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thirty four. facing your worst fear

O34 | FACING YOUR WORST FEAR

Kaori estaba apoyada sobre la mesa, su frente descansando contra sus brazos cruzados, mientras intentaba robar unos minutos de sueño antes de que la clase comenzara. El cansancio de los últimos días la había alcanzado, y las noches de insomnio la tenían en un estado constante de agotamiento. Se sentía algo desconectada del mundo a su alrededor, hasta que la voz grave de Aizawa resonó por todo el salón, rompiendo el silencio.

—La residencia será una versión más seria de sus prácticas, donde trabajarán junto a héroes profesionales —anunció el hombre con un tono calmado pero firme. Sin embargo, lo que dijo después hizo que Kaori levantara la cabeza lentamente—. Después de una reunión con el director y el resto de los profesores, hemos decidido que no deberían hacerlo.

El salón entero estalló en un caos de quejas. Los estudiantes habían estado esperado con ansias la oportunidad de trabajar otra vez con héroes profesionales, así que no podían evitar demostrar su descontento. Todos hablaban al mismo tiempo, sus voces formando un revoltijo de reclamos que llenaba el aula.

—¡Se lo merecen! —exclamó Bakugo con su característico temperamento explosivo, golpeando su mesa con tal fuerza que los libros y cuadernos que había sobre ella saltaron por el impacto.

Kaori, a pesar del ambiente tenso, no pudo evitar sonreír divertida al verlo tan enfadado.

—Solo lo dices porque tú no participas —bromeó, mirándolo con una sonrisa juguetona.

El rubio la miró de reojo, sus ojos entrecerrados en una advertencia silenciosa, pero ella sabía que sus palabras no lo enfurecían de verdad. Tenían una amistad en la que podía molestarlo sin temor a que explotara.

—¡Cállate, pelo de chicle!

Mientras los murmullos y quejas continuaban, Aizawa los observó con seriedad antes de seguir hablando.

—Algunos creen que nuestras políticas no están formando héroes lo suficientemente fuertes —dijo, y sus palabras calmaron un poco el alboroto en el aula. Kaori se enderezó en su asiento, prestando más atención a lo que decía—. Así que hemos decidido permitir que los estudiantes de primer año vayan a agencias con un historial impecable que estén dispuestas a aceptar estudiantes en prácticas.

El aula quedó en silencio por unos segundos mientras todos procesaban la información. Kaori, por su parte, comenzó a considerar las opciones que tenía delante. Había muchas agencias interesadas en ella después del festival deportivo. Algunas ofrecían entrenamiento especializado, otras se enfocaban en operaciones de rescate o combate. Pero su mente no tardó en gravitar hacia una agencia en particular: la de su madre.

Su madre, Seoyeon, no solo era una heroína experimentada, sino que también compartía el don de las sombras que tanto aterraba a Kaori. Era la única persona que podría ayudarla a controlar esa parte de sí misma que, hasta ahora, había decidido suprimir. Sabía que si quería ser una heroína completa, no podía seguir evitando el uso de las sombras. Pero la idea de enfrentarse a ese poder la llenaba de temor, un temor que nacía de las pesadillas que había estado teniendo y de su pasado con Kaneki.

Kaori se mordió el labio, sintiendo como su mente estaba llena de pensamientos contradictorios. Por un lado, quería pedirle ayuda a su madre, aprender a controlar las sombras y dejar de temerlas. Pero por otro lado, no podía dejar de pensar en las consecuencias emocionales de abrir esa puerta. Y más allá de eso, tampoco quería preocupar a su madre. Sabía que si mencionaba las pesadillas y los problemas que estaba teniendo con el sueño, su madre no lo tomaría a la ligera.

No podía preocuparla con eso. Su madre ya tenía demasiadas responsabilidades dirigiendo una agencia de renombre. Kaori siempre había sido independiente en cuanto a sus problemas, y no pensaba cambiar eso ahora.

El bullicio de sus compañeros volvió a su alrededor, pero ella seguía sumida en sus pensamientos. La idea de enfrentarse a las sombras la asustaba más de lo que quería admitir. Recordar a Kaneki, su antigua relación con él y cómo había terminado uniéndose a la Liga de los Villanos, traía consigo una nube de oscuridad que no podía sacudirse fácilmente. Kaori sabía que las sombras eran un reflejo de su estado emocional, y temía lo que podría pasar si se dejaba consumir por ellas.

Mientras se perdía en esos pensamientos, la voz de Aizawa volvió a resonar en el aula, sacándola de su ensimismamiento.

—Esta es una decisión que tomamos para protegerlos —dijo Aizawa, observando a cada uno de sus estudiantes—. Sin embargo, quienes quieran participar en las residencias, deben ser conscientes de que solo trabajarán con agencias que tengan un historial probado y seguro.

Kaori asintió para sí misma. Sabía que eventualmente tendría que tomar una decisión. Tenía que dejar de lado el miedo, enfrentar sus sombras y aprender a dominarlas. Pero por ahora, no podía permitir que nadie viera cuán preocupada estaba. Tenía que mantener la compostura, como siempre lo hacía.

—Kaori, ¿estás bien? —la suave voz de Uraraka llegó desde su lado, sacándola completamente de sus pensamientos.

Kaori parpadeó, como si despertara de un trance, y se volvió hacia su amiga con una sonrisa que, aunque cálida, no llegaba del todo a sus ojos.

—Sí, solo estaba pensando en qué agencia sería la mejor opción para mí —respondió, intentando mantener su tono casual.

Uraraka asintió, aceptando la respuesta sin cuestionar más, pero Kaori sabía que, aunque había logrado desviar la conversación, los pensamientos que la atormentaban seguían ahí.















































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La hora del almuerzo llegó rápidamente. Kaori se encontraba sentada en el comedor junto a sus amigos. Las mesas estaban llenas de risas y charlas animadas, y el aroma de la comida que se servía en la línea de buffet llenaba el aire. A su alrededor, Uraraka, Tsuyu, y Mina compartían historias de sus últimas experiencias en la UA, riendo y bromeando entre ellos.

—No puedo creer que Aizawa dijera eso sobre las agencias —comentó Uraraka, mientras tomaba un bocado de su almuerzo—. ¿Crees que realmente nos dejarán ir a las residencias?

—Espero que sí. ¡Sería genial trabajar con héroes profesionales! —respondió Mina, su voz llena de entusiasmo—. ¡Imagina aprender directamente de ellos!

Kaori sonrió ante el entusiasmo de sus amigas, aunque su mente aún divagaba entre las posibilidades de agencias a las que podría asistir. Se sintió un poco nerviosa al pensar en ello; la presión de tomar una decisión sobre su futuro parecía aumentar con cada día que pasaba. Sabía que tenía que aprender a controlar su don de las sombras, y no había mejor persona para guiarla en eso que la mujer que lo había manejado durante tanto tiempo.

Justo en ese momento, Mirio, Tamaki y Nejire aparecieron en la entrada del comedor. Las conversaciones alrededor se apagaron levemente mientras los estudiantes se apartaban un poco, creando espacio para que los de tercer año se acercaran. Mirio se acercó a la mesa de Kaori con una amplia sonrisa.

—¡Hola, chicos! —saludó con entusiasmo—. ¿Podemos hablar contigo un momento, Kaori?

La aludida fruncio el ceño con curiosidad. Sin embargo, asintió, levantándose de su asiento y acompañando a los tres a un rincón más tranquilo del comedor. A medida que se alejaban, sintió las miradas curiosas de sus compañeros, preguntándose qué querían aquellos héroes en formación.

—¿Qué pasa?

—Queríamos preguntarte sobre tus planes para las residencias —Nejire habló, sintiendo como sus ojos brillaban con curiosidad e interés—. Todos estamos muy emocionados por saber a qué agencia irás, porque realmente nos gustaría trabajar contigo.

Kaori sintió como la presión se acumulaba en ella al darse cuenta de que no solo sus compañeros de clase la veían como una posible heroína, sino que los de tercer año también tenían esperanzas depositadas en ella.

—Bueno, he decidido trabajar con mi madre —respondió finalmente, intentando mantener la voz firme—. Pero también creo que mis compañeros de clase son una buena opción. Hay muchos con habilidades increíbles.

—¿Tu madre? ¡Eso es genial! —exclamó Mirio, con su habitual entusiasmo—. Estoy seguro de que aprenderás mucho de ella. Su legado es asombroso.

Kaori asintió, sintiendo una mezcla de gratitud y un ligero remordimiento. Sabía que su madre era una experta en el manejo de las sombras, pero una parte de ella dudaba si estaba lista para afrontar esos desafíos.

—Mi madre conoce mis habilidades mejor que nadie, y sé que me ayudará a manejarlas —la pelirosada explicó brevemente—. Estoy ansiosa por aprender a controlarlas completamente.

—Estoy seguro de que tomaste una buena decisión —Tamaki murmuró, haciendo que Nejire asintiera con rapidez.

—¡Tamaki tiene razón! Pero no olvides que estamos aquí para ti. Si alguna vez necesitas un consejo o apoyo, no dudes en hablar con nosotros.

Kaori hizo una mueca ante sus palabras. En ese momento, no solo era la presión de convertirse en una heroína lo que la abrumaba, sino también la certeza de que tenía amigos a su lado dispuestos a apoyarla. Era una sensación reconfortante y, a pesar de sus inseguridades, le daba fuerzas para seguir adelante.

Mientras regresaban a la mesa, la conversación cambió hacia anécdotas de sus entrenamientos y sueños de convertirse en héroes. Mirio compartió historias de su experiencia en la agencia de Sir Nighteye, mientras Kaori escuchaba con atención.

A pesar de todo, la chica estaba lista para enfrentar cualquier desafío que el futuro le deparara, y así lograr convertirse en la heroína que soñaba ser.















































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Cuando la última campanada de clase resonó en el aire, Kaori sintió que un torrente de emoción la invadía. Sentía como la ansiedad y la determinación se entrelazaban en su pecho mientras se apresuraba hacia la estación de tren.

El tren llegó con puntualidad, y Kaori se deslizó dentro de uno de los vagones, encontrando un lugar entre la multitud. Mientras el tren avanzaba, observaba el paisaje urbano que se deslizaba ante ella.

La chica no pudo evitar que la imagen de su madre apareciera en su mente. A pesar de que se había retirado hace unos años, era una heroína aclamada, y aunque Kaori sentía una profunda admiración por su madre, también había un hilo de temor. ¿Sería capaz de estar a la altura?

Finalmente, el tren se detuvo, y Kaori se dirigió rápidamente a la agencia de su madre, un edificio imponente que parecía resonar con la energía de los héroes que allí trabajaban. Una vez dentro, los asistentes la reconocieron de inmediato y la dejaron pasar sin más preámbulos.

Mientras caminaba por el pasillo, los ecos de risas y conversaciones llenaban el aire. El ambiente era vibrante, con héroes y asistentes moviéndose de un lado a otro, trabajando en equipo para abordar diversas misiones y desafíos. Kaori sintió una punzada de emoción; este era el mundo al que aspiraba pertenecer.

Finalmente, llegó a la oficina de su madre. Con un leve golpe en la puerta, entró. Seoyeon estaba allí, sentada detrás de un escritorio abarrotado de papeles, su cabello oscuro enmarcando su rostro con elegancia. Cuando levantó la vista y vio a Kaori, su expresión se iluminó.

—¡Cariño! —exclamó, levantándose rápidamente y acercándose a ella—. ¡Qué alegría verte! ¿Cómo ha estado todo en la UA?

Kaori sonrió, sintiéndose acogida por el cálido abrazo de su madre. Era un refugio familiar en medio de sus inquietudes. Después de unos momentos de charlas triviales y risas, la chica decidió que era el momento de hablar de lo que realmente la había llevado allí.

—Mamá —comenzó, su voz un poco más seria—. El profesor Aizawa dijo que teníamos que escoger una agencia para hacer nuestra residencia, y he decidido que quiero hacer mi residencia contigo. Quiero aprender a controlar mi nuevo don.

Seoyeon frunció el ceño, y Kaori notó un leve destello de preocupación en sus ojos. Sabía que el tema del don de sombras era delicado, sobre todo después del incidente con One For All. No habían hablado de ello desde entonces.

—¿Estás segura? —preguntó su madre, con la voz suave pero firme—. No quiero que te sientas presionada por mí. Hay otras agencias, y puedes aprender mucho de diferentes héroes.

—Lo sé, pero tengo que enfrentar mi don. Sé que necesito controlarlo, y no hay mejor persona para ayudarme que tú. No quiero seguir evadiendo este tema.

Seoyeon la miró fijamente, y Kaori pudo ver cómo luchaba internamente. Finalmente, asintió con lentitud.

—Está bien, Kaori. Si realmente crees que esto es lo que necesitas, lo haremos. Pero debemos abordar esto con cuidado. Tu don puede ser poderoso, y hay mucho en juego.

—Lo sé, pero estoy lista para aprender y enfrentar mis miedos. Quiero convertirme en una heroína que pueda proteger a los demás, pero para eso necesito entender y controlar lo que tengo.

Seoyeon sonrió con orgullo ante sus palabras, pero sus ojos aún estaban llenos de preocupación.

—Eres muy valiente, cariño. Me alegra que estés dispuesta a enfrentar esto. Te prometo que haré todo lo posible para apoyarte.

Después de un rato más de charla, Kaori y su madre comenzaron a planear cómo abordarían su entrenamiento. Hablaron sobre los métodos que utilizarían, los ejercicios que podrían ayudarla a entender mejor su don y las lecciones que necesitaría aprender.

—Bien, empecemos de inmediato —Seoyeon declaró, colocándose de pie con confianza—. Quiero que te prepares mentalmente. La primera lección será entender cómo funciona tu poder y los matices que trae consigo.

Kaori sintió un escalofrío recorrer su espalda. No había vuelta atrás; el momento había llegado. La sensación de nerviosismo la invadió a medida que seguía a su madre por el pasillo.

Al llegar a una sala de entrenamiento, Seoyeon se volvió hacia ella, con los brazos cruzados y una expresión seria.

—Aquí es donde todo comenzará —habló, señalando el espacio amplio y equipado con diversos dispositivos y herramientas de entrenamiento—. Antes de comenzar, necesito que entiendas que el don de las sombras no es algo que debas temer. Debes aprender a controlarlo y a utilizarlo a tu favor.

—Lo entiendo. Quiero aprender a manejarlo —respondió tratando de sonar segura, aunque su voz temblaba ligeramente.

—Primero, quiero que te concentres. Siéntate en el centro de la sala y cierra los ojos. Respira profundamente y comienza a visualizar cómo se manifiesta tu don. Imagina las sombras como una extensión de ti misma.

Kaori hizo lo que su madre le pidió, sentándose en el suelo y cerrando los ojos. Con cada respiración, comenzó a visualizar las sombras danzando a su alrededor. Pero con cada imagen que evocaba, también regresaban los recuerdos de sus pesadillas: La sensación de perder el control, el pánico que la envolvía. Su corazón se aceleró, y la ansiedad creció.

Seoyeon pareció notarlo, ya que se acercó, posicionándose frente a su hija, su voz suave pero autoritaria.

—Recuerda que las sombras son una representación de tus emociones. Necesitamos trabajar en eso. ¿Qué sientes ahora mismo?

—Siento... Miedo —confesó, su voz casi un susurro—. Miedo de no ser lo suficientemente buena y de que el poder me abrume.

—Eso es normal —respondió Seoyeon—. Pero no dejes que el miedo te controle. Necesitamos canalizar esa emoción. Ahora, intenta manifestar las sombras. No fuerces el poder, déjalo fluir de manera natural. Recuerda, estás en control.

Con una respiración profunda, Kaori se concentró. A medida que se centraba en sus emociones, comenzó a sentir una energía familiar alrededor de ella. Sin embargo, a medida que las sombras empezaron a surgir, una ola de terror la inundó. Las sombras se manifestaron de manera violenta, envolviéndola de forma caótica. Se sentía como si las sombras fueran criaturas de la oscuridad, ansiosas por consumirla.

—¡Detente! —su madre exclamó de inmediato, su voz cargada de urgencia—. No dejes que te sobrepase.

Kaori apretó los dientes, esforzándose por contener el poder que había comenzado a escapar de su control. Las sombras a su alrededor se volvían más densas y pesadas, y su respiración se volvió errática.

Se dio cuenta de que, en lugar de ser su aliada, el poder que tanto anhelaba controlar se estaba convirtiendo en su enemigo. La oscuridad la abrazaba, y podía sentir cómo sus emociones comenzaban a intensificarse, amplificadas por las sombras que ahora parecían cobrar vida propia.

—Kaori, recuerda, respira —Seoyeon continuó, su voz imperturbable en medio del caos—. Concéntrate en lo que sientes. No eres prisionera de tus emociones.

Con cada palabra de su madre, un rayo de claridad se colaba entre la tormenta de sombras. Kaori trató de encontrar su centro, de visualizar la luz que había en ella. Se recordó a sí misma que tenía el control, que las sombras no eran más que una parte de su ser, no su dueño.

Con un último esfuerzo, Kaori se concentró en su respiración y en la imagen de las sombras como parte de sí misma. A medida que se concentraba, pudo sentir cómo el caos empezaba a calmarse, aunque las sombras aún se resistían. Con cada inhalación, visualizaba la luz atravesando la oscuridad, y poco a poco, las sombras comenzaron a estabilizarse, dejando de ser caóticas para transformarse en una extensión de su propio ser.

—Eso es —murmuró Seoyeon, su tono lleno de orgullo—. Has comenzado a tomar el control. Aunque aún queda mucho por hacer, esto es un buen inicio.

Kaori abrió los ojos, sintiéndose más ligera y aliviada, pero también exhausta.  Sabía que aún había un largo camino por recorrer. Aunque había logrado un pequeño avance, la batalla contra sus propios miedos apenas comenzaba.

—Estoy lista para seguir aprendiendo —la menor aseguró.

—Entonces, continuemos. Este es solo el comienzo, Kaori. Juntas enfrentaremos las sombras, pero recuerda, es un proceso. No te exijas demasiado de inmediato. Cada paso cuenta.

Kaori tomó un profundo aliento, sintiendo la mezcla de miedo y determinación en su interior. Sabía que no estaba sola en esta lucha, y su madre estaba allí para guiarla. Era el momento de enfrentarse a la oscuridad, no solo en el exterior, sino también en su interior.















































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Kaori llegó a la residencia de la UA con el corazón acelerado. El día había sido largo y lleno de emociones, pero la idea de regresar y encontrarse con sus compañeros siempre la llenaba de energía. Al abrir la puerta, se vio inmersa en un ambiente vibrante; los estudiantes de la clase 1-A estaban reunidos en la sala de estar, intercambiando risas y comentarios animados.

Mientras se sacudía el polvo de su uniforme, Kaori notó que no era la única que había conseguido asegurarse un lugar para su residencia. Izuku también estaba allí, y su rostro iluminado por una sonrisa lo delataba. Se acercó un poco más, ansiosa por saber más sobre los planes de sus amigos.

La conversación se centró rápidamente en Aizawa, quien había tomado la delantera y comenzó a hablar con una autoridad que siempre calmaba a los demás.

—Tokoyami, uno de los profesionales te ha invitado a trabajar. Es Hawks, que opera en Kyushu.

Rápidamente la sala se llenó de murmullos de asombro y admiración. Kaori sonrió levemente al escucharlo.

—¡¿Hawks?! —exclamó Kaminari. La sorpresa en su voz era evidente.

—¿El tercero del ranking? —Sero intervino, su tono reflejando la misma sorpresa que su compañero.

—¿Qué haras, Tokoyami? —Aizawa cuestiono, haciendo que el chico se girara a verlo con seriedad.

—Acepto, agradecido —respondió, haciendo una leve reverencia que mostraba su respeto hacia el maestro.

—Bien. Te daré el papeleo después —informó antes de continuar—. Por cierto, Kirishima. Amajiki, de los Tres Grandes, quiere verte. Y Hado quiere hablar con Uraraka y Asui. Vayan mañana para escuchar lo que tienen que decir.

El ambiente se tornó eléctrico ante la mención de los Tres Grandes. Kaori no pudo evitar sonreír al imaginar lo emocionadas que estaban sus amigas.

—¿Amajiki quiere verme? —preguntó Kirishima, su voz llena de asombro y entusiasmo.

Kaori se sintió un poco nerviosa ante la idea de que su propia elección de agencia se volvía inminente. Había algo reconfortante en saber que sus amigos también estaban en la misma situación. La presión era alta, pero, a la vez, la emoción de poder trabajar junto a héroes experimentados era inigualable.

—¿Y tú, Kaori? —preguntó Izuku, quien había notado su presencia, acercándose a ella con una sonrisa—. ¿Con quién vas a hacer tu residencia?

—Voy a trabajar con mi madre —respondió, sintiendo una mezcla de orgullo y temor—. Quiero aprender a controlar mi don de sombras.

—¡Eso suena increíble! No puedo esperar para escuchar lo que aprendas.

—Gracias, Izuku.

La conversación continuó mientras los demás intercambiaban noticias y reflexiones sobre su elección de agencias. Aunque cada uno de ellos estaba a punto de embarcarse en su propio viaje, sabían que podían contar los unos con los otros.

Kaori, algo inquieta, se acercó a Shoto. Él estaba sentado, escuchando atentamente a Izuku y Kirishima hablar sobre sus elecciones, pero en cuanto la notó cerca, sus ojos se suavizaron, llenos de esa calma que siempre encontraba cuando la veía. Sabía que algo la preocupaba, aunque ella aún no lo hubiera dicho. Shoto siempre parecía ser capaz de percibir esos pequeños cambios en ella.

—¿Dónde estuviste esta tarde? —le preguntó en voz baja, apartándose un poco de la conversación para que pudieran hablar en privado.

—Fui a la agencia de mi madre —empezó la chica, dudando un poco al principio—. He decidido hacer la residencia con ella.

—Tiene sentido, después de todo. Ella es la que mejor puede ayudarte con... —dejó la frase en el aire, sabiendo que Kaori entendería.

—Sí, con mi don de sombras —continuó ella, su voz temblando ligeramente. —Decidí que es hora de enfrentar ese miedo. No puedo seguir huyendo de él para siempre.

La sombra de aquel poder seguía atormentándola. Había pasado tiempo desde el incidente de Camino y All For One, pero aún no había olvidado lo que sintió cuando su poder se descontroló. El temor de que volviera a suceder, de que pudiera perderse en esa oscuridad, seguía presente. Sin embargo, ahora había tomado una decisión. Iba a dejar atrás ese miedo, y aunque le aterrorizaba lo que eso podría implicar, sabía que debía hacerlo si quería avanzar.

—Eso es algo valiente de tu parte, Kaori —Shoto respondió con suavidad—. Es normal que tengas miedo, pero lo importante es que no estás sola. Yo estaré aquí contigo, y tu madre también.

Kaori sintió una calidez inesperada al escuchar esas palabras. Era lo que necesitaba oír, ese recordatorio de que no tenía que llevar la carga sola.

—Gracias —murmuró, casi en un susurro—. A veces, siento que no soy lo suficientemente fuerte para manejar todo esto.

Shoto negó con la cabeza, su expresión firme pero llena de cariño.

—Eres mucho más fuerte de lo que piensas. Todos tenemos miedos, incluso yo, pero lo que importa es cómo los enfrentamos. Y tú lo estás haciendo.

Kaori dirigió su mirada hacia el suelo, jugueteando de forma nerviosa con los bordes de su suéter. La ansiedad seguía presente, pero las palabras de su novio le daban la fuerza para seguir adelante.

Sin decir nada más, Shoto extendió su mano, y Kaori la tomó, sus dedos entrelazándose en un gesto que decía más de lo que las palabras podrían. En ese momento, el ruido a su alrededor desapareció, como si el resto del mundo dejara de existir por un breve instante.

La sala seguía llena de charlas animadas y risas. Izuku hablaba con entusiasmo sobre su elección de agencia, mientras Kirishima y Kaminari hacían bromas sobre lo emocionante que sería trabajar junto a héroes profesionales. Pero para Kaori, solo existía la sensación de la mano de Shoto en la suya, un ancla que la mantenía firme en medio de sus tormentas internas.

Sin decir una palabra, Kaori comenzó a caminar, tirando suavemente de la mano de Shoto. No necesitó pedir permiso, no hubo preguntas de su parte, solo el simple hecho de dejarse llevar por ella. Shoto la siguió en silencio, sus pasos sincronizados mientras se alejaban del bullicio de la sala. Mientras caminaban por los pasillos de la residencia, el sonido de las voces y las risas se desvanecía, y el ambiente se volvía cada vez más tranquilo. Cada paso que daban parecía acercarlos más a ese espacio privado donde solo ellos dos existían.

Minutos después, llegaron a la puerta de la habitación de Kaori, y ella abrió sin soltar su mano, guiándolo hacia el interior con un movimiento suave. El espacio se llenó de una calma aún más profunda al cerrar la puerta tras ellos, aislados del mundo exterior. La familiaridad de la habitación de Kaori, con sus colores cálidos y suaves, les dio la bienvenida.

—¿Te gustaría ver una película? —preguntó la pelirosada, su voz suave, pero con una pequeña sonrisa en los labios.

—Claro, lo que tú quieras.

Kaori se sentó en el borde de la cama, sacando su teléfono para ver qué podían ver. Shoto se acomodó a su lado con rapidez. Pasaron algunos minutos revisando entre las opciones, pero no había prisa. El momento, el estar juntos, era lo que importaba.

—¿Qué tal esta? —Kaori mostró una película romántica, algo ligero, una historia que prometía ser tierna y encantadora. Shoto no parecía ni impresionado ni desinteresado, pero su ligera inclinación hacia ella le hizo saber que estaba de acuerdo.

—Me parece bien —respondió él.

Mientras la chica se preparaba para poner la película, sintió el peso del brazo de Shoto alrededor de sus hombros. Su proximidad la hizo sentir un suave calor que la envolvía, y sin pensarlo demasiado, Kaori se inclinó hacia él, apoyando su cabeza en su hombro.

El sonido de la película comenzó a llenar el espacio, pero ambos estaban más inmersos el uno en el otro que en lo que sucedía en la pantalla.

De repente, Shoto bajó la mirada, observando el rostro de Kaori, y ella, al notar su mirada, alzó la vista hacia él. Sus ojos se encontraron, y en ese momento, el mundo exterior desapareció completamente. Los latidos de Kaori se aceleraron, pero no era por nerviosismo, sino por la intensidad del momento. No sabía cómo había llegado hasta ese punto, pero estaba segura de que era exactamente lo que ambos querían.

Sin pensarlo dos veces, Kaori se inclinó hacia él, y Shoto, como si supiera lo que venía, hizo lo mismo. Sus labios se encontraron en un beso tierno, suave, lleno de cariño. Había algo en su simplicidad que lo hacía perfecto. Era una conexión profunda, un momento compartido entre dos personas que se entendían a un nivel más allá de las palabras.

Kaori sintió que todo su cuerpo se relajaba, como si ese pequeño gesto hubiera liberado todas las tensiones acumuladas. Shoto, por su parte, mantuvo la calma, pero ella podía sentir la suavidad en su respiración, la forma en que sus dedos se entrelazaban con los suyos de una manera más firme.

Cuando el beso terminó, ambos se quedaron en silencio por un momento, con sus frentes apenas tocándose. Los ojos de Shoto estaban llenos de una ternura que pocas veces dejaba ver, y Kaori no pudo evitar sonreír.

La película seguía en la pantalla, aunque ninguno de los dos le prestaba mucha atención. Era un espacio seguro, un refugio de todo lo demás.

Así, permanecieron juntos, compartiendo ese silencio cómodo, disfrutando simplemente de estar en compañía del otro. Afuera, el mundo seguía con su ruido y su caos, pero para ellos, en ese pequeño rincón, todo estaba en calma. Y eso era todo lo que necesitaban.





































































































JES'S NOTE !

QUIERO POLOLEAR 😭 de verdad que a mi normalmente no me importa el estar soltera, pero después leo los momentos románticos que creo en mis fics y me dan ganas de estar en una relación de nuevo 😞 pero después me acuerdo de que todos los hombres son una mierda Y SE ME PASA.

shoto y kaori son la relación MÁS SANA, MÁS HERMOSA, MÁS LINDA, MÁS TIERNA, MÁS INOCENTE (por ahora) Y MÁS PERFECTA que he escrito por el momento 🩷 los adoro.

SE VIENE EL ARCO DEL SHIE HASSAIKAI 🙌🏻 es mi temporada favorita, así que espero haberle hecho justicia con mi escritura y mi narración 😊

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