El Rey Midas actuaba tan despreocupado por una razón, ocultar su tristeza, pués por su culpa su familia ya no está, y todo por su maldito deseo, convertir en oro lo que toca.
Sin embargo estaba confiado, solo necesitaba tocar al Dios oponente para ganar.

Jesús fue a ver a Midas con un acompañante, Berith, la demonio de Midas.
- Tienes el potencial de darnos la batalla más corta hasta el momento, ¿Puedes con ello? - dijo Jesús mientras la demonio se unía con el humano y transformaba en un par de Cadenas Doradas.
- ¿Qué se supone que haga con esto? - dijo con desánimo - ...Pruébalas... - respondió una voz en su cabeza.
Para luego el Rey Midas estirar la cadena como si no tuviese final, quedando asombrado...

Éste combate transcurrirá en... ¡El Coliseo Romano!

¡Inicia la décima novena ronda de la batalla final entre el Dios y el hombre!

Por los Dioses, el Dios Romano del amor y el erotismo, aquél que se encarga de juntar a los enamorados, el es... ¡Cupido!

Por la humanidad, el Rey que lo perdió todo a causa de un avaricioso deseo, aquél que convierte en oro todo lo que toca, el hombre más arrepentido de la historia...
¡El Rey Midas!

Leónidas en el público estaba inquieto, era fácil descifrar que un oponente alado era el peor contrincante para Midas...

- El Dios del amor contra aquel que lo perdió todo - dijo Atenea.
- ¡Demuéstrale el poder de los Dioses Romanos! - dijo Baco con entusiasmo.

Cupido despegó el vuelo con sus enormes alas, Midas por su parte atacaba con latigazos de sus doradas cadenas, fallando cada una de aquellas.
Puesto que tan solo necesitaba conectar un impacto para ganar...

Cupido no dejaba de disparar múltiples flechas hacía Midas, quién agitaba las cadenas formando un dorado escudo que transformaba las flechas que tocaba en oro... La lluvia no frenaba y de un certero ataque Midas estaba apunto de impactar un golpe con la punta de su cadena, sin embargo justo en el momento preciso Cupido saca su daga del desamor para desviar el ataque, lo que provoca que esta arma se volviese dorada y el Dios Romano dejó caer el objeto rápidamente con temor a convertirse en oro.

- Sabes, solo lo que mis manos toquen se convierte en oro - dijo Midas - Pero estas cadenas... Lo facilitan todo - agregó.
- ¡Esta victoria, se la dedicaré a mi familia! - gritó sollozando.

Cupido aprovechó que su oponente se haya desconcentrado para que con su arco disparara una flecha que Midas no pudo esquivar ni desviar...
Clavándose en su corazón desdichado. ¡Sin embargo! Midas no se rendiría, y gritando aseguró su victoria, puesto que había estirado sigilosamente su cadena hasta Cupido por la espalda, y cuando estaba apunto de tocarlo este se daría cuenta e impotente se cubrió la cara, lo que nadie se esperaba es que en el extremo de la cadena se encontraba la daga del desamor que con extrema fuerza se clavó en la ala del Dios, haciéndolo caer al coliseo...

- ¡Que hace mi Rey! Acabalo - gritaban en el público. De repente todos los humanos empezaron a animar al Rey, pués no podían dejar que se rindiera tan fácil.
- ¡No estás solo, todos somos tu familia! - gritó Lautaro quién se encontraba al lado de Jesús...

El Rey Midas salió corriendo contra su oponente quién recién se estaba recuperando de la caída, saltó y con las manos en la espalda pegó un fortísimo cabezazo a Cupido, para luego morder su cuello y arrancar parte de su carne, como un zombie.
- Ni siquiera con tu estúpida flecha pude sentir amor de nuevo - dijo Midas mientras agarraba el pedazo de carne con su mano para transformarla en oro, pedazo que usaría para arrancar uno de sus ojos al Dios oponente.

- Ya tuve suficiente de tí, adiós... - dijo mientras transformaba el ojo en oro. Para luego acercar su mano lentamente a la cara de Cupido, quién imploraba piedad.
Los gritos de terror cesaron cuando finalmente Midas tocó a Cupido... Y todo en menos de un solo minuto

¡Espectacular victoria de parte de la humanidad! Los Dioses deben estar temblando ante aquél mortal.

Cupido VS Rey Midas. Victoria Rey Midas. Duración 58 segundos.
Dioses X Humanidad IX.

Júpiter llegó enfadado con Hermes por la derrota y propuso al mensajero crear al Dios definitivo...
Lautaro pudo escuchar de ello sin querer y no se lo pensó dos veces para ir a decírselo a Jesús.
— Necesitamos a la muerte misma para poder ganar... ¡Ya sé! — dijo Lautaro mientras señalaba un papiro con nombres tachados y apenas se podia leer un apellido.
...Fish...

Fin del capítulo.