Emboscada en el bar
Había tenido un día largo, transcurridas tres semanas desde su inesperado encuentro con aquellos individuos de la fuerza militar, ignorando la advertencia dada por el teniente Kim, Taehyung esperaba la hora del día en la que las calles se encontraban completamente desoladas, teniendo como compañía únicamente a los luceros danzantes sobre su cabeza que la gente solía denominar estrellas.
Su estilo de vida era un tanto repugnante, no lo negaría por nada del mundo, incluso podría entregarle su vida a quien dijese lo contrario y lo obligaría a repetir sus palabras después de hacerlo probar unos minutos de ella.
Residió en Daegu hasta la edad de veintiún años, momento en el que decidió mudarse a la capital bajo la esperanza de encontrar mejores oportunidades que las que le ofrecían en su antiguo hogar. Los primeros meses de su estadía en Seúl no pudieron ser mejores, consiguió un empleo en una pequeña empresa de entretenimiento, logrando ser integrante de un conjunto de jazz, con el que todos los fines de semana era contratado en grandes eventos de gente de la alta sociedad para así ser parte de su medio de entretenimiento acústico. despilfarraba sus ganancias con la certeza de que pronto le serían devueltas con creces, sin preocuparse demasiado por lo que podría pasar si su suerte cambiaba de dirección de forma inesperada. Tal y como cualquiera habría deducido, lo que en un principio aparentaba ser un próspero camino hacia el estrellato, se vio envuelto en un problema que poco tiempo después se convirtió en dilema: fue despedido y su reserva de ahorros poco a poco se hacía más escasa.
Las palabras de su madre resonaban en el interior de su cabeza, sobre todo aquella frase que solía repetir constantemente: ''Vuelve a casa, hijo mío, no dejes que tus pensamientos sean más fuertes que tú''. Que con el pasar del tiempo se transformó en un: ''Deja de lado ese estúpido plan y no permitas que te sigan lavando la cabeza de la manera en la que lo han estado haciendo durante todo este tiempo''. Tonterías, nadie le lavaba la cabeza, él actuaba por cuenta propia y se encargaría de cumplir su sueño sin importar las adversidades que se le cruzaran en el camino.
También era el sueño de su padre; un deseo que su progenitor guardó en su corazón el día de su muerte. sin darle lugar a la duda, debía cumplir dicha ilusión a toda costa.
No podía permitirse regresar a la casa de su madre y darle el lujo de reírse en su cara para después pronunciar un satisfactorio ''Te lo dije'', simplemente no podía permitirlo. La posible solución cayó a sus manos sin que la necesidad de mover un dedo, lo supo cuando uno de los trompetistas de su anterior grupo visitó su apartamento para despedirse de él, llegando con la sorpresa en boca de que pronto se marcharía hacia una base militar para realizar su servicio militar obligatorio.
Una idea más brillante no pudo adornar su cabeza, ¿por qué no enlistarse voluntariamente al servicio militar en lugar de esperar a que su aviso llegara? Suficiente comida, una cama para dormir y de paso podría ponerse nuevamente en forma por el ejercicio que le ordenarían realizar. Sin esperar nada más, semanas después se encontraba a la base militar a la que había sido asignado. Pese a ello, siempre se había preguntado si la decisión tomada fue la correcta.
Trato de indagar un poco más en sus sentimientos, pero una voz reconocida lo obligó a abandonar sus ambiguos pensamientos.
— ¿Cómo estuvo tu turno? — Preguntó la fémina.
— Asqueroso. — Respondió como de costumbre.
La fémina rio suavemente a la vez que tomaba asiento al lado del chico, Lee Yoona, una compañera de trabajo a la que podría considerar una amiga cercana tras haber trabajado juntos durante tanto tiempo, ella cumplía el rol de mesera en el mismo bar en el que el chico solía tocar. Más allá de eso, se conocían desde la infancia al haber nacido y vivido en el mismo distrito, por los que fue una agradable sorpresa el encontrarse después de tantos años en la base militar a la que Taehyung había sido asignado, presentándose Yoona como voluntaria con la intención de cumplir su sueño de servir a su país.
— Tu respuesta siempre es la misma.
— Y lo seguirá siendo hasta que la situación mejore. — Contestó sin vacilación. — ¿Cómo estuvo tu turno?
— Asqueroso. — Respondió con una sonrisa que provocó que Taehyung enarcara una ceja y dejara escapar una carcajada. — Estoy harta de esto, debimos haber insistido para que nos permitieran quedarnos a pelear junto a ellos en lugar de haber aceptado ser despachados.
— A mí también me gustaría estar en la zona de guerra. — Confesó el varón con un rastro de nostalgia en su voz. — Talvez así podríamos obtener avances y salir de esta miserable vida. Mientras nuestra nación nos necesita en la lucha, nos encontramos en este bar de mala muerte al que solo suelen asistir rebeldes y borrachos que se esconden cuando llega la hora toque de queda. — Antes de que Yoona pudiera contestar, Taehyung retomó sus palabras. — Te conté lo que me paso hace unos días, te juro que en mi interior me encontré a punto de rogarles que me llevaran con ellos. Luego habría regresado por ti, claro.
— Es obvio que lo harías, pequeño TaeTae. — El susodicho rodó sus ojos al escucharla pronunciar el apodo por el que su madre solía llamarlo, realmente se arrepentía de haberle dado el innecesario dato. — No puedes vivir sin mí, es una realidad.
— No me digas pequeño, solo soy tres años menor que tú. — Recordó a la vez golpeaba con la palma de su mano la frente de la fémina, muy despacio como para lastimarla, suficientemente fuerte para provocar un ligero ardor en la zona afectada. — En fin, tomaré la advertencia del teniente como beneficio propio y seguiré rondando el aquel horrible callejón a la misma hora, con la esperanza de encontrármelos y que esta vez sí cumplan con su amenaza de llevarme consigo.
La respuesta de Yoona fue interrumpida en el momento en el que las puertas principales del bar fueron abruptamente destrozadas, causando los temerosos gritos de algunos de los presentes y que otros corrieran en busca de una salida de emergencia que los ayudara a huir de la escena.
— Dios mío, Kim Taehyung. — Pronunció su amiga con asombro e incredulidad. — Enséñame a poseer tanta fe como tú; ya no tendrás que buscar más.
Una embocada por parte de la fuerza militar estaba siendo presenciada por ellos en ese mismo instante, llevándose en contra de su voluntad a todo aquel que tratase de escapar de sus obligaciones y deberes como ciudadanos coreanos.
Sin duda alguna, era un tipo con demasiada suerte. Se iría con ellos voluntariamente, no habría necesidad de imponer fuerza sobre su cuerpo, mucho menos tendría necesidad alguna de escapar.
La segunda fase de su plan estaba a punto de ser completada.
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