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twelve. chaotic week

O12 | CHAOTIC WEEK

Kaori estaba sentada en el comedor de la UA junto a sus compañeros, con los exámenes finales en mente. A pesar de haber quedado en el quinto puesto en su clase, sentía la presión por las pruebas que se aproximaban.

—Conque un examen práctico —murmuró Izuku con la mirada perdida en su plato.

—Da miedo no saber que será —concordó Kaori.

—Dudo que sea algo demasiado difícil —Iida negó, mirando a sus amigos de reojo.

—Las preguntas del escrito vendrán de lo que estudiamos. Me las arreglaré, pero...

—¿Dices que te las arreglaras? —preguntó Uraraka, mirándolo con una mueca de incredulidad. La pelirosada rió levemente ante su reacción.

Mientras los demás continuaban hablando sobre los exámenes, Kaori no pudo evitar mirar el plato que Shoto tenía frente a él. Había probado aquella comida cuando era pequeña, pero ya no lograba recordar el sabor.

El bicolor, notando que Kaori estaba mirando fijamente su comida, alzó la vista hacia ella.

—¿Quieres probar? —le ofreció sin dudar, empujando su bandeja un poco hacia la chica.

—¿Estás seguro? No quiero quitarte comida.

—No es un problema —respondió, como si fuera lo más natural del mundo.

—Está bien —musito Kaori, tomando un pequeño bocado de la comida de Shoto con curiosidad.

Tenia que admitir que el sabor era agradable, aunque algo diferente a lo que ella recordaba.

—¡Está bueno! —dijo sorprendida, mientras el bicolor asentía con calma.

—Me alegra que te guste —respondió él, con una pequeña sonrisa en su rostro.

Mientras Kaori seguía disfrutando del bocado, Shoto tomó su cuchara, sirvió otro poco de comida y, sin decir nada, se la acercó a la boca.

—Abre —le dijo con una seriedad que solo él podía mantener en situaciones como esa.

La chica sintió como el calor subia rápidamente hasta sus mejillas, pero abrió la boca sin pensarlo mucho, y él le dio el bocado como si fuera lo más normal del mundo.

—¡Ohhh! —exclamó Kaminari, riéndose mientras lo señalaba—. ¡Eso fue demasiado tierno! ¡Todoroki, no sabía que tenías ese lado!

—¡Mira, Todoroki alimentando a Kaori como si fueran pareja! —agregó Kirishima, continuando con las burlas.

Incluso Mina, que estaba en otra mesa, se volteó al escuchar las risas y vio la escena.

—¡Chicos, miren a esos dos! ¡Son adorables!

Kaori se sonrojó aún más, cubriéndose la cara con una mano mientras trataba de no reírse. Sabía que sus amigos no iban a parar pronto.

—¡No es para tanto!

Shoto, por otro lado, mantuvo su compostura como si nada hubiera pasado, pero no pudo evitar que una pequeña sonrisa se asomara en sus labios al ver a sus compañeros burlándose.

—Solo le estaba ofreciendo comida —comentó, sin darle importancia a las risas.

—¡Claro, claro! —dijo Kaminari, aguantando la risa—. ¡Súper casual, Todoroki!

Antes de que las risas y bromas pudieran continuar, Monoma chocó "accidentalmente" su hombro con la cabeza de Izuku mientras pasaba junto a ellos. El gesto fue tan evidente que, de inmediato, todos supieron que lo había hecho a propósito.

—Lo siento. Tu cabeza es muy grande y la golpee sin querer.

—¡Monoma! —el peliverde exclamó, mirándolo con incredulidad—. ¿Cómo te...?

—Escuche que encontraron al asesino de héroes. Igual que en el festival deportivo, a los de la clase A les encanta llamar la atención —dijo el rubio, mirando al grupo con una sonrisa de superioridad—. Pero la gente no les presta atención porque espere mucho de ustedes, sino porque solo atraen problemas, ¿no es asi?

—¿No tienes nada mejor que hacer? —Kaori preguntó, cruzándose de brazos.

—Que miedo —Monoma habló con diversión—. Algún día, los demás acabaremos metidos en sus problemas y nos convertiremos en victimas también. Como una maldición del dios de la pestilencia. ¡Que mie...!

Antes de que Monoma pudiera continuar con su provocación, Kendo, su compañera de clase y quien parecía ser la única capaz de mantenerlo bajo control, apareció de repente. Rápidamente le dio un golpecito fuerte en la cabeza con su mano extendida, haciéndolo caer de rodillas.

—Eso no es gracioso. ¿No sabes lo que le paso a Iida?

—¡Kendo! —el aludido exclamó, sorprendido.

—Lo siento, clase A. El corazón de este tipo es algo retorcido —se disculpó Kendo, sonriendo amablemente mientras tiraba de Monoma para alejarlo—. Estaban diciendo que no saben de qué se tratara el examen práctico, ¿no?

Al escuchar su pregunta, los chicos asintieron con rapidez.

—Parece que será un combate contra robots, como en el examen de admisión —continuó, haciendo que los chicos la miraran con sorpresa.

—¿En serio? ¿Cómo lo sabes? —Izuku cuestionó.

—Un amigo mío de segundo año me lo dijo. Aunque es como hacer trampa —respondió.

—¿Acaso eres tonta, Kendo? Esa información era nuestra ventaja —Monoma musito, desviando la atención hacia él—. ¡Era nuestra oportunidad de superar a la despreciable clase A!

Kendo se apresuró a dejar otro golpe sobre su cabeza, evitando que continuará hablando.

—No son despreciables —espetó, llevándoselo lejos del lugar bajo la atenta mirada de los demás.

—Es como la hermana mayor de la clase B.













































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Cuando el almuerzo terminó, los estudiantes de la clase A se levantaron y se dirigieron hacia su salón de clases, todavía conversando entre ellos sobre la información que Kendo les había dado acerca del examen práctico.

—Parece que el examen práctico será un combate contra robots, como en el examen de admisión —hablo Kaori mientras tomaba asiento. El resto de la clase escuchó atentamente.

—¡Sera fácil si son robots! —Kaminari exclamó, emocionado.

—¡Si, así es! —Mina dijo de la misma forma.

—Creo que tendrían problemas para controlar sus dones con personas reales —Shoji murmuró.

—¡Si! ¡Pero será fácil si son robots!

—¡Sera muy sencillo derretirlos!

—Solo necesitan que Yaoyorozu los ayude a estudiar y aprobaran —Sero añadió, apoyándolos.

—Si ganan, no importa si son personas o robots —hablo Bakugo con brusquedad, desviando la atención hacia él—. No digan que será fácil, idiotas.

—¿A quién llamas idiota? —Kaminari cuestionó con indignación.

—¡Cállate! Si necesitan controlar sus dones, ¡háganlo, idiotas! —gritó, causando que sus compañeros se alejaran levemente de él—. ¡Oye, Deku! No sé si descubriste como usar tu don un poco mejor o qué, pero no has dejado de hacerme enojar, ¿oíste?

—¿A qué se refiere? —Shoto preguntó, mirando a la pelirosada junto a él con confusión.

—Creo que habla de los movimientos de Deku —respondió la aludida—. Se movía igual que Bakugo.

—Tiene sentido.

—No quiero otra victoria a medias como la del festival deportivo —espetó el rubio. Izuku lo miró con una mueca de nerviosismo—. En el próximo examen, habrá notas individuales y sabremos quién es el mejor. ¡Te venceré sin lugar a dudas! ¡Te mataré, gusano!

El ambiente en la clase se tensó, y algunos compañeros se estremecieron ante la intensidad de sus palabras.

—¡Todoroki! ¡A ti también! —continuó, girándose hacia el bicolor.

—Los exámenes son para mejorar, no para matarnos entre nosotros.

Bakugo chasqueó la lengua, visiblemente irritado, pero no replicó. Mientras tanto, Todoroki observó con interés el intercambio, notando cómo Kaori parecía tener una habilidad para manejar la furia de Bakugo sin provocar más caos.

Finalmente, el salón de clases comenzó a relajarse un poco, pero estaba claro que la competencia en los exámenes iba a ser feroz.













































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Al día siguiente, Kaori estaba descansando en su dormitorio cuando su teléfono vibró. Al verlo, sonrió al ver que era Kirishima. Contestó rápidamente.

—¡Hola! —saludó alegremente.

—¡Kaori! —la voz entusiasta de Kirishima sonaba del otro lado—. Oye, sé que esto es un poco repentino, pero, ¿me podrías ayudar a estudiar para los exámenes? No es que no confíe en Bakugo, pero... Ya sabes cómo es. No creo que sea la mejor opción para estudiar en paz. Y creo que eres la única que lo puede calmar si se pone a gritar.

Kaori soltó una carcajada al imaginarse la situación.

—Te ayudaré con gusto. Será divertido. ¿Qué te parece si nos encontramos en una cafetería para estudiar tranquilos?

—¡Me parece perfecto! —Kirishima respondió aliviado—. Gracias, Kaori. Realmente necesito esto. Nos vemos en la cafetería cerca de la escuela, ¿te parece?

—Está bien —la chica sonrió—. Nos vemos ahí.

Las horas habían pasado rápidamente y ahora, Kaori se encontraba de pie frente a su armario, mirando detenidamente su ropa. Finalmente, optó por una falda negra sencilla y una polera blanca, acompañado de una chaqueta del mismo color de su falda. Se aseguró de que su cabello estuviera bien peinado y se colocó un par de pendientes, para luego recoger su mochila con sus cuadernos y apuntes.

Mientras bajaba las escaleras de su casa, su madre la miró desde la cocina, secándose las manos con una toalla.

—Kaori, ¿a dónde vas? —preguntó su madre, arqueando una ceja con curiosidad.

—Voy a una cafetería a estudiar —murmuró la chica mientras revisaba su bolso, asegurándose de tener todo.

—¿Con quién? —intervino su padre, entrando en la conversación desde la sala. Tenía una sonrisa juguetona en el rostro, como si anticipara una respuesta interesante.

—Con Kirishima y Bakugo —respondió con naturalidad, lanzando una mirada rápida a su padre, quien dejó escapar una pequeña risa.

—Bakugo, ¿eh? —dijo su padre, levantando una ceja. Sabía sobre el carácter del chico—. ¿Estás segura de que vas a poder estudiar con él?

—Sí, papá. No te preocupes, lo tengo controlado. Además, Kirishima estará ahí.

Su madre sonrió, acercándose para darle un beso en la frente.

—Diviértete y cuídate, cariño. Y si sucede algo, solo llámame —Seoyeon bromeó.

Kaori rió y asintió antes de salir de la casa, para luego emprender camino a la cafetería.

Luego de un par de minutos, Kaori finalmente llegó al lugar acordado alrededor del mediodía. La cafetería estaba ubicada en una esquina tranquila, rodeada de árboles que proporcionaban sombra y un aire fresco. La entrada tenía grandes ventanales que permitían ver el interior lleno de estudiantes y el suave murmullo de las conversaciones.

Cuando Kaori empujó la puerta de vidrio, una campanita sonó ligeramente, anunciando su llegada. Al ingresar, el aroma a café recién hecho y panecillos recién horneados la envolvió de inmediato. La cafetería estaba decorada de manera acogedora, con mesas de madera oscura y sillas tapizadas en tonos cálidos. Las paredes estaban adornadas con fotos en blanco y negro y plantas en macetas colgantes que daban un toque de frescura al ambiente.

La chica echó un vistazo alrededor, buscando a Kirishima y Bakugo. Luego de unos segundos, logró verlos en una mesa cerca de la ventana, rodeados de libros de texto y cuadernos esparcidos. Kirishima levantó la vista y le hizo una señal para que se acercara.

Bakugo, que estaba de espaldas, giró la cabeza al escuchar el sonido de la silla de Kaori al moverse. Su mirada, que en un principio había sido dura, se suavizó por un breve momento al ver a la chica. Esto no pasó desapercibido para su amigo, quien notó el cambio en su comportamiento, pero decidió no comentar al respecto.

—¡Kaori! —exclamó Kirishima, animado—. ¡Qué bueno que llegaste!

—¿Listos para el estudio?

Bakugo hizo un gesto de asentimiento con la cabeza y murmuró algo incomprensible.

—No te preocupes, Bakugo —dijo Kaori con una sonrisa divertida—. No seré una distracción.

—Como si pudiera distraerme tan fácil —respondió el rubio, desviando la mirada.

Mientras se acomodaba y empezaba a sacar sus materiales, Kaori le dio un rápido vistazo al cuaderno de Bakugo, pudiendo notar lo organizado que era.

A medida que pasaban las horas, Kaori se dio cuenta de lo frustrado que estaba Kirishima. El chico intentaba ponerle empeño, pero había partes que simplemente no le quedaban claras.

—Entonces, si la fórmula se aplica así, ¿por qué no da el mismo resultado? —preguntó el chico, rascándose la cabeza en confusión mientras miraba el libro de matemáticas.

Bakugo, que había estado revisando silenciosamente, de repente golpeó a Kirishima en la cabeza con el libro que tenía en la mano.

—¡Porque lo estás haciendo mal, cabeza hueca! —gritó, sus ojos llenos de frustración.

—¡Oye! ¿Qué fue eso? —el contrario se quejó, frotándose la cabeza.

Kaori, que había estado observando, soltó una pequeña risa.

—¡Tranquilos, tranquilos! —intervino rápidamente. Una sonrisa divertida adornaba sus labios—. Kirishima no va a entender más rápido si lo golpeas. No funciona así.

—No es mi culpa que sea un idiota —murmuró Bakugo, sentándose de nuevo con los brazos cruzados.

—No todos podemos ser genios explosivos —Kaori bromeó mientras le daba unas palmadas en la espalda al pelirrojo—. Kiri, esto es más sencillo de lo que parece. Mira, si aplicas esta regla aquí, el resultado que buscas va a salir. Tienes que seguir los pasos en orden.

Kirishima, aunque aún confundido, asintió y comenzó a resolver el problema nuevamente bajo la atenta mirada de Kaori. Bakugo observaba, su rostro vuelto hacia otro lado, pero de reojo revisaba que lo estuvieran haciendo bien.

Después de varios intentos, Kirishima finalmente entendió el concepto y soltó un grito de triunfo, levantando los brazos.

—¡Lo logré! ¡Gracias, Kaori!

—¡Bien hecho! —respondió ella, sonriendo ampliamente.

—Eso era lo básico, debiste haberlo entendido hace horas —gruñó el rubio.

La atmósfera se relajó un poco, y después de varias horas de estudio, los jovenes comenzaron a sentir hambre.

—Me está dando hambre... —murmuró Kirishima, mirando su reloj y luego a su estómago—. ¿Comemos algo?

Antes de que nadie pudiera decir algo, Bakugo se levantó de golpe.

—Yo invito —dijo con una voz baja y seria, para luego caminar hacia el mostrador.

Kaori y Kirishima se miraron con sorpresa. El chico levantó una ceja, casi incrédulo, pero no dijo nada. Cuando Bakugo regresó con la comida, la chica lo agradeció con una sonrisa, mientras el pelirrojo la observaba con una expresión cómplice, guardando su comentario para otro momento.

—Gracias, Bakugo. Quien diría que puedes ser generoso cuando quieres —dijo en tono de broma.

—Cállate —respondió él, aunque sin la agresividad habitual, su rostro mostrando un leve rubor.

Kaori rió suavemente, mientras Kirishima también agradecía la comida. Mientras comían, la chica notó cómo, a pesar de su dureza exterior, Bakugo realmente se preocupaba por sus amigos, incluso si no lo demostraba de la manera más convencional.














































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Las horas pasaron rápidamente, y la cafetería, que había estado bulliciosa al mediodía, ahora tenía un ambiente más tranquilo con solo unos pocos clientes dispersos. Kirishima se había ido hace un rato, dejando a Kaori y Bakugo solos en la mesa.

Kaori se encontraba hojeando un libro de texto mientras Bakugo estaba enfocado en sus notas. Había una tensión en el aire, una mezcla de concentración y el ocasional fruncimiento de ceño por parte de Bakugo cada vez que se topaba con algo complicado.

Mientras estudiaban, la chica sintió la vibración de su teléfono y sacó el móvil de su bolso. Era un mensaje de Shoto, preguntándole cómo le había ido en la sesión de estudio y si quería encontrarse después para repasar algunos conceptos juntos.

Kaori estaba a punto de responder cuando escuchó la voz de Bakugo.

—¿Qué es eso? —preguntó, con un tono de curiosidad y algo de brusquedad.

—Oh, solo un mensaje de Shoto —respondió, tratando de sonar casual mientras guardaba el teléfono en su bolso.

Bakugo frunció el ceño al escuchar el nombre del bicolor. Sin querer, su expresión se volvió más severa y un arrebato de celos apareció en sus ojos.

—¿Y tú y ese imbécil qué? ¿Son novios o algo así? —cuestionó Bakugo, tratando de mantener una actitud indiferente.

—¿Por qué preguntas eso? —dijo con una sonrisa juguetona.

El chico se puso visiblemente incómodo y cruzó los brazos, mirando hacia otro lado.

—Solo me parece raro que siempre estés con él. No pensé que fueran tan cercanos.

—Sí, Shoto y yo pasamos tiempo juntos —explicó—. Pero no, no somos novios. No pensé que fueras de los que le interesan los rumores.

Bakugo no pudo evitar ruborizarse un poco, y se dio cuenta de lo obvio que era su interés en la respuesta. Se encogió de hombros, intentando ocultar sus verdaderos sentimientos.

—¡No te hagas ilusiones, pelo de chicle! —gritó, rodando los ojos con fastidio—. ¡Todo es culpa de Kirishima!

Kaori rió levemente ante su reacción. Con el tiempo había aprendido a leer a Katsuki, por lo que sabía que había más detrás de su respuesta.

—Como digas.

—¡¿A que te refieres con eso, idiota?! —espetó, dandole una mala mirada. La chica levantó sus hombros con inocencia.

—Olvidalo.














































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El entrenamiento de Kaori con su padre comenzó temprano en la mañana, cuando el sol apenas se asomaba por el horizonte. Estaba emocionada, pero también tenía que admitir que se sentía un poco nerviosa. Controlar el fuego era un poder que era más peligroso que la energía solar a la que estaba acostumbrada.

El campo de entrenamiento en su casa era amplio, con zonas seguras para practicar sin riesgo de causar daños mayores. Su padre había preparado todo con anticipación, creando un lugar adecuado en donde Kaori pudiera explotar su nuevo don.

Al inicio, su padre le indicó que encendiera pequeñas llamas en la punta de sus dedos. Kaori cerró los ojos, respirando profundamente mientras se concentraba en la energía que sentía fluir en su interior. Las chispas comenzaron a formarse en sus manos, eran pequeñas, pero constantes. Mientras lo hacía, no podía evitar sentirse extraña: era muy distinto a lo que solía hacer con la luz del sol. El fuego era impredecible y peligroso.

—Muy bien —dijo él, observándola con atencion—. Ahora, intenta canalizar más calor, pero mantén el tamaño de la llama controlado. No dejes que crezca más de lo necesario.

Kaori asintió y, con algo de esfuerzo, hizo que la llama en la palma de su mano creciera. Era más grande ahora, casi del tamaño de una pelota de tenis. El calor irradiaba de ella, y la chica sintió cómo una fina capa de sudor comenzaba a formarse en su frente.

A pesar de la intensidad, el fuego no la asustaba. Más bien, le daba una sensación de poder que nunca antes había experimentado.

—La clave está en la resistencia y el control. Puedes encender una llama, pero el verdadero desafío es mantenerla sin que se apague o se descontrole.

Mientras lo escuchaba, Kaori enfocó toda su energía en mantener la llama en equilibrio. El viento soplaba ligeramente, pero no afectaba su control. Aún así, en su mente, los pensamientos iban y venían.

La pelirosada no pudo evitar que los pensamientos negativos la invadieran. Pero rápidamente sacudió la cabeza, alejándolos. No podía permitirse dudar, ni perder el control.

Los minutos pasaron, y Kaori mantuvo la llama viva sin que titubeara. Su padre, aunque no lo expresaba, estaba claramente impresionado.

—Es sorprendente lo rápido que avanzas —comentó Kenzo, mirándola con una sonrisa—. Yo tarde meses en llegar a este nivel de control. ¿Cómo te sientes?

—Es... Complicado, pero me siento bien. Siento que el fuego responde a mí, como si fuera algo natural. Pero también sé que si pierdo la concentración, podría descontrolarse fácilmente.

—Eso es lo que más me preocupa —respondió con sinceridad—. Estás haciendo un trabajo increíble, pero no te confíes. El fuego puede ser tu mayor aliado o tu peor enemigo. Mantén siempre el equilibrio.

Después de unos minutos más, su padre la guió hacia una nueva fase del entrenamiento. Esta vez, Kaori tendría que lanzar el fuego hacia un objetivo específico.

—Concéntrate en un solo punto —Kenzo le dijo—. El fuego irá donde tú quieras que vaya. Es una extensión de ti.

Kaori levantó su mano y, con un solo movimiento, disparó una pequeña bola de fuego hacia el blanco. Al principio, falló por unos centímetros, pero en el siguiente intento, el impacto fue directo.

—¡Lo logré! —la chica exclamó, sonriendo en grande.

—Eso fue perfecto —Kenzo murmuró—. No puedo creer lo rápido que te estás adaptando.

—Gracias, papá —dijo ella, apagando la llama en su mano mientras se tomaba un momento para respirar profundamente.

Mientras descansaba, la chica suspiró. Los exámenes finales estaban a la vuelta de la esquina, y no podía permitirse el lujo de dudar de sí misma. Sabía que, con este nuevo poder, tenía más oportunidades de aprobar el examen práctico, pero para eso debía aprender a controlarlo a la perfección.

Su padre la miró con una sonrisa de aprobación, y Kaori se sintió llena de confianza.

—Estoy lista para lo que venga.

—Lo sé.














































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Era el fin de semana antes de los temidos exámenes finales, y la presión comenzaba a acumularse. Kaori decidió ir a la casa de Shoto, ya que quería relajarse un poco, y sabía que con él podría hacerlo.

La chica caminó hasta la casa de los Todoroki, disfrutando del aire fresco. Al llegar, fue recibida por Fuyumi, quien la recibió con una sonrisa de emoción. Había pasado muchísimo tiempo desde la última vez que se vieron.

—¡Kaori! Qué bueno verte —saludó la mayor, invitándola a pasar—. Shoto está en su habitación, puedes ir a verlo si quieres.

—Gracias, Fuyumi —respondió la pelirosada, sonriendo de vuelta antes de dirigirse hacia las escaleras.

Subió lentamente, disfrutando de la calma de la casa. Cuando llegó a la puerta de la habitación del bicolor, tocó suavemente.

—Pasa —se oyó la voz tranquila de Shoto desde el interior.

Kaori abrió la puerta y lo encontró sentado en su escritorio, revisando algunos papeles, probablemente materiales de estudio. Cuando el chico la vio, dejó todo a un lado y se levantó.

—No esperaba verte hoy —dijo él, con una ligera sonrisa.

—Necesitaba despejarme un poco antes de que me explote la cabeza con tanto estudio —murmuró, dejándose caer sobre la cama de Shoto—. Y pensé que pasar el rato contigo sería perfecto para eso.

—Te entiendo. Yo también he estado estudiando mucho para los exámenes.

Kaori se incorporó levemente, apoyándose en sus manos mientras lo miraba con curiosidad.

—¿Y tú? ¿Cómo vas con el estudio? —preguntó, esperando que no estuviera tan estresado como ella.

—Lo llevo bien. Aunque creo que tú eres la que debería descansar más. Has estado esforzándote mucho últimamente —respondió, sentándose a su lado en la cama.

—Sí, lo sé. Pero quiero hacerlo bien en los exámenes.

Shoto la miró en silencio, antes de que su mano se posara suavemente sobre la de ella.

—Te irá bien, Kaori. Confío en ti.

Ella le devolvió una sonrisa, agradecida por sus palabras. Sin decir nada más, se acomodó a su lado, recostándose sobre su hombro.

—Gracias, Shoto.

El aludido asintió levemente, tratando de relajarse. De verdad tenía que aprender a disimular cuando estaba con la chica, porque de lo contrario, ella se iba a dar cuenta de sus sentimientos.

—Por cierto. ¿Cómo te fue con Bakugo y Kirishima? —preguntó, carraspeando su garganta.

—La verdad es que fue bastante divertido. Me sorprendió —contestó Kaori, sonriendo levemente.

—¿Ah sí? —murmuró, alzando una ceja con curiosidad—. ¿Divertido estudiar con Bakugo?

—Sí, lo sé, suena raro, pero fue divertido. Bakugo no tiene nada de paciencia y golpeaba a Kirishima cada vez que no entendía algo.

El bicolor mantuvo una expresión neutral, pero la chica notó un cambio en su postura, un leve endurecimiento en su rostro.

—¿La pasaste bien con ellos? —cuestionó, su tono más serio de lo habitual.

—Claro que sí —respondió Kaori—. Fue una buena distracción de todo el estrés de los exámenes. ¿Por qué lo preguntas?

Shoto desvió la mirada por un segundo, como si no quisiera admitir lo que estaba sintiendo.

—No es nada. Simplemente no esperaba que te llevaras tan bien con Bakugo. Es algo... Sorprendente.

Kaori sintió como las comisuras de sus labios se elevaban en una sonrisa pícara al escucharlo. No confiaba en su respuesta, por lo que se inclinó hacia él.

—¿Acaso estás celoso, Shoto?

—No... —dijo en un murmuró.

—¡Estás celoso! —exclamó Kaori, riendo con diversión—. Pero no te preocupes, tú sigues siendo mi favorito.

Todoroki no pudo evitar sonrojarse un poco ante esa declaración, aunque intentó mantener la compostura.

—Me está empezando a dar hambre —la pelirosada habló, causando un suspiro en el contrario, quien estaba aliviado por el cambio de tema.

—Podemos pedir algo de comer —sugirió, mirando su teléfono.

—Nada de eso. Yo sé cocinar —Kaori lo detuvo rápidamente—. ¿Por qué no preparamos algo juntos? Será divertido.

—¿Cocinar juntos?

—¡Sí! Sé que te encanta el soba frío, así que podemos hacer eso. Y antes de que digas que no, déjame recordarte que soy bastante buena en la cocina —añadió Kaori, guiñándole un ojo.

Shoto no pudo resistirse. La idea de cocinar con Kaori le parecía extrañamente tentativa, aunque rara vez hacía algo así.

—Está bien, soba frío suena bien —accedió.

Sin perder más tiempo, los dos se dirigieron a la cocina, el bicolor seguía a la chica de cerca. Mientras Kaori sacaba los ingredientes, le explicaba cómo hacer el plato.

—Es fácil, solo necesitamos los fideos de soba, un poco de salsa, y algunos toppings. Pero tienes que ser paciente para que los fideos queden en su punto —le explicó, mientras hervía agua en una olla.

—No estoy acostumbrado a cocinar... —admitió Shoto, mirándola de reojo.

—Lo sé, por eso yo te enseñaré. Hoy serás mi ayudante —dijo, entregándole un cuchillo y unas verduras para que las cortara.

Kaori se movía con agilidad entre los ingredientes, mientras Shoto, no podía evitar mirar de reojo sus manos, y el modo en que su cabello caía sobre su rostro mientras se concentraba.

—Estás bastante concentrado, ¿eh? —habló la chica de repente, rompiendo el silencio.

Shoto parpadeó un par de veces y luego apartó la mirada rápidamente.

—Solo intento hacerlo bien —murmuró—. No quiero arruinar la cena.

Kaori rió, acercándose un poco más a él para ver cómo estaba cortando las verduras.

—Lo estás haciendo sorprendente bien. No tenía fe en tus habilidades en la cocina —dijo, bromeando.

Shoto la miró con una ceja levantada, sintiendo como su nerviosismo aumentaba ante la cercanía de la chica.

—No creo que sea tan bueno como tú.

Justo cuando Kaori iba a responder, la puerta de la casa se abrió de golpe, dejando ver a Natsuo. Al ver a los dos juntos en la cocina, levantó una ceja y sonrió.

—¿Interrumpo algo? —habló el mayor con una sonrisa divertida.

Kaori rápidamente se apartó un poco de Shoto, sonriendo con normalidad hacia el chico.

—No, no. Estábamos preparando la cena —contestó ella.

—¿Shoto cocinando? —dijo Natsuo con tono burlón—. Esto es nuevo.

El menor se volteó ligeramente, fingiendo estar concentrado en cortar las verduras.

—Kaori me está enseñando —respondió con calma.

—Esto es algo que nunca pensé que vería —bromeó.

—Es un buen estudiante. Además, ¡el soba frío es su favorito! ¿Cómo no iba a enseñarle a hacerlo?

—¿Cuándo podremos probarlo? —preguntó Natsuo, claramente interesado en la comida.

—Ya casi terminamos —respondió Kaori.

—Iré a buscar a Fuyumi —el mayor exclamo—. No se puede perder la primera cena preparada por Shoto.




















































































JES'S NOTE !

FELIZ DIECIOCHO ATRASADO A TODOS MIS MUTIS DE CHILE ! somos el mejor pais de chile 🇨🇱

cambiando de tema, BAKUGO APRENDE A DISIMULAR 🙏🏻 kaori no se da cuenta de tus sentimientos gracias a mi y al poder del guión, porque si no ya se habría dado cuenta 🤌🏻

ok pero podemos hablar de lo sumiso y perkin que se pone bakugo con kaori shhwjqjw lo trae con correa 🦮

¿vieron que kaori cada vez se pone más atrevida? 🙈 LA AMO. #shotodatecuenta

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