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thirty one. where the light breaks the darkness

O31 | WHERE THE LIGHTS BREAKS THE DARKNESS

A la mañana siguiente, Kaori se despertó con un fuerte dolor en su cuerpo, resultado del agotamiento del día anterior. La conversación que había tenido con Bakugo había removido muchas emociones, y aunque ella siempre trataba de ser fuerte por los demás, esa noche en particular no había podido conciliar el sueño fácilmente. Las dudas, la culpa y el dolor de su amigo la habían afectado más de lo que esperaba, reviviendo sus propios temores.

Kaori se levantó de la cama con pesadez, estirando sus músculos adoloridos. Sabía que tenía que dejar esos pensamientos atrás, al menos por ahora, y concentrarse en el nuevo día. Se colocó el uniforme con rapidez, sus movimientos torpes por el cansancio. Mientras se ajustaba el cinturón, un suspiro escapó de sus labios, pero se obligó a no pensar demasiado.

Cuando bajó a la sala común, se encontró con varios de sus compañeros ya reunidos. La animada charla llenaba el espacio mientras todos se preparaban para comenzar el día. Kaori los saludó con una sonrisa radiante. Algunos le devolvieron el gesto y otros la saludaron con entusiasmo, lo cual hizo que el ambiente fuera más ligero.

Sus ojos vagaron por la sala hasta que divisaron a Bakugo. Estaba en la cocina, concentrado en lo que parecía ser una pila de panqueques. Sin pensarlo demasiado, Kaori se dirigió hacia él rápidamente. Sabía que la conversación de la noche anterior aún resonaba en ambos, pero también sabía que Bakugo no era el tipo de persona que se quedaría anclado en sus emociones. Si había algo que podía apreciar de él, era su capacidad de seguir adelante, incluso cuando las cosas parecían difíciles.

Cuando llegó a la cocina, se detuvo a unos pasos de él, observando con curiosidad lo que hacía. El aroma de los panqueques llenaba el aire.

—¿Panqueques? —preguntó Kaori con una sonrisa juguetona, tratando de aligerar el ambiente.

Bakugo, sin apartar la mirada de los panqueques que estaba cocinando, gruñó una respuesta, como si el simple hecho de que alguien lo interrumpiera fuera molesto.

—¿Vas a compartir o son solo para ti? —Kaori bromeó, acercándose para observar como cocinaba con sorprendente destreza.

Bakugo le lanzó una mirada rápida, su ceño fruncido como siempre. No respondió directamente, pero tomó un plato limpio y, con movimientos bruscos, colocó una pila de panqueques y se la extendió sin decir una palabra.

Kaori sonrió, dejando salir una pequeña risa de diversión. A su manera, Bakugo estaba agradeciendo su apoyo, aunque no lo dijera en voz alta. Tomó el plato con gratitud y se sentó cerca, sabiendo que no debía presionarlo para hablar.

Mientras comía en silencio, Kaori recordó lo vulnerable que lo había visto la noche anterior, un lado de Bakugo que rara vez mostraba. A pesar de que era alguien fuerte y confiado, también tenía sus inseguridades y miedos, como todos. En ese momento, Kaori se sintió agradecida de haber estado allí para él, de poder ser una amiga en la que confiaba lo suficiente como para mostrar ese lado oculto de su ser.

El silencio entre ambos no era incómodo, más bien era reconfortante. Ambos sabían que la conversación de la noche anterior no necesitaba ser mencionada ahora. Habían compartido algo profundo, y eso era suficiente.

—Gracias por los panqueques, Katsuki —dijo Kaori finalmente.

—Hmph, lo que sea —gruñó el chico, pero la contraria pudo notar un leve rubor en sus mejillas.

Kirishima, quien había estado en la sala común charlando con algunos de sus compañeros, se percató del gesto de Bakugo hacia Kaori. Frunció el ceño con sorpresa, como si no pudiera creer lo que estaba viendo. Después de todo, el rubio no era exactamente el tipo de persona que compartiera fácilmente. Con una sonrisa amplia y llena de incredulidad, se acercó a la cocina mientras cruzaba los brazos.

—¡Oye, Bakugo! —exclamó, riendo levemente—. ¿Acabo de ver bien? ¿Compartiste tus panqueques con Kaori? No sabía que tenías ese lado amable.

Bakugo, visiblemente irritado por el comentario, giró hacia Kirishima con su habitual ceño fruncido y los ojos encendidos de molestia.

—¡Cállate, pelo de erizo! No los compartí, se los di para que dejara de molestar —espetó, lanzando un gruñido mientras sus manos seguían ocupadas con la sartén.

Kaori no pudo evitar soltar una leve risa al escuchar la típica respuesta explosiva de Bakugo. A pesar de su tono cortante, sabía que el chico simplemente era así.

—Sí, sí, claro... Lo que digas, Bakugo —respondió Kirishima, dándole una palmadita en la espalda antes de sentarse en una de las sillas cercanas—. Aun así, ¡me parece genial!

Justo en ese momento, Shoto apareció en el comedor. Llevaba una expresión tranquila, pero cuando sus ojos captaron la escena frente a él, algo en su mirada cambió. Kaori, sentada junto a Bakugo, sonriendo y compartiendo lo que parecía ser una conversación más relajada de lo habitual, no era algo que Shoto viera todos los días. Y aunque sabía que no había nada más allá de una simple interacción entre amigos, una pequeña mueca se formó en su rostro, algo que indicaba que la situación no le agradaba del todo.

Shoto no era alguien propenso a expresar celos de manera obvia, pero a veces pequeñas señales lo delataban, como el leve fruncimiento de sus labios o la mirada más fría de lo habitual.

Kaori, notando su presencia, levantó la vista y sonrió dulcemente al verlo.

—¡Shoto! —dijo con alegría—. ¿Quieres panqueques? Bakugo está siendo generoso hoy.

El bicolor observó a Bakugo, quien no apartaba la vista de su sartén, y luego volvió a mirar a Kaori. Aunque sabía que la situación no era más que un gesto amistoso, no podía evitar sentir ese leve pinchazo de incomodidad en su interior.

—No, gracias —respondió Shoto con voz calmada, aunque su mirada seguía fija en Bakugo por un momento antes de dirigirse a su novia—. Ya desayuné.

Sin querer hacer mucho alboroto, Shoto se acercó a la mesa, luego se sentó al lado de Kaori, sin soltar palabra. Aunque no dijo nada, la tensión en su postura era palpable para ella, que lo conocía bien.

Kirishima, por su parte, sintió el cambio en la atmósfera y sonrió de manera incómoda, mirando a todos alrededor, consciente de la leve tensión que se había formado.

—Bueno... ¡Estos panqueques huelen increíble! —dijo tratando de romper el hielo.

Kaori, sin perder su habitual calma, se inclinó ligeramente hacia Shoto y le susurró al oído:

—No tienes por qué estar celoso. Bakugo solo me dio unos panqueques. Además, tú sabes que solo tengo ojos para ti.

Shoto, al escuchar sus palabras, relajó un poco su postura, soltando un leve suspiro. Miró de reojo a Kaori y sus labios se curvaron en una leve sonrisa, esa que solo ella lograba sacarle en momentos así.

—Lo sé —murmuró en voz baja.

Kaori rió suavemente y asintió, tomando la mano de Shoto por debajo de la mesa, entrelazando sus dedos con los de él en un gesto reconfortante.

Mientras tanto, Bakugo, ajeno a la pequeña interacción entre Kaori y Shoto, seguía centrado en sus panqueques, aunque no pudo evitar notar la leve sonrisa que se formó en los labios de Shoto.

—Idiotas —gruñó para sí mismo, aunque sin mucho veneno en sus palabras.

Kirishima soltó una pequeña risa, y la mañana continuó entre charlas ligeras y bromas, disipando la tensión inicial.

















































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Los estudiantes de la UA estaban todos reunidos en el patio principal, esperando el inicio de la reunión que el director Nezu había convocado. En un pequeño escenario al frente, el diminuto y enigmático director estaba rodeado por los profesores, entre ellos Aizawa, Midnight y Present Mic. Sin embargo, el silencio persistía, y los estudiantes comenzaban a inquietarse.

Kaori, como muchos otros, empezaba a sentir el tedio de la espera. El día había sido largo y agotador, y el ambiente de expectación no ayudaba a aliviar su impaciencia. Se encontraba junto a Shoto, quien, como siempre, mantenía una postura tranquila y neutral, observando el escenario sin mostrar signos de aburrimiento. Pero Kaori no podía evitar sentirse un poco inquieta.

Distraída por la falta de acción, comenzó a jugar con los dedos de su novio, entrelazando suavemente los suyos con los de él. La calidez de su mano siempre le resultaba reconfortante. Cada tanto, ella le daba un pequeño apretón, solo para sentir la respuesta firme de su novio, quien, aunque no decía nada, dejaba que sus dedos correspondieran al movimiento de la chica.

La mirada de Kaori vagaba de un lado a otro, observando a sus compañeros de clase. Algunos, como Kirishima y Mina, estaban murmurando entre ellos, evidentemente tan impacientes como ella. Uraraka y Deku intercambiaban algunas palabras en voz baja, mientras que Bakugo permanecía más alejado, con los brazos cruzados y una expresión de irritación en su rostro. Era claro que él tampoco disfrutaba de la espera, pero, como siempre, se mantenía en silencio, mascullando por lo bajo.

El silencio finalmente fue roto por el sonido del micrófono al ser activado, y la voz peculiar del director Nezu resonó en el aire.

—¡Hola! ¡Soy el pequeño mamífero que todos quieren, el director! —exclamó Nezu con entusiasmo, sus ojos brillando levemente—. Últimamente, mi querido pelaje ha perdido calidad. Es muy difícil cuidarlo. Lo mismo les pasa a los humanos. Aunque tengan una dieta balanceada, con vitaminas y minerales, lo más importante de todo es dormir bien.

Kaori apenas pudo contener una risa, preguntándose si el discurso realmente iría por esa línea o si había algo más importante escondido detrás de esas palabras. No entendía del todo por qué el pequeño mamífero que dirigía la academia hablaba de cosas tan triviales como el cuidado de su pelaje, pero no podía evitar sonreír con diversión.

—La causa de esta drástica alteración. son incidentes como los que ocurrieron durante las vacaciones de verano —continuó Nezu—. Seguro ya lo saben. Perdimos a nuestro pilar.

El ambiente cambió inmediatamente. El patio, que antes estaba lleno de murmullos, risas suaves y susurros nerviosos, quedó en silencio. La imagen de All Might enfrentando su última batalla y perdiendo sus poderes todavía estaba fresca en la mente de todos. Para muchos de ellos, All Might no era solo un símbolo de paz, sino también una inspiración personal.

Nezu continuó, su voz resonando en el silencio absoluto del patio.

—Los efectos de ese incidente aparecieron de inmediato. Es probable que haya un gran caos en la ciudad muy pronto. Esto será mucho más evidente para los chicos del curso de héroes —el director murmuró, recorriendo con su mirada a cada uno de los estudiantes—. Asuman las actividades fuera de clases, como el trabajo de héroes de los de segundo y tercero, con mucho más cuidado y consideración que antes.

Kaori intercambió una mirada con Uraraka, quien también parecía estar asimilando lo que acababa de escuchar. ¿A qué se refería exactamente el director? ¿Acaso el caos que mencionaba estaba relacionado con lo que vendría? La ciudad ya había estado en alerta constante después de la desaparición de All Might como su defensor principal, y el aumento de las actividades de los villanos no hacía más que confirmar que los tiempos se volvían peligrosos. Pero, ¿significaba esto que tendrían más responsabilidades fuera de la UA? ¿Más misiones? ¿Algo aún más avanzado que las pasantías que ya habían realizado?

—El ambiente se pone tenso al hablar de cosas malas. Les aseguro que estamos trabajando muy duro para resolver ese problema —el director sonrió, y esa pequeña muestra de confianza pareció calmar un poco la sensación de pesadez que había caído sobre los estudiantes—. Queremos que aprendan de todo ese trabajo duro y se conviertan en personas capacitadas.

Kaori respiró hondo, intentando asimilar las palabras de Nezu. Había algo tranquilizador en la manera en que hablaba, en su confianza en ellos como futuros héroes.

—Estudios generales, de negocios, de apoyo y héroes, quiero que todos recuerden bien que ustedes son los sucesores de esta sociedad.

El director bajo del escenario, y rápidamente Vlad King se subió en su lugar, acercándose al micrófono para poder hablar.

—Bueno, anoche dos estudiantes estuvieron peleando —el hombre habló con seriedad. Inevitablemente, la mirada de Kaori se movió de Izuku a Bakugo—. Sé que aún no están acostumbrados, pero traten de vivir con moderación.

—Tratan a Izuku y Bakugo como niños problemáticos —se burló Kaori en voz baja, provocando una sonrisa divertida de las personas que estaban a su alrededor.

—Muy bien. Ahora todos vuelvan a sus salones —exclamó Vlad King.

Kaori ya se estaba girando para regresar al edificio cuando escuchó la voz alegre y familiar de Nejire acercándose. Apenas había dado un par de pasos, pero en cuanto escuchó su nombre, se detuvo y se volvió para encontrarse con la carismática estudiante de tercer año sonriéndole con entusiasmo. A su lado estaban Mirio y Tamaki.

—¡Kaori! —exclamó Nejire—. ¿Sabes quiénes fueron los chicos que se pelearon?

Kaori soltó una pequeña risa, no del todo sorprendida por la pregunta de Nejire. Parecía que todo el mundo ya sabía o al menos sospechaba de quiénes habían sido los involucrados. Sin embargo, la chica no pudo evitar mirar de nuevo hacia Bakugo e Izuku, quienes se encontraban un poco más adelante, caminando hacia el edificio con una distancia incómoda entre ellos. Era obvio para todos los que los conocían que esos dos tenían una relación complicada.

—Sí, lo sé —dijo, inclinando un poco la cabeza hacia Nejire mientras caminaban todos juntos—. Fueron Bakugo e Izuku.

Nejire abrió los ojos en una expresión de sorpresa exagerada, pero al mismo tiempo era evidente que no estaba realmente sorprendida.

—¡Oh! ¡Sabía que serían ellos! —dijo la mayor con una risa suave, moviendo sus manos de manera entusiasta mientras continuaba—. Esos dos siempre parecen meterse en problemas, ¿verdad?

Kaori asintió con una sonrisa cansada, pero divertida. Aunque la pelea entre Bakugo e Izuku había sido seria, no era la primera vez que las tensiones entre ellos llegaban a tal punto. Había algo profundamente personal en su relación que hacía que esas confrontaciones se volvieran inevitables.

Mientras continuaban caminando, Mirio observó a Kaori de cerca.

—¿Estás bien, Kaori? —preguntó el rubio después de unos segundos—. Pareces algo cansada.

La chica se sorprendió por un momento. Mirio siempre había sido increíblemente perceptivo. No había pasado desapercibido para él que Kaori llevaba algo de peso sobre sus hombros esa mañana. La chica soltó una risa ligera y levantó la mano, pasándola por su cabello.

—No dormí muy bien anoche —admitió ella con una pequeña sonrisa—. Pero estoy bien, no te preocupes.

Tamaki, quien hasta entonces había estado en silencio, murmuró algo en voz baja, lo suficientemente alto para que lo escucharan.

—Parece que no solo Izuku y Bakugo tienen cosas en mente...

Kaori lo miró, notando la forma en que Tamaki evitaba el contacto visual, como solía hacer, pero sabía que sus palabras tenían razón. Kaori también había estado luchando con sus emociones y responsabilidades últimamente, sobre todo con todo lo que había pasado en los últimos meses. A veces, el peso de ser una heroína en formación, de estar al lado de Shoto, de lidiar con los recuerdos de su poder de sombras, y de no sentirse suficiente, se acumulaba más de lo que quería admitir.

—Sí... Últimamente las cosas han sido un poco difíciles para todos —dijo Kaori, sin querer profundizar demasiado—. Pero seguiremos adelante, ¿verdad?

Mirio sonrió ampliamente y colocó una mano en el hombro de la pelirosada con un gesto reconfortante.

—¡Claro que sí! Todos estamos en esto juntos. Y si necesitas hablar o distraerte, siempre puedes contar con nosotros.

Kaori sonrió más ampliamente, sintiéndose agradecida por el apoyo de sus amigos mayores. Aunque la presión a veces era abrumadora, era reconfortante saber que no estaba sola.

















































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Aizawa se encontraba de pie frente al salón, con su característica expresión seria y su mirada cansada, observando a los estudiantes de la clase 1-A.

—Bueno, seguiremos con las clases a partir de hoy —comenzó, su voz monótona pero firme resonando en el salón—. Pasaron muchas cosas increíbles, pero tendrán que superarlo y enfocarse en sus estudios. Hoy nos quedaremos aquí, pero este semestre entrenarán aún más duro.

Kaori sintió una mezcla de emociones al escuchar sus palabras, las cuales dejaban en claro la naturaleza de lo que les esperaba.

—No habla de eso... —Mina murmuró hacia Tsuyu, creyendo que el profesor no la escucharía.

Sin embargo, el comentario no pasó desapercibido. Aizawa activó su don de inmediato, sus ojos rojos clavándose en Mina con una intensidad que la hizo estremecerse.

—¿De qué, Ashido? —preguntó en tono severo.

Mina se tensó, como si una corriente eléctrica recorriera su cuerpo. Su expresión cambió rápidamente a una de nerviosismo.

—¡Había olvidado esa sensación! —exclamó en un tono desesperado.

Antes de que Aizawa pudiera continuar, Tsuyu levantó la mano con la calma característica que siempre la distinguía.

—Disculpe, tengo una pregunta —dijo en su tono pausado—. ¿Puede contarnos un poco más sobre esos trabajos de héroes que mencionó el director Nezu en la ceremonia?

Todos los estudiantes parecieron compartir esa curiosidad. Kaori también estaba interesada, especialmente porque su experiencia previa con Endeavor durante las pasantías había sido crucial para el desarrollo de su don.

—También me lo preguntaba —añadió Tokoyami.

—Dijo que es algo que hacen los de años superiores —Momo asintió.

Aizawa suspiró, llevando una mano a la nuca como si la pregunta le pareciera inevitable pero no deseada en ese momento.

—Pensaba hablarles sobre eso en otro momento. Pero supongo que es lógico decirlo ahora —admitió, haciendo una pausa antes de continuar—. Básicamente, son actividades de héroes, como las pasantías que tuvieron con héroes profesionales, pero más serias.

Kaori no pudo evitar emocionarse un poco al escucharlo. Recordaba lo mucho que había aprendido bajo la tutela de Endeavor. Aunque la experiencia había sido intensa, había logrado mejorar su control sobre el fuego solar y había explorado nuevas maneras de usarlo en combate. La idea de tener una oportunidad más seria de aplicar esos aprendizajes era emocionante para ella.

Uraraka levantó la voz de repente mientras se colocaba de pie con fuerza, sobresaltando a todos.

—¿Y por qué nos esforzamos tanto en el festival? —exclamó, su rostro mostrando una mezcla de frustración y curiosidad.

—Es cierto... —Iida medito, pensando en las palabras de su compañera—. Con este sistema, incluso los que no fueron reclutados tienen oportunidades de trabajar.

Aizawa los escuchaba con paciencia, pero finalmente intervino para aclarar las dudas.

—Estos trabajos de héroes usan el reclutamiento del festival como una base. No forma parte de la clase, es algo a discreción del estudiante —explicó con claridad—. Los que no fueron reclutados después del festival tendrán problemas para conseguir uno. Las agencias solían reclutar estudiantes por su cuenta, pero hubo problemas para conseguir aspirantes de la UA, y el sistema terminó siendo así.

Uraraka se encogió ligeramente de hombros, arrepentida por haber interrumpido antes.

—Disculpe por precipitarme, profesor... —murmuró en tono apenado.

Aizawa, sin embargo, no parecía molesto. Continuó, su tono más tranquilo esta vez.

—Ahora que tienen licencias de héroes, pueden ayudar de formas más significativas por más tiempo. Pero los estudiantes de primer año no suelen recibir licencias —añadió, dejando que sus palabras se asimilaran en los rostros de los estudiantes—. Debido al incremento del crimen, estamos considerando seriamente su participación en esto. Les explicaremos la situación y les contaremos con detalle cómo son los trabajos otro día. Tenemos cosas que atender.

Kaori miró a sus compañeros, viendo cómo cada uno procesaba la información a su manera. Ser héroes no solo era una profesión, sino un peso que ahora debían cargar con más seriedad. La presión se había multiplicado desde la caída de All Might, y aunque Kaori estaba decidida a continuar mejorando, no podía evitar sentir la incertidumbre de lo que les esperaba en el futuro.

De repente, Aizawa se giró hacia la puerta, captando la atención de todos.

—Bueno, lamento la demora, Mic —dijo.

En ese momento, Present Mic irrumpió en la sala con su energía habitual, contrastando drásticamente con el ambiente sombrío que Aizawa había dejado.

—¡La clase de inglés! ¡Este es mi período! —gritó con entusiasmo, levantando ambos brazos en el aire—. ¡Hace mucho tiempo que no venía! ¿Me extrañaron, chicos?

















































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Kaori entraba por la puerta principal de la residencia, el aire cálido del día acariciando su piel mientras la tarde comenzaba a desvanecerse. Apenas cruzó el umbral, fue recibida por una mezcla de gritos y bromas, algo ya bastante común en la dinámica caótica de la clase 1-A.

—¡Bakugo, parece que todavía hay algo de polvo por aquí! —bromeó Sero, con una sonrisa traviesa, claramente disfrutando del caos.

—¡Deku limpiaba eso! ¡No me molesten! —respondió Bakugo, su tono cargado de irritación mientras señalaba al peliverde con una mirada fulminante.

Mientras tanto, Izuku, al otro lado del pasillo, estaba cerrando unas bolsas de basura con rapidez, tratando de cumplir con la tarea de limpieza que le habían asignado.

—¡Maldición! ¿Ni siquiera sabes limpiar bien? —gritó nuevamente el rubio.

—¡Lo siento, Kacchan! —exclamó Izuku con la voz temblorosa.

Kaori, observando la escena con una leve sonrisa, se acercó a sus compañeros, llevando una bolsa con pasteles que había comprado en su camino de regreso. Sabía lo agotados que estaban todos después de las clases y los entrenamientos, y pensó que una pequeña sorpresa dulce podría levantarles el ánimo.

—Chicos, saquen toda la basura de sus cuartos. Voy a llevarla afuera —pidió Izuku, tratando de retomar el control de la situación, justo cuando Mina y Sato aparecieron en el vestíbulo.

—La clase del profesor Mic fue intensa... —murmuró Mina, sus hombros caídos y su expresión mostraban el cansancio acumulado.

—Sí, opino lo mismo. Fue difícil seguir el ritmo —añadió Kirishima.

—¡Había gramática que nunca habíamos aprendido! —dijo Sato.

—Es verdad —Mina asintió con la cabeza—. A mí también me sorprendió. El profesor Mic no tiene piedad.

—Si no entiendo algo de inmediato, ¡me bloqueo! —exclamó Kaminari desde el fondo de la sala, estirándose y dejando escapar un bostezo exagerado.

Izuku, que había estado ocupado organizando la basura, se tensó al escuchar las conversaciones a su alrededor. Solo había pasado un día desde que lo castigaron por la pelea con Bakugo, y ya sentía que el ritmo de la vida en la UA lo había dejado atrás. Sus hombros se encogieron un poco, y Kaori notó el cambio en su postura.

—¿Y esa cara, señor arrestado? —preguntó Iida, su tono ligeramente burlón, pero manteniendo el aire serio que siempre lo caracterizaba.

—¡No me digas así! ¡Qué cruel! —exclamó Izuku. Se cruzó de brazos con indignación. Decidido a cambiar de tema, dijo:— Iida, ¿de qué son esos trabajos de los que hablaron antes?

El delegado frunció el ceño y sacudió la cabeza en señal de desaprobación.

—¡Estoy molesto contigo, Midoriya! —dijo con severidad—. Los profesores nos prohibieron hablarles sobre las clases a los que faltaron, así que no puedo responderte. Lo siento, pero tendrán que habituarse a toda esta situación. Es parte de su responsabilidad como héroes en formación.

Luego, sin perder el ritmo, Iida se giró hacia Bakugo, quien observaba la escena con los brazos cruzados y la mirada afilada.

—¿Escuchaste, Bakugo? —preguntó, esperando una respuesta seria.

—¡Cállate! ¡Ya entendí, cuatro ojos! —respondió Bakugo de inmediato.

Kaori no pudo evitar soltar una pequeña risa.

—He traído pasteles para todos —anunció la pelirosada de repente, levantando la bolsa que había traído consigo.

Al escucharla, la habitación, que momentos antes estaba llena de tensión, cambió de atmósfera en un instante. Los ojos de Sato brillaron al escuchar la palabra "pasteles", y Mina se lanzó hacia Kaori con una sonrisa enorme.

—¡Kaori, eres la mejor! —exclamó Mina.

Uno a uno, los estudiantes fueron dejando lo que estaban haciendo para unirse alrededor de la mesa del comedor.

—Bueno, si vamos a comer pasteles, ¡deberíamos hacer algo más que solo pararnos aquí como zombis! —habló Kirishima, con su entusiasmo característico.

—¡Tiene razón! —añadió Uraraka—. Deberíamos preparar la mesa y hacer de esto una comida de verdad.

—¡Perfecto! Entonces, ¡todos a sus puestos! Debemos organizar todo de manera eficiente —Iida musitó, moviéndose de un lado a otro—. ¡Yo me encargaré de los cubiertos!

—Puedo ayudar con los platos —dijo Izuku, mirando al delegado de la clase, quien asintió con aprobación.

Kaori, observando con diversión como todos a su alrededor seguían bromeando y ayudándose mutuamente para tener todo listo.

Kaminari y Kirishima seguían con sus bromas mientras acomodaban los vasos y servían las bebidas.

—Oye, ¿crees que si seguimos así nos contratarán como meseros? —bromeó el rubio, guiñando un ojo.

—¡Seríamos los mejores meseros! —respondió el contrario con una carcajada—. Con nuestra energía, ¡podríamos servir tres mesas al mismo tiempo!

—Deberían callarse y concentrarse. Estamos comiendo, no en un maldito restaurante —gruñó Bakugo, aunque no tan molesto como de costumbre. Parecía que incluso él estaba disfrutando del ambiente relajado, aunque no lo quisiera admitir.

—¡Sí, señor chef! —respondió Mina entre risas, haciendo una pequeña reverencia burlona hacia Bakugo. Este solo rodó los ojos, ignorándola.

Kaori, por su parte, se sentía tranquila observando cómo todos interactuaban. Estos momentos eran valiosos para ella. No importaba lo difícil que hubieran sido las clases o los entrenamientos, siempre había un espacio para relajarse y estar juntos.

Mientras caminaba hacia su lugar en la mesa, la puerta principal de la residencia se abrió suavemente, y la figura alta y calmada de Shoto Todoroki apareció en el umbral. Llevaba su uniforme escolar, pero su rostro tenía una expresión serena, como si su visita a su madre lo hubiera tranquilizado.

—¡Todoroki! —exclamó Kirishima, levantando una mano para saludarlo desde la mesa—. ¡Justo a tiempo! Estamos a punto de empezar a comer.

El bicolor asintió con una ligera sonrisa, y mientras se acercaba al grupo, su mirada se cruzó con la de Kaori. Ella le devolvió una sonrisa cálida, sintiéndose aliviada de verlo después de un largo día.

—Lo siento por la demora —dijo Shoto, dirigiéndose tanto a Kaori como a los demás—. Fui a ver a mi madre y el tiempo pasó más rápido de lo que esperaba.

—No te preocupes, ¡hemos preparado todo para que puedas unirte! —dijo Kaori, acercándose un poco más a él mientras le señalaba el lugar que Mina había preparado a su lado.

—Gracias —respondió él, tomando asiento junto a ella.

Para Kaori, el ambiente se hizo aún más acogedor con la llegada de Shoto. El simple hecho de estar juntos en ese momento era suficiente para relajarlos a ambos.

—¿Y bien? —dijo Sato, frotándose las manos con entusiasmo—. Creo que ya estamos listos para comer. Todos hicieron un buen trabajo preparando la mesa, así que ¡es hora de disfrutar!

Los estudiantes comenzaron a sentarse alrededor de la mesa, acomodándose con comodidad mientras las charlas continuaban. El dulce aroma de los pasteles y dulces llenaba el lugar.

—¿Alguien quiere contar cómo fue su día? —preguntó Mina.

—Pues, además de la clase de inglés de Present Mic que casi nos deja a todos en shock, no estuvo tan mal —comentó Kirishima—. ¡Aunque sentí que mi cerebro se estaba derritiendo por tanta gramática!

—Ni siquiera entiendo cómo puede hablar tan rápido y no perderse en sus propias palabras —Kaminari añadió, tomando un vaso de jugo y sacudiendo la cabeza—. Es como si su don también afectara su velocidad al hablar.

Las risas no tardaron en llenar la habitación mientras todos compartían historias sobre la clase de Present Mic. Incluso Bakugo, aunque seguía mostrando su habitual cara de disgusto, no pudo evitar soltar una pequeña sonrisa cuando Kirishima imitó la manera en que el profesor había estado lanzando preguntas al azar.

Las conversaciones continuaron mientras los estudiantes compartían más anécdotas del día, intercambiando risas y comentarios. La cena se transformó en una verdadera celebración de amistad, un respiro bien merecido en medio de su agitada vida como estudiantes de héroes.

Shoto, sentado junto a Kaori, comenzó a relajarse también, sus hombros perdiendo la tensión que traía de su visita. De vez en cuando, su mano se rozaba con la de Kaori bajo la mesa. Estar juntos en medio de sus amigos, rodeados de risas y comida, era justo lo que necesitaban para cerrar el día.

















































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Kaori abrió los ojos de golpe, y lo primero que notó fue el familiar techo de su habitación en la casa de su infancia. Una suave luz dorada se filtraba por las cortinas, bañando la estancia en un cálido resplandor. Parpadeó varias veces, intentando procesar cómo había llegado allí. ¿Cómo era posible que estuviera en su casa? La última vez que lo recordaba, estaba en la residencia de la UA, lista para dormir después de un día agotador.

Una mueca de confusión se apoderó de su rostro mientras miraba a su alrededor. Todo estaba exactamente como lo recordaba: el viejo reloj de pared, los retratos de su familia en las estanterías, y la alfombra de flores que cubría el suelo de la sala. Algo no cuadraba. Sabía que estaba en un sueño, lo sentía en su piel, en la irrealidad de la atmósfera. A pesar de la calidez de la luz, había una inquietante sensación de vacío que envolvía el lugar, algo que no podía identificar del todo, pero que se manifestaba como un peso en su pecho.

Antes de que pudiera detenerse a reflexionar, una voz resonó detrás de ella. Una voz que reconocía muy bien, cargada de inocencia y alegría. El sonido de pasos apresurados llenó el aire, y cuando Kaori se dio la vuelta, su corazón dio un vuelco.

—¡Kaori! ¡Kaori! ¡Te extrañé! —gritaba una versión más joven de Kaneki, de unos diez años. Corría hacia ella con una sonrisa brillante, su rostro lleno de energía infantil y emoción pura.

Kaori se quedó inmóvil por un segundo, su mente intentando procesar lo que veía. Kaneki, su hermano del alma, el niño que había desaparecido sin dejar rastro años atrás, estaba frente a ella. Desde la última vez que lo vio junto al doctor Garaki, no había vuelto a tener un encuentro con él. Pero aquí estaba, corriendo hacia ella, como si los años no hubieran pasado. Un torrente de emociones la inundó. Una mezcla de alegría y dolor, porque aunque lo veía, sabía que no era real.

Sin embargo, se permitió disfrutar del momento, aunque fuese solo un sueño. Kaori se inclinó, agachándose con los brazos extendidos, lista para recibirlo en un cálido abrazo. Aunque nunca lo hubiera admitido en voz alta, extrañaba a Kaneki más de lo que estaba dispuesta a reconocer. Después de todo, durante años, lo había considerado como su hermano mayor.

Kaneki corrió hacia ella, su risa resonando en sus oídos, pero cuando estaba a solo unos pasos de sus brazos, todo cambió. De repente, de las sombras que se acumulaban en las esquinas de la sala, surgió una oscura figura. Una sombra alargada y retorcida se estiró rápidamente, envolviendo a Kaneki antes de que pudiera llegar a los brazos de Kaori. En un solo y violento movimiento, lo levantó por los aires y lo arrojó con fuerza contra una de las paredes de la habitación.

—¡No! —gritó Kaori con desesperación, sus ojos abriéndose de par en par. El sonido sordo del impacto la paralizó momentáneamente.

El pequeño cuerpo de Kaneki se deslizó por la pared, inerte, mientras la sombra parecía cobrar forma, revelando algo mucho más oscuro y familiar.

Ahora, frente a ella, estaba Kaneki de 18 años, la versión actual de su "hermano" y ahora miembro de la liga de los villanos. Su rostro era frío, inexpresivo, y sus ojos, oscuros y vacíos, la miraban con una indiferencia aterradora. La sonrisa tierna y cálida del niño había desaparecido por completo, reemplazada por una expresión que Kaori apenas reconocía, pero que la llenaba de una angustia indescriptible.

—Kaneki... —murmuró Kaori. No podía creer lo que estaba viendo.

El Kaneki que había conocido, el niño dulce y cariñoso, había sido reemplazado por esta versión rota y oscura de sí mismo. El mismo Kaneki que había desaparecido y que ella había buscado durante tanto tiempo, ahora se había convertido en alguien irreconocible.

—¿Qué esperabas, Kaori? —hablo Kaneki—. ¿Que todo volviera a ser como antes?

Kaori intentó dar un paso hacia él, pero sus piernas se sentían pesadas, como si el suelo estuviera atrapándola, impidiéndole moverse. La desesperación creció en su pecho mientras las sombras comenzaban a rodearla también, envolviendo la habitación en una oscuridad sofocante.

—¡Esto no es real! —gritó ella, intentando convencerse de que solo era un sueño, que nada de esto estaba sucediendo. Pero la verdad era que el sueño se sentía demasiado real, como si estuviera atrapada en una prisión creada por su propia mente.

Kaneki inclinó la cabeza ligeramente, su expresión no cambió en lo absoluto. Dio un paso hacia ella, y la oscuridad que lo rodeaba parecía seguirlo como una sombra viviente.

—Siempre supe que algún día te darías cuenta —continuó él, con una calma que la aterraba—. La oscuridad no puede ser ignorada, Kaori. No puedes huir de ella para siempre.

El corazón de Kaori latía desbocado en su pecho. Sabía que lo que estaba viendo era una representación de sus propios miedos e inseguridades. Sabía que la oscuridad que controlaba era peligrosa, y este sueño solo estaba amplificando esos temores. Pero verlo manifestado en la forma de Kaneki, alguien a quien había amado y considerado su hermano, era demasiado doloroso.

—¡Tú no eres esto, Kaneki! ¡Tú no eres esta oscuridad!

Pero el chico solo sonrió con tristeza. Detrás de él, las sombras seguían creciendo, devorando el entorno de la casa familiar hasta que todo lo que Kaori conocía comenzó a desmoronarse. Las paredes, los muebles, los recuerdos de su infancia, todo se desvanecía en un mar de tinieblas.

Finalmente, Kaneki se detuvo a unos pasos de ella, y, con un último vistazo, susurró:

—La oscuridad siempre ha estado dentro de ti, Kaori. Solo está esperando que la aceptes.

Antes de que pudiera responder, el suelo bajo sus pies se desmoronó, y Kaori cayó en un abismo de oscuridad insondable. El sonido de su propia respiración y los latidos de su corazón eran lo único que la acompañaba mientras caía, sin poder ver el fondo.

Justo cuando creía que no habría fin a su caída, despertó bruscamente, sentada en su cama en la residencia de la UA, su respiración agitada y su corazón latiendo con fuerza. El sudor cubría su frente, y la habitación estaba sumida en una penumbra tranquila, como si la oscuridad del sueño se hubiera arrastrado al mundo real.

Kaori se quedó unos momentos sentada en la cama, con el corazón aún latiendo rápido, tratando de recuperar el control sobre su respiración. Las imágenes del sueño aún rondaban su mente, nublando sus pensamientos y dejando un nudo en su estómago. Sabía que aquello no había sido solo un sueño común. Todo había sido demasiado vívido, demasiado real, como si las sombras hubieran cruzado la frontera entre su mente y la realidad.

Kaori se puso de pie, notando que sus piernas temblaban levemente. Luego, mirando a su alrededor para asegurarse de que nadie la viera, abrió la puerta con cuidado y se deslizó fuera de su habitación.

El pasillo estaba iluminado solo por la luz tenue que venía de algunas lámparas de emergencia. De todos modos, a esa hora, la mayoría de sus compañeros ya estarían dormidos o demasiado ocupados con sus propias cosas. Pero aun así, tenía que ser cuidadosa. Estaba prohibido que las chicas estuvieran en las habitaciones de los chicos, y viceversa. Si alguien la descubría, no solo sería un problema para ella, sino también para Shoto.

Cuando llegó al pasillo donde estaban las habitaciones de los chicos, se dirigió rápidamente a la puerta de la habitación de él, y por un momento, dudó. Se quedó ahí de pie, indecisa, con una mano levantada a punto de llamar. ¿Qué estaba haciendo? ¿Debería despertarlo solo porque había tenido una pesadilla?

Shoto era la única persona en quien confiaba completamente, el único que podría entender. La chica tomó una respiración profunda y, finalmente, golpeó suavemente la puerta.

Durante unos segundos, el silencio fue absoluto. Luego, escuchó pasos suaves al otro lado de la puerta.

La puerta se abrió lentamente, revelando a Shoto, que parpadeaba somnoliento, claramente desconcertado por la visita inesperada. Estaba vestido con una camiseta sencilla y unos pantalones de pijama, su cabello, como siempre, desordenado por la mezcla de sus dos colores, y sus ojos bicolores, con una ligera somnolencia en ellos.

—Kaori... —murmuró, su voz aún ronca por el sueño—. ¿Qué sucede? ¿Está todo bien?

Ella lo miró por un momento, sin poder encontrar las palabras correctas. Quería decirle que estaba bien, que no era nada, pero lo cierto era que no estaba bien. Nada estaba bien en ese momento.

—No podía dormir... —admitió finalmente, su voz apenas un susurro—. Tuve una pesadilla.

Al escucharla, Shoto abrió más la puerta y dio un paso atrás, invitándola a entrar en silencio. Kaori entró en la habitación con rapidez, cerrando la puerta detrás de ella con cuidado.

Shoto la observó mientras se movía por su habitación, claramente preocupado. No era típico de Kaori acudir a él a esas horas, y mucho menos por una pesadilla. Algo debía haber sido especialmente perturbador para ella esa noche.

—¿Quieres hablar de ello? —le ofreció, caminando hasta su cama y sentándose en el borde, haciendo espacio para ella a su lado.

Kaori se sentó junto a Shoto en su cama, aún en silencio. Las palabras parecían atascadas en su garganta. No podía hablar de la pesadilla, al menos no ahora. La sensación de la oscuridad que había sentido, esa presencia abrumadora y opresiva, todavía la perseguía, y no quería traerla de vuelta con solo hablar de ello. No podía arriesgarse a que Shoto se preocupara más de lo necesario. Además, ¿cómo podría explicarle lo que realmente sentía sin asustarlo?

Shoto la observaba en silencio. Su expresión era calmada, pero sus ojos bicolores reflejaban una ligera preocupación. Sabía que algo andaba mal, pero respetaba que Kaori no estuviera lista para hablar. El entendía que ella necesitaba ese espacio. Aun así, no podía quedarse de brazos cruzados viendo cómo la angustia la consumía.

—Parece que necesitas distraerte un poco —dijo, rompiendo el silencio suavemente.

Kaori levantó la mirada, un poco sorprendida. Shoto rara vez hacía sugerencias espontáneas. Pero en ese momento, él estaba tratando de ayudar de alguna manera.

—¿Qué tienes en mente? —preguntó ella.

Shoto se levantó de la cama y se dirigió hacia un pequeño armario que tenía en la esquina de la habitación. Abrió la puerta con cuidado y sacó una caja pequeña, un poco desgastada, pero claramente cuidada con cariño. Kaori ladeó la cabeza, curiosa por lo que él estaba haciendo.

—Es un juego que encontré entre las cosas de mi hermana la última vez que fui a visitarla —explicó, mientras se acercaba de nuevo a la cama y colocaba la caja frente a ella—. Solíamos jugarlo cuando éramos pequeños, especialmente en noches como esta, cuando algo nos molestaba.

Kaori observó la caja con más atención. Era un simple juego de mesa, algo que no parecía muy complicado, pero el gesto fue lo que la conmovió. No pudo evitar sonreír un poco ante la idea de que Shoto tuviera algo tan sencillo y nostálgico guardado entre sus cosas.

—No sabía que te gustaban los juegos de mesa —comentó ella, tratando de aliviar un poco la tensión.

—No es que juegue mucho —admitió él, encogiéndose ligeramente de hombros—. Pero creo que a veces es bueno hacer algo diferente para despejar la mente.

Kaori lo miró por un momento, apreciando el esfuerzo que él estaba poniendo en animarla. Shoto no era del tipo que expresaba abiertamente sus emociones, pero en esos pequeños gestos, ella podía ver cuánto le importaba.

—De acuerdo, juguemos —dijo finalmente, dispuesta a dejarse llevar por la idea.

Shoto abrió la caja y empezó a colocar las piezas del juego en la cama. El ambiente en la habitación comenzó a sentirse más ligero, el simple hecho de concentrarse en algo tan trivial como un juego de mesa ayudaba a desviar los pensamientos oscuros que rondaban la mente de Kaori.

Mientras jugaban, Shoto mantenía esa expresión tranquila, pero Kaori podía notar que, poco a poco, se estaba relajando también. Era extraño verlo disfrutar de algo tan mundano, pero en cierto modo, eso también la hacía sentirse mejor. A medida que el juego avanzaba, Kaori comenzó a reír con más naturalidad. Las tensiones en su cuerpo se aflojaban poco a poco, y aunque la pesadilla seguía en el fondo de su mente, la compañía de Shoto y su intento por distraerla estaban funcionando.

—No eres muy bueno en esto, ¿verdad? —bromeó Kaori, tras haber ganado una ronda fácilmente.

El chico la miró con una mezcla de resignación y diversión en su mirada.

—Nunca lo fui —respondió él, con una pequeña sonrisa—. Mi hermana siempre me ganaba.

Kaori se rió entre dientes y sintió cómo su corazón ahora se sentía más ligero. Shoto, sin importar lo que pasara, siempre estaba ahí para ella, ya fuera en silencio o a través de gestos pequeños como este.

Pasaron un buen rato jugando, bromeando y hablando de cosas sin importancia. Era justo lo que Kaori necesitaba, un escape temporal de los pensamientos oscuros que la habían perseguido.

Al terminar la última ronda, ambos se recostaron en la cama, agotados pero relajados. El silencio regresó, pero esta vez no era incómodo. Shoto la miró de reojo, como asegurándose de que ella estuviera bien.

—Gracias por esto —Kaori murmuro, sonriendo con dulzura—. Realmente lo necesitaba.

Shoto la observó en silencio por un momento, y en vez de responder con palabras, se inclinó lentamente hacia ella. Kaori sintió su respiración detenerse, mientras sus ojos se encontraban con los de él. Sus labios se acercaron con suavidad, y finalmente se rozaron en un beso tierno, cálido y lleno de cariño.

El beso no fue apresurado ni intenso, sino más bien una promesa silenciosa. Un acto de consuelo, de apoyo, y de profunda conexión. Los labios de Shoto eran cálidos. Kaori cerró los ojos, dejándose llevar por la calma y el cariño que ese pequeño momento les brindaba a ambos.

Cuando se separaron, Shoto la miró con una leve sonrisa en los labios. No era necesario decir más. Ese beso había dicho todo lo que las palabras no podían expresar en ese momento.

—Cuando quieras —susurró Shoto finalmente, su voz baja y suave, mientras le acariciaba el rostro con delicadeza.





































































































JES'S NOTE !

shoto siendo el mejor novio parte 100000 🫶🏻 LES JURO QUE YO LO ADORO CHICAS, todas merecemos a alguien que nos ame como él ama a kaori.

ustedes consideran que kaori es parte del bakusquad o del dekusquad? yo la verdad siento que depende del día 😁 me gusta decir que kaori es un alma libre y que de habla con todo ser que respire porque es una persona demasiado sociable.

falta poquito para que comience mi arco favorito ! estoy muy emocionada porque ustedes puedan leerlo, porque de verdad es muy bueno 🫱🏻‍🫲🏼

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