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twenty five. the final confrontation

O25 | THE FINAL CONFRONTATION

Kaori abrió los ojos y cuando miró a su alrededor notó que se encontraba en lo que parecía ser un prado tranquilo. El cielo estaba despejado, y el aire era fresco, pero algo no encajaba. No sabía cómo había llegado allí ni qué estaba sucediendo. Todo se sentía irreal, como si no perteneciera a ese lugar. La quietud del prado era desconcertante, demasiado perfecta, demasiado silenciosa.

De repente, un grito desgarrador resonó detrás de ella. Su corazón dio un vuelco, y con miedo se dio la vuelta rápidamente para ver de dónde provenía. Frente a ella, a unos metros de distancia, dos niños pequeños estaban de pie, llorando y pidiendo ayuda. La desesperación en sus voces era palpable, y sus pequeñas manos se aferraban la una a la otra, como si fueran lo único que les quedaba.

Kaori quiso correr hacia ellos, ayudarles, pero algo más llamó su atención. A un lado de los niños, vio una figura familiar. Shoto. Estaba herido, con múltiples cortes en su rostro y cuerpo, y su brazo derecho estaba completamente congelado, producto de su propio poder. Apenas podía mantenerse en pie, tambaleándose mientras trataba de defender a los niños.

—¡Shoto! —quiso gritar Kaori, pero su voz no salió. Desesperada, intentó moverse, pero sus pies parecien estar atados, anclados al suelo, incapaz de moverse ni un paso. Miró con horror cómo Shoto intentaba luchar, pero cada segundo que pasaba, se debilitaba más.

Intentó con todas sus fuerzas caminar, correr hacia él, pero era inútil. Sus piernas no obedecían. Estaba atrapada en su propio cuerpo, sin poder hacer nada más que mirar.

Lo peor de todo era que Shoto no parecía verla. Sus ojos, normalmente llenos de determinación, ahora estaban vacíos y perdidos. No la miraba, no la sentía. Era como si ella no existiera en ese lugar.

El prado, que al principio parecía tranquilo, ahora se sentía como una prisión. Kaori estaba atrapada, viendo cómo la persona que más amaba sufría y no podía hacer nada para evitarlo. Los gritos de los niños aumentaban, el dolor de Shoto era evidente, pero ella seguía inmóvil, con el pecho lleno de desesperación y miedo.

Kaori sintió un pánico profundo cuando vio cómo del villano sacaba una cuchilla enorme, brillante y mortal. Su corazón se detuvo en ese instante, y el tiempo pareció ralentizarse mientras la cuchilla avanzaba hacia Shoto, directo a su pecho. El sonido del impacto fue desgarrador, y todo su ser se estremeció al ver a Shoto caer de golpe al suelo, herido de muerte.

Esta vez, como si algo la hubiera liberado, Kaori sintió que sus piernas por fin reaccionaban. Corrió tan rápido como pudo hacia él, su corazón latiendo con fuerza mientras sus pensamientos se arremolinaban en su cabeza, llenos de miedo y desesperación.

—¡Shoto! ¡No, por favor, no!

Cuando llegó a su lado, se arrodilló y, con manos temblorosas, colocó con cuidado su cabeza sobre sus piernas. El peso de su cuerpo inerte la aplastaba con una realidad abrumadora. Las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas mientras tomaba su mano, sintiendo cómo la vida de Shoto se desvanecía lentamente.

—Voy a curarte... —susurró entre sollozos, sabiendo perfectamente lo que implicaba. Si utilizaba su don para curarlo, todas las heridas que él tenía pasarían a su cuerpo. Pero eso no le importaba. Prefería mil veces sentir ese dolor que perderlo.

Cerró los ojos y se concentró con todas sus fuerzas. Buscó dentro de sí la energía para sanar a Shoto, para transferir su dolor y sufrimiento a ella. Pero algo estaba mal. Su poder no respondía. No sentía la energía cálida del sol, ni la conexión habitual que tenía con su don. Era como si su capacidad para sanar se hubiera desvanecido.

—No... —murmuró desesperada—. ¡No, por favor, no!

Shoto abrió los ojos lentamente y la miró, pero su mirada no era de alivio ni de gratitud. Era una mirada llena de desagrado y resentimiento, una que Kaori nunca había visto en él. El bicolor la observaba con frialdad, como si la odiara.

—Voy a morir por tu culpa... —Shoto dijo con una voz débil, pero llena de veneno—. Llegaste demasiado tarde.

Esas palabras perforaron el corazón de Kaori como mil agujas. Se sintió destrozada. Todo su esfuerzo, todo su amor, y su deseo de salvarlo no había sido suficiente. Y ahora, él la culpaba.

—No, Shoto... —susurró con la voz quebrada—. Yo lo intenté... Quería salvarte.

Shoto apartó su mirada de ella, como si no pudiera soportar verla. Su respiración se hizo cada vez más débil, y su cuerpo se volvió más frío entre sus brazos. Kaori se quedó allí, inmóvil, sin poder hacer nada más que ver cómo la vida se le escapaba entre los dedos.

De repente, Kaori abrió los ojos de golpe, su corazón latiendo desbocado en su pecho mientras intentaba recuperar el aliento. Sentía la piel fría y el sudor corría por su frente. La pesadilla aún la atormentaba, sus emociones revueltas y confundidas.

Antes de que pudiera reaccionar, una voz rompió el silencio. El doctor la observaba desde el otro lado de la habitación, su mirada fija en ella como si fuera un mero experimento.

—Por fin has despertado —dijo con una voz calmada, casi burlona—. Tardaste más de lo que esperaba.

Kaori lo miró, todavía algo desorientada, su cuerpo adolorido y debilitado por los tubos y cables que tenía conectados. Intentó mover sus manos, pero seguían sujetas a la camilla. Quiso gritar, pero su voz apenas salió como un susurro.

—¿Qué me has hecho? —preguntó con dificultad, sintiendo el peso de las emociones negativas que aún la asfixiaban.

El doctor sonrió levemente, una sonrisa que no contenía ninguna pizca de compasión. Dio unos pasos hacia ella, acercándose lo suficiente para que pudiera ver cada detalle de su rostro.

—Te mostré la verdad, o al menos, una versión de ella. Quería ver hasta dónde podías llegar, qué tan fácil sería quebrarte... Y debo decir, ha sido más revelador de lo que imaginaba. Esa pesadilla que viviste fue mi creación. Simplemente accedí a tus miedos más profundos, tus dudas más arraigadas, y lo convertí en un pequeño espectáculo.

Kaori sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Todo lo que había sentido, todo el dolor y la desesperación había sido manipulado, fabricado a propósito por este hombre.

—¿Por qué...? —murmuró, su voz aún débil—. ¿Qué es lo que quieres de mí?

El doctor la observó en silencio durante unos segundos antes de responder, su tono lleno de una macabra diversión.

—Quiero saber todo sobre ti. Tus debilidades, tus puntos de quiebre. Lo que más temes y lo que más amas. Todo eso me ayudará a manipularte cuando sea necesario. Las personas como tú son útiles, pero también problemáticas. Si logro quebrarte, podrás ser una herramienta muy valiosa para nosotros.

Kaori sintió cómo su cuerpo se tensaba ante sus palabras, una mezcla de rabia y miedo comenzando a mezclarse dentro de ella. Habían entrado en su mente, la habían hecho vivir sus peores temores, y ahora querían usar eso en su contra. Intentó luchar contra las ataduras, pero su cuerpo seguía demasiado débil.

—Jamás me vas a quebrar.

El doctor soltó una suave carcajada, volviendo a su escritorio para revisar unas notas.

—Ya veremos —musito, mirando a la chicha con una mirada fría y calculadora, mientras una sonrisa maliciosa se extendía por su rostro.

El doctor dio un par de golpes en la puerta del laboratorio y, casi de inmediato, su asistente entró, empujando una camilla que llevaba un Nomu. El monstruo tenía un cuerpo grotesco, lleno de cicatrices y costuras, con una expresión vacía en su rostro. Lo más perturbador era que el Nomu tenía una apariencia inquietantemente similar a Kaori.

—Aquí está —dijo el asistente, sin emoción en su voz.

El doctor se acercó a la camilla, pasando una mano por el cuerpo del Nomu como si estuviera admirando una obra maestra que acababa de crear.

—Mira bien, Kaori —dijo, sin dejar de sonreír—. Este será tu nuevo compañero. O, debería decir, tu nueva forma.

Kaori hizo una mueca al escucharlo, mientras observaba con horror el Nomu frente a ella. La criatura estaba inmóvil, como si estuviera esperando órdenes. Un escalofrío recorrió su cuerpo al darse cuenta de lo que estaba sucediendo.

—Planeo hacer algo muy interesante. ¿Ves este Nomu? Es un lienzo vacío, pero no por mucho tiempo. Voy a fusionarlo contigo, y seréis uno solo. Robaré tu don y se lo transferiré a él. De esta manera, tendré una poderosa herramienta a mi disposición, una versión de ti mucho más controlable, perfecta para nuestros planes.

Kaori sintió una mezcla de terror y repulsión al escuchar las palabras del doctor. Sabía que el Nomu era una creación horrible, un ser sin voluntad, hecho para obedecer órdenes. ¿Acaso querían convertirla en eso? ¿Despojarla de todo lo que la hacía humana?

—¡No! —gritó con todas las fuerzas que le quedaban—. ¡No dejaré que me conviertas en eso!

El doctor se limitó a reír, una risa fría y sin alma que resonaba en las paredes del laboratorio.

—No tienes opción, querida. He pasado demasiado tiempo perfeccionando este procedimiento. Pronto, el Nomu y tú seréis uno solo. Y tu poder será mío.











































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Dos días habían pasado desde la desaparición de Bakugo y Kaori. Los padres de la chica se encontraban inmersos en una intensa reunión con los demás héroes, discutiendo cada posible pista que pudieran seguir para localizar a su hija.

Seoyeon había dejado atrás su inactividad como heroína. Sabía que era el momento de actuar y utilizar todos sus recursos para ayudar a su hija. Cada minuto contaba y no podía permitirse ser una simple espectadora.

—Tenemos que hacer todo lo posible para encontrar a Kaori y Bakugo—dijo Seoyeon con firmeza, dirigiéndose a los otros héroes en la sala—. Ambos son realmente fuertes, pero no podemos dejar que los villanos se salgan con la suya. No descansaremos hasta que estén de vuelta.

Los demás héroes asintieron, conscientes de la gravedad de la situación. Sabían que la desaparición de dos estudiantes de la UA no era un asunto menor. Además, había rumores sobre la participación de algunos de los villanos más notorios en este plan, lo que hacía la búsqueda aún más complicada.

Mientras tanto, los quince estudiantes de la clase 1-A se habían reunido en la habitación de Izuku, quien finalmente había despertado después de estar en el hospital por varios días. La atmósfera en la habitación era tensa y llena de preocupación. Cada uno de ellos sentía la ausencia de Kaori y Bakugo, y la presión por encontrarlos pesaba sobre sus hombros.

Izuku, todavía con una venda en la cabeza y un semblante cansado, miraba a sus amigos mientras ellos se organizaban.

—Entonces —hablo Mina, llamando la atención de sus compañeros—. En resumen. ¿le pedirán otro receptor a Yaomomo, seguirán la señal e irán a salvar a los chicos ustedes mismo?

—Si —Kirishima asintió con rapidez.

—Aunque los villanos hablaron de matarnos, se llevaron a Kaori y a Bakugo con vida —murmuró Shoto—. No es necesario que todos vayan. Iremos Kirishima y yo.

—¡No vayan a hacer una estupidez! —el delegado de la clase exclamó, dando un paso al frente.

Shoji colocó uno de sus brazos frente a Iida, tratando de calmar la situación.

—Entiendo la frustración de Todoroki y Kirishima. No es fácil ver cómo se llevan a alguien importante. Para Kirishima, Bakugo es su mejor amigo, y para Shoto... —Shoji hizo una pausa, mirando al bicolor—. Kaori es su novia. Él vio cómo se los llevaban. No es algo que uno pueda ignorar.

Shoto mantenía el ceño fruncido y la mirada fija en el suelo. El recuerdo de Kaori siendo tomada por Dabi todavía lo atormentaba.

—Pero no podemos dejarnos llevar por las emociones, ¿no creen?

—Dejémoselo a All Might —Aoyama habló con la voz temblorosa—. De todas formas, el permiso que nos dio el profesor Aizawa para combatir ya no es válido.

—Aoyama tiene razón. Aunque yo solo fui un rehén más —agregó Tokoyami—. Así que realmente no puedo opinar.

—Pero...

—Chicos, todos estamos afectados por el secuestro de Kaori y Bakugo. Pero piénsenlo bien. No importa lo que ustedes sientan ahora —Tsuyu dijo con seriedad—. Si ustedes deciden pelear de nuevo, solo romperán las reglas. Y eso es lo mismo que hacen todos esos villanos.

Todoroki, aún con el ceño fruncido y sus manos apretadas en puños, miró a cada uno de sus compañeros en la habitación.

—No puedo quedarme aquí sin hacer nada —repitió con firmeza—. Kaori está ahí fuera, en manos de esos villanos, y no sé qué le están haciendo. No voy a esperar a que sea demasiado tarde.

Kirishima, que estaba sentado cerca, levantó la cabeza y asintió rápidamente, compartiendo la misma preocupación.

—Tienes razón, Todoroki. Tenemos que hacer algo. Bakugo es mi amigo, y Kaori también lo es. No importa lo que digan, ellos nos necesitan.

Izuku se incorporó en la cama con algo de esfuerzo, a pesar de las vendas que cubrían su cuerpo. Su voz sonaba débil, pero sus palabras eran claras.

—Estoy de acuerdo.

Sin embargo, Iida, que había estado escuchando en silencio, no pudo contenerse más. El chico dio un paso al frente con una expresión severa en su rostro, levantando la mano para intentar detener la conversación.

—¡Esperen un momento! —exclamó, llamando la atención de sus compañeros, quienes lo miraron con nerviosismo—. ¡Esto es una locura! Sabemos que están preocupados, todos lo estamos, pero actuar sin pensar, y sobre todo, sin la autorización de los héroes, es una violación directa de las reglas. ¡Ustedes son futuros héroes, deben comportarse como tal!

La mirada de Iida se cruzó con la de Todoroki, pero este no retrocedió. En cambio, su ceño se frunció aún más.

—Iida, no es tan simple. Esto no es solo una misión de rescate para nosotros. Esto es personal —replicó Shoto con frialdad—. Kaori es mi novia. Y no voy a perderla.

El delegado apretó los puños, luchando contra sus propios sentimientos. Sabía que Todoroki tenía razón en parte, pero no podía permitir que sus compañeros actuaran imprudentemente.

—¡Precisamente porque es personal no puedes dejar que tus emociones nublen tu juicio! —continuó, su voz cargada de tensión—. Si haces esto por tu cuenta, podrías terminar en una situación aún peor, y pondrás en peligro no solo tu vida, sino también la de Kaori. ¡Debemos dejar esto en manos de los héroes!

—¿Y qué pasa si es demasiado tarde cuando los héroes lleguen? —Kirishima preguntó con un tono serio—. Sabemos lo que los villanos son capaces de hacer. No podemos arriesgarnos a perderlos.

Aoyama, quien había estado inquieto durante toda la conversación, intervino con su voz temblorosa.

—Pero... ¡Pero no podemos solo lanzarnos hacia los villanos sin un plan! —su voz se elevó en un tono nervioso—. ¡Podrían matarnos! ¡Podrían matarte, Todoroki! ¿Realmente quieres arriesgarte a eso?

—¡Ya lo sé! —Shoto exclamó, sus ojos reflejaban la mezcla de rabia y desesperación que sentía. No podía contener más su angustia—. Sé que es peligroso, sé que podríamos no salir de esto, pero no puedo quedarme aquí y hacer nada. No soy ese tipo de persona.

El peso de su impotencia lo ahogaba. Había fallado en proteger a Kaori y no estaba dispuesto a repetir ese error. No podía esperar. No cuando la vida de alguien a quien amaba estaba en juego.

—Todos estamos angustiados, pero si vamos por nuestra cuenta, no solo nos pondremos en peligro, sino que podríamos arruinar cualquier plan de los héroes. Tenemos que confiar en ellos. All Might sabrá qué hacer.

—No tengo tiempo para esperar a ver si los héroes tienen un plan o no. Mi novia está allá afuera con esos monstruos. No me importa lo que cueste. Voy a rescatarla, con o sin ustedes.

La sala quedó en silencio por unos momentos, todos asimilando las palabras de su compañero. Iida frunció el ceño, claramente molesto, mientras Kirishima e Izuku miraban a Todoroki con respeto, apoyando y entendiendo su decisión.

Shoto respiró hondo, intentando calmarse, pero la tensión en su cuerpo era evidente. No había dormido bien esos dos ultimo días, y eso le estaba comenzando a afectar.

—Escúchenme —continuó, carraspeando su garganta mientras mantenía la mirada fija en Iida, Tsuyu, y Aoyama—. Si ustedes estuvieran en la posición de Kaori, ella no lo pensaría dos veces antes de venir a salvarlos. No le importaría el peligro, ni las reglas, ni lo que digan los héroes.

El silencio en la habitación se intensificó cuando sus palabras resonaron en el aire.

—Kaori arriesgaría todo con tal de que nada malo nos suceda. Lo sé, porque lo ha hecho antes, y sé que lo haría de nuevo. No voy a dejar que ella siga ahí sola, sabiendo lo que esos villanos son capaces de hacer.

Las ojeras bajo sus ojos eran la prueba de su insomnio, de los días que había pasado torturándose con cada posibilidad. Estaba agotado, pero su determinación no había flaqueado ni un solo segundo.

—No voy a perderla —susurró finalmente, con una voz cargada de sentimientos que rara vez dejaba salir.

Sus compañeros se quedaron en silencio, incapaces de replicar, porque sabían que, en el fondo, él tenía razón.

Antes de que pudieran continuar, un golpe en la puerta interrumpió la conversación. Todos voltearon hacia la entrada, y el doctor entró con una expresión seria en su rostro, mirando a Izuku para continuar con el chequeo médico, mientras la tensión aún flotaba en la sala.

—Perdón por interrumpir, pero vengo a examinar a Midoriya.

Shoto miró al doctor por un momento, su ceño aún fruncido. Luego desvió la mirada hacia sus compañeros una vez más.

—Los esperaré en la entrada del hospital esta noche. Kirishima y yo iremos, con o sin ustedes —repitió. Su mirada recorrió los rostros de sus compañeros, buscando cualquier señal de duda o decisión en ellos—. No tenemos más tiempo que perder.

Sin esperar una respuesta, Todoroki se giró y salió de la habitación, su figura desapareciendo por el pasillo mientras sus pasos resonaban en la lejanía. Dejó atrás a sus amigos, con sus pensamientos y emociones enredados, sabiendo que no podía permitirse dudar más.

Lo único que importaba ahora era rescatar a Kaori, y no iba a detenerse hasta lograrlo.











































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La oscuridad envolvía el laboratorio, el cual solo estaba iluminado por la luz tenue de algunas máquinas que emitían suaves zumbidos. Kaori sentía el peso del silencio aplastante sobre sus hombros. Las lágrimas rodaban por sus mejillas mientras sus pensamientos se desbordaban. Se sentía atrapada, no solo físicamente, sino también emocionalmente. A su lado, el Nomu permanecía inmóvil, como un recordatorio constante de lo que el doctor planeaba para ella.

Sus sollozos se intensificaron cuando pensó en sus padres. Sabía lo devastador que debía ser para ellos no saber dónde estaba, ni si estaba a salvo. Su madre seguramente estaría desesperada, mientras que su padre, haría todo lo posible por encontrarla. Pero, ¿y si nunca lo lograban? ¿Y si ya era demasiado tarde?

La imagen de Shoto apareció en su mente casi de inmediato, como un refugio al cual aferrarse. Imaginó su rostro serio, los ojos llenos de determinación y el ceño fruncido, probablemente culpándose por no haber podido evitar que los villanos se la llevaran. Sabía lo mucho que Shoto se exigía a sí mismo, y aunque jamás lo admitiría, seguramente estaría sufriendo en silencio, pensando en que había fallado en protegerla.

La chica cerró los ojos, deseando con todas sus fuerzas poder estar con él. Sentía su corazón apretado, como si un peso enorme lo estuviera aplastando. Siempre había admirado la perseverancia de Shoto, la forma en que luchaba contra sus propios demonios, y ahora era su turno de hacer lo mismo. Pero el miedo de que el doctor ya le hubiera arrebatado su poder la atormentaba. No sentía el calor familiar de la energía solar corriendo por sus venas. Intentó concentrarse, buscar la luz que siempre había sido su fuente de fuerza, pero no encontró nada.

—¿Me lo habrán quitado ya? —dijo en un susurro con terror.

El agotamiento la venció, y su cuerpo tembló ligeramente mientras se rendía ante el miedo. Sentía que su conexión con su poder se desvanecía, y esa sensación la llenaba de impotencia. Era como si una parte de ella estuviera muriendo lentamente, y no había nada que pudiera hacer para detenerlo.

Mientras tanto, a tan solo unas cuadras del laboratorio, Shoto Todoroki salió de una tienda de disfraces junto a Midoriya, Kirishima, Iida y Momo. Todos llevaban ropas poco habituales para ellos: disfraces sencillos pero efectivos para pasar desapercibidos. Era un encubrimiento improvisado, pero necesario, después de todo, no podían arriesgarse a llamar la atención y hacerles saber a los villanos que estaban tan cerca.

Shoto se mantuvo en silencio mientras caminaban hacia el lugar en donde el rastreador de Momo los estaba llevando. Sin embargo, su mente estaba lejos de estar tranquila. Sus pensamientos volvían una y otra vez a Kaori, a lo que podría estar pasando en ese preciso momento. Se preguntaba si estaría bien, si la habían lastimado. Cada segundo que pasaba sin saber de ella se sentía como una eternidad.

Momo pareció notar su estado, ya que se acercó a Shoto de manera disimulada, intentando no llamar mucho la atención del resto del grupo. El bicolor la miró de reojo, sus ojos serenos pero cansados por todo lo que estaba ocurriendo.

—Gracias por estar aquí, Yaoyorozu —murmuró en voz baja, pero con genuina gratitud en su tono—. Sé que esto es arriesgado para todos, y te agradezco que hayas decidido venir.

Momo sintió cómo su corazón latía un poco más rápido al escuchar esas palabras. Aunque trataba de mantener la calma, algo dentro de ella se emocionó por el reconocimiento. Sabía que el momento no era el más adecuado, dadas las circunstancias, pero la forma en que Shoto le hablaba la hizo sentir especial, al menos por un instante.

—No tienes que agradecerme, Todoroki —respondió con una leve sonrisa, tratando de no parecer demasiado obvia—. Siempre estaré aquí para ayudar en lo que sea necesario. Además, es lo correcto.

El chico simplemente asintió, absorto en sus pensamientos.

—Ya sabes, Todoroki —la pelinegra continuó—. Si alguna vez necesitas a alguien que te ayude a calmarte, siempre estoy disponible. Todos necesitamos un poco de apoyo emocional, especialmente en momentos difíciles como este.

Shoto la miró de reojo, frunciendo el ceño ligeramente mientras sus pensamientos giraban en torno a Kaori y cómo podían encontrarla. No entendía del todo lo que Momo estaba insinuando, ni le prestó mucha atención a su tono.

—Lo sé, Momo. Pero ahora mismo, lo único que puedo pensar es en Kaori. Quiero asegurarme de que esté bien y de que volvamos a encontrarla pronto —respondió con seriedad, ignorando la indirecta que la contraria había lanzado.

Momo sintió un pequeño pinchazo en el corazón al ver que su comentario no había sido recibido como esperaba.

—Vayamos por atrás —la voz de Midoriya resonó, haciendo que Shoto y Momo volvieran su atención a su amigo, quien señalaba el pequeño callejón entre una casa y el edificio donde, según las pistas, Kaori estaba retenida. —. Aunque tengamos poca información, tenemos que entrar en ese lugar.

Shoto no lo dudo y asintió rápidamente.

—Entremos.

Uno por uno comenzaron a pasar entre los edificios. El aire frío de la noche les erizaba la piel mientras se movían en silencio, tratando de no hacer ruido.

—Es muy estrecho, no pasaré —Momo murmuró.

—No podemos actuar si no es seguro para todos. Nadie podrá vernos aquí —el peliverde aseguró, elevando levemente su mirada hacia una ventana que se encontraba sobre ellos—. Si nos subimos ahí, podremos ver lo que hay adentro.

—¿Podremos ver si esta tan oscuro? —preguntó Shoto.

—Haré lentes de visión nocturna con mi don.

—Yaoyorozu, yo ya tengo unos conmigo —Kirishima habló, enseñándole las gafas a la chica. Antes de que alguno pudiera preguntar, el chico se adelantó:— Pensé que nos podría ser útil para esto.

—Bien. Súbanse a mis hombros y a los de Iida —pidió Shoto, mirando a los aludidos de reojo—. Ustedes miren.

Midoriya y Shoto intercambiaron una mirada rápida antes de que el primero trepara con cierta dificultad a los hombros del segundo. A su lado, Kirishima hacía lo mismo, apoyándose en los anchos hombros de Iida. Una vez acomodados, los dos chicos intentaron estabilizarse mientras se preparaban para echar un vistazo por la ventana.

Kirishima, con las gafas de visión nocturna ajustadas en su rostro, fue el primero en mirar. Al principio, la oscuridad dentro del lugar era tan espesa que apenas lograba distinguir siluetas. Solo se escuchaba su respiración agitada mientras sus ojos se acostumbraban al entorno sombrío. En un primer vistazo, no parecía haber nada inusual, pero al afinar la visión, algo lo hizo congelarse.

—¿Qué ves? —susurró Iida, notando cómo el cuerpo de Kirishima se tensaba.

El chico no contestó de inmediato, tragó saliva y se obligó a seguir observando. Entonces lo vio. Allí, en el centro de la sala, una figura estaba atada a una camilla. Aunque no podía distinguir todos los detalles, sabía bien de quién se trataba: Kaori. Su cuerpo estaba cubierto por una sábana, pero su piel parecía helada, y había tubos conectados a su cuerpo.

El corazón de Kirishima dio un vuelco, y por un segundo estuvo a punto de perder el equilibrio, pero se aferró con fuerza a los hombros de Iida.

—¿Qué pasa? ¿Qué viste ahí dentro? —Shoto se apresuró a preguntar. La voz le tembló levemente, imaginando lo peor.

—Kaori está ahí... —susurró—. La tienen conectada a algo. No sé qué le están haciendo, pero se ve mal. Muy mal.

Las palabras de Kirishima hicieron que un escalofrío recorriera a todo el grupo. Midoriya también miraba por la ventana, con una expresión de horror pintada en su rostro, pero no lograba ver tan claramente como su compañero.

—¿Está herida? —el bicolor preguntó con urgencia. El miedo a lo que podrían estar haciéndole a Kaori lo consumía, pero intentaba mantenerse firme.

—No... No se está moviendo mucho, pero está ahí —el pelirrojo respondió, girando la cabeza hacia Shoto, aunque no podía verle bien en la oscuridad—. No sé si está consciente.

—¿Hay alguien más ahí? —cuestionó nuevamente desde abajo.

Kirishima se obligó a seguir mirando. En la penumbra, había otra camilla al lado de Kaori, y aunque no podía distinguir bien lo que había sobre ella, algo le decía que no era algo bueno.

—Un Nomu —dijo finalmente, con la voz entrecortada—. Está junto a ella.

Antes de que pudieran continuar su vigilancia en la oscuridad, Momo vio algo que hizo que sus ojos se abrieran con sorpresa.

—¡Miren eso! —exclamó, señalando hacia la calle.

Los chicos rápidamente asomaron la cabeza por el estrecho espacio entre las dos casas. En el horizonte, un auto se elevaba en el aire, levantado como si fuera un juguete. Para su sorpresa, era Mount Lady quien lo sostenía con su pie gigante. La heroína, con toda su fuerza, estrelló el vehículo contra el edificio donde retenían a Kaori, generando una explosión ensordecedora que retumbó por toda la zona. Los escombros y el viento resultante de la destrucción fueron tan fuertes que los chicos tuvieron que aferrarse con fuerza a la pared para no ser arrastrados por la ráfaga.

—¡Agárrense! —gritó Iida, sujetando firmemente a Kirishima mientras Shoto y Momo hacían lo mismo con Midoriya.

El caos reinaba alrededor del edificio mientras los héroes hacían su entrada. Best Jeanist fue el primero en aparecer, tejiendo hilos de tela para controlar la situación. Luego, sin perder tiempo, ingresó al edificio y salió poco después, cargando a Kaori inconsciente en sus brazos.

Shoto apenas podía procesar lo que estaba viendo. El estado de Kaori era desgarrador, mucho peor de lo que había imaginado. Su piel estaba pálida, como si le hubieran arrebatado toda su vitalidad. Su rostro mostraba una expresión vacía, casi inerte. Tenía los ojos cerrados, las mejillas hundidas y las marcas de cables aún visibles en sus muñecas y tobillos, dejando pequeños hematomas que destacaban contra su piel pálida. Su cuerpo, cubierto apenas por una sábana blanca, parecía demasiado frágil, casi irreconocible para Shoto.

La ansiedad crecía dentro de él como un fuego incontrolable. Su corazón latía de forma desbocada, y la sensación de desesperación le nublaba los sentidos. Cada fibra de su ser le pedía que corriera hacia ella, que la abrazara y le dijera que todo estaría bien. Pero su cuerpo no respondía.

Sus ojos se nublaron, y por un momento, el rostro de su padre cruzó por su mente. Esa sensación de impotencia que había sentido tantas veces durante su niñez, cuando no podía hacer nada más que observar.

Los segundos parecieron alargarse mientras veía a Best Jeanist cargarla hacia un lugar seguro. Desesperado por alcanzarla, Shoto dio un paso hacia adelante, saliendo de su escondite, pero una mano firme lo detuvo.

—¡No! ¡Espera! —dijo Iida, agarrándolo del brazo con fuerza—. No podemos comprometernos. Aún puede ser peligroso.

—Pero ella... —intentó replicar Shoto, su voz quebrándose por la angustia—. No puedo dejarla así.

—Confía en los héroes. Aún no es el momento adecuado —Midoriya habló con voz serena, aunque también mostraba preocupación. Shoto se debatía internamente entre su impulso de correr hacia Kaori y la necesidad de seguir con el plan.

Mientras tanto, Tiger apareció detrás de Best Jeanist, llevando a Ragdoll, quien también había sido capturada en el campamento. La situación parecía estar bajo control, pero los chicos no podían permitirse actuar por su cuenta.

De repente, una voz profunda y ominosa resonó desde las sombras, envolviendo el lugar en una atmósfera aún más tensa. Todos los héroes presentes se pusieron en alerta de inmediato, sus miradas dirigidas hacia la oscuridad, buscando el origen de aquella voz desconocida.

—Lo siento, Tigre. Ella siempre tuvo un buen don.

—¿Eres de la Liga? —preguntó Gang Orca con firmeza, preparándose para cualquier posible enfrentamiento.

Sin embargo, la figura que permanecía oculta en la penumbra no respondió directamente. One For All emergió con lentitud, ignorando la pregunta de Gang Orca como si fuera insignificante. En cambio, su atención parecía centrarse en Kaori, cuya figura seguía inerte en los brazos de Best Jeanist.

—Kaori... —murmuró, como si estuviera hablando consigo mismo—. Intenté tomar su don. Fue fascinante, un poder solar tan puro. Sin embargo, algo la protegía.

Al escuchar sus palabras, Shoto sintió como un escalofrío le recorría la columna vertebral. ¿Qué estaba diciendo ese villano? ¿Qué había intentado hacerle a Kaori? ¿Por qué no había podido robar su don?

One For All dio un paso más hacia adelante, su presencia dominando el espacio, mientras continuaba hablando sobre la pelirosada:

—Su don no era lo único especial en ella. Hay algo más... Algo más profundo. Cada vez que me acercaba para tomarlo, una fuerza invisible me repelía, como si estuviera siendo protegida desde dentro. Nunca había visto algo así.

El villano sonrió ligeramente, aunque su rostro permanecía parcialmente oculto en la oscuridad. Había una satisfacción en su voz, como si supiera algo que ellos no comprendían.

—Cuando mi cuerpo se convirtió en esto, perdí mucho de lo que tenía acumulado —dijo All For One, mientras su figura emergía completamente de las sombras, revelándose ante los héroes.

Best Jeanist no perdió tiempo. En cuanto la imponente silueta del villano estuvo a la vista, extendió rápidamente sus filamentos de hilos, envolviendo a All For One en una red de fibras tejidas con precisión y fuerza. Los hilos se tensaron con fuerza, apretando alrededor del cuerpo del hombre.

Sin embargo, el villano permaneció completamente impasible. Una sonrisa apenas visible se formó en su rostro desfigurado. Los músculos de su cuerpo empezaron a contraerse, y los hilos que Best Jeanist había lanzado comenzaron a crujir bajo una presión inmensa.

De repente, con un solo movimiento de su brazo, rompió los hilos que lo aprisionaban como si no fueran más que simples cuerdas inofensivas. Luego, All For One desató una poderosa explosión de energía. El impacto fue tan violento que todos los héroes que lo rodeaban fueron lanzados hacia atrás como muñecos de trapo. El estruendo de la explosión resonó por todo el lugar, haciendo vibrar los edificios cercanos.

Shoto, Midoriya, Iida, Momo y Kirishima, que estaban escondidos a unos metros, también sintieron la onda expansiva. El suelo bajo sus pies tembló, y una nube de polvo se levantó, bloqueando parcialmente su visión.

—Digno del héroe número cuatro, Best Jeanist —One for All murmuró con sarcasmo, mientras comenzaba a aplaudir con una calma perturbadora—. Creí que los había hecho volar a todos juntos. Manipular la ropa de todos y hacerlos a un lado en un instante. Que habilidad. Tienes nervios de acero.

Los chicos, aún ocultos entre las sombras, observaban con horror todo lo que estaba pasando. El peso de la presencia de All For One los aplastaba como una fuerza invisible. Momo, Kirishima, Midoriya, Iida y Shoto estaban paralizados. El miedo era abrumador. Sabían que tenían que huir, pero sus cuerpos no reaccionaban. No era solo el miedo lo que los tenía inmóviles, era la brutal realidad: ese hombre había derrotado a los héroes profesionales en cuestión de segundos.

De repente, el sonido de una tos quebró el silencio.

Bakugo apareció, materializado junto a los villanos, arrastrado al lugar por el poder de All For One. Su ropa estaba rasgada y sus manos cubiertas de polvo, pero en cuanto vio el estado de Kaori en el suelo, inconsciente y débil, Bakugo corrió hacia ella.

—¡¿Qué diablos le hicieron, bastardos?! —exclamó, casi tropezando mientras llegaba a su lado. Se arrodilló junto a Kaori, su rostro lleno de una mezcla de preocupación y rabia contenida. Ella apenas respiraba, y el leve movimiento de su pecho era lo único que le aseguraba que seguía viva.

Bakugo extendió una mano temblorosa, tocando su rostro con suavidad, algo poco común en él.

—Oh, ¿al héroe explosivo le importa alguien más que él mismo? —comentó Toga con su usual tono juguetón, ladeando la cabeza mientras lo observaba.

Shoto observaba desde las sombras, mientras una sensación amarga comenzaba a brotar en su interior. Sus puños se apretaron hasta que sus nudillos se volvieron blancos, y un pensamiento inapropiado cruzó por su mente: ¿Por qué Bakugo es quien está con Kaori ahora?. El odio, mezclado con la culpa, lo carcomía. El rubio estaba allí, protegiéndola, mientras él solo podía observar desde lejos, incapaz de hacer algo.

Si Bakugo hubiera estado con ella cuando la capturaron, ¿la habría defendido? ¿La habría salvado? Los pensamientos de Shoto lo golpeaban con fuerza, haciéndolo sentir más inútil con cada segundo que pasaba. ¿Y si era Bakugo el que debería haberla protegido desde el principio?

Mientras tanto, Bakugo mantenía a Kaori cerca de su cuerpo, procurando envolverla con su calor. Recordaba claramente las palabras de Kaori cuando habían entrenado juntos meses atrás: "El frío me debilita más de lo que piensas." Ahora, verla tan pálida y frágil le removía algo dentro, algo que no solía sentir. No era la furia que siempre lo impulsaba, era una especie de desesperación, una urgencia por mantenerla a salvo.

—Maestro —hablo Shigaraki, arrodillado en el suelo.

—Fallaste de nuevo, Tomura. Pero no dejes que esto te desanime. Inténtalo de nuevo. También traje a tus socios. Incluso traje al niño. Solo porque decidiste que era una parte importante —All for One respondió, acercándose al menor con lentitud—. Inténtalo cuanto quieras. Es por eso que estoy aquí. Todo esto es por ti.

De repente, un estallido de luz iluminó el lugar, y los murmullos de los villanos fueron silenciados por la llegada de una poderosa figura. La figura del padre de Kaori apareció, su aura ardiente irradiaba fuerza. A su lado, la madre de Kaori, con sombras danzando a su alrededor, se unió a él. Ambos se mantenían firmes, sus miradas fijas en All for One, desafiantes y decididas.

—¡All for One! —gritó Kenzo con fuerza—. Esta vez no te dejaremos escapar.

La madre de Kaori no le dio tiempo para responder y levantó la mano, hacienfo que una ola de sombras se extendiera a su alrededor, como si estuvieran respondiendo a su llamado. Las sombras parecían cobrar vida, creando una barrera entre ellos y el villano, y envolviendo el lugar en una negrura que desafiaba la luz.

—Sabemos lo que has hecho y no permitiré que te salgas con la tuya, haremos lo que sea necesario para proteger a nuestra hija —la voz de Seoyeon era firme, llenando de determinación a quienes estaban a su alrededor.

All for One sonrió, una sonrisa llena de desdén, y su mirada se centró en los padres de Kaori.

—Interesante... —murmuró, inclinando ligeramente la cabeza—. Pero, ¿realmente creen que pueden detenerme? Esto solo acaba de comenzar.

El ambiente temblaba con una mezcla de tensión y anticipación. Era el momento de la verdad, el clímax de su lucha.

La batalla estaba a punto de comenzar, y el destino de todos pendía de un hilo. Las fuerzas se alineaban, la esperanza resurgía y el deseo de proteger a Kaori ardía con más fuerza que nunca.

















































































JES'S NOTE !

HOLAAA <3 hace mucho tiempo que no los saludaba, perdónenme 😞

todos hemos sido shoto en algún momento de nuestras vidas 🫱🏻‍🫲🏼 mi niño se esta culpando de todo lo que paso, por lo que inevitablemente piensa que bakugo es muchísimo mejor que él y que es él quien debería de estar con kaori en su lugar 😭 DENLE UN ABRAZO PLIS

los papás de kaori son lo mejor 💕 y el que diga lo contrario es porque esta celoso

este capítulo se volvió uno de mis favoritos, es demasiado bueno !! siento que mi forma de narrar fue muy buena y estoy contenta con el resultado final 💘

GRACIAS POR LEERME <3 luv u.

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