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008.

Choi Yuna

Su respiración era agitada, y desde aquí pude observar la manera en que los mechones de cabellos que cubrían su frente, se pegaban a esta misma por el sudor.

Estoy segura de que se había preocupado demasiado para llegar de aquella manera. Se llevó su mano a su pecho, mientras empezó a dar pasos hacia nuestra mesa. Llevaba lo que parecía el uniforme de la biblioteca aún. Acabará tan cansado si seguía haciendo esto.

—Lo lamento.

Escuché que dijo, pero no pude responder a nada, ya que Suni levantó su cabeza mirando a su primo.

—Namjoon oppa.

Sonrió, sentándose enfrente de nosotras.

—Quería, hablar contigo. ¿Eres el responsable de Suni?

Cuestioné. Miró a la pequeña que sacó su cuaderno para empezar a pintar.

—Ojalá lo fuese —Suspiró— Ustedes, como institución, están al tanto de la situación familiar. Pero se está complicando.

Parecía que no podía hablar bien, ya que, tanto él, como yo, sabíamos que Suni escucharía todo. Moví un poco mi cabeza, para hacerle una señal de que nos alejáramos un poco y eso hicimos. Fuimos a un lado del mostrador, donde teníamos a la vista a la niña.

—Escucha Namjoon, quiero decirte esto como docente que convive con ella. Puedo entender la situación, pero la nena lo está pasando mal. Trae su comida hecha por ella, y vale, que es independiente, pero solo tiene 5 años, su madre o alguien debería ser responsable. Me da mucha tristeza que tenga que estar con su maestra por más de dos horas por qué se olvidaron de ella. —Fruncí mis labios, viendo a lo lejos a Suni— Deberóas saber que el director de la escuela está al tanto de la situación y se enteró de que esto está ocurriendo también en la primaria y puede entrar los problemas legales.

Podían presentar una demanda, por abandono, y eso sería muy grave. Eran 4 meses así, más o menos, pero descuidar a tu hijo, aunque sea un día, era algo que te arrepentirías toda tu vida.

Namjoon pasó su mano por su nuca, pensando. Parecía que era el único que le importaba la niña y esa era otra razón por la que me sentía mal.

—Ayer, Suni empezó a vivir con mi abuela, ya que, mi tía fue encontrada desmayada de nuevo, pero esta vez no con pastillas depresivas, sino que con drogas. No me avisaron quién venía a recogerla, hasta que miré todas las llamadas perdidas de mi abuela.

—Oh —Musité apenas. — Quiero ayudar, como la maestra de Suni. No es mi obligación, pero es una de mis mejores alumnas y le tengo mucho cariño.

Confesé, obteniendo una sonrisa de su parte.

—Me gustaría que —Metió su mano en su bolsillo, sacando un móvil, teniéndolo hacia mí— Pudieses darme tu número de teléfono. Así estaremos en contacto.

Tomé el móvil, y con nervios, empecé a apuntar mi número. Se lo devolví, y cuándo miró la pantalla, me fijé cuándo susurró "Maestra Choi". Sus labios eran bonitos en verdad, no podía dejar de verlos por más que mi postura estaba siendo formal.

—¿Volvemos?

Despabilé al escucharlo y solo asentí. Fuimos hasta Suni, quien alzó su vista rápido.

—Mira, pinté esto, ¿te gusta? —Tendió su mano, mostrando la página de su cuaderno, para que lo tomara. Un hombre, una mujer y una niña pequeña. Sonreí, recordando como hacía ese tipos de dibujos deseando tener una familia así. — ¿Puedes ver lo de atrás? Es esta cafetería. Y esas personas somos nosotros tres.

Sus dientes aparecieron. Volví a ver el dibujo, sintiendo mi cuerpo helado. Literalmente había pintado una camisa amarilla como la que llevaba ahora y el traje azul de Namjoon. Mi corazón se sintió pequeño. El cuaderno pasó a él, que lo vio serio, para luego ver a Suni.

—¿Por qué somos nosotros?

Ambos pusimos nuestra mirada en ella, esperando alguna respuesta mientras parpadeaba, pensando.

—Ustedes son mis mejores amigos. Y la maestra Choi me cuida como si fuese mi madre y el tío Nam como...

Se quedó en silencio, y pude percatarme como su labio empezaba a temblar. Puse mi mano sobre su pequeña espalda, para cautivar sus ojos.

—Cerca de aquí, hay un parque, ¿qué te parece si tu tío Namjoon te lleva?

Musité, pasando la yema de mi dedo por su delicada tez, limpiando esa pequeña lágrima que salió y que me provocaba tanta pena. Movió su cabeza un poco, asintiendo.

Después de ayudar a Suni a guardar todas sus cosas, y regalarle uno de los peluches que vendían ahí, pequeños de pororo, salimos de la cafetería. Ya era momento de que nos despidiéramos.

Me puse de cuclillas, para verle su carita triste, ya que quería que yo fuese junto a ellos.

—No arrugues así tu nariz, que luego te quedará de esa manera —La toqué— Tal vez, la próxima vez les podré acompañar, pero tengo un par de cosas que hacer. Nos vemos el siguiente día de clase, no llores y sé buena niña. ¿Ok?

Asintió rápido. Pasé mi mano sobre su cabello y estaba a punto de ponerme de pie, cuándo sus manos atraparon mi cuello, para darme un abrazo, el cual acepté. Suni era un pequeño humano que necesitaba más atención, más amor y cuidado.

—Adiós señoria Choi.

Sonreí mientras erguía mi cuerpo. Miré a Namjoon, quién hizo una reverencia.

—Nos vemos, Yuna.

Le respondí y me di la vuelta para alejarme de ahí. Hoy descubrí dos cosas importantes, que estaba sintiendo algo de verdad por Namjoon y que posiblemente intervenga en la vida de Suni.





Pegué mi frente en el mostrador, esperando el momento en que Lia guardara silencio. Además, sentía mi cuerpo realmente molido. Desde hace tres días, apenas he podido dormir por lo exhausta que he estado. Mi padre se fue de viaje –dijo que para conseguir unos ingredientes o algo así–, dejándome a mí a cargo, ya que el tonto de Rowoon no vendría hasta mañana viernes. La semana que viene tenía un examen, el último del semestre, y cuándo vuelvo del club, me la paso estudiando.

Voy a morir.

—Entonces, tuve que retractarme y dejar ese abrigo de Givenchy que costaba un ojo de la cara, y conformarme con ir al bazar de al lado.

Levanté mi cabeza, sin ganas, viendo como seguía parloteando. Ahora que lo pienso, no tenemos muchos clientes, solo estamos ella y yo... debería tomar un lazo y amarrarla en una esquina, y pegarle un cinta adhesiva en la boca para que se calle. Pero, viéndola mejor, era demasiado adorable para que alguien la lastimara.

—Mi amiga dice que no debemos implementar más el uso del color marrón y negro en nuestros atuendos, en serio, no combina tan bien.

—Oye Lia

Se calló de pronto, con una sonrisa y agradecí que alguien entró, por qué estaba a punto de decirle que si combinaba. Ambas miramos hacia la puerta, dejándonos ver a Bora.

—Hola.

Se acercó a la barra, junto a Lia y ahora ellas se juntaron para hablar de moda. Mi fin. Bufé, viendo como apenas me prestaba atención.

—¿Bora?

—Oh, lo siento, unnie. Pasaba un momento por aquí, para saludar. Es que le estoy enseñando el lugar a un chico.

—Ahh, ¿un chico te gusta?

Dijo Lia, moviendo sus hombros emocionada.

—No.

Murmuró apenas, seria y solo me dispuse a reír. Las dejé un momento ahí, que hablaran, ya que, recordé que debía tirar un par de bolsas al bote de basura. Fui hasta la puerta trasera, la cual abrí con dificultad por qué llevaba una bolsa grande primero, hasta el contenedor. Volví a repetir la misma acción, solo que esta vez, dejé la puerta media abierta, mientras sostenía la bolsa. Afuera, cerca del contenedor, estaba Namjoon, hablando por lo visto con el móvil.

Cuándo he ido a la biblioteca, no le he visto, ni siquiera en el club, ni ayer cuándo recogió a Suni, ya que yo estaba en el baño. Pero me lo encuentro detrás de mi restaurante. ¿Qué es esto? Agradezco que, al menos, esta vez no le diría que me acosa. Ah, qué vergüenza di ese día.

Dejé de pensar cuándo escuché su risa, esa que hizo correr un escalofrío por mi cuerpo.

—Eres muy lista, Soo — Oh, ¿hablaba con una mujer? — Yo también te echo de menos, espero poder visitarte pronto.

Como pude ser tan tonta, era obvio que alguien como él podría tener pareja, aunque es raro, ya que me besó siendo Yuju en el club. No entiendo, aunque estoy siendo paranoica, no debería serlo en un principio porque él y yo no somos nada, pero me besó... era tan ingenua, no sé qué me pasaba, cuándo estaba cerca de él, sin llevar mi antifaz, me siento tan vulnerable.

Y de nuevo, sentí mis mejillas arder al encontrarme con la mirada de Namjoon puesta en mí, confuso porque estaba ahí, literalmente espiando. Traté de disimular, terminando de abrir la puerta como pudiese, pero caminó hacia mí, abriéndola para que pasara con la bolsa.

—Te ayudo.

La tomó, sin haber aceptado. Sin ningún inconveniente, la tiró en el contenedor, sacudió sus manos y volvió a mí, con una leve sonrisa.

—¿Qué haces aquí?

—Debería hacer la misma pregunta.

—Este es el restaurante de mi padre.

Señalé y su boca se abrió un poco, como señal de entender. Asentí para mí misma, pensando en que antes hablaba con una chica, que muy posible podría ser su pareja. Estaba hablando en dialecto, y con tono informal, no podría ser su madre.

—Ayer quería verte, pero no estabas cuándo recogí a Suni.

Dijo, a lo que me encogí en mi propio mundo, yo también le quería ver.

—Estuve... ocupada. Cuándo volví, los niños ya se habían ido.

Quedamos en silencio y podía echarme a correr ahí mismo. Me estaba convirtiendo en la persona que más odio, esa que sentía vergüenza todo el tiempo, de no soportar su mirada tan profunda sobre mí. Sentía un gran descontrol, con necesidad de sentir sus labios junto a los míos, que pudiese oler nuevamente esa fragancia embriagadora que me hizo caer ante sus brazos.

—Yuna, ¿estás bien? —Parpadeé varias veces, dándome cuenta de que tengo un problema, en serio lo tengo. No soy así, no, ni siquiera fue así cuándo empecé a salir con Rowoon. Pero Namjoon era tan diferente— Oye...

—Sí, estoy bien.

Solté, sin más. Debo tratar de olvidarme de que posiblemente me estoy volviendo loca.

—¿Al final conseguiste un modelo? — Cuestionó y negué — Me caes muy bien Yuna, por eso te dije que estoy dispuesto a ofrecerme como tu musa. Es la tercera vez que lo digo, así que...

Si lo pienso bien, podría tomar su idea para conocerlo también, para ser amigos, eso. Cuándo el maestro me pregunte si ya tengo un modelo, ahora diré que sí y me dejará respirar.

—Acepto.

Musité. Alzó su mano, para que la tomara, como si cerraremos un trato. Tomé fuerza y sin ser patética, hice que nuestras palmas se tocaran, sintiendo como él apretaba. Exhalé, por la manera en que la situación me empezó a ahogar. Sus hoyuelos estaban a la vista, sus ojos no se apartaban de los míos, que solo podían observar cada parte suya, sentir su aroma como una psicópata, dándome cuenta de que esto iba más allá de que mi corazón lo quisiese, era mi propio cuerpo, el que quería el placer de ser tocado.

Desde que terminé con Rowoon, lo último que quería era tener otra relación, hasta no acabar la universidad, por más que este mismo me rogara u otros quisiesen algo. Pero, supongo que por ser su amiga, o tener alguna intención sexual, no implicaría enamorarme.

Su mano se alejó, para ir hacia el bolsillo de su chándal.

—Me tengo que ir, me esperan.

Hizo una pequeña reverencia y me quedé ahí, viendo como se alejaba, doblando una esquina. Dicen que hay un Dios en el cielo, omnipresente, que puede ver todo lo que haces... ¿Acaso pudo ver que vi el cuerpo completo de Namjoon, hasta su trasero? Era una pecadora.









Agradecí de que me dieran este día de descanso y el fin de semana, así podría aprovechar para ordenar las cosas del semestre que acabé ayer, después de realizar mi examen. Oficialmente, estaba libre. Las vacaciones debían ser en unas semanas, la primera de agosto, pero debíamos usar estos días para enviar un boceto de nuestro modelo.

Y, hablando sobre mi modelo. Ha pasado una semana desde que me encontré a Namjoon en el restaurante. Solemos encontrarnos mucho en la biblioteca, donde charlamos sin parar sobre libros –no entiendo como puedo seguir entablando conversación con él–, pinturas o cuándo me pregunta sobre la universidad. Se siente bien, por qué es como si pareciera que construyéramos una amistad, que se debe quedar así.

—¡Yuju!

Me detuve y me giré, para encontrarme con Wang, quien traía una bolsa entre sus manos.

—Hola Jackson, ¿sucede algo?

—Solar te manda esto, dice que es un nuevo atuendo para el lunes por la noches.

Tomé el bolso que me ofrecía.

—Gracias. Nos vemos.

Hice una reverencia y terminé de salir del club. Era de mañana, pero debía dejar todo en orden en el camerino, para encontrar todo igual cuándo regresara. Por ahora, iba para casa, mejor dicho, al restaurante. Rowoon llegaría tarde, y mi padre volvía apenas mañana.

Desde que entré a trabajar en el club, mi vida se ha vuelto desordenada, en literal, por qué mi casa es un asco, a penas tengo tiempo y me siento tan exhausta que podría desmayar en cualquier instante. Tenía mi cabeza en todo, en el restaurante, en el trabajo del club, en la escuela, con los niños y la universidad. Que sí, que tenía vacaciones sobre las clases, pero tenía que hacer un dibujo de Namjoon. Él mismo que se parece al hombre que está en la parada de bus a lo lejos.

Cuándo me dijo que vivíamos en Jeju-do, como excusa de por qué nos encontrábamos siempre, tenía razón. Pero la insistencia que tenía el mundo para que eso sucediera al pie de la letra, me daba corte.

Sostuve con más fuerza la bolsa que llevaba entre mis dedos, conteniendo todos los pensamientos posibles. Parecía feliz, sonriendo junto a esa mujer tan alta, esbelta y definitivamente hermosa, con gran cabello que el viento estaba a su favor.

No había forma en que pudiese caminar lejos de ellos, no tenía salida. Podría tomar esto, como un reto, así afrontarlo, y no avergonzarse, era la única manera. Era patética, pero no quería que este notara mi presencia. Y justo cuándo creí que iba a peor, al estar más cerca de ellos, pude ver como Namjoon puso su mano sobre el estómago de la mujer, que claramente ahora se notaba su pequeña barriga.

¿Me atraía un hombre que sería padre?

Desquiciada, así estaba. Tenía que concentrarme en mis cosas, en lo más importante, así como era antes de que él apareciera. Maldita sea, solo debía pensar en acabar mi carrera, encontrar un buen trabajo, dejar el club e irme a otro sitio a vivir, ese era mi plan, no tener a un hombre en mi cabeza.

Pasé a su lado, rezando por que no hayan notado mi presencia, era exagerada, era una marginada siempre, así que también puede existir la posibilidad de que no me notaran. Para poder sacar todo de mi cabeza, recordé un poema y empecé a recitarlo como una maniaca.

No sirvió.

Cuándo recitaba las últimas palabras, pude escuchar que alguien llamaba mi nombre. No me detuve y seguí, con tal, estaba a punto de llegar al barrio.

—¡Yuna!

Por favor, vete, vete. Estoy sintiendo cosas por ti y no entiendo por qué. Necesito deshacerme de todo lo que me recuerde, de tus besos, de tus caricias, de tu mirada, hasta de la inútil imperfección de tu mejilla que me hace levitar hasta no poder más. Vas a ser padre, y no quiero involucrarme más de lo que estoy sin que lo sepas.

Me detuve en seco justo en la colinilla, la entrada del barrio. Namjoon me alcanzó, colocándose enfrente de mí. Parecía un poco exhausto.

—Estaba hablándote, ¿no me escuchaste?

Negué.

—Hola, nos vemos que tengo prisa.

Solté. Pasé a su costado, alejándome de él de nuevo, pero podía sentir sus pisadas. Metí prisa a mis piernas y caminé más rápido, no podía imaginarme ahora que parecía un pingüino deforme, pero quería alejarme. No existía ni un día que no me lo encontrara, y fue el peor de todos, solo quería alejarlo.

No tuve que besarlo ese día en el club.

Agradecí que estaba llegando al restaurante, pero otra persona fue más rápido que yo.

—Yuna —Expulsó. Giré mi cuerpo, para verlo, exhausto y confundido— Perdona, pero, no entiendo qué te sucede. Sé que me viste antes.

Fruncí mis labios.

—No sé de qué hablas.

—Oh vamos. Casi siempre que nos encontramos, te comportas extraño, excepto cuándo es en la biblioteca o en la escuela de Suni. Imaginaba que éramos amigos. —Yo tampoco lo sé, no suelo ser así, pero escapo de los momentos vergonzosos, justo como estos. — Sé que antes me viste, pero hiciste que no y saliste huyendo.

—Yo no huyo nunca, solo, no te vi.

Enarcó sus cejas, retándome a su manera. Quería irme de ahí. Me sentía más que confundida.

—Ah... —Parecía comprender— Me viste tocarle la barriga, y sí, está embarazada.

—No me interesa, seguro debes estar feliz por qué tendrás un hijo. Felicidades.

Solté.

—¿Qué? —Sonrió, para luego quedarse unos segundos en silencio, sin separar su mirada de mí que se volvía incómoda— Yuna, ¿estás celosa?

Traté de no tener ninguna reacción ante su pregunta, además, si abría la boca empezaría a tartamudear. ¿Por qué debería estar yo celosa? No éramos nada, ni lo seríamos. Solo, me impresionó que estuviese a punto de ser padre.

La puerta del restaurante se abrió, cortando el ambiente embarazoso –literal– en el que me encontraba. Lía me miró confundida, y me hizo una señal para que ingresara, y lo tomé como una ayuda del universo para escapar. Por lo visto necesitaba ayuda, era obvio.

—¿Qué hacías con ese hombre guapo ahí afuera?

Mencionó, mientras pasábamos por el mostrador.

—Nada, no le conozco.

Solté. Tomé el mandil que me ofrecía y fui a guardar mis cosas al cuarto de empleados. Por lo visto, tenía que quedarme en el mostrador, vigilando, mientras Lia limpiaba la cocina.

Y como siempre, ahí estaba él. Parecía sereno, sus manos recostadas en el mostrador, observando todo lo que teníamos en la estantería, hasta que sus ojos se desviaron a mí, que entraba justo. Tenía planeado ir hacia él, solo para preguntarle si necesitaba algo, pero justo llegó un cliente para pedir un par de bebidas.

Pude sentirme mal, ver como esperaba, o que no le preguntara si necesitaba algo, pero agradecía que se llenó un poco para concentrarme en otros, aun teniendo su mirada siguiéndome. Pero no duraba para siempre, por qué pude ver que esas personas se iban, dejándome tanto en el mostrador, como en las mesas, a solas con Namjoon.

—No hay nadie, pero sigues ignorándome y haciendo que limpias vasos que ya están lavados.

Escuché que habló a mis espaldas. Dejé el vaso a un lado, sintiéndome tonta. Suspiré, pero, es que no quería verle, ni atenderle, me sentía avergonzada.

—¿Necesitas algo?

—Hablar contigo. —Musitó. Fruncí mis labios, rendida, y me acerqué a él, quedando enfrente suyo. — Estaba tratando de pensar lo que sucedía, y no quiero que te hagas una idea equivocada. Ella no era mi pareja, ni mucho menos soy el padre de su hijo. Si era eso lo que pensabas cuándo nos vimos, fue erróneo.

—Tampoco era necesario que me explicaras esto, es tu vida privada.

Comenté, mirando el trapo con el que limpiaba antes los vasos de cristal.

—Por lo visto sí, ya que somos amigos. ¿Quieres que empecemos de nuevo y digamos si tenemos pareja?

Desvié mi atención al ver como entró alguien, y era nada más que Bora con cara de pocos amigos. Siempre que se quería desahogar venía aquí.

—Lo mismo de siempre.

Mencionó, y solo pude reír. Me di la vuelta, ignorando a Namjoon, para tomar un zumo de melocotón de la nevera, lo serví en un vaso y se lo di.

—¿Bora?

Escuché a Namjoon hablar, y esta miró sin ganas.

—¡Namjoon! No sabía que estabas aquí.

—Hace unos días miré este restaurante bar y decidí venir a visitarlo.

Expresó. Parecían conocerse, pero decidí no preguntar nada, solo ver como hablaban un poco y a su vez volvían a estar en silencio, hasta que me prestaba atención para querer contarme algo, pero justo, la puerta volvió a abrirse, dejándome ver a un hombre, ya que conocía de antes.

—¡Jungkook!

Dije, haciendo que aquellos dos se giraran a verle. Hizo una pequeña reverencia y se acercó, dándole una palmada en la espalda a Namjoon. No puede ser, ¿también lo conocía? No puede ser. Jungkook ya había venido antes aquí, puesto que mi padre tenía encargado cuidar de él los primeros días que regresó de un viaje, pero... ¿Ellos?

—¿Qué haces por aquí?

—Debería yo preguntar lo mismo.

Hablaron entre ellos, y solo pude ver a Bora, que parecía indiferente. Le ofrecí una lata de cerveza con limón en cuánto se sentó en medio de aquellos dos.

—¿Está tu padre?

Cuestionó.

—Está de viaje, regresa mañana — Dejé de prestarle atención un segundo, ya que me acordé de que las primas de Bora, no dejaban de insistir sobre que íbamos a salir esta noche y tenía que estar segura— ¿Al final salimos esta noche? Dime que estás segura, no quiero hacer el ridículo.

—Sí iré. Myung se puso muy pesada cuándo me negué, pero me recalcó que ya hice el examen.

—¿Podríamos ir?

Habló Namjoon, interrumpiendo. Lo miré, confundida. Él no tenía nada que hacer ahí, no, absolutamente no. Volví a Bora, quién estaba echando fuego por los ojos, eso significaba que ella tampoco querría, entonces recordé que entre ella y Jungkook había algo raro.

—Nos vemos, unnie.

Soltó, levantándose y saliendo del lugar, sin despedirse de los dos hombres.

—Bora no te dijo nada esta vez —Escuché a Namjoon hablar. Necesitaba un poco de contexto— Le curé la mano, vaya que te dio fuerte. Ojalá haberlo visto.

Lo dijo tan normal que apenas lo creí.

—¿Hablaste con ella? —Pregunté interesado.

No estaba entendiendo absolutamente nada.

—¿Bora te lastimó?

Cuestioné, viéndole el rostro, donde no parecía tener algún morado. Apenas vi que asintió.

—Mi amigo te pagará. Nos vemos esta noche.

Dijo, saliendo de ahí con prisa. No se podía negar que tenían algo y que Namjoon lo sabía. Lo miré de reojo, como sacaba su tarjeta de crédito, aprovechando a escabullirme para buscar a Lia, pero no estaba en la cocina, ni en el baño trasero... seguramente salió a hacer la compra. Regresé, con vergüenza al mostrador, donde Namjoon esperaba por mí de pie.

—Cóbrame lo de mi amigo y lo mío —Asentí, tomando el datáfono y apuntando la cantidad que era. — ¿Me dirás donde es esa fiesta?

El pagó se realizó correctamente. Traté de ignorarlo, pero parecía tener la costumbre de no importarle quedar en silencio, ya que seguía aquí conmigo aún después de haber pagado.

>>> —Dime donde queda, solo eso.

Hasta la manera en la que suplicaba, me atraía, me estaba haciendo que sintiera algo que quise que se apagara hace tiempo.

No quería volver a sentirlo, me daba miedo. 

.

E

spero os esté gustando :)


Herbst

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