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003.

Choi Yuna

Somos propensos a considerar que una cosa es verdadera o real a partir de indicios, sin tener idea de ello. Es decir, estuve viviendo todo este tiempo con la ilusión de que nunca iba a volver a escuchar sobre ese patán, pero ahora no solo escuché sobre él, también sentí que lo miré.

No quería seguir pensando en él, y saber que había venido a preguntar por mí, me daba a entender que me recordaba, aunque no tengo la seguridad de qué podría querer de mí, por qué en verdad yo no lo quiero ver más.

—Perdón que interrumpa, pero en 10 minutos abrimos.

Escuché leve a Kyu, cuándo lo busqué con mi mirada, se había ido. Volví la vista a mis manos. Ante lo que dijo Solar, no tenía con que responder. Me asustaba el hecho de mencionarle que quería nuevamente el trabajo y volverlo a encontrar a ese hombre.

—¿Me dirás a que vienes? Digo, has de tener una buena razón.

Asentí. Me sentía avergonzada. Cuándo me echaron, me prometí a mí misma que jamás lo volvería a pisar, y aquí estoy, tratando de ganar dinero.

—Yo, bueno, he, sabes que la economía ahora va horrible y yo, venía a...

—Puedes empezar esta noche. Hay un par de camerinos vacíos, puedes tomar el que quieras. Hay mucha ropa, escoge y sal. Después de cerrar el club, hacemos el contrato con Wonwoo.

Un poco más, y mis lágrimas saldrían. Podría ir a pedir empleo a un restaurante, lavando platos, como camarera, en un supermercado, lo sé, algo más decente, pero la urgencia me llevó a esto y teniendo la seguridad de que con Solar podría irme mejor, no encontraba problemas.

Me abalancé hacia ella, dándole un abrazo.

Como casi todo estaba remodelado, Solar me enseñó varias cosas de forma rápida, hasta dejarme en un camerino, para mi sorpresa, era el mismo donde estaba hace unos años. Antes de irse y dejarme sola, me dio un par de papeles con reglas a seguir, algunas de ellas eran;

● No permitir que los clientes te
   toquen.
   Si alguno se sobrepasa, se hace el
   llamado a seguridad y deberán  
   echarlos.

● Uso de antifaz obligatorio en todo el momento dentro del local, hasta que este sea cerrado.

● Las habitaciones VIP, ya no existen, simplemente, los pasillos dorados vips traseros donde el cliente puede disfrutar de su estadía, sin aprovecharse de la trabajadora.

● La trabajadora está prohibida de
tener sexo con los clientes, claro está, si esta lo permite, pero  dentro del Cherry Club, no es permitido.

● Las bailarinas tendrán que ser especializadas recurrentes, aparte de que pueden usar cualquier tipo de ropa, SIN desnudarse.

● En la sala vip, tanto el cliente, como la empleada, deberán llevar un antifaz.

Tenían demasiadas, pero Solar me subrayó las más importantes. Me gustaba más este club que el anterior, aparte de que antes se llamaba Sexy Club, ahora lucía más "decente."

Suspiré, dejándome caer sobre el sofá que había en la habitación. No podía creerlo. Escuché el último aviso de que en un minuto abrían. La dinámica parecía la misma; los clientes entraban, pasaban su buen rato, miraban los distintos shows de 15 minutos que pasaban cada hora.

Me comentó sobre la compra que hizo su novio, Wonwoo. Había comprado el local de a lado, por ello ahora Cherry Club se dividía en dos. Donde habían espectáculos, y servicios especiales, mientras que en el otro lugar, era un club privado, ese lo manejaba completamente Wonwoo.

Me levanté y fui hasta aquel bonito armario. Lo abrí, encontrándome con demasiada ropa. Quería ir a lo fácil y básico, pero me encontré con mi pasado.

A veces pienso que volvemos al inicio del final, en donde quisimos enterrar todo, pero resucitamos.

Saqué el diminuto top de brillos, junto al corto pantalón negro, se parecía a mi atuendo que solía usar. Debía darme prisa. Tomé una de las toallas nuevas que había ahí, todo era nuevo, y me metí a la ducha que había en el sitio.

Luego de varios minutos, estaba llegando a tiempo al primer show de la noche. Se trataba del show de las chicas pole dance. Mi piel se erizaba al recordar que yo era la morena del pole dance, era tan buena en eso, que me aterraba fallar ahora, tenía tanto que no practicaba. Respiré despacio, mentalizándome que no me mataría con los zapatos tacón que llevaba puestos, eran demasiado altos.

Me miré por última vez al espejo, mi maquillaje estaba bien y me gustaba mi coleta alta junto a mi flequillo.

—¡Las chicas del Pole dance!

Escuché que alguien chilló, y me asomé al pasillo, viendo como dos chicas con diferente atuendo iban hacia el escenario. Me revolví entre ellas, captando la atención de la señora que había gritado, esta empezó a ver a cada una antes de que subieran, para luego darle su respectivo antifaz. Al yo llegar y quedar enfrente, me tomó de la barbilla, observándome bien, luego hizo que girara sobre mi mismo eje.

—Así que eres tú. Solar hablaba de mucho ti, ya veo que al fin volviste. Sube e instruye a las que acaban de subir.

Dio una palmada en mi espalda y me quedé perpleja. Las otras dos chicas eran nuevas, casi como yo. Llegamos hasta el telón lila, que brillaba. Miré por medio de una abertura, como las luces estaban apagadas. Las chicas de mi alrededor, susurraban cosas, que me desconcentraban mucho. Debía mantener la cama, lo haría bien, siempre solía hacerlo.

La música sonó. La conocía a la perfección y no tendría inconveniente en adaptarme. Dejé que el duo saliera primero y entonces, el escándalo se desató. Cuándo el estribillo comenzó, tomé aquella sedosa tela, moviéndola a un lado lentamente. Dejé que aquella ostentosa luz me enfocara por unos segundos, mientras me acercaba hacia las chicas que se habían detenido para darme la bienvenida.

Toqué el frío acero de la barra y me dispuse a mover mi cadera como el ritmo de la canción me permitía. El duo siguió bailando, demostrando lo bien que lo hacían. Yo estando en medio debía demostrar que podía hacer más, así que tomé la barra y me subí en ella, girando brevemente con las piernas dobladas.

Abrí mis piernas un par de veces en el aire, pero fue complicado, debería practicar de nuevo. Mi mirada se desvió, hacia detrás de la barra, donde Solar era la única mujer sin antifaz y aplaudía viendo mi show. También me percaté que arriba de todo, había una columna que nosotras podíamos ver, eran los minutos que habían pasado, de paso, de que los minutos de las dos chicas, eran de 10 y ya habían acabado. Justo ahí, quedé sola con un repentino cambio de música, fuerte y algo erótico. Cuándo quería volver a la barra, mientras miraba al público, mi concentración se esfumó.

Un grupo pequeño estaba pasando literalmente por enfrente, yendo hacia algún lugar desconocido, y entre ellos, iba uno vestido de negro, alto, tan esbelto... era el de la biblioteca.

Lo perdí de vista, haciéndome sentir fuera de sitio. Las miradas me atraparon, así que traté de acabar esos 4 minutos que quedaban. Hice de las mías en esa barra, abrí las piernas, las doblaba sosteniéndome, alzaba mis manos y para acabar, quedé boca abajo, tomando la barra con mi mano derecha, por encima de mi cabeza, mientras que la izquierda, sostenía mi pierna derecha que caía. Mi pierna izquierda se mantuvo arriba todo el tiempo. La postura no era tan incómoda, algo 'erótica', podríamos llamarla, por el simple hecho de que estaba abierta.

La música acabó y el bullicio era más alto. Traté de bajarme con cuidado, para encontrarme con muchos billetes en el suelo. Según leí en las reglas, este dinero lo recogería alguien y al final de la noche, se lo darían a sus dueñas. Caminé por los pasillos, abrumada por el hecho de que no solo había vuelto a bailar, sino que había visto al hombre de la biblioteca, que no parecía el tipo de que andaría por estos lugares.

—¡Yuju! —Me espanté un poco, pero ese abrazo me despabiló. Era Solar, se miraba tan hermosa ahora que me doy cuenta, los años le habían sentado tan bien— ¡Lo hiciste fenomenal! Wonwoo ya está preparando hasta el contrato. Me alegra mucho que hayas venido, te aseguro que aquí estarás bien.

—Gracias, Solar.

—Oye, que en privado puedes llamarme Young-Sun, o Unnie.

Sonrió traviesa, y yo tímida. Ella era mi único soporte en este sitio.

—Iré a tomar un descanso, estoy algo cansada y sudé mucho. Saldré en unos minutos.

—Ah —Carraspeó su garganta y volví a ella— Debes darte prisa. En en el club de al lado, necesitan a un par de chicas, así que te ofrecí para que fueses.

Mi sonrisa desapareció. A penas sabía como era ese sitio gracias a ella, además, por lo visto este club se había vuelto más privado, no estaba lista.

—No creo que...

—Yuna, las bebidas, la comida y las tarifas, son aún más altas de aquí. Solo las que tiene bastante experiencia van, y yo confío en ti.

Me estaba poniendo en un aprieto. Dinero, por el dinero, sí, debía ir...

Con algo de pesadez, asentí. A pesar de que estuviéramos a una buena temperatura, sudamos, así que cada vez que acabamos un espectáculo, debíamos ducharnos, por ello, esta vez lo hice lo mejor posible.

Por lo visto, el uniforme de las camareras, bailarinas y acompañantes del club trasero, era diferente. Consistía de un cárdigan corto, con botones delante y de color rojo. Haciendo combinación con unos pantalones cortos ajustados. Me apresuré para maquillarme, peinarme y colocarme un par de accesorios y mis gigantes tacones. Salí de ahí apresurada, dando zancadas entre los pasillos, para llegar a lo que parecía una fila de chicas que supervisaba Solar junto a otra mujer que no conocía.

—Siendo el último punto, pero no menos importante... quiero que quede claro eso de besos en la boca, ni nada. Traten de que beban lo máximo posible, ofrezcan la mejor bebida y hagan compañía. —Las 11 chicas asintieron— Ahora entren, a las dos de la mañana deben salir.

La puerta se abrió, y todas empezaron a entrar, mientras que yo, me acoplé detrás, viendo como Solar me miraba de reojo. Acomodé el nuevo antifaz que teníamos que ponernos justo al entrar y caminé. Era un aura totalmente diferente, tan rojo, exótico y refinado. Miré hacia atrás, como la puerta del interior, tenía lo que parecía ser terciopelo rojo. Volví hacia enfrente, notando como todas se separaban e iban a sus puestos, sabían lo que harían.

Inhalé y exhalé un par de veces. Analicé todo en la entrada, viendo hacia los sofás donde habían varias personas, una barra al fondo, mientras que había una segunda planta donde estaban otras personas, disfrutando de su tiempo. Di un par de pasos más, para chocarme con una chica que por poco tiraba la bandeja de bebidas que llevaba.

—Oye, haz bien tu trabajo. Se nota que eres nueva.

Bufó la rubia. Vaya que tenía mal genio. No sé en qué me había metido. Seguí con lo mío, teniendo en mente bailar un poco en aquel pequeño escenario, pero nuevamente, algo me distrajo ante mi acción. Se trataba de una chica tocando mi hombro, llamando mi atención.

—El señor Jeon dice que vayas a dejar estas bebidas a la planta B, puesto 7 —Parpadeé— Apúrate, a él no le gusta esperar.

Hice lo que dijo.

Teniendo cuidado, tomé la bandeja y fui hasta las escaleras. Estaba más que segura que Solar le mencionó que me ayudara un poco, como no, si parezco una boba sin dirección.

Repetí varias veces, puesto 7. Supongo que se trataba de los sofás con su respectiva mesa, que se separaba por una cortina roja. Tragué saliva, nerviosa, como si nunca hubiese servido. Llegué hasta el puesto, y justo miré a Wonwoo, con el mismo traje gris que tenía cuándo llegué. Alzó su mano, saludando casi informal.

No quise decir nada, así que hice una leve reverencia. Dejé con sumo cuidado las copas, junto con el whisky.

—¿Quieren que les sirva?

—No hace falta, solo pon los hielos. —Escuché a Wonwoo. Miré que a un costado del largo sofá, había una cubitera donde se podían coger hielo, y en el otro lado, un balde lleno de hielos, donde se ponían las bebidas, como la cerveza. Acabé de ponerle hielo a cada una, para luego erguir mi espalda— Chicos, ella es la chica que les había mencionado. Es más o menos nueva, ya trabajaba antes en el club.

Por alguna razón, hablaban de mí. Lo miré, afirmando lo mismo que había dicho él. Por primera vez, miré a todos los que estaban sentados, que eran cuatro personas y uno de ellos, ya sabía quién era. Repito, la vida no me quiere. Era el chico biblioteca.

Mi cuerpo se tensó y me conformé con sonreír leve.

—Es muy linda, pero aún sigo teniendo en algo a Soyeon.

—Bueno, no comparemos por favor.

Dos hablaban entre ellos, mientras que el de la biblioteca no separaba su mirada de mí. Bajé mi mirada por lo inquieta que me sentía. Agradecía que al menos tenía control en mi cuerpo y no me pondría a sudar aquí mismo.

Unas voces llamaron mi atención, así que giré a ver por el leve pasillo, como los de los puestos, saludaban a la chica que parecía acercase hasta nosotros.

—Al fin vienes Soyeon.

Se trataba de la rubia con la que me había tropezado. Así que era famosa por aquí. Cedí incómoda mi lugar, viendo como la saludan, hasta el chico biblioteca.

—Perdón bombones, estaba atendiendo abajo. ¿Qué necesitan?

Se fue hasta hasta el sofá, sentándose sobre el regazo de un chico que había estado en silencio, el único que parecía tener una perforación en el rostro.

No tenía nada que hacer, así que hice una pequeña reverencia antes de irme. Lo único bueno que miraba de esto, era que tendría una buena paga, y para que supiéramos administrarlo, Solar nos daba el pago cada domingo, eso era bueno.

Traté de acabar mi noche lo mejor que pude. No tuve que volver a subir, solo me mantuve en lo que le llamaban, la planta A. Me adapté de donde estaban un par de cosas, el baño, que podía bailar si quería, pero debíamos ordenar los tiempos, y por lo visto, podíamos cantar.

Seguí mi camino hasta la salida, aliviada de no llegar el estorboso antifaz en la cara. Tenían abierto desde las 9 de la noche, hasta las 4 de la mañana. Les iba bien, además, era una buena hora para cerrar. Iba a hacer tan pesado salir todos los días a esa hora, por ello, antes de abandonar el club, pasé por la oficina de Wonwoo, como me indicó Solar.

Mi contrato fue perfecto para mí. Por lo visto, me dividieron los días en: domingo, martes y jueves tenía libre. Los lunes, miércoles y viernes entraba desde las 8 de la tarde para ordenar todo, hasta las 2. Me beneficiaba en sobremanera, ya que, desvelarme, sería lo horrible. Por último, los sábados entraría a las 9 de la noche, hasta las 4, justo como hoy viernes. No estaba mal.

Con respecto a mi pago, rondaba entre los 2,762.238 wones al mes, sin contar las propinas que nos daba Solar cada viernes, que serían, en total, entre los 3 millones de wones a los 3.3. Era una barbaridad, por esto no quería dejar el trabajo. Que sí, que te jugabas un poco la dignidad, pero por lo visto, ahora con Wonwoo todo era algo distinto.

Llegué al barrio, y en cualquier momento caería al suelo por lo cansada que me sentía. Todos los locales por los que pasaba, estaban cerrados, era obvio, aunque en los departamentos habían un par de luces prendidas aún.

Tenía el leve plan de ahorrar y mudarme, pero según mi padre, no era buena idea.

—Yuna.

Detuve mi paso, y giré un poco mi cuerpo para mirar de donde provenía esa voz. Ahí estaba él, parado justo detrás de mí, como si llevase mucho tiempo esperándome. Suspiré, sin ganas.

—¿Que haces tan tarde por aquí? Deberías estar en tu casa, trabajas en nada.

Carraspeó su garganta, acortando la distancia que había entre los dos.

—Te vine a buscar a media noche, pero tu padre mencionó que hoy empezabas a trabajar de nuevo, en ese supuesto lugar, yo... quisiera saber si es verdad o...

—Rowoon, lo que haga no te interesa.

—Somos...

—No, ya no. Ha pasado tanto tiempo desde que tú y yo no tenemos nada, así que no debes preocuparte por mí, ni mucho menos, meterte en mis asuntos.

Estaba agotada, y peor para discutir. Traté de ignorarlo, para acabar de llegar a casa, pero sentí como me seguía.

Hace 5 años, habíamos tenido una relación de 2 años, que acabó cuándo descubrió que en verdad trabaja en ese club. Entró como furia, buscándome por todos lados, insultando a doquier, y a pesar de llevar antifaz, me reconoció.

>>> —Porfavor, detente. No quiero tener nada contigo.

—Te esperé todo este tiempo, al igual que lo he hecho en los últimos años. Me di cuenta de que cambiaste, pero acabaste ahí de nuevo.

—¿No entiendes que no quiero que te metas más en mi vida? —Cuestioné, elevando un poco la voz— Tus palabras fueron sopladas como el sucio que lleva una leve brisa, así de rápido se esfumaron. No te he pedido que seas atento con mi padre, o que sigas trabajando con él, ni mucho menos que me esperes.

Fruncí mis labios. Si hubiese pasado esto antes, estoy segura de que lloraría, pero era verdad que lo superé. La pasé fatal, pensando en la manera en que todo se esfumó de la noche a la mañana literal, me desechó fácil y al poco tiempo estaba con otra.

Le di la espalda, siguiendo con mi camino, lejos de él como ha sido siempre.

Me iba a morir. Estaba tan agotada que ni siquiera los chillidos de aquellos niños serían un inconveniente para que dejara caer mi cabeza sobre la mesa. A penas cerraba un poco mis ojos, y ya me ponía de pie ante el llamado.

Hoy era sábado, eso significa venir a dar clases a los más pequeños. Me parecía lindo verlos, tratar de hacer elefantes, esta vez les había puesto una tarea sencilla, lo era, por qué algunos ya llevaban dos hechos, eran de arcilla de secado al aire, al menos no necesitábamos un horno.

—Maestra, ¿cuándo podremos usar barro?

Escuché a mis espaldas. Me puse de cuclillas para ver a la niña que seguía concentrada en su segundo elefante.

—Veo que eres un pequeño genio —La niña sonrió tímida, haciéndosele un pequeño hoyuelo en una de sus mejillas, era muy tierna— Hagamos un trato, ¿qué te parece?

—Ya sé que es lo que dirá.

Hizo un mohín que me hizo reír. Me levanté y fui hasta delante de todos los escritorios, para que me prestaran atención.

—La próxima semana, haremos cerámica. —Los niños dejaron todo lo que hacían, levantando sus manos emocionados— Pero, si hoy acaban dos elefantes, lo haremos. Y habrán sorpresas.

Me sorprendían la capacidad que tenían los pequeños. Dejaron de prestarme atención, para concentrarse en sus piezas.

Era la segunda clase que había tenido. Había ingresado a la escuela Jeju samyang art school, justo en el año en que inicié la universidad. Tenía buena capacidad, experiencia, además buena con los niños, algo realmente bueno. Cuándo todo se volvió difícil en casa, este trabajo fue el único sustento, por eso no podría dejarlo nunca. Venía tres veces en la semana, pero suficiente para encariñarme con los niños. Mi clases trataba de niños de cinco años, donde pasaban de usar arcilla de secado, a un tipo para hornear.

Los más pequeños, utilizaban plastilina. Mientras que los mayores, ya empleaban barro para manualidades un tanto más grande.

Mis ojos se sentían pesados, era horrible. Esta noche tenía desvelarme también, al menos tenía la gracia de saber que el domingo dormiría todo el día.

Después de que parecía que me quedaba dormida, la campana sonó y me alertó. No dormir mis horas, me afectan en sobremanera, por ello, debo hacer algo, porque los niños necesitan la máxima atención.

Traté de despabilar y fui a ver a cada uno, asegurándome que ninguno olvidara algo. Me coloqué en la puerta, viendo como ya habían un par de padres esperando a sus hijos. Cada uno se despedía con una hermosa sonrisa, contentos que regresaban a casa después de una jornada cansada.

Pensé que ya se habían ido todos, pero aún faltaba la madre de la pequeña Suni. Me dio tanta pena verla cabizbaja.

—¿Sucede algo muñeca?

Negó, sin verme. Habían pasado varios días desde que su madre no venía, sino que, mandaba a un familiar para que pasara a recogerla. No sabía su situación, pero creo que debería avisar, por qué ella no merecía esperar tanto, y yo estaba muy ocupada últimamente, pero aun así, no me quejaba.

—Al menos acabé mis dos elefantes. Pero usted es mentirosa maestra, supuse que diría que usaríamos barro.

Lo bueno que tenían los niños, es que buscaban salir como pudiesen de esa tristeza que sentían, no eran tanto como los adultos. Pero, debíamos tener cuidado si no le ayudábamos.

Estaba dispuesta a cargarla en mis brazos para salir del salón para dar un paseo por el patio, pero los pasos apresurados que venían de algún pasillo, llamó nuestra atención. Ambas miramos hacia enfrente, donde apareció un hombre... el mismo que no dejaba de aparecer en mi vida como un acosador.

—¡Tio Nam!

Chilló Suni con emoción. Lo que me faltaba, que el chico biblioteca apareciera en mi otro trabajo. 

.

.Buenas.

Quería decir que no os vayáis
a agobiar si sienten que va "Lento". Cuando menos se lo esperen, van a suceder cositas.

Herbst

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