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twenty six. end of beginning

O26 | END OF BEGINNING

El corazón de los padres de Kaori se detuvo un segundo al ver el cuerpo de su hija tirado en el suelo, inmóvil y pálido. Kenzo apretó los puños con furia, sintiendo cómo el calor de su propio poder comenzaba a hervir a su alrededor, mientras que Seoyeon dejó que las sombras a su alrededor se agitaran como si compartieran su rabia. Sus ojos se llenaron de ira al ver a su pequeña en tal estado.

—No te lo perdonaré —la voz del padre de Kaori resonó en el lugar con fuerza—. ¡Pagarás por esto, All for One!

La madre de Kaori no dijo nada, pero sus ojos oscuros y las sombras que se arremolinaban a su alrededor hablaban por sí solas. El poder que emanaba de ellos era abrumador, y All for One se dio cuenta de que estos no eran oponentes ordinarios. Su sonrisa se desvaneció lentamente mientras ambos padres tomaban posiciones, listos para atacar.

—Interesante —murmuró All for One, levantando una mano y extendiendo sus dedos—. Veremos cuánta ira pueden canalizar antes de que caigan.

Kenzo fue el primero en moverse, lanzando una onda masiva de calor desde sus manos, lo suficientemente poderosa como para hacer que el aire a su alrededor vibrara. All for One apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que una ráfaga de fuego lo rodeara. Sin embargo, él solo levantó una barrera oscura, deteniendo el ataque momentáneamente.

Mientras tanto, las sombras de la madre de Kaori se deslizaban por el suelo como serpientes, buscando el punto débil de All for One, envolviéndose a su alrededor y apretando con fuerza. El villano gruñó y comenzó a liberar un aura oscura para intentar deshacerse de ellas, pero las sombras resistían, tensándose cada vez más.

Los chicos observaban desde su escondite, atónitos. Shoto miraba con una mezcla de admiración y ansiedad, sus manos temblaban. Quería unirse a la batalla, pero sabía que cualquier movimiento en falso podría ser fatal para Kaori.

—Son... Increíblemente poderosos. —susurró Momo, sus ojos fijos en la batalla.

—Tenemos que hacer algo, no podemos quedarnos así —murmuró Midoriya, preocupado, aunque su cuerpo estaba paralizado por el miedo.

—No podemos exponernos todavía, hay demasiado en juego —respondió Iida, su voz llena de cautela—. Si fallamos, podríamos empeorar la situación.

Sin embargo, Bakugo estaba enfocado en otra cosa. Estaba a una distancia prudente, agachado junto a Kaori, quien seguía inconsciente en el suelo. El chico gruñía mientras trataba de darle calor con su propio cuerpo, usando pequeños destellos de su poder de explosión para calentar el aire a su alrededor. Recordaba lo que Kaori le había dicho sobre su debilidad al frío, y aunque odiaba admitirlo, se sentía impotente por no poder hacer más en ese momento.

Mientras tanto, la batalla entre los padres de Kaori y All for One seguía intensificándose. La furia de Kenzo se manifestaba en explosiones solares que iluminaban el campo de batalla, mientras la madre de Kaori lo apoyaba desde las sombras, cubriendo cada ángulo con su poder oscuro. All for One retrocedía, pero cada vez que parecía acorralado, liberaba una nueva oleada de poder que sacudía el entorno.

—No voy a permitir que toques a Kaori nunca más —murmuró Seoyeon con frialdad—. Lo que sea que intentaste con ella, fallaste. Y ahora, vamos a asegurarnos de que no lo intentes de nuevo.

Kenzo soltó una columna de fuego puro, pero All for One lo contrarrestó con una barrera de energía oscura, haciendo que el choque de poderes provocara una explosión que sacudió todo a su alrededor.

Shoto apretó los dientes, sintiendo la desesperación crecer dentro de él. Ver a Bakugo con Kaori lo hacía sentirse más impotente. Las dudas lo invadían, preguntándose si él podría haber hecho algo para evitar todo esto. Pero, más que nada, lo consumía el miedo de perderla para siempre.

Las sombras se lanzaron sobre All for One, buscando cubrirlo por completo, apretando su cuerpo en un intento de sofocarlo. El villano, sin embargo, no se inmutó. A través de la oscuridad, su risa baja y siniestra resonó.

—¿De verdad creen que esto puede detenerme? —dijo con una voz burlona—. Ya he enfrentado a héroes más fuertes que ustedes... Héroes que ahora están bajo tierra.

Con un movimiento brusco de su brazo, All for One liberó una ráfaga de energía oscura, destruyendo parte de las sombras y rompiendo el control de Seoyeon, aunque no del todo. Algunas sombras persistían, pero la lucha era intensa. Los ataques de los padres de Kaori se combinaban, el fuego y la oscuridad, una danza de luz y sombra que chocaba contra el poder abrumador del villano.

All for One extendió la mano hacia el padre de Kaori, lanzando una onda de choque que lo golpeó directamente, haciéndolo retroceder unos metros. A pesar del impacto, él no cayó, sino que canalizó aún más poder solar en sus manos, preparando otro ataque.

—Lo que no entiendes, All for One, es que nuestros dones vienen de algo más grande que el poder —Kenzo espetó, con fuego en los ojos—. Vienen del amor. Y ese amor nos da una fuerza que tú jamás comprenderás.

All for One levantó una ceja, como si esas palabras no tuvieran ningún efecto sobre él.

—Amor, ¿eh? —murmuró con una sonrisa torcida—. Esa emoción es tan efímera... Una debilidad que he visto consumir a tantos. Tú también caerás.

Las sombras de Seoyeon se intensificaron nuevamente, envolviendo los pies de All for One y tirando de él hacia el suelo, buscando inmovilizarlo. Mientras tanto, Kenzo soltó una explosión de luz cegadora que iluminó todo el campo de batalla, lanzando una onda expansiva directa hacia el villano.

La combinación de luz y sombra fue lo suficientemente poderosa como para hacer retroceder a All for One por primera vez, quien se cubrió el rostro con un brazo, resistiendo el impacto. Los escombros volaron por todas partes, y la estructura del edificio tembló ante la furia de los padres.

—¿Eso es todo lo que tienen? —dijo All for One, aunque su voz había perdido parte de su arrogancia—. Es lamentable.

All for One había logrado acorralar a los padres de Kaori. Con una sonrisa cruel, su mano se hundió en el pecho de Kenzo, atravesando su carne con una cuchilla negra formada por su poder. El hombre soltó un grito de dolor, sus llamas solares disminuyendo mientras sentía cómo su energía vital se escapaba.

Kaori, aún tendida en el suelo, comenzó a agitarse. Aunque estaba inconsciente, algo en su cuerpo reaccionaba al dolor y el sufrimiento de sus padres. Su corazón comenzó a latir más rápido, como si una fuerza oculta en su interior hubiera despertado ante el peligro inminente. Las sombras, que siempre habían sido parte de ella, comenzaron a moverse lentamente, como si respondieran a un llamado que ni siquiera ella entendía.

De repente, la chica abrió los ojos de golpe, su respiración agitada y sus pupilas dilatadas. No estaba completamente consciente, pero sabía que algo terrible estaba ocurriendo. El dolor de sus padres, su sufrimiento... Lo sentía todo, como si su propio cuerpo estuviera conectado a ellos en ese momento de desesperación.

Y entonces, las sombras estallaron.

Un torrente de oscuridad surgió desde lo más profundo de su ser, expandiéndose como un manto caótico por todo el campo de batalla. La energía era tan intensa que los edificios temblaron, el aire se volvió pesado, y los escombros del suelo se levantaron en un remolino de pura energía desatada. Las sombras de Kaori se manifestaban de forma descontrolada, arremolinándose alrededor de su cuerpo como si fueran una extensión de su furia, de su miedo, de su desesperación.

—¡Kaori! —gritó Bakugo desde la distancia, sorprendido por la fuerza del estallido de poder. Las sombras de Kaori, que antes parecían bajo control, ahora se movían como una tormenta incontrolable, golpeando todo a su paso sin discriminar.

Kaori no tenía control total sobre sus sombras. El poder desatado se volvió errático, atacando todo a su alrededor sin distinguir entre aliados y enemigos. Las sombras chocaron con las paredes, destruyendo lo que quedaba a su paso.

Sin embargo, una fracción de su consciencia permanecía enfocada en sus padres. Con esfuerzo, logró dirigir parte de esas sombras para envolverlos a ambos y alejarlos de las garras de All for One. Las sombras se retorcían, pero protegían a sus padres, envolviéndolos en una oscura capa protectora mientras los arrastraba hacia su lado.

—No los toques... —murmuró Kaori, apenas consciente, con lágrimas silenciosas cayendo de sus ojos.

All for One fue sorprendido momentáneamente. El poder de Kaori era inusual. Esa defensa que había sentido antes estaba ahora más visible, pero aún no había logrado comprender completamente su naturaleza.

—Interesante —su voz resonaba con malicia, mientras observaba cómo las sombras se desataban por el campo de batalla—. Incluso cuando no tienes control, tu poder es formidable.

De repente, un poderoso viento barrió el campo de batalla. El suelo tembló cuando All Might llegó, su presencia inconfundible, su enorme silueta reflejando seguridad y poder.

—Viniste después de todo —dijo el contrario, bloqueando con facilidad el ataque del símbolo de la paz.

—¡Haré que devuelvas a mis estudiantes, All for One!

Mientras la batalla entre All Might y All for One resonaba en el aire con golpes que sacudían el suelo, los padres de Kaori se apresuraron hacia donde estaban Bakugo y su hija. A pesar del caos que los rodeaba, su única preocupación en ese momento era el estado de Kaori.

El padre de Kaori se arrodilló a su lado, su rostro lleno de preocupación al ver lo pálida y débil que se encontraba. Las llamas aún fluctuaban débilmente a su alrededor, como si respondieran a su lucha interna, pero estaban perdiendo fuerza.

—Kaori... —susurró, acariciando suavemente el cabello de su hija—. Resiste, por favor.

La madre de Kaori, con la mirada fija en el campo de batalla, se colocó frente a ellos, lista para defender a su familia de cualquier ataque. Su cuerpo estaba agotado, pero su determinación era inquebrantable. Sabía que no podían permitirse bajar la guardia, no con la liga de villanos acechando.

—Tomura, es el momento. Tómalo todo, —habló All for One con su voz fría y llena de autoridad—. Llévalos lejos. Los niños y tus compañeros ya no son necesarios aquí.

Tomura, obedeciendo la orden, lanzó una señal a los demás villanos. En un abrir y cerrar de ojos, la liga de villanos comenzó a moverse con velocidad, atacando a All Might y los padres de Kaori, quienes se veían forzados a protegerse a sí mismos y a su hija simultáneamente.

Dabi, Toga, Twice y Mr. Compress atacaron sin piedad. Las llamas azules de Dabi se lanzaron hacia los padres de Kaori, obligándolos a retroceder, mientras Toga, con una sonrisa malévola, se lanzó hacia Bakugo y Kaori. El rubio gruñó, levantándose de inmediato y bloqueando su camino con una explosión.

—¡No te acerques a ella! —Bakugo gritó, encendiendo una explosión de gran magnitud para mantener a Toga a raya.

Kenzo, todavía sangrando por la herida que le había causado All for One, trataba de mantenerse firme, generando pequeñas esferas solares para repeler los ataques. Su esposa conjuraba sombras protectoras a su alrededor, pero estaba claro que la fatiga estaba afectando a ambos. Cada vez les resultaba más difícil defenderse de los constantes ataques.

Mientras todo esto sucedía, los chicos que estaban escondidos observaban la situación con corazones acelerados. Sabían que no podían quedarse allí por más tiempo. A medida que el caos aumentaba, se sentían más desesperados por ayudar.

—Tenemos que hacer algo, y rápido, —murmuró Kirishima, sus manos temblando ligeramente mientras veía cómo los villanos atacaban sin piedad.

—No podemos simplemente correr hacia ellos —respondió Iida, con el ceño fruncido—. Pondríamos a Kaori en aún más peligro.

Momo intentaba pensar en alguna estrategia, pero la presión y la velocidad a la que se desarrollaban los acontecimientos la hacían dudar. Shoto permanecía en silencio, su mirada fija en Bakugo, quien se esforzaba por proteger a Kaori. El fuego en su interior ardía, queriendo lanzarse hacia adelante y luchar, pero sabía que no podían actuar sin un plan.

Finalmente, Midoriya fue el primero en romper el silencio. Su mente trabajaba rápidamente, evaluando todas las variables. Sabía que tenían que sacar a Kaori y a sus padres de allí sin poner a nadie más en peligro.

—¡Chicos, lo tengo!

—No, Midoriya. No puedes.

—Hay una manera, Iida. No es enfrentándolos precisamente —el peliverde dijo con seguridad—. Podremos salir de aquí, pero también salvaremos a Kacchan y Kaori en el proceso.

—¿De qué hablas? —preguntó Shoto, colocando toda su atención en el chico. Si había una forma de ayudar, él lo iba a hacer, no importaba que tan peligroso fuera.

—Aunque eso también va a depender de Kacchan —murmuró—. Así que, Kirishima... Tu serás la clave de este plan.

Una vez que Izuku le explicó el plan a los demás, no perdieron el tiempo y lo pusieron en marcha. Iida se posicionó junto a Midoriya, activando su Reciproc Burst, mientras el peliverde canalizaba el poder de One For All en sus piernas. El suelo tembló bajo sus pies, y ambos lanzaron un grito de esfuerzo al momento de impulsarse juntos, creando una velocidad increíble.

Kirishima activó su don de endurecimiento, y se lanzó hacia el muro. El impacto fue tan potente que lo atravesó sin dificultad, abriendo un camino hacia el caos donde Bakugo estaba protegiendo a Kaori.

—¡Ahora, Todoroki! —gritó Midoriya.

Shoto no dudó ni un segundo. Con un movimiento rápido, levantó una enorme rampa de hielo que se extendía sobre el campo de batalla, permitiéndoles cruzar sin ser vistos. El hielo brillaba a la luz de la luna, y por un momento, parecía que todo el equipo de la clase 1-A iba a conseguir su objetivo.

Los chicos avanzaron por la rampa de hielo que Todoroki había creado, deslizándose rápidamente por el angosto sendero que les daba una oportunidad para escapar. El frío viento azotaba sus rostros, pero no podían detenerse. Sabían que el tiempo era limitado, y el caos detrás de ellos era cada vez más intenso.

Cuando llegaron al borde de la rampa, se encontraron suspendidos en el aire, con el vacío extendiéndose debajo de ellos. El silencio que siguió fue tan denso que podían sentir el latido de sus propios corazones.

Kirishima fue el primero en reaccionar. Extendiéndose al máximo, alargó su mano hacia Bakugo, quien aún estaba abajo, junto a Kaori y sus padres.

—¡Ven! —gritó Kirishima, su voz cargada de determinación y urgencia.

Bakugo levantó la vista, compartiendo una mirada intensa con los padres de la chica. Los ojos de su madre estaban llenos de preocupación, pero también de una confianza implícita en Bakugo. El padre de Kaori asintió sin dudar, dándole permiso con una firmeza silenciosa.

Sin perder más tiempo, Bakugo apretó los dientes y ajustó el cuerpo inerte de Kaori en sus brazos. Sus ojos mostraban que la protección de ella era lo más importante en ese momento.

El chico no lo dudo más e impulso su cuerpo con una explosión ensordecedora, logrando sacudir el suelo bajo sus pies y elevarlo hacia el cielo.

Bakugo ascendía rápidamente, el aire cortando su piel mientras se dirigía hacia sus compañeros. Sus ojos, enfocados y determinados, no perdían de vista la mano que Kirishima le extendía. Al acercarse lo suficiente, extendió su mano libre, estirándose con toda su fuerza.

En el último momento, cuando parecía que no lo lograría, sus dedos finalmente se cerraron con fuerza alrededor de la mano endurecida de Kirishima.

—¡Te tengo! —el pelirrojo exclamó, agarrándolo con todas sus fuerzas mientras sentía el peso de Bakugo y Kaori tirando hacia abajo.

El grupo se tambaleó por un segundo, pero rápidamente recuperaron el equilibrio.

—Hola, idiota.

Mientras todo eso sucedía, los villanos comenzaron a notar lo que estaba ocurriendo. Tomura frunció el ceño, su frustración aumentando a medida que observaba la escena.

—¿Por qué siempre tienen que estar metidos en todo? —gruñó, su voz llena de resentimiento mientras su mirada permanecía fija en los estudiantes que intentaban escapar.

Los demás villanos intercambiaron miradas de desesperación e irritación, conscientes de que esos chicos parecían estar en todos lados, interfiriendo con cada uno de sus planes.
















































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Tres días habían pasado desde la última pelea, en donde All Might había salido victorioso, venciendo a All for One.

Mientras tanto, en una silenciosa habitación de hospital, los padres de Kaori se encontraban sentados en dos sillas a un lado de la cama de su hija. La tenue luz de la mañana entraba por la ventana, iluminando la habitación en tonos suaves. Ambos hojeaban unas revistas distraídamente, intentando mantener la calma, pero el aire estaba cargado de tensión y preocupación.

Kaori yacía en la cama, rodeada de equipos médicos que monitoreaban sus signos vitales. Su rostro se veía tranquilo, pero pálido, su respiración solo era constante gracias a los aparatos. Desde aquel momento en el que desató las sombras para salvar a sus padres, no había vuelto a abrir los ojos. Los médicos habían determinado que estaba en un estado de coma profundo.

—Los doctores dicen que está estable —murmuró Seoyeon, cerrando la revista que había estado ojeando sin realmente leer—. Pero no saber cuándo despertará... No lo soporto.

Kenzo asintió, con la mirada fija en su hija. Apretó la revista entre sus manos, frustrado por la impotencia que sentía.

—Kaori, es fuerte. Siempre lo ha sido —aseguró, aunque sonaba como si intentara convencerse a si mismo de que su hija iba a estar bien.

Seoyeon soltó un suspiro y apoyó su cabeza en el hombro de su esposo, sintiendo como sus ojos se cristalizaban.

—Nunca la vimos así. Nos defendió, y luego cayó... Todo por protegernos.

El silencio llenó la habitación de nuevo, roto solo por los pitidos de las máquinas. Ambos sabían que el despertar de Kaori era incierto, pero cada segundo que pasaba sentían que su hija los necesitaba más que nunca.

Como si la chica los hubiera oído, Kaori abrió los ojos con lentitud, parpadeando repetidamente mientras sus pupilas se acostumbraban a la luz que entraba por la ventana. Todo a su alrededor se sentía borroso, pero pronto las siluetas de dos personas se hicieron nítidas a su lado.

Seoyeon fue la primera en reaccionar. Apenas vio que su hija había despertado, soltó un sollozo de alivio, dejando caer la revista que tenía en las manos al suelo y acercándose rápidamente a la cama.

—¡Kaori! —llamó con la voz quebrada por las lágrimas, tomando la mano de su hija con suavidad pero con firmeza, como si no quisiera soltarla nunca más.

Kenzo sonrió ampliamente, sintiendo como sus ojos brillaban con alivio y orgullo. Se agachó junto a la cama, acariciando con ternura la cabeza de su hija.

—Nos tenías preocupados, Kaori —dijo con una leve risa nerviosa, aunque sus ojos traicionaban el miedo que había sentido—. ¿Cómo te sientes?

La chica intentó responder, pero su garganta estaba seca, y solo un suave susurro salió de sus labios. Aún así, su madre le alcanzó un vaso de agua, ayudándola a beber. Después de unos segundos, finalmente pudo hablar.

—Me siento un poco cansada —susurró, mirando a ambos con una mezcla de confusión y alivio—. ¿Cuánto tiempo...?

—Tres días —respondió su madre con una sonrisa temblorosa—. Has estado en coma tres días. Pero ahora estás aquí, con nosotros.

Los tres se quedaron en silencio por un momento, disfrutando de ese instante de calma. Sin embargo, la expresión de Seoyeon se tornó seria después de un rato. Se arrodilló junto a su hija, mirándola directamente.

—Kaori... —empezó con voz suave. Lo que menos quería era alterar a su hija en ese momento—. Necesito preguntarte algo. Algo muy importante.

La menor asintió, frunciendo el ceño levemente al no saber de qué se podría tratar.

—Mientras estabas secuestrada se activó un nuevo don en ti. Mi don —Seoyeon explicó, aunque se tomó una pausa para buscar las palabras adecuadas—. Las sombras solo se activan cuando hemos experimentado un trauma fuerte. ¿Qué fue lo que te hicieron?

Kaori sintió un nudo en el estómago al escuchar la pregunta. Los recuerdos del tiempo que pasó cautiva comenzaron a asaltar su mente, desordenados, fragmentados. Recordaba el frío, el dolor, la soledad, y cómo había sentido que algo dentro de ella había cambiado mientras intentaba proteger a sus padres.

Tomó aire, cerrando los ojos por un segundo para ordenar sus pensamientos. Los recuerdos la atormentaban, y la angustia se hizo presente en su pecho.

—El doctor... —empezó, con la voz débil pero clara—. Quería robar mi don. Intento unirlo a un Nomu. Me metieron en una pesadilla, usaron mi mente para buscar mis puntos débiles, para quebrarme... —hizo una pausa, sintiendo el escalofrío recorrerle la espalda—. Sentí tanto miedo, mamá. Temía perderme a mí misma.

Seoyeon y Kenzo intercambiaron miradas llenas de dolor y rabia, al escuchar cómo su hija había sido sometida a semejante crueldad. La voz del hombre se quebró al decir:

—Nunca debiste pasar por eso, Kaori. Ni tú ni nadie.

Kaori sintió que las lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos, recordando todo lo que había tenido que sufrir en tan poco tiempo.

—Eso no fue lo unico... —la chica continuó—. Vi a alguien. A alguien que creí que jamás volvería a ver.

Seoyeon la miró con preocupación creciente, mientras Kenzo, al borde de su silla, tensaba los puños con una mezcla de angustia y frustración. Ambos sabían que Kaori aún estaba débil y emocionalmente afectada.

—¿A quién viste, Kaori? —preguntó su madre suavemente, como si temiera la respuesta.

Kaori tomó aire, su mente regresando a aquel momento en el que, entre la confusión y el sufrimiento, una figura había aparecido frente a ella. No estaba segura de si había sido real, o si su mente, en un intento desesperado por aferrarse a algo conocido, había creado esa imagen.

—Vi a Kaneki... —murmuró finalmente, mirando a sus padres con ojos llenos de incertidumbre.

El nombre cayó como una bomba en la habitación. Los padres de la chica se quedaron inmóviles, sus rostros palideciendo al escuchar el nombre de aquel chico que había sido como un hijo para ellos, pero que había desaparecido hace años, sin dejar rastro.

—¿Kaneki? —Kenzo repitió, su voz apenas un susurro lleno de incredulidad—. ¿Cómo es posible? Creíamos que...

—Sé lo que piensan, papá. Yo también lo creía. Pero lo vi, estaba allí, junto al doctor Garaki. No sé cómo explicarlo, pero él estaba diferente. No era el Kaneki que conocíamos.

Seoyeon cubrió su boca con una mano, tratando de procesar lo que su hija estaba diciendo. Sabía que había algo oscuro en el destino de Kaneki desde el día en que desapareció, pero jamás habría imaginado que pudiera estar involucrado con la liga de los villanos. El solo pensamiento la horrorizaba.

—¿Qué te dijo? —preguntó Seoyeon, su voz quebrada por la emoción.

Kaori cerró los ojos por un momento, recordando los ojos de Kaneki, aquellos que una vez le habían brindado consuelo en su infancia, pero que ahora parecían vacíos, llenos de una frialdad que no había visto antes.

—Nada... No me dijo nada. Pero sus ojos eran tan diferentes. No sé si él es la misma persona que conocimos. Algo en él ha cambiado. Sentí que... Quería ayudarme, pero no lo hizo. Se quedó ahí, observándome. Como si ya no fuera él, sino alguien más.

El silencio volvió a llenar la habitación, pero esta vez estaba cargado de un temor latente, como si el fantasma del pasado de Kaori hubiera regresado para acecharlos a todos. Seoyeon se acercó más, rodeando a Kaori con sus brazos.

—Vamos a encontrar respuestas, Kaori. Te prometo que descubriremos qué le pasó a Kaneki, pero ahora lo más importante es que te recuperes —dijo con firmeza, tratando de ofrecer consuelo a su hija, aunque su propio corazón estaba lleno de preguntas sin respuesta.

Kenzo se mantuvo en silencio. Sabía que lo que Kaori había vivido no solo la había marcado físicamente, sino también emocionalmente. Y ahora, con la sombra de Kaneki sobre ellos, la situación se volvía más compleja.

Kaori asintió débilmente, sintiendo el calor del abrazo de su madre. Pero en lo más profundo de su ser, no podía evitar pensar en lo que había visto. Porque si Kenji realmente estaba del lado de los villanos, entonces su regreso traería consigo más oscuridad de la que ella o sus padres estaban preparados para enfrentar.

Luego de unos minutos, los mayores cambiaron el tema de conversación, el ambiente en la habitación comenzó a calmarse. A pesar de todo lo que había sucedido, había una sensación de alivio en el aire, como si el peor de los tormentos hubiera pasado. Seoyeon miró a su hija con ternura, aunque su rostro aún mostraba señales de preocupación.

—Hay alguien que ha estado esperando todos estos días para verte, cariño —dijo con una suave sonrisa, acariciando el cabello de su hija.

Kaori parpadeó lentamente, ladeando su cabeza con curiosidad. No había esperado más visitas en ese momento.

—¿Quién...?

Su madre no respondió de inmediato. En lugar de eso, se levantó con suavidad y caminó hacia la puerta de la habitación del hospital. Cuando abrió la puerta, un rostro muy familiar entró en la habitación.

Shoto Todoroki apareció en el umbral, con una expresión contenida, pero había algo en sus ojos que delataba lo mucho que había pasado en esos dos días. Sus ojos bicolores se cristalizaron al instante, llenándose de emoción apenas vio a Kaori despierta. Se quedó allí, parado un segundo, como si no pudiera creer que finalmente estaba viéndola con los ojos abiertos.

Kaori también sintió que las lágrimas volvían a sus ojos. Verlo de pie frente a ella, después de todo lo que había pasado, le hizo darse cuenta de cuánto lo había echado de menos. No hacía falta decir nada para que ambos entendieran lo que el otro sentía en ese momento.

Kenzo y Seoyeon se levantaron silenciosamente, dejando el vaso de agua a un lado. Antes de salir, el hombre puso una mano en el hombro de Shoto, apretándolo con afecto.

—Cuídala —dijo con una sonrisa cálida. Sabía que no era necesario que se lo dijera, porque el bicolor la había cuidado desde que se conocen.

Shoto asintió, aunque su mirada permaneció fija en Kaori. Los padres de la chica se retiraron de la habitación, cerrando la puerta suavemente detrás de ellos y dejándolos a solas.

El silencio entre ellos era abrumador, pero no incómodo. Había tanto que decir, y al mismo tiempo, no se necesitaban palabras.

Finalmente, Shoto dio un paso adelante, acercándose a la cama de Kaori. Sus labios temblaron, intentando hablar, pero parecía que las palabras no llegaban.

—Estaba tan preocupado... —murmuró finalmente, su voz apenas un susurro—. Pensé... Pensé que te perdería.

Kaori sonrió débilmente, estirando su mano hacia él, invitándolo a acercarse más.

—Estoy aquí, Shoto —respondió con voz suave—. Estoy aquí.

Al escuchar esas palabras, el corazón del chico se estremeció, y sin pensarlo más, dio otro paso adelante, tomando la mano extendida de su novia. Su agarre era suave, casi como si temiera lastimarla, pero Kaori lo apretó con fuerza.

Por un instante, Shoto no pudo controlar más la avalancha de emociones que había estado reprimiendo durante esos días. Verla inconsciente, débil, atrapada en un sueño profundo, le había roto por dentro. Había pasado noches sin dormir, sentado junto a su cama, esperando a que sus ojos se abrieran, rezando en silencio para que regresara a él. El peso de todo eso se dejó caer sobre él de golpe, y sus ojos, que ya estaban vidriosos, se inundaron completamente.

Kaori notó el cambio en su mirada, y antes de que pudiera decir algo más, Shoto se inclinó hacia ella, rodeándola suavemente con sus brazos. Al sentir su calor, la chica dejó escapar un leve suspiro de alivio, cerrando los ojos mientras lo abrazaba con todas sus fuerzas.

El abrazo estuvo lleno de todo lo que habían contenido en esos días de incertidumbre y miedo. Ninguno de los dos quería soltar al otro, como si al hacerlo pudieran perderse nuevamente. Las lágrimas comenzaron a fluir, primero despacio, luego con más fuerza. Shoto escondió su rostro en el hueco del cuello de Kaori, sus hombros temblando mientras las lágrimas corrían por sus mejillas. Era una vulnerabilidad que rara vez mostraba, pero en ese momento, no le importaba.

Kaori sintió como las lágrimas también llenaron sus propios ojos mientras sollozaba silenciosamente. No podía imaginar cuánto había sufrido él al verla en ese estado, pero ahora que lo tenía cerca, el miedo y la angustia se desvanecían poco a poco.

—Perdóname... —Shoto susurró entre lágrimas, su voz quebrándose—. Lo siento tanto... No pude protegerte. No pude estar allí cuando me necesitabas.

La chica negó con la cabeza, apartándose solo un poco para mirarlo a los ojos.

—No tienes nada que disculparte, Shoto. No fue tu culpa —respondió con dulzura, aunque su voz temblaba por la emoción—. Estoy aquí porque tú y los demás me salvaron.

—Pensé que te perdería para siempre —dijo él, negando levemente con la cabeza—. No podía imaginar mi vida sin ti... No quiero imaginarla.

Las palabras resonaron en el pecho de Kaori. No había necesidad de grandes declaraciones o promesas; esas simples frases estaban llenas de todo lo que él sentía. Shoto, el chico que había tenido dificultades para abrirse y expresar sus emociones, estaba ahí, frente a ella, derrumbado por completo, pero dispuesto a mostrarle su corazón.

—Estoy aquí... Contigo —Kaori murmuró, sonriendo levemente—. No me iré a ningún lado, Shoto.

Ambos se quedaron así, juntos, con las lágrimas cayendo. El tiempo parecía detenerse en ese instante, como si nada más en el mundo importara excepto ellos dos, abrazados en ese pequeño cuarto de hospital.

—No sé qué haría sin ti... —murmuró Shoto, apenas audiblemente, pero lo suficientemente cerca para que su novia lo escuchara.

Ella sonrió, aunque las lágrimas aún rodaban por sus mejillas. Levantó una mano temblorosa para acariciar el rostro de Shoto, limpiando suavemente las lágrimas que caían de sus ojos.

—No tienes que pensarlo —le dijo—. Porque no vamos a estar separados. 
















































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Kaori se encontraba sentada junto a la ventana, sus ojos perdidos en el horizonte. Aún se encontraba procesando todo lo que había pasado mientras estuvo inconsciente. All Might había perdido su poder, Endeavor ahora era el héroe número uno, y aunque All For One había sido capturado, la liga de villanos seguía en fuga, dejando una sensación de inquietud en todos.

Había pasado las últimas horas hablando con las autoridades. Querían saber todo lo que recordaba sobre los villanos y, en especial, sobre el misterioso doctor. Le hacían preguntas detalladas, tratando de encontrar pistas que pudieran llevarlos a los escondites de los enemigos, pero la chica estaba agotada. No solo física, sino mentalmente.

Para la chica era imposible no volver al momento en el que All Might se encontraba de pie frente a All For One, luchando con cada gramo de energía que le quedaba. Podía ver el cansancio en sus ojos, el desgaste en su cuerpo. Podía sentir el momento exacto en el que su poder se extinguió, y con él, el símbolo de la paz.

Todo eso por su culpa.

No podía evitarlo. La culpa la devoraba desde adentro, una culpa que no podía compartir con nadie, porque sabía que era ella quien había fallado.

Apretó las sábanas entre sus dedos, sintiendo cómo el nudo en su estómago se hacía cada vez más grande. El aire en la habitación se sentía pesado, como si todo el espacio a su alrededor se estuviera cerrando sobre ella. Sabía que su madre y su padre estaban aliviados de que estuviera viva, pero ¿a qué costo? Ellos no lo entendían, no podían verlo de la misma forma que ella. Mientras todos celebraban que el villano había sido detenido, Kaori solo podía pensar en la destrucción que había dejado atrás.

Sabía que la batalla contra All For One no había sido su responsabilidad, pero eso no impedía que el sentimiento de culpa creciera dentro de ella. All Might había dado todo lo que tenía para protegerlos, para protegerla, y ahora él estaba perdido. Si tan solo no la hubieran secuestrado, All Might conservaría su poder.

De repente, un golpe suave en la puerta rompió su trance. Se giró con lentitud, preguntándose quién podría ser, aunque tenía una ligera idea. La puerta se abrió despacio, revelando a Bakugo, Kirishima, Midoriya, Uraraka, Iida, y por supuesto, Shoto.

Al verlos, una pequeña sonrisa se dibujó en el rostro de Kaori, aunque sus ojos mostraban cansancio. Los chicos, al entrar, se quedaron quietos por un segundo, observando cómo estaba, como si temieran que cualquier palabra equivocada pudiera dañarla más. Bakugo fue el primero en romper el silencio.

—¡Tardaste mucho en despertar, idiota! —gritó, pero había una suavidad en su tono, una preocupación escondida detrás de sus palabras usualmente bruscas.

Kirishima le dio un suave codazo al rubio en las costillas, rodando los ojos con una sonrisa.

—Lo que Bakugo quiere decir es que nos alegra mucho verte mejor —dijo con entusiasmo—. Hemos estado preocupados por ti.

—Gracias, chicos —musito suavemente—. Es bueno verlos a todos juntos. Los extrañé.

Midoriya, que había estado en silencio hasta ese momento, dio un paso adelante, su expresión llena de alivio.

—Nos preocupamos mucho por ti. No sabíamos si... —el peliverde tragó saliva, tratando de controlar sus emociones—. Pero ahora que estás aquí. Eres muy fuerte.

Uraraka se acercó a su amiga, sosteniendo una mano de Kaori. La conexión entre ambas había crecido mucho en las ultimas semanas.

—Pasaste por algo horrible, pero quiero que sepas que estamos aquí contigo. Y cuando estés lista para hablar de ello, estaremos aquí para escucharte —dijo la castaña con dulzura.

La contraria asintió, sonriendo levemente en dirección a Uraraka en señal de agradecimiento.

Por otro lado, Iida asintió con una expresión solemne, ajustándose las gafas.

—Nos alegra saber que todo ha salido bien.

—Mis padres me contaron lo que hicieron. No saben cuánto significan para mí, de verdad —hablo Kaori con sinceridad, sus ojos moviéndose de uno a otro.

—No tienes que ponerte sentimental, ¿sabes? Solo asegúrate de que no te vuelvan a atrapar. Es un fastidio tener que protegerte —Bakugo gruño, cruzándose de brazos con el ceño fruncido.

Kirishima se echó a reír y le dio otro golpe ligero en el brazo a su amigo.

—Tú también estabas preocupado, no mientas.

Kaori se rió levemente, sintiendo cómo la tensión en su pecho disminuía un poco. Aunque sabía que aún quedaba mucho por superar, el hecho de que estuvieran allí, con ella, le daba una sensación de seguridad.

Sabía que, aunque el futuro era incierto, no tendría que enfrentarlo sola.



























































































JES'S NOTE !

SHOTO Y KAORI LOS AMO 😭 ese momento en el hospital fue lo más lindo e improvisado que he escrito (gracias billie). me dio mucha penita escribir a shoto llorando 😞 les juro que eso es algo que yo nunca pensé que pasaría.

la imagen mental de bakugo peleando mientras defendía a kaori al mismo tiempo es 🔝 YO QUEDÓ LOCA CON SUS INTERACCIONES, bakugo tiene un soft spot por kaori

por cierto, me di cuenta de que todos en este fic están traumados 👩🏻‍🦯 es como un requisito.

les dejo una foto de kaori usando su don de las sombras ;) entiendo tanto a shoto y a bakugo, si fuera ellos también caería por ella, ES QUE MIRENLA 😍

los próximos capítulos van a ser bastante largos (o iguales a este), así que espero que estén preparados para leer mucho 🥰 pronto se van a enterar más sobre kaneki y kaori.

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