thirty six. bitter talk
O36 | BITTER TALK
Al amanecer del nuevo día, Kaori se despertó con una sensación de agotamiento que la envolvía como una manta pesada. Había pasado la noche pensando en el tiempo que había compartido con Shoto, la había dejado inquieta y con la mente agitada. Mientras se colocaba su uniforme, un gran bostezo escapó de sus labios, reflejando lo cansada que realmente estaba.
Al salir de su habitación, notó que el pasillo de los dormitorios estaba en completo silencio; era evidente que aún nadie había despertado. La tranquilidad del lugar la hizo sentir ansiosa, así que se apresuró hacia la salida, decidida a no perder tiempo.
Al abrir la puerta, se encontró con Izuku y Kirishima, quienes hablaban animadamente.
—¡Kaori! ¿Tú también vas a tu residencia? —exclamó Kirishima, su energía habitual iluminando la escena—. ¡Qué coincidencia!
—Sí, pero me dijeron que no necesitaba mi traje —murmuró la aludida, confundida por la repentina falta de actividad que había esperado.
Justo en ese momento, la puerta de los dormitorios se abrió de nuevo, haciendo que el trío se girara hacia el sonido. Ante sus ojos aparecieron Uraraka y Tsuyu, que se acercaban con sonrisas brillantes.
—¡Buenos días! ¿Van a salir? —la castaña preguntó, mostrando su entusiasmo habitual.
—Sí —respondieron los contrarios al unísono.
—Qué coincidencia, nosotras también —añadió Tsuyu.
Kaori sonrió levemente.
—Entonces será mejor que nos vayamos. El tren a esta hora está lleno.
Mientras avanzaban juntos hacia la estación, Kaori se dio cuenta de que, de alguna manera, todos parecían ir en la misma dirección. Esa no era una coincidencia habitual, ya que cada uno de ellos asistía a diferentes agencias. Con cada paso, la curiosidad se apoderó de ella. ¿Iban todos a la misma reunión?
Cuando finalmente abordaron el mismo vagón del tren, su suposición se confirmó. Miró a sus compañeros y se preguntó si también estaban al tanto de lo que sucedía con Chisaki y el Hassaikai.
Al llegar al edificio, se encontraron con los tres grandes en la entrada. Nejire fue la primera en notar su presencia, acercándose con una sonrisa deslumbrante.
—¡Qué sorpresa verlos aquí! —exclamó, irradiando entusiasmo.
—Sí, ¡parece que todos nos hemos reunido! —Uraraka respondió, claramente emocionada.
—Es genial que estemos todos juntos —dijo Kirishima, mirando a su alrededor con una sonrisa—. Creo que será una gran reunión.
Mientras la conversación continuaba, Kaori se acercó a Tamaki, notando cómo su expresión era un reflejo de la preocupación que ella misma sentía. Una vez a su lado, susurró:
—¿Fat Gum te citó aquí?
—Sí, ¿a ti también? —preguntó en voz baja, mirándola de reojo.
—Mi madre me dijo que nos reuniríamos aquí en vez de vernos en su agencia —respondió la pelirosada, tomando una pausa antes de continuar—. Creo saber de qué se trata.
Tamaki frunció el ceño, como si tratara de procesar la información y ordenar sus pensamientos.
—Espero que no sea nada grave.
Justo entonces, Nejire se unió a la conversación, notando la seriedad en sus rostros.
—¿De qué están hablando? ¿Algo emocionante?
—Estamos tratando de averiguar qué nos espera en la reunión —Kaori murmuró luego de compartir una breve mirada con el chico a su lado.
—No se preocupen —dijo Uraraka, colocándose entre ellas con una sonrisa tranquilizadora—. Cualquiera que sea la noticia, la enfrentaremos juntos.
Con las palabras de la castaña en mente, el grupo dejó de lado cualquier duda y, con renovada energía, se apresuró a entrar al edificio. Apenas cruzaron las puertas, los chicos quedaron impresionados al ver el gran número de héroes reunidos en el lugar: desde los famosos de alto rango que aparecían regularmente en los medios hasta héroes locales que apenas se conocían en su comunidad. El ambiente era denso, cargado de una gravedad inusual.
Observando cómo sus compañeros se dirigían a sus respectivos tutores, Kaori recorrió la sala en busca de su madre. Al no encontrarla, decidió acercarse a Aizawa, quien estaba de pie, con los brazos cruzados y su semblante serio de siempre.
—Profesor Aizawa, ¿qué hace aquí? —preguntó Kaori, en un susurro, como si temiera interrumpir sus pensamientos.
—Me llamaron de repente —el hombre respondió con su tono usualmente indiferente—. Pero creo tener una idea de lo que podría ser.
—¿Cree que es por lo del Hassaikai?
Aizawa lanzó un leve suspiro, mostrando que estaba algo impresionado por su capacidad de deducción.
—Tal vez. Y tú, ¿qué sabes hasta ahora?
—Mi madre mencionó algo sobre una investigación en curso, pero no me dio muchos detalles —habló en voz baja—. Solo sé que es algo peligroso y que debemos estar preparados.
—Entonces, mantén los ojos bien abiertos —le aconsejó Aizawa, mirándola con una seriedad paternal—. Si algo se sale de control, recuerda que tus compañeros y yo estamos aquí.
En ese momento, Seoyeon apareció entre la multitud y se acercó a ellos con una sonrisa tranquila, aunque sus ojos reflejaban una determinación firme.
—A pesar de que sean estudiantes, trabajarán duro durante la residencia —le recordó Seoyeon a Kaori, colocando una mano en su hombro en señal de apoyo.
—Sí, madre, lo sé —Kaori respondió, tratando de ocultar su nerviosismo bajo una fachada de confianza.
Seoyeon le dedicó una sonrisa comprensiva antes de girarse hacia un hombre alto y serio que se encontraba a unos pasos de ellos.
—Nighteye, ¿comenzamos?
El aludido, quien había estado en silencio hasta entonces, asintió con una inclinación de cabeza y ajustó sus lentes.
—Gracias a la información obtenida, la investigación ha avanzado considerablemente. Haremos una conferencia para compartir lo que sabemos sobre los planes de una organización en particular: el Shie Hassaikai.
Kaori miró a su madre con un toque de asombro, dándose cuenta de la importancia de la situación.
—¿Por qué compartir esto con nosotros, siendo estudiantes?
—Porque, al ser parte de esta residencia, estarán en el campo. No podemos permitir que vayan desinformados; es crucial que sepan a lo que se enfrentan —Seoyeon hizo una pausa, su mirada se endureció—. Esta misión requiere que trabajen en equipo. No intenten resolverlo todo solos, no es momento de actuar de forma impulsiva.
Nighteye los observó a todos, para luego decir con firmeza:
—Confío en que todos ustedes contribuirán a esta misión. Ahora, acompáñennos.
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Los minutos pasaban con lentitud en la sala de conferencias, donde el silencio imperaba mientras los héroes esperaban pacientemente a que los líderes de la investigación comenzaran. Era un espacio amplio, iluminado de forma tenue, como si las paredes mismas contuvieran la gravedad de las situaciones discutidas ahí. Kaori, sentada junto a sus compañeros, sentía su respiración algo agitada. La presencia de tantos héroes de renombre la impresionaba, pero también la hacía sentir ansiosa al no saber de qué iban a hablar.
De repente, la voz enérgica de Bubble Girl resonó, sacando a todos de sus pensamientos.
—¡Bien, comencemos! —exclamó ella con una chispa de energía que captó inmediatamente la atención de todos—. La agencia de Nighteye y Umbra ha investigado durante las últimas dos semanas al grupo de villanos conocido como Shie Hassaikai.
—¿Por qué? —preguntó uno de los héroes, con curiosidad.
—Hubo un incidente con una pandilla llamada Reservoir Dogs —la contraria explicó brevemente—. La policía lo consideró un accidente, pero algunos detalles no cuadraban, así que decidimos investigar más a fondo.
—Yo continúe investigando —Seoyeon habló con seriedad, desviando la atención hacia ella—. Al hacerlo, descubrí que en el último año han estado en contacto con otro grupo involucrado en asuntos turbios que trata de expandir su organización y aumentar sus fondos. Poco después de empezar, contactaron con un miembro de la liga de villanos: Jin Bubaigawara, Twice.
Al escuchar esas palabras, Kaori sintió un escalofrío recorrerle la espalda. La mención de la Liga de Villanos hizo que su mente viajara de forma inevitable hacia Kaneki. La posibilidad de enfrentarse a él en combate la inquietaba, y su mirada se oscureció.
—Hemos seguido sus movimientos hasta donde hemos podido —continuó Seoyeon, visiblemente preocupada—. Pero inevitablemente, desaparecieron de nuestro radar.
—Con ayuda de la policía confirmamos que hubo un altercado entre ambos grupos —Centipeder añadió.
—Dado que la Liga de Villanos está involucrada, Tsukauchi y yo fuimos convocados —explicó Gran Torino.
—¿Dónde está Tsukauchi?
—Fue a investigar las declaraciones de los testigos —el hombre respondió, dirigiéndose a todos en la sala y luego a Midoriya—. Mocoso, no pensé verte aquí. Temo meterte en otro problema.
—No es ningún problema —se apresuró a negar el peliverde.
Mirio observó con curiosidad la conversación que el héroe estaba teniendo con su compañero de residencia.
—¿Lo conoces? —preguntó, con una sonrisa.
—Sí, estuve con él en mis prácticas —Izuku respondió, con una leve sonrisa en el rostro.
—Por mucho que sean de la UA, ¿por qué hay niños aquí? —Rock Lock dijo con seriedad, dirigiéndoles una mirada crítica a los estudiantes—. No valdrán para nada. Se pondrá el sol antes de llegar al plan.
—¡No digas eso! —Fat Gum exclamó con indignación, colocándose de pie con fuerza—. ¡Estos dos tienen información superimportante!
—¿Nosotros? —Kirishima preguntó con confusión al ver como el héroe los apuntaba.
Kaori reprimió una risa mientras observaba a Tamaki bajar la mirada, claramente incómodo al ser el centro de atención. Aunque sabía que él detestaba esas situaciones, no pudo evitar sonreír con cariño ante su reacción.
Fat Gum decidió presentarse formalmente, con una sonrisa amistosa.
—Quizás no nos conozcamos mucho. Soy Fat Gum, ¡un placer trabajar con todos ustedes!
—Sospechamos que la principal fuente de ingresos del Hassaikai son las drogas —Nighteye anunció, haciendo que la atención se volviera a posar en él. Su voz grave resonaba en cada rincón—. Para combatirlos, solicité el apoyo de héroes experimentados en este tipo de casos.
—Ya atrapé a muchos así. Y luego, en la pelea debut de Red Riot... —el hombre se detuvo, apretando su puño con fuerza antes de continuar hablando—. Le dispararon a Tamaki algo que nunca antes había visto. Una droga que destruye dones.
La tensión en la sala se intensificó de inmediato. Kaori y Mirio se levantaron casi al mismo tiempo, sus ojos abiertos gracias a la nueva información que acababan de recibir.
—¡Tamaki! ¿Estás bien? —preguntaron ambos a la vez, su preocupación evidente.
—Estoy bien. Me recupere después de dormir —respondió el aludido en voz baja, para luego elevar una de sus manos en el aire—. Miren esta pezuña de vaca.
Kaori soltó una pequeña risa al verlo, aliviada.
—¿Desayunaste carne de res? —preguntó en tono de broma, intentando restar tensión a la situación.
—Es un alivio que pueda recuperarse —Rock Lock los interrumpió, impidiendo que los jóvenes continuaran con su conversación—. No desaparece del todo.
—Eraser Head nos hablara de eso.
Aizawa fue el siguiente en tomar la palabra, explicando brevemente cómo funcionaba su propio don y las diferencias en relación con la droga. Aunque Kaori ya conocía el don de su profesor, escuchó con atención, comprendiendo que la situación era mucho más compleja de lo que había pensado.
—¿Analizaron la parte donde le dispararon? —cuestionó Nighteye, haciendo referencia a Tamaki.
—No encontramos nada fuera de lo normal en su cuerpo. Solo afectó su don. El hombre que disparó tampoco dijo nada. Solo tenía una bala y la pistola se destruyó después de dispararla —Fat Gum respondió, apretando el puño con frustración—. Pero gracias a que Kirishima hizo que rebotara una en su cuerpo, pudimos conseguir otra con la droga.
—¿Yo? —el pelirrojo exclamó, apuntándose a si mismo con sorpresa—. ¡Que sorpresa! ¡No lo esperaba!
—Al analizar el contenido, descubrimos algo que me enfermo —continuó el héroe con seriedad—. Tenía sangre y células humanas.
Al oír las palabras de Fat Gum, Kaori sintió un escalofrío recorriéndole la espalda, y el aire en la sala pareció volverse denso, casi asfixiante. Cada héroe allí presente escuchaba en completo silencio, digiriendo la seriedad de la información que acababan de recibir.
Su mente volvió sin esfuerzo a la imagen de Eri, la pequeña niña que había visto el día anterior, envuelta en vendas y con una mirada perdida, llena de un sufrimiento inexplicable para alguien tan joven. ¿Acaso era esta la razón por la que tenía esas heridas? ¿Era posible que aquel pequeño ser inocente estuviera relacionado con algo tan oscuro? La sola idea le revolvía el estómago, y la impotencia comenzaba a hacerse un hueco en su interior.
—Esto parece sacado de otro mundo...
—Entonces, ¿el efecto de la droga proviene del don de otra persona? —Ryukyu murmuró con el ceño fruncido—. Un don que destruye otros dones.
—No sé si estoy entendiendo... —dijo uno de los héroes, con el tono incierto—. ¿Qué tiene que ver el Hassaikai con esto?
—El criminal que Kirishima capturó estaba usando esa droga ilegal. Las redes de distribución son complejas y están bien escondidas. Aunque últimamente han disminuido, aún hay muchas organizaciones y personas que la venden, hasta llegar a los usuarios finales —explicó Fat Gum con voz baja—. No tenemos pruebas definitivas de que el Hassaikai sea quien distribuye esta droga, pero sabemos con certeza que están colaborando con un intermediario.
Kaori sintió que una ola de ira y determinación la envolvía. Su corazón latía con fuerza mientras sus pensamientos giraban alrededor de Eri. No podía quedarse de brazos cruzados mientras alguien usaba el sufrimiento ajeno para sus propios fines.
La chica se llevó una mano al pecho, como si quisiera calmar el torbellino de emociones que amenazaba con arrollarla. Kaori no solo quería proteger a Eri; quería proteger a cualquiera que pudiera convertirse en una víctima de este retorcido experimento. De ahora en adelante, daría lo mejor de sí para enfrentarse a este reto.
La conversación continuaba, pero Kaori había dejado de escuchar. Su mente aún intentaba digerir toda la información que había oído. Sin embargo, su atención fue arrancada de golpe cuando escuchó a Nighteye pronunciar el nombre de la pequeña.
—Chisaki tiene una hija llamada Eri —dijo el hombre—. No hay registros oficiales de su nacimiento, pero cuando Kaori, Midoriya y Mirio la encontraron, estaba cubierta de vendajes en los brazos y piernas.
—¿Estamos hablando de algo tan horrible? —murmuró Ryukyu, sin disimular el horror en su voz.
—Son superhumanos —Gran Torino respondió con simpleza—. Si pueden imaginarlo, encontrarán la forma de hacerlo...
Kirishima, con el ceño fruncido y una expresión de confusión en su rostro, miraba a los héroes sin entender completamente la magnitud de lo que se discutía. Sus ojos iban de un héroe a otro, tratando de encontrar respuestas.
—¿Qué... Qué significa eso? —preguntó.
—Chisaki está usando el cuerpo de Eri para convertirlo en balas y venderlas —Kaori respondió en voz baja, con la mirada perdida en algún lugar de la habitación—. Eso es lo que hace con ella.
La sala entera quedó en silencio. Los compañeros de clase de la pelirosada intentaron asimilar lo que acababan de escuchar. La crueldad de aquella revelación parecía demasiado grotesca para ser cierta.
—¿En serio? —cuestionaron rápidamente.
—No sabemos con certeza si realmente está vendiendo estas balas, al menos no aún. En esta fase, la droga aún no ha demostrado ser cien por ciento eficiente —explicó Nighteye con seriedad—. Pero es posible que las esté usando como muestras para atraer aliados a su causa. Aunque no tenemos evidencia contundente, Chisaki está reuniendo miembros y financiando sus actividades. ¿Y si logra crear una droga que destruya el don de una persona por completo?
—¿No se habría solucionado todo si estos tres solo hubieran tomado a la niña y se la llevaran? —Rock Lock bufó con desdén.
Kaori sintió como aquellas palabras le atravesaban, llenándola de una sensación de fracaso que apenas podía soportar. Sabía que el hombre tenía razón en cierta parte; habían tenido a Eri tan cerca, tan cerca de salvarla, pero no lo hicieron. Había sido completamente inútil.
—La responsabilidad es mía. Por favor, no los culpen —pidió Nighteye con tranquilidad—. Aunque no estaban al tanto de toda la información, actuaron para rescatar a la niña ese día.
Seoyeon, observando la tensión en el rostro de su hija, intervino en su defensa:
—Kaori y Midoriya estaban dispuestos a arriesgarse y llevarse a Eri en ese momento —la mujer habló, recordando los eventos—. Pero fue Mirio quien intervino, esperando una situación más segura. Sé con certeza que ahora mismo ellos son los más frustrados.
—La salvaremos la próxima vez —Kaori declaró con fuerza.
—¡Lo prometo! —exclamaron al unísono los tres aludidos, con la certeza de que esta vez no fallarían.
—Sí. Ese es nuestro objetivo ahora.
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La reunión había terminado hacía unos minutos, pero una sensación amarga se mantenía en Kaori, haciéndola sentir como si una pesada carga oprimiera su pecho. Ahora, ella y sus compañeros de la U.A, estaban reunidos en una pequeña sala apartada de los demás. El ambiente entre ellos era tenso; nadie tenía ánimos para hablar, y todos mantenían la mirada fija en la mesa, hundidos en sus pensamientos.
—Tendría que haberme llevado a Eri a la fuerza. De esa forma ella... —Kaori murmuró con impotencia, aunque se detuvo antes de terminar la frase. La idea de lo que podría haber hecho y no hizo solo aumentaba su frustración.
—Qué terrible... —Kirishima murmuró también, apretando los puños con la misma rabia contenida.
Uraraka miró a su amiga con pena, sabiendo cuánto debía estar pesándole la situación en este momento. Conocía a Kaori y sabía que se estaba echando toda la culpa. Izuku y Mirio también lucían decaídos, lo cual era extraño en ellos, ya que sus energías normalmente llenaban cualquier habitación.
De repente, el sonido del ascensor deteniéndose en su piso los sacó de sus pensamientos, haciéndolos voltear hacia la puerta. Cuando esta se abrió, vieron a Aizawa caminando hacia ellos con seriedad.
—Esto parece un funeral —comentó el hombre, sin rodeos.
—Profesor... —Tsuyu murmuró, sorprendida de verlo.
—Llámame Eraser Head fuera de la U.A —pidió, deteniéndose frente a sus estudiantes y mirándolos fijamente—. Antes de esto, iba a pedir que suspendieran sus permisos de trabajo a partir de hoy mismo.
Los chicos lo miraron, sorprendidos, sin comprender el motivo detrás de esa decisión. Kirishima se levantó de un salto y exclamó:
—¿Qué? ¿Y eso por qué?
—Ya oyeron que la Liga de Villanos podría estar involucrada. Eso lo cambia todo —Aizawa respondió, mirando en especial a Kaori e Izuku. Ambos lucían culpables, y sus expresiones reflejaban la carga que sentían en sus corazones—. Pero bueno, Midoriya, aún no has recuperado mi confianza después de lo de Camino. Y tú, Kaori, deberías recordar que no puedes salvar a todos sola. Tienes que apoyarte en los demás.
Las palabras de su profesor hicieron que los rostros de sus estudiantes se iluminaran. Sabían que esta era su oportunidad de demostrar lo que podían hacer, y no la iban a desaprovechar.
—Además, estoy seguro de que, aunque tratara de detenerlos, ustedes igual irían por su cuenta —continuó el hombre, agachándose frente a ellos con una leve sonrisa cansada—. Los estaré vigilando. Si van a hacer esto, háganlo bien. ¿Me escucharon, niños problema? —preguntó, extendiendo ambos puños hacia Midoriya y Kaori.
Kaori sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas al escuchar esas palabras de apoyo. Sabía que su profesor solo quería protegerlos, y eso la conmovía. Tras unos segundos, tanto ella como Midoriya chocaron sus puños con los de Aizawa, esbozando una gran sonrisa.
—Mirio, ya alza la cabeza —Tamaki pidió, mirando a su amigo con preocupación.
—¡Oye, déjame decirte algo! —exclamó Nejire, en un intento de animar el ambiente—. Lamentarte tanto y deprimirte no cambiará las cosas, ¿sabías?
—Sí... —el rubio murmuró, sorbiendo su nariz.
—No se preocupen —la voz de Aizawa resonó nuevamente—. Que la hayan dejado ir esta vez no significa que no puedan encontrarla y devolverle la esperanza a Eri. Alcen la mirada.
—¡Sí! —Izuku exclamó con entusiasmo, sintiendo renacer la determinación en su interior.
—Profesor Aizawa...
—Llámame Eraser, ¿quieres? —suspiró el profesor, mirando a Uraraka, quien asintió con una sonrisa.
—¡Lo seguiré toda la vida, Eraser Head! —Kirishima gritó, levantando un puño en el aire.
—¡Sí! ¡Lo seguiremos hasta que esté harto de nosotros! —añadió Kaori con entusiasmo.
—No, no lo harán —los interrumpió Aizawa, aunque no pudo ocultar la leve sonrisa que se dibujaba en su rostro.
—¡Perdón! —exclamaron Kaori y Kirishima al unísono, haciendo una reverencia con expresión divertida.
—Chicos, no griten...
En ese momento, Mirio se puso de pie y miró a sus compañeros con una confianza restaurada y una sonrisa resuelta en su rostro.
—La salvaremos esta vez —afirmó, mirando a sus amigos con determinación.
—¡Lo haremos! —exclamaron todos, uniéndose a él en una promesa silenciosa pero inquebrantable.
El ambiente en la sala cambió; ahora había esperanza y decisión en cada uno de ellos. Sabían que esta vez no fallarían, que lucharían hasta el final para salvar a Eri y devolverle la luz que le habían robado.
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Cuando finalmente llegaron a la U.A, Kaori se alejó de sus amigos y llegó a la parte trasera del edificio de los dormitorios, respiró profundamente, sintiendo el peso de todo lo que había pasado durante el día. La noche caía, y el ambiente tranquilo le daba el espacio que necesitaba para sumergirse en su propio mundo, enfrentándose a su don más temido: las sombras.
Kaori había estado evitando esta práctica desde hacía tiempo. Las sombras le traían recuerdos amargos y sentimientos oscuros que prefería ignorar. Pero hoy, después de todo lo que había descubierto sobre Eri, sentía que no podía permitirse seguir huyendo. Sabía que tendría que enfrentarse a sus miedos y fortalecer su poder si quería ser útil y proteger a quienes la necesitaban. Eri estaba sufriendo, y Kaori no podía quedarse de brazos cruzados.
Con determinación renovada, comenzó a calentar su cuerpo y su mente para lo que sería una sesión de entrenamiento desafiante.
Primero, Kaori cerró los ojos y realizó ejercicios de respiración para calmar su mente. Inspiraba profundamente, llenando sus pulmones y liberando el aire lentamente, dejando que cada exhalación alejara un poco sus miedos. Con cada respiración, visualizaba sus emociones negativas como una especie de neblina oscura que se disipaba al salir de su cuerpo. Sabía que controlar el don de las sombras requería equilibrio interno, y esa paz era el primer paso. Continuó respirando lentamente, tratando de anclar su mente en pensamientos positivos: la fuerza de sus amigos, la esperanza de salvar a Eri y su deseo de ser útil.
Después de varios minutos de concentración, Kaori extendió las manos y enfocó su energía en la punta de sus dedos, recordando cómo las sombras habían surgido en otras ocasiones sin control. Esta vez, en lugar de permitir que brotaran libremente, intentó moldearlas y reducirlas a un tamaño manejable. La sombra emergió suavemente de su piel, como si respondiera a su llamada, pero aún se sentía inestable y desobediente. Al principio, era solo una pequeña nube oscura que flotaba alrededor de su mano, pero pronto comenzó a dispersarse, intentando rodearla.
La chica contuvo la respiración mientras trataba de mantener la sombra en un solo lugar.
El primer ejercicio que decidió hacer era mantener la sombra en la palma de su mano. Sabía que sonaba simple, pero la tarea era mucho más difícil de lo que parecía, especialmente porque, con cada segundo que mantenía el don activo, sentía cómo sus pensamientos negativos intentaban apoderarse de su mente. La culpa por no haber salvado a Eri, el miedo de no ser suficiente, todo eso surgía, provocando que la sombra temblara y se descontrolara. Pero Kaori no se rindió. Apretó los dientes y sostuvo la sombra, enfocándose solo en el presente, tratando de que sus emociones no la dominaran.
A continuación, decidió dar un paso más. Con mucho esfuerzo, moldeó la sombra en su palma hasta darle una forma más definida. La convirtió en una pequeña esfera negra, compacta y opaca. Este ejercicio la ayudaba a tener mayor control sobre la cantidad de sombra que generaba y, al mismo tiempo, a concentrarse en una sola emoción positiva, como la determinación. Imaginaba que esa pequeña esfera representaba su deseo de proteger, su promesa de ayudar a Eri. Mantuvo la esfera en la palma de su mano durante varios minutos, hasta que empezó a sentir que podía manejarla sin tanta dificultad.
Después de unos minutos de práctica en esta forma, Kaori extendió ambas manos y permitió que la sombra se expandiera, esta vez intentando darle una forma alargada y fina, como un látigo. Quería ser capaz de usar las sombras para defensa, y este ejercicio le permitiría mejorar su control en combate. Movió el látigo oscuro en el aire, lanzándolo hacia adelante y luego hacia los lados, como si estuviera enfrentándose a un enemigo invisible. Pero cada vez que la sombra se extendía, sentía el peso de sus propios temores tratando de desbordarla.
Decidió entonces hacer un ejercicio diferente, uno que su madre le había recomendado para aprender a integrar las sombras con su propio movimiento. Comenzó a desplazarse en círculos, moviéndose ágilmente, mientras mantenía una sombra alrededor de sus pies, como una segunda piel oscura. La sombra rodeaba sus tobillos y subía por sus piernas, pero el desafío era mantenerla en su lugar mientras se movía, sin permitir que se dispersara.
Este ejercicio requería una enorme cantidad de concentración, ya que cualquier desequilibrio mental hacía que la sombra se expandiera y amenazara con envolverla. Al principio, falló varias veces y terminó con la sombra cubriéndola entera, como una niebla densa que le hacía sentir como si se ahogara en sus propios miedos.
Sin embargo, no se dejó vencer. Una y otra vez, Kaori volvió a intentarlo, tratando de visualizar la sombra como una extensión de su cuerpo, en lugar de un poder descontrolado. Finalmente, después de varios intentos, logró mantener la sombra a su alrededor mientras se movía, manteniéndola en una capa fina y controlada.
El entrenamiento había sido agotador, pero Kaori sentía que había dado un paso importante. Había enfrentado sus propios temores y, aunque aún tenía un largo camino por recorrer, sentía que estaba un poco más cerca de dominar sus sombras.
Exhausta, pero llena de una nueva determinación, Kaori suspiró profundamente mientras recogía sus cosas, sus manos temblando levemente tras el intenso entrenamiento. Las sombras se disipaban lentamente a su alrededor, pero podía sentir el peso de las emociones acumuladas en su pecho.
Mientras caminaba de regreso hacia el edificio de los dormitorios, la noche envolvía el campus en un silencio casi total, interrumpido solo por el sonido de sus pasos sobre la hierba. Cuando giró en el último sendero, vio una figura familiar esperándola en la entrada del edificio. Era Aizawa, quien la observaba con una mezcla de preocupación y reproche en su mirada. El profesor cruzó los brazos mientras ella se acercaba, y aunque su expresión era severa, había un atisbo de alivio en sus ojos.
—Kaori —dijo Aizawa con voz calmada, pero firme—. ¿Sabes qué hora es?
Kaori bajó la mirada, sintiéndose culpable al recordar que había perdido la cena y que no había avisado a nadie.
—Lo siento, profesor —respondió en voz baja—. Me distraje entrenando y... Bueno, perdí la noción del tiempo.
Aizawa suspiró, sacudiendo la cabeza ligeramente.
—Sé que tienes mucho en mente, pero también necesitas descansar. No puedes ayudar a nadie si te agotas por completo, y menos si pierdes el control —le recordó—. Además, no estás sola en esto, ¿entiendes?
Kaori asintió, notando que, aunque sus palabras eran firmes, había un tono de empatía en ellas. La preocupación en sus ojos era innegable. Durante años, Aizawa había sido como un mentor para ella.
—Lo sé... —respondió Kaori, mirando al suelo. No sabía cómo explicar la sensación de que el tiempo se le escapaba, de que no podía permitirse descansar mientras no tuviera suficiente control para proteger a Eri—. Solo... Siento que si no entreno lo suficiente, no seré de ayuda cuando más lo necesiten.
El hombre la observó en silencio por un momento, su mirada evaluadora pero comprensiva. Se arrodilló para mirarla a los ojos y colocó una mano en su hombro.
—La dedicación es importante, Kaori, pero también lo es reconocer tus propios límites. Y hoy has demostrado que tienes esa madurez al detenerte cuando empezaste a sentir que las sombras te superaban —comentó, dando un ligero apretón en su hombro como muestra de apoyo—. No se trata solo de fuerza o de habilidad. Controlar tu don es un equilibrio entre poder y tranquilidad mental.
Las palabras de su profesor parecían calar hondo en ella. Kaori tomó una profunda respiración, sintiendo cómo el peso en su pecho se aliviaba un poco. Aizawa había entendido sin que ella tuviera que decirlo. Era reconfortante saber que no estaba sola en este proceso, que tenía alguien dispuesto a guiarla.
—Gracias, Eraser —dijo ella, finalmente mirándolo a los ojos y mostrando una pequeña sonrisa—. Trataré de recordarlo.
—Eso espero, porque vas a necesitar toda tu energía para lo que se avecina —respondió él, enderezándose y dándole una última mirada de advertencia—. Ahora, ve a cenar algo. Aunque ya haya terminado la cena, Todoroki se encargo de guardar comida para ti.
Kaori asintió y se dirigió hacia la entrada del edificio, sabiendo que aún tenía muchas cosas por mejorar, pero sintiendo que, con el apoyo de personas como Aizawa, ese camino sería un poco menos solitario.
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El comedor estaba apenas iluminado por el tenue resplandor de la luna que se filtraba a través de las cortinas. El resto de los estudiantes dormían profundamente, sumidos en un silencio que llenaba todo el edificio. Kaori, sin embargo, se encontraba aún en el comedor, terminando los últimos bocados de su cena. La tranquilidad de la noche era una compañía agradable, aunque algo inquietante. Las luces estaban apagadas porque no quería molestar a nadie, pero ese detalle comenzaba a jugarle en contra. Las sombras de la estancia parecían moverse con cada parpadeo, y un escalofrío recorrió su espalda.
Sabía que su imaginación podía jugarle malas pasadas, sobre todo después de días tan agotadores como el que acababan de tener.
Mientras recogía su plato, Kaori intentó convencerse de que todo estaba bien. Sin embargo, un ruido leve, como un susurro, rompió la quietud. Se quedó paralizada. Lentamente, giró la cabeza hacia el origen del sonido, pero no logró distinguir nada más que una sombra más oscura que el resto.
—¿Hola? —murmuró, su voz apenas un susurro que apenas rompió el silencio.
No hubo respuesta. El miedo comenzó a abrirse paso entre su lógica. Un sudor frío bajó por su frente mientras giraba completamente hacia la sombra. En ese instante, esta se movió, avanzando hacia ella. Sin pensarlo, un grito escapó de su garganta, agudo y desesperado.
—¡AHHHH!
Su instinto de supervivencia se activó, y con un movimiento rápido, encendió su don de energía solar. Una luz cálida e intensa llenó el comedor, haciendo que las sombras retrocedieran y revelando a la figura que tenía enfrente. Su corazón latía con fuerza, pero apenas reconoció el cabello rubio desordenado y la expresión de irritación, soltó un largo suspiro de alivio.
—¡¿Bakugo?! —exclamó, llevándose una mano al pecho mientras intentaba calmarse. Su luz solar comenzó a menguar, aunque aún quedaba suficiente para ver claramente al chico frente a ella.
El rubio la miraba con el ceño fruncido, cruzado de brazos y con su típica expresión de molestia.
—¿Qué demonios te pasa, pelo de chicle? ¡¿Por qué gritas como si hubieras visto un fantasma?! —bufó, su voz llena de exasperación.
Kaori parpadeó un par de veces, aún procesando lo que acababa de pasar. Un calor diferente, esta vez de vergüenza, subió por sus mejillas. Su reacción había sido completamente exagerada. Pero, lejos de admitirlo, decidió darle la vuelta a la situación.
—¡Yo no grité tan fuerte! —se defendió, entrecerrando los ojos—. Además, ¿qué haces tú aquí? ¡Cualquiera se hubiera asustado en mi lugar!
Bakugo soltó un bufido, visiblemente irritado, pero no pudo evitar que una pequeña sonrisa burlona asomara en la comisura de sus labios.
—Por favor, no me eches la culpa. Si no fueras tan miedosa, no te habrías puesto a gritar como una loca. Además, no estaba escondido, estaba buscando agua, ¿o es que ahora necesitas permiso para caminar por aquí?
Kaori lo fulminó con la mirada, cruzándose de brazos mientras intentaba recuperar la dignidad. Sin embargo, la tensión inicial comenzó a desvanecerse, y un pequeño destello de diversión iluminó sus ojos.
—¿Ah, sí? ¿Y qué pasa si fuiste tú quien se asustó? —preguntó con una sonrisa traviesa, inclinando ligeramente la cabeza—. Vamos, admítelo, Kats. Te asustaste cuando grité. ¡Hasta yo lo vi en tu cara!
El rubio frunció el ceño, pero el leve sonrojo en sus mejillas lo traicionó. Señaló hacia ella con un dedo, claramente molesto.
—¡Deja de decir estupideces! Yo no me asusto, ¿entendido? ¡Jamás!
Kaori no pudo contener la risa. Sabía que provocarlo podía ser peligroso, pero no era capaz de resistirse.
—¡Claro, claro! —dijo entre risas, levantando las manos en señal de rendición—. No tienes por qué ponerte así, Katsuki. Es un secreto entre nosotros, ¿vale?
Los ojos del rubio se entrecerraron, pero al final dejó escapar un suspiro resignado. Kaori sabia cómo sacarlo de quicio. Sin embargo, había algo en su sonrisa que hacía imposible enfadarse realmente con ella.
Se sentaron en la mesa, con Kaori todavía riendo suavemente mientras Bakugo trataba de ignorarla. Poco a poco, la conversación entre ambos comenzó a fluir con naturalidad, dejando atrás los insultos y las bromas. La tensión inicial que había llenado el comedor parecía haber desaparecido por completo, sustituida por una calma inesperada.
Bakugo se apoyó en el respaldo de la silla, mirándola de reojo mientras tamborileaba los dedos contra la mesa. Había algo que le rondaba la cabeza, y aunque no solía preocuparse por los demás abiertamente, no podía evitar notar que Kaori había estado más ausente de lo normal ese día.
—Oye, pelo de chicle —dijo de repente, rompiendo el breve silencio entre ellos. Su tono era menos agresivo de lo habitual, aunque todavía tenía ese filo característico que nunca lo abandonaba—. ¿Dónde demonios estuviste todo el día? No te vi en ningún entrenamiento, ni siquiera en la hora de comida.
Kaori sintió cómo su cuerpo se tensaba de inmediato. La pregunta la tomó por sorpresa, aunque debería haberlo previsto. Bakugo era más observador de lo que parecía, y por mucho que intentara disimularlo, le importaba lo que ocurría con sus amigos, aunque lo demostrara a su manera.
De forma inmediata, la chica recordó las palabras de los héroes cuando tuvo la reunión con ellos esa tarde, discutiendo los detalles del enfrentamiento con el Shie Hassaikai y el papel que ella iba a tomar. Le habían dejado claro que debía mantener todo en secreto por ahora.
Kaori alzó la vista hacia Bakugo, notando cómo la miraba con curiosidad, aunque en sus ojos todavía brillaba un rastro de desconfianza. Sabía que no podía darle una respuesta directa, así que optó por cambiar el tema rápidamente. Forzó una sonrisa y señaló hacia el plato vacío frente a ella.
—La comida estaba deliciosa —dijo, tratando de sonar lo más casual posible—. ¿Sabes si queda algo más? Creo que todavía tengo un poco de hambre.
La táctica no pasó desapercibida para Bakugo, quien frunció el ceño de inmediato. No era tonto, y podía darse cuenta cuando alguien intentaba evadir una pregunta. Sin embargo, decidió no insistir. Por ahora. En cambio, alzó una ceja y adoptó una expresión de orgullo.
—¿Obvio que estaba buena, no? Yo la hice.
Kaori parpadeó, un tanto sorprendida. Aunque Bakugo siempre había sido alguien seguro de sus habilidades, no solía presumir de algo tan trivial como la comida. Pero había algo genuino en la forma en que lo dijo, como si estuviera realmente orgulloso de su trabajo.
—¿Tú la hiciste? —preguntó con un toque de incredulidad, aunque pronto esbozó una sonrisa cálida—. Bueno, tengo que admitir que estaba increíble. A veces se me olvida lo bueno que eres en la cocina, Katsuki.
El rubio se cruzó de brazos, inclinándose ligeramente hacia atrás con una expresión altanera en el rostro.
—Soy bueno en todo, Kaori. Cocinar no es la excepción. Y si pensaste que iba a dejar que alguien más preparara algo mediocre, estás loca.
Kaori no pudo evitar soltar una pequeña risa. Había algo casi entrañable en el orgullo de Bakugo, aunque lo expresara de la manera más arrogante posible. Sus palabras y su actitud lograron disipar un poco la tensión que todavía pesaba sobre ella, al menos por unos momentos.
—Bueno, entonces creo que voy a pedirte que me des clases de cocina algún día —bromeó, apoyando el codo en la mesa y descansando la barbilla en su mano.
Bakugo la miró por un instante, como si estuviera evaluando si su comentario era una broma o una súplica real. Luego, soltó un bufido que se convirtió en una ligera sonrisa.
—¿Clases? No sé si sobreviviría a eso. Pero quién sabe, tal vez me apiade de ti algún día.
Kaori rió de nuevo, aunque en el fondo sentía una punzada de culpa. Sabía que Bakugo no era el tipo de persona que preguntaría dos veces por algo, pero también estaba segura de que no había creído en su intento de desviar la conversación.
Mientras la conversación continuaba, Kaori se permitió relajarse un poco más. En su mente, las imágenes del día seguían rondando, pero la calidez de la presencia de Bakugo y su actitud inesperadamente reconfortante le dieron un breve respiro.
JES'S NOTE !
HOLIS <3 hace tiempo no me pasaba por aquí a saludarlos, como están??
aunque no lo parezca, al principio yo no tenía intenciones de hacer que kaori y bakugo fueran taaaan amigos 🤔 pero su amistad simplemente se fue dando con el tiempo Y AHORA LOS AMO 🩷
al principio, a mi no me caía muy bien el rock lock, pero después fui entendiendo el porqué de su personalidad. él solo quería proteger a los niños, porque a pesar de ser estudiantes de héroes, ellos seguían siendo niños 🙇🏻♀️ DE VERDAD QUE ES EL ÚNICO QUE PARECE PENSAR EN ESO.
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