twenty three. decline of heroes
O23 | DECLINE OF HEROES
Los chicos se encontraban corriendo detrás de Mr. Compress a toda velocidad, mientras que el villano saltaba por la copa de los árboles en un intento de perder a los jóvenes héroes.
—¡Maldición, es demasiado rápido! —Shoto se quejó.
—Si tan solo Iida estuviera aquí...
Kaori dirigió su mirada hacia sus compañeros por unos minutos. Sabía que, si continuaban de esa forma, nunca iban a lograr detenerlo. Tenía que pensar en un plan para ganar y recuperar a sus amigos.
Después de unos segundos, la chica decidió que lo mejor sería separarse del grupo y correr por su cuenta para tratar de atacar al villano desde un ángulo diferente. Sin decir ni una palabra, Kaori se adentró en el bosque por su cuenta, separándose de sus amigos.
La pelirosada corrió tan rápido como sus piernas se lo permitían, estaba más débil de lo normal debido al ataque de Toga minutos atrás, pero no iba a permitir que eso la detuviera.
Al parecer, Mr. Compress no había notado que Kaori se había separado del grupo, ya que el hombre solo giraba de vez en cuando para ver cuanta distancia había entre él y los chicos.
Después de unos cuantos minutos, Kaori se detuvo en seco, sus ojos enfocados en el villano que saltaba ágilmente por las copas de los árboles. Una gran bola de fuego solar brillaba con intensidad entre sus manos cuando vio que tenía la oportunidad perfecta para dispararle a Mr. Compress. Lo tenía justo donde quería.
Pero en el instante antes de lanzar su ataque, una gigantesca ola de fuego azul apareció desde su costado, dirigiéndose hacia ella con una gran velocidad. El calor era abrumador, casi asfixiante, y aunque Kaori logró esquivarla por unos centímetros, la intensidad del calor era tal que su piel ardía bajo el impacto de la radiación.
Jadeando por el esfuerzo, Kaori giró su cabeza rápidamente hacia el origen de la llama. Frente a ella, había un hombre de ojos azules, cabello negro y la gran mayoría de su piel quemada. Su cabello oscuro caía sobre sus ojos mientras observaba a la chica con una mirada que combinaba desprecio y curiosidad.
—No está nada mal —dijo Dabi con una voz áspera—. Lograste esquivarlo. No muchos lo hacen, ¿sabes?
Kaori sintió como corazón le latía a gran velocidad. En varias ocasiones, había escuchado a sus padres hablar de un criminal de piel quemada, y ahora que lo tenía frente a ella, supo de inmediato que se trataba de Dabi. Su control sobre el fuego era devastador, mucho más destructivo que el suyo. El color azul de sus llamas indicaba una temperatura mucho mayor, y eso lo hacía extremadamente peligroso.
Dabi inclinó la cabeza ligeramente, como si estuviera evaluando cada uno de sus movimientos. Luego, con una sonrisa ladeada, levantó una mano y pequeñas llamas azules comenzaron a bailar en la punta de sus dedos.
—Eres la hija de aquellos héroes, ¿verdad? —preguntó con tono despreocupado—. He oído mucho sobre ti. Me pregunto si tus llamas son tan impresionantes como las suyas. Aunque dudo que puedas compararte con ellos.
—No soy como mis padres —Kaori respondió, sintiendo como sus ojos brillaban con determinación mientras su bola de fuego solar se intensificaba en tamaño y calor—. Pero puedo hacerles justicia.
Dabi soltó una carcajada baja, pero no había diversión real en su risa. Era más como si estuviera disfrutando del enfrentamiento, de la tensión.
—Veamos si puedes —dijo, y sin más advertencia lanzó otra oleada de llamas azules directamente hacia ella.
Kaori reaccionó rápido, levantando un escudo de luz solar frente a ella para protegerse. El choque entre las llamas azules y su barrera fue violento, y el calor que se generó entre ambas fuerzas era sofocante. El suelo bajo sus pies comenzó a agrietarse por la intensidad del choque térmico, y Kaori luchaba por mantener su escudo en pie.
—No está mal, pero no es suficiente —se burló Dabi, aumentando aún más la fuerza de su ataque.
Kaori apretó los dientes, empujando su energía al límite mientras buscaba una apertura. Sabía que no podía seguir así por mucho tiempo; Dabi tenía una ventaja considerable en cuanto a poder de fuego, pero eso no significaba que ella fuera a rendirse.
La chica podía sentía como el escudo que había creado comenzaba a debilitarse por el fuego abrasador. Sin embargo, en lugar de retroceder, Kaori comenzó a concentrar aún más energía solar, sintiendo que su cuerpo se cargaba con la luz que había absorbido del atardecer.
De repente, Dabi detuvo su ataque por un segundo, lo que sorprendió a Kaori. Aprovechando ese pequeño respiro, ella desvaneció su escudo y lanzó una ráfaga de luz solar directamente hacia él. Sin embargo, el hombre la esquivó con facilidad, moviéndose con agilidad a otro árbol cercano, mientras que sus ojos nunca dejaban de observarla.
—Eres más divertida de lo que pensé, Kaori —dijo con su tono burlón—. Pero si de verdad quieres proteger a tus amigos, vas a tener que hacerlo mejor que eso.
Kaori, jadeando por el esfuerzo, no pudo evitar mirar de reojo hacia donde se encontraba Shoto y los demás, aun persiguiendo a Mr. Compress.
Su acción no pasó desapercibida para el villano, quien dijo:
—¿Te gusta el hijo menor de los Todoroki? —preguntó, haciendo que la chica lo mirara con atención, atenta a sus palabras—. ¿No te parece repugnante esa asquerosa cicatriz que tiene en su ojo?
El comentario de Dabi hizo que el corazón de Kaori se detuviera por un segundo. Su respiración, ya agitada por la batalla, se aceleró aún más al escucharlo. ¿Cómo se atrevía?
—¿Repugnante? —dijo en un susurró—. Esa cicatriz es una prueba de todo lo que Shoto ha superado. ¡Tú no sabes nada!
Dabi se limitó a sonreír con su habitual burla, inclinando ligeramente la cabeza.
—Quizá no, pero lo que sí sé, es lo devastado que estará cuando lo único que quede de su hermosa novia sean cenizas...
Kaori apretó los puños con fuerza, sintiendo el calor familiar del sol acumularse en su interior. Dabi no iba a lastimar a Shoto. No iba a destruir todo lo que habían construido.
—No vas a tocarme —dijo con voz firme, levantando una mano en dirección a Dabi mientras el brillo de su poder comenzaba a concentrarse.
Antes de que el contrario pudiera moverse, Kaori desató un estallido de luz, cegándolo momentáneamente. Sin perder tiempo, canalizó su poder en una última ráfaga de fuego solar que impactó directamente en el villano, empujándolo contra los árboles.
Kaori se quedó quieta por un instante, recuperando el aliento mientras veía cómo el cuerpo de Dabi comenzaba a deshacerse en un líquido viscoso. No había sido el verdadero Dabi contra quien había peleado, era una simple copia. Eso explicaba por qué el enfrentamiento había sido mucho más sencillo de lo que esperaba.
La chica no perdió el tiempo y rápidamente sus ojos comenzaron a buscar algún indicio del villano que controlaba esa réplica.
Sin embargo, hubo algo en ese momento que le hizo detenerse. Había algo en Dabi que le parecía extrañamente familiar. Ese rostro, esos ojos... Sabía que lo había visto antes en algún lugar, pero no lograba recordar en donde.
Antes de poder reflexionar más sobre ello, sacudió la cabeza. No podía permitirse distracciones. Había una misión en curso, y sus compañeros estaban en peligro. Mr. Compress seguía con Bakugo y Tokoyami, y debía alcanzarlos antes de que fuera demasiado tarde.
Kaori tomó aire profundamente y se recompuso, decidiendo guardar esos pensamientos para más tarde. La copia de Dabi, o quien fuera, ya no era una amenaza. Lo importante ahora era seguir adelante y ayudar a sus amigos.
—No hay tiempo que perder —murmuró para sí misma mientras volvía a enfocarse.
Kaori seguía corriendo, sus pies apenas tocando el suelo mientras se adentraba más en el bosque.
Cuando finalmente los alcanzó, pudo ver la escena: Toga, Mr. Compress, Twice y Dabi estaban allí, rodeados de sus compañeros. El ambiente estaba tenso, y había señales claras de una breve pelea: ramas rotas, huellas quemadas en el suelo y la mirada exhausta de sus amigos.
Antes de que Kaori pudiera hacer algo, Shoto la vio. El alivio inundó su rostro, y rápidamente corrió hacia ella, con preocupación reflejada en sus ojos bicolores.
—¿Dónde estabas? —preguntó con un tono urgente mientras la revisaba con la mirada—. Pensé que te había pasado algo...
Kaori respiró hondo, intentando calmar su respiración mientras negaba con la cabeza.
—Estoy bien, Shoto, solo intenté buscar una oportunidad para atacar, pero...
Antes de que pudiera terminar de explicar, Shoji los interrumpió:
—Chicos, es momento de irnos. Ya entiendo lo que hizo —habló con seriedad, para luego dirigirse al villano—. No sé cuál es tu don, pero en ese bolsillo que mostraban tanto, tenías estas perlas. Son Tokoyami y Bakugo, ¿o no, artista?
—¡Bien hecho, Shoji! —Izuku exclamó, sonriendo con alivio.
Mr. Compress sonrió ampliamente al escuchar las palabras del chico, quien tenía ambos orbes en su mano.
—Lo notaste fácilmente. ¡Digno de alguien que tiene seis manos!
En un instante, Shoto se movió rápidamente, creando una sólida pared de hielo que los separó de los villanos. Era una estrategia arriesgada, pero necesitaban ganar tiempo para escapar y volver con sus profesores. Sin embargo, su carrera hacia el campamento se interrumpió repentinamente.
Un portal oscuro apareció frente a ellos, y la figura de Kurogiri se materializó. Detrás de cada villano había un pequeño portal esperando ser activado, lo que les daba una clara ventaja.
—Estaban tan ansiosos por venir aquí que les di un regalo —anunció Mr. Compress.
Los chicos giraron la cabeza hacia él, sorprendidos por la revelación. El villano continúo hablando. Parecía estar burlándose de ellos.
—Es un hábito mío y magia básica. Si les muestro tanto algo, es para desviar su atención a propósito.
De repente, sacó la máscara que cubría su rostro y, con un movimiento rápido, mostró su lengua, en la que descansaban dos orbes brillantes.
—¡Imposible!
Con un chasquido de dedos, las esferas que Shoji sostenía se congelaron instantáneamente, convirtiéndose en bloques de hielo, completamente inútiles en ese momento.
—¡Mi hielo!
—Sí —respondió Mr. Compress, con una sonrisa burlona—. Cuando me atacaste con tu hielo, hice señuelos y los puse en mi bolsillo. Si descubrían que guardaba algún objeto en mi bolsillo, obviamente tratarían de tomarlo.
Los estudiantes se dieron cuenta de que habían caído en su trampa, y la desesperación se apoderó de ellos. El mago se inclinó hacia adelante, haciendo una reverencia.
—Señores, eso es todo por hoy...
Sin embargo, antes de que pudiera terminar su frase figura un rayo de luz salió disparado de entre los arbustos cercanos, impactando directamente en el rostro de Mr. Compress.
El villano abrió la boca gracias al golpe, haciendo que las piedras que había estado sosteniendo se deslizaron de sus labios.
Los chicos no perdieron el tiempo y rápidamente se lanzaron con determinación hacia los orbes, cada uno sintiendo la presión de recuperar a sus amigos. Shoji logró tomar una, pero antes de que Kaori pudiera apoderarse de la segunda, un movimiento ágil cortó su camino.
Una de las manos de Dabi apareció de la nada, con una sonrisa burlona en su rostro. En un instante, tomó el orbe que Kaori había estado intentando alcanzar, mientras que con su mano libre la apresaba con fuerza por el cuello, empujándola hacia él.
—Qué tristeza, ¿no, Todoroki Shoto? —dijo Dabi, mirándolo con una expresión de satisfacción—. Me parece que has llegado demasiado tarde.
El bicolor se quedó paralizado por un segundo, sintiendo que la desesperación lo invadía. En ese momento, el villano giró sobre sus talones, sus ojos brillando con malicia, y se preparó para desaparecer a través de un portal que se abría detrás de él.
—¡Kaori! —gritó Shoto, extendiendo la mano hacia ella mientras el corazón le latía con fuerza. Pero era demasiado tarde; Dabi había desaparecido por completo, llevándose el orbe y dejando a Kaori atrapada en su agarre.
El portal se cerró tras él, dejando a los demás en un mar de frustración y tristeza. Kaori y Bakugo habían sido capturados, y la sensación de que no podían hacer nada al respecto los ahogaba.
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Kaori parpadeó varias veces, sintiendo el dolor punzante en su cabeza mientras recuperaba lentamente la conciencia. Su cuerpo estaba rígido y cuando trató de moverse, notó que sus manos estaban esposadas. Su corazón comenzó a latir con fuerza al darse cuenta de que no podía usar su don.
—¿Dónde estoy? —murmuró para sí misma, con la vista aún borrosa. Al mirar a su alrededor, reconoció lo que parecía ser una especie de bar. Las luces eran tenues, y el lugar tenía un aire opresivo.
De repente, una voz familiar resonó a su lado:
—¡Ya era hora de que despertaras, idiota! —gritó Bakugo, con una mezcla de enojo y frustración en su tono.
Kaori giró la cabeza rápidamente hacia él, viendo cómo el rubio estaba también atado a una silla. Su mirada era una mezcla de irritación y preocupación, aunque intentaba ocultarlo con su habitual actitud explosiva.
—¡Qué bueno que estés bien! —exclamó Kaori con una sonrisa de alivio. Trató de mover sus manos, pero las esposas la retenían firmemente. Su mente intentó procesar lo que había sucedido antes de que todo se volviera negro.
—¡Por supuesto que estoy bien! ¿Quién te crees que soy, pelo de chicle? —espetó, frunciendo el ceño con molestia—. ¿Qué demonios haces aquí?
—No lo sé —la chica respondió, agitando la cabeza para despejarse—. Fui tras los villanos para intentar salvarte, pero el de las quemaduras me atrapo.
Bakugo la miró con una mezcla de molestia y algo que parecía preocupación, aunque su orgullo le impedía decirlo abiertamente.
—¡Tsk! ¿Así que por eso terminaste aquí? ¡Idiota! —gruñó Bakugo, luchando contra sus propias ataduras—. ¡Maldito mitad y mitad! ¡¿Cómo demonios permitió que te atraparan, eh?!
Kaori lo miró con sorpresa. El enojo en su voz era palpable, pero también había una insinuación de preocupación escondida detrás de su típica rudeza. A pesar de eso, Kaori no pudo evitar sentir que la culpa volvía a caer sobre ella misma.
—¡No es su culpa! —replicó la chica, tratando de defender a su novio—. Dabi es fuerte, y esos villanos son astutos... Además, yo fui la que tardó en reaccionar. Si hubiera sido más rápida, podría haber escapado.
—¡¿Y eso qué importa?! —Bakugo la interrumpió con un grito—. ¡Todoroki debía estar pendiente de ti! ¡Si no puede mantenerte fuera de peligro, no sirve para una mierda!
El insulto resonó con fuerza en el ambiente tenso del bar. Kaori sintió un nudo formarse en su estómago mientras la culpa y la ira se mezclaban. Sabía que el rubio hablaba desde la frustración, pero sus palabras calaban profundo. Shoto siempre había intentado protegerla, y la idea de que Bakugo lo culpara por lo que había sucedido era injusta.
—¡Eso no es justo, Bakugo! —respondió Kaori, elevando la voz con firmeza—. No puedes culparlo a él por algo que fue mi culpa.
El aludido bufó con desdén, sacudiendo la cabeza con incredulidad.
—El imbécil debería ser lo suficientemente fuerte para que no pasen estas cosas. ¡Y tú también! ¡Si no están listos para pelear contra villanos como estos, mejor no se metan en esto!
Kaori bajó la mirada, sintiendo como las palabras del rubio hacían eco en su cabeza. Un silencio incómodo se instaló entre ambos. Se sentía mal por lo que había dicho, aunque sabía que en parte era verdad. Aún así, escuchar a Bakugo culpar a Shoto y, en cierta manera, a ella misma, le dolía más de lo que quería admitir.
Para el chico fue imposible no notar el cambio en Kaori. Se dio cuenta de que su comentario había afectado más de lo que pretendía. Aunque su frustración seguía allí, había algo en su expresión que parecía suavizarse por un instante. Sin embargo, en lugar de disculparse o intentar arreglar la situación, simplemente se quedó en silencio, apretando los dientes, su mirada desviada hacia el otro lado.
No era bueno manejando esos momentos, y menos aún cuando se trataba de disculpas. Además, las emociones que tenía dentro de sí eran una mezcla confusa de enfado, preocupación y el tipo de apego que jamás admitiría. Pero la veía allí, cabizbaja y callada, y aunque no lo expresó en palabras, algo dentro de él le decía que había ido demasiado lejos.
De repente, el sonido de pasos resonó fuera de la habitación. El crujido de una puerta oxidada abriéndose de golpe hizo que su corazón diera un vuelco. Los villanos entraron en la habitación uno tras otro, y lo primero que Kaori notó fue la sonrisa torcida de Toga al verla.
—¡Oh! Estás despierta, Kaori —dijo con una voz dulce pero inquietante mientras se acercaba, sus ojos brillando con esa misma obsesión que la hacía estremecerse—. Me alegra que estés bien. Estabas tan adorable mientras dormías, pero ahora podemos hablar más.
Toga inclinó la cabeza, analizándola como si fuera una muñeca rota a la que le gustaría arreglar a su manera. Kaori intentó mantener la compostura, pero el aura perturbadora de la villana se le hacía difícil de ignorar.
Mientras tanto, los demás villanos tomaban asiento de forma despreocupada. Tomura Shigaraki, quien parecía ser el lider, se dejó caer en un sofá desvencijado y encendió la televisión. Las imágenes de las noticias llenaron la pantalla de inmediato, mostrando escenas de caos, búsqueda y titulares alarmantes sobre los recientes ataques, con el rostro de los estudiantes y las operaciones de rescate en primer plano.
Kaori observó la pantalla, viendo a los héroes en pánico y a las autoridades intentando poner orden. Sabía que harían todo lo posible por rescatarlos, pero ahora mismo, sentía lo lejos que estaban de ellos.
—¿Sabes? —continuó Toga, sin dejar de observar a Kaori—. La televisión es aburrida. Prefiero ver la sangre de cerca. Es mucho más divertido.
—¡Aléjate de ella, maldita loca! —gruñó Bakugo, notando como la rubia se acercaba demasiado a la pelirosada.
—Vaya, vaya, Bakugo. No te pongas celoso.
En ese momento, Tomura apagó la televisión y giró hacia ellos, con una sonrisa apenas perceptible en su rostro desgastado y cansado.
—Aprecio mucho toda la publicidad que nos están haciendo... —dijo en un tono suave pero siniestro—. ¿No están de acuerdo, jóvenes héroes?
Antes de que pudieran responder, Spinner, uno de los seguidores más fervientes de Stain, intervino con una expresión de molestia clara en su rostro.
—Creí que Kaori estaba fuera del plan —dijo, cruzando los brazos con una expresión de desaprobación evidente—. Stain la reconoció como una verdadera heroína, no debería estar aquí.
Su mirada se desvió hacia Tomura, y aunque no levantó la voz, su tono mostraba su creciente frustración.
—¿Qué estás haciendo al involucrarla? —agregó Spinner, claramente incómodo con la idea de que Kaori pudiera resultar herida o usada de alguna manera.
Tomura se encogió de hombros, aparentemente indiferente ante las preocupaciones de Spinner.
—El plan cambió. No te preocupes tanto, Spinner. No le haremos más daño del necesario... Por ahora —respondió con desdén, mientras se apoyaba en el respaldo de la silla, ignorando las tensiones que estaban surgiendo en su propio grupo.
Tomura dejó caer su cabeza hacia un lado, su expresión fría y calculadora mientras los miraba fijamente.
—Y bien, jóvenes héroes... —comenzó a decir, su voz cargada de una calma inquietante—. ¿Qué opinan de todo esto? La sociedad de héroes está podrida, y ustedes lo saben tan bien como nosotros.
Sus dedos comenzaron a moverse nerviosamente sobre su brazo, casi como si estuviera deseando destruir algo en ese mismo instante.
—Es simple —añadió, inclinándose un poco hacia adelante—. Únanse a nosotros. No tienen que ser esclavos de un sistema que no les valorará realmente, que se olvidará de ustedes en cuanto cometan un error o dejen de ser útiles. Pueden tener un lugar en un nuevo mundo, uno en el que realmente hagan la diferencia.
Bakugo soltó una risa burlona al escucharlo.
—¿Unirme a ustedes? —repitió, casi incrédulo—. No me hagas reír, cara de manos. Como si yo fuera a juntarme con un montón de perdedores que no tienen nada mejor que hacer que secuestrar a la gente.
Kaori hizo una mueca, incapaz de ocultar su desprecio por la propuesta de Tomura. Sabía que nada de lo que proponía era más que una fachada para justificar sus crímenes.
—¿Y tú, Kaori? —preguntó con una sonrisa ladeada—. Eres talentosa y fuerte. Tienes el potencial para hacer algo más grande que servir como peón en ese ridículo juego de los héroes. Estás perdiendo el tiempo en la UA.
La chica apretó los puños, sintiendo la tensión en su cuerpo, pero se mantuvo en silencio mientras el villano esperaba su respuesta.
—¿Por qué no dejar todo eso atrás? Podrías ser mucho más con nosotros. Solo piénsalo...
Bakugo y Kaori miraron a Tomura con una mezcla de desprecio y determinación en sus ojos.
—Nunca me uniría a alguien que causa tanto sufrimiento a los demás. Yo quiero ser una heroína para salvar personas, no para destruirlas.
Tomura los observó por unos segundos, su expresión impasible, antes de soltar un leve suspiro.
—Típico... —murmuró con desinterés, levantándose de su asiento—. Bueno, no es como si esperara una respuesta diferente. Pero no se preocupen... Tendrán tiempo para cambiar de opinión.
Con un gesto de su mano, les indicó a los villanos que lo siguieran. Toga le lanzó una última mirada traviesa a Kaori antes de seguir a los demás. Al poco tiempo, el resto de los villanos ya había salido del bar, dejando a los dos estudiantes a solas en la oscura y fría habitación.
El silencio en la sala era palpable una vez que las pisadas de los villanos desaparecieron. Bakugo soltó un gruñido frustrado.
—¡Maldita sea! —exclamó, golpeando la silla con las manos aún esposadas—. ¡Como si me fuera a unir a esos inútiles!
Kaori, aún atada, miró a Bakugo por un momento. Se sentía aliviada de estar lejos de los villanos, aunque fuera por unos minutos. Sin embargo, no podía evitar sentirse nerviosa; no sabía cuánto tiempo los dejarían allí o qué planes tenían para ellos.
—Al menos estamos juntos en esto... —Kaori susurró.
Bakugo la miró de reojo, y aunque no lo dijo en voz alta, parecía ligeramente reconfortado por su presencia.
—Tenemos que salir de aquí, y rápido —dijo Bakugo finalmente—. No voy a quedarme sentado esperando a que esos idiotas hagan lo que quieran.
Kaori asintió. Sabía que, con Bakugo a su lado, encontrarían una manera de salir de esa situación.
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Shoto caminaba de un lado a otro en los pasillos del hospital, su mente enredada en pensamientos oscuros que no le permitían encontrar paz. Cada paso resonaba con frustración, mientras se apretaba el puño hasta el punto de sentir los nudillos blancos por la tensión. No podía quitarse de la cabeza la imagen de Kaori siendo capturada. Su voz resonaba en su mente, su expresión de sorpresa cuando Dabi la atrapó, y él, incapaz de hacer algo.
No lograba entender por qué dejo que eso pasara. Se suponía que tenía que protegerla, pero ahora su novia se encontraba en manos de esos malditos villanos. Había sido incapaz de proteger a la persona más importante para él, y eso le dolía más que cualquier herida física.
Shoto se detuvo frente a una ventana, mirando hacia el exterior. Su corazón latía con fuerza, una mezcla de rabia y desesperación acumulándose en su pecho. Había fallado, y ese pensamiento lo carcomía por dentro. El dolor era casi físico. Se odiaba a sí mismo por no haber sido lo suficientemente fuerte, lo suficientemente rápido. Sabía que, si algo le pasaba a Kaori, jamás se lo perdonaría.
En ese momento, una figura conocida se acercó. Era Uraraka, con el rostro marcado por la preocupación y las heridas recientes. Aunque estaba igual de angustiado, intentaba mantener la calma.
—Todoroki... —dijo suavemente, tratando de no sonar demasiado brusca.
El chico la miró de reojo, pero no dijo nada.
—Sé lo que estás pensando —continuó ella—. Pero no es tu culpa.
—Lo es —murmuró con amargura—. Se la llevaron por mi culpa. No fui lo suficientemente rápido, no la protegí. Yo debería haber hecho más. Ella estaba justo ahí, y no pude... No pude protegerla.
Uraraka suspiró, viendo la angustia en su rostro.
—Kaori es fuerte —le dijo, tratando de transmitirle confianza—. Y no dudo que encontrará una manera de volver con nosotros. Ella siempre te ha admirado por cómo enfrentabas las cosas, pero también sabía que no podías hacerlo todo tú solo. Nadie puede.
Shoto apretó los puños, cerrando los ojos por un momento.
—Pero aún así... —comenzó a decir, pero Uraraka lo interrumpió.
—Lo que ella más necesita ahora es que confiemos en ella y que estemos listos para ayudarla cuando lo necesite. No te castigues por algo que está fuera de tu control.
La chica comprendía la profundidad del dolor de Shoto. Sabía lo mucho que Kaori significaba para él, y podía ver cómo la culpa lo estaba consumiendo.
—Sé que te duele, pero estamos juntos en esto. Vamos a encontrar a Kaori y a Bakugo. Los vamos a traer de vuelta —dijo Uraraka, con determinación—. No importa cuántas veces caigamos, siempre vamos a levantarnos. Y Kaori sabe eso, lo sabe porque tú también eres fuerte.
Shoto apretó los labios, luchando contra las emociones que se arremolinaban dentro de él. Quería creer en las palabras de su compañera, pero la culpa seguía allí.
—Solo espero que esté bien... —murmuró finalmente, dejando que una leve chispa de esperanza se colara en sus pensamientos—. No voy a descansar hasta que la traigamos de vuelta.
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Los rayos de luz que desprendían de la luna se infiltraron en el bar destartalado, donde Kaori y Bakugo habían estado retenidos durante horas. Ambos héroes en formación yacían inconscientes, con las manos atadas tras la espalda, su ropa desgarrada y los cuerpos agotados tras los múltiples intentos de escapar. Bakugo había estado resistiéndose incluso mientras dormía, gruñendo entre sueños.
Kaori fue la primera en despertar. Al principio, todo era borroso, su cabeza daba vueltas y la confusión la invadía. Su cuerpo se sentía pesado, como si estuviera envuelto en plomo. No obstante, una sensación inquietante recorrió su piel cuando percibió un leve movimiento. Algo, o alguien, la estaba desatando con cuidado. Su visión lentamente se enfocó, y entonces distinguió la figura de Toga inclinada sobre ella, su sonrisa característica plasmada en su rostro mientras desataba las cuerdas con una inusual delicadeza.
—¿Qué están haciendo? —preguntó Kaori en un susurro, apenas capaz de mover los labios. Su voz salió débil, producto del cansancio y los sedantes que aún recorrían su cuerpo.
Toga, divertida por la pregunta, no respondió de inmediato. Simplemente continuó desatando las cuerdas, con esa aura inquietante que la caracterizaba. Sin embargo, al sentir la mirada pesada de Kaori sobre ella, la joven villana se inclinó un poco más, acercándose peligrosamente al rostro de Kaori y susurró en tono juguetón:
—Solo nos estamos preparando para lo que sigue, Kaori. Te necesitamos despierta para lo mejor...
La pelirosada intentó procesar sus palabras, pero su cabeza aún daba vueltas. Su instinto le decía que algo estaba terriblemente mal, y a pesar del cansancio, comenzó a escanear su entorno con la mirada. Al otro lado del bar, sentada en una de las sillas de la isla que hacía las veces de barra, estaba la figura inconfundible de Shigaraki Tomura. Él la observaba con sus ojos sombríos e inquietantes fijos en ella. La sonrisa maliciosa en su rostro no hacía más que confirmar las peores sospechas de Kaori.
Shigaraki no dijo nada al principio. Su sola presencia parecía dominar la habitación. Finalmente, tras un largo y tenso silencio, alzó una mano pálida y rasposa, señalando a Kurogiri con un gesto casi despectivo.
—Kurogiri —dijo en voz baja, su tono gélido y desprovisto de emoción—. Llévatela.
El villano de las sombras asintió, dando un paso hacia adelante para luego crear un portal con sus oscuras manos. Kaori apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que las sombras comenzaran a envolverla. Quiso luchar, quiso usar sus poderes, pero su cuerpo estaba demasiado débil para reaccionar. En cuestión de segundos, todo a su alrededor se volvió negro.
La sensación de atravesar el portal fue como ser arrastrada por una corriente helada. Todo a su alrededor giraba y distorsionaba. Luego, de repente, el frío desapareció, y Kaori sintió el impacto del suelo duro bajo sus pies. Apenas pudo mantenerse en pie.
Se encontraba en lo que parecía ser un almacén industrial oscuro y vasto, con altos techos y paredes de metal. El aire estaba viciado, y un olor a metal oxidado, polvo y químicos invadía el ambiente. Al mirar a su alrededor, Kaori pudo ver enormes cápsulas de vidrio alineadas a lo largo de la sala. Dentro de esas cápsulas, figuras grotescas se mantenían inmóviles, sus cuerpos deformes y retorcidos, conectados a innumerables cables que salían de sus espaldas y cabezas. Eran Nomus. Criaturas creadas artificialmente, monstruos diseñados para combatir.
El corazón de Kaori comenzó a latir con fuerza. El miedo la invadía por dentro, pero trató de mantener la calma. Su mente comenzó a analizar la situación. Estaba en una especie de laboratorio, un lugar donde los villanos experimentaban con los dones. Pero la verdadera pregunta era: ¿Por qué la habían traído aquí?
Antes de que pudiera seguir meditando sobre sus opciones, una voz resonó a su espalda, rompiendo el silencio pesado que la rodeaba.
—Ah, nuestra joven invitada —dijo una voz profunda y rasposa—. Estaba esperando conocerte personalmente.
Kaori se giró rápidamente, sus ojos enfocándose en la figura de un hombre bajo, con una bata blanca y anteojos gruesos. El doctor caminaba hacia ella con pasos calculados, su sonrisa grotesca y malévola deformando su rostro mientras la observaba como si fuera un objeto de estudio.
—¿Qué es este lugar? —preguntó la chica, tratando de mantener la calma, aunque su voz temblaba ligeramente.
Garaki no respondió de inmediato. Se detuvo a unos pasos de ella, ajustándose los anteojos mientras examinaba su rostro con curiosidad.
—Este es un lugar muy especial. Un lugar donde las maravillas de la ciencia se unen con los dones. Aquí, mi querida, es donde hemos hecho posible lo imposible —respondió finalmente—. Y tú, Kaori, tienes la suerte de estar aquí.
Kaori retrocedió un paso, sin quitarle los ojos de encima. Intentó buscar una salida con la mirada, pero el almacén parecía un laberinto de cápsulas y maquinaria. No había ninguna puerta visible, solo el sonido constante de los aparatos alrededor.
—Es un honor tenerte aquí, Kaori —dijo, su tono lleno de una mezcla de admiración y locura—. Hemos oído hablar mucho de ti. Tu poder es... Fascinante.
—¿Qué quieren de mí?
El doctor se acercó más, observando cada uno de sus movimientos con ojos escrutadores. Era como si ya supiera la respuesta, pero disfrutara del hecho de que ella aún no comprendiera completamente su situación.
—Queremos respuestas. Queremos descubrir el verdadero límite de tu poder —respondió, su tono cargado de emoción mientras hablaba—. Y claro, ver hasta dónde podemos llevarlo.
Kaori apretó los dientes. ¿Experimentar con su don? Esa idea la aterrorizaba. Había oído rumores sobre los villanos secuestrando personas con dones poderosos para usarlos en sus experimentos, pero nunca pensó que sería uno de ellos.
Antes de que pudiera reaccionar, sintió un pinchazo en el cuello. Algo frío se extendió por sus venas, y su visión comenzó a oscurecerse de nuevo. Giró la cabeza lo suficiente para ver a uno de los secuaces del doctor retirando una jeringa vacía.
La chica intento hablar, pero las palabras se le ahogaron en la garganta. Su cuerpo, una vez más, se rendía ante la sedación.
Garaki sonrió con satisfacción, observando cómo Kaori se desplomaba en el suelo.
—Tranquila, querida. Esto es solo el inicio.
JES'S NOTE !
me da penota pensar que shoto se va a culpar siempre por lo que paso 🙍🏻♀️ a pesar de que era algo que estaba totalmente fuera de su control, no puede evitar sentir que pudo haber hecho más y que todo fue su culpa.
los próximos capítulos van a ser muy tristes, así que vayan preparando esos pañuelos 🫱🏻🫲🏼
kaori y bakugo tienen un lugar especial en mi corazón 🩷 los adoro.
anwww, gracias por leer <3
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