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thirty eight. the army of heroes against the yakuza

O38 | THE ARMY OF HEROES AGAINST THE YAKUZA

La noche anterior, Kaori recibió una llamada que no la dejo dormir: su madre le informó que habían localizado la base secreta de Chisaki, y al día siguiente tendría una reunión crucial para definir los detalles finales del rescate. Esa noticia hizo que sus pensamientos giraran como una tormenta en su mente, llenándola de miedo y ansiedad. La imagen de Eri, frágil e indefensa, atrapada en las manos de aquel hombre despreciable, no la dejaba descansar.

Y ahora, al amanecer, se encontraba en la estación de policía, rodeada de héroes profesionales y de sus compañeros de clase, quienes compartían su misma determinación. Todos los reunidos tenían un mismo objetivo: rescatar a Eri y devolverle su libertad.

El oficial a cargo, con voz grave y firme, empezó a detallar la situación, acaparando la atención de todos:

—Cuando Nighteye usó su previsión con un miembro del Hassaikai, descubrimos unas instalaciones ocultas bajo la residencia del líder del grupo —explicó el hombre, mirando los rostros atentos frente a él—. Hemos podido confirmar que la niña que intentamos rescatar se encuentra retenida ahí abajo.

Al oír aquellas palabras, Kaori sintió un escalofrío recorriéndole la espalda, y sus ojos se encontraron con los de Izuku, quien le devolvió una mirada igual de resuelta. Esta vez, estaban determinados a salvar a Eri. Nadie les arrebataría aquella oportunidad.

—Aunque no tenemos el plano completo de las instalaciones subterráneas —continuó el oficial—. El camino que ese hombre tomó es la ruta más corta hacia el objetivo y la mejor pista que tenemos para explorar su extensa base. Sin embargo, si nos atacan con sus dones, las cosas se volverán complicadas. Por eso hemos preparado esta lista con todos los dones conocidos del Hassaikai. Memorícenla.

Uno de los ayudantes comenzó a repartir hojas con la información recopilada, y Kaori recibió la suya con una sonrisa tensa. La adrenalina corría por sus venas, y esa mezcla de temor y emoción la hacía sentir más viva que nunca.

—¡Todo está yendo demasiado rápido, ¿verdad?! —exclamó Kirishima, con una energía que contrastaba con el nerviosismo de los demás.

—Tienes demasiada energía a esta hora... —Tamaki murmuró con un deje de queja, mirando hacia otro lado.

—Vamos, Tamaki, necesitas esa energía —Kaorio dijo, riendo levemente ante la actitud relajada de sus amigos—. ¡Tal vez Kirishima te la pueda contagiar!

El mayor soltó un suspiro resignado, y el pelirrojo sonrió ampliamente, como si la sola idea de transmitir su entusiasmo fuera una misión en sí misma.

—Estarías en buenas manos, Tamaki, ¡mi energía es de sobra! —rió Kirishima, dándole una palmada amistosa en la espalda.

Mientras tanto, Uraraka, que caminaba en círculos, se mordía el labio y confesó con una sonrisa nerviosa:

—¿Soy la única que está nerviosa? No puedo dejar de moverme...

—Es normal, Uraraka —intervino Tsuyu, con su característico tono calmado—. Nunca hemos trabajado en algo así de cerca con la policía. Hay tantas cosas que no sabemos aún.

—Sí, es un verdadero misterio —Nejire añadió, sonriente.

Justo en ese momento, la voz familiar de Seoyeon se unió a la conversación, captando la atención de todos.

—Es cierto. Las academias no suelen enseñar a trabajar en misiones de este tipo —murmuró Seoyeon con suavidad, como si estuviera recordando su propia experiencia—. Mi primer trabajo también fue muy difícil.

—Los héroes profesionales parecen tranquilos —comentó Kirishima, con una mezcla de asombro y admiración, observando a los adultos a su alrededor—. ¿Acaso esto es rutina para ellos?

—Quizá... —Kaori asintió con una mueca—. Pero yo no quiero que nada de esto se vuelva "rutinario". No sé si podría acostumbrarme a misiones como estas.

Seoyeon, al escucharla, le dedicó una sonrisa serena. Sentía que aquella misión tenía un peso especial, no solo por el peligro que implicaba, sino también porque significaba el enfrentamiento directo de Kaori con los oscuros secretos que rodeaban al Hassaikai y, potencialmente, a su propio pasado con Kaneki.

—Oigan, ¿alguien ha visto a Gran Torino esta mañana? —Izuku preguntó con cierta inquietud, interrumpiendo la conversación.

—Parece que no podrá acompañarnos hoy —la mujer negó—. Tsukauchi mencionó que la Liga de Villanos también ha empezado a movilizarse, así que ha tenido que atender otro asunto. Pero no se preocupen, estamos en buenas manos.

El oficial a cargo, quien parecía querer despejar cualquier duda, continuó con una firmeza tranquilizadora:

—El operativo cuenta con suficiente personal. La situación está bajo control. Y tenemos un objetivo claro: capturar al Shie Hassaikai y, si se da la oportunidad, poner fin a la alianza con la Liga de Villanos.

Kirishima apretó los puños con una determinación renovada.

—¡Sería increíble atraparlos a todos de una vez! —exclamó con una chispa en los ojos.

Kaori sintió un leve escalofrío al escuchar aquello. La posibilidad de encontrarse con Kaneki, a quien consideraba un hermano, le generaba una angustia que intentaba disimular. Miró de reojo a su madre, quien seguía en su papel de profesional, pero sabía que la simple mención de la Liga era suficiente para reavivar en ambas emociones encontradas.

El oficial al mando no tardó en dar sus últimas instrucciones, y su tono serio hizo que todos se pusieran firmes, conscientes de la seriedad del momento.

—¡Escuchen bien, héroes! Esta misión puede tornarse violenta en cualquier momento. Si detectan algún comportamiento sospechoso o resistencia, actúen con rapidez. Este grupo de mafiosos ha sobrevivido por años sin caer; no se confíen y manténganse siempre alertas.

Kaori respiró hondo, permitiendo que las palabras del oficial le dieran la fuerza necesaria para afrontar lo que venía. Sabía que no podía flaquear. Esta vez, Eri dependía de todos ellos, y la pequeña niña merecía mucho más que una vida de temor.

El oficial levantó la mano a modo de saludo militar, lo cual todos los demás imitaron, incluidos los héroes en formación.

—La operación comenzará a las 8:30 en punto. ¡Andando!

















































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Como lo habían anticipado, el grupo de héroes y policías se encontraba frente a la imponente residencia del líder de Shie Hassaikai, justo a las 8:30 en punto. La tensión en el aire era palpable; Kaori intentaba mantener una expresión serena, aunque sentía su corazón golpear con fuerza dentro de su pecho. Sabía que este no era solo un enfrentamiento cualquiera.

—En cuanto termine de leer la orden, entrarán sin demora —anunció el oficial a cargo, lanzando una mirada seria al grupo de héroes—. Confió en que se moverán rápido.

—Ya lo entendimos, aunque parece que no confían mucho en nosotros —murmuró Rock Lock con un tono molesto, cruzando los brazos.

—Sabes que no es eso, no seas así —Fat Gum intervino con una sonrisa para aliviar la tensión—. Solo quieren asegurarse de que todo salga perfecto.

Mientras la conversación continuaba, el jefe de policía avanzó hacia la puerta de la residencia, dispuesto a tocar el timbre y comenzar el allanamiento. Sin embargo, antes de que lograra articular palabra, uno de los miembros del Hassaikai salió abruptamente de la casa, empujando la puerta de golpe y dejando una marca en el marco con su gran puño.

El ataque fue tan inesperado y violento que algunos de los policías fueron arrojados hacia atrás. Kaori reaccionó de inmediato, desplegando un escudo de energía solar para detener el impacto y atrapando a varios de ellos antes de que pudieran caer.

—¿Están bien? —preguntó con preocupación, mientras ayudaba a estabilizarse a los policías atrapados en su escudo.

—Sí, gracias —respondieron con un ligero asombro y gratitud en sus voces.

El gigante del Hassaikai, al ver que no había logrado intimidar a sus oponentes, les dirigió una mirada amenazante mientras crujía sus nudillos, como si calentara sus músculos antes de iniciar una pelea más feroz.

—¿Qué rayos quieren? —rugió con una voz que resonó por todo el lugar—. Vinieron muy temprano.

Kaori intercambió una mirada con sus compañeros; no podían darse el lujo de desperdiciar más tiempo.

—¿Nos descubrieron tan rápido? —murmuró Rock Lock, sin ocultar su inquietud.

—Ya no importa —replicó otro héroe, posicionándose para la batalla—. ¡En guardia!

El miembro del Hassaikai lanzó una risa grave y profunda, sus músculos se tensaron, listos para el próximo movimiento.

—¡Aléjense! —gritó Ryukyu cuando comprendió la intención del enemigo.

Sin perder tiempo, el villano atacó con todas sus fuerzas, lanzándose hacia Ryukyu con un golpe potente. La colisión de ambos resonó con un estruendo que hizo vibrar el suelo y levantó una espesa nube de polvo que bloqueó la vista de todos por unos instantes. Cuando la nube finalmente se disipó, Kaori y los demás pudieron ver que Ryukyu había transformado su cuerpo en un dragón, bloqueando el ataque del oponente.

—No deberíamos dividir nuestras fuerzas aquí afuera —declaró Ryukyu, aún sosteniendo al villano gigante entre sus garras—. La Agencia Ryukyu se encargará de detenerlo. ¡Ustedes, entren ya y no pierdan el tiempo!

Kaori sintió una ola de alivio al escuchar las palabras de la mujer y asintió con determinación. Sin dudarlo, se giró hacia la entrada y comenzó a correr hacia el interior del lugar, sus compañeros siguiéndola de cerca.

—¡Somos los héroes y la policía! —gritó el oficial mientras avanzaba, blandiendo la orden judicial—. Tenemos una orden de cateo por fabricación y distribución de drogas.

Los miembros del Hassaikai que se encontraban dentro se alarmaron al ver la orden.

—¿Una orden de cateo? —murmuró uno de ellos, pálido de terror.

Otro miembro del grupo enemigo, con un gesto de odio en el rostro, activó su don, transformando los arbustos a su alrededor en peligrosas púas que lanzaron en dirección a los héroes.

Kaori reaccionó instintivamente, extendiendo su mano para formar un escudo de energía solar que absorbió la mayoría de los proyectiles. Sus pensamientos se mantuvieron enfocados: Eri estaba allí adentro, probablemente asustada y esperando que alguien la liberara de aquel infierno. La imagen de la pequeña niña era suficiente para mantenerla firme.

—¡No dejen que nos detengan ahora! —exclamó, mirando a Izuku y los demás mientras sus ojos brillaban de determinación—. ¡No nos iremos de aquí sin Eri!

Izuku asintió con una chispa de furia en su mirada, reflejando el mismo deseo de rescatar a la niña. Kaori sabía que él también estaba pensando en esa primera vez que intentaron salvarla y fallaron. Esta vez, ambos estaban dispuestos a hacer cualquier cosa para liberarla.

Varios héroes corrieron al frente para contener a los oponentes mientras el grupo de Kaori avanzaba sin descanso hacia el centro de la residencia. Los pasillos oscuros y opresivos se extendían frente a ellos.

Los héroes avanzaban en fila por el corredor angosto y apenas iluminado, cada paso resonando en el eco de sus propios pensamientos y respiraciones aceleradas. Kaori sentía cómo el nerviosismo subía por su pecho, golpeando su corazón con cada paso. Aunque mantenía el rostro sereno, internamente era una tormenta de emociones.

—Todavía no han hecho nada sospechoso —Fat Gum miraba alrededor, buscando algún indicio de peligro. Las palabras escaparon de sus labios con un leve tono de preocupación—. Esto empieza a ponerme nervioso, pero no tenemos otra opción que seguir adelante.

Kaori lo miró de reojo, con una sensación similar clavándosele en el pecho. Fat Gum tenía razón. No había señales de actividad o de enfrentamiento, y eso solo hacía que su ansiedad aumentara.

—Me pregunto si alguien les avisó... Estaban todos reunidos por alguna razón —Tamaki dijo para sí mismo.

La pelirosada asintió, sumida en sus propios pensamientos mientras sus ojos analizaban cada rincón.

—Es demasiado raro... —añadió Kaori en un susurro que apenas se distinguió.

—Si les hubieran avisado, se habrían organizado mucho mejor —el jefe de policía respondió, con voz firme pero baja para no alertar a nadie cerca—. Esta gente ya debe estar acostumbrada a trabajar juntos.

—Están unidos a su jefe y entre ellos por lealtad —Seoyeon dijo seriedad, haciendo que todos le prestaran atención—. Para ellos, protegerse es un honor, y morir por esa lealtad es un deber.

Kaori tragó saliva, asimilando las palabras de su madre. La idea de enfrentarse a personas dispuestas a dar su vida por su causa le provocaba un nudo en el estómago. Los miembros del Shie Hassaikai no eran solo criminales; eran una familia dispuesta a defenderse entre sí hasta el final. Y en el fondo, ella entendía ese sentimiento de querer proteger a los suyos, a sus amigos, a su equipo.

—Hay demasiada gente aquí —Aizawa se quejó—. Chisaki y los suyos aún no aparecen. Deben estar preparándose para escapar.

—¿Y a eso le llaman lealtad? —gruñó Kirishima, con los ojos brillando de determinación—. ¡Dejar a su ejército y escapar no es algo que haría un verdadero hombre!

Kaori no pudo evitar sonreír ante el arrebato de su amigo. Su valentía era algo que siempre le inspiraba, aunque a veces sentía que era un tanto imprudente. Pero en ese momento, sus palabras la llenaron de una pequeña chispa de valor que necesitaba.

Sir Nighteye, que había estado analizando cada detalle del camino, finalmente se detuvo frente a una pared decorada con un arreglo floral.

—¡Es aquí! —exclamó, haciendo que todos los demás se agruparan a su alrededor—. Hay un mecanismo que abre un pasaje secreto. Si presionamos estas tablas en el orden correcto, se abrirá.

Los héroes observaron atentamente mientras Nighteye presionaba las tablas con precisión, una tras otra. Kaori se inclinó hacia adelante para poder observar todo con mejor claridad. Entonces, con un leve chirrido, la pared comenzó a moverse lentamente, revelando unas escaleras completamente oscuras que descendían hacia lo desconocido.

—¡Increíble!

—Tengan cuidado —pidió Seoyeon, con la voz firme—. Aún no conocemos todos sus dones. No podemos subestimarlos.

De pronto, tres hombres aparecieron por las escaleras, y todos los héroes se pusieron en guardia. Los asistentes de Nighteye reaccionaron con rapidez, lanzándose contra los miembros del Shie Hassaikai para neutralizarlos.

—Me encargaré de que no los persigan —exclamó Bubble Girl mientras inmovilizaba a uno de los hombres contra el suelo—. ¡Sigan adelante!

—¡Andando! —Nighteye ordenó, confiando plenamente en su equipo.

Kaori, siguiendo la orden, descendió rápidamente las escaleras junto al grupo. Cada paso hacia abajo la hacía sentirse más ansiosa. La oscuridad en las escaleras parecía absorber toda la luz, y a cada paso su corazón latía más fuerte.

Después de lo que parecieron largos minutos, llegaron al final de las escaleras, solo para encontrarse con una pared recién construida que les bloqueaba el camino. La confusión se reflejaba en los rostros de todos, y el oficial de policía frunció el ceño, desconcertado.

—No hay a dónde ir —murmuró, observando a Nighteye con desconfianza—. ¿Acaso te equivocaste?

—¿Qué es esto, Nighteye?

Kaori observó la pared con atención, notando que parecía demasiado reciente, como si hubieran intentado sellar el lugar apresuradamente.

De repente, Mirio dio un paso adelante, caminando hacia la pared con determinación.

—Esperen, iré a revisar —dijo con la misma valentía que siempre lo caracterizaba.

Mirio avanzó hasta la pared con pasos decididos y activó su don para atravesar el obstáculo, asomando la cabeza al otro lado. Examinó el pasaje rápidamente y confirmó lo que Sir Nighteye les había dicho: el camino, efectivamente, continuaba más allá de la pared.

Cuando regresó junto a sus compañeros, se volvió hacia ellos y les dio la noticia.

—Han bloqueado el camino con esta pared. Es muy gruesa —explicó.

—¿Creen que fue obra de Chisaki? ¿Acaso su don le permite crear barreras como esta? —preguntó Rock Lock, evaluando la resistencia de la pared.

—Está claro que no quieren que sigamos adelante —Izuku murmuró, con los puños apretados.

—¡Como si una pared pudiera detenernos! —exclamó Kirishima, activando su don con determinación.

Sin dudarlo, el pelirrojo golpeó la pared al mismo tiempo que Izuku, y entre ambos lograron hacerla añicos. El sonido de la pared rompiéndose resonó por el túnel, dejándoles el paso despejado.

—No están tan mal, después de todo —comentó Rock Lock en un tono mordaz, aunque sus palabras escondían un atisbo de aprobación.

Mirio dio un paso adelante, su semblante estaba completamente serio.

—Sigamos, no podemos perder más tiempo.

El grupo reanudó su marcha, avanzando con pasos rápidos y firmes. De repente, el pasillo a su alrededor comenzó a cambiar. Las paredes, el suelo y el techo parecían retorcerse, transformándose en una especie de masa móvil que giraba y se desplazaba. Kaori sintió un repentino vértigo y se apoyó en la pared para no perder el equilibrio.

—¡Todo está cambiando!

—No es Chisaki, debe de ser alguien más —afirmó el oficial de policía, examinando el entorno en busca de algún indicio del responsable—. Solo el director, Irinaka, podría hacer algo como esto.

—Su don es el mimetismo —Seoyeon le informó a los demás, en un tono rápido y controlado—. Puede fusionarse con objetos y controlarlos desde adentro. Parece que ha entrado en la estructura de estos túneles y está manipulándolos.

—¡Es extraño! No debería ser capaz de controlar objetos de este tamaño, su don tenía limitaciones.

—Probablemente esté usando la droga para potenciar su habilidad —dedujo Kaori, con una mueca de preocupación. El resto asintió, comprendiendo lo que la chica decía.

—Debe ser agotador para él mantener esto, pero igual está poniéndonos en problemas —murmuró Fat Gum, dándose la vuelta para poder observar a Aizawa—. Eraser, ¿puedes neutralizarlo?

—Necesito ver su cuerpo para anular su don. Desde aquí, no puedo hacer nada.

Kaori respiró profundo y trató de enfocarse, aunque su corazón latía con fuerza. Sabía que no podían detenerse, pero ver el pasillo en movimiento, con paredes que parecían cobrar vida, le daba una sensación de impotencia. De pronto, escuchó la voz temblorosa de Tamaki, quien murmuraba palabras cargadas de duda y ansiedad.

—A este paso... No llegaremos a tiempo para rescatar a esa pobre niña —dijo en un tono tan bajo que casi parecía hablar para sí mismo.

Kaori sabía que todos estaban nerviosos, y ella misma compartía esos temores, pero no podía permitir que las dudas los frenaran.

—¡Tamaki! —exclamó, con voz firme, colocándole una mano en el hombro para llamar su atención—. Nada de eso va a suceder. Vamos a llegar. Eres Suneater, ¿recuerdas?

El aludido alzó la vista, sorprendido por la intensidad en la mirada de Kaori. Su determinación era contagiosa y logró animarlo, aunque fuera por un momento.

—Esto es solo un obstáculo más —añadió Mirio, con la voz llena de confianza—. No importa cuánto cambien estos túneles. Mientras sepa en qué dirección está Eri, la encontraré.

—¡Lemillion! —Nighteye llamó, justo cuando el rubio dio un paso adelante.

Al contrario de detenerse, el chico se lanzó hacia adelante, activando su don y atravesando las paredes con una velocidad y habilidad impresionantes.

—No hay tiempo que perder. Están desesperados, por eso intentan frenarnos. ¡Me adelantaré! —anunció Mirio, mientras su figura desaparecía en el corredor.

Los demás observaban cómo corría hacia adelante, pero apenas se perdía de vista, el suelo comenzó a vibrar intensamente, y una abertura enorme se formó bajo sus pies. Kaori reaccionó casi instintivamente. En un segundo, reunió su energía y creó un escudo protector alrededor del grupo, evitando que cayeran al vacío.

—¡Increíble! —comentó Kirishima, impresionado al ver la rapidez de la pelirosada.

Kaori soltó un suspiro aliviado cuando, finalmente, todos estuvieron a una distancia segura del suelo. Su escudo había funcionado a la perfección y se aseguraba de que todos estuvieran ilesos. Observó a su alrededor, tratando de captar algún indicio de dónde se encontraban ahora.

En el silencio, una voz burlona surgió desde las sombras.

—Vaya, vaya... Héroes y policías caen del cielo. Pero qué cosa tan extraña.

Fat Gum dio un paso adelante, frunciendo el ceño con determinación, listo para actuar.

—Parece que están listos para una pelea —Fat Gum dijo, dando un paso adelante, frunciendo el ceño con determinación, listo para actuar—. Es hora de mostrarles la fuerza de un profesional.

Antes de que pudiera hacer algún movimiento, Tamaki extendió su brazo para detenerlo, su expresión seria y decidida.

—Ahorremos esa fuerza para nuestro verdadero objetivo —dijo el chico.

Kaori miró a Tamaki con preocupación. Notaba una leve inquietud en sus ojos, sin embargo, había algo más en su expresión, una mezcla de autoconfianza y duda.

—Tamaki, no tienes que hacerlo solo —murmuró Kirishima, también notando su angustia—. ¡Vamos a ayudarte!

—Oh, por supuesto, únanse... Y yo los aniquilaré a todos —el mismo hombre de antes habló, deslizándose hacia ellos, observándolos como si fueran su próxima presa.

—¡Es Setsuno! —exclamó el jefe de policía, su rostro tenso—. Las armas no serán de mucha utilidad contra él, héroes.

—Con que lo saben, ¿no? —Setsuno se burló con una mueca sádica, lanzándose hacia ellos sin dudarlo—. Bueno, entonces puedo atacar con toda la libertad.

—No lo harás —Aizawa dijo, utilizando su don con rapidez—. Baja tu espada.

—¿Él borró su don? —murmuró otro de los hombres, mientras que Setsuno retrocedía con incredulidad—. Es parecido al de Eri.

—Había oído hablar de un héroe con un poder así antes, pero no me importa —continuó—. Lo que debemos hacer es retenerlos. Eso es todo.

Kaori suspiró, cansada de las amenazas. Sabía que estaban perdiendo tiempo valioso mientras esos hombres intentaban retenerlos. Sin perder más tiempo, activó su don, y el calor familiar del fuego solar fluyó por sus venas. Con un movimiento rápido, lanzó un ataque directo hacia los tres enemigos del Shie Hassaikai.

—Hablan demasiado —Kaori bufó mientras veía cómo los hombres retrocedían por el impacto.

Los atrapó con sus látigos de luz solar, aprovechando su confusión. Aún no estaba del todo acostumbrada a usarlos, pero el peso de la situación la motivaba a seguir adelante.

Tamaki, quien había convertido su mano en un tentáculo de pulpo, atrapó a los tres, asegurándose de que quedaran inmovilizados. Kaori aprovechó el momento para liberar a los enemigos de sus látigos.

Tamaki asintió, decidido, y comenzó a murmurar información que había memorizado:

—Hurto, Toya Setsuno. Cristalizar, Yu Hojo. Comer, Soramitsu Tabe... Leí el informe con sus datos.

Con esa determinación, Tamaki lanzó a los tres hombres contra la pared. Kaori lo observó en silencio; ver su seguridad renacida en medio de la batalla le generaba un sentimiento de admiración y alivio. Ella también compartía las dudas y los miedos, pero la convicción de su amigo la motivaba a seguir adelante.

—Yo me encargaré de ellos —repitió Tamaki, ahora con firmeza en sus palabras—. En la agencia de Fat Gum, practicamos mucho con el pulpo, así que me he vuelto bueno usando tentáculos. Ya me dispararon una vez, así que sé muy bien cómo cuidarme.

—Tamaki...

—No podemos enfrentarlos todos juntos. Los profesionales aún están aquí retenidos, y eso es justo lo que ellos quieren. Debemos reservar nuestros dones, como el de Eraser, para lo que viene después, y las balas de la policía también —continuó, girándose hacia Fat Gum con determinación—. ¡Yo me encargaré de estos tres delincuentes!

El hombre observó a Tamaki con una mezcla de orgullo y preocupación, evaluando su determinación. Tras un instante de silencio, finalmente asintió.

—Vámonos.

Aizawa, al ver que todos estaban listos para seguir adelante, se giró hacia el joven.

—Usé mi don en los tres. Átalos antes de que pase el efecto.

Mientras el grupo de héroes se disponía a avanzar, Kaori se quedó por un momento observando a Tamaki. Sentía un nudo en el pecho. No le gustaba dejar atrás a sus compañeros, pero entendía que su misión principal era rescatar a Eri.

—¡Chicos! —llamó Tamaki con un último grito mientras miraba a Kaori e Izuku, quienes aún estaban indecisos—. Cuídense, y protejan a Mirio. Sé qué hará todo lo que esté a su alcance para rescatar a Eri, así que apóyenlo. Confío en ustedes.

—¡Lo haremos! —respondió Midoriya, con una voz llena de determinación.

—Cuídate tú también, Tamaki. Nos veremos pronto —la pelirosada murmuró.

Con una última mirada, se dio la vuelta y comenzó a correr junto a los demás. El eco de sus pasos resonaba en el túnel, mientras sus pensamientos se entrelazaban con la ansiedad y el peso de la misión. Sabía que debía mantenerse fuerte, no solo por Eri, sino también por sus amigos que habían decidido arriesgarse al máximo para hacer justicia.

Los héroes continuaron avanzando con determinación, liderados por Seoyeon y Kaori, quienes guiaban al grupo con la vista fija hacia adelante, preparándose para lo que podría estar esperando en el interminable laberinto. Después de minutos de tensión constante, las paredes dejaron de moverse, lo que hizo que el grupo acelerara el paso, sintiendo un alivio momentáneo al avanzar sin obstáculos.

Mientras todos estaban sumidos en sus pensamientos y concentrados en no perder el ritmo, un estruendo resonó en el túnel. Un enorme trozo de concreto se lanzó violentamente hacia Aizawa, empujándolo hacia una de las paredes. El ataque fue tan rápido que nadie alcanzó a reaccionar, y Kaori solo pudo ver cómo Fat Gum lo empujaba hacia un lado, ocupando su lugar y atravesando la pared. Desapareció de la vista de los demás en un instante.

—¡Fat Gum! —exclamó Izuku, sus ojos muy abiertos debido a la sorpresa y la preocupación.

Kaori buscó con la mirada a su alrededor, tratando de encontrar a los miembros de su equipo. Fue entonces cuando notó que Kirishima tampoco estaba.

—¿Kirishima...? —murmuró Kaori, sintiendo como una oleada de preocupación la invadía. ¿Por qué no había notado que él también había saltado al rescate de Aizawa?

Antes de que pudieran procesar lo sucedido, las paredes volvieron a moverse de forma abrupta y descontrolada. Un grito de alarma escapó de los labios de Nighteye.

—¡Rock Lock!

—¡No eres mi jefe! —respondió el aludido con furia contenida, mirando a hombre con ojos llenos de reproche—. Esto es un desastre y es tu culpa.

A pesar de sus duras palabras, Rock Lock no dudó en activar su don, estabilizando las paredes cercanas para evitar que los aplastaran.

—Estas paredes no se moverán... Pero no esperen que pueda detenerlo todo —advirtió, con gotas de sudor bajando por su frente—. ¡Ya estoy alcanzando mi límite!

Apenas había terminado de hablar cuando una nueva pared se lanzó hacia el grupo desde el frente. Izuku reaccionó de inmediato, concentrando el poder de One for All en sus piernas, y se lanzó hacia adelante, destruyendo la pared con un golpe potente y preciso.

—Fue como un topo —murmuró uno de los oficiales con sorpresa.

—Con el equipo de Fat todo sería mucho más fácil —Rock Lock se quejó.

Kaori observó la escena con cansancio. Se sentía agotada, pero no iba a permitir que eso los inmovilizara. Cubriendo sus puños con energía solar, se impulsó hacia adelante y destruyó otra de las paredes que avanzaba hacia ellos.

—Ellos no están aquí ahora —dijo la pelirosada, con un tono firme—. Así que tendrás que conformarte con lo que tenemos.

Finalmente, el pasillo se abrió de par en par, revelando un espacio más amplio. Sin embargo, antes de que pudieran avanzar, las paredes volvieron a moverse, dividiéndolos sin previo aviso.

Izuku, que estaba junto a Kaori, reaccionó rápidamente, colocándose detrás de ella y rodeándola con sus brazos para sacarla del camino justo a tiempo, evitando que una de las paredes la aplastara.

—Gracias —murmuró Kaori, sonriendo levemente.

—No es nada —Izuku respondió, sus ojos escaneando el entorno—. ¿Por qué querrían separarnos?

—Quizás porque no lograron atraparnos antes... —dijo, aunque no estaba del todo segura. Era evidente que el enemigo tenía un plan.

De pronto, un grito resonó desde el otro lado de la pared, haciendo que los jóvenes estudiantes se tensaran. Reconocieron la voz de Rock Lock.

—¿Qué sucedió? —preguntó Kaori con preocupación.

—Hazte a un lado, Kaori —el peliverde pidió, sin perder un segundo. Con un potente golpe, destruyó la pared que los separaba del hombre, revelando una escena inquietante.

Delante de ellos, había dos Rock Locks: uno estaba en el suelo, sangrando desde el abdomen, mientras que el otro se mantenía de pie a su lado.

—¡El impostor me atacó! ¡Tengan cuidado!

Kaori se acercó con cautela, analizando rápidamente la situación. Se inclinó junto al Rock Lock herido, observando la herida en su abdomen. Su mente comenzó a trabajar rápidamente, conectando los puntos: una copia, una puñalada... Esto era demasiado familiar.

La pelirosa se dio la vuelta justo a tiempo para ver cómo el falso Rock Lock levantaba su cuchillo hacia Izuku, quien miraba confundido la situación. Sin pensarlo dos veces, Kaori se interpuso entre ambos, bloqueando el camino del impostor.

—¡Toga! —exclamó, sus ojos llenos de determinación.

La impostora sonrió con una emoción casi infantil, sus ojos brillando con un macabro entusiasmo mientras dejaba caer su disfraz, revelando su verdadera identidad.

—¡Exacto! Soy yo, Toga —dijo en un tono juguetón, ladeando la cabeza—. ¿Me extrañaste, Kaori?

Kaori frunció el ceño y se colocó en posición de combate. La rubia frente a ella parecía casi disfrutar de la tensión en el aire, como si el peligro y la violencia fueran su verdadera fuente de alegría.

—Estabas mejor en las sombras —bufó Kaori, sin quitarle los ojos de encima.

Toga lanzó un ataque rápido, pero Kaori se movió con agilidad, esquivando sus golpes. Sin embargo, en un descuido, Toga aprovechó la cercanía de la pared y arrinconó a Kaori. Justo en ese momento, Izuku intervino, lanzándose para apartarla.

—Estoy tan feliz de verlos de nuevo. Kaori, Izuku... —dijo la rubia, dando saltitos y lanzándoles una mirada fascinada—. ¡Qué hermoso es este reencuentro!

Los chicos intercambiaron una rápida mirada, entendiendo que debían detener a Toga antes de que llegaran los demás. Con un movimiento sincronizado, ambos se lanzaron al ataque. Kaori no pudo evitar notar la velocidad y precisión de la rubia; era ágil y se adaptaba rápidamente a sus movimientos, casi como si fuera capaz de leerlos.

Mientras Kaori peleaba, un pensamiento comenzó a surgir en su mente, desconcentrándola. ¿Y si Kaneki también estaba aquí? La idea la inquietaba, llenándola de una extraña mezcla de temor y angustia.

Ese pensamiento fugaz hizo que, en un descuido, Toga se lanzara hacia ella, clavándole el cuchillo en la espalda. Kaori soltó un leve gemido, sintiendo un dolor agudo que se extendía desde su espalda.

—¡Kaori! —exclamó Izuku, reaccionando rápidamente.

Sin dudarlo, lanzó un potente golpe hacia Toga, quien retrocedió varios metros antes de desaparecer entre las sombras. El chico se giró hacia Kaori, preocupado.

—¿Estás bien? —preguntó, arrodillándose junto a ella.

Kaori asintió, mordiéndose el labio para contener el dolor. No quería parecer débil, no ahora.

—Es solo un corte —dijo con un tono firme, aunque una mueca de dolor cruzó su rostro—. Izuku, asegúrate de recoger el cuchillo y ayuda a Rock Lock. Sabes que Toga utiliza la sangre.

Izuku asintió, para luego dirigirse a recoger el cuchillo y correr hacia el herido.

Kaori se quedó un momento quieta, observando el lugar donde Toga había desaparecido. Mientras el dolor en su espalda le recordaba el precio de sus dudas.

De repente, un grito estruendoso resonó por el laberinto subterráneo, haciendo eco en cada rincón. Al instante, picos de tierra comenzaron a brotar violentamente del suelo, sacudiendo los cimientos y obstaculizando el avance del grupo.

Kaori se giró instintivamente, intentando ubicar la dirección de la voz. Había demasiado eco, y eso hacía casi imposible localizar el origen. A su alrededor, los demás también se veían desorientados.

Luego de unos segundos, fijó su vista en un pequeño agujero en la distancia, donde creyó haber visto un destello. Sin pensarlo dos veces, canalizó su energía solar, envolviéndola en sus puños, y se impulsó con fuerza hacia el punto de origen.

—¡Ahí estás! —exclamó mientras lanzaba un golpe envuelto en luz que impactó la pared con una fuerza explosiva.

El concreto se quebró de inmediato, y detrás de los escombros apareció el rostro de Irinaka, congelado en una expresión de sorpresa. Aizawa aprovechó el instante y usó su don para anular los movimientos del villano, inmovilizándolo en su lugar. Desde el suelo, Nighteye reaccionó rápidamente, lanzando una pieza de ajedrez con una precisión impecable hacia Irinaka, golpeándolo directamente y dejándolo inconsciente.

Kaori alcanzó a atrapar al villano antes de que su cuerpo cayera al suelo, respirando agitadamente por la tensión y el esfuerzo. Miró hacia Nighteye y el resto del equipo, pero su mente aún estaba en alerta, tratando de anticipar el siguiente movimiento.

—¿La Liga los traicionó? —preguntó Kaori, mientras dejaba cuidadosamente al villano en el suelo.

En ese momento, sintió una presencia arriba. Al elevar la vista, reconoció de inmediato a tres figuras que la observaban desde una posición más elevada. Twice, Toga, y... Kaneki. La visión de su amigo de la infancia, hizo que el corazón de Kaori se contrajera. Una mezcla de sentimientos encontrados surgió en ella, que intentó reprimir mientras dirigía una mirada rápida hacia su madre.

Seoyeon, con los puños apretados y una expresión sombría en el rostro, observaba también a Kaneki. La tensión en su rostro, sus ojos llenos de un dolor reprimido, eran señales evidentes para Kaori de que su madre había enfrentado al chico antes.

—Ya veo... Parece que esos tres solo nos usaron —murmuró Nighteye, soltando un suspiro que apenas pudo escuchar—. Da igual, al menos el laberinto terminó.

Kaori sintió el impulso de acercarse a su madre. Algo en ella le decía que la mujer necesitaba su apoyo, más que nunca en ese momento. Lentamente, caminó hacia ella, estudiando cada rasgo de su rostro. Había cansancio, dolor, e incluso algo de desesperanza en sus ojos.

—Mamá... —susurró la pelirosada, tocándola suavemente en el hombro para llamar su atención.

Seoyeon giró la cabeza, su mirada distante y sus ojos apagados. Apenas pudo forzar una sonrisa al ver a su hija.

—¿Qué sucede, cariño?

—¿Estás bien? —Kaori la miró con preocupación, notando el pequeño corte en el rostro de su madre.

—Claro, ¿por qué no lo estaría? —respondió Seoyeon.

Kaori la observó en silencio por un instante, comprendiendo que su madre estaba escondiendo algo.

—¿Peleaste con Kaneki?

La mujer pareció congelarse por un momento. La simple mención de aquel nombre fue suficiente para que su expresión cambiara, endureciéndose al recordar algo doloroso. Bajó la mirada, y Kaori pudo ver el conflicto en sus ojos.

—No... No pude pelear contra él —murmuró Seoyeon, y su voz tembló apenas perceptiblemente—. Parecía no reconocerme. Era como una máquina, actuando bajo las órdenes de alguien más. Como si la persona que yo conocí hubiera desaparecido por completo.

Las palabras de su madre golpearon a Kaori con fuerza. Sentía un nudo en el estómago y una sensación de vacío en el pecho. Ella sabía cuánto había significado Kaneki para su familia, lo cercanos que habían sido. Y ahora, verlo como un enemigo, enfrentarse a la idea de que podría atacarlos sin dudar, eso era algo que ni ella ni su madre estaban preparadas para aceptar.

Kaori abrió la boca para decir algo, pero antes de que pudiera articular palabra, un grito fuerte las interrumpió.

—¡Sigan adelante! —Rock Lock exclamó, con una mezcla de urgencia y frustración en su voz—. Dejen que la policía se encargue de la Liga. Recuerden cuál es nuestra prioridad ahora.

El hombre los miraba con determinación, aunque el sudor que corría por su frente revelaba el dolor de su herida y la presión que sentía. Kaori lo observó y asintió, reconociendo el peso de su misión. Sabía que no podían quedarse ahí más tiempo.

—Alguien tiene que quedarse aquí para retener a Irinaka —continuó Rock Lock, mirando a su alrededor mientras evaluaba la situación—. Por culpa de esa demente, será difícil que yo me mueva. ¡Si lo entienden, váyanse de una vez! No pierdan el tiempo, busquen a la niña. ¡Vayan!

Kaori se volvió hacia su madre, quien aún parecía absorta en sus pensamientos, pero al escuchar la orden de Rock Lock, pareció volver en sí. La expresión de Seoyeon cambió, y la pelirosada notó una chispa de determinación en sus ojos. Su madre se enderezó y le dio un breve apretón en el hombro.

—Vamos, cariño —Seoyeon dijo con un tono firme, intentando infundirle valor—. Tenemos una misión. Después habrá tiempo para resolver todo esto.

Kaori asintió, siguiendo rápidamente los pasos de los demas. Mientras avanzaban, echó una última mirada atrás, donde Irinaka yacía inconsciente, y su madre seguía adelante, con la mirada fija en el camino. Sabía que, aunque por ahora estaban separados de Kaneki, eventualmente tendrían que enfrentarse nuevamente a él, y en ese momento, esperaba tener la fortaleza necesaria para hacerlo.















































































































































JES'S NOTE !

yo considero que este arco es uno de los que más afecto a los chiquillos que están estudiando para ser héroes, no entiendo como es que no los mandaron a un psicólogo después 🤌🏻 la UA se preocupa mucho de los entrenamientos, pero no les dan ayuda psicológica.

toga estando completamente loca por izuku y kaori es un mood constante 🥳 yo la entiendo más que nadie.

tamaki en ese capítulo me dejo LOQUISIMA 😍 en ese momento me di cuenta de lo lindo que era y no lo solté más iqndoqneojd.

GRACIAS POR LEERME <3 luv u.

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