002.
Choi Yuna
"Las ráfagas de vientos creaban silbidos agudos, susurrando levemente las posibles experiencias gratificantes que podrían vivir al empezar un día radiante."
No era verdad, por qué mi día no estaba siendo para nada radiante. Después de gastar todas mis energías, pude darme cuenta de que había llegado tarde, por qué era triste ver como mi autobús me dejaba. Tercer suceso, contando que a mi primera hora de clase llegué tarde, por el hecho de que a la increíble Yuna se le ocurrió ir a la biblioteca más lejana a pedir unos libros. Era un completo desastre. Dime universo, ¿tienes algo más para mí?
No me quedaría esperando treinta minutos por el siguiente, así que me tocaba caminar. Mientras lo hacía, aproveché a sacar de mi mochila uno de los libros que tomé esta mañana. 'La Elaboración de la Escultura', era su nombre y era más una guía histórica y técnica accesible sobre los materiales y técnicas de la escultura europea.
Las calles estaban vacías, así que, por lo menos, tengo la seguridad de que no me chocaré con nadie. Abrí el libro y me fijé en la primera página, la introducción. "Las prácticas de fundición, tallado y modelado se exploran desde la época medieval en adelante. Cada capítulo se concentra en un material o categoría específica. Hermosas fotografías en color resaltan las obras e ilustran las prácticas de los talleres contemporáneos." Las ansías me podían, y pasé la página, encontrándome con el índice que leí justo lo que me llamaba, la página 12, la narración del modelado. Lo que me molestó, es que... se encontraba en inglés y no soy una gran experta que digamos. Por lo menos, las fotografías eran de ayuda.
Alcé la cabeza por unos segundos, encontrándome con el autobús en camino y yo cerca de la siguiente parada, así que guardé el libro y troté para llegar.
No sé cuando inicio este gusto, ni por qué, simplemente sucedió. Logré ingresar a la universidad y apenas pude pagar 10 cuotas, las cuales mi padre decidió que no siguiera más, que ayudara en casa y así lo hice. Me arrepiento de tantas cosas, pero si lo pienso tanto, no vale la pena, al menos ahora estoy en mi segundo año en la escuela de arte y cerámica, cambié tanto queriendo investigar sobre las esculturas. Siendo honesta, es, interesante y llamativo.
Suspiré y alejé la vista de la ventana. Estaba entrando a la región, así que me levanté del asiento para acercarme a la puerta.
Mi parada era justo aquí, así que las puertas se abrieron y me bajé. Doble a mi derecha y emprendí camino para llegar al barrio donde vivía.
Y justo cuándo bajaba una corta colinilla, me di cuenta de que mi padre quería que cuándo saliera de la escuela, fuese rápido a casa para que lo ayudara. Mierda. Corrí tanto como pude, tanto como me permitían mis zapatos, y ni pude saludar a las abuelitas que siempre estaban afuera de sus locales.
Me quedé en la puerta, ordené mi flequillo, tranquilicé mi respiración e imité la mejor sonrisa, exacto, como si mi día hubiese sido el mejor. Abrí la puerta, encontrándome con un desastre, una pelea de borrachos, el empleado de mi padre tratando de separarlos y mi padre, saliendo justo en ese momento de la barra.
Se quedó quieto, girando su cabeza lentamente hacia mí y sabía que recibiría el regaño que me faltaba hoy. Ingresé haciendo un reverencia, cerrando la puerta a la vez. Se acercó a mí, tomando mi brazo y llevándome hasta la cocina.
—¿Qué es lo que te pasa? ¡Dios mío Yuna! —Bajé la cabeza— ¡Una hora tarde!, ¡Toma el delantal y ve a atender a los demás clientes!
Asentí. Me dirigí con rapidez hasta el cuartito donde guardamos las cosas, saqué el delantal y dejé mi mochila dentro. Fui hasta el mostrador, donde habían bandejas con cervezas y otras de comidas. Vi hasta el final, donde la pelea se había detenido, como la puerta se abría y se llenaba más, hoy era el día donde me desvelaría estudiando.
Las horas incontables pasaron, tales que mi cabeza estallaría por tanto jaleo en el lugar. A penas tuve leves descansos, mientras que mi padre no se detenía en ningún momento.
Quería ser racional, siempre lo he tratado de ser, viendo como ese hombre al cual llamo padre trabajaba cada día para que no me faltara nada, y lo sigue haciendo a pesar de que tengo la edad suficiente para irme de aquí. Trague saliva, dejando ir ese nudo, para no explotar a llorar hoy, sería una perdida de tiempo, hoy tenía muchas cosas que hacer.
Doblé el trapo húmedo y lo volví a pasar por el mostrador, dejándolo limpio. Las personas empezaban a irse, así que aproveché para asear un poco. Empecé limpiando el baño, que estaba terriblemente sucio, luego, con la ayuda de Rowoon, –empleado del restaurante–, saqué a un par de ebrios que estaban aún dentro y limpiamos las mesas.
—Has trabajado duro. Puedes irte a casa, hasta mañana.
—Muchas gracias, señor Choi. Hasta mañana —Dejé de limpiar la última mesa, para verlo y cruzar miradas para hacer una reverencia— Adiós.
Por fin, solo éramos mi padre y yo. Acabamos de limpiar, ordenar, tomando nuestras cosas y cerrando el local. Cargué con una bolsa que llevábamos para casa, con la comida de esta noche, mientras que mi padre, un saco de patatas que mencionó que Rowoon le regaló esa mañana.
Llegamos a la casa, era cerca. Este barrio, llamado Jib, se trataba de una hermosa comunidad que recibía a visitantes turísticos, como regionales. Un sector era lleno de locales, restaurantes, tiendas de ropa y demás, mientras que la parte de atrás, nuestras casas.
Abrí la puerta y me adentré, dejando las llaves a un lado y quitando mis zapatos. Fui hasta la cocina para dejar la bolsa y luego regresarme a ayudar a mi padre.
Queríamos comer ya, así que dejamos a un lado aquel saco y servimos la comida en la mesa. Me senté enfrente de mi padre, mientras que él, apoyó su espalda en el asiento del sofá. Decía que un verdadero coreano debía hacer esto, así que ya era costumbre. Dimos gracias por la comida y empezamos a devorar todo.
—¿Cómo te fue hoy? ¿Llegaste a tiempo a la biblioteca?
Asentí, tragando todo antes de hablar.
—Fue exhausto, aunque creo que no tanto como tuviste que pasarlo tú. Yo, me...
—Está bien, hija, pero, necesitamos hablar. —Se trataba de algo serio, al parecer, por qué dejó los palillos en la mesa, al lado de su plato y me miró. No tenía ni que decirlo, esa mirada la conocía a la perfección.— Tuve problemas con el nuevo socio ese, todo por culpa de la hija de Yeong mi.
No podía suponerlo, entiendo que a veces se meta en los asuntos de los demás y por parte apoyaba sus acciones, pero seguro hizo hacer a mi padre pagar por algo malo que hizo, debía hablar con Bora sobre ello.
—Dime papá.
—No me pagó como acordamos. Estoy tratando de convencerlo de que haga negocios con el restaurante, tal vez una asociación —No, eso no podía ser real. El restaurante era de mi padre, ha sido nuestro ingreso desde que tengo memoria. Por lo que sabía, estaba encargado de guiar a un chico por el barrio, él estaría a cargo, mientras ofrecía nuestro local como una quedada— Hay muchos recibos que pagar, la luz salió más cara este mes por qué te has desvelado toda la noche, estudiando y en el restaurante pide reformas. Hija, no puedo más.
—Yo, entiendo.
Su semblante se relajó, al saber que su hija podía ayudarle y eso me dolía, por qué no sabía qué hacer. Estaba en crisis, la escuela por la mañana, debía leer muchos libros, hacer bocetos y los fines de semana trabajaba en una escuela de cerámica para niños, donde apenas podía pagar mis gastos y aportaba poco a casa. Existió un tiempo donde todo iba un poco bien, y ahí mi padre me pagaba por ayudarle, pero lo dejó de hacer. No sé qué haré, pero no quería defraudarlo.
Tomó sus platillos, elevó su pierna para acomodar su brazo en su rodilla y continuó comiendo con tranquilidad.
—Sabes, a veces me pregunto por qué dejaste ese trabajo, aunque es duro trabajar como ayudante de enfermería y venir hasta tarde a casa. Ese dinero ayudaba tanto.
Exacto papá, ayudaba tanto y hubiese sido un poco correcto si ese dinero no fuese de hombres que les gustaba verme bailar.
•
La alarma sonó tan fuerte, haciéndome hasta temblar.
Hoy tenía un poco de de suerte, entraba dos horas más tarde a la escuela, así que aprovecharía a ir a la biblioteca, a leer un poco y buscar más libros.
Rasqué mi cabeza y me quedé inmersa en la columna de ropa que tenía en una silla, ah, seguro mi padre la metió anoche. Me levanté, tomé mi toalla y salí de mi habitación para ir al baño a ducharme.
Hoy hacía tanto calor, y eso era por qué estábamos en pleno verano y era un asco. Entonces, miré a una niña comiendo un helado y las ganas de comprarme uno eran tan grandes, pero, era más satisfactorio ver como había llegado a la biblioteca.
Me apetecía estar en la planta de arriba, así que primero buscaría un par de libros y me iría a sentar. Según mi maestro, si no quería usar el hormigón para empezar, debía ver el barro. Entendía que existían varias maneras, pero la sensación de moldear era tan satisfactorio, era como si casualmente conociera las fracciones perfectas de una persona.
Tomar un libro de anatomía, sería una buena idea, porque su idea de encontrar un modelo, no me agradaba mucho que digamos.
Llegué a la sección donde podía encontrar el libro y entonces, me topé con la gran estantería de libros y una escalera. Pasé por un costado y me di cuenta de que sería incapaz de alcanzarlo.
—¡Señor! —Dije suave, tocando leve la escalera. La persona que yacía en la cima de la gran escalera, empezó a bajar, tocando el suelo y quedando frente a mis ojos. Mierda, mierda, oh no. Volteé la cara, no podía verlo.—Perdón, me equivoqué.
Hice una reverencia, y sin que me viera tanto, salí de aquel pasillo, para quedarme en el siguiente, anonada. ¿Qué estaba pasando? Tragué saliva, sosteniendo mi bolsa contra mi pecho y cayendo al suelo. Se parecía tanto a él, ¿era él? Dios mío, esto ha de ser otra broma del universo ¡¿Oh, dime que te he hecho?! Maldita sea, necesitaba ese libro.
—¡Señorita!
Lo que me faltaba, pensarían que estaba loca. Alcé mi vista, para ver al dueño de la voz. Se acercaba a mí, era otro chico.
—Perdón, yo, me mareé un poco. ¿Podría pedirle un favor? —Asintió confundido— ¿Usted... cree... que podría traerme el libro de Anatomía artística: Guía visual del cuerpo humano, exactamente, el de la tapa blanda?
Su parpadeó y el ademán de su boca me hizo entender que estaba loca. Se dio la vuelta y empezó a caminar, pero al no sentirme, se giró —Por favor, sígame.
No, ¿que no entiende que vengo de ese mismo lugar? Ay por favor. Seguí sus pasos, y ahí estábamos, en el mismo punto de donde había escapado, de paso, como el universo me ama, ahí seguía ese chico.
Me quedé al margen, viendo al chico que me ayudó subiendo la escalera al tercer nivel de la estantería, mientras que el otro estaba a su costado, en el suelo arreglando un par de libros. Mordí mi labio inferior, sin parar de verlo, porque me recordaba a él, pero a la vez no. Si fueras tú, ¿qué haces aquí? ¿Por qué no me buscaste?
—Aquí está.
No me di cuenta en el momento en que tenía su mano estirada hacia mí con el libro. Lo tomé e hice una reverencia. Lo peor de todo, es que, la zona de lectura estaba al lado.
Me senté en una zona lejana, pero casualmente, era capaz de verlo. Me centré en el libro, pasé las páginas, hablaba sobre el aprendizaje de la morfología, que se sostiene en las bases del dibujo del natural. Llegué a tal punto de detenerme entre páginas, por qué tenía la necesidad de levantar mi cabeza para buscar con la mirada al hombre. Ahí estaba, tan sereno, hablando con un chico, dándole un par de libros de la estantería.
Gracias a las gafas que llevaba puestas, lo hacía ver con un cociente intelectual más alto que cualquiera de este sitio. Entendía que con el paso del tiempo, las personas podían cambiar, pero aun así, mirándolo detalladamente, no se parece para nada a la persona que creía.
Tragué saliva, sin seguir concentrada. Quedó de espalda y como si fuese una completa pervertida, observé la manera en la que su camisa era tallada a su cuerpo musculoso, tan grande. Sus fracciones en verdad le favorecían, que si fuese un modelo de escultura, si fuese mi modelo...
Alto, alto conciencia, no sé en lo que estaba pensando, pero era una mala idea, yo no podría, no con él, no si me recuerda a ese.
Pasé las páginas, enfadada, no podía concentrarme por qué de repente recordé las palabras de mi padre, todo me arrastraba a ese lugar nuevamente, a ese al cual no quería regresar. El señor hoyuelos me recordaba a eso, mi padre, la necesidad y lo peor que caería, debía volver a trabajar en el club.
Si lo pensaba bien, tenía varios años que ni siquiera pasaba por ese sitio, dejé el contacto con Solar, no tengo información de que siga trabajando en ese sitio. Lo más correcto es que vaya a averiguar esta misma noche, no podía esperarme, las deudas no lo hacían, así que no podía hacer más.
Dejé a un lado mis preocupaciones y me concentré lo mejor que pude. Saqué mi libreta para apuntar cosas importantes. He de admitir, que fue inevitable no voltear a verlo o buscarlo con la mirada cuándo desaparecía de mi punto de vista.
Hice un par de bocetos, partes por donde podría empezar. Seguro que si lo miraba mi profesor, le gustaría. Me fijé en la hora, y me levanté, guardando todo, y pidiendo que me dejaran llevarme el libro, claro, mostrando mi carnet de estudiante que pedí hacer un año. Y ahí, en la salida, en la calle, lo miré hablando por teléfono.
Mi corazón se detuvo, sí, exagerado, pero, escuchar su voz y esa risa me hizo temblar por completo. Es realidad, el universo era un loco y yo su presa, por qué me convertiría en psicópata.
Alejé mi cuerpo de ese lugar, debía librarme, quería irme a la universidad ya.
•
El sentimiento de abrumación que sentí el día de ayer, cuándo llegué tarde al restaurante, era similar al que sentía esta noche estando enfrente de este gran edificio. Su gran cartel de luces fosforescentes iluminaban mi rostro. Cherry Club decía, y me traía los recuerdos más fugaces que quise dejar atrás, pero en los cuales seguiría atrapada.
No sé como podré ver la cara del dueño, estoy segura de que no querrá que vuelva después del escándalo que ocasioné ese día, o talvez me mate en cuánto me vea.
—¿Necesitas ayu... —El guardia salió, mirándome. Aún faltaban minutos para que abrieran. — ¿Yuju?
—Hola Kyu-Bok
Levanté mi mano, saludando y sonriendo un poco. No me lo esperé, pero sus brazos gigantes atraparon mi cuerpo y lo soltaron al momento, asegurándose de que en verdad era yo. No podía olvidar a este hombre, aunque al principio me odiaba, fue mi mejor aliado siempre.
—No puedo creerlo ¿Cuánto ha pasado, dos, tres, cuatro años? ¿Qué te trae por aquí? Dime, cuéntame todo, no, mejor entra. No tienes idea, todo ha cambiado tanto.
Se colocó detrás de mí, tomando mis hombros y haciendo pasar.
Las luces del lugar eran tenues, de color rojizo, sí, indicaban que estaban a punto de abrir, esto seguía igual. Pero, no podía negar la amplitud significativa. Había más distancia entre asientos, había una gran tarima a lo lejos, donde alguna vez me presenté, y está más lejos de donde se sentarían los espectadores.
La barra principal era más moderna y grande. Ahora podríamos decir que era más cómodo de apreciar y no tan obsceno como lo recordaba, se apreciaba más ese diseño que amaba Solar, el veneciano. Mi cuerpo se detuvo enfrente del mostrador, donde una mujer alterada, indicaba a un par de chicas, un par de cosas.
—Mira quién está aquí —Habló Kyu, y la mujer se dio la vuelta, y era ella, Solar, no, estaba tan diferente, tan... hermosa. Su cabello ahora era negro, y estaba segura de que largo, pero lo tenía sujeto.
Se espantó y dejó caer un vaso. Dio la vuelta al mostrador y vino hasta mí, atrapando mis brazos como lo había hecho antes Kyu. Al acabar de confirmar que era yo, me dio un beso en la mejilla y tomó mis manos, emocionada.
—Mi pequeña, no puedo creer que estés aquí. Cambiaste tu número y fue tan difícil contactar contigo.
—Hola, y perdóname.
—No, no, no hay nada que perdonar. Tengo tantas cosas que contarte, y por supuesto que quiero saber de ti, que haces, si seguiste estudiando, si conseguiste acabar la escultura esa.
Sonreí nerviosa. Seguía siendo Solar.
—Antes que nada, me gustaría que fuésemos a otro lugar, digo, para que el jefe no nos vea o escuche.
Dije en un susurro para que solo me escuchara ella, pero al parecer alguien más lo hizo. Me espanté cuándo una voz se hizo presente detrás de mí.
—¿Por qué no debería escucharlo?
Y no, no era para nada quien yo esperaba. Era un hombre joven, y realmente guapo. Se acercó a Solar, atrapando su cintura y dando un beso en la coronilla de su cabeza. Mi cuerpo se relajó de inmediato ante aquel acto. Vaya que sí tenía cosas para contarme.
—Mira, ella es Yuju, la chica de la cual se habla mucho por aquí y de la que siempre te hablo. —Me hizo una reverencia a la cual correspondí— Cielo, esto era una de las cosas que te quería contar. Él, es mi novio y dueño del gran Cherry Club, Wonwoo.
Era una gratificante sorpresa. En verdad me alegraba tanto por ella.
—Bueno, un gusto Yuju —Dejó de prestarme atención y fue hasta ella, tomó su quijada y depositó un beso en sus labios. Tenía la leve sospecha que en verdad estaban enamorados— Estaré en la oficina, cualquier cosa me avisas.
Así fue como lo perdí de vista. Solar se acercó emocionada a mí, jalando mi mano hasta la parte trasera de la barra, donde habían asientos vips, que se protegían con una tela fina y roja. Nos acomodamos al rededor de la mesa redonda, mientras ella me miraba emocionada.
Por lo visto, un año después de que yo dejara este lugar, bueno, de que me despidieran, el ahora dueño, que se le conoce como Jeon, llegó al club, junto a unos amigos. Solar estuvo al pendiente de esa mesa vip todo el tiempo y no pudo evitar enamorarse, ambos se buscaban, hasta que él conoció su cara y cayó rendido. Después de varios meses, Jeon se enteró de como tenían a las empleadas y como decaía el club, así que lo compró por la cara. No le importó la vida pasada de Solar, solo le importó el presente y el futuro que quería junto a ella, era algo que mientras esta me contaba, me llenaba de emoción.
Ahora veo las mejoras del sitio, por lo visto habían más reglas, pero algo más sano que antes. Solar trabaja a veces como bailarina, cuándo le apetecía, ya que ahora era la directora del lugar. Me alegra tanto, por qué a pesar de que sonaba egoísta, me daba la oportunidad conseguir nuevamente un empleo.
—Una cosa que quería contarte antes de preguntarte que te trae por aquí, es que... hace unos días vino él... —Me quedé callada, esperando a que acabara la frase, ya que realmente no había entendido— Siento como una especie de déjà vu, pero es real, el señor hoyuelos estuvo aquí.
¿Él?
.
—Herbst
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