de sus labios—. A mí no me mires así, no voy a estar de tu lado, nunca. Ahora, vete por las buenas.

Fui con prisa hasta Namjoon, tratando de levantarlo con la ayuda de Bora. Estaba realmente lastimado, sangre salía de su nariz, tenía su labio roto y unos moretones. Con esfuerzo, tratamos de sentarlo en el taburete.

—Cuándo quieras, visítame.

Escuché apenas, viendo como Taehyung le dijo a Jungkook mientras me miraba, y me guiñó un ojo, solo para terminar de irse entre todas esas personas. Era un maldito desgraciado, inhumano. Volví a Namjoon al escuchar quejarse.

—¿Te duele mucho? ¿Quieres que vayamos al hospital? Namjoon...

Sus ojos estaban cerrados, tomando su costado, el lado de las costillas. Seguro le lastimó mucho. Tomé su mano, para llamar su atención, pero este parecía distinto y tuve temor si se trataba sobre lo de Yuju.

Uno de los bartender trajo una bolsa con hielo, y la tomé para colocárselo al lado de su ojo derecho, donde se estaba haciendo un relevante morete. Bora se alejó, junto a Jungkook, como si quisieran darnos privacidad, pero no sirvió de mucho, ya que este no hablaba nada, solo abrió la boca para pedir un par de martinis.

—¿No vas a decirme nada?

Cuestioné, mientras quitaba la bolsa de hielo de su rostro. Me miró, sin expresión alguna.

—No quiero ir al hospital.

Tenía que hacer algo, quería ayudarle, pero sentía que justo ahora no estaba lo suficientemente cuerda y podía hacer alguna locura. Quería hablar con Namjoon sobre lo que dijo Taehyung, pero parecía ajeno a ese tema, aun así...

Me acerqué un poco más, tratando de ver mejor su rostro y me atreví a tocar el golpe de su mejilla.

—Sería imprudente que te pelearas con alguien así.

Musité, sintiéndome culpable, ya que lo era. Soy tan tonta.

—Te ofendió, y no iba a permitir que te faltara al respeto. Además, me las debía.

Alejó mi mano de su rostro, sosteniéndola sin soltarla. Su tacto era tan cálido que recorrió un escalofrío por mi cuerpo. Me sentía culpable, lo era, así que, talvez, podría ser un error, pero estaba dispuesta a cuidarle y sanar sus heridas.

—Si no quieres ir al hospital, iremos a otro sitio. Estás muy lastimado.

Anuncié. Recordé que mi padre no volvería hasta mañana por la mañana, ya que se quedó a dormir donde un amigo. Aprovecharía aquello para llevar a Namjoon a mi casa, limpiaría sus heridas y dejaría que volviera a su hogar.

Quise ayudarle a levantarse, pero se negó, puesto que al parecer podía ponerse de pie por sí solo.

—¿Necesitan ayuda? Podemos llevarte a casa Yuna.

—Gracias Jungkook, pero ella y yo iremos a otro sitio, la llevaré yo. —Les miré, agradeciendo luego también. Nos despedimos de ellos y quedamos solos. — ¿A dónde me llevarás?

—Eso es lo de menos.





El transcurso de nuestro viaje a mi casa, se realizó en completo silencio, donde apenas me puse alerta cuándo se quejó de algo.

Me provocaba curiosidad el hecho de que, la misma chica rubia de aquella vez, nos llevara en un coche, parecía su chofer personal. No quise preguntar nada tampoco, no me interesaba. Al menos llegamos rápido al barrio, di mi dirección y nos dejó justo enfrente de mi casa.

Bajé del coche, sin ofrecer ayuda a Namjoon, solo viendo como él lo hacía por su cuenta.

—¿Es tu casa?

Asentí. Se alejó unos segundos de mí, para ir donde la rubia chofer, quien entró al coche, para arrancar e irse. Cuándo se acercó a mí, hice que me siguiera hasta la entrada de la casa. Abrí la puerta y dejé que ingresara primera.

Que bueno que ese día había limpiado la casa, gracias a eso olía tan bien.

—Siéntate en el sofá, enseguida vendré con un par de cosas y vendas.

Expuse, mientras quitaba mis zapatos para ponerme mis zapatillas de casa. Fui hasta el baño, buscando con prisa la pequeña caja de zapatos que teníamos donde guardábamos todo lo necesario para cuándo nos lastimamos. Al encontrarla, salí, viendo a Namjoon sentado en el mismo lugar. Me acerqué, sentándome justo a su lado.

—¿Me dejas?

Le miré, esperando respuesta. Este, simplemente, se colocó de lado, mirándome. Saqué un poco de algodón de la caja -que ahora estaba en nuestra mesita central-, le puse alcohol, lista para limpiar los rastros de sangre de su rostro. Alcé mi mano, tocando con el trozo húmedo de algodón sus pómulos primero, suavemente. Volví a repetir la acción con otro trozo de algodón, ahora pasándolo por la parte superior de su labio, que estaba un tanto rojo por la escasa sangre que quedó.

Quedé perpleja, viendo sus labios, más rojos de lo normal, y solo pude suspirar, tratando de escapar de cualquier pensamiento insano. Dejé en la mesa el algodón, para buscar alguna pomada y alguna curita.

Volví a mi postura, solo para darme cuenta de que me seguía con la mirada. Con la ayuda de un hisopo, puse la pomada en uno de sus pómulos, en la parte derecha de sus ojos. Al acabar, me di cuenta de que las únicas curitas que habían eran las que mi padre compró hace unas semana, tenían animalitos.

Con algo de vergüenza, saqué una de la caja.

—No tengo otra.

Susurré, mientras ambos bajamos la mirada para ver la bandita y él solo sonrió.

—Me gusta.

Sonreí también. Quité el adhesivo que tenía, para pegársela al lado de su ojo, donde tenía una herida y era mejor cubrirla. Si fuese un morete, no le pondría, pero esta no.

Guardé todo en su lugar, levantándome para tirar la basura. Regresando, me di cuenta de que Namjoon seguía con sus zapatos, así que fui directamente a la entrada y tomé las zapatillas de mi padre y se las dejé justo enfrente.

—Deberías.

Me miró, y asentí para que lo hiciera. Lo observé, parecía tan indefenso justo ahora, tan diferente al gorila que le salió cuándo peleaba con Taehyung. Era como un pequeño cachorro, su compañía era amena. Dejó sus zapatos a un lado, poniéndose de pie.

Ahora que lo pienso, ¿qué podría hacer con él? Sería raro haberle hecho quitar sus zapatos para volvérselos a poner.

—Tus padres, ¿cuándo regresan?

—Mi padre regresa mañana. —Fruncí mis labios, pensando en que otra cosa podríamos hablar— ¿Quieres un poco de agua?

Agradecí de que haya aceptado. Dimos un par de pasos para acercarnos a la cocina. Abrí la nevera y saqué una botella con agua, ofreciéndosela. Mi padre era adicto a tener la nevera llena de botellas con agua. Iba a sentarme en una silla, pero este habló.

—Gracias, por curarme un poco.

—Oh, está bien. —Aseguré— Sabes, acabo de recordar algo. Ven.

Sonreí. Este me miró confundido, pero hice que me siguiera. Fuimos hasta la habitación que estaba justo enfrente de la de mi padre. Abrí la puerta, fijándome que aun sin la luz encendida, gracias a la gran ventana, la luz de la luna entraba al espacio.

Me giré, mirando a Namjoon que seguía en la puerta.

—¿Qué es este lugar?

—Podríamos llamarlo, mi estudio. Hace un tiempo venía aquí para hacer un par de cosas de cerámica, hasta que hablé con mi padre para remodelarla un poco, ya que debía prepararme para mi proyecto de escultura.

Narré, con una sonrisa en mis labios, viendo como había quedado todo. Me gustaba el color tan cálido con el que se pintó, todo sencillamente ordenado, las estanterías de pared que puso mi padre, junto a un par de plantas encima. Dos mesas, un sofá, cuadros que pinté yo, esculturas en un rincón del suelo que no acabé y más cosas. Este era mi lugar más personal.

—Me encanta.

Susurró. Este también se admiraba y de pronto se detuvo enfrente de un cuadro, que literalmente solo era pintura esparcida, sin ningún orden, con colores vivos. Lo hice hace un par de años, cuándo estaba feliz por haber sacado la mejor calificación.

—Yuna... —Le presté atención— No quiero arruinar este momento tan, íntimo.

—¿Sucede algo?

Nuestras miradas se cruzaron y mi cuerpo tuvo un leve escalofrío porque su mirada era la misma que me dio cuándo estábamos en el club.

—Dime si en verdad eres Yuju.



Herbst

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