thirty two. the big three
O32 | THE BIG THREE
Un nuevo día había comenzado, y Kaori estaba sentada en su asiento, escuchando atentamente al profesor Aizawa.
—Ya que Midoriya ha vuelto, hablaremos con más detalle sobre los trabajos de héroe —empezó el hombre con su habitual tono calmado pero autoritario. Su mirada se dirigió hacia la puerta—. Pasen adelante.
Todos los estudiantes voltearon, curiosos, cuando la puerta se abrió, revelando a Nejire, Tamaki y Mirio, el famoso trío de tercer año. Kaori no pudo evitar sonreír ampliamente al ver a sus amigos, especialmente a Nejire, quien casi de inmediato le devolvió la sonrisa, mostrando su característica alegría.
—Dejaré que quienes ya han experimentado los trabajos les expliquen qué los diferencia de las pasantías. Presten atención —ordenó Aizawa, cruzando los brazos mientras se hacía a un lado, dejando a los chicos en control del aula—. Ellos son los tres grandes.
Las palabras del profesor provocaron una serie de murmullos sorprendidos entre los estudiantes de la clase 1-A. No era para menos, tener frente a ellos a los estudiantes más destacados de toda la UA era algo impresionante. La admiración era palpable, especialmente en las reacciones de algunos estudiantes.
—Ellos son los más ejemplares de toda la UA —murmuró Iida, con un brillo en los ojos que denotaba su deseo de seguir sus pasos.
—Los más cercanos a convertirse en héroes profesionales —Momo añadió, quien también observaba con asombro.
Aizawa, notando la expectación en sus alumnos, pidió al trío que se presentara.
—Bien. ¿Pueden presentarse brevemente primero? —preguntó el hombre, dirigiendo la atención hacia ellos—. Empecemos con Amajiki.
Tamaki era alguien que siempre se colocaba nervioso en situaciones sociales, pero se esforzó en levantar la vista con una mirada intensa, pero cargada de su habitual inseguridad. Los estudiantes de primer año sintieron una repentina presión, como si la mirada del héroe cargara un peso invisible sobre ellos. Sin embargo, lo que no sabían era que, en su mente, Tamaki estaba tratando de imaginarlos a todos como si fueran unas simples patatas.
—No sirve... —murmuró para sí mismo, temblando ligeramente. Sus amigos, Nejire y Mirio, lo miraron con algo de preocupación, sin saber qué pasaba—. Aunque los imagino como patatas, sus cuerpos siguen siendo humanos... No puedo verlos como patatas del todo. ¿Qué debo hacer ahora? No puedo decir nada más.
Kaori observaba a Tamaki con una sonrisa comprensiva. Conocía bien su timidez, ya que había pasado tiempo con él, intentando ganar su confianza. Sabía lo difícil que era para él hablar frente a otros, y aunque habían avanzado bastante, aún había barreras que vencer.
—¿De verdad eres uno de los tres grandes de la U.A.? —preguntó Ojiro con incredulidad, sorprendiendo a más de uno en el salón.
—¿Escuchaste, Amajiki? Deja de ser tan miedoso como un ratoncito. ¡Aunque eres humano, qué raro! —exclamó Nejire con su característica energía, sonriendo levemente—. Este ratoncito es Tamaki Amajiki, y yo me llamo Nejire Hado. Nos pidieron que viniéramos a hablarles sobre los trabajos de héroes.
La chica se veía tan animada como siempre, pero de repente, su expresión cambió. Se detuvo en seco y se inclinó hacia Shoji, observándolo con una mezcla de sorpresa y curiosidad.
—Un momento. ¿Por qué llevas esa máscara? —preguntó, genuinamente interesada, mientras el chico intentaba ofrecer una respuesta.
—Es que hace tiempo...
—¡Vaya! —lo interrumpió Nejire sin pensarlo—. Tú debes ser Todoroki, ¿verdad? —preguntó, dirigiéndose ahora hacia el bicolor, quien alzó la vista, algo confundido—. ¡Eres el novio de la linda Kaori!
—Sí, lo soy.
Kaori sintió un repentino calor en las mejillas al escuchar las palabras de Nejire. La clase entera volteó hacia ella y Shoto. El bicolor, por su parte, mantenía su semblante tranquilo, aunque era evidente que las palabras de Nejire lo habían tomado por sorpresa también.
Nejire, siempre tan curiosa, no se detuvo ahí. Rápidamente, comenzó a hacerle preguntas a varios de los estudiantes de la clase, interesándose por sus dones y habilidades, como si fuera una niña emocionada en una tienda de juguetes. Todos los estudiantes estaban intrigados por su energía y simpatía, y a nadie le sorprendía que ella y Kaori fueran amigas. Ambas compartían una vibra muy alegre y alocada que contagiaba a los demás.
—Esto es irracional —Aizawa habló, encendiendo su don.
—¡Eraser Head, no se preocupe! —exclamó Mirio, poniéndose en posición de atención de manera cómica y rígida. Su voz, siempre llena de energía, parecía a punto de desbordar el aula—. ¡Yo tengo el acto de cierre, ¿no?!
De repente, el rubio se inclinó hacia adelante, llevándose una mano al oído como si escuchara algo importante, y con una sonrisa traviesa, dijo:
—Toc, toc.
—¿Toc, toc? —preguntaron varios estudiantes con confusión.
El salón se llenó de murmullos mientras todos se miraban entre sí, sin saber si Mirio estaba bromeando o si había algo más detrás de sus palabras.
El silencio que siguió fue incómodo, pero Kaori, quien observaba la situación desde su lugar, no pudo evitar sonreír. Al ver que ninguno de sus compañeros tenía la intención de seguirle el juego, decidió tomar la iniciativa. Aunque se sentía un poco avergonzada, conocía a Mirio lo suficiente como para saber que estaba tratando de aligerar el ambiente.
—¿Quién es? —preguntó con una pequeña sonrisa avergonzada, sintiendo el calor subir a sus mejillas.
Mirio sonrió en grande al escuchar la respuesta de su amiga, su expresión iluminada por la alegría de que alguien finalmente se uniera a su pequeña broma.
—¡Gracias, Kaori! —exclamó entre risas, mirándola con gratitud—. No sé qué haría sin ti.
El ambiente, que había estado tenso por el silencio, se rompió con una ligera risa generalizada. Mirio no dejó que la falta de respuesta inicial lo deprimiera. Se enderezó, con esa postura confiada que lo caracterizaba, y dirigió nuevamente su atención hacia los estudiantes de primer año.
—Bien, parece que no saben nada de lo que está pasando —dijo, gesticulando con las manos—. Somos de tercer año y vamos a explicarles todo sobre estos trabajos que no son obligatorios. Es confuso, ¿cierto?
Esta vez, los estudiantes prestaban más atención. El desconcierto había sido reemplazado por una curiosidad genuina. Mirio tenía esa habilidad única para atraer la atención de la gente, incluso cuando sus bromas no siempre tenían el efecto que él esperaba.
—Recibieron licencias siendo de primer año, lo que es impresionante —continuó Mirio, hablando para sí mismo en voz alta—. Estos chicos son bastante enérgicos, ¿verdad? Y parece que mis chistes no tuvieron ningún efecto...
Tamaki y Nejire, quienes observaban la escena desde atrás, intercambiaron una mirada. Nejire tenía una expresión divertida, mientras que Tamaki parecía más confundido que nunca.
—¿Mirio? —murmuró Tamaki en voz baja, intentando entender hacia dónde se dirigía su amigo con todo esto.
—¿Por qué no pelean todos contra mí al mismo tiempo? —dijo el rubio con una sonrisa, como si fuera lo más normal del mundo.
Los estudiantes reaccionaron con sorpresa y confusión, mirándose entre ellos. ¿Acaso habían escuchado bien? ¿Pelea? ¿Todos contra Mirio? Sonaba como una locura.
—¡Es una broma, ¿verdad?! —exclamó Kaminari, su expresión reflejando la mezcla de incredulidad y emoción.
—Lo más racional es que lo experimenten de primera mano —Mirio negó, manteniendo su mirada decidida. Luego, se giró hacia Aizawa, buscando su aprobación—. ¿Usted qué opina, profesor?
—Me da igual.
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La clase 1-A estaba reunida en el amplio gimnasio de la UA, mientras observaban con una mezcla de asombro e incredulidad cómo Mirio Togata se estiraba frente a ellos, preparándose para lo que parecía ser una confrontación. El héroe en formación parecía dispuesto a enfrentarse a toda la clase por su cuenta. Sin embargo, no todos estaban convencidos de que esa era la mejor idea.
—Mirio, creo que no deberías hacer esto —murmuró Tamaki tímidamente, llamando la atención de todos los estudiantes. Los murmullos cesaron, y muchos voltearon hacia él con curiosidad.
—¿Qué? —preguntó Kirishima, confundido por la intervención.
—Creo que habría sido suficiente con que les explicáramos en qué consisten los trabajos de héroes y lo que aprendimos de ellos —Tamaki continuó—. No todos son tan ambiciosos como tú, Mirio. ¿Qué harás si alguno de ellos no se recupera de sus heridas? ¿Si se sobreexigen?
—¿Dijo que si no nos recuperamos? —cuestionó Kirishima nuevamente en voz alta, claramente confundido por la posibilidad de que alguien resultara tan gravemente herido.
—Una vez, hubo un chico tan frustrado que abandonó el sueño de ser un héroe. Causó muchos problemas —Nejire comentó despreocupadamente, mientras jugueteaba con los cuernos de Mina—. Es difícil, ¿verdad, Togata? Si no lo piensas bien, esto podría traer complicaciones.
—Un momento. Nosotros ya tenemos experiencia. Hemos peleado contra héroes profesionales —declaró Tokoyami con determinación, casi como si la propuesta de Mirio lo hubiera ofendido.
—También hemos luchado contra villanos reales —Kirishima agregó con un tono desafiante—. ¿Nos ves tan frágiles como para que necesites preocuparte tanto? ¿Crees que no podemos manejarlo?
Kaori, que observaba desde su posición, sonrió con diversión al ver cómo el orgullo de sus compañeros había sido herido por la preocupación de los mayores. Sabía que, en el fondo, todos querían probarse a sí mismos frente a un héroe de tercer año, y el reto de Mirio era la excusa perfecta.
—Bueno, pueden atacarme como quieran —habló el rubio con una sonrisa tranquila—. ¿Quién será el primero?
—¡Iré yo! —Izuku se apresuró a exclamar, su voz firme y decidida—. ¡Prepárate!
Aizawa, observando desde un lado del gimnasio, entrecerró los ojos antes de dar su aprobación.
—¡Aprovechen esta oportunidad, es una buena práctica! —dijo con su tono habitual.
Kaori lanzó una mirada rápida a sus compañeros, viendo cómo todos comenzaban a moverse, colocándose en posiciones de ataque. El gimnasio estaba cargado de tensión y anticipación mientras el grupo se preparaba para lo que sería una batalla de entrenamiento. Sabían que enfrentarse a Mirio no sería fácil, pero la oportunidad de medir sus habilidades contra alguien de su calibre era demasiado tentadora como para rechazarla.
Mirio dio un paso hacia adelante, listo para comenzar. Pero entonces, de repente, su ropa cayó al suelo debido a su peculiaridad, dejándolo completamente desnudo frente a toda la clase.
—¡Se le cayó la ropa! —gritó Sero con pánico, llevándose las manos a la cabeza.
—¡Lo siento! —se disculpó rápidamente Mirio, agachándose para recoger los pantalones de su uniforme deportivo mientras se los ponía de nuevo, riéndose de su propio descuido—. Aún no he perfeccionado todos los detalles.
Izuku decidió aprovechar el momento de distracción para atacar a Mirio. Lanzándose hacia él con una velocidad impresionante, parecía decidido a golpear al rubio. Pero, como si lo hubiera previsto, el rubio lo esquivó con facilidad, gracias a su peculiaridad "Permeación", que le permitía volverse intangible.
Kaori ya se había enfrentado en varias ocasiones a Mirio, por lo que sabía que sería imposible vencer a alguien como el en un combate cuerpo a cuerpo, y aunque muchos de sus compañeros se lanzaban con entusiasmo, ella tenía en claro que sus posibilidades eran mínimas.
La pelirosada se dirigió hacia Tamaki, quien permanecía apartado, observando el caos que comenzaba a desarrollarse frente a ellos. Sabía que Tamaki era tímido, pero con el tiempo se habían hecho buenos amigos.
—Su don sigue siendo un misterio para muchos de nosotros —comentó Kaori en voz baja mientras caminaba hacia él—. Incluso después de entrenar con ustedes, me sigue pareciendo difícil lidiar con Mirio. ¿Cómo lo haces tú?
Tamaki, aunque algo nervioso por la conversación, asintió en silencio. Sabía que la chica tenía razón; Mirio no era alguien fácil de vencer, ni siquiera para aquellos que lo conocían bien.
Al ver que el chico no iba a responder, Kaori volvió a hablar:
—¿Te preocupa que los lastime? —preguntó. Tamaki asintió, sin apartar la mirada de la pelea.
—A veces, Mirio no mide sus acciones. Puede parecer relajado, pero siempre quiere dar lo mejor. No quiero que los chicos se sientan mal si pierden.
—No te preocupes, sé que aprenderán mucho de él —dijo en un murmuro, mirando al chico de reojo—. Además, si algo se complica, estoy aquí para ayudarte a detener a Mirio.
Mientras Kaori y Tamaki seguían conversando en voz baja, Nejire apareció junto a ellos.
—Togata se ha hecho muy fuerte, ¿no creen? —preguntó la chica con su característica sonrisa, observando la escena que se desarrollaba en el gimnasio.
—Mirio ha sido fuerte desde que éramos niños —Tamaki murmuró, manteniendo un tono serio—. Pero... Debería aprender a contenerse más.
Kaori, intrigada, alzó la vista para ver lo que había llamado la atención de Tamaki. Fue entonces cuando comprendió completamente lo que él quería decir. Todos sus compañeros de clase yacían en el suelo, esparcidos por todo el gimnasio con muecas de dolor en sus rostros. Las expresiones agotadas y las respiraciones agitadas mostraban lo intenso que había sido el corto enfrentamiento.
Y en el centro de todo, Mirio se mantenía de pie, completamente ileso, con su usual sonrisa triunfante adornando su rostro. Era como si no hubiera hecho más que una simple práctica, mientras que los demás parecían haber participado en una batalla agotadora.
—Es impresionante, ¿no? —comentó Nejire, inclinándose hacia Kaori con una risita mientras observaba cómo algunos estudiantes intentaban levantarse del suelo—. Mirio siempre ha tenido esa energía. Nunca parece cansarse.
Kaori sonrió levemente ante el comentario. Sabía que su amiga no estaba equivocada; había algo en Mirio que irradiaba una luz imparable, una energía inagotable, y eso era algo que ella admiraba.
En ese momento, Mirio, sin perder su energía contagiosa, se acercó al trio de amigos, agitando una mano como si nada hubiera pasado.
—¡Eso fue divertido! ¿No creen? —preguntó alegremente—. ¡Todos lo hicieron genial! Aunque, creo que tendré que trabajar un poco más en no perder mi ropa...
—¡Sí! ¡Eso sería una buena idea! —Nejire respondió entre risas, mientras daba un pequeño giro juguetón en el aire.
—Definitivamente, deberías tener un plan de respaldo para eso... —añadió Kaori con una sonrisa cómplice—. Pero fue impresionante verte en acción, como siempre.
—¡Prometo trabajar en eso! Pero, bueno... ¿Quién está listo para la próxima ronda?
Los estudiantes en el suelo, que apenas se estaban levantando, lo miraron con terror, mientras Tamaki y Kaori intercambiaban miradas cómplices, sabiendo que, a pesar de todo, Mirio no cambiaría su forma de ser tan fácilmente.
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Cuando la clase finalmente terminó, Kaori se quedó unos momentos en silencio, observando cómo sus compañeros se dispersaban. Su mente estaba ocupada con un pensamiento que había estado rondando desde hace días.
La chica tomó una respiración profunda y, sin decirle nada a nadie, se dirigió hacia la oficina de All Might. Había querido hablar con él desde hacía tiempo, pero siempre le faltaba el valor necesario. Sus pasos resonaban en los pasillos vacíos de la UA mientras su corazón latía con fuerza. Su nerviosismo crecía con cada paso que daba, y aunque intentaba calmarse, la ansiedad no desaparecía.
Finalmente, llegó frente a la puerta de la oficina. Se quedó allí unos segundos, debatiendo si realmente debía hacerlo. Pero sabía que si no hablaba con él ahora, podría no tener otra oportunidad. Reuniendo toda la valentía que podía, levantó la mano y golpeó la puerta suavemente.
—Adelante —se escuchó la voz de All Might desde el otro lado.
Kaori abrió la puerta lentamente y entró en la oficina. El hombre estaba sentado en su escritorio, revisando algunos documentos, pero cuando la vio, su rostro se iluminó con una sonrisa amable.
—¡Ah, Kaori! —exclamó, su tono cálido y acogedor—. Qué sorpresa verte por aquí. ¿Cómo has estado?
La chica intentó sonreír, pero la verdad es que sentía una mezcla de emociones. Desde que All Might había dejado de ser el Símbolo de la Paz, una parte de ella había sentido una profunda pérdida, una que no había sido capaz de expresar en palabras.
—Estoy bien —respondió—. Solo... Quería hablar contigo, pero no estaba segura de cómo hacerlo.
All Might la miró con interés, notando su incomodidad. A pesar de su forma actual, su capacidad para percibir las emociones de los demás seguía intacta.
—No tienes que sentirte nerviosa, joven Kaori —dijo con su voz llena de calidez—. Estoy aquí para lo que necesites.
Kaori sintió un nudo en la garganta. Mirar a All Might ahora, sentado allí sin su imponente presencia y con un cuerpo mucho más delgado y frágil, le recordaba que el héroe que una vez sostuvo el peso del mundo sobre sus hombros ya no podía hacer lo mismo. Y eso la hacía sentirse culpable, sabiendo que ya nunca más vería a All Might siendo el Símbolo de la Paz que siempre había admirado.
—Si hubiera peleado más —susurró, apretando los puños con fuerza—. Si no hubiera dejado que me llevaran aquel día... Tal vez tú seguirías siendo el héroe número uno.
El silencio que siguió fue abrumador. Kaori sintió que las palabras salían de forma automática de su boca, como si finalmente todo aquello que había estado guardando por tanto tiempo no pudiera ser contenido más.
—Fui débil. Dejé que me atraparan. Dejé que todo se saliera de control. Si tan solo hubiera sido más fuerte, más rápida... Si hubiera hecho algo diferente —la voz de Kaori se quebró, llena de culpa—. Tú no habrías tenido que gastar lo último que te quedaba de tu poder para salvarme. Aún podrías estar ahí afuera, luchando. Aún podrías ser el Símbolo de la Paz que todos necesitamos...
Sus manos temblaban mientras hablaba, incapaz de mirar a All Might a los ojos. La verdad era que, desde aquel fatídico día, Kaori había estado cargando con una culpa insoportable. Sabía que All Might había perdido su poder en aquella batalla, y aunque él siempre había dicho que lo haría de nuevo sin dudar, ella no podía dejar de sentir que era en parte su culpa.
El hombre se quedó en silencio por un momento, asimilando las palabras de la joven. La tristeza y el arrepentimiento en su voz eran notoables, y él podía ver el peso que ella había estado cargando. Lentamente, se acercó un poco más a ella, poniéndose a su altura, y habló con una voz suave pero firme.
—Kaori —dijo—. Lo que ocurrió aquel día no fue culpa tuya.
—Pero si yo hubiera...
—No —la interrumpió suavemente—. Nadie, ni siquiera yo, pudo prever lo que pasaría aquel día. No fue tu debilidad lo que los llevó a ti. Fue su estrategia y nuestra sorpresa. Tú no hiciste nada malo —continuó All Might—. El deber de un héroe es proteger a los demás, sin importar las consecuencias para nosotros mismos. Yo sabía, desde el principio, que mi tiempo como el Símbolo de la Paz estaba llegando a su fin. Y aunque en esa batalla usé lo que quedaba de mi poder, lo hice porque salvarlos a ustedes era lo correcto. No me arrepiento de nada.
Kaori dejó escapar un pequeño sollozo, intentando procesar lo que él decía. All Might no la culpaba, ni la juzgaba. De hecho, su mirada estaba llena de comprensión y cariño.
—Es normal sentirse así, Kaori —All Might habló suavemente—. Pero tienes que entender algo: Los héroes no siempre podemos salvar a todos. Hacemos lo mejor que podemos con lo que tenemos. Y aquel día, hice mi elección. Elegí salvarlos, y lo haría una y mil veces más, sin importar lo que me costara. No eres responsable de mi destino.
Kaori se quedó en silencio, sus palabras resonando en su mente. Había llevado esa culpa durante tanto tiempo que había olvidado que los héroes también eran humanos. No todo estaba bajo su control. No todo dependía de ella.
—Tú no eres débil, Kaori —añadió el hombre con una sonrisa amable—. Eres fuerte, más de lo que te das cuenta. Y el hecho de que te preocupes tanto por los demás es una prueba de ello. Pero ahora debes enfocarte en seguir adelante. En ser el héroe que sé que puedes ser. Ese día, yo pasé la antorcha a una nueva generación, y tú formas parte de ella.
Kaori asintió lentamente, sintiendo como las lágrimas caían de sus ojos.
—Gracias, All Might... —murmuró con voz temblorosa—. Prometo que seré lo suficientemente fuerte para proteger a los demás. Para no dejar que lo que pasó vuelva a suceder.
—Lo sé, Kaori —respondió All Might, dándole una palmadita en el hombro—. Y sé que lo harás de una manera que me hará sentir increíblemente orgulloso.
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Kaori caminaba lentamente por el campus de la UA, disfrutando del suave y cálido resplandor del atardecer que teñía el cielo de tonos anaranjados y rosados. El aire fresco rozaba su rostro, trayendo consigo un momento de paz después de la intensa conversación que había tenido con All Might. Aunque sus pensamientos seguían revoloteando en su cabeza, sentía una ligera calma.
Al llegar a la puerta de la residencia, la abrió lentamente, esperando encontrar a sus compañeros relajándose después de un largo día de clases y entrenamientos. Sin embargo, lo primero que le golpeó fue el sonido inconfundible de los gritos de Bakugo.
—¡Oigan, idiotas! ¡Traigan toda la basura que tengan! ¡Vamos, rápido! —la voz del rubio hizo eco en todo el vestíbulo de la residencia.
Kaori se detuvo en la entrada, observando la escena con una mezcla de diversión y sorpresa. Varios de sus compañeros estaban desfilando uno por uno frente a Bakugo, cargando grandes bolsas de basura.
—¿Qué está pasando aquí? —Kaori murmuró para sí misma, sus labios curvándose en una sonrisa divertida al ver cómo el rubio supervisaba la operación con el ceño
—¡Todos estos idiotas acumulan demasiada basura! ¿Acaso no saben cómo funciona el maldito reciclaje?!
Kaori soltó una suave risa, mientras se daba la vuelta. Mientras caminaba, aun podía escuchar las quejas de Bakugo.
—¡Kirishima! ¡Esas bolsas no son suficientes! ¡Ve por más!
—¡Sí, sí, lo que digas, Bakugo! —respondió el aludido, agitando la mano en señal de que lo había escuchado, mientras cargaba dos enormes bolsas negras sin siquiera esforzarse.
Kaori observó la escena desde la distancia, divertida por la energía que se vivía en el vestíbulo. Decidió no involucrarse más en los gritos de Bakugo y se dirigió hacia los sofás, donde sus amigas la recibieron con sonrisas cálidas.
—¡Kaori! —exclamó Uraraka, moviéndose para hacerle espacio—. ¡Ven!
—Estábamos hablando de Mirio —dijo Mina, visiblemente emocionada—. ¡La historia de cómo llegó a ser uno de los mejores estudiantes de la UA es increíble! ¿No crees?
—¡Sí! —Tsuyu añadió—. Me hace sentir emocionada por lo que vendrá cuando empecemos con los trabajos de héroes.
Kaori sonrió, al recordar a su amigo. Mirio no solo era increíblemente fuerte, sino que también tenía un corazón enorme y un optimismo que irradiaba a todos los que lo rodeaban. Kaori no podía evitar admirarlo, y entendía perfectamente por qué todos hablaban de él con tanta admiración.
—Es un ejemplo de cómo el esfuerzo y la dedicación pueden llevarte lejos —murmuró Kaori, pensando en todas las veces que había entrenado junto a Mirio en el pasado—. Ahora estoy más ansiosa que nunca por comenzar a trabajar.
—¿Cómo será? —Uraraka preguntó en un susurro, mirando el techo como si ahí pudiera encontrar respuestas—. El profesor Aizawa dijo que aún no está decidido qué pasará con los de primer año.
—Supongo que todavía hay que esperar... Pero aún así, no puedo evitar sentirme un poco nerviosa. ¿Y si no estamos listos?
Kaori observó a sus amigas, entendiendo lo que todas sentían. El próximo paso en su camino hacia convertirse en héroes se acercaba rápidamente, y con él, nuevas responsabilidades y desafíos. Cada una de ellas tenía sus propias dudas y preocupaciones, pero también una gran determinación para seguir adelante.
—Estaremos listas —afirmó Kaori con convicción, mirando a Uraraka—. Lo hemos entrenado todo este tiempo, y cuando llegue el momento, sabremos qué hacer.
La castaña sonrió ante sus palabras, y Mina asintió con entusiasmo.
—¡Claro que sí! —exclamó Mina, levantando un puño al aire—. ¡Nos enfrentamos a villanos reales y sobrevivimos! ¡Esto será pan comido!
Kaori se rió ante la exagerada energía de su amiga, aunque en el fondo se sentía de la misma forma. Aunque el futuro era incierto, sabía que todas estaban juntas en esto.
De repente, Mina se levantó del sofá de un salto, haciendo que las demás la miraran con sorpresa, confundidas ante su repentina acción.
—¡Oigan, chicas! —dijo con entusiasmo—. ¡Ya sé lo que deberíamos hacer mañana! Tenemos el día libre, así que deberíamos aprovecharlo y hacer algo divertido todas juntas. ¿Qué dicen?
—¿Qué tienes en mente? —Kaori preguntó, sonriendo ante el entusiasmo de su amiga.
Mina se cruzó de brazos y comenzó a caminar de un lado a otro, pensativa.
—Podríamos hacer algo que no tenga que ver con entrenamientos ni tareas. Algo que sea solo para nosotras, ¡para relajarnos y pasarla bien!
—Suena bien —comentó Tsuyu, asintiendo levemente—. Aunque no tengo idea de qué podríamos hacer.
Al escucharlas, Uraraka se llevó un dedo al mentón, pensativa.
—Podríamos ir a dar una vuelta por la ciudad... O podríamos hacer un picnic en algún parque o algo así. ¡Nada de estrés ni peleas! Solo nosotras disfrutando.
—Un picnic suena bien. Y también podríamos pintar, si les interesa. Hace mucho que no tengo tiempo para eso —Kaori agregó.
—¡Perfecto! Mañana será el día de chicas —exclamó Mina, dando un par de aplausos con emoción—. Podemos ir a un parque antes de que se esconda el sol.
—No suena mal —aceptó Tsuyu, dando su aprobación con un suave gesto de cabeza.
—¡Me parece genial! —Uraraka dijo de la misma forma—. Un día tranquilo con todas ustedes es justo lo que necesitamos.
—¡Entonces está decidido! —Mina sonrió. La chica parecía querer decir algo más, aunque se interrumpió a si misma—. ¿Y si también invitamos a los chicos? —propuso, girándose para mirar a las demás—. Sería aún más divertido si todos vamos juntos.
—Eso podría funcionar, pero ya sabes cómo son algunos de ellos —Tsuyu hizo una pausa—. Aunque no sé si Bakugo querría relajarse...
Kaori sonrió, imaginando la reacción que podría tener el rubio al escuchar la idea. Aún así, pensó que sería divertido. Ver a todos juntos fuera del ambiente competitivo de la UA siempre resultaba en buenos momentos.
—Ya me imagino la reacción de Bakugo.
—"¡No quiero perder el tiempo con idioteces!", dirá —imitó Tsuyu, lo que provocó risas en el grupo.
—Quizás al principio se quejará —murmuro la pelirosada riendo suavemente—. Pero si le insistimos, seguro termina aceptando... O al menos apareciendo por pura curiosidad.
—¡Sí, sería genial que todos vayan! Podríamos incluso jugar algún deporte o algo así después del picnic —Uraraka sugirió animadamente.
—¡Exacto! Además, entre todos podemos llevar más cosas para el picnic —continuo Mina—. Kirishima seguramente estará encantado con la idea, y Midoriya también. ¡No veo por qué no invitar a todos!
Kaori sonrió con emoción mientras veía como sus amigas planeaban los últimos detalles. Sabía que ese día libre, con la compañía de sus amigas y compañeros, sería una oportunidad perfecta para disfrutar de momentos inolvidables.
JES'S NOTE !
me da pena pensar que cuando bakugo se desahogo con kaori, ella se sentía de la misma forma que él 🥹 pero aún así mi niña lo consoló sin decirle nada sobre su propio estado 🙌🏻 la adoro, ella si le sabe a la de escuchar.
ME HE DADO CUENTA DE QUE KAORI TIENE SERIOS PROBLEMAS DE COMUNICACIÓN 😀 es como yo, me encanta.
amo hacer que kaori sea como una mariposa social que tiene amigos en todos lados 🤌🏻 ahora tamaki puede hablar con ella sin ponerse tan ansioso 🩷 los adoro.
GRACIAS POR LEERME <3 luv u.
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