thirty three. under the sun
O33 | UNDER THE SUN
Al día siguiente, Kaori se despertó bruscamente, su respiración agitada y el sudor perlándole la frente. Se sentó en su cama, llevando una mano a su pecho, intentando calmar el ritmo acelerado de su corazón. Había vuelto a tener una pesadilla.
En su sueño, todo era confuso y oscuro. Podía ver los ojos fríos de Kaneki mirándola, llenos de resentimiento, mientras ella intentaba alcanzarlo. Él se alejaba cada vez más, desapareciendo en la oscuridad, dejándola con una sensación abrumadora de impotencia. Se sentía culpable por lo que le había ocurrido, por no haber podido ayudarlo cuando lo necesitaba.
Kaori cerró los ojos y respiró profundamente, tratando de sacudirse la sensación de angustia. Sabía que no podía permitir que esos pensamientos la dominaran, especialmente cuando tenía un día por delante con sus amigos. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, la sombra de Kaneki siempre parecía estar presente, recordándole lo frágil que podía ser todo en su vida.
Kaneki había sido una parte importante de su infancia, y el hecho de que ahora estuviera del lado opuesto, luchando contra los héroes, la atormentaba constantemente.
Finalmente, se levantó de la cama, se dirigió al baño y se lavó la cara con agua fría, buscando despejarse. La chica estaba ansiosa, pero decidió apartar esos pensamientos y enfocarse en lo que tenía por delante: su cita con Shoto por la mañana y el picnic con sus amigos en la tarde.
La verdad era ue aún no sabía exactamente qué había planeado Shoto, ya que el había insistido en que fuera una sorpresa, lo que había despertado una mezcla de curiosidad y nervios en ella. Le costaba imaginarlo organizando una cita por su cuenta, dado lo serio que solía ser, pero eso solo hacía que la expectativa creciera.
Kaori abrió su armario, buscando qué ponerse. Sabía que quería lucir bien, aunque no demasiado formal, ya que no sabía si irían a algún lugar especial o harían algo más casual. Finalmente, optó por un vestido sencillo pero bonito, con tonos suaves que realzaban su cabello. Mientras se arreglaba, una sonrisa se fue dibujando en su rostro al pensar en Shoto. El chico había cambiado mucho desde que estaban juntos, y eso era algo que todos podían notar.
Justo cuando terminaba de prepararse, su teléfono vibró. Era un mensaje de Shoto:
"Estoy afuera", decía el texto, tan directo y breve como siempre.
La chica sonrió con emoción mientras tomaba su bolso y se dirigía hacia la puerta. Al bajar las escaleras del dormitorio, escuchó las voces de algunos de sus compañeros en el comedor. Bakugo seguía gruñendo acerca de algo mientras los demás lo ignoraban, y las chicas reían, probablemente aún hablando del plan que Mina había propuesto el día anterior. Aunque normalmente se habría unido a ellas, esta vez su atención estaba completamente en lo que le esperaba afuera.
Cuando salió, lo vio. Shoto estaba apoyado contra la pared, con las manos en los bolsillos y la mirada distraída, pero en cuanto la vio, se enderezó. Vestía de forma sencilla, pero como siempre, lograba verse increíblemente bien. La brisa fresca de la tarde revolvía ligeramente su cabello, y cuando sus ojos bicolor se posaron en ella, Kaori sintió que su corazón se aceleraba un poco.
—Te ves bien —comentó Shoto, con su tono calmado pero sincero.
Kaori sonrió, sintiendo sus mejillas calentarse levemente.
—Gracias. Tú también.
Shoto asintió, como si ya lo hubiera esperado. Luego, le extendió una mano, algo que sorprendió a Kaori, ya que no solía ser tan directo con los gestos afectuosos en público. Aun así, ella tomó su mano con suavidad, disfrutando de la calidez de su toque.
—¿Entonces? —Kaori preguntó, intentando sonar casual—. ¿Qué has planeado para hoy?
Shoto le lanzó una mirada de reojo, una ligera sonrisa asomándose en sus labios.
—Es una sorpresa.
Kaori soltó una pequeña risa nerviosa. Sabía que, fuera lo que fuera, él había puesto esfuerzo en planearlo, y eso la hacía sentir especial.
Ambos comenzaron a caminar juntos por las calles que rodeaban la UA. El viento suave acariciaba sus rostros, y el silencio entre ellos era cómodo. Kaori observaba a Shoto de reojo, notando lo relajado que parecía. Era un contraste con la intensidad de la batalla que siempre mostraba en el campo, y le gustaba ver ese lado más tranquilo de él.
Después de un rato caminando, finalmente llegaron a su destino: Una cafetería de gatos. El letrero de madera colgante, con dibujos de pequeños felinos, daba una bienvenida acogedora.
Kaori, emocionada, tomó a Shoto de la mano y tiró de él suavemente para entrar más rápido. Cuando la chica abrió la puerta, el sonido de campanillas resonó en el lugar, y de inmediato varios gatos se acercaron, curiosos por los nuevos visitantes.
El ambiente dentro de la cafetería era cálido y relajante. El aroma a café y dulces flotaba en el aire, mezclado con el suave ronroneo de los gatos que paseaban tranquilamente entre las mesas. Kaori no podía dejar de sonreír al ver tantos gatos, sus ojos brillaban de emoción.
—Es perfecto —susurró, apretando con cariño la mano de Shoto antes de soltarla para acariciar a un gatito blanco que se les acercó.
El bicolor observaba en silencio, su expresión serena como siempre, pero con una pequeña sonrisa asomando al ver lo feliz que estaba Kaori. Se acercaron a una mesa junto a una ventana que ofrecía una vista del exterior, el sol del atardecer iluminaba el lugar con un cálido resplandor anaranjado.
—Vamos a sentarnos aquí —sugirió Shoto, guiando a su novia hacia la mesa.
Cuando tomaron asiento, Kaori seguía mirando a los gatos que deambulaban cerca de sus pies. Uno de ellos, un gato negro de ojos brillantes, se subió ágilmente a su regazo, lo que provocó una risa suave de su parte.
—¿Ya te hiciste un amigo? —él preguntó, divertido por la situación, mientras llamaba a la mesera para hacer el pedido.
—¡Es tan lindo! —respondió Kaori, acariciando al gato mientras se acomodaba en la silla.
En ese momento, la mesera se acercó a ellos con una libreta en mano. Kaori, emocionada, decidió pedir su favorito.
—Me gustaría un chocolate caliente, por favor —habló, todavía mirando al gato en su regazo.
—Yo tomaré un té negro —continuó Shoto.
La mesera tomó nota y se retiró con una sonrisa, mientras Kaori se inclinaba ligeramente hacia la ventana, acariciando al felino con ternura. Shoto la observaba, y aunque no era del tipo de expresar sus emociones abiertamente, su ligera sonrisa lo decía todo. Le encantaba verla tan feliz, y saber que había elegido el lugar perfecto para su cita.
—Gracias por traerme aquí —Kaori murmuró, volviendo a mirar a su novio—. Sabes cuánto amo a los gatos.
—Quería que pasáramos un buen rato juntos —respondió Shoto con calma—. Y sé que este es el tipo de lugar donde te sentirías feliz.
Unos minutos después, la mesera regresó con las bebidas, colocando cuidadosamente el chocolate caliente frente a Kaori y el té frente a Shoto. Justo antes de irse, les dirigió una sonrisa dulce.
—Son una pareja muy linda —comentó con amabilidad—. Se ven muy bien juntos.
Kaori se sonrojó de inmediato, desviando la mirada hacia su taza de chocolate para ocultar su vergüenza. Shoto, por otro lado, no reaccionó mucho, pero la leve sonrisa en su rostro y el sutil rubor en sus mejillas lo delataban.
—Gracias —musitó Kaori en un murmullo, mientras jugueteaba nerviosa con la taza entre sus manos.
—Lo somos —Shoto respondió con tranquilidad.
Cuando la mujer que los había atendido se alejó de ellos, Shoto miró a Kaori con una expresión un poco más seria. Se había dado cuenta de algo que lo preocupaba y, aunque no solía ser del tipo de persona que insistiera en estos temas, quería saber cómo se sentía realmente.
—Kaori —dijo, llamando su atención. Ella levantó la vista de su taza y lo miró con atención, notando la ligera preocupación en sus ojos—. ¿Has estado durmiendo bien últimamente? Te he notado más cansada.
La chica hizo una mueca al escucharlo. No había esperado que Shoto lo mencionara, aunque no le sorprendía. La verdad era que las pesadillas con Kaneki la estaban afectando más de lo que quería admitir. Sin embargo, no quería preocupar a Shoto, ni hacer que él se sintiera culpable o más protector de lo que ya era con ella.
Se tensó ligeramente, sintiendo una incomodidad momentánea. Sus manos apretaron la taza, y forzó una sonrisa mientras trataba de mantener la compostura.
—Estoy bien, de verdad —respondió, mirando rápidamente a la ventana para evitar su mirada directa—. No tienes que preocuparte por eso.
Shoto entrecerró los ojos levemente, sabiendo que ella no estaba siendo completamente honesta. Conocía a Kaori lo suficiente como para darse cuenta cuando algo no andaba bien, y esta vez no parecía una simple excusa para evitar la conversación.
—Kaori... —insistió, con un tono suave pero firme—. Si hay algo que te esté molestando, puedes decírmelo. Estoy aquí para ti.
La aludida sintió una punzada de culpa al escuchar la seriedad en su voz. Sabía que Shoto lo decía en serio, que quería ayudarla, pero la idea de abrirse sobre sus pesadillas, sobre cómo la presencia de Kaneki en sus sueños la perturbaba, era abrumadora. No quería que ese temor afectara lo que hasta ahora estaba siendo una cita perfecta.
—De verdad, Shoto... Estoy bien —repitió, esta vez con una sonrisa más convincente—. Solo han sido unos días complicados, pero nada de qué preocuparse.
El chico la observó unos segundos más, como si estuviera debatiendo si insistir o dejarlo pasar. Al final, suspiró ligeramente y decidió confiar en ella, aunque no pudiera sacudirse del todo la sensación de que algo estaba mal.
—Si cambias de opinión, sabes que puedes hablar conmigo en cualquier momento.
—Lo sé.
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Los minutos habían pasado con rapidez, y para este momento la pareja ya había terminado de comer, Kaori y Shoto decidieron quedarse un rato más en la parte trasera del café, donde un espacio especial estaba reservado para que los clientes pudieran interactuar con los gatos que habitaban el lugar. La pequeña terraza estaba decorada con luces cálidas que colgaban de los árboles, y el sol proyectaba una luz suave, perfecta para un momento íntimo.
Kaori, emocionada como siempre cuando se trataba de gatos, se acercó a un par de ellos que estaban acurrucados en una pequeña cama. Sus ojos brillaban con una felicidad sincera, esa clase de felicidad que Shoto adoraba ver en ella. Mientras acariciaba suavemente el pelaje de uno de los felinos, Kaori sonrió ampliamente, sintiendo una paz que hacía mucho no experimentaba.
—Son tan adorables —susurró, sin apartar la vista de los animales—. Me encantaría tener uno en los dormitorios... Aunque no creo que Aizawa nos deje.
Shoto, que estaba sentado cerca, la observaba en silencio, con una pequeña sonrisa en su rostro. Ver a Kaori tan relajada, rodeada de las cosas que amaba, lo hacía sentir bien, como si el mundo fuera un lugar más tranquilo cuando estaban juntos. Aunque él no era alguien que se dejara llevar por la ternura o las emociones fácilmente, no podía evitar sentirse abrumado por lo genuina que era su novia.
—Te ves muy feliz —comentó el, inclinándose un poco hacia adelante para alcanzarla—. Es lindo verte así.
Kaori se sonrojó levemente ante el comentario. Aunque sabía que Shoto no solía expresar sus emociones con palabras, cuando lo hacía, cada frase tenía un peso especial, como si todo lo que dijera viniera directamente de su corazón. Se dio la vuelta para mirarlo, todavía acariciando a uno de los gatos, y le dedicó una sonrisa cálida.
—Me encantan los gatos —murmuró, sintiendo un leve calor en sus mejillas—. Y estar aquí contigo hace que todo sea mejor.
Shoto se levantó de su asiento y se acercó, sentándose junto a Kaori en el suelo de la terraza, donde los gatos merodeaban perezosamente. Uno de ellos, de pelaje gris, se subió en el regazo de Kaori, haciendo que ella soltara una risita encantada. Shoto, por su parte, estiró la mano y comenzó a acariciar suavemente al gato, sus dedos rozando los de Kaori en el proceso.
Shoto, que no solía ser muy expresivo con el contacto físico, no retiró su mano. Al contrario, dejó que sus dedos se entrelazaran sutilmente con los de Kaori mientras seguían acariciando al gato.
—Gracias por traerme aquí. No sabía lo mucho que necesitaba algo como esto.
—Sabía que te gustaría —Shoto respondió, con una ligera sonrisa—. Además, quería que te relajaras un poco. Sé que has estado pasando por mucho últimamente, aunque no lo digas.
Kaori sintió cómo una calidez se extendía por su pecho al escuchar sus palabras. El chico la conocía mejor de lo que ella misma a veces admitía. Aunque intentaba ocultar sus preocupaciones y sus miedos, él siempre parecía darse cuenta. Y, en lugar de presionarla, encontraba maneras sutiles de hacerla sentir bien.
—No sé qué haría sin ti —murmuró ella.
Shoto se quedó en silencio por un momento, su mirada fija en los ojos de su novia. En su mente, pensó en lo mucho que ella había significado para él desde que se conocieron. Cómo, sin darse cuenta, ella había sido una luz constante en su vida, alguien que lo hacía sentir más humano, más conectado con el mundo a su alrededor.
—No tienes que averiguarlo. Siempre voy a estar aquí.
Kaori sonrió ampliamente ante sus palabras. Sin pensarlo mucho, se inclinó hacia él y apoyó su cabeza en su hombro, sintiendo el calor de su cuerpo contra el suyo. Shoto se relajó rápidamente y permitió que ella se acurrucara contra él, levantando su brazo para rodearla y acercarla un poco más.
Los gatos seguían deambulando alrededor, maullando suavemente, pero para ellos, el mundo parecía haberse reducido a ese pequeño rincón del café, donde todo lo que importaba era la paz que sentían estando juntos.
Mientras Kaori permanecía acurrucada contra Shoto, cerró los ojos por un momento, disfrutando de la calidez de su compañía, sintiéndose segura, amada. A pesar de las pesadillas, a pesar de todo lo que pudiera estar mal en su vida, en ese instante no había nada más importante que estar al lado de la persona que más quería.
Y para Shoto, sostenerla entre sus brazos, viendo lo feliz que estaba, era todo lo que necesitaba para sentirse en paz.
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Después de pasar un tiempo relajante en el café de gatos, Kaori y Shoto comenzaron su camino de regreso a los dormitorios de la UA.
—Hoy fue increíble —habló la pelirosada, mirando de reojo a Shoto con una sonrisa—. Gracias por todo.
Él bicolor simplemente asintió, devolviéndole una mirada cálida.
Al llegar a los dormitorios, abrieron la puerta y entraron al salón común, donde algunas de las chicas ya estaban reunidas. Mina fue la primera en notarlos y, con una sonrisa emocionada corrió hacia la pareja.
—¡Kaori! —exclamó mientras las demás se acercaban—. ¡Ya hablamos con los chicos y todos aceptaron ir al picnic de mañana! Excepto... Bueno, ya sabes quién.
Kaori levantó una ceja, sabiendo perfectamente de quién hablaba Mina. No era sorpresa que Bakugo fuera el único que se negara a un plan grupal
—Sí, parece que no está interesado —Uraraka añadió, con una mueca—. Pero tú siempre logras convencerlo de todo. ¿Podrías hablar con él?
—Sabemos que te escucha cuando nadie más puede hacerlo.
Kaori suspiró con una sonrisa divertida. Miró a sus amigas y luego a Shoto, quien simplemente la observaba en silencio.
—Está bien, hablaré con él —dijo finalmente la pelirosada—. No prometo nada, pero lo intentaré.
—¡Gracias, Kaori! —respondieron las chicas al unísono, aliviadas.
Kaori se despidió de sus amigas y caminó hacia las escaleras que llevaban a las habitaciones. Subió lentamente, sabiendo que Bakugo probablemente estaría en su habitación a esa hora. Al llegar a su puerta, golpeó suavemente.
—¡¿Qué demonios quieres?! —se escuchó la típica voz molesta del rubio desde el otro lado.
—Soy yo, Kaori.
Hubo un pequeño silencio antes de que la puerta se abriera de golpe, revelando a Bakugo con su típica expresión de fastidio. Cruzó los brazos y la miró de arriba a abajo.
—¿Qué es lo que quieres ahora?
—Me dijeron que eres el único que no quiere ir al picnic de mañana —la chica murmuró, cruzándose de brazos—. ¿Por qué no vienes? ¡Va a ser divertido!
—¿Por qué querría ir a un estúpido picnic con todos esos idiotas?
Kaori lo observó con una mueca de diversión. Algo le decía qué, muy en el fondo, Bakugo no odiaba pasar tiempo con ellos.
—Porque vas a tener la oportunidad de molestar a Kirishima, a gritarle a Denki por ser torpe y, quién sabe, tal vez hagamos competencias.
Bakugo la miró de reojo, claramente aún fastidiado, pero no podía ocultar que las palabras de Kaori habían hecho que se interesara. No respondía de inmediato, pero su expresión cambió, y Kaori lo notó. Sabía que estaba cerca de convencerlo.
—Y, bueno —añadió con una sonrisa—. También prometo que te llevaré brownies de chocolate. Sé que son tus favoritos.
El contrario soltó un gruñido, claramente molesto de que ella conociera tan bien sus debilidades, pero después de unos segundos, su postura se relajó.
—¡Está bien, pelo de chicle! Pero solo porque no quiero escuchar a esos idiotas seguir hablando de eso.
—¡No seas amargado! ¡Será divertido!
Antes de que pudiera decir algo más, Bakugo se dio la vuelta bruscamente y volvió a su habitación, cerrando la puerta con un golpe. Kaori rió levemente, para luego decir:
—¡Nos iremos a las seis!
—¡Eres demasiado ruidosa! —Bakugo espetó desde el otro lado.
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Kaori observaba con detenimiento la última bandeja de brownies que aún estaba en el horno. Los bordes comenzaban a dorarse, y el aroma dulce y tentador llenaba la cocina, creando una atmósfera acogedora y reconfortante. Era justo el toque final que necesitaba para el picnic, algo que sabía que le encantaba a Bakugo, y que, con suerte, lo convencería de participar.
Alrededor de ella, sus compañeros de clase estaban ocupados preparando todo para el día. Kirishima y Denki discutían sobre cómo organizar las bebidas, mientras Mina y Uraraka trataban de encontrar una manta lo suficientemente grande para que todos pudieran sentarse cómodamente. La emoción se sentía en el aire.
De repente, Kaori sintió una presencia familiar acercándose detrás de ella, y, antes de que pudiera girarse, una cálida barbilla se apoyó suavemente sobre su cabeza. El calor familiar de Shoto la envolvió, haciéndola sentir a la vez tranquila y nerviosa.
—Huelen bien —murmuró el bicolor, su voz profunda y suave resonando cerca de su oído. El sonido hizo que un leve escalofrío recorriera la espalda de Kaori.
—¿Verdad? —ella dijo, sin poder evitar sonreír mientras ajustaba la temperatura del horno. Trataba de mantener la compostura, aunque el simple hecho de que él estuviera tan cerca hacía que su corazón latiera más rápido—. Creo que están a punto de estar listos. Me he esforzado esta vez para que salgan perfectos. No me tomó tanto hacerlos, ¿crees que a Bakugo le gustaran?
Shoto no respondió de inmediato, pero Kaori sintió cómo su respiración era lenta y pausada. En esos momentos, cuando estaban tan cerca, la pelirosada no podía evitar pensar en lo mucho que había cambiado su relación. Cada pequeño gesto, cada palabra suave de Shoto la hacía sentir una conexión más profunda, y aunque disfrutaba de esa cercanía, también le daba miedo cuán vulnerable se sentía ante él.
—Si no le gustan será su problema —habló Shoto finalmente, su voz tranquila y segura—. Estoy seguro de que son perfectos.
Kaori solo se limitó a reír suavemente ante su comentario.
—¿Estás lista para el picnic? —él cuestiono, manteniendo su tono bajo, como si no quisiera romper la calma del momento.
—Sí, solo queda empaquetar estos brownies, y estaremos listos. Aunque... —la chica hizo una pausa, mirando la bandeja—. Creo que voy a necesitar tu ayuda para cargar todo esto. Hay demasiados.
Shoto se separó ligeramente, lo suficiente como para que Kaori sintiera el cambio de su ausencia, pero inmediatamente comenzó a ayudarla con los preparativos. Sacó la bandeja del horno con cuidado, colocando los brownies sobre la encimera.
—Listo —dijo él, mirándola con esa pequeña sonrisa que siempre lograba derretir a Kaori por dentro—. Estoy seguro de que Bakugo va a estar contento, aunque no lo demuestre.
La pareja estaba terminando de empaquetar todo, cuando Kirishima, Kaminari y Mina entraron al lugar con una gran energía, sus voces llenando la cocina con entusiasmo.
—¡Kaori! —exclamó Kirishima, con su sonrisa radiante—. ¡Ya estamos listos! ¿Cómo van ustedes?
—Estamos terminando —la aludida respondió.
—¡Esos brownies huelen increíbles! —agregó el rubio, acercándose para tratar de robar uno, pero rápidamente retiró la mano cuando Shoto le lanzó una mirada fría.
—Espera al picnic —el bicolor habló con firmeza, haciendo que Kaminari retrocediera con una sonrisa nerviosa.
—¡Oigan, malditos idiotas! —la voz de Bakugo se escuchó por todo el lugar—. ¡Ya son las seis!
Los chicos compartieron una mirada llena de diversión, para después comenzar a caminar rápidamente hacia su compañero.
—Quien diría que sería el primero en estar listo —Mina murmuró, sonriendo por lo bajo.
—Mejor démonos prisa antes de que nos mate.
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El parque estaba bañado en la luz dorada del sol de la tarde cuando los chicos de la clase 1-A llegaron, sus risas llenando el ambiente mientras se acomodaban sobre una amplia manta extendida sobre el césped.
Algunos de sus compañeros ya habían comenzado a relajarse sobre la manta, disfrutando del sol que acariciaba sus rostros. Uraraka y Tsuyu compartían risitas mientras probaban algunos bocados de la comida, y Kaminari, con una lata de refresco en mano, descansaba con la mirada perdida en el cielo azul.
Mientras tanto, cuatro chicos se encontraban preparándose para un partido amistoso de voleibol. Kaori había hecho equipo con Bakugo, mientras que del otro lado de la red estaban Izuku y Kirishima.
—¿Están listos para perder, idiotas? —gritó Bakugo con su habitual confianza, lanzando una mirada desafiante a los contrarios.
Kaori no pudo evitar sonreír mientras se preparaba para el saque. El voleibol siempre había sido uno de sus deportes favoritos, y se notaba en la postura relajada pero alerta que adoptaba en la cancha.
—Vamos, Bakugo, no seas tan duro —la pelirosada bromeó, mientras giraba el balón con la mano—. De todos modos, les vamos a ganar.
Bakugo soltó un resoplido, pero una pequeña sonrisa torcida asomaba en su rostro.
—¡Venga, Kaori! ¡Haz el saque! —gritó Kirishima desde el otro lado, con las manos preparadas para recibir.
La aludida inhaló profundo, concentrándose. Con un movimiento rápido y preciso, lanzó el balón al aire y lo golpeó con fuerza, enviándolo directo hacia Izuku. Este reaccionó a tiempo, saltando para devolver el balón con una precisión sorprendente.
—¡Eso es, Midoriya! —Kirishima exclamó, chocando puños con su compañero mientras el balón volvía al aire.
—¡No te emociones tanto, pelirrojo! —espetó Bakugo, saltando para bloquear el golpe de Kirishima.
La pelota volaba de un lado a otro, mientras los cuatro competían con energía. Kaori estaba completamente concentrada en el juego, su mente despejada, disfrutando del desafío. Se lanzó varias veces al suelo para atrapar el balón antes de que tocara el pasto, demostrando su habilidad y agilidad. Bakugo, por su parte, complementaba su estilo agresivo con ataques poderosos y bloqueos impecables.
—¡Kaori, pásala! —Bakugo pidió, viéndola en una buena posición para atacar.
La chica asintió y, con un golpe controlado, pasó el balón hacia Bakugo, quien saltó con toda su fuerza y lo golpeó hacia el suelo del equipo contrario. Izuku intentó detenerlo, pero el balón fue demasiado rápido y potente.
—¡Punto para nosotros! —celebró Bakugo, levantando el puño en señal de victoria. Kaori le sonrió y levantó la mano para chocar los cinco, aunque el rubio solo asintió ligeramente con la cabeza, aceptando el gesto de forma más discreta.
—¡No se confíen! —gritó Kirishima, ajustándose la banda en la cabeza mientras se preparaba para el siguiente saque—. ¡Vamos a remontar!
—¡Eso es! —Izuku lo apoyó, decidido a no dejarse vencer tan fácilmente.
El partido continuó con la misma intensidad. Kaori y Bakugo formaban un equipo sorprendentemente eficiente.
—Eres buena en esto, ¿eh? —comentó Bakugo de repente, mirando de reojo a la pelirosada durante un pequeño descanso entre puntos.
—Me gusta jugar, eso es todo —Kaori respondió con una sonrisa, elevando sus hombros con desinterés—. Además, es divertido cuando te tomas las cosas tan en serio.
el rubio soltó una risa baja y seca, pero no dijo nada más. El partido continuó durante varios minutos más, con ambos equipos luchando por la victoria. Al final, fue Bakugo quien, con un potente remate, selló el último punto del juego, declarando a su equipo ganador.
—¡Buen juego! —exclamó Kaori, chocando los puños con Kirishima e Izuku, quienes, aunque derrotados, se veían igual de animados.
—¡Lo hicimos bien! —agregó Kirishima, mientras se estiraba tras el intenso partido.
—¡Lo sabías, Deku! ¡Nunca podrías ganarme! —Bakugo espetó con su típico tono arrogante.
—¡Lo intenté! —respondió el peliverde con una risita, alzando las manos en un gesto de rendición, mientras Kaori reía suavemente a su lado.
—Bueno, bueno, ¡fue un gran partido! —intervino la pelirosada—. Y ahora creo que es hora de relajarse. ¡Muero de hambre!
En ese momento, Kaori miró a su alrededor, buscando a Shoto. Lo vio sentado tranquilamente en la manta, observándola desde lejos con esa mirada calmada y analítica que siempre le había caracterizado. Sin pensarlo mucho, Kaori se acercó a él. Cuando llegó a donde estaba, simplemente se dejó caer con suavidad, recostándose en sus piernas.
Shoto se sorprendió levemente ante su acción, pero dejó que Kaori se acomodara y, sin decir mucho, comenzó a pasarle los dedos suavemente por el cabello, como si fuera lo más natural del mundo. El contraste entre su mano fría y la calidez del sol que aún brillaba en el parque era reconfortante.
—Jugaste bien —dijo el bicolor en voz baja.
Kaori sonrió, mirando hacia el cielo mientras sentía el ritmo lento y relajado de sus caricias en el cabello. A su lado, podía escuchar las risas y bromas de sus compañeros, pero en ese momento todo parecía más distante, más tranquilo.
—Gracias —Kaori murmuró, su cuerpo relajándose aún más contra él.
—Eres realmente buena en voleibol —agregó—. No sabias que jugabas tan bien.
—Me gusta mucho jugar —respondió la pelirosada, su sonrisa suave, mientras giraba un poco para mirarlo mejor—. Además, Bakugo es un buen compañero cuando no está gritándole a todo el mundo.
Shoto sonrió ligeramente, un gesto que solo Kaori lograba arrancarle con tanta facilidad. Sabía que Bakugo podía ser ruidoso, pero también respetaba lo buen competidor que era.
—Él te respeta —dijo, casi como si fuera una afirmación inevitable.
Kaori soltó una pequeña risa, cerrando los ojos por un momento mientras seguía disfrutando del tacto de sunovio en su cabello.
—Supongo que sí. Creo que le gusta que no me asuste tan fácilmente cuando grita —comentó en un tono de broma, lo que hizo que Shoto soltara una risa suave.
Mientras el resto de los compañeros seguían con sus actividades en el picnic, compartiendo comida y risas, Kaori y Shoto encontraron un momento de paz en medio del bullicio. Para Kaori, estar con él así, sin necesidad de palabras grandilocuentes o gestos exagerados, era suficiente. Sabía que él la entendía mejor que nadie, incluso en sus silencios.
El tiempo parecía detenerse mientras el sol comenzaba a bajar en el horizonte, tiñendo el cielo con tonos anaranjados y rosados. Era un momento perfecto, uno de esos que ella sabía que atesoraría para siempre.
JES'S NOTE !
GRACIAS POR LOS 10K DE LEÍDOS 🩷 lo apreció muchísimo !!
me di cuenta de que kaori es demasiado igual a mi, Y LES JURO QUE NO LO HICE APROPÓSITO 😭 pero le gusta el chocolate, los gatos, el voleibol, cocinar y pintar... es una copia mía, la amo 💪🏻
para mi es canon que bakugo es bueno en cualquier deporte, no importa si nunca antes lo había jugado, él simplemente es bueno en todo 🙇🏻♀️ y el voleibol no es la excepción. aunque también hay que admitir que kaori y bakugo hacen muy buen equipo 😊
no se si se habrán dado cuenta, pero bakugo ahora es mucho más disimulado con su pequeño enamoramiento hacía kaori (por ahora) 🫱🏻🫲🏼 pero sigue odiando que este con shoto 😛
les dejo una fotito de mis niños en su cita 🩷 los adoro
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