thirty seven. silent glances
O37 | SILENT GLANCES
Los días transcurrían lentamente. Mientras los héroes profesionales trabajaban sin descanso junto a Sir Nighteye y Umbra, los estudiantes se encontraban en una espera angustiante. Los líderes y mentores les habían prohibido involucrarse o siquiera hablar sobre sus trabajos de héroes en torno a la operación para capturar a Overhaul, el líder del Shie Hassaikai, y encontrar a su supuesta hija, Eri. Sin embargo, Kaori y sus compañeros no podían ni querían permanecer inactivos.
Aquella tarde, Kaori estaba en la empresa de su madre. Los grandes ventanales filtraban una luz suave que contrastaba con el ambiente de sombras controladas dentro de la sala de entrenamiento. Kaori había estado practicando sin descanso durante horas. Gotas de sudor resbalaban por su frente, pero se negaba a detenerse. Su mente estaba llena de imágenes de Eri. La sola idea de que aquella pequeña siguiera sufriendo bajo el control de Chisaki le desgarraba el alma.
—Kaori, detente un momento. Te has esforzado bastante hoy —la voz firme de su madre rompió el silencio.
La menor, que estaba concentrada en hacer que una sombra serpenteante obedeciera sus movimientos, apretó los labios y negó con la cabeza.
—No, mamá. Puedo hacerlo. Tengo que seguir... Si me detengo ahora, no estaré lista cuando llegue el momento de rescatar a Eri —contestó ella, respirando con dificultad.
Seoyeon observó a su hija en silencio, sus ojos oscuros reflejaban una mezcla de orgullo y compasión. Kaori era fuerte, decidida y tenaz, pero su madre sabía que llevarse al límite sin cesar podía hacerle más daño que bien.
—Kaori, escucha —la mujer habló, acercándose a ella y colocando una mano firme en su hombro—. El verdadero control no se alcanza agotándose. Controlar tu don significa que puedas enfrentarlo, aun cuando tus emociones y tus pensamientos se vuelvan abrumadores —sus ojos se suavizaron, pero su voz mantuvo el tono de consejo severo—. Si no encuentras la paz dentro de ti misma, las sombras siempre encontrarán una forma de dominarte.
Kaori suspiró, cerrando los ojos un instante, frustrada. Sabía que su madre tenía razón, pero la idea de detenerse mientras Eri seguía en peligro la hacía sentir inútil.
—No puedo dejar de pensar en Eri... En todo lo que le habrán hecho hasta ahora —murmuró, mirando al suelo—. ¿Y si no soy lo suficientemente fuerte para protegerla?
—Lo serás, cariño —respondió con suavidad—. La fortaleza no viene solo de cuántas horas entrenes. Viene del control que tengas sobre ti misma cuando llegue el momento. El miedo y la preocupación son normales, pero debes canalizarlos. Eri necesitará alguien fuerte, sí, pero también alguien estable, alguien que sepa cómo hacer frente a la oscuridad sin sucumbir a ella.
—Entonces... ¿Qué debo hacer? —Kaori preguntó, sinceramente interesada en el consejo de su madre.
—Primero, necesitas aprender a contener tus emociones dentro de ti sin permitir que se filtren en tus sombras —respondió su madre—. Respira hondo, concéntrate en la calma, no en la fuerza bruta. Intenta proyectar la sombra como si fuera una extensión de ti, no como un arma que controlas.
Kaori asintió y comenzó a seguir las instrucciones de su madre. Tomó una respiración profunda, cerrando los ojos por un momento para centrarse en el latido constante de su corazón, tratando de reducir el torrente de emociones que latía en su pecho. Cuando extendió la mano, las sombras respondieron, ondulando suavemente y moviéndose con fluidez alrededor de ella, casi como si se trataran de un velo que la envolvía.
—Eso es, hija. No se trata solo de proteger. Si quieres ser verdaderamente fuerte, primero debes aprender a protegerte a ti misma de tus propios miedos.
Las sombras parecían haberse vuelto más ligeras, más controladas. Kaori pudo sentir cómo una calma inusual se apoderaba de su mente y de su cuerpo, algo que no había sentido en mucho tiempo. La tensión en su pecho comenzó a disolverse, y el peso de sus preocupaciones se aligeró, aunque solo un poco.
Finalmente, tras varios minutos más de práctica, Kaori comenzó a sentir los primeros signos de agotamiento real. Sus piernas temblaban, y su mente se nublaba poco a poco.
Sus movimientos estaban impregnados de una intensidad y desesperación que Seoyeon no podía ignorar, pero sabía bien que, en momentos así, cualquier intento de persuadirla caería en oídos sordos. Como heroína y como madre, entendía la testarudez de su hija y también lo profundo de sus preocupaciones.
Sin embargo, cuando finalmente hizo una breve pausa para beber agua, Seoyeon no pudo evitar estudiar a su hija con más detenimiento. Sabía que la tenacidad de Kaori no era solo para rescatar a Eri; algo más se ocultaba en esa intensidad, algo que ella intentaba disimular.
Aprovechando el momento, la mujer se acercó con cautela y, con voz suave pero directa, le hizo la pregunta que llevaba tiempo rondando su mente.
—Kaori, ¿hay algo más que te preocupe aparte de Eri? —preguntó, mirándola con atención—. Quiero decir, ¿hay algo más que esté rondando tu cabeza estos días? Quizás... Algo que tenga que ver con la Liga.
La pregunta se quedo en el aire, mientras Kaori mantenía la botella de agua a medio camino entre sus labios y su pecho. Se sintió como si su madre hubiera golpeado en el blanco de su mayor inquietud. La mención de la Liga trajo de inmediato a su mente la imagen de Kaneki, quien aparentemente ahora se encontraba en el mismo bando que Chisaki y los otros villanos.
Kaori se tensó visiblemente, pero se esforzó por disimular, forzando una sonrisa.
—No, mamá. Solo estoy pensando en Eri. Ella es lo único que importa ahora —mintió, agachando la cabeza para que su madre no leyera la verdad en su rostro.
Seoyeon observó la sonrisa de su hija, demasiado ensayada para su gusto. Sabía bien cuándo Kaori no estaba siendo honesta, pero no la presionó. A veces, los hijos necesitaban guardar sus propias cargas, y ella, como madre, respetaba esos espacios, aunque le doliera no poder ayudarla directamente.
—Está bien, Kaori. Solo recuerda que estoy aquí para ayudarte. Si necesitas hablar o si alguna preocupación pesa demasiado puedes confiar en mí —dijo, con un tono cálido y firme.
Kaori asintió rápidamente, agradecida de que su madre no insistiera más. Sin embargo, esas palabras resonaron en ella. Por un instante, se sintió culpable de ocultarle algo tan importante, especialmente algo relacionado con Kaneki, un tema tan sensible para ambas. Pero no quería preocupar a su madre ni arriesgarse a perder el poco control emocional que había logrado reunir. Ya tenía suficiente con la presión de rescatar a Eri y el entrenamiento para controlar su don. No podía permitirse flaquear.
—Gracias, mamá. Lo recordaré.
🪷❤️🔥🧸
Kaori llegó a los dormitorios justo a la hora del almuerzo, sintiendo como sus piernas temblaban con cada paso que daba después de su intenso entrenamiento matutino. Entró en la cocina común, donde algunos de sus compañeros estaban ocupados preparando la comida. La calidez y el olor a comida casera le provocaron una sonrisa ligera, y se sintió tentada a quedarse allí, en medio de la charla relajada. Después de todo, llevaba días entrenando casi sin descanso, y un momento de compañía con sus amigos era algo que, en el fondo, anhelaba.
Al ver a Jirou y Momo conversando cerca de la mesa, Kaori se acercó y levantó la mano para saludarlas. Jirou la vio y le sonrió al instante, con esa alegría tranquila que siempre le caracterizaba.
—¡Kaori! —la llamó, gesticulando para que se acercara—. Ven, únete a nosotras mientras esperamos que Sato y Ojiro terminen de cocinar.
—Sí, sería bueno ponernos al día —agregó Momo, esbozando una sonrisa suave, aunque Kaori no pudo evitar notar un destello de incomodidad en sus ojos.
Kaori parpadeó lentamente. No pudo evitar preguntarse a qué se debía esa expresión. La pelirosada pensó que ella y Momo eran bastante cercanas, ya que pasaban mucho tiempo juntas, compartiendo tanto entrenamientos como conversaciones profundas. Pero hacía tiempo que apenas hablaban, y Kaori se sentía como si hubiera una brecha creciente entre ellas. ¿Acaso había hecho algo para que Momo se sintiera así?
—Gracias, Jirou, Momo —respondió con amabilidad—. Pero creo que descansaré un poco antes del almuerzo. Necesito recargar energías, estoy agotada—añadió, haciendo una mueca en un intento de darle un tono divertido a su excusa. Se despidió con una sonrisa antes de girar y caminar hacia las escaleras que llevaban a su habitación.
Mientras subía, se preguntaba si esa sensación era solo producto de su cansancio o si realmente algo había cambiado entre ella y Momo. A pesar de que trataba de no darle demasiada importancia, una parte de ella se sentía herida. Al fin y al cabo, no era fácil ver cómo algunas amistades parecían debilitarse sin motivo aparente.
Llegó a su habitación y, tras un profundo suspiro, se dejó caer sobre la cama. Cerró los ojos, dejando que la suave textura de las sábanas le proporcionara un poco de consuelo. Sentía un cansancio extremo, tanto físico como emocional, y ahora que estaba sola, toda esa presión se hacía más evidente.
A pesar de que había decidido solo recostarse un momento, el sueño la fue envolviendo sin que pudiera resistirse. Su cuerpo y su mente finalmente cedieron ante el agotamiento acumulado, y Kaori se dejó arrastrar por la serenidad de un sueño profundo, uno que, aunque breve, le permitiría escapar momentáneamente de sus preocupaciones.
🪷❤️🔥🧸
Shoto regresaba a los dormitorios junto a Bakugo, agotado por la intensidad del entrenamiento y las clases adicionales para obtener su licencia. El silencio de los pasillos vacíos le resultaba extrañamente pesado. Era evidente que casi todos sus compañeros habían salido, y una ligera incomodidad lo invadía al pensar que su novia tampoco se encontraba en el lugar. Aunque no era del tipo de persona que se perdiera en palabras o manifestara abiertamente sus emociones, una cosa era clara: extrañaba a Kaori.
Llevaba días sintiéndola distante, inmersa en sus propios entrenamientos y sumergida en un propósito que casi parecía consumirla. Kaori estaba allí, a su lado, pero algo en ella se sentía diferente, como si algo la perturbara de manera constante. Shoto lo notaba, y esa percepción lo impulsaba a buscarla siempre que tuviera la oportunidad. Así que, apenas se despidió de Bakugo, se dirigió directamente al piso donde estaba la habitación de su novia, con la esperanza de encontrarla y pasar un momento juntos, por breve que fuera.
Sin embargo, al llegar al pasillo, un sonido peculiar lo detuvo en seco. El ruido de algo quebrándose provenía del interior de la habitación de Kaori, por lo que apresuró el paso.
Al abrir la puerta, lo que vio lo dejó paralizado. Kaori estaba tumbada en la cama, inmóvil, atrapada en un estado que parecía ser un sueño profundo, aunque su expresión reflejaba el miedo que sentia. Alrededor de ella, una espesa sombra oscura se arremolinaba, envolviéndola como un velo tenebroso. Las sombras se movían como si tuvieran voluntad propia.
Sabía que desde que el don de las sombras había despertado en ella, las pesadillas se habían vuelto algo común, aunque Kaori rara vez hablaba de ellas. Shoto había escuchado sus breves explicaciones y visto los rastros de cansancio en su mirada, pero nunca había presenciado una de sus pesadillas de esta manera. Se acercó con cautela, pero la inquietud en su pecho solo aumentaba al verla atrapada en esa batalla interna.
De pronto, una sombra más amplia se lanzó hacia él, y apenas alcanzó a esquivarla, retrocediendo instintivamente para evitar el golpe.
Kaori, inmersa en su sueño, se encontraba frente a una visión que le colocaba los pelos de punta. Chisaki, con una sonrisa cruel y sádica, la miraba fijamente mientras sujetaba a Eri y a Kaneki por el cuello, amenazando con arrebatarles la vida si ella no hacía una elección. El rostro de Eri estaba desfigurado por el dolor y la desesperación, sus pequeños ojos llenos de miedo suplicaban ayuda silenciosa. Kaneki, por su parte, intentaba no demostrar debilidad, pero en sus ojos Kaori veía una mezcla de tristeza y resignación. La idea de perder a ambos la desgarraba, haciéndola sentir como si estuviera siendo arrancada en pedazos.
—No puedes salvarlos a ambos, Kaori —susurró Chisaki—. Tienes que elegir.
Ante sus palabras, sus emociones se desbordaban sin control, dándole una fuerza oscura que comenzó a manifestarse en sus sombras. Kaori, sintiéndose atrapada y desesperada, extendió las sombras en su mente y las lanzó contra Chisaki, en un último intento desesperado de salvar a quienes amaba. Las sombras lo envolvieron y comenzaron a apretar alrededor de su cuello, su figura se desvanecía en su propia oscuridad. Kaori, sin embargo, sentía una profunda ira en su interior, una furia que no reconocía como suya, pero que la impulsaba a proteger a Kaneki y Eri a cualquier costo.
Pero fuera del sueño, algo terrible estaba ocurriendo.
Shoto, sin darse cuenta de lo que sucedía en el subconsciente de Kaori, sintió un frío repentino recorrer su cuello. Miró hacia abajo y se dio cuenta de que una sombra había extendido su forma alrededor de él, apretando lentamente pero con una firmeza que aumentaba segundo a segundo. La fuerza del agarre era sorprendente, como si la sombra tuviera vida propia y no reconociera a Shoto como su pareja, sino como un enemigo.
—Kaori... —jadeó, tratando de mantener la calma mientras intentaba liberar su cuello del abrazo opresivo de las sombras. A pesar de sus esfuerzos, la presión aumentaba y Shoto comenzaba a sentir el aire escapando de sus pulmones.
Al interior del sueño, Kaori continuaba aumentando la intensidad de su ataque contra Chisaki. A cada momento, sentía que la victoria estaba cerca, que al fin lograría arrebatarle el control y salvar a quienes le importaban. Sin embargo, de repente una voz tenue y lejana parecía surgir en el fondo de su mente, como un eco que se perdía en la neblina de su subconsciente. Era una voz conocida, cálida y calmante, que resonaba en su interior como una ráfaga de aire fresco. La voz de Shoto.
—Kaori... Despierta, por favor... —susurró su nombre de nuevo.
Al escuchar su nombre en labios de Shoto, algo en ella reaccionó, como si un interruptor interno se hubiera encendido.
De repente, Kaori abrió los ojos, desconcertada y respirando con dificultad, su mirada confusa recorriendo la habitación antes de centrarse en Shoto, quien yacía a su lado, sus manos aún rodeando su cuello, aunque ya sin fuerza. Al verla despierta, él soltó un suspiro entrecortado, claramente aliviado.
—Shoto... —Kaori musito, dándose cuenta de lo que había sucedido. Su rostro reflejaba una mezcla de culpa y miedo—. Yo... Lo siento... No quería...
Él, aún recuperando el aliento, le tomó suavemente la mano.
Al comprender el alcance de lo que había hecho, una oleada de emociones abrumadoras atravesó a Kaori, y sus ojos se cristalizaron. Las lágrimas comenzaron a deslizarse por sus mejillas sin que pudiera detenerlas, y antes de darse cuenta, un sollozo silencioso escapó de sus labios.
Shoto la miró con preocupación, deseando con todo su ser calmar aquel dolor que ella estaba atravesando. Lentamente, alzó una mano para colocarla sobre el hombro de Kaori, buscando transmitirle calma y consuelo, pero apenas sus dedos rozaron su piel, ella se echó hacia atrás bruscamente, como si su toque la quemara.
—No... Shoto, no —murmuró, entre lágrimas, con la voz rota y apenas audible. Su mirada se llenó de temor y culpa al recordar cómo, hacía apenas unos momentos, sus sombras habían envuelto el cuello de Shoto, intentando asfixiarlo sin que ella pudiera hacer nada para detenerlas. Ese miedo a perder el control y a hacerle daño, aunque fuera involuntario, la aterraba profundamente.
—Kaori...
La vio retroceder y sintió una punzada en el pecho. La quería cerca, necesitaba hacerle entender que no tenía nada de qué temer, que él estaba dispuesto a enfrentar cualquier cosa por ella.
—No quiero lastimarte otra vez... —susurró.
El bicolor negó suavemente y avanzó un paso hacia ella, con cuidado, como si cualquier movimiento brusco pudiera hacerla quebrarse aún más. Su voz era baja y calmada, como si sus palabras pudieran tejer un manto que cubriera sus heridas.
—Kaori, escúchame... Yo sé que no quieres hacerme daño. Sé que no es intencional —aseguró, tratando de hacer contacto visual con ella, esperando que eso pudiera traspasar la barrera de miedo que se había levantado entre ellos—. Estamos en esto juntos. No tienes que cargar con todo esto sola.
Pero ella seguía alejándose, su cuerpo temblando ligeramente mientras trataba de recomponerse. Las sombras que habían aparecido antes en el cuarto seguían allí, en el fondo, como un recordatorio de lo que acababa de ocurrir. Kaori las miraba de reojo, temiendo que volviesen a surgir y perder el control otra vez.
—Shoto... No entiendes —sollozó, con un dejo de desesperación—. Cada vez que intento controlarlo, siento que me consume. Y si vuelvo a perder el control, si si llego a hacerte daño de verdad, no me lo perdonaría.
—Kaori, mírame —dijo con seriedad, intentando que ella saliera de la prisión de sus pensamientos—. No voy a alejarme de ti. Pase lo que pase, estoy aquí para ti —hizo una pausa, acariciando con el pulgar su mejilla para limpiar una de sus lágrimas—. No tienes que ser perfecta para mí. Solo tienes que ser tú.
Kaori apartó la mirada, sintiendo el peso de cada palabra que él pronunciaba. La sinceridad en sus ojos era abrumadora, y justo por eso le dolía aún más. No quería que él se acercara, no después de lo que acababa de suceder. Sacudió la cabeza, su voz apenas un susurro.
—Shoto... No puedo... Quiero estar sola.
Shoto frunció el ceño, claramente indeciso. Por un momento, su mano vaciló en el aire, como si no quisiera dejarla ir. Pero al ver la tristeza y la angustia en su rostro, entendió que en ese momento, quizás lo mejor era respetar su deseo. Después de unos segundos de silencio, asintió lentamente, aunque su expresión revelaba una mezcla de dolor e incertidumbre.
—Está bien... Si es lo que necesitas.
Con una última mirada llena de preocupación, Shoto se dio la vuelta y salió de la habitación, cerrando la puerta suavemente detrás de él. El eco de sus pasos se desvaneció en el pasillo, dejándola en un silencio inquietante, que solo acentuaba el peso de su culpa.
Apenas estuvo sola, Kaori se dejó caer sobre la cama y cubrió su rostro con las manos, mientras las lágrimas empezaban a caer con una fuerza incontrolable. Sentía un dolor punzante en el pecho, como si una garra invisible apretara su corazón. Odiaba lo que acababa de hacer, odiaba la debilidad que la había llevado a lastimar a la persona que más amaba. Y lo peor era que, por mucho que Shoto dijera que estaba bien, ella no podía perdonarse.
Se sentía asustada de sí misma, del poder que aún no controlaba y que parecía devorarla desde dentro. Recordar cómo había luchado contra Chisaki en su pesadilla, cómo había usado sus sombras para atacar, hacía que un escalofrío recorriera su cuerpo.
Cada disculpa que le había dado a Shoto hace unos minutos parecía insuficiente ahora. Sentía que había cruzado una línea que no podía borrar, que había expuesto el lado más oscuro de sí misma. Y ese lado, lleno de inseguridades y emociones incontrolables, era algo que no quería que Shoto viera, ni nadie más.
Se aferró a la manta, cubriéndose el rostro, tratando de ahogar sus sollozos en el silencio de su habitación.
Por primera vez en mucho tiempo, se sentía verdaderamente sola, atrapada en una cárcel de sombras que ella misma había construido.
🪷❤️🔥🧸
Al día siguiente, Kaori se despertó sintiendo el peso de la noche anterior en cada rincón de su cuerpo. Apenas entreabrió los ojos y notó la luz tenue que se filtraba por la ventana, sintió cómo la realidad caía sobre ella como una losa. Sus párpados estaban hinchados, pesados, recordándole el llanto de la noche anterior, y un dolor persistente palpitaba en su pecho.
Con un suspiro resignado, se levantó lentamente, sintiendo el frío del suelo bajo sus pies descalzos. Se preparó de manera mecánica, apenas consciente del reflejo de su propio rostro cansado en el espejo. Su mente estaba en otra parte, repasando cada palabra, cada expresión de la noche anterior, y el dolor en los ojos de Shoto cuando ella lo rechazó. No había querido hacerlo, pero sentía que no tenía otra opción. Tenía miedo de herirlo otra vez.
Cuando finalmente estuvo lista, bajó al primer piso del dormitorio, con la esperanza de que todos ya hubieran salido. Pero apenas llegó, vio la sala común desierta y se percató de que, efectivamente, se había retrasado. Sintió alivio al pensar que no tendría que enfrentarse a nadie, especialmente a Shoto.
Justo cuando estaba a punto de dirigirse a la puerta, notó una figura familiar en la cocina. Era él, de pie frente a la estufa, preparándose algo en silencio, tan concentrado que parecía no haber advertido su presencia.
Kaori contuvo la respiración, debatiéndose entre quedarse y pasar inadvertida o marcharse rápidamente sin que él notara nada. Tomó una decisión y comenzó a caminar hacia la salida, intentando no hacer ningún ruido. Pero, justo cuando pensaba que había logrado pasar desapercibida, Shoto pareció notar su presencia. Él se giró, y sus miradas se encontraron.
En ese instante, una ola de emociones contradictorias inundó a Kaori. Por un momento, sintió que el tiempo se detenía, como si el universo les diera una oportunidad de hablar, de arreglar las cosas. Pero el dolor y la vergüenza eran demasiado intensos; sentía que no merecía ese tipo de conexión después de lo que había pasado. Así que, sin pensarlo dos veces, desvió la mirada y salió rápidamente de la sala, casi huyendo de él. Su paso se volvió frenético, sus pies apenas tocaban el suelo mientras caminaba hacia la UA intentando reprimir la creciente sensación de ahogo que sentía en el pecho.
Shoto se quedó en la cocina, mirándola alejarse sin hacer el menor intento de detenerla. Observó cómo ella se marchaba, y fue entonces cuando notó los ojos hinchados y enrojecidos de su novia. Su pecho se contrajo con una punzada de dolor al ver cómo ella lo evitaba. Sabía que debía darle espacio, sabía que todo aquello era complicado y que, después de lo que había sucedido, Kaori necesitaba tiempo para procesarlo. Pero no podía evitar sentirse herido.
Shoto sabía que todo lo que quería era ayudarla, apoyarla en sus momentos más oscuros, y hacerle ver que no necesitaba cargar con ese peso sola. Sin embargo, en este momento, se sentía impotente.
Mientras permanecía allí, con el sonido del silencio envolviéndolo, no podía evitar preguntarse cuánto tiempo más ella continuaría alejándose.
Al final, Shoto suspiró y miró el desayuno que había estado preparando. Sus manos temblaron ligeramente, y sus dedos se aferraron al borde de la encimera. Era la primera vez que Kaori lo rechazaba de esa manera, y aunque intentaba convencerse de que era comprensible, el vacío que sentía seguía presente.
🪷❤️🔥🧸
Las dos primeras clases transcurrieron en un abrir y cerrar de ojos, pero para Kaori, cada minuto se sintió como una eternidad, como si el tiempo mismo se hubiera detenido para torturarla. Sentada en el aula, su mirada se fijaba en la pizarra, donde el profesor trazaba fórmulas y teorías que, en circunstancias normales, habrían captado su atención. Sin embargo, en este momento, las palabras se desvanecían en un murmullo distante, ahogadas por el caos de sus pensamientos. En su mente se encontraban las imágenes de la noche anterior, el rostro angustiado de Shoto y su propia incapacidad para enfrentar la tormenta de emociones que la embargaba.
A su lado, Shoto la observaba con miradas furtivas, un destello de inquietud y preocupación en sus ojos. Kaori podía sentir su mirada a pesar de sus intentos de bloquearla. Había una parte de ella que anhelaba corresponder a su preocupación, acercarse y dejar que las palabras fluyeran entre ellos, pero el miedo a herirlo nuevamente la mantenía en una especie de prisión emocional. La culpa y la ansiedad se entrelazaban, creando una pesada carga en su pecho que apenas podía soportar.
Cada vez que sus miradas se cruzaban, una punzada de dolor le recordaba lo que había hecho. Shoto merecía estar con alguien que no le causara angustia, y esa realidad era como una herida abierta en su corazón. Ella había pensado que podría dejar de lado su dolor, pero cuanto más intentaba hacerlo, más se sentía atrapada en sus propios sentimientos.
Cuando el timbre del receso sonó, Kaori decidió levantarse y dirigirse a los salones de los chicos de tercer año. Quizás al rodearse de sus amigos, podría encontrar un respiro, una forma de alejar su mente de todos los problemas que la atormentaban.
Al llegar al salón, su mirada se encontró con Nejire, quien la saludó con una sonrisa radiante que iluminó el ambiente. La alegría y la energía de la chica eran contagiosas, y Kaori sintió un pequeño destello de calidez en su corazón al ver a su amiga.
—¡Kaori! —exclamó Nejire, acercándose con entusiasmo—. ¡Qué bueno que viniste! Estábamos a punto de comenzar a hablar sobre los planes para el próximo evento de la U.A.
Kaori trató de sonreír, pero la expresión se sintió forzada.
—¿Puedo ayudarlos?
—¡Claro! —Mirio se apresuró a responder, sacando un par de galletas de la bolsa—. Pero antes, ¡necesito energía! ¿Alguien quiere una?
Kaori se rió suavemente, agradecida por el cambio de ambiente y por la liviandad que la conversación traía. Tamaki se acercó, nervioso como siempre, y tomó una galleta con manos temblorosas.
—Yo quiero una.
—Toma, Tamaki —dijo Mirio, extendiéndole la galleta—. Necesitas más de esto si vas a ayudar a planear.
—Sí, pero no me dejes en la lista de tareas, por favor —pidió el chico de cabello indigo, masticando su galleta con una expresión de resignación—. No soy muy bueno organizando cosas.
—¿Y qué? —Nejire cuestionó, dándole un suave codazo—. ¡Lo importante es que estás aquí! Todos tenemos nuestras fortalezas. Tal vez tu fuerza esté en hacer que las cosas sean más seguras.
—Yo puedo ayudar con las decoraciones —ofreció Kaori, buscando una forma de involucrarse—. Siempre he disfrutado pintando y creando cosas.
—¡Eso sería genial! —dijo Mirio, entusiasmado—. Aún no hemos decidido el tema, pero estoy pensando en algo que combine colores vivos.
—Quizás un tema de fiesta tropical —sugirió Nejire—. ¡Podríamos tener flores y frutas!
—Sí, eso suena divertido —Tamaki concordó—. Y podríamos hacer un concurso de disfraces, algo relacionado con la playa.
Las ideas comenzaron a fluir entre ellos, cada uno compartiendo su visión y contribuyendo al plan. Aunque Kaori estaba consciente de su propio dolor, no podía evitar sonreír ante la energía del grupo.
Mientras Kaori y sus amigos se dirigían al comedor, la conversación continuaba fluyendo con naturalidad. La energía de Nejire era contagiosa, y poco a poco, la presión en el pecho de Kaori comenzaba a disiparse.
—Y si hacemos un mural gigante con motivos de verano, ¡sería increíble! —decía Mirio, gesticulando con entusiasmo mientras sus compañeros asintieron con emoción.
De repente, Tamaki se detuvo un momento, como si se hubiera dado cuenta de algo que los demás no notaban. Observó a Kaori, quien, a pesar de sus esfuerzos por mantener una sonrisa, no podía esconder la tristeza en sus ojos. Eran como dos luceros opacos, cansados de luchar contra la tormenta interna que llevaban dentro.
Sin decir una palabra, Tamaki metió la mano en su mochila y sacó una barra de chocolate. Se la ofreció a Kaori, quien lo miró con sorpresa. El gesto fue tan sencillo y desinteresado que la tomó por sorpresa. Su corazón se calentó un poco, y una sonrisa genuina, aunque tenue, apareció en su rostro.
—¿Para mí? —preguntó, sin poder evitarlo.
—Sí, pensé que podría gustarte... —dijo Tamaki, su voz un poco tímida, como si temiera que su gesto no fuera suficiente para levantar el ánimo de Kaori.
Ella tomó la barra de chocolate con un suave movimiento, sintiendo la calidez del gesto.
—Gracias, Tamaki —respondió, abriendo el envoltorio—. De verdad aprecio esto.
—No es gran cosa —dijo él, un ligero rubor asomándose en sus mejillas. A pesar de su timidez, había algo en su expresión que mostraba satisfacción por poder ayudar.
Mientras mordía un trozo de chocolate, el sabor dulce y reconfortante la hizo sentir un poco más ligera.
—¡Es un sabor increíble! —Kaori exclamó, intentando cambiar de tema mientras disfrutaba del chocolate—. ¿De dónde lo sacaste?
—Lo guardo para momentos como este, cuando necesito energía —contestó Tamaki, encogiéndose de hombros con una sonrisa.
—¿Momentos como este? —replicó Mirio, riendo—. ¡Vaya, Tamaki! ¡Eres un verdadero maestro de la preparación!
—Sí, ¡y deberíamos hacer más de estas caminatas al comedor! —Nejire habló de la misma forma—. El chocolate y la compañía siempre ayudan.
Las risas y el bullicio del comedor rodeaban al grupo de amigos, pero algo hizo que Kaori se detuviera. Fue un simple cruce de miradas, el cual les hizo aguantar la respiración.
Shoto la miraba con preocupación, sus ojos reflejando un anhelo por conectarse de nuevo. Se preguntaba si ella sentía lo mismo, si esa mirada fugaz traía consigo la esperanza de un entendimiento que parecía escurridizo.
Kaori, por su parte, sintió un nudo en el estómago. Su mirada bajó rápidamente hacia el suelo, tratando de ocultar la tormenta de sentimientos que la invadía. No quería que sus amigos notaran el peso de su angustia, pero era como si su corazón estuviera gritando en silencio.
—¿Kaori? —la voz de Nejire interrumpió su trance. Su amiga la miraba con curiosidad—. ¿Estás bien? Pareces un poco distraída.
La aludida asintió rápidamente, intentando recomponer su expresión.
—Sí, solo... Pensaba en un proyecto —respondió, forzando una sonrisa que no llegó a alcanzar sus ojos.
Luego de eso, la conversación siguió fluyendo, pero Kaori se sentía como si estuviera en una burbuja, atrapada entre sus amigos y el intenso contacto visual que tenía con Shoto.
Mientras el grupo seguía discutiendo sobre los planes que tenían para sus días libres, Kaori luchó por concentrarse en la conversación.
Al final del pasillo, Shoto se levantó de su mesa, sintiendo que no podía quedarse más tiempo sin hablar con Kaori. Sin embargo, sus pies parecían estar pegados al suelo, luchando entre el deseo de correr hacia ella y el miedo de que sus palabras no fueran suficientes. ¿Qué debería decir? La duda lo envolvía como una sombra, y en ese momento, se sintió tan perdido como ella.
🪷❤️🔥🧸
Mientras Kaori regresaba al salón, una mezcla de nerviosismo y alivio la acompañaba. Su mente comenzaba a distraerse un poco, sintiendo que quizás, solo quizás, podría encontrar una manera de arreglar las cosas.
Sin embargo, justo cuando estaba a punto de entrar al aula, se topó con Bakugo, quien se acercaba con una mueca de desagrado en su rostro. La expresión era familiar, pero Kaori no pudo evitar sentir un pequeño escalofrío. No sabía si debía preocuparse o reír.
—¿Qué te pasa últimamente? —espetó el rubio una vez que estuvo frente a ella. Los ojos de Bakugo estaban entrecerrados, casi como si estuviera escaneando a su alrededor en busca de cualquier indicio de lo que le pasaba—. Te veo rara y... Te ves horrible.
A pesar de la seriedad de sus palabras, Kaori no pudo evitar soltar una risa, sorprendida por la forma directa en que Bakugo la confrontaba.
—¿Horrible? Gracias, Katsuki, realmente me haces sentir mejor —respondió con diversión.
Sin embargo, el aludido frunció el ceño, cruzando los brazos sobre su pecho mientras la miraba con intensidad, como si su risa no pudiera ocultar la verdad detrás de su apariencia.
—¡No es un chiste, pelo de chicle! De verdad me preocupa que estés así. Desde hace un tiempo estás... —se detuvo, buscando las palabras adecuadas—. Te encierras en tu mundo. Ya no eres tan irritante como antes.
—Solo he tenido mucho en mente —dijo finalmente, sintiéndose un poco vulnerable al abrirse, aunque solo fuera un poco. Pero el peso de su culpa seguía presente, y no quería preocuparlo más de lo que ya lo hacía.
Bakugo se acercó un poco más, su expresión se suavizó ligeramente, aunque todavía había un rayo de rabia en su voz.
—No me importa tu vida personal, pero no quiero que te hundas, idiota —replicó, casi como si estuviera regañándola. Miró a su alrededor, asegurándose de que nadie más estuviera cerca, y luego continuó—. No es como si me preocupara por ti, pero si necesitas ayuda, dilo. Estoy aquí para lo que sea.
Kaori asintió lentamente, agradecida por las palabras de su amigo, pero al mismo tiempo, su mente nuevamente divagaba hacia la imagen de Shoto. Sentía que había dañado la conexión que tenían, y no sabía cómo repararla.
—Gracias, Katsuki. En serio.
Bakugo la observó durante un momento, su mirada intensa escaneando cada rasgo de su rostro, como si tratara de desentrañar lo que realmente pasaba por su mente.
—A veces me siento atrapada —la chica habló nuevamente, dejando escapar un susurro de sus labios. No estaba segura de si Bakugo lo había oído, pero la verdad se sentía liberadora—. La situación con Shoto, y mis sombras... No sé cómo manejarlo todo.
—¿Estás hablando de las sombras otra vez? —preguntó, algo confundido—. ¿Por qué no hablas con el idiota mitad y mitad? Aunque sea irritante la mayor parte del tiempo, es un buen tipo.
Kaori sonrió débilmente ante la descripción que hizo de Shoto, pero al mismo tiempo, el nudo en su estómago se apretó un poco más.
—Es que no quiero que se preocupe por mí. Ya tiene suficiente con lo de la licencia y su entrenamiento —respondió, sintiéndose culpable de cargarlo con sus problemas—. Y si le cuento lo que pasó, probablemente se sienta mal.
—Eso no es un motivo. Si él está en tu vida, es porque se preocupa por ti, así que deja de pensar que tienes que manejarlo todo sola.
Kaori se sintió repentinamente abrumada por la intensidad de la preocupación del rubio. En el fondo, sabía que tenía razón, pero el miedo a lastimar a Shoto de nuevo la paralizaba.
—Te prometo que intentaré hablar con él —dijo finalmente, aunque no estaba segura de poder cumplir esa promesa—. Pero ahora necesito un poco de tiempo para aclarar mis pensamientos.
Bakugo la observó por un momento, luego finalmente asintió.
—Está bien. Solo no te desanimes, idiota. Te ves más fea de normal cuando tienes cara de perro triste —habló con brusquedad, aunque en sus ojos había un pequeño brillo de preocupación—. Y recuerda que si necesitas algo, solo dime. No tengo problema en hacer que la gente se aleje de ti si es necesario.
—Yo sabía que si tenías un corazón después de todo. Agradezco tu preocupación, Kats.
Bakugo le lanzó una última mirada de advertencia antes de girarse y alejarse, pero ella se quedó allí por un momento, pensando en lo que había compartido.
Mientras se dirigía al salón, sintió que un pequeño destello de esperanza había brotado en su interior. A pesar de sus problemas, había personas que se preocupaban por ella y estaban dispuestas a ayudarla. Con eso en mente, se preparó para enfrentar el resto del día, aunque sabía que aún le quedaba un largo camino por recorrer para reconciliarse con sus propios sentimientos y con Shoto.
JES'S NOTE !
SE VIENE EL DRAMA CHICOS 😛 kaori perdió el control de su poder, por eso lastimo a shoto sin querer, Y ESA SIEMPRE HABÍA SIDO SU PEOR PESADILLA. la quiero abrazar 😭 este arco va a ser difícil para ella.
BAKUGO PREOCUPANDOSE POR KAORI ES SIMPLEMENTE LO MEJOR ! 🩷 a pesar de que no le gusta y no está acostumbrado a demostrar su preocupación por las demás personas, pero hace el intento cuando se trata de kaori 🫶🏻 de verdad que ella si sabe ganarse el corazón de las personas.
aizawa es un papá luchon de 21 niños 🫂 en esta cuenta se le ama.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro