004.
Kim Namjoon
Salí de prisa de la biblioteca, después de haber recibido una llamada de mi tía. No podía negarme, pero hubiera agradecido que me llamaran antes.
Tomé el primer autobús que vi, que me llevó hasta la escuela de mi pequeña prima. Por lo visto, llevaba un año en una escuela de artes y tenían planeado sacarla el mes pasado, así que intervine diciendo que yo pagaría las cuotas necesarias. Podría entender a mi tía, era difícil por lo que estaba pasando, pero Suni merecía más atención.
Después de preguntar en la entrada, sobre la clase de los niños de 5 años, corrí apresurado, tratando de acortar todos esos minutos en los que ella pudiese haberse quedado sola. Fue aliviador, ver como había alguien a su lado justo cuándo llegué al pasillo del salón.
—¡Tio Nam!
Sus ojitos brillaban más que cualquier estrella, misma que no quisiera que apagaran nunca, pero la vida quiso quitarle todo a una pequeña como ella. No le presté atención a nadie y tomé a Suni en mis brazos, a lo que ella me respondió, pasando sus brazos por mi cuello.
—Perdóname, me avisaron tarde que viniera por ti.
—Estoy bien, no te preocupes, estoy acostumbrada —Mi corazón lastimaba cuándo decía aquello— Iba a irme con mi maestra.
Y ahí fue cuándo la miré. Se trataba de la chica rara de la biblioteca. Sus ojos eran tan negros, y claramente reconocibles, por ello, tuve la pequeña sensación de que ya los había visto en otro lugar.
Mi cuerpo apenas podía soportar el semblante de su rostro sin ningún gesto, evitando mirarme de igual.
—Gracias, señorita.
—El miércoles, deberá traer ropa de repuesto. Si hay más dudas, puede ingresar a la página web de la escuela. —Musitó— Tengan buen día.
Hizo una reverencia y después de tomar la mano de Suni para despedirse, se adentró al salón, dejándome atontado. Era como si, la hubiese visto en otro sitio diferente a este, como si esos grandes ojos negros, me amenazaran con atacarme en cualquier momento.
Me molestaba querer recordar algo y que no me viniera a la mente. Estaba seguro de que así sería todo el día. Por ahora, traté de dejar aquello de lado, para seguir caminando hacia la parada de buses, sujetando la mano de mi niña.
—¿Cómo fue el día nena?
Cuestioné.
—La maestra Choi se estuvo durmiendo todo el rato. Ah, y los demás niños querían hacerle una broma, pero lo impedí, ¿tú crees que estuvo bien?
Alzó su mirada, esperando mi respuesta. Asentí con una sonrisa. Pensé que todos los maestros de ese lugar eran responsables. Descuidar a un niño pequeño es peligroso, más ahora, que algunos tienen la costumbre de hacer maldades.
El autobús llegó, así que no me quedó más que ayudar a Suni a subir, para después pagar e ingresar y tomar asiento. Nos fuimos casi al fondo, ella sentándose al lado de la ventana y yo a su lado. Estaba de rodillas, viendo la calle, divertida como siempre.
Viéndola ahora, es increíble que a pesar de estar bien en Australia, perdí estar al lado de ella. A penas iba a cumplir un año cuando me fui, pero al menos, mi tía nunca perdió comunicación conmigo y mandaba videos mensuales.
—Oye —Volví a ella, quién se había sentado correctamente— No es por ofenderte, en serio, pero deberías tener un coche.
—Me estás hablando informal, recuerda que soy mayor que tú y soy tu tío.
Frunció sus cejas.
—Somos primos, que te llame tío, es otra cosa. —Evité reírme, cada día me sorprendía más— Si no compras un coche, ¿cómo enamorarás a una chica?
Llevé mi mano a mi rostro, sintiéndome avergonzado e impactado por las fuertes palabras de Suni. Desde que regresé, solo he pasado buenos momentos a su lado, sin tener en cuenta todas las penurias que pasa su familia. Me lastima un poco el hecho de que no pude ser capaz de hacer algo, por estar tan lejos, pero ahora haría lo mejor posible.
No había mucha prisa, ya que no entraba a trabajar después, así que aproveché a comprarle un helado y pasear un rato por el parque, para así dejarla en casa, junto a la chica que la cuidaba, puesto que mi tía trabajaba.
Llegué al Penthouse de mi amigo, pensando que no estaría, pero sí, justo al entrar escuché unas voces. Guardé mis llaves y casi en silencio caminé, llegando al sofá, donde una pelirroja estaba sentada en el regazo de Jungkook, diciendo algo, mientras este simplemente miraba enfrente.
—Supongo que buenas tardes.
Dije, obteniendo la atención de la mujer que alzó su cabeza mirando con una sonrisa, ahora ya sé de quién se trata. Suspiré sin ganas y decepcionado, en serio creí que esa mujer nunca volvería a pisar este lugar.
—Hola Nam, no sabía que vivías aquí.
Los ojos de Jungkook aparecieron también para verme.
—Hyung, creí que trabajarías esta tarde.
—Yo pensé que estarías viendo a tu abuelo.
Mencioné. Jungkook hizo que la mujer se levantara, y luego él para poder verme mejor.
—Pienso que es mejor que te vayas. —No tardó mucho, cuándo la peliroja trató de besar al menor, pero este la esquivó. Vaya que le gustaba rogar. Decepcionada, se giró para tomar su bolso y salir, sin antes tocar mi pecho con uno de sus dedos. Yo suponía que la mujer por la cual estaba interesado era otra, y no de nuevo esta— Oh, vamos Namjoon, no me veas así.
Resopló, sentándose en el sofá, sin verme. Me limité a decir algo y fui hasta la cocina para sacar una lata de cerveza. Regresé donde él, sentándome cerca para ver la televisión. Era su vida, tenía la suficiente edad para saber que era lo que hacía, como no llegar a lastimar los sentimientos de una dama. Me fastidiaba eso, porque por parte era culpa mía, que ahora fuera así, yo permití que entrara a todos esos clubs, que entrara a las peleas ilegales y se arruinara en esa época.
Hace un tiempo, la peliroja esa, tenía un relación con Jungkook, pero se acostaba con quien cualquiera. El problema fue que este en verdad estaba envuelto en la mujer, en su cuerpo y todo lo que podría tener para que se enamorara. Cuándo menos lo esperó, ese día que se iba a confesar, la encontró con su propio padre teniendo sexo con ella. No se podía caer más bajo.
—El lunes vendré tarde.
Mencioné después de beber.
—Dime lo que tengas que decir y ya está.
—Eres patético niño. Si tanto interés tienes por la otra chica, deberías estar fijo en ella, no es una mujer del pasado.
Solté. Me levanté de ahí, para poder ir a mi habitación a descansar, pero me detuve cuándo habló.
—Después de visitar a mi abuelo, fui a la oficina... tuve una discusión con mi padre. Rebeca se enteró y...
—No tienes que darme explicaciones. Estaré en mi habitación leyendo un poco. No bajaré a cenar.
•
Apilé los libros como se debía hacer, y seguí con mi carrito lleno de otros, caminando entre los pasillos.
Había pasado una semana desde que empecé a trabajar. En verdad lo estaba llevando bien, ya había trabajado antes en esto, en otro tipo de puesto, pero era interesante. También era agradable ayudar a las personas cuándo pedirla y ofrecer mis dotes sobre los libros que se llevan, no hablaba por hablar, porque la gran mayoría, ya los había leído.
Llegué hasta donde estaban las mesas, y pasé por el costado de esta, procurando ver a todas las personas del lugar que no levantaban la mirada por los concentrados que estaban. Casi en medio, estaba la maestra de Suni, no sabía su nombre, solo que se apellidaba Choi.
A penas pasé de largo, y pude ver como tenía sujetado el cabello en una coleta alta, dejando su frente totalmente cubierta por su flequillo, pero cabizbajo, leyendo con pasión algún libro.
Seguí con lo mío, deteniéndome en el almacén. Guardé el carrito después de haber colocado los libros en su respectivo sitio. Volví a la planta baja, para quedarme cerca de recepción, junto a Seo Jun quien atendía a una chica que devolvía un par de libros.
Pasé de largo mi día, viendo como las personas entraban y salían. A penas pedían mi ayuda, así que revisaba las cámaras de seguridad de la segunda planta, mientras leía un par de libros.
Me agobia que esta noche, tenía que volver tarde a casa, pero le había prometido a Wonwoo que hoy iría al club. Además, quería hablar con Solar un poco más, ya que no había tenido oportunidad antes.
Esa noche, cuándo la volví a ver, me dijo que no había visto a Yuju desde hace mucho, y casualmente ese día entró a trabajar de nuevo. Me intrigaba en sobremanera, verla ahí, más guapa que hace 5 años, revolvía mi estómago. Que sí, que tenía ese antifaz, pero era imposible olvidar esos labios rojos y su cuerpo.
Las horas pasaron volando, que Seo Jun, yo y otros del personal nos encargamos de comprobar que no hubiese algo olvidado en la biblioteca, que anduviera todo en orden.
Subí a la segunda planta, yendo a las salas privadas que habían, a las mesas de afuera y habían un par de cosas olvidadas que las guardé, hasta que vi como también había un cuaderno debajo del asiento donde la maestra Choi estaba sentada. Qué torpe me parecía.
Me distraje un poco, casi como un cotilla. Ese cuaderno azul, era tierno por todas las pegatinas que tenía en la pasta. El cosquilleó de mis manos se mantuvo, por ello fui a quitarle la liga que lo mantenía cerrado.
En la primera hoja, tenía un local dibujado, como un restaurante. Caí en cuenta que lo que tenía en mis manos era un sketch book.
Hice una leve sonrisa, esa maestra sí que dibujaba bien. La siguiente página, tenía el dibujo de un cachorro, se miraba tan lindo en la forma en como estaba esbozado. No podía detenerme, y por accidente me pasé un par de páginas sin ver qué había dibujadas entre estas, para ir justo al espacio que te daba la sensación de que alguien estuvo mucho tiempo ahí.
La página tenía un par de dibujos. Arriba un par de ojos, y abajo un chico. Todo estaba bien, pero la sensación de sentirme identificado me dejó perplejo. Era yo, vaya que podía ser yo. Esos ojos y la forma en la que estaba dibujado abajo, gritaba Namjoon en diferentes idiomas.
—Kim, vamos.
Cerré el cuaderno de golpe, para ver a un compañero esperando. ¿Conciencia? Bueno, tener a una persona sobre tu cuaderno, creo que no es mucha coincidencia.
Bajé las escaleras, mientras cargaba aquel bonito cuaderno sobre mis manos. Era verdad que quería volver a la página donde estaba dibujado y revisar si había más.
—¿Sales esta noche?
Cuestionó SeoJun cuándo llegué a su lado. Tenía planeado ir al club hoy como había dicho, Wonwoo tenía planeado presentarme a un par de personas que querían ser socios, por qué según él empezaría a tener más contactos para lo que tenía planeado hacer.
En estos días, hablamos mucho y parece un buen tipo, pero de igual no me fio de llevarlo a un sitio como ese.
Cuándo estaba por responder, a pesar de que en la entrada decía cerrado, la puerta se abrió de golpe, dejándonos ver a una chica en pánico.
—Lo lamento mucho, en serio perdón. Dejé olvidado mi cuaderno, es azul y tiene pegatinas.
Era ella. Su pecho subía y bajaba con rapidez, mientras que se podía observar la manera en la que su flequillo lucia un tanto mojado, por sudar corriendo hasta aquí.
—Tenemos su cuaderno —Su expresión cambió. Miró, desesperada donde estaba, así que dejé que apareciera a su vista. No tardó mucho en acercarse para tomarlo, pero justo cuándo puso sus dedos, hice fuerza para no dárselo. — Aparte de ser maestra, por lo visto eres una gran artista.
Mencioné. Sus cejas seguían fruncidas sin entender, así que se limitó a dejar más fuerza sobre sus dedos, y se lo dejé.
—Gracias y nuevamente disculpen las molestias.
Hizo una reverencia y salió de ahí más rápido que la forma en la que había entrado.
—Soy yo o la chica que se acaba de ir estaba sonrojada.
Miré a Seung-cheol, otro que estaba en nuestro mismo puesto. A penas había llegado a la escena. Tenía razón sobre la maestra despistada, pero supongo que estaba así por haber corrido tanto.
Acabamos de ordenar todo y cerramos la biblioteca. Cada semana escogían a un grupo para hacerse cargo de esto, y hoy nos tocada a nosotros.
Me despedí y emprendí camino a casa, para ducharme un poco e irme al club.
Durante todo el camino, volvió a mi mente eso del sábado, que los ojos azabaches de la despistada se parecían a otros, algo imposible repito, por qué en verdad eran más que penetrantes y pude confirmarlos hace rato, cuándo quería acuchillarme con esos mismos por haber tocado su cuaderno y no devolvérselo. Además, me había estado dibujando, cualquier persona podría pensar que le gusto, ¿le gusto?
Por ahora, no me interesaba estar enamorado, ni gustarle a nadie. Había regresado a Corea con un objetivo, que estaba en Seúl, pero por ahora estaba seguro en Jeju, al menos reuniendo pruebas para que mi padre me deje en paz. Necesitaba seguir con mi vida, sin que me tuviese atado de manos y de pies.
Antes de bajarme del coche que había mandado Wonwoo, me aseguré que mi corbata estuviese bien puesta y sobre todo, había peinado bien mi cabello.
La entrada estaba repleta. En serio deberían mejorar la organización, por qué el día que vine, un par se colaron y deben estar seguros de todos los que entran y salen. Las empleadas podrían salir perjudicadas.
Me adentré al club, sin tener alguna retención. Ya me conocían, así que era bueno. Un chico rubio con gafas oscuras iba delante de mí, guiándome entre la multitud. Escanee el lugar como siempre, para ver qué show había ahora, y bueno, no había nada en especial, clientes, chicas sirviéndoles y poco más.
Llegamos hasta la gran puerta de color cobre, que nos llevaría al otro club. El sitio ya estaba en un gran ambiente, la música era suave y las chicas de la barra traían otro uniforme, mientras que las que se dirigían arriba, llevaban esa combinación de negro con rojo.
Subí aquellas escaleras, atrayendo la mirada de Wonwoo que yacía de pie cercano al barandal. Fui hasta él, junto al chico rubio, si no mal recordaba su apellido era Wang.
—Jeon, ¿Qué tal?
Le di un pequeño abrazo y este lo aceptó.
—Por aquí todo bien. Joder, vaya que vas elegante.
Me miró de pies a cabeza.
—Hay que venir justo para la ocasión.
Dije, sonriendo. Wang hizo una pequeña reverencia y se fue, hacia algún lugar que no pude fijarme.
Nos acomodamos en el mismo puesto, el 7. Tratamos de charlar un poco. A pesar de que ya nos habíamos visto, pasábamos ocupados. Por su parte, se dedicaba a mantener este lugar, igual que la empresa de su padre. Por lo menos hace lo que le gusta, y sobre todo, junto a la mujer que ama. Solar. Esa mujer era la verdadera estrella de este sitio, y que por lo visto cuándo hacía una presentación, no había quien se le resistiera.
Tomé mi copa, llevándola a mi boca para beber aquel exquisito vino. Agradecía que al menos los socios hubiesen llegado, pero no esperaba que uno de estos serían el inútil de Minhyuk, gran forma para amargarme la noche.
—Ahora que estamos todos, me gustaría decirles que tengo grandes planes innovadores. Consisten en hacer este sitio aún mejor y convertirlo en una franquicia.
Habló Wonwoo. Dejó su copa a un lado, para continuar.
>>> —Y como véis, ustedes estarán un poco involucrados. Esa carpeta que había en la mesa cuándo llegaron, estipula cada una de las ideas que se puede tener por ahora, sobre todo la forma en la que tengo ideas de desarrollo para la protección de las empleadas y el consumo de los clientes, disminuyendo el concepto de prostíbulo que tenía anteriormente. —Cada uno que redeaban la mesa, tomó la carpeta y la abrió, menos yo, ya tenía idea de lo que se trataba todo— Concertaremos un par de citas más adelante si no os convence, pero les aseguro que acaban ganando más de lo que tienen.
—¿Vamos a dirigir algo?
Habló un rapado que estaba a mi costado, que no lo había escuchado hablar antes.
—Por supuesto, querido Jean, pero para que eso suceda, debemos hablar de finanzas, capital, construcciones y acuerdos. Repito, todo está estipulado en las hojas, explicado a detalle y sabéis que en mí todo estará en orden.
Wonwoo tenía planeado abrir otro Cherry Club en Busan y en Seúl, ciudades concurrentes y estaba seguro de que las ganancias serían aterradoras. El primero en saber de esto, fui yo. Seguía en Australia cuándo hicimos una videollamada, me lo contó y le dije que lo apoyaría en lo que necesitara.
Cuándo estuve en aprietos, él rápidamente me recordó sobre su idea de negocio, y se ofreció a que me uniera. Era verdad, todo estaba bien detallado y no habría problema estableciendo cada local. Mi parte de capital, Wonwoo lo pondría, ya que prefería no gastar hasta que arreglara los asuntos pendientes con mi padre y lo tuviera sujeto boca abajo.
—Yo acepto, claro está. Dime cuándo tengo que darte y solo te pondré una condición.
Habló Minhyuk. Este tarado solo soltaba burrada cada vez que abría la boca, no sé qué esperarme. Serví otra copa de vino, y traté de tomarlo, hasta que me perdí en la mujer que venía hacia nosotros.
Era ella.
Sentí una sensación de paralelismo que mareó mi cerebro, invitándolo a perderse en los labios de la chica de antifaz, que viéndola de nuevo, estaba más seguro que se trataba de Yuju, la morena.
—¿Que es lo que quieres?
La vi dejando un par de botellas en hielo, junto a unos botanas en medio de la mesa. Cuándo recobró su postura, Minhyuk se dirigió a ella, tomando con delicadeza su muñeca.
—A ella.
La vista de todos los presentes fue a la chica, quien estaba seguro de que sin ese antifaz estaría sorprendida. Pero, lo que era obvio es que estaba incómoda. Trató de zafarse con un poco de fuerza.
—Oye Lee Min-hyuk, te he dicho que tienes prohibido tocar a alguna chica si esta no te da su consentimiento.
Yuju frunció sus labios, y es que lo que debía hacer ese bastardo, era soltarla. Me puse de pie, y justo después Wonwoo, quien fue hasta el agarre aquel, soltándolo.
—Te he dicho que la quiero a ella.
—Y yo te dije que no tienes permitido hacerlo. Si Soyeon te lo permite, es su problema, pero Yuju no te lo ha dicho ni te lo ha pedido.
Sonrió con socarronería que hirvió mi sangre. Fui hasta ponerme al lado de Wonwoo, viendo de reojo a Yuju quién sostenía su muñeca.
—Pero si me he follado a Soyeon.
Confesó como si fuese un pequeño niño inocente. Qué asco me daba este tipo siempre.
—Ese no es nuestro problema. Recuerda que lo hiciste fuera del recinto y ella lo aceptó. Aquí no harás nada de eso. No lo voy a permitir.
Sabía de sobra que a Jeon le importaba poco si Minhyuk no aportaba el dinero, de igual podría esforzarme un poco y darle mi mitad del dinero si este patán no lo aceptaba al fin y al cabo.
El escándalo se volvía más grande, que un par de personas se acercaron, entre ellas Solar, quien por lo visto le habían avisado.
—Como diga el jefe. Me largo esta noche, nos vemos.
Miró a Yuju de reojo, para sonreír ladino e irse. Suspiré, sin creer el pequeño caos.
El nombrado Jean, trató de hacer un par de reverencias de disculpa a los que estaban a nuestro lado, mientras que Solar miraba con preocupación a la chica.
—Te he dicho que ese no me cae bien —Dijo entre dientes Solar— Como vuelva a molestar a una de mis chicas, yo misma lo saco a patadas y te consigues a otro socio.
Frunció sus cejas, mirando mal a Wonwoo quien simplemente guardó silencio. Nos quedamos ahí, mirando como aquellas dos mujeres se alejaban de la sala, lo mismo que haría yo.
Traté de estar un rato junto a él, pero después decidí salir, yendo hacia algún lugar. Quería ver a Yuju, a esa morena de ojos tan negros que ya había visto antes.
Sería un problema encontrarla, este sitio era gigante, o eso creí, por qué al llegar a la segunda barra de atrás, la vi ahí, siendo la única que llevaba un cárdigan rojo en esta parte del club.
Me abstuve a verla de lejos, como Solar le decía un par de cosas, junto a otra chica. Tenía leve recuerdo de ese día, pero en definitiva, las ansias de volver a estar cerca suyo eran más grandes.
Se movió hacia algún punto y mis pies se movieron por sí solos. Hace 5 años había pisado este club, cuándo Wonwoo aún no era dueño, cuándo aún no me había ido a Australia y lo mejor que me pasó, fue conocer a esa famosa del Pole dance, quien se atrevió a besarme cuándo me bailaba.
Las personas empezaron a desaparecer, para solo ser ella y yo, caminando por un pasillo. Así que mis pisadas eran más sonoras, que hizo que se detuviera en seco y se girara para verme.
—¿Necesita algo?
Preguntó. Me quedé un poco en blanco, pensando en que decir, pero es que volver a tenerla tan cerca, imponía mucho en mí. Ella, por lo visto, no se recodaba de mi rostro.
—¿Te lastimó ese tipo de hace rato?
Negó, sin más. Di un par de pasos para acortar nuestra distancia, pero esta se alejó.
—Gracias.
Ese gracias fue el más parecido de todos. Era imposible. Tragué saliva para tratar de concentrarme en ella, y me perdí en ese gesto en que escondía su labio inferior. Sus manos estaban detrás de su espalda, pero aunque llevara esos tacones tan altos que la hacían ver de mi tamaño, me parecía tierna de alguna manera.
Quería tener la oportunidad de estar a solas, justo como hace 5 años.
Y ya tenía una idea para que eso sucediera.
•
—Herbst
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro