twenty eight. the calm after the storm
O28 | THE CALM AFTER THE STORM
Kaori se encontraba frente al espejo, ajustando su uniforme escolar mientras su mente repasaba todos los eventos recientes. Los recuerdos la golpeaban con fuerza, pero sabía que era el momento de volver a la UA, a su vida de heroína en formación.
Sus padres habían estado junto a ella todo el tiempo, protegiéndola, animándola, y hoy no era la excepción. Esa mañana, ambos le habían comunicado que la UA había tomado medidas extremas para asegurar la seguridad de los estudiantes. Habían construido dormitorios a tan solo cinco minutos de la escuela, algo que permitiría mantenerlos más controlados y alejados de cualquier enemigo que pudiera intentar atacarlos nuevamente.
Kaori ajustó el lazo de su uniforme una vez más, observando su reflejo en el espejo. Se veía diferente. Las cicatrices, aunque leves, permanecían en su piel como recordatorios de lo que había vivido, de lo que había superado. Se apartó un mechón de cabello del rostro y respiró profundamente.
Seoyeon, su madre, entró en su habitación en silencio, observando cómo su hija se preparaba. Los ojos de la mujer brillaban con una mezcla de orgullo y preocupación. Sabía que Kaori había pasado por mucho, y aunque confiaba en su fortaleza, no podía evitar temer por el futuro de su hija en un mundo donde el peligro estaba siempre presente.
—¿Lista? —preguntó Seoyeon suavemente, sentándose en la cama.
Kaori asintió mientras cerraba la maleta.
—Sí, creo que sí —respondió, pero su voz contenía una pequeña duda. A pesar de su determinación, la incertidumbre de lo que vendría la seguía persiguiendo.
—Eres más fuerte de lo que crees —le dijo su madre, levantándose para acercarse a ella. Seoyeon la miró con una sonrisa triste, acariciándole el rostro—. Pero no tienes que ser fuerte todo el tiempo, ¿de acuerdo? Está bien sentirte asustada a veces.
Kaori esbozó una pequeña sonrisa.
—Lo sé, mamá. Pero no quiero preocuparlos más de lo que ya lo han hecho.
—Es inevitable —respondió Seoyeon, riendo levemente—. Somos tus padres. Preocuparnos por ti es parte del trabajo.
—Además, estaré con mis amigos. Todos hemos pasado por esto juntos. Nos cuidaremos entre nosotros.
Seoyeon asintió, pero sus ojos reflejaban una sombra de tristeza. Sabía que el mundo de los héroes era peligroso, pero también sabía que su hija estaba destinada a algo grande.
Kenzo, su padre, apareció en la puerta poco después, cargando una pequeña maleta que había preparado para Kaori.
—La UA ha hecho un buen trabajo asegurando esos dormitorios —habló el hombre con su voz grave—. Confío en que estarás segura allí. Pero no olvides lo que te enseñamos.
—Lo haré, papá. Gracias a los dos por todo. No sé qué habría hecho sin ustedes.
Ambos padres se acercaron a ella, abrazándola por última vez antes de que partiera.
Cuando estaba a punto de salir, el timbre sonó. Kaori frunció el ceño, un poco sorprendida, y caminó hacia la puerta. Al abrirla, se encontró con Shoto, de pie frente a ella, con su expresión tranquila.
—Shoto —Kaori murmuró, sorprendida pero feliz de verlo.
—Vine a buscarte —respondió él, su voz suave—. Pensé que sería mejor si íbamos juntos.
Los padres de la chica, que habían seguido la escena desde el pasillo, sonrieron con complicidad.
—Tengan un buen primer día —exclamó Seoyeon.
—Lo tendremos.
Con las despedidas hechas, Kaori y Shoto comenzaron a caminar juntos en silencio, el viento suave acariciando sus rostros. El sol de la mañana brillaba, llenando de luz el sendero hacia la UA. Kaori miró a Shoto de reojo, sintiendo una calma que no había sentido en días.
—Gracias por venir a buscarme, Shoto —dijo finalmente.
—No tienes que agradecerme —respondió él, mirándola de reojo—. Sabía que te sentirías más tranquila si íbamos juntos.
Kaori sonrió, sintiendo un peso menos sobre sus hombros. No todo había vuelto a la normalidad, pero este pequeño gesto hacía que todo fuera un poco más llevadero.
—¿Estás lista para lo que viene? —Shoto preguntó después de un rato.
—No lo sé —dijo sinceramente—. Pero estoy lista para intentarlo.
—Eso es suficiente.
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Cuando Shoto y Kaori llegaron a las afueras de los nuevos dormitorios de la UA, pudieron notar que la mayoría de sus compañeros ya estaban allí, charlando entre ellos y observando el edificio con sorpresa. Las risas y conversaciones llenaban el ambiente, creando una sensación de normalidad, algo que Kaori agradecía profundamente. Era reconfortante ver a todos juntos otra vez, a salvo, después de todo lo que habían pasado.
—¡Kaori! ¡Todoroki! —la voz alegre de Uraraka la sacó de sus pensamientos.
La chica de cabello castaño les hizo señas con la mano desde un grupo cercano. A su lado, se encontraban Izuku y Iida, cada uno con sus propias reacciones ante el nuevo entorno. Kaori sonrió y levantó una mano para saludar, feliz de verlos.
—¡Al fin llegaron! —exclamó Kirishima, con su característica energía—. ¡Este lugar es increíble, ¿no?!
—Sí, es impresionante —respondió la pelirosada, aún sorprendida por el tamaño y el diseño del edificio—. Parece un buen lugar para descansar después de los entrenamientos.
—Kaori, ¿cómo te sientes? —de repente preguntó el chico de cabello verde, dando un paso hacia ella—. ¿Todo bien? ¿Te duele algo? ¿Necesitas algo?
La chica negó lentamente, sonriendo con cariño ante la preocupación de su amigo.
—Sí, todo está bien ahora. Gracias por preocuparte.
—Nos alegra que estés de vuelta —dijo Uraraka con una sonrisa cálida, colocando una mano en el hombro de Kaori—. ¡Y ahora estamos todos juntos! Eso es lo que importa.
Shoto permaneció a su lado en silencio, observando la interacción con sus ojos serenos pero atentos. Sabía que Kaori había pasado por mucho, pero también confiaba en su fuerza para seguir adelante. Había aprendido, a través de sus propios desafíos, que a veces las cicatrices tardan en sanar, pero estar rodeado de amigos hacía que el proceso fuera más llevadero.
La conversación fluía tranquilamente mientras los demás estudiantes de la clase 1-A llegaban a la entrada del edificio, cuando de repente, un par de voces fuertes rompieron la tranquilidad del ambiente. Desde el otro lado del patio, se escuchaban los gritos inconfundibles de Bakugo y Kirishima, quienes parecían discutir, aunque más en tono amistoso que serio.
—¡Te digo que mi habitación va a ser la mejor, maldito pelo de erizo! —vociferó Bakugo.
—¡Ya veremos, Bakugo! ¡No puedes competir con mi estilo indestructible! —respondió Kirishima, igual de enérgico, riendo mientras intentaba seguirle el ritmo.
El grupo de Kaori se detuvo y giró la cabeza en dirección al alboroto. Midoriya soltó una risa nerviosa, acostumbrado ya a la dinámica de sus dos compañeros, mientras Uraraka y Iida también observaban la escena con sonrisas divertidas.
—Siempre haciendo una entrada ruidosa.
—Es parte de su encanto —Kaori añadió con diversión, aunque sabía que Bakugo no estaría de acuerdo con ese comentario.
Antes de que pudieran hacer algún comentario más, una presencia familiar capturó su atención. Aizawa, su profesor, apareció en el lugar, caminando con su típica expresión somnolienta pero seria. Sin decir una palabra al principio, cruzó los brazos y les lanzó a todos una mirada que rápidamente puso a los estudiantes en alerta.
—Después de todo lo que pasó... —comenzó Aizawa, con su tono grave y pausado—. Me alegra ver que toda la clase 1-A está aquí.
Después de las batallas, los secuestros, y la constante amenaza de los villanos, el hecho de que todos estuvieran juntos nuevamente era un alivio silencioso que muchos no habían expresado.
—Estamos aquí gracias a los profesores —murmuró Tsuyu, llevándose una mano a la barbilla—. Cuando vi la conferencia, me sentí triste al pensar que no los volveríamos a ver.
—También me sorprendió. Todos tienen situaciones diferentes —continuó Aizawa, sus ojos escaneando a cada estudiante, pero deteniéndose un momento sobre Kaori, quien había pasado por una experiencia particularmente traumática—. Bueno, les hablare un poco sobre estos dormitorios. Pero antes de eso, trabajaremos en conseguir las licencias provisionales para las que estaban entrenando. Antes de que se instalen, quiero hablarles un poco sobre estos dormitorios. Se construyeron para garantizar su seguridad, pero recuerden que no son un lugar para relajarse. Estamos en una fase crítica, y hay algo más urgente que debemos atender primero: trabajaremos en conseguir las licencias provisionales para las que estaban entrenando.
Un murmullo recorrió el grupo. Las licencias provisionales significaban un paso más hacia ser héroes profesionales, pero también representaban una nueva responsabilidad. Todos sabían lo crucial que era ese próximo paso, especialmente después de los eventos recientes.
—Kirishima, Yaoyorozu, Todoroki, Midoriya, Iida. Ustedes cinco fueron a rescatar a Kaori y Bakugo esa noche —habló Aizawa con seriedad, cerrando los ojos por unos segundos.
El silencio que cayó sobre el grupo fue casi palpable. El aire se sentía pesado, y todos los presentes, incluso aquellos que no estuvieron involucrados en la misión de rescate, sintieron la tensión crecer en el ambiente. Los rostros de los cinco estudiantes mostraban una mezcla de emociones.
Aizawa, al ver que la tensión crecía entre ellos, dejó escapar un largo suspiro, sus labios formando una línea delgada.
—Por sus reacciones, supongo que todos ya sabían lo que iban a hacer... —el hombre murmuró—. Me ahorraré el discurso largo y solo diré esto.
El grupo entero sintió un escalofrío recorrerles el cuerpo cuando su maestro hizo una pausa, tomándose un momento para escoger bien sus palabras.
—Si no fuera por el retiro de All Might, los habría expulsado a todos. Tanto los cinco que fueron, como los doce que no los detuvieron —continuo, con la mirada fija en sus estudiantes—. Traicionaron nuestra confianza, no importa la razón.
Kaori sintió como el peso de la culpa, el miedo y la responsabilidad se cernían sobre todo el grupo. Incluso aquellos que no participaron en la misión de rescate compartían la carga.
—Les agradecería mucho que siguieran las normas y se comportaran para recuperar esa confianza desde ahora —Aizawa finalizó, dándose la vuelta—. Bien, entrenemos. Y anímense.
Cuando el hombre comenzó a caminar hacia la entrada del edificio, la tensión en el grupo se alivió un poco. Kaori exhaló con suavidad, intentando sacudirse el peso de las palabras de su profesor. De repente, Uraraka, que estaba a su lado, le habló con una sonrisa comprensiva.
—Fue un poco duro con sus palabras, ¿no? —comentó la castaña, mirando a su amiga de reojo—. Pero sé que hizo lo correcto. Todos estábamos muy preocupados.
—Sí...
Antes de que la conversación pudiera continuar, Kaori sintió una presencia familiar a su lado. Shoto se había acercado silenciosamente.
—No me arrepiento de lo que hice. Sé que fue lo correcto.
Uraraka sonrió con diversión, dándole un pequeño empujón amistoso en el hombro.
—¡Eso es lo que quiero escuchar! —exclamó.
De repente, unas risas a sus espaldas llamaron su atención. Kaori, Shoto y Uraraka se giraron para ver qué sucedía. Al darse la vuelta, vieron a Bakugo, quien estaba arrastrando a Kaminari, que tenía esa expresión tonta y desenfocada que adquiría cuando sobreusaba su don.
Detrás de ellos, Kirishima soltaba carcajadas, tratando de no reír demasiado fuerte para no molestar a Aizawa. Sin embargo, cuando Bakugo llegó hasta él, dejó de reírse un poco, ya que el rubio metió la mano en su bolsillo y le entregó algo de dinero.
—¿Y eso? ¿Lo robaste? —preguntó en un grito, mirándolo con sorpresa.
—¡No! Es dinero de mi bolsillo. Usaste tus ahorros, ¿no? —Bakugo dijo casi entre dientes, como si no quisiera que nadie lo escuchara demasiado bien.
—Si. ¿Cómo supiste que compre unos lentes...?
El chico intento terminar con su pregunta, pero se vio interrumpido cuando el rubio estampó el dinero contra su pecho y se dio la vuelta bruscamente, alejándose con una expresión de fastidio.
—Si te veo privándote en todo, me harás sentir mal, maldito idiota —espetó con brusquedad—. Actúa como siempre. ¡Hazte el tonto o algo!
Kirishima se quedó parado por un segundo, sorprendido, pero luego sonrió ampliamente. Conocía bien a Bakugo, y sabía que, aunque su amigo no lo mostrara, ese gesto decía más de lo que sus palabras agresivas dejaban entrever.
Kaori, que había estado observando toda la escena, no pudo evitar sonreír también. Había algo genuinamente entrañable en la forma en que Bakugo mostraba su aprecio, por muy brusco que fuera.
—Bakugo sí que se preocupa por sus amigos... Aunque lo oculte muy bien —le murmuró suavemente a Shoto, con una sonrisa en los labios.
El aludido asintió lentamente, pero no pudo evitar que algo se removiera en su interior al escuchar el nombre del rubio salir de los labios de Kaori. Era un sentimiento leve, casi imperceptible, pero estaba ahí. La idea de que alguien más ocupara un lugar importante en la mente de Kaori le dejó un eco en su interior que no pudo ignorar.
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Kaori se encontraba en su nueva habitación, organizando cuidadosamente sus pertenencias después de un largo día. Aizawa había explicado las reglas del lugar, y ahora cada uno de los estudiantes se encontraba en sus respectivos cuartos, desempacando y adaptándose a su nuevo entorno.
Con sumo cuidado, Kaori colocaba fotografías en su mesita de noche. Eran imágenes de momentos especiales: una con sus padres en su último viaje, otra con sus amigos en la UA, y una en particular, de ella y Shoto, ambos sonriendo tímidamente en una pequeña cafetería que habían visitado juntos.
Justo cuando se disponía a colocar la última foto, la puerta de su habitación se abrió de golpe, lo que la hizo girar rápidamente, sorprendida.
—¡Kaori! —la voz de Mina resonó en la habitación, acompañada de una gran sonrisa que iluminaba su rostro.
Detrás de ella, entrando casi con la misma energía, venían Uraraka, Tsuyu y Jirou. Las cuatro parecían emocionadas, como si acabaran de planear algo grandioso.
—¿Qué hacen aquí? —preguntó la pelirosada, sonriendo mientras dejaba la fotografía sobre la mesa. No había podido evitar contagiarse de la vibra animada que sus amigas traían consigo.
—¡Queremos hacer un concurso! —Uraraka exclamó, dando un pequeño saltito de emoción—. ¡Un concurso para ver quién tiene la mejor habitación!
Kaori arqueó una ceja, sorprendida pero divertida ante la idea.
—¿En serio? —rió suavemente—. Apenas acabo de desempacar. No creo que mi habitación sea la mejor.
—¡Eso no importa! —respondió Mina rápidamente mientras se tiraba sobre la cama de Kaori como si fuera la suya propia—. ¡Lo importante es pasarla bien! Hemos tenido días muy intensos, así que necesitamos relajarnos un poco, ¿no creen?
—Sí, Mina tiene razón —Jirou añadió, apoyándose en el marco de la puerta—. Además, hemos estado tan tensas con todo lo que pasó... Creo que necesitamos algo que nos haga reír un rato.
—Será divertido. Todas estamos participando, y no se trata de ganar, sino de pasar tiempo juntas —Tsuyu dijo con seguridad, logrando convencer a la pelirosada.
Kaori miró a sus amigas, y una cálida sensación de gratitud la invadió. Después de todo lo que había pasado, después de las batallas, el secuestro y el caos, era reconfortante ver que las cosas empezaban a volver a la normalidad, al menos en ese pequeño rincón de sus vidas. Sentirse rodeada de personas que se preocupaban por ella la hacía sonreír de verdad.
—Bueno... —dijo finalmente con una sonrisa tímida, levantando las manos en señal de rendición—. ¿Por qué no? No puedo garantizar que mi habitación sea la mejor, pero estoy dentro.
Mina dio una palmada fuerte sobre la cama, emocionada.
—¡Así se habla, Kaori! —exclamó alegremente mientras se levantaba de un salto y comenzaba a mirar alrededor, inspeccionando los pequeños detalles que Kaori había dispuesto en su habitación—. Ya veo que tienes tus fotos por aquí... Y oye, ¡esta manta es súper suave!
—Lo que significa que tu cuarto ya tiene puntos extra por ser acogedor —agregó Uraraka, recorriendo la habitación con la mirada.
—Bueno, eso también depende de cómo estén decoradas las habitaciones de las demás —añadió Jirou, esbozando una sonrisa mientras cruzaba los brazos.
—Pero, esperen —Uraraka dijo de repente, golpeando sus manos entre sí—. ¡Aún nos falta ver las habitaciones de las demás! No podemos quedarnos aquí todo el rato, tenemos que hacer un recorrido completo.
—Exacto —confirmó Mina—. Así que vamos a ver los demás cuartos y luego votaremos. ¡Pero que conste que voy a ganar!
—Siempre tan competitiva —bromeó Jirou, rodando los ojos con una sonrisa divertida.
—Bueno, entonces vamos —Kaori se levantó de la cama y se estiró ligeramente, disfrutando del momento—. Pero debo advertirles que voy a darle mi voto a la habitación que tenga la mejor vista.
—¡Eso no es justo! —Mina se quejó.
Después de un último vistazo a la habitación de Kaori, el grupo de chicas salió al pasillo, conversando y riendo. Las puertas de las demás habitaciones estaban cerradas, señal de que los demás seguían acomodándose también.
—Deberíamos ir a la sala común —propuso Tsuyu, caminando con las manos detrás de su espalda—. Los demás deben estar ahí.
—¡Es cierto! —exclamó Uraraka.
Las chicas compartieron una última mirada, para luego seguir caminando por el pasillo, hablando y riendo mientras se dirigían hacia la sala común.
Finalmente, después de unos minutos, llegaron al amplio espacio de la sala común, donde varios de los chicos ya estaban reunidos, relajándose y conversando después de terminar de desempacar.
—¡Chicos! —exclamó Mina, caminando hacia ellos con una sonrisa traviesa—. ¿Ya terminaron con sus cuartos?
Kaminari fue el primero en responder, levantando una mano con orgullo en su dirección
—¡Sí! Todo está en su sitio.
—Muy bien —dijo, emocionada, compartiendo una mirada cómplice con sus amigas antes de continuar—. Bueno, con las chicas estábamos pensando, y...
—¡Se nos ocurrió una idea! —Hagakure finalizó—. ¡Hagamos un concurso de habitaciones!
Los chicos se miraron unos a otros, sorprendidos al principio, pero rápidamente se dejaron contagiar por la energía de las chicas. Kaminari fue el primero en levantarse, con su típica sonrisa despreocupada.
Poco a poco, el grupo completo comenzó a moverse por los dormitorios, visitando cada habitación una por una. Cada cuarto, aunque sencillo, tenía un toque único que reflejaba la personalidad de su dueño. La habitación de Kaminari estaba llena de gadgets electrónicos y pósters de bandas de rock. Kirishima, por otro lado, tenía un cuarto sencillo pero ordenado, con pesas y equipo de ejercicio en una esquina.
Luego de varios minutos de inspeccionar las habitaciones, Shoto se les unió. Había escuchado los pasos en los pasillos y, sintiendo curiosidad, decidió ver qué estaba pasando. Kaori lo notó en cuanto apareció en la sala común y le dedicó una sonrisa cálida, algo que hizo que el chico se acercara para acompañar al grupo en su recorrido.
A medida que las risas llenaban el ambiente y las bromas sobre las habitaciones se hacían cada vez más presentes, más compañeros comenzaron a unirse al concurso. Algunos, que inicialmente parecían desinteresados, no pudieron evitar emocionarse al escuchar que habría un título involucrado.
Pronto, todo el grupo estaba enfrascado en una pequeña competencia amistosa. Comenzaron a visitar las habitaciones una vez más, esta vez con mayor atención a los detalles. Todos se aseguraban de observar cuidadosamente cada rincón, buscando cualquier cosa que pudiera darles una ventaja o idea para mejorar su propia habitación.
Cuando llegó el momento de ver la habitación de Shoto, todos avanzaron con curiosidad. Al abrir la puerta, quedaron sorprendidos por la simplicidad y el orden impecable que caracterizaba su espacio. La habitación de Shoto tenía un estilo claramente japonés, con muebles de madera oscura, tatami en el suelo y una estética minimalista que parecía reflejar su personalidad tranquila y serena.
—Wow, esto es como un mini templo —comentó Kaminari, impresionado.
—No está mal, Todoroki. Parece que te has esforzado en mantener todo en orden —agregó Kirishima, cruzándose de brazos y asintiendo con aprobación.
Las chicas, por su parte, pasearon los ojos por la habitación, apreciando la combinación de tonos suaves y el toque tradicional que Shoto le había dado. Pero lo que más captó su atención fue un cuadro en la mesa de noche, al lado de la cama. Enmarcado con sencillez, había una fotografía de Shoto y Kaori juntos, sonriendo en uno de esos raros momentos en los que Shoto dejaba ver su lado más relajado y alegre.
—¡Oh! —exclamó Mina, alzando la ceja con picardía al ver la foto—. ¡Miren esto, chicas!
—¡Qué tierno! —secundó Hagakure.
Kaori, que estaba en la entrada de la habitación, sintió que su rostro se calentaba al ver la foto. Aunque estaba acostumbrada a los comentarios de sus amigos, era inevitable que se sonrojara un poco ante la exhibición tan pública de un recuerdo tan personal.
—No sabía que tenías eso aquí —murmuró Kaori, mirando a su novio de reojo, pero con una sonrisa suave en los labios.
—Lo encontré entre mis cosas cuando me mudé —respondió él en un susurro.
Mientras las chicas seguían murmurando entre ellas, Momo, que había estado observando en silencio, hizo una pequeña mueca. No dijo nada, pero sus labios se apretaron por un momento antes de que desviara la mirada. Kaori lo notó de reojo, pero no le dio demasiada importancia.
—¿Quién lo diría, Todoroki, el romántico en secreto? —Jirou musitó, burlona.
—Ciertamente, es algo inesperado de tu parte —comentó Iida con su tono serio—. Me alegra ver que cuidas bien tus relaciones personales.
—¡Chicos! —Kaminari exclamó, una vez que terminó de inspeccionar la habitación—. ¡No me digan que vamos a perder por sentimentalismos!
—¡Hey! ¡Deja de distraer a todos! —gritó Kirishima, dando una palmada en la espalda del rubio, quien casi pierde el equilibrio.
Kaori rió levemente al verlos interactuar. Lo que había comenzado como un simple juego, ahora parecía ser una competencia la cual todos querían ganar.
—¡Ahora es mi turno! —Mina exclamó, dando un pequeño salto en su lugar—. Prepárense para ver la mejor habitación de todas.
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Cuando finalmente terminaron de ver todas las habitaciones, el grupo se reunió en la sala de estar del primer piso, listos para conocer los resultados de su pequeña competencia. La mayoría se encontraban sentados o de pie alrededor de Mina, quien tenía un montón de papeles frente a ella y una sonrisa entusiasta en su rostro.
—¡Muy bien, chicos! —exclamó Mina, captando la atención de todos mientras levantaba un papel al aire—. ¡Es el momento que todos estaban esperando! El resultado del primer concurso del rey de las habitaciones.
Todos se inclinaron un poco hacia adelante, impacientes por escuchar los resultados. Los chicos intercambiaban miradas, bromeando sobre quién ganaría, mientras Kirishima no dejaba de animar a sus compañeros.
—Excluyendo a Bakugo y a Tsu, el resultado del primer concurso del rey de las habitaciones —Mina hizo una pausa dramática, disfrutando de la tensión en el aire—. Con cinco votos... ¡El ganador definitivo de esta competencia es... Rikido Sato!
El chico se quedó congelado en su lugar, mirando a sus compañeros con los ojos bien abiertos. No esperaba ganar.
—¿Yo? —preguntó Sato, todavía procesando la noticia—. ¿En serio?
—¡Todos los votos son de las chicas! —Mina anunció, riendo aún más fuerte—. Y la razón es... ¡Por el pastel! ¡Estaba delicioso!
Las risas estallaron entre los demás, y Mineta y Kaminari no tardaron en lanzarse hacia el ganador, abrazándolo exageradamente.
—¡Eso es trampa, Sato! —exclamó Kaminari, mientras le daba unas palmadas en la espalda—. ¡Los héroes no sobornan a las personas con dulces!
—¡Sí, eso es hacer trampa! —secundó Mineta, colgándose del brazo de Sato—. ¡No es justo! ¡Dame la receta!
Sato, aún desconcertado, solo pudo sonreír tímidamente mientras intentaba quitarse a los chicos de encima.
—No sabía que fuera tan bueno... Solo quería hacer algo que todos pudieran disfrutar —respondió con modestia, rascándose la nuca.
—¡Y lo lograste! —Hagakure exclamó, saltando alegremente—. ¡Ese pastel fue lo mejor de la noche!
Mientras los chicos seguían hablando y bromeando, Shoto, quien hasta ese momento había estado escuchando en silencio, se giró hacia su novia y habló con su tono calmado:
—¿Terminó? ¿Ya puedo ir a dormir?
Izuku y Kaori intercambiaron una mirada, y ambos sonrieron al ver la expresión del bicolor. Había permanecido con ellos, aguantando el cansancio que evidentemente llevaba encima, solo para pasar tiempo con sus compañeros.
—¡Si! —Iida respondió con rapidez—. Comiste pastel, así que asegúrate de lavarte los dientes.
Al escuchar eso, Shoto solo asintió lentamente, con un atisbo de cansancio en sus ojos. Kaori lo miró divertida, sabiendo que Shoto se iría a dormir en cuanto llegara a su habitación. Así que, con una sonrisa suave, se levantó y le dijo:
—Te acompaño.
Kaori y Shoto caminaron en silencio hacia su habitación, dejando atrás el bullicio de sus compañeros en la sala común. A pesar de que las voces animadas aún resonaban en el fondo, el ambiente entre ellos era tranquilo, casi sereno. Shoto sostenía suavemente la mano de Kaori, algo que había empezado a hacer más a menudo desde que su relación se había vuelto más cercana.
Cuando llegaron a la habitación de Shoto, Kaori abrió la puerta con una sonrisa mientras él la seguía. Ambos se sentaron en la cama, Shoto apoyando la espalda contra la cabecera, mientras Kaori se acomodaba a su lado, sentada con las piernas cruzadas, mirándolo con una sonrisa.
—Entonces, ¿cómo te sentiste al ver que los chicos se burlaban de ti por la foto? —preguntó Kaori en tono juguetón, recordando la reacción de sus compañeros cuando descubrieron la foto de ambos en la mesita de noche de Shoto.
El chico miró hacia la ventana, donde las luces de la ciudad apenas se distinguían a lo lejos, y luego volvió su mirada tranquila hacia ella.
—No me molestó —respondió, encogiéndose de hombros—. Sabía que dirían algo, pero no me importa lo que piensen. Para mí, esa foto es importante.
Kaori sintió cómo su corazón se aceleraba ligeramente ante esa respuesta honesta y sincera. Shoto tenía una forma de decir las cosas que siempre la desarmaba. Era un chico de pocas palabras, pero cuando hablaba, lo hacía demasiada honestidad.
—Me gusta esa foto también —admitió Kaori, inclinándose hacia él—. Es uno de mis recuerdos favoritos.
Shoto asintió, con una pequeña sonrisa en los labios.
—Fue un buen día.
Ambos se quedaron en silencio por unos momentos, disfrutando de la compañía mutua. Luego, Kaori rompió el silencio con una pequeña risa.
—¿Sabes? A veces siento que nuestros compañeros no se dan cuenta de lo dulce que eres en realidad —dijo ella, mirándolo con ojos brillantes—. Todos piensan que eres distante y frío, pero yo sé lo mucho que te importa cada uno de ellos. Hoy lo demostraste quedándote despierto solo por pasar tiempo con nosotros.
Shoto la miró por un segundo, sus ojos bicolores brillando bajo la tenue luz de la habitación.
—No sé si es que soy "dulce" —respondió, sin apartar la mirada—. Pero me importa que estén bien. Y... Me importa pasar tiempo contigo. Me hace sentir en paz.
Kaori sintió una calidez recorrerla. Le gustaba ese lado de Shoto, uno que no todos conocían pero que ella tenía la suerte de experimentar.
—Tú también me haces sentir en paz —respondió en un susurro, apoyando su cabeza en su hombro—. Después de todo lo que pasó, estar contigo me hace sentir segura.
Shoto se quedó en silencio por un momento, mirando al techo, procesando las palabras de Kaori. Luego, con suavidad, inclinó su cabeza para apoyarla contra la de ella, como si con ese gesto silencioso quisiera decirle que entendía, que sentía lo mismo.
La conversación derivó en otros temas más ligeros después de eso. Hablaron sobre las habitaciones de cada uno de sus compañeros y Kaori confesó que había visto la mueca de Momo, pero que no le había dado mucha importancia.
—Momo es... Momo —la pelirosada dijo con una sonrisa, tratando de quitarle peso al asunto—. No creo que sea algo serio.
Shoto frunció levemente el ceño, pero no dijo nada, sabiendo que Kaori tenía razón. Momo era su amiga, pero había cosas que simplemente no podía controlar.
Poco a poco, la conversación comenzó a disminuir, y el cansancio empezó a hacerse más evidente en ambos. Kaori, aún recostada a su lado, sintió cómo sus párpados comenzaban a pesarle, y cuando miró a Shoto, vio que él también estaba al borde de quedarse dormido.
—Tal vez deberíamos dormir ya... —murmuró Kaori, su voz suave por el sueño.
Shoto asintió, y ambos se acomodaron mejor en la cama. Sin darse cuenta, se quedaron dormidos juntos, abrazados bajo las suaves mantas, encontrando consuelo en la cercanía del otro. Las preocupaciones del mundo exterior quedaron atrás por esa noche, y el sueño los envolvió, permitiéndoles disfrutar de un momento de tranquilidad antes de enfrentar el día siguiente.
JES'S NOTE !
ESTE CAPITULO ES DEMASIADO TIERNO 🥹 mis niños pudieron actuar como adolescentes normales por primera vez en mucho tiempo.
no se si se habrán dado cuenta, pero shoto cada vez es más demostrativo con kaori 💕 lo adoro. literalmente hace de todo para hacer que ella se sienta amada, a pesar de que él no este acostumbrado a las muestras de afecto 😞 TODAS MERECEMOS A ALGUIEN COMO SHOTO TODOROKI.
disfruten de la felicidad que queda, porque apenas comience la cuarta temporada todo se va a ir hacia abajo 👩🏻🦯
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