Primer Encuentro
21 de enero del 2028
El joven de castaños cabellos apagó el dispositivo después de escuchar las noticias nacionales para estar consciente de todo aquello que pusiese ocurrir en el país, corría por las calles de Gwangju en un intento de llegar a Gangnam sin ser descubierto por cualquier individuo que pudiera delatarlo, ya que de ser visto, sería trasladado de inmediato hacia la base militar más cercana. Tal y como afirmaba la ley de su país, en tiempos de guerra, su mayor obligación era servir a su nación.
El estuche del instrumento que cargaba consigo era utilizado para protegerse en caso de que una bala perdida se le cruzara en el camino, aun con pesar en su alma, prefería hacer uso de la funda de su saxofón como si se tratase de un chaleco antibalas de mala calidad. Había sido un regalo de su padre por su cumpleaños número dieciséis, si bien no pudo conocerlo hasta la edad de doce años, cumpliría con la última voluntad de su progenitor, la cual le hacía prometer que se mantendría sano y salvo hasta que el día en el que su vida se acabase, y buscaría refugio en las ciudades más desarrolladas del país para así alejarse de las adversidades que día a día empeoraban en su pueblo natal.
Estaba siendo perseguido y eso era algo completamente común para él, aun con dicho dato presente en su mente, detuvo sus pasos y dio media vuelta sobre sus pies. Esperaba atentamente la llegada de su acosador, mientras que daba una ojeada al reloj de su muñeca, dándose cuenta que si demora más de diez minutos no llegaría a tiempo para cumplir turno en el bar de mala muerte en el que solía tocar.
Registró sus bolsillos en busca de un par de monedas, también hizo el hámago de sujetar entre sus dedos la pequeña cuchilla que solía llevar consigo, en caso de que las monedas no resultaran suficientes para su agresor. Lo que menos esperaba era que un integrante de la milicia lo tumbara al suelo y se posicionara sobre su espalda.
No debió cruzar ese oscuro callejón con intención de acortar su camino, la apariencia del mismo le decía que su decisión era incorrecta, las manchas de moho que recubrían las paredes le susurraban con gracia que había cometido un estúpido error, la escasa luz parpadeante sobre su cabeza le informaba que no se libraría fácilmente de dicha situación. Era de noche y su vida valía más que su tiempo, sin embargo, no podía permitirse llegar tarde al bar y así perder su empleo.
— ¿De dónde eres? — Preguntó el teniente a la vez que aprisionaba el cuerpo del civil con su pie al tenerlo contra el duro pavimento. — ¡Responde!
— Seo-gu, Daegu, Corea del Sur. — Soltó de forma automática la información que había a memorizado después de verse en múltiples situaciones similares.
— ¿Cuál es tu nombre y qué haces tan lejos de tu zona correspondiente?
— Kim Taehyung. — Afirmó con orgullo. — Vine a la ciudad en busca de obtener más oportunidades en mi profesión. Soy músico; saxofonista y cantante, si desea detalles.
El teniente sonrió con sorna al escuchar tan vaga respuesta.
— ¿Hablas en serio? — Preguntó a la vez que una carcajada escapaba de sus labios. — Dedicarse a la música cuando nos encontramos en medio de una guerra no parece ser algo de utilidad, mucho menos algo verídico. — Contestó en son de burla. — Dime la verdad, imbécil, ¿perteneces a la guerrilla?
— Estoy hablando con la verdad, señor. — Aseguró, aun con sus labios temblorosos a causa de los nervios. — Solo soy un hombre cegado bajo la ilusión de cumplir su sueño.
— Si dices ser un hombre, entonces actúa como tal y únete a la guerra. — Susurró con gracia sobre su oído. — ¿De qué te servirá tu música si un día te encuentras con tropas enemigas y eres atrapado entre sus garras? Ellos no respetan civiles, Tal vez tengan piedad por mujeres y niños, pero ellos no dudaría ni un segundo en acabar con la vida de alguien como tú. — Cada una de sus palabras provocaba que el apresado tragara con fuerza. — Prepárate. Deberías proteger a tu nación, luchar por tu libertad. Regresa a Daegu si no quieres que te reporte por incumplir las reglas de defender a tu país en tiempos de guerra. Pero eso es algo que no haré, no creo puedas hacer mucho por nosotros.
— ¿Acaso está dudando de mis capacidades? Podría hacer muchos más de lo que usted podría. — Respondió con un tono arisco, tomando por sorpresa al teniente. — Tal como usted parece haber hecho, me uní al servicio militar de forma voluntaria y no obligatoria. Por su uniforme puedo afirmar que usted es un teniente, en mi caso, fui un capitán, así que debería respetar los rangos.
El interior del cuerpo del teniente ardía de la furia, había tenido un día demasiado complicado como para sobrellevar los juegos de un estúpido civil que jugaba a ser músico en una zona de guerra. Compartían sueño, no iba a negarlo, pero a diferencia del joven de largos cabellos, él había dejado atrás sus anhelos desde el momento en el que la casa de su familia había sido detonada por uno de los misiles provenientes de la nación hermana.
Se encontraba a punto de ejercerle una llave, a la vez que se cuestionaba la acción que desea cometer era correcta o no.
— Kim, suelta al chico. — Una tercera voz se hizo escuchar, a pesar de ello, Taehyung ya había notado la presencia de la dueña de dicha voz. — No podremos obtener respuestas concisas si sigues ejerciendo presión en sus pulmones.
A regañadientes, el moreno acató la orden de la fémina y permitió que el joven de largos cabellos pudiera levantarse del suelo. El teniente sujetó superficialmente al chico al colocar una mano sobre su hombre, solo como una precaución en caso de que tratase escapar.
— Explícanos, Taehyung... — La mujer retomó sus palabras, ignorando por completo las quejas del teniente. — ¿Cómo podría ser de utilidad la música en una zona de guerra?
— Desde las primeras guerras, se afirma que la música ayudaba a combatir el aburrimiento en las trincheras, en la retaguardia, e incluso en los campos destinados a los prisioneros. — Elevaba su tono de voz a medida que las palabras escapaban de su boca. — Cerca del frente, los grupos de entretenimiento encomendados especialmente se desplazaban entre las líneas militares, pero también se producían actividades musicales espontáneas, como reuniones de canto y conciertos improvisados al aire libre, en tiendas o refugios. Teniendo en cuenta las difíciles condiciones, es de admirar la capacidad de los soldados de organizar tales eventos creativos.
— Puedes detenerte ahí. — Sugirió la fémina, para luego dirigirle su mirada al más alto. — Tu también fuiste músico, ¿no es así? Supongo que esa explicación es suficiente para ti. — Este simplemente bajó su cabeza como respuesta. — Toca algo para nosotros, chico.
— ¿Disculpe?
— Haz música. — Ordenó la fémina. — Demuestra tu talento, chico de Daegu.
— No logro comprender a qué intenta llegar. — Comentó el teniente, exasperado. — Deberíamos reportarlo de una vez por todas.
Un tanto incomodo por la molesta actitud del moreno, el chico de sonrisa cuadrada sacó su saxofón del estuche que lo protegía y respiró hondo antes de seguir la orden dada.
Se trataba de una melodía rebosante de melancolía y tristeza, un mar de emociones había envuelto los cuerpos de los tres presentes, trasladándolos a la cima de una montaña rusa que los hacia bajar de golpe y volver a subir sin dar aviso alguno. Sin embargo, dicha canción no duró más de medio minuto, ya que Taehyung se obligó a detenerse así mismo, no quería que sus sentimientos tomaran control de sus actos.
— ¿Cómo se llama? — Preguntó con una sonrisa plasmada en su rostro, el joven la miró sin comprender. — La melodía que acabas de interpretar.
Taehyung dudó de su respuesta. Llevaba tiempo buscando una letra acorde a dicha melodía, pese a ello, aún no encontraba nombre alguno que le fuese correspondido a la canción, sin embargo, el notar la expresión de molestia tomar presencia en el rostro del teniente Kim provocó que sus pensamientos aceleraran su paso en el interior de su cabeza; no quería volver a estar acorralado contra el suelo.
Era distinto a los demás, siempre lo había sido. Logrando que en la mayor parte de su vida desconfiara de sí mismo y su valor como persona. Un conjunto de actitudes y creencias desfavorables que desacreditan, rechazan y desestiman a una persona por considerarles diferentes; conocía a la perfección el término correspondiente para dicha descripción.
— Estigma.
— Estigma... — Repitió la fémina en un susurro. — Me agrada. Tú también lo haces. — Afirmó al ponerse de pie y sacudir su limpio uniforme. — Recoge tus pertenencias, vendrás con nosotros.
— ¡¿Acaso usted se ha vuelto loca?! — Exclamó el teniente, al igual que Taehyung, incrédulo de lo que había escuchado. — Mayor Bang, ¡no podemos hacer eso!
— ¿Necesitas que te recuerde el sistema jerárquico de la milicia? — Cuestionó como respuesta. — Respeta los rangos, Kim Namjoon. — El de sonrisa cuadrada reprimió una risa, para su mala suerte, la mayor logró notar su acción. — Lo mismo va para ti, Kim Taehyung. Sigo siendo tu superior, así que respeta los rangos.
El antes mencionado se paró recto y llevó una de sus manos a su frente, adoptando por completo una postura militar que provocó una ligera risa en Bang, y para qué negarlo, en el teniente Kim también.
— No negaré que me encantaría llevarlo a la base militar, me complacería ver a este joven en acción, pero no podemos trasladarlo sin un aviso antes dado. — Confesó Bang, retomando su seria postura inicial, haciendo que el mencionado perdiera su sonrisa, él realmente estaba dispuesto a ir con ellos. — Pese a ello, te dejaré ir con la advertencia en mente de que la próxima vez que nos veamos, no te permitiré escapar de tus obligaciones con tanta facilidad.
— Procura no salir después del toque de queda, Kim Taehyung. — Susurró Namjoon al pasar por su lado.
Sin más, en encontrarse completamente solo en aquel callejón, el músico esbozó una sonrisa a la vez que continuaba su camino hacia su lugar de trabajo.
La primera fase había sido completada con éxito, pronto volvería a su trabajo de profesión, aunque eso significase dejar de lado su trabajo de corazón por un tiempo; sin duda alguna, había sido su día de suerte.
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