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I

Eric Stokes Brooks, conocido como Blade en el submundo habitado por seres sedientos de sangre humana, siguió las pistas de su viejo enemigo hasta el continente americano. El movimiento nocturno en Nueva York era intenso, por lo que Drácula tenía muy pocos lugares en los que podía esconderse bien para que sus actividades no llamaran la atención.

El hombre de color vestido de negro pasó desapercibido entre los neoyorquinos que caminaban en la calle. Eric observó a los transeúntes detrás de sus lentes oscuros. En el pasado había tenido motivos para ir hasta ese país, pero había preferido seguir con su tarea de cazar vampiros cerca de la ciudad que consideraba su hogar.

El aroma a muerte lo llevó hasta un muelle. Si su instinto estaba en lo correcto había más de un vampiro joven en los alrededores. Con una mano encima de una de sus dagas favoritas, procedió a explorar la zona.

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Natasha Romanoff se sujetó el cabello para evitar que el viento lo llevara hasta su rostro. Había concluido una misión minutos antes cuando uno de sus contactos le envió un mensaje para decirle que ya tenía la información que le había pedido averiguar. Accedió a reunirse ese día aprovechando que estaba cerca del punto de encuentro. No le gustaba dejar rastros digitales, por lo que la información se entregaba en papel.

Miró la hora en su celular. Si no se demoraba mucho podría ir a la torre Vengadores para probar uno de los panecillos que Clint había preparado con la receta de su esposa. Aquellas delicias dulces de mora eran su debilidad. No importaba la hora del día, siempre tenía espacio en su estómago para comer algunos.

Una camioneta negra se acercó hasta su posición. Tenía las luces con intensidad baja para no resaltar tanto en ese parque de estacionamiento cerca de contenedores. Una mujer rubia bajó su ventanilla y le entregó un sobre. No dijo nada, se alejó tan rápido como llegó. El sobre color madera tenía el sello del departamento de Estado en el centro. Estuvo a punto de revisar el contenido cuando escuchó un disparo proveniente de un edificio deshabitado.

Bufó al saber que si quería ir a investigar primero debía destruir los papeles. No podía correr el riesgo de esconderlos y que alguien los encontrara o llevarlos y que la asociaran con la información confidencial. Extrajo un encendedor de un compartimiento en su cinturón y acercó la llama a dos de los extremos. Cuando comenzó a ver humo negro, dejó las hojas en el piso y acercó la llama a los bordes restantes.

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Apenas ingresó a la primera habitación deshabitada del segundo piso del descuidado edificio, el hedor se hizo mucho más intenso. Un vampiro intentó atacarlo por atrás, logrando que el cazador lo cortada y golpeara. Otras dos criaturas se acercaron para pelear. Uno de ellos con un palo y el otro solamente con sus manos.

El cuarto vampiro presente observó desde el rincón el enfrentamiento. Era el que mejor se había adaptado del pequeño grupo y lograba pensar en algo más que sangre. Tomó en sus manos el viejo revólver que solía acompañarlo siempre en su trabajo de detective privado. Lo apuntó en dirección al hombre de lentes oscuros, pero en ese momento un vampiro fue lanzado hacia él, logrando que el arma se disparara hacia uno de los muros.

Blade acabó sin dificultad con los vampiros más jóvenes. El tercero le resultó un poco más complicado, por lo que no pudo evitar que el que llevaba el arma escapara por la puerta. Siguió sus pasos para eliminarlo en cuanto estuvo libre.

Al alcanzar la mitad de su trayecto bajando las escaleras, escuchó una pelea. Se apoyó en el barandal y saltó al otro lado para acortar el camino. El olor a sangre lo golpeó de inmediato pues el vampiro había atacado en la oscuridad a una humana. Tomó al vampiro del cuello y lo lanzó lejos. Llegó de inmediato hasta él para utilizar de nuevo sus dagas.

―¿Quién te creó? ―exigió saber.

El pálido y ojeroso inmortal sonrió de forma siniestra, negándose a responder cualquier cosa que pudiera ayudar a Eric.

―No te reconocí hasta que te vi asesinar. Él me habló de ti... No lo encontrarás.

―Dime algo que me sea de utilidad.

―¿Por qué lo haría? De todas formas, me matarás.

El cazador le clavó la daga de plata en el corazón, dándole la razón. Tendría que deshacerse de los cuerpos para recuperar sus armas. Primero, se acercó a la humana tirada en el piso. Había sangre saliendo de su cabeza y su pulso era débil. Tenía una mordida, pero no habían bebido por completo de ella para que el proceso de transformación de largos días iniciara. De un momento a otro, el corazón de la humana se detuvo.

No pudiendo hacer más nada para ayudarla, regresó hasta el vampiro y lo cargó en su hombro para subirlo, debía juntarlo con los demás. Apiló los cuerpos y los quemó hasta que quedaron cenizas. Recuperó sus armas y comenzó a buscar entre los objetos viejos de la habitación. Había un símbolo en una servilleta de tela. Le resultó familiar porque ya lo había visto en un restaurante en Londres. Debía averiguar si había otro igual en esa ciudad.

Estaba por abandonar el edificio cuando escuchó que la mujer se movía. Fue hasta ella extrañado. Tenía pulso de vuelta. No comprendía lo que estaba sucediendo. La revisó y extrajo todo lo que pudiera usar para atacarlo. Cuando ella abrió los ojos, retrocedió unos pasos con la intención de observar sus movimientos y listo para asesinarla si era necesario.

Natasha gimió adolorida al recobrar la conciencia. Intentó recordar cómo había hecho para terminar en ese lugar oscuro y desolado. De no ser porque una de las viejas cortinas estaba rota y dejaba pasar luz de afuera, no habría podido distinguir ni su mano. Estaba mareada, así que tuvo cuidado al sentarse.

Palpó el cinturón encima de su traje en busca de alguna de sus armas sin encontrar nada. Entonces decidió tomar el cuchillo que siempre escondía en su bota derecha, pero el objeto ya no estaba allí. Algo realmente extraño estaba sucediendo en ese lugar.

Se sentía algo mareada y débil. Todo se sentía diferente. ¿Por qué no podía recordar lo que le había sucedido? Un inexplicable dolor de cabeza la hizo cerrar los ojos y gruñir. Pudieron haberle golpeado para hacerla caer.

De un momento a otro, sintió un líquido tibio en su brazo izquierdo. Al tocar la zona, uno de sus dedos atravesó la tela rasgada e hizo contacto directo con su herida. Retiró la mano de inmediato. Percibió movimiento atrás suyo, girando la cabeza tan rápido que el mareo le impidió ver con claridad.

―¿Hay alguien allí? ―preguntó sin obtener respuesta.

Insistió preguntando un par de veces más. Necesitaba ayuda para regresar a la torre. Era muy probable que la hubiesen drogado ya que sentía un extraño sabor en la boca.

El cazador de vampiros distinguió el cambio de coloración en los ojos de la pelirroja. No comprendía lo que sucedía, pero decidió hacer una prueba. Extrajo una pequeña botella de suero, la abrió y la dejó cerca. El aroma la atrajo de inmediato. Gateó hasta el recipiente y bebió el contenido. Las veces que había intentado compartir su alimento con un recién convertido, terminaban por rechazarlo y lo atacaban queriendo beber su sangre, lo cual terminaba con el nuevo vampiro muerto.

―¿Cómo te llamas? ―inquirió quitándose los lentes.

―Natasha Romanoff ―respondió después de que sus ojos conectaran con los del cazador.

―¿Por qué estás aquí?

―Escuché un disparo.

―¿Viste a quien te atacó?

―No, estaba oscuro.

Eric ordenó sus prioridades. Primero intentaría averiguar lo que sucedía con la pelirroja y después seguiría la pista que había conseguido. Natasha tenía todas las señales de un vampiro después de su primer despertar, lo que usualmente sucedía después de tres días cuando la sangre en sus venas era reemplazaba por veneno. Estar en ese estado significaba que sería muy susceptible a su poder de hipnosis al ser él una criatura mucho más antigua. Le ordenó que la guiara hasta su casa después de que le dijera que vivía sola.

En el departamento de Romanoff, indagó el resto de la vida de la mujer. El hecho de que ella le contara que había sido sujeto de experimentación con un derivado del suero de supersoldado era lo que probablemente había alterado el efecto de la mordida de vampiro en su cuerpo. Blade estaba muy intrigado con su caso, pero también tenía que evitar que la pista que tenía se esfumara. Decidió utilizar de vuelta la hipnosis para demandar que no saliera de su departamento hasta que él regresara. La vio irse a dormir cuando él se quedó pensando. Por los siguientes días, la orden premiaría sobre cualquier deseo de beber sangre humana que pudiera presentarse y él no planeaba demorarse tanto. Dejó un poco más de suero antes de irse. 

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