〖13〗
—¡Ya cállate! —gritaba YoonGi arrodillado en el suelo mientras tapaba sus oídos y cerraba con fuerza sus ojos. No quería seguir escuchando esa voz, pero con cada minuto que pasaba la sentía incluso dentro de su cabeza, como si no hubiera manera de librarse de ella.
Me das tanta lástima.
Eres tan inservible.
Hazle un favor a tu reino y desaparece de una vez. Créeme no te extrañarán, ni siquiera tu madre o tu esposa pensarán en ti.
Porque no eres nada y jamás lo serás.
YoonGi en sus adentros sentía que esa voz tenía razón, pero a la vez no quería ceder.
Era una tortura. Había huido, caminó y corrió por un largo tiempo, pero aun así no logró encontrar una salida y mucho menos hacer que la voz se detuviera. Empezaba a retumbar dentro de su cabeza y lo estaba enloqueciendo.
Gritó alto y con todas sus fuerzas solo para tratar de no escucharla, pero era imposible. La cabeza iniciaba a dolerle y realmente empezaba a sentir que iba a volverse loco si eso continuaba así.
De repente, por primera vez escuchó algo más que solo esa molesta voz. Una parte de él lo agradeció, pero la otra se puso alerta, pues eran sonidos de hojas siendo aplastadas, lo que quería decir que algo o alguien andaba por ahí. Sin importarle lo que fuera, tomó su espada y fue directo a donde provenía el sonido. Cualquier cosa era mejor que quedarse ahí sintiendo su cabeza a punto de explotar.
Visualizó una silueta muy cerca de él, lo estaba tanto que incluso podía verla a través de la niebla. Así que sin pensarlo demasiado, se abalanzó sobre lo que fuera que estuviera ahí. Si iba a morir en ese lugar, al menos iba a luchar antes de ello.
Ambos cayeron al suelo, con YoonGi encima y a punto de atravesar su piel con la espada.
—YoonGi, soy yo. ¡Soy yo!
El grito le hizo volver en sí en un par de segundos, y cuando fue capaz de enfocarse en la otra persona que estaba debajo de él, se dio cuenta de que era SeokJin.
—¿Kim? —parpadeo varias veces, esperando no estar delirando. No podía hacerlo cuando el tacto se sentía tan real—. ¿Qué haces aquí? Se suponía que debías estar afuera de la niebla.
—No lo sé, quería saber si estaban bien, pero creo que me perdí —exhaló con alivio cuando YoonGi apartó la espada y se quitó de encima de él. Aprovechó el acto para incorporarse también.
—Todos nos perdimos al entrar.
—Debemos encontrar a los demás.
—¿Cómo se supone que vamos a hacer eso? Ni siquiera sabemos dónde estamos. Jamás encontraremos la salida.
—He contado todos mis pasos y he marcado árboles. Sé que no es demasiado con la niebla, pero encontraremos la manera de salir de aquí, confía en mí —colocó una mano sobre el hombro del contrario cuando ambos de pusieron de pie—. Pero primero vayamos por JungKook y JiMin.
Los comentarios y padres de JiMin habían desaparecido afortunadamente, pero TaeMin seguía ahí. Lo veía y le sonreía de manera tan dulce, que eso estrujó aún más el corazón del príncipe.
—Te extraño mucho, JiMin.
El mencionado dejó escapar más de sus lágrimas. Era imposible no hacerlo cuando había añorado tanto volver a verlo. En más de una ocasión, estando en el balcón de su recámara, a una altura muy considerable del suelo, deseó buscar a TaeMin por su propia cuenta. Él era la única persona que lo aceptaba, lo apoyaba y lo quería por quién era, no por lo que sería en unos años. JiMin por un tiempo sintió que no podía seguir sin él ni con su culpa.
Sin embargo, nunca tuvo el coraje suficiente para acabar con su vida como muchas veces se lo imaginó.
Pero ahora él estaba aquí. TaeMin se encontraba frente a él, tendiéndole la mano para que al fin pudieran estar juntos por la eternidad y lejos de cualquier preocupación.
—Deberías verte ahora —sonrió TaeMin.
JiMin no entendió lo que dijo por un momento, hasta que vio al chico señalar un pequeño charco de agua que no estaba muy lejos de él. Se acercó al agua, colocándose de rodillas. No sabía si era porque se trataba de un bosque mágico o porque en realidad fuera algo muy normal, pero podía ver perfectamente su reflejo ahí, casi como si fuera un espejo.
Exhaló suavemente cuando notó que no tenía la apariencia de su yo de 22 años, sino de cuando tenía 17, la misma época en la que TaeMin murió.
—Ven conmigo, JiMin.
El rubio se giró hacia él, observándolo por largos segundos, como si estuviera debatiéndose en si debía dejar todo atrás e irse con él o no. Pero no era tan complicado a decir verdad, eso era lo que JiMin más quería en ese momento, verlo de nuevo solo fortaleció ese sentimiento.
—Yo también te he extrañado, TaeMin —sollozó.
Se puso de pie y prácticamente corrió hacia él para abrazarlo. TaeMin correspondió, y aunque el tacto se sentía un poco extraño, no dejaba de ser cálido. JiMin sentía como si estuviera en el lugar correcto.
—¡JiMin!
YoonGi y SeokJin estaban petrificados por lo que estaban viendo. JiMin estaba de rodillas, tenía una flecha clavada en su abdomen. Pero la posibilidad de que alguien más le hubiera hecho eso era nula, porque de inmediato tomó otra flecha, de las que estaban esparcidas en el suelo, fuera de su carcaj, y acercó la punta afilada a su cuello, puesto que el primer golpe no pareció funcionar ya que era complicado utilizar esa arma contra él mismo, la salida más fácil parecía ser cortar su garganta con el filo.
SeokJin se quedó estático ante la imagen, YoonGi por otro lado corrió hacia el rubio, intentando arrebatarle la flecha.
—¿Qué crees que estás haciendo?
—¡Suéltame!
YoonGi logró arrebatarle la flecha y la lanzó lejos de él, no podía deshacerse de ella a totalidad, ya que era importante para que JiMin pudiera defenderse ante una amenaza. Pero antes de cualquier cosa, debía hacerlo entrar en razón.
No obstante, JiMin fue más rápido y antes de que YoonGi pudiera procesarlo, ya se encontraba buscando otra flecha sobre el suelo. El rey de Distria lo lanzó contra el suelo para evitar que hiciera cualquier movimiento peligroso. JiMin trató de resistirlo y empujarlo, pero antes de apartarlo algo más logró llamar su atención.
Con suma rapidez desenvainó la espada de YoonGi y la colocó horizontalmente contra su propio cuello.
—JiMin, basta —pidió YoonGi, sujetando la empuñadura del arma, justo sobre la mano del contrario.
—Déjame hacerlo, por favor —suplicó entre llanto. Su otra mano sujetó la hoja de la espada, sin importarle que eso lo estaba haciendo sangrar.
—¿Por qué quieres hacer esto?
—No lo soporto más —sollozó.
—JiMin, saldremos de aquí. Lo prometo.
—No es el bosque —negó reiteradas veces—. Es lo que hay fuera de él.
YoonGi se quedó sin habla ante la sorpresa. ¿De verdad JiMin estaba tan dispuesto a acabar con su vida para no volver al destino que le esperaba fuera del bosque una vez que acabaran los Prixodium? ¿Tan miserable se sentía? No sabía con certeza la razón de ello, pero en sus ojos podía ver lo agotado que se sentía de seguir luchando contra eso.
—JiMin —el rubio giró el rostro hacia la derecha, donde podía ver a TaeMin de pie al lado suyo—. Se nos hace tarde.
El príncipe volvió a girarse hacia YoonGi.
—Suéltame. Déjame morir aquí, TaeMin me espera y quiero irme con él.
SeokJin volteó a ver a su alrededor, sintiendo la respiración pesada. Al parecer, la neblina estaba orillando a todos a acabar con sus vidas y si eso era verdad, debía encontrar a JungKook pronto.
Volteó a ver a JiMin. Quería ayudarlo a razonar y evitar que cometiera un acto del que no habría vuelta atrás, pero si hacía eso JungKook podría estar muriendo en otro lado y no tendría el tiempo suficiente para encontrarlo y salvarlo. Quería tener la esperanza de que la neblina no lo había afectado al igual que a él, pero tampoco podía fiarse de ello.
Sin pensarlo más y otorgándole todo el control a YoonGi, decidió salir de ahí, en busca del otro príncipe.
YoonGi notó su ausencia, pero no le prestó atención. Siguió sujetando la espada con fuerza para evitar que JiMin llegara a cortarse la garganta. No obstante, el contrario también era fuerte y había logrado rozar la piel con el filo, provocando una fina herida que no tardó en remarcarse por un rojo carmesí.
—Tú no quieres morir, es este sitio el que te hace creer que sí. Quien sea que creas que te estará esperando después de la muerte, es solo una ilusión.
—No es verdad. ¡Él está aquí! Se lo debo, YoonGi, le debo mi vida.
—¡No hay nadie aquí más que nosotros dos! Confía en mí, ¿sí? No tienes que hacer esto.
—¿Por qué, eh? Se supone que no debería importarte, el punto de este juego es que todos mueran, a excepción de un jugador. No merezco salir con vida de aquí. No quiero ganar, ni ser príncipe o rey de ningún reino, mis padres me repudian, la única persona que amé y me hacía sentir como alguien normal y apreciado, está muerta. La noche de la cena... —tragó saliva—. Cuando por primera vez inicié a sentirme bien de nuevo, mi madre me golpeó porque dijo que le daba asco y creía que te estaba seduciendo. Y... tal vez tenía razón. Tal vez sentí algo por ti —guardó silencio por un par de segundos, apreciando la expresión anonadada del contrario. Aparentemente YoonGi no tenía nada para decir—. Ahora te doy asco, ¿cierto? Ya puedes soltarme y así acabaremos con esto de una vez. Busquen a JungKook y salgan ustedes tres de aquí.
YoonGi no supo en qué momento su fuerza cesó contra el agarre de la espada, lo único que supo fue que, justo cuando el príncipe estaba cortando su cuello, YoonGi utilizó su magia para dormirlo, o al menos eso creyó porque tampoco sabía cómo lo había hecho.
JiMin cayó inconsciente de forma inmediata. YoonGi retiró la espada y, por un momento, no supo qué hacer.
El cuello de JiMin ya se encontraba sangrando, la herida había sido muy profunda. Si se tardaba más en decidir qué hacer, probablemente moriría.
No se suponía que YoonGi debía utilizar su magia, pero lo había hecho como acto desesperado y de manera casi inconsciente. Jamás se le hubiera ocurrido gastar su magia en alguien más dentro de un juego que se trataba sobre matar o morir, pero ahora no podía pensar en nada más que sanar las heridas de JiMin.
Sacó la flecha del cuerpo del rubio con algo de temor. Gracias a la magia, JiMin no reaccionó, aunque esa herida también inició a sangrar. Colocó su mano sobre el pecho del príncipe y utilizó de nuevo su magia para cerrar las heridas.
—¡SeokJin! —gritó JungKook, sin aun poder encontrarlo—. Sigue hablándome.
—Aquí estoy.
El pelinegro corrió hacia donde pensó que provenía la voz.
Lo encontró luego de un rato. Sin embargo, JungKook sintió su corazón detenerse cuando vio el cuerpo de SeokJin tirado sobre el suelo, con un charco de sangre rodeándolo.
Corrió nuevamente, hasta colocarse de rodillas al lado de su pareja, importándole poco mancharse del líquido carmesí.
—Jin... —sintió un nudo en la garganta al escucharlo respirar con dificultad—. ¿Q-quién te hizo esto? —negó con la cabeza—. No importa ahora —alzó la cabeza de SeokJin y la acomodó sobre su regazo—. Tranquilo. Voy a curarte, ¿sí? No te preocupes.
—JungKook, no —negó débilmente—. Te dije que no gastaras tu magia en mí.
—Y yo te dije que si tú morías, yo también.
—Entonces hazlo —subió la mano a la mejilla del pelinegro—. Muramos juntos.
JungKook frunció el ceño un momento, sin entender muy bien. Era raro escuchar a SeokJin decir algo así; siempre le decía que debía luchar y seguir adelante incluso si él moría. ¿Por qué ahora le proponía morir con él?
Tal vez era el miedo de enfrentarse a la muerte tan de repente. Quizá SeokJin había cambiado de opinión a último momento y no quería sentirse solo. Sea como fuera, JungKook sentía tanto amor por él, que no dudaría en hacerlo si de verdad se lo estaba pidiendo. Verlo en ese estado le estaba rompiendo el corazón como jamás lo imaginó.
—¿Lo dices en serio? Jin, aún podemos luchar —dijo, con las lágrimas resbalándose por sus mejillas—. Voy a protegerte y no volveré a separarme de ti. Déjame curarte para que sigamos adelante.
—Ya no hay oportunidad para mí —sonrió con desgano—. Voy a morir, JungKook.
—No, no voy a dejar que eso suceda.
—La magia no funcionará —negó—. Solo hay una opción y tú me lo prometiste. Werjilìa on seik.
—Werjilìa on seik —repitió—. Lo sé, te lo prometí y pienso cumplirlo, pero aún tenemos... —guardó silencio cuando notó que SeokJin ya no respiraba—. ¿Jin? ¿SeokJin?
Silencio fue lo único que se escuchó, lo que ocasionó que el mundo de JungKook se detuviera.
Soltó un sollozo y sus lágrimas volvieron a escaparse de sus ojos. Tenía muchas emociones revueltas al mismo tiempo. Estaba herido por ver morir a la persona que amaba, se sentía culpable y enojado consigo mismo por no haber podido protegerlo, por no haber estado ahí para él como se lo había prometido y como se lo había propuesto a sí mismo.
—Lo siento —soltó en medio del llanto—. Perdóname.
No le importaba la corona, lo único que quería era salir con vida de ahí, junto a SeokJin, y ahora que él ya no estaba, ya no valía la pena el esfuerzo.
Se abrazó a él por un tiempo, desahogando todo su dolor. Amaba a SeokJin con el alma, lo necesitaba consigo, sin él la vida no tenía sentido para JungKook.
De repente, en medio de su pena, la neblina pareció dividirse y formar un camino cuyo destino era imposible de vislumbrar a menos que se acercara a él.
Como si hubiese sido hipnotizado, JungKook se levantó, dejando con cuidado el cuerpo de SeokJin sobre el suelo. Caminó a paso lento e inseguro hacia ese lugar. Entró por el camino que la niebla había formado y perdió la cuenta de sus pasos después de un tiempo. Seguía sin saber a dónde se dirigía, pero algo le decía que continuara caminando.
Todo estaba oscuro, no podía distinguir ni siquiera dónde pisaba. Y eso se comprobó cuando, al dar un paso más al frente, sintió cómo su cuerpo caía al vacío.
—¡JungKook!
SeokJin cayó sobre el suelo, logrando sujetar el brazo derecho del príncipe. JungKook alzó la mirada, sintiendo la respiración pesada y su corazón latiendo con mucha rapidez.
—¿Jin?
—Te subiré, ¿sí? No te muevas.
JungKook frunció el ceño una vez más. ¿Qué rayos estaba pasando? Mas al ver hacia abajo cayó en cuenta de la posición en la que se encontraba. Era como si acabara de despertar de una pesadilla para luego entrar a otra.
Todo se veía tan pequeño desde esa altura, todo su cuerpo estaba en el aire al lado de un precipicio con SeokJin evitando su caída a lo que sería una muerte segura.
El príncipe de Krodia utilizó todo el peso de su propio cuerpo para poder levantar a JungKook. Se arrastró hacia atrás, hasta que la mano de JungKook pudo sostenerse de la orilla. Se impulsó hacia arriba y junto con la ayuda de SeokJin su cuerpo pudo regresar al suelo, cayendo encima del castaño.
Ambos respiraron con alivio por un par de segundos. Cuando se reincorporaron, JungKook no perdió tiempo en abrazarse a su pareja. SeokJin de inmediato le correspondió el gesto.
—¿Estás bien?
JungKook se separó para sujetarlo de las mejillas, aún sin poder creer que estaba ahí. Sus lágrimas volvieron a acumularse en sus ojos.
—Estabas muerto.
—No, cielo. Estoy aquí —volvió a abrazarlo, sintiendo al contrario temblar a causa de su llanto, al parecer no podía con la conmoción—. Todo está bien, ahora lo está.
—N-no entiendo qué está pasando.
—Es la neblina. Hace que tengamos alucinaciones, y por lo visto, todas tienen que ver con que busquemos la muerte como única solución —exhaló hondo—. Por los dioses, me alegro tanto de que estés bien.
—Pensé que te había perdido.
—Estoy aquí, los dos lo estamos.
JungKook sonrió, aún sintiendo algunas lágrimas resbalándose por sus mejillas. Habían sido muchas emociones en poco tiempo, pero sin duda alguna estaba muy agradecido de que la muerte de SeokJin había sido solo una terrible visión a causa del bosque.
—Oigan, tórtolos —ambos voltearon, encontrándose con YoonGi cargando a un JiMin inconsciente sobre su hombro derecho mientras que su otra mano sujetaba el arco y las flechas del príncipe—. Ya no hay neblina y no tenemos tiempo para esto. Debemos continuar.
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Mil años después, pero hubo actualización. Disculpen que tarde tanto, he tenido muchas cosas pendientes.
Agradezco su paciencia 💜
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