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Gabriela

Si no entendieron o malinterpretaron la nota final del anterior capítulo, o si adelantaron ese capítulo, me refería a una historia paralela de Mai Zenin reencarnada como tecno sacerdotisa a la de esta historia.

Un tiempo desconocido más tarde. En una noche.

Maki estaba en el piso... pero no en el piso de una celda.

Había mucho liquido blanco y espeso por los alrededores. Su cuerpo era levemente empujado y jalado cada cierto tiempo. Su mirada que estaba boca arriba tenía apenas lágrimas... pero no gemía...

Su cabeza estaba recostada en el suelo... recordando... mientras una mujer noble, "bendecida" por el demonio, la manoseaba y tenía relaciones sexuales con ella.

Maki hubiera gritado de horror... pero la han dañado tanto... que ahora solo llora en silencio por el acto...

¿Cómo era mi vida anterior?— Se cuestionó Maki débilmente... luego... comenzó a hacer memoria.

Hace una anterior vida. Flashback.

Gabriela, una chica normal, quizás latinoamericana, había nacido en el año 2008, justo en el día que salió Kung fu panda (Junio 20), de una madre y un padre muy amorosos con su hija. En el año 2011 de 10 de Junio, nació su hermano menor, diagnosticado de autismo, Marco, justo cuando salió la segunda película de Kung Fu Panda.

Gabriela en su infancia, fue una niña bastante adorable... emocionada aunque tímida y nerviosa de conocer a nuevas personas en la escuela. En esos momentos, su hermosa madre le arreglaba el pelo después de vestirla.

—Recuerda Gabriela, siempre sonríe. Eres una niña muy bonita y adorable, de seguro serás popular.— Su madre, como siempre, la alababa por su belleza y forma de ser.

—¿Por qué crees eso?— Preguntó Gabriela, riendo levemente.

—Porque te pareces a tu madre, y ella fue muy popular en la escuela.— Su madre rió recordando su pasado.

Gabriela sonrió dulcemente al oír eso.

Ambas bajaron y comieron el desayuno que les preparó el padre. El padre de Gabriela es un buen chef con un trabajo de restaurante, mientras que la madre es una administradora de una empresa.

Gabriela observó a su hermano menor, Marco. Marco era extraño... él es increíblemente silencioso, casi nunca lo ha oído hablar, el siempre jugaba sus juguetes en silencio... y de vez en cuando, se estresaba cuando algo de sus juguetes no iba como él quería, al punto de refunfuñar, pero solo hasta ese punto.

Ella una vez quiso jugar con él, pero lo único que causó era que Marco le diera una mala mirada, causando que se desanimara jugar con él.

Finalmente fue llevada en un bonito beetle negro por su padre a la escuela. Su papá volteó a verla con su mostacho corto y divertido.

—¿Sabes las palabras mágicas para ser feliz por el resto del día?— Preguntó el papá a su hija con una sonrisa animada.

—¿Un buen desayuno?— Preguntó Gabriela, dudosa.

—Jajaja, sí, pero también que eres lo mejor que nos ha pasado. ¿Lo sabes, no?— Dijo el padre con una sonrisa ya no bromista y chistosa.

—Ya me lo has dicho muchas veces papi. Te quiero.— Dijo Gabriela dándole un abrazo, a lo cual el padre lo correspondió.

—Ahora, ve mi albondiguita, los spaguetti te esperan. ¡Muéstrales tu mejor salsa!— Dijo su padre con muchos ánimos.

Gabriela bajó del coche, y fue a la escuela.

Tiempo después.

—Tenemos una nueva alumna entre nosotros... se llama... uh... Gabriela.— Dijo una maestra con humor de perros.

—Y-yo... me llamo Gabriela.— Dijo con timidez.

—¡Hola!— Varios saludaron.

—Si ya terminaron con sus máscaras, tomen su libro de matemáticas y vayan a la página 10 en un lapso menor de 30 segundos, y si no lo hacen, bueno, los veré con mi encantadora sonrisa en la sección de detención.— Dijo la maestra, nuevamente con humor de perros, sin siquiera molestarse en dar una sonrisa de ningún tipo, más allá de una expresión amargada.

Gabriela rápidamente fue a la silla vacía, pero la maestra lo detuvo.

—Niña, esa silla ya tiene el hedor de las nalgas de un malcriado, ve a la otra.— Dijo la maestra, entrecerrando los ojos con molestia.

Varios se aguantaron la risa, intimidados por la mirada tan seria de la maestra, como si todo fuera un cementerio. Gabriela se avergonzó y fue rápidamente a la otra, abriendo su bonita mochila de hello kitty para luego sacar el libro de matemáticas e ir a la página 10.

—Ah... Hello Kitty... una de las series más mentirosas del mundo, por debajo de Barbie. Lo de "Tú eres lo que quieres ser" es la más grande mentira que he oído.— La amargada maestra habló, burlándose aunque sin felicidad, con bastante rencor. —Muy bien, sumas y restas. Los que no quieren castigo me responderán, y los que son retrasados, pues, a ver si no la cagan como yo. Prosigamos...— Decía la maestra, olvidando un poco que está hablando con niños.

Gabriela escuchaba aunque no entendía el lenguaje soez de la maestra y mucho menos su apariencia. La mujer vestía de mucha ropa oscura para su gusto, exponía su ombligo descaradamente al igual que sus piernas, vistiendo de shorts cortos y muy negros, además de una chaqueta negra. No solo eso, sino que su cara estaba maquillada de mucho blanco mientras que sus ojos de negro. La verdad, le daba mucho miedo a Gabriela.

Después de un estresante par de horas, la clase terminó.

—Váyanse alimañas de mi salón. El tiempo y la materia no los quieren, por lo que yo tampoco.— La maestra dijo de repente, "empujando" a los niños fuera de su salón para luego azotar la puerta con fuerza y ponerle seguro.

Gabriela se quedó mirando la puerta bastante confundida y aliviada al mismo tiempo.

Fueron al parque, Gabriela se sentía nerviosa, pero unas niñas se le acercaron.

—Hola. Tu nombre es Gabriela, ¿no?— Preguntó una niña de 7 años.

Gabriela asintió lentamente, algo tímida.

—¿Quieres jugar con nosotras?— Preguntó la misma niña, alegre.

Gabriela asintió, emocionada, y fue con ellas. Hablaron un rato, causándole felicidad a Gabriela.

—¡Jugaremos Backyardigans!— Declaró una niña.

Gabriela sonrió ante la idea, le encanta Backyardigans.

—Pero no hay muchas chicas...— Una se quejó, no muy contenta.

—Ya sé, tú serás Pablo, yo seré Uniqua, tú serás Tasha, tú serás Austin... y Gabriela, tú serás Tyrone.— Dijo la niña bastante sonriente.

Gabriela se le escapó la sonrisa al oír eso.

—¡¿Por qué?!— Se quejó.

—Bueno, eres gorda y fea.— Se rió con simpleza la niña.

Gabriela se quedó sin palabras al oír eso. Su corazón se sintió bastante pesado, pero, intentó defenderse.

—¡No soy fea! ¡Tampoco gorda!— Exclamó Gabriela, bastante enojada.

—¿Eso te lo dijo tu mamá?— Cuestionó una niña divertida, riéndose un poco.

Gabriela se quedó muda al oír eso. Intentó defenderse... pero solo pudo decir lo siguiente.

—...no quiero jugar.— Dijo para luego irse.

Gabriela dejó a las demás niñas. Se iba caminando, bastante herida por el cruel comentario.

Quizás lo decían de broma...— Intentó pensar, logrando sentirse mejor.

Un montón de niños estaban jugando a las traes. Gabriela solo observaba en pie el lugar.

—¡Jajajaja! ¡Miren! ¡Una balón!— Se rió un niño señalándola con el dedo.

Gabriela miró hacia atrás... no había balón.

—No soy gorda...— Intentó defenderse una última vez.

—Pero si te pareces a papá cerdito en mini.— Otro niño se rió muy divertido.

Gabriela solo se marchó, pero a diferencia de las niñas, los niños seguían riéndose a sus espaldas, haciéndola sentir más mal.

Después de todas las clases, el papá de Gabriela fue por ella en el coche. Gabriela se subió al coche, sin decir ninguna palabra, mirando su propio estómago con asco.

—¿Cómo te fue, albondiguita?— Preguntó el papá no tan alegre, notando la mala cara de Gabriela.

Gabriela se quedó en silencio... luego, por primera vez en su vida, le gritó a su padre.

—¡NO ME LLAMES ASÍ!—

El papá quedó sorprendido por el grito tan enojado de su hija, con ese sentimiento aumentando más al ver las lágrimas de Gabriela.

—¿Ya... no te gusta?— Preguntó el chef, tratando de luchar contra su shock.

—No...— Dijo débilmente Gabriela, para luego llorar.

—Está bien... ya no te llamaré así. ¿En casa hablamos de lo que pasó?— Preguntó el padre, vencedor de su propio shock con un tono triste y más cuidadoso.

—Si...— Gabriela sorprendentemente aceptó, queriendo desahogarse por completo con sus padres más tarde.

Llegaron a la casa. El carro de la madre también estaba. Ambos se bajaron del coche y entraron en la casa, en el cual estaba la madre con una copa de vino con una mirada preocupada.

—¿Cómo te fue, Gabriela?— Preguntó la madre nerviosa pero sonriente... aunque no pudo mantener más esa sonrisa al notar la mirada triste de Gabriela. —¿Gabriela?— Preguntó de nuevo.

—Mentirosa... te odio.— Dijo para luego correr a su cuarto, encerrarse, y echarse a llorar.

4 años más tarde.

Gabriela había crecido un poco con rencor hacia sus padres, llegando a la pre adolescencia. Perdonó rápidamente a su padre al entender que le decía "albondiguita" porque es su comida favorita y le encanta cocinar eso, una forma de decir que la ama más que cualquier otro platillo. Pero... aunque su rencor se ha reducido, todavía le guarda rencor a su madre.

Durante esos años, había estado buscando maneras de verse más bonita o mejorar su apariencia. Hacer ejercicio en un gimnasio le daba flojera, por lo que solo corría alrededor de su casa y se daba dieta, algo que preocupó mucho a sus padres.

A decir verdad, en su niñez, ella era gordita, o por lo menos simplemente no flaca, pero en las niñas es mucho más llamativo (para mal) que en los hombres.

Sus esfuerzos no fueron completamente en vano. Logró adelgazar lo suficiente para que no puedan llamarla gorda, utilizó anteojos únicamente para que le quede mejor su apariencia, buscó un estilo de vestir diario para lograr sacar el mayor provecho de su apariencia actual.

Sin embargo, no importaba lo mucho que mejoró en apariencia. La gente la veía fea o normal, y las chicas con mejor apariencia, populares (o simplemente guapas) tendían a ignorarla o a burlarse de su apariencia.

Intentó ser atractiva por dentro, siendo una nerd en la materia de historia, español y geografía, además de intentar saber de nuevos temas para lograr captar el interés de los demás, pero lo único que logró fue encontrar una fascinación en la historia de diferentes culturas de distintos tiempos.

Visitaba internet, haciendo una cuenta falsa de ser hombre, para poder estudiar los gustos de la parte masculina, eso causó que su estilo de vestir, por un tiempo, fuera más provocativo... pero las populares y muchas chicas guapas ya hacían esas técnicas, dejándola en la oscuridad.

¿A los machos les gusta los grandes pechos? Sorpresa, su genética es tan mala que apenas puede decir que no es plana.

¿A los machos les gusta las "culonas" como muchos dicen?
Otra sorpresa, sus nalgas son casi inexistentes.

¿A los machos les gusta las chicas altas?
Otra sorpresa, ella mide 133 cm, teniendo 13 años. Es una maldita enana.

¿A los machos les gusta los bonitos rostros?
¿Adivinen qué? Otra sorpresa: Su rostro aunque sea verdad de que es un poco bonito, queda completamente superada por las populares o incluso por asociales emo.

¿A los machos les gustan las mujeres dominantes?
Si, otra sorpresa, aunque le gusten mucho los chicos, ella no sabe de qué hablar aparte de la historia de diferentes culturas.

¿A los machos les gustan las gamers?
Ella no conoce ningún juego a detalle.

Al final... se rindió. Dejó de vestir de forma provocativa, se volvió deprimida, y aunque fue una suerte que no odie su propio ser... claramente odiaba mucho su propio cuerpo.

Actualmente, Gabriela estaba mirando una película, una no necesariamente de romance. Su mirada estaba llena de seriedad y depresión, a pesar de que no ha abandonado su rutina casi diaria de correr alrededor de la casa. Sus padres no estaban en casa por el trabajo.

El lugar alrededor estaba a oscuras excepto por la luz de la tele. La cama estaba desordenada y ella vestía de pijamas viejas. Es un espacio de 3x3 metros con pocos decorativos. Es su cuarto.

—No es justo... ¿por qué los chicos feos pueden tener a una chica guapa y no al revés?— Preguntó bastante amargada con frialdad.

Gabriela se había dado cuenta de las enormes ventajas masculinas no hace mucho. Aunque es cierto que los chicos feos tienen menos oportunidad que los guapos con las chicas... la verdad si tienen buena chance si muestran valores atractivos (amabilidad, ser divertidos, graciosos, etc.). Encima, los hombres tienen más tiempo para mejorar su apariencia y su belleza masculina tarda más en deteriorarse.

¿Pero las chicas? Sus mejores momentos duran muy poco, los hombres tienden a fijarse primero en el físico antes de la personalidad (razón por la cual hay muchas chicas hoy en día que muestran la piel), sus valores solo son deseados una vez que tengan la buena apariencia... y hay de ti si eres una mujer fea, porque si los chicos feos y frikis ya la tenían difícil, una mujer fea la tiene MUCHO peor.

—Malditos imbéciles de mierda...— Maldijo Gabriela por lo bajo al ver su celular muy enojada.

Gabriela vio un comentario sobre un video de YouTube explicativo que decía "al menos las chicas friki tienen algo de oportunidad, los hombres la tienen mucho peor". Inmediatamente texteó de vuelta muy enojada por leer semejante ignorancia, solo para luego volver a ver la película, pero no tardó mucho en recibir una nueva notificación, para su irritación.

El "sabiondo" no dejó de comentar ni ella hasta que ella reveló su propia experiencia. Obviamente, el bastardo no se había disculpado, pero no comentó de vuelta, sabiendo que ya perdió su argumento, aunque Gabriela estaba segura de que volvería.

Conforme pasaba los minutos viendo la película, cada vez que veía al mismo perdedor consiguiéndose a la exitosa y atractiva mujer, su depresión, envidia e irritación aumentaban. No se confundan, ella es heterosexual, pero no puede evitar sentir envidia de la ventaja masculina.

—¡AAAAAAAAAAHHHHH!—

Finalmente, gritó muy frustrada y apagó la tele. Inmediatamente agarró su almohada y no dejaba de morderla con fuerza mientras daba gritos ahogados por la almohada como una animal, pero una lágrima salió de sus ojos. Luego de eso... dejó de morder a su pobre almohada, dejándole algo de saliva.

Limpió la saliva, se disculpó con su almohada y salió muy cansada de su cuarto. Al salir, vio a su hermano menor, Marco, completamente paralizado mirándola con miedo mientras sostenía el control de su consola de Xbox One.

Mierda...— Pensó Gabriela con vergüenza, dándose cuenta de que su hermanito escuchó su histeria.

Gabriela volteó a ver la pantalla, observando a un par de brazos con armadura verde sosteniendo una especie de rifle mirando hacia un lugar muy tecnológico para esta era.

—¿Qué juegas?— Preguntó muy cansada, tratando de evitar el problema que causó.

—H-halo... 2...— Dijo nerviosamente su hermano menor.

Gabriela alzó una ceja, nunca había oído o leído de ese juego.

Quizás no es tan famoso...— Pensó. —¿Cuantas entregas tiene? ¿Tiene una tercera?— Preguntó.

Marco comenzó a sentirse más seguro, pero aún así, respondió con nerviosismo lo siguiente.

—Tiene una tercera, cuarta y quinta, sin contar a Halo Reach y Halo 3 ODST, aparte de Halo wars y Halo wars 2.—

Gabriela parpadeó, muy sorprendida por la respuesta.

¿Entonces si es muy famoso? ¿Cómo no me di cuenta?— Preguntó retóricamente en su mente. —¿De qué trata?— Preguntó, tratando de olvidar su mal comportamiento.

—De anillos planetarios que pueden extinguir casi toda vida existente del universo, con solo un tipo en verde para salvarlo, o al menos de eso trata la mayoría de las veces.— Resumió Marco.

Gabriela no se sentía muy motivada con ese resumen. Parece una película mal hecha con buena acción en su opinión. Y aunque tenga una buena historia detrás, no cree que le guste saber de ciencia ficción sabiendo que no es real y duda mucho que su cultura ficticia esté bien hecha. Prefiere historia de la vida real.

Por otro lado... se sentía un poco avergonzada de su actitud, y sabe que si sigue viendo más películas, se pondrá peor y peor. Quizás le sirva un poco de distracción y la haga olvidar de su odio con su propio cuerpo y de su envidia hacia las demás personas.

—¿Puedo ver?— Preguntó.

El chico asintió con nervios, y la pantalla comenzó a moverse.

Gabriela observaba cómo jugaba, y la verdad, no entendía como la gente se entretenía con este tipo de juegos. Solo vas, exploras, disparas, matas, recargas, disparas y vas a otro lugar, y así sucesivamente. Si no fuera por el diseño de los enemigos que admitía que son interesantes, ella ya se habría dormido.

—¿Solo de eso se trata? ¿Buscar, disparar y matar? ¿Dónde están las razones? ¿Dónde está su historia cultural? ¿Y la trama?— Se quejó, muy aburrida.

—Eres niña, no lo entenderías.— Respondió Marcos.

Gabriela se enojó mucho por ese comentario. ¿Qué podría saber él? Es un niño autista, ni siquiera tiene una década de edad. Su ira que iba apagándose comenzó a aumentar.

—¿Y tú que podrías saber? Eres un niño, mucho menor que yo y encima autista. Tú solo juegas porque te divierte matar, no te gusta pensar. No hay profundidad, no hay objetivo, no hay nada bueno. Punto.— Gabriela se defendió.

Marcos comenzó a enojarse también. No suelen interactuar mucho, de hecho, casi nunca lo hicieron. Por lo que no sería loco pensar que esta es la primera pelea que tienen.

—¡Mi juego no es malo!—

—¿En serio? Dime una sola cosa que lo hace bueno que no sea disparar, matar o cualquier cosa que tenga que ver con peleas, armas y sangre, de lo contrario, significa que es un juego o sobrevalorado o muy explotado.— Retó Gabriela, ya muy enojada.

—¡Claro que sí! Tiene... uh... tiene...— Intentó defenderse Marco... solo para quedarse callado.

Gabriela sonrió victoriosa. Los niños no tienden a pensar las cosas a mucha profundidad, y suelen ser muy ingenuos excepto en su capacidad de observación y aprendizaje.

—¿Ves? Nada.— Dijo Gabriela victoriosa, molestando a su hermano menor, pero esa sonrisa se esfumó al ver una lágrima salir de sus ojos.

—¿Por qué tienes que ser tan molesta? ¿Podrías al menos dejar mi mierda en paz? ¡Ya sé que estoy mal de la cabeza, pero me sigue gustando! No tienes que repetirlo...— Gritó bastante enojado y triste.

Gabriela estaba sorprendida, pero también sintiéndose más culpable y avergonzada que antes.

—Lo siento...— Se disculpó, no sabiendo que hacer.

Ninguno habló, durante los siguientes minutos, de hecho, Marco ya no quería ni siquiera jugar y lo dejó así.

—...¡Nothing but a heart brea-keeer! ¡Presiona el botón de pausa, idiota!— Un soldado del juego estaba cantando y terminó de decir, rompiendo el silencio.

Ambos, de un segundo para otro, comenzaron a reír al haber oído eso, pero luego volvieron al incómodo silencio al mirarse.

—Mira... yo... lo siento. Quizás debería jugarlo antes de criticarlo. No debí haberte hablado así. ¿Me... perdonas?— Preguntó Gabriela.

Marco la miró, pero lentamente asintió.

Minutos después, Gabriela estaba jugando, frustrándose al ver a un par de "monos reptilianos" arrojarle una granada de plasma, matándola por quinceava vez.

—Esto es imposible...— Decía Gabriela muy amargada.

—¡JAJAJAJAJA! ¡TE GANÓ UN PUTO GRUNT! ¡JAJAJAJAJA!— Su hermano menor se burlaba sin piedad.

Gabriela miró a su hermano con una mirada de pocos amigos. No sabía de dónde sacó tal lenguaje soez, quizás el juego no tiene pelos en la lengua y grita groserías. Pero... a pesar de que quería responder de vuelta... no podía.

Nunca había visto sonreír a Marco. Nunca lo hizo. Siempre pensó que él es un amargado solitario que se la pasa todo el día sentado en un sillón jugando videojuegos. Pero, a pesar de que se estaba burlando de ella... no pudo evitar querer ver más de esa sonrisa.

Por lo que siguió jugando...

2 años después.

Gabriela había estado jugando con su hermano y su relación familiar había mejorado bastante, sin embargo, Gabriela no le gustó mucho los juegos de shooter de primera persona, aunque si ahorró dinero y hasta hacía varias actividades para ganar dinero y poder comprarse una computadora gamer.

Ella no solo se volvió una experta en el Lore de los juegos de halo, sino que también comenzó a conocer sobre warhammer 40,000 por influencia de su hermano menor. A diferencia de los juegos de halo, ella sí disfrutaba de jugar sola de sus juegos.

Los juegos de halo le aburrían, sobretodo los halo normales. Solo los disfrutaba porque jugaba eso con su hermano menor. Halo wars le parecía más interesante, pero se aburrió demasiado rápido. Sin embargo, si había algo que le gustaba y hasta la hizo obsesionarse un poco...

—Gabriela... ya viste esa cinemática más de mil veces... ¿Por qué te interesa tanto media mandíbula?— Preguntó bastante irritado su hermano menor.

—Es el único buen personaje de la historia y no diré nada más.— Mintió en parte, aunque, para evitar más preguntas.

Gabriela se obsesionó con Rtas Vadum, es decir, media mandíbula, al punto que buscaba todo tipo de contenido que pueda de él, incluso fanarts, sean inocentes... o no tanto.

No solo tiene una apariencia muy fácil de identificar gracias a su falta de mandíbulas, sino que se le hizo bastante atractivo sobretodo por su forma de ser tan peculiar, por su actitud fría y ruda pero sorpresivamente tener corazones cálidos, además de que tuvo un pasado muy tierno.

Por esas razones, le gustó... tanto que lo doxeaba por así decirlo cada vez que tenía la oportunidad, y comenzó el proceso de tener morbo hacia xenos o simplemente morbo hacia cosas humanoides que no son humanos.

Pero, hay otra razón por la que empezó a sentir anhelo por xenos...

En la escuela.

—Vaya... no sabía que los romanos ejecutaban a cualquier historiador que hiciera el más mínimo error en la historia. ¿Cómo le haces para investigar?— La misma maestra gruñona de hace años seguía ahí, con una expresión de gran sorpresa sincera.

—Simplemente me gusta la historia.— Respondió Gabriela, bastante feliz.

—Si no existiera la nerd de matemáticas, serías la mejor estudiante en general entre todo este montón inútiles malcriados.— La maestra dijo todavía gruñona. —Bola de grasa, eres el siguiente.— Llamó la maestra, mirando a un estudiante gordito con total indiferencia.

Varios se burlaron del gordito. Este se sintió triste, pero no dijo nada y se levantó a dar su presentación de historia. Gabriela lo miró y se sintió mal por él... pero no hizo nada.

La clase terminó y ella se fue marchando, pero antes de que pudiera irse caminando, un muchacho muy apuesto corrió hacia ella.

—¡Oye! ¡Espera!— El muchacho gritó.

Gabriela hizo caso, y volteó a verlo. Se sintió muy nerviosa al reconocer al muchacho.

—Ah, Ángel, ¿Se te ofrece algo?— Habló con la máxima normalidad posible, controlando su nerviosismo.

—Quisiera ayuda en mi proyecto del barroco.— Decía Ángel.

Gabriela se emocionó mucho. El barroco es una de sus épocas favoritas.

—¿Qué sección? ¿Barroco temprano, medio o tardío? ¿Estás investigando las danzas suite, su arquitectura, concierto grosso, sonata, ópera, o...?— Decía rápidamente Gabriela, muy emocionada, pero fue interrumpida.

—Solo en general...— Decía bastante mareado el masculino por las preguntas de Gabriela.

Gabriela se desanimó un poco al entender, pero todavía estaba muy dispuesta a ayudar.

—¿Ángel? Creí que nunca pedirías ayuda.— Una chica habló bastante sonriente y divertida.

Gabriela perdió casi por completo su sonrisa al ver la chica. La chica es muy hermosa, teniendo una piel limpia sin el más mínimo grano, un muy buen cuerpo, un maquillaje no muy visible que mejora su apariencia enormemente, una ropa perfecta para su cuerpo y estilo, pero sobretodo, un largo cabello lacio y negro que perfecciona su belleza.

Ella es Lan Fen... la chica más popular de la clase no solo por su belleza muy bien cuidada... sino también por su gran inteligencia y talento para aprender casi cualquier cosa. También es muy seductora y de una manera discreta... y para colmo, no necesita exponer su piel, y se sabe que es de China, o quizás es de sangre pura de China que nació en este país.

—¡Lan! ¿O Fen? ¿Qué haces aquí? Y no, solo estaba hablando con ella.— Preguntó y respondió Ángel, bastante nervioso.

Gabriela perdió su sonrisa por completo. Ángel vino a pedirle ayuda, pero no solo negó eso, sino que, mientras que con Lan Fen hablaba con nerviosismo... con ella hablaba como si fuera obligado a hacerlo.

—Vine a pedirle ayuda a Gabriela. No sé cuáles son los sitios de internet más confiables, y no te preocupes, estamos en México, no en China.— Respondió Lan Fen, con una ligera sonrisa discretamente seductora, pero puede ser su sonrisa natural.

Gabriela miró a Lan Fen con sorpresa. Ella es la más exitosa de todos, ¿por qué le pide ayuda?

—Ah, yo también le estaba pidiendo ayuda.— Dijo Ángel un poco más nervioso.

Gabriela miró a Ángel con enojo.

—¿No que solo estabas hablando con ella?— Preguntó burlona Lan Fen, aunque su voz estaba más bajo que antes.

Gabriela, simplemente, no pudo más y se marchó enojada. Ángel miró a Gabriela con cierto pánico y extrañeza. Lan Fen solo negó con la cabeza y se marchó.

Gabriela caminaba apresurada hacia el patio y se escondió detrás de un árbol. No lloró, pero estaba muy triste y enojada.

¿De verdad su apariencia es tan desagradable al punto que Ángel negó su pedido de ayuda solo para impresionar a Lan Fen? ¿Cómo si su existencia fuera una vergüenza total?

Ya sé que mi apariencia decepciona... pero... ¿podrías al menos fingir que no notaste eso? ¿Darme la bendición de ser una ilusionada?— Pensó Gabriela, muy triste.

Desde ese entonces, su interés por humanos solo existía en historia o de forma superficial a hombres muy guapos mientras comienza a desear que vengan alienígenas, pero ya nunca se hará ilusiones por más que se le acerquen... ya no más.

Un año después.

Recuerda Gabriela, mantente en calma y en alerta, y siempre mirar a los lados.— Decía la madre de Gabriela con calma.

Gabriela estaba aprendiendo a manejar un carro, bajo la supervisión de su madre.

—Lo sé, ya lo has dicho 3 putas veces seguidas en estos 5 minutos, si me sigues hablando, me distraes. Así que dejar de joder si no quieres que nos mates a ambas.— Respondió de vuelta muy enojada Gabriela.

Su madre suspiró, la vida no está mejorando y mucho menos su relación con su hija.

—Gabriela, cuida tu lengua jovencita. ¿Sabes que no podemos pagar mucho, verdad? Tenemos que evitar la mayor cantidad de accidentes y gastos posible.— Dijo la madre con algo de enojo.

—Cierto... ¿cómo la vez que vendiste los juegos de Marco? ¿O cuando dejaste de darle regalos? Pero bien que a mi me das regalos incluso cuando dije que no necesito nada.— Respondió de vuelta, bastante enojada.

—¿Tú que sabes que necesitas? ¿O tengo recordarte que de no ser por esa camisa y ese libro, no te habrían aceptado en el club de historia y arte?— Preguntó la madre de vuelta.

—¿Por qué no dejas que Marco asista a clases conmigo? ¿Por qué dejaste de pagar su educación? ¿Por necesidad? ¿Por qué a mi y no a mi hermano?— Cuestionó de vuelta Gabriela, muy enojada.

La madre forzó que Gabriela detuviera el coche, luego, comenzó a gritar.

—¡PORQUE TÚ SI TIENES FUTURO!—

Gabriela quedó en shock por breves momentos, pero iba a responder de vuelta sólo para ser callada en un instante.

—¡ENTIENDO QUE ESTÁS ENOJADA CONMIGO POR NO SER TAN BONITA COMO YO HABÍA DICHO! ¡PERDÓN POR NO SABER QUE EN ESTA ÉPOCA LA BELLEZA ES DIFERENTE Y PERDÓN POR SER DESPEDIDA POR MI JEFE! ¡NO ME GUSTA LO QUE TE HACEN, PERO YO NO TENGO CONTROL DEL MUNDO! ¡PERDÓN POR DAÑAR LAS EMOCIONES DE TU HERMANO, PERO NO PIENSO CONDENAR A TODA NUESTRA FAMILIA A LA QUIEBRA POR UN HIJO QUE NO TIENE FUTURO!— Gritaba la madre muy enojada.

—Entonces mi hermano... ¿no te importa?— Preguntó bastante shockeada, ya con un par de lágrimas.

—¡ME IMPORTA MUCHO MÁS DE LO QUE CREES! ¡PERO YA NO TENEMOS SUFICIENTE DINERO! ¡¿QUÉ CREES QUE PASARÁ SI SOLO TU PADRE TIENE TRABAJO?! ¡TU PADRE YA NO PUEDE PAGAR 2 ESCUELAS,  APENAS TIENE DINERO SUFICIENTE PARA PAGARTE A DURAS PENAS LA PREPARATORIA JUNTO LA ESCUELA!— Gritaba la madre, pero continuó.

—¡¿Qué crees lo que pasará si tu hermano consigue preparatoria o incluso una universidad?! ¡Nos veremos forzados a cortarle el futuro a ambos! ¡Solo tú tienes la capacidad de mantener la familia ahora! ¿Lo entiendes? ¿O vas a gritarme a cómo ser una buena madre? Si es así, háblame cuando tengas 2 hijos.— Dijo la madre. —Maneja el carro, ya.— Ordenó la madre.

Gabriela no tenía palabras. Estaba enojada, triste... pero entendía lo muy grave que es la situación...

Siguió manejando, atenta a sus alrededores, pero no podía evitar pensar en las palabras de su madre.

Sin embargo, por el rabillo del ojo, observó a una persona cabizbaja caminando por la calle, pero no alcanzó a reaccionar a tiempo... y la atropelló. Ni su madre había alcanzado a reaccionar.

—¡MIERDA!— Gritó Gabriela y se bajó del coche hacia atrás.

—¡GABRIELA!— Llamó su madre.

Gabriela corrió hacia detrás del coche, y observó a una hermosa chica oriental gimiendo de dolor.

—¡¿LAN FEN?!— Gritó perturbada Gabriela para correr hacia Lan Fen, observando que está sangrando por la boca. —¡Llamaré al médico!— Inmediatamente, completamente asustada, Gabriela intentó poner el número de teléfono en su celular.

Sin embargo, el coche se movió a gran velocidad hacia atrás. Un grito quebrado de dolor salió de la boca de Lan Fen, aparte de un poco de sangre salpicando en la cara de Gabriela. Los gritos siguientes se escuchaban ahogados.

—¿Lan... Fen?— Procesaba la situación, pero dejó de escuchar los gemidos de dolor de Lan Fen. —¡LAN FEN!— Su grito de horror la condujo hacia el cuerpo ensangrentado y torcido de Lan Fen.

Sin embargo, fue agarrada por su madre.

—¡NO! ¡NOOOO!— Gritaba pero fue forzada a entrar en el asiento de copiloto por más que se esforzaba.

La madre avanzó a toda velocidad, luego usó una servilleta para limpiar la cara de Gabriela en contra de su voluntad, pero su cuello fue agarrado por Gabriela.

—¡¿POR QUÉ?!— Exigía Gabriela, completamente enojada.

La madre no respondió, pero quitó las manos de Gabriela de su cuello sin mucha dificultad.

—¡MATASTE A UNA PERSONA! ¡¿POR DINERO?!— Gritó Gabriela completamente enojada y triste.

Pero... recibió una cachetada... de parte de su propia madre. Gabriela se tocó la mejilla... sin palabras, mirando a su madre.

—Ya te dije nuestra situación, lo hice por nuestra familia. Es cruel e injusto, lo sé, pero la vida nunca es justa. Además... si no fuera porque empezaste a hacer un berrinche, te hubieras fijado y hubieras evitado que me viera forzada a matarla para evitar la demanda.— Después de decir eso, no dijo nada más.

Días más tarde.

Las noticias de la muerte no tardaron en ser esparcidas, y mucho menos el internet que estaba en shock por la vista. No sabían quien fue el asesino, pero si el carro. No dejaban de criticar con ira la escena, más aún porque la víctima es bella.

Gabriela ya nunca se comunicaba con su madre, y si lo llegara a hacer, se alejaba. Lo que antes era un mero rencor ahora se convirtió en una mezcla de terror, odio y tristeza.

Por el miedo hacia su madre, no dijo nada, pero, conforme pasaban los días, la culpa de haber sido la asesina indirecta de Lan Fen aumentaba, pero... cuando la madre de Lan Fen salió en internet llorando, justo después de que las noticias mencionaran al padre yendo a la tumba de su hija, no pudo más y fue hacia allí.

—Papá... voy a usar el carro.— Dijo Gabriela, triste, yendo al auto.

—Está bien... puedes irte mi pequeña...— El padre dijo, mirando al suelo muy triste, sin ganas de cocinar.

Después de eso, Gabriela viajó en el carro hasta la tumba de Lan Fen, donde había un hombre oriental muy elegante parado frente a su lápida. Ella se acercó al hombre, viendo la tumba de Lan Fen.

Lan Fen
2007-2024

—¿Eres Gabriela?— Preguntó el hombre muy triste, mirando la lápida, mientras el cielo nublado soplaba con fuerza.

Gabriela se asustó un poco por la repentina pregunta, pero luego suspiró, con tristeza.

—Sí... ¿cómo lo sabes?— Preguntó Gabriela.

—Mi hija te tenía envidia... nunca lo supe antes ni me importaba... pero ahora lo entiendo. Y ella... murió con eso.— Dijo con tristeza silenciosa.

Gabriela parpadeó, no entendiendo lo que decía. ¿Cómo Lan Fen le tendría envidia si lo tiene todo?

—Me recordaba a su madre, a mi esposa. Siempre tan inteligente... pero demasiado emocional. Siempre le exigía más de ella... pero nunca llegué a apreciar lo que ya era... hasta ahora.— Decía el padre, pero luego continuó. —Cuando descubrí su muerte... me sentía vacío... y su madre lloraba incluso durante la noche...— Decía con mucha tristeza.

Gabriela sintió su garganta arder... sus ojos igual. La culpa la estaba carcomiendo como un demonio al alma...

—Por mi propio vacío... nunca me había dado cuenta hasta del veneno que llenaba el corazón de Lu Yan. Me di cuenta al oír su cuerpo golpear contra el suelo desde el techo...— Lágrimas salían de sus ojos. —Supongo... que es el castigo de los cielos por ser demasiado duro con ellas...—

Ya no podía soportar más... y Gabriela comenzó a sollozar.

—Y-yo... yo la maté...— Susurró con lágrimas.

—¿Nā?— Una pregunta en bajo volumen, mezclada de leve ira y sorpresa salió del hombre.

—¡YO LA ATROPELLÉ! ¡SI ME HUBIERA FIJADO, TÚ NO ESTARÍAS AQUÍ LLORANDO SU MUERTE! ¡LO SIENTO!— Cayó de rodillas, llorando tapando sus ojos.

Siguió llorando, pero luego recibió una palma en la cabeza, causando que mirara hacia arriba.

—Está bien... está bien...— Dijo el hombre con tristeza.

Gabriela abrió los ojos en sorpresa... pero luego... sintió una gran fuerza en su cuello apretándola.

—Agh... gh... gh... gh...— No podía respirar... y fue levantada del suelo mientras sacudía las piernas y golpeaba y jalaba los brazos del hombre.

El hombre no dijo nada, solo apretaba con más y más fuerza conforme pasaba el tiempo. La vista de Gabriela se hacía borrosa y más oscura, mientras seguía peleando inútilmente contra el agarre del hombre.

El miedo la llenaba, no quería morir pese la culpa que sentía, y seguía luchando.

—Por... favor... gh... perdón... gh...— Suplicaba, siendo ahorcada en el aire conforme perdía fuerza.

Luego de unos minutos... los gemidos de ahogo y sus movimientos... se detuvieron. No había aire en sus pulmones... tampoco reacción de su corazón. Sus piernas se soltaron colgadas como ropa colgada, al igual que sus brazos.

Su cuerpo cayó al suelo, sin vida... pero quizás... sin culpa...

Fin de flashback.

Maki recordó todo eso, su cuerpo seguía moviéndose en contra de su voluntad.

Desearía... volver a esa vida... ¿cómo pude ser tan estúpida como para no ver lo muy bueno que era mi vida?— Maki pensaba con remordimiento, mientras sentía con tristeza y dolor una corriente caliente dentro de ella.

—La bendición de Slaanesh realmente promete nuevas sensaciones...— La noble decía, disfrutando de su nuevo miembro con lujuria y sadismo, observando con los mismos sentimientos a Maki. —¿y si nos divertimos un poco más, perra de Luthanor?— Preguntó, todavía insatisfecha.

Maki solo derramaba más lágrimas, sin hacer ningún gemido, queriendo que la pesadilla termine...

Perdona por la espera, pero me obsesioné con el juego de Phantom Parade de Jujutsu Kaisen. Ya sé que algunos de ustedes quedaron perturbados por el anterior capítulo (aquellos que no leyeron mis múltiples advertencias) pero el siguiente capítulo tendrá contenido fuerte, solo que esta vez, no habrá sexo o cualquier contenido sexual explícito.

Eso es todo.

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