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〖07〗


SeokJin miraba de lado a lado con detenimiento. No veía más que arbustos y árboles a su alrededor. Y aunque era de día, también veía oscuridad.

Su atuendo era igual que el de todos los jugadores allí adentro; una camisa con mangas largas y un pantalón con el color que representaba a su reino, y al igual que los demás, también cargaba con el bolso y una espada.

El príncipe rebuscó dentro del bolso hasta encontrarse con lo que parecía un papel enrollado, el mapa sin duda alguna. Al abrirlo, se veía claramente dónde estaban los diamantes, uno color turquesa, otro color fucsia y el otro color amarillo. Todos en tres puntos diferentes muy alejados de donde estaba SeokJin.

—Qué bien —dijo en voz baja, con clara ironía mientras volvía a enrollar el papel.

Si se quedaba sin hacer nada moriría y si trataba de ir hacia los diamantes también moriría, si no lo mataba el bosque, un príncipe lo haría. Nada tenía solución para él, pero al menos esperaba que para JungKook sí.

¿Dónde estaría el príncipe de Gamvoria ahora? Los diamantes estaban de más, JungKook era quien realmente le preocupaba a SeokJin.

Aunque era un poco tonto si lo pensaba de manera objetiva. JungKook era inteligente, fuerte, valiente y muy hábil. Si iba a preocuparse por alguien, debería hacerlo por sí mismo, pues no tenía ni la mitad de fuerza, valentía o habilidad que tenía su amante.

Suspiró pesado. SeokJin estaba preparado para su muerte dentro de los Prixodium, pero no por eso se iba a quedar estacionado en ese lugar. Se quería lo suficiente como para no ofrecerse como un blanco tan fácil.

Tomó la decisión de avanzar un poco más. Sin embargo, cuando estaba guardando el mapa en el bolso, un ruido detrás de él le hizo quedarse estático.

Casi con el corazón en la garganta, lentamente se fue girando y de la misma manera subió la mirada hacia uno de los robustos árboles ahora frente suyo. A unos metros de altura, en una de las ramas descansaba un félido color negro de gran tamaño, que ahora veía a SeokJin como nada más y nada menos que su futura presa.

Al príncipe no le dio tiempo ni de maldecir; la pantera, junto con un gruñido, saltó del árbol con intenciones de caer encima de su presa, pero gracias al instinto de supervivencia que había salido de la nada, SeokJin saltó y rodó por el suelo hasta quedar a unos metros de distancia del animal. No esperó ni un segundo para volver a ponerse de pie y mientras retrocedía lentamente, no perdía al animal de vista.

Claro que al ser un bosque encantado, era de esperarse que los animales o cualquier clase de criatura allí adentro, también lo estuviera.

La suposición de SeokJin no era para nada errónea; del cuerpo de la pantera negra se desprendía algo, y fue solo cuestión de segundos para que ya no hubiera solo un félido, sino dos. La pantera se había clonado.

—Oh, mierda —soltó antes de salir corriendo, escuchando como enseguida los animales iban tras él.

—Estaremos aquí hasta medianoche —dijo TaeHyung de mala gana y de brazos cruzados—. ¿No se aburren de estar viendo hacia el mismo lugar por tanto tiempo? —vio a su alrededor, notando que todas las personas estaban muy concentradas en el bosque o en el Kriston, quien se encontraba sentado en el suelo con las piernas cruzadas y los ojos cerrados, probablemente muy concentrado en la magia que le había compartido a cada uno de los jugadores—. Estoy harto de esto. Ni siquiera se puede ver qué es lo que está sucediendo allá adentro.

—TaeHyung —su padre se acercó a él para no llamar la atención de los demás, pues se le notaba muy enojado. Sin embargo, TaeHyung no se mostró intimidado ante ello—. Yo estoy harto de la actitud que has tomado desde que llegamos a Eraditia. Si vas a seguir siendo un insolente, entonces te recomiendo que regreses a Krodia porque no quiero seguir escuchándote. Y si vuelves a decir algo...

—¿Qué? —lo retó el menor, viéndolo a los ojos—. ¿Vas a desterrarme, padre? Porque es lo único que te falta.

—No me provoques.

Ambos, padre e hijo, se mantuvieron viéndose a los ojos, desafiándose silenciosamente con la mirada.

—Bien —TaeHyung fue el primero en ceder. Normalmente no lo haría tan fácil, pero estaba tan hastiado que eso fue lo último en lo que pensó—. Regresaré a Krodia.

—TaeHyung —llamó su madre en cuanto lo vio alejarse de ellos. No obstante, su hijo la había ignorado por completo—. ¿Podrías intentar ser menos duro con él? —le recriminó a su esposo.

—¿Crees que estoy siendo duro? —soltó incrédulo—. Debí darle una bofetada para que aprendiera a respetar.

—Es mi hijo del que estás hablando.

—También SeokJin es tu hijo —le recalcó—. Pero al parecer prefieres estar aquí pensando en los caprichos de TaeHyung, que en tu hijo que realmente se está jugando la vida allá adentro.

—Siempre buscas hacer verlo de esa manera. Lo has hecho a un lado desde el primer día.

—Eso no es cierto.

—Lo es. Y escúchame bien, si aún sigues molesto por eso y buscas desquitarte con alguien entonces hazlo conmigo, pero no con él.

Su esposa no dijo nada más, solo le dedicó una mala mirada antes de ir tras TaeHyung.

Sus pies se movían a toda la velocidad que podían a la vez que trataba de evitar chocar con algún tronco o alguna rama.

SeokJin volteó a su derecha e izquierda, dándose cuenta de que las panteras le seguían a ambos costados.

¿Eso era todo? ¿Iba a acabar así de mal? Porque no había duda, dos animales de casi dos metros que corrían más rápido que él, era claro que en cualquier momento lo alcanzarían y lo devorarían vivo.

Sí, así de débil era.

No había durado ni cinco minutos allí adentro. Seguramente nadie de su familia se sorprendería al saber que fue el primero en morir.

La única parte a rescatar era que al menos así sería un príncipe más fuera del camino y un peso menos para JungKook.

—JungKook —susurró.

Aquello lo distrajo de todo, ocasionando que SeokJin tropezara con la raíz de un árbol que sobresalía de la tierra. El príncipe cayó al suelo.

El krodiano se volteó rápidamente para ver al animal que se había detenido a unos metros de él. El chico fue capaz de ver cómo el clon de la pantera volvía a unirse a su cuerpo, volviendo a formar un solo animal.

Inconscientemente, la mano de SeokJin tocó la funda de la espada, bajó la mirada a ella. Por un segundo pensó en utilizarla, pero TaeHyung tenía razón, él no sabía cómo hacerlo aparte de que realmente no se atrevía a tratar de utilizarla contra alguien o algo. Volvió a subir la mirada solo para ser testigo de cómo el animal corría hacia él, tomando velocidad.

Ya era demasiado tarde, lo único que el Krodiano pudo hacer fue cerrar los ojos con fuerza y llevar sus antebrazos a cubrir su rostro, de alguna forma aceptando su trágico final.

La pantera saltó, soltando otro gruñido y sacando sus garras para atrapar a SeokJin una vez que estuviera sobre él. Pero antes de que eso llegara a pasar, un portal se abrió, formando un círculo luminoso azul celeste justo encima del príncipe, ocasionando que la pantera cayera dentro de él. El portal se cerró justo después de eso.

SeokJin permaneció en la misma posición casi por un minuto hasta que creyó que, aunque pareciera poco, en realidad era mucho tiempo como para que aún el animal no lo hubiese ni siquiera tocado. Poco a poco, con algo de miedo, bajó los brazos y abrió los ojos. Su mirada viajó a varios lados sin encontrar ni un rastro del animal. Sin embargo, se topó con algo diferente cuando miró al frente suyo, algo que lo dejó anonadado.

JungKook estaba de rodillas casi a diez metros de él.

Sin pensarlo dos veces, SeokJin se puso de pie y corrió hacia donde estaba su pareja, aterrizó de rodillas sobre la tierra para quedar a la misma altura del menor.

—JungKook... JungKook, ¿estás bien? —preguntó más que preocupado.

SeokJin tomó entre sus manos las mejillas de su amante para que le viera a los ojos. JungKook respiraba con pesadez y se le veía demasiado débil y agotado. Parecía que había estado corriendo más de veinticinco kilómetros.

—Creo... —habló jadeante el menor—. Creo que al Kriston se le olvidó mencionar que utilizar magia agota tu energía —sonrió a duras penas.

SeokJin suspiró aliviado al saber que no era nada más que eso. Atrajo el cuerpo de su príncipe para abrazarlo. Aún débil, JungKook le correspondió y recostó su cabeza en el hombro del mayor.

Kim SeokJin tenía sentimientos encontrados. Le alegraba en demasía ver a JungKook, vivo y sin herida alguna, tampoco podía descartar el hecho de que estaba sumamente agradecido por salvarle la vida, pero justo eso era lo que SeokJin temía y no quería que sucediera.

El sol se estaba ocultando, dejándole espacio libre a la Luna y muy pronto a unas cuantas estrellas.

El príncipe de Zutonia, Jackson Wang, después de haber caminado y dado vueltas por el bosque casi todo el día había llegado a una cueva, lugar donde supuestamente se encontraría con el diamante fucsia.

Se detuvo antes de siquiera poner un pie dentro, pues había que ser precavido; estaba oscureciendo y no sabía si el lugar contaba con alguna clase de trampa que pudiera matarlo antes de poder llegar a tocar la piedra brillante. Literalmente brillante. El destello fucsia de la piedra prácticamente iluminaba toda la cueva.

Jackson se había encontrado con alguna que otra criatura desagradable en el camino, pero fácilmente pudo deshacerse de ellas. Nada le había hecho sentir tan nervioso, excepto esto.

Las peores pruebas siempre vienen cuando la meta está más cerca.

El chico esperó a armarse de más valor, cuando al fin lo logró, dio tres pasos al frente, adentrándose a la cueva. Se quedó en ese mismo lugar, de pie, mientras su mirada iba de un lado a otro, esperando a que algo llegara a suceder. Pero nada pasó.

El diamante seguía brillando sobre un pequeño pedestal rocoso en medio del lugar y nada parecía cambiar. Unos segundos más bastaron para que Jackson tuviera la confianza de seguir caminando hacia el diamante.

Lentamente se terminó de acercar al pedestal, sin perder de vista la piedra que ahí reposaba. Debido al color de la luz, la piel del chico había adoptado el mismo tono.

El príncipe de Zutonia alzó la mano para tomar el diamante pero se detuvo a mitad de camino. Dudó en hacerlo. Sin embargo, volvió a reunir el valor necesario y después de tragar saliva, rápidamente tomó la piedra. Esta dejó de brillar cuando estuvo en sus manos, dejando que el lugar quedara en penumbras.

Jackson se quedó estático a la vez que trataba de agudizar sus sentidos. No escuchó que algo dentro de la cueva hubiese cambiado, y ahora que tenía el diamante podía salir de ese lugar.

El chico se dirigió hacia la salida de la cueva, siempre cuidando de donde pisaba pues ya no podía ver casi nada allí adentro

Una vez que estuvo afuera, bajó la mirada hacia el diamante que estaba en su mano derecha. No pudo evitar sonreír.

—Quién diría que sería tan fácil —se dijo a sí mismo.

Pero quién diría que esas serían sus últimas palabras.

Alguien apareció detrás de él, sin siquiera darle la oportunidad a Jackson de voltearse o reaccionar, la espada del otro príncipe pasó de un costado al otro del cuello del zutoniano, separando su cabeza de su cuerpo.

El cuerpo de Jackson cayó inerte en el suelo y la sangre no se hizo esperar para formar un enorme charco a su alrededor.

—Hay leyendas que dicen que los arrogantes siempre mueren primero, sinceramente no me esperaba que fuera verdad —comentó el príncipe.

Se puso de cuclillas al costado derecho del cuerpo para sacar el diamante que aún estaba atrapado en el puño de Jackson. Limpió el diamante y su espada en la ropa del zutoniano antes de retirarse de ese lugar.


—¿Ya te sientes mejor? —preguntó el mayor.

SeokJin y JungKook no habían avanzado nada desde que se encontraron. JungKook estaba demasiado cansado incluso como para caminar tan siquiera un metro más.

En todo el día el menor había estado sentado en el suelo, apoyado a un árbol tratando de recuperarse. SeokJin había estado al lado suyo en todo momento.

—Eso creo... —respondió JungKook—. Ya no siento mi cuerpo tan pesado.

—Eso es bueno —comentó, mientras apartaba un poco el cabello de la frente de su pareja.

—¿Me das más agua?

SeokJin asintió, buscando tanto su cantimplora como la de su contrario en los bolsos que reposaban a su lado izquierdo. Sin embargo, un suspiro escapó de él cuando se dio cuenta de que ambas estaban vacías. Volteó a ver al menor con pesar.

—No importa —se adelantó JungKook, sabiendo de antemano lo que el mayor estaba por decirle.

—JungKook...

—Ya estoy mejor, en serio —el chico se puso de pie para demostrarlo—. ¿Lo ves?

—¿Crees poder avanzar?

—Estoy seguro.

SeokJin vio la determinación en sus ojos, por lo que se puso de pie y tomó los dos bolsos para llevarlos él, sabía que a JungKook le faltaba un poco más por recuperarse.

El menor no intentó quitarle su bolso, él también sabía que SeokJin se negaría rotundamente a que lo cargara, por lo que solo se dejó guiar por él.

—¿Dónde vamos?

—Donde sea que se mire seguro para pasar la noche.

JungKook asintió en silencio.

—Por cierto, ¿cómo me encontraste? —habló SeokJin.

—Oh, ahm... Yo, se puede decir que utilicé algo de... Magia...

Justo como se lo esperaba, JungKook recibió la reprimenda de su vida. No era para menos, la magia solo se podía utilizar tres veces y JungKook ya la había utilizado dos. Eso explicaba porqué estaba tan cansado, quizá usarla una vez no afectaba mucho, pero él la había usado dos veces en menos de diez minutos.

Ambos continuaron caminando, alejándose del lugar donde habían estado la gran parte del día.

—Jin —habló después de una larga hora de silencio—. ¿Por qué no me lo dijiste? —el krodiano no respondió—. ¿Por qué no me dijiste que participarías en los Prixodium?

—Creo que ya hemos avanzado suficiente... —se detuvo completamente, observando el suelo. El menor también detuvo sus pasos al quedar frente a él.

—Jin.

—No me convence mucho el lugar, pero ha oscurecido totalmente y podría ser más peligroso avanzar...

—Jin —JungKook sabía que estaba evadiendo la pregunta o más bien la respuesta.

—No sabemos con qué nos encontraremos más adelante —dejó los bolsos en el suelo—. Yo armaré la tienda, tú puedes...

—¡SeokJin! —le gritó un poco molesto, tomándolo de los brazos.

—¡Porque lo seguía asimilando! ¿De acuerdo? —respondió de repente en el mismo tono que el contrario había utilizado.

—¿Qué? —el agarre en los brazos del mayor se había debilitado.

—Yo no soy como tú, JungKook. Yo no soy fuerte, no soy valiente, no soy hábil, no soy audaz. Soy todo lo contrario; soy débil, soy torpe cuando se trata de esto, soy un cobarde que ni siquiera puede utilizar bien una maldita espada... Estoy muy lejos de ganar, lo sé, y también sé que seré uno de los primeros en morir...

—Yo no voy a permitir eso —le interrumpió, reforzando el agarre. En sus ojos no se reflejaba ni un ápice de duda. JungKook había dicho aquello como si el solo hecho de escucharlo había logrado que una docena de dagas fueran clavadas en su pecho—. Pase lo que pase voy a protegerte.

—Es por eso que tampoco quería decírtelo —su mirada no se apartaba de la suya—. No quiero que pienses en mí antes que en ti.

—SeokJin, estamos en un juego donde matas o mueres, ¿y quieres que no me preocupe o piense en ti? —las manos del menor terminaron soltando los brazos del príncipe de Krodia.

—Exacto. Eso es lo que quiero. Quiero que pienses en ti, solo gasta tu magia cuando sea necesario para ti, solo preocúpate por ti y en ganar esa corona, ¿sí? Si me tienes que dejar atrás, hazlo —respondió con tranquilidad.

—Pero... —negó con la cabeza—. Eres el hombre que amo, SeokJin, ni en un millón de años podría cumplir con lo que me estás pidiendo

SeokJin colocó su mano derecha detrás de la nuca del menor para atraerlo hacia él y depositar un suave beso en sus labios.

—Te lo diré solo una vez —dijo después de separarse—. Si uno de los dos tiene que morir aquí, ese seré yo.

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