Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

fourty three. school festival

O43 | SCHOOL FESTIVAL

Era una tarde fresca de otoño, y la luz dorada del sol entraba por las ventanas del salón de la Clase 1-A en la UA. Mientras las hojas caían suavemente de los árboles en el exterior, los estudiantes se encontraban sentados, escuchando atentamente a su profesor.

—Habrá un festival escolar —anunció el hombre.

Los ojos de varios estudiantes se iluminaron de inmediato. En un segundo, varios se levantaron de sus asientos, alzando las manos con entusiasmo.

—¡Genial! —exclamaron al unísono, sus sonrisas llenando el ambiente de energía.

—¡Un evento normal! —añadió Sero, riendo mientras recostaba los brazos detrás de su cabeza.

Kaori no pudo evitar sonreír ante la reacción de sus compañeros, contagiada por la emoción colectiva. Sin embargo, mientras las voces se alzaban en un bullicio de entusiasmo, Kirishima golpeó ligeramente su escritorio con las manos, su rostro reflejando una mezcla de preocupación y seriedad.

—Profesor, ¿es seguro hacerlo ahora? —preguntó, con el ceño fruncido.

—Kirishima, estas muy cambiado —Kaminari murmuró, claramente sorprendido por el tono serio de su amigo.

—Lo digo en serio. Los villanos han estado demasiado activos últimamente —insistió Kirishima, su voz cargada de inquietud. La imagen de sus recientes enfrentamientos aún estaba fresca en su memoria.

Kaori, que había estado observando en silencio, decidió intervenir para calmarlo.

—No nos atacarán después de lo que pasó con el Shie Hassaikai —dijo en un tono suave, intentando transmitir tranquilidad—. Además, si te hace sentir mejor, estoy segura de que la escuela tomará todas las medidas de seguridad necesarias.

Aizawa, al notar la tensión, intervino mientras ajustaba el cierre de su saco de dormir, listo para regresar a su estado favorito: estar recostado.

—Kaori tiene razón. Pero, Kirishima, la U.A. no es solo una escuela de héroes —habló con calma—. Así como el festival deportivo es nuestro escenario, el festival escolar es el de los demás.

Los estudiantes lo miraron con curiosidad, y él continuó.

—Los cursos de apoyo, generales y de administración tienen la oportunidad de destacar aquí. Este evento es importante para ellos. Muchos estudiantes han sufrido estrés por nuestra presencia y la implementación de los dormitorios. Es justo que también tengan su momento.

Kirishima hizo una mueca ante sus palabras. Finalmente, asintió con resignación antes de volver a sentarse.

—Viéndolo así... En realidad es justo.

—Exacto. Por eso no podemos simplemente cancelar el evento. Y para su tranquilidad, a diferencia del año pasado, esta vez será un evento cerrado, solo para la escuela y algunos invitados seleccionados —añadió Aizawa.

Kaori no pudo evitar reírse suavemente al ver cómo el profesor se dirigía hacia una esquina del aula, preparándose para lo inevitable: su siesta. Antes de cerrar los ojos, dejó una última instrucción.

—Aunque no sea un evento enfocado en el curso de héroes, todas las clases deben participar de alguna forma. Hoy les toca decidir qué quieren hacer.

Y con eso, Aizawa cayó en un profundo sueño, para asombro y diversión de sus alumnos. Kaori observó con una sonrisa divertida cómo el hombre parecía ajeno al mundo mientras se envolvía en su saco de dormir.

El murmullo en el aula aumentó. Algunos estudiantes intercambiaban ideas, mientras otros debatían qué actividades serían las mejores. Cuando Kaori desvió la mirada hacia el frente, vio a Iida y Momo tomando la iniciativa. Iida, como siempre, estaba erguido, con una expresión de determinación.

—¡Como delegado de la clase, yo, Tenya Iida, me encargaré de organizar esta discusión! —proclamó, moviendo los brazos con fervor—. ¡Me esforzaré al máximo para asegurarme de que nuestra propuesta sea impecable!

—Bien dicho, Iida —apoyó Momo, asintiendo con una sonrisa—. Pero primero debemos escuchar las ideas de todos. ¿Quién tiene alguna propuesta? Levanten la mano.

No pasó ni un segundo antes de que una gran cantidad de manos se alzaran al aire. Las ideas comenzaron a volar por el aula como chispas en un incendio.

—¡Que cambio de actitud tan drástico! Tengo que reunir sus ideas.

La emoción en el aula creció a medida que las ideas se desarrollaban, y aunque aún quedaba mucho por decidir, la anticipación por el festival escolar llenó el aire de energía. Kaori sonrió para sí misma, sintiéndose agradecida de ser parte de algo que, aunque pequeño en comparación con las grandes batallas que enfrentaban, les recordaba que todavía eran estudiantes con vidas por disfrutar.














































🪷❤️‍🔥🧸






































La noche había caído, envolviendo los dormitorios de la UA. en un ambiente tranquilo, aunque dentro de la sala de estar el bullicio de los estudiantes de la Clase 1-A mantenía la atmósfera animada. A pesar de horas de deliberación, aún no habían llegado a un acuerdo sobre qué actividad realizar en el festival escolar. Sin embargo, nadie parecía dispuesto a rendirse todavía.

Kaori estaba sentada en uno de los sofás, justo al lado de Shoto. Sus manos estaban entrelazadas con las de él, y aunque los demás discutían en voz alta, para ella el suave roce de los dedos de Shoto sobre los suyos creaba una burbuja de calma. Su pulgar dibujaba pequeños círculos sobre la piel de su mano.

La chica giró ligeramente su cabeza para mirarlo, admirando su perfil mientras él mantenía su expresión tranquila y distante, pero con esa atención única que siempre reservaba para ella.

—Oigan, ¿dónde están los demás? —preguntó Ojiro, su voz rompiendo la calma momentánea de Kaori.

La chica parpadeó, regresando su atención a la conversación mientras Ojiro miraba a su alrededor, notando que faltaban varios de sus compañeros.

—En clase —respondió Kaminari, recostándose en el respaldo del sofá con las manos detrás de la cabeza—. Dijeron que aceptarían lo que nosotros decidiéramos.

—¿Y Bakugo? —Sato cuestionó, frunciendo ligeramente el ceño.

—Está durmiendo —murmuro Kaori. Su respuesta provocó unas cuantas risas entre sus compañeros.

—Por supuesto que lo está. ¡Como si le importara el festival! —bromeó Kaminari.

Antes de que alguien más pudiera comentar, Iida se puso de pie con decisión, ajustándose sus lentes con un movimiento firme que ya todos reconocían.

—Chicos, escuchen. He estado reflexionando con más calma —anunció, llamando la atención de todos—. El profesor Aizawa tiene razón. El estrés que hemos causado a los demás estudiantes por nuestro curso no puede ignorarse. Creo que lo mejor sería hacer algo que realmente los divierta y les permita relajarse.

El salón se quedó en silencio por un momento, mientras las palabras de Iida resonaban en el aire. Momo asintió lentamente, apoyando sus manos sobre sus rodillas.

—Sí, tienes razón. Si queremos ser héroes, también debemos ser considerados con los demás —habló con seriedad—. No se trata solo de destacar; se trata de aportar algo positivo.

Kaori, aunque estaba de acuerdo, dejó que los demás continuaran la discusión. En lugar de hablar, se volvió hacia Shoto, alzando su mirada para encontrar sus ojos. El contraste entre los tonos de su mirada siempre la había fascinado, pero en ese momento, lo que más la conmovió fue la calma que transmitían.

—¿Estás emocionada? —preguntó Shoto, inclinándose un poco hacia ella, su voz baja y suave.

Kaori sonrió, sintiendo cómo el calor subía a sus mejillas.

—Sí —admitió con sinceridad—. Me gusta hacer este tipo de cosas. Ver a la gente feliz, saber que he contribuido a eso, es... Especial.

Shoto asintió ligeramente, como si comprendiera exactamente lo que ella quería decir.

—Es una de las cosas que admiro de ti. Siempre piensas en los demás.

—Tú también haces eso, aunque no lo digas en voz alta.

En ese momento, Mina rompió la atmósfera con su característico entusiasmo.

—¡Sería súper divertido si bailáramos todos juntos! —exclamó, moviendo sus piernas de un lado a otro como si ya estuviera en una pista de baile.

La idea parecía descabellada para algunos, pero Shoto, para sorpresa de todos, se levantó de su asiento con una expresión pensativa.

—Bailar. Eso podría funcionar —murmuró, caminando hacia la mesa donde estaba la computadora.

Kaori lo observó con curiosidad, inclinándose ligeramente hacia adelante.

—¿Qué estás pensando? —preguntó, siguiéndolo con la mirada.

Shoto encendió la computadora y comenzó a buscar algo en los archivos que ya estaban abiertos.

—Hace poco vi algo... No recuerdo cómo se llama, pero creo que podría ser divertido para todos. Dame un momento.

Los demás lo miraban con incredulidad, sorprendidos de que Shoto estuviera sugiriendo una actividad social.

Después de unos segundos de suspenso, un video comenzó a reproducirse en la pantalla. Las luces del monitor parpadeaban, iluminando los rostros de todos con curiosidad renovada.

—De esto hablo —la voz de Shoto fue tranquila, pero había un atisbo de emoción contenida en ella, algo raro en él.

La atención de todos se centró en la pantalla. Era un video que mostraba una presentación llena de energía: música, baile y un espectáculo visual que emanaba diversión.

—No me esperaba esto de ti —Mineta levantó una ceja, claramente desconcertado—. ¿Te convertiste en uno de esos fiesteros y no nos avisaste?

Shoto lo miró con su típica expresión neutral, ignorando por completo el tono burlón.

—No —respondió con simplicidad, volviendo a enfocar su atención en el video—. Pero Iida tiene razón. Necesitamos hacer algo que alivie el estrés de las otras clases. Y para lograrlo, ¿no creen que deberíamos ofrecer algo con lo que todos puedan divertirse? Saqué la idea de mi último entrenamiento.

Kaori, que hasta ese momento había estado observándolo en silencio, no pudo evitar reírse suavemente. La idea de Shoto pensando en este tipo de actividades mientras entrenaba le resultaba divertida. No tenía idea de qué tipo de entrenamiento había hecho, pero imaginarlo bailando torpemente o planeando algo tan inesperado la hacía sonreír de oreja a oreja.

—Tu último entrenamiento... —murmuró ella para sí misma, conteniendo una risa mientras sus ojos brillaban de diversión.

—Ya entiendo. Cantar y bailar —Iida cruzó los brazos y asintió mientras analizaba el video con seriedad—. Es una propuesta interesante.

—Pero ver a unos novatos actuar podría ser más estresante que divertido —repitió Sero, levantando una mano como si ya se rindiera de antemano.

—¡Yo les puedo enseñar a bailar! —exclamó Mina, levantándose de un salto con un entusiasmo contagioso—. ¡Será súper divertido!

—¡Ashido es buena maestra! —Kaminari secundó, moviendo los brazos enérgicamente como si ya estuviera en una pista de baile.

—Esperen, hace falta algo —Mineta, con una expresión pensativa, se llevó una mano a la barbilla, frunciendo el ceño mientras reflexionaba—. Baile, ritmo... Todo es sonido. ¡Necesitan buena música para bailar!

Como si fuera un movimiento coordinado, todas las miradas se dirigieron automáticamente hacia Jirou. La joven, que había estado intentando mantenerse al margen, se sonrojó con fuerza al darse cuenta de que ahora era el centro de atención.

—¡Jirou, podemos usar tus instrumentos! —gritó Hagakure emocionada, lanzándose hacia ella y abrazándola como si ya hubieran decidido que eso era lo que harían.

—Espera, no lo sé... —murmuró la pelinegra, claramente incómoda con toda la atención.

—¿Por qué no? —Kaminari preguntó, inclinándose hacia ella con curiosidad.

Kaori se inclinó un poco hacia adelante, con una sonrisa cálida en su rostro.

—Tienes un talento increíble, Jirou —dijo la pelirosada con suavidad—. Te he visto tocar antes, y es evidente cuánto lo disfrutas. Se nota en tu expresión. Y además, estoy segura de que podrías enseñar a los demás sin problemas.

—¡Yo también quiero escuchar más de tu música, Jirou! —insistió Hagakure, casi saltando de emoción mientras seguía aferrada a su amiga.

Sin embargo, la chica parecía no estar convencida. Bajó la mirada, jugando nerviosamente con los cables de sus earphone jacks mientras murmuraba:

—Ashido, Sato y los demás tienen pasatiempos que encajan perfectamente con sus habilidades. Lo mío es solo un pasatiempo normal. No creo que sea algo de lo que pueda presumir. De hecho, me da un poco de vergüenza...

Antes de que pudiera continuar, Kaminari se levantó de un salto, dirigiéndose hacia ella a toda velocidad. Se detuvo justo frente a Jirou, quedando peligrosamente cerca de su rostro.

—¡Ser buena tocando instrumentos es algo increíble! —gritó con entusiasmo, sus ojos brillando con admiración—. ¡Deberías estar orgullosa de eso, Jirou!

—Sí, Jirou —Koda se unió a la conversación—. La música puede hacer sonreír a las personas, y eso es digno de un héroe.

La tensión en la sala de estar era palpable, pero no de una manera negativa. Jirou se mantenía en silencio, jugando nerviosamente sus dedos. Su expresión estaba llena de duda.

—Entiendo lo que quieren hacer aquí, pero... —Momo interrumpió, intentando calmar la situación—. Es Jirou quien debe tomar la decisión por sí misma.

El comentario hizo que todos guardaran silencio de inmediato. Kaori asintió, dándole la razón a la pelinegra. A veces, en su entusiasmo, era fácil olvidar que no podían presionar a los demás.

La pelirosada dirigió su mirada a Jirou por un breve momento. Sabía lo que era dudar de sí misma, sentir que sus habilidades no eran suficientes o que no estaba a la altura. Quería decir algo más para animarla, pero no sabía si eso sería contraproducente.

Jirou permaneció en silencio por unos segundos más, y Kaori casi pudo escuchar los engranajes de su mente girando mientras trataba de tomar una decisión. La aludida respiró profundamente, levantando finalmente la mirada para enfrentar a sus compañeros. Sus mejillas seguían sonrojadas.

—Después de haberlos oído... —comenzó, con un tono bajo pero firme. Hizo una pausa para buscar las palabras correctas—. No hacerlo iría en contra del rock.

En cuanto esas palabras salieron de sus labios, todo el salón explotó en un estruendoso coro de gritos emocionados.

—¡Eso es!

—¡Sabía que dirías que sí! —exclamó Mina, corriendo hacia Jirou y abrazándola con fuerza, casi tumbándola en el proceso.

—¡La clase 1-A hará el mejor concierto de todos! —exclamó Kaori con entusiasmo, levantándose de su asiento con una energía contagiosa.

—Entonces, ¿qué sigue? —Sero preguntó, mientras cruzaba los brazos y miraba a los demás.

—¡Ensayos! —Mina se apresuró a responder, levantando un puño al aire—. Pero antes, necesitamos decidir qué canciones tocaremos.

—Y también debemos organizar el escenario —añadió Iida, ajustándose las gafas con una expresión decidida—. Esto no es solo un evento para nosotros, sino una responsabilidad hacia las otras clases. Debemos hacerlo de manera impecable.

—Puedo hacer una lista de canciones que podrían gustarles a todos —Jirou habló, levantando su mano levemente—. Pero necesitaré su ayuda para elegir cuáles tocar.

—¡Cuenta conmigo! —gritó Kaminari, prácticamente brincando de su asiento.

En ese momento, Kaori se acercó a su compañera, colocando una mano en su hombro.

—Va a ser increíble, Jirou —murmuró con suavidad—. Estoy segura de que todos van a amar lo que hagas. Y nosotros estaremos aquí para ayudarte en todo lo que necesites.

—Gracias, Kaori —la contraria respondió, sonriendo tímidamente—. Eso significa mucho.

Mientras los planes comenzaban a tomar forma, Kaori rió suavemente, pensando en lo caótica, pero increíblemente cálida, que era su clase. En ese momento, supo que lo que estaban planeando no solo sería un concierto. Sería una experiencia que los uniría más.














































🪷❤️‍🔥🧸






































La luz de la mañana iluminaba los pasillos del hospital, proyectando sombras alargadas que danzaban con la actividad del lugar. Kaori caminaba con pasos ligeros pero inseguros junto a Izuku y Mirio. Eri había despertado hacía unos días, y hoy, por fin, tenían permiso para visitarla.

La chica dejó todo lo que estaba haciendo en cuanto recibió una llamada de Aizawa esa misma mañana. En el camino hacia el hospital, se encontró con Izuku y Mirio, quienes, como ella, no podían ocultar su alegría. Sin embargo, mientras sus amigos hablaban entre ellos sobre cómo sería ver a Eri nuevamente, Kaori permaneció sumida en sus pensamientos.

No podía evitar pensar en cómo se sentía, que debería de decirle una vez que la viera, etcétera. Los recuerdos del rescate seguían frescos en su memoria. Había sido una experiencia agotadora, tanto física como emocionalmente, pero la pequeña niña con cabello blanco había sido su motivación constante. Quería verla sonreír.

Antes de darse cuenta, ya estaban frente a la puerta de la habitación de Eri. Se detuvo en seco, sorprendida de lo rápido que habían llegado.

—Qué emoción —murmuró Mirio con una gran sonrisa, su voz llena de entusiasmo.

Izuku asintió, y rápidamente coloco una mano en el picaporte. Su expresión era tranquila, pero Kaori podía notar en su mirada el mismo nerviosismo que sentía ella.

Cuando el chico abrió la puerta, la pequeña Eri levantó la mirada desde su cama. Sus grandes ojos brillaron de inmediato al reconocer a los tres visitantes que habían arriesgado todo para salvarla. La admiración que sentía por ellos era tan evidente como el rubor que se extendió por sus mejillas al verlos entrar.

—Hola, Eri —saludaron los tres al unísono, sus voces cálidas y llenas de afecto.

Eri parpadeó, procesando la escena frente a ella. Había estado esperando verlos desde que llego al hospital, pero tenerlos frente a ella se sentía irreal. Su corazón se llenó de una emoción abrumadora al recordar cómo cada uno de ellos había luchado por ella.

—Lamento no haber venido antes —dijo Izuku, inclinándose ligeramente en señal de disculpa. Su sonrisa era amable, casi tímida.

—Te traje una cesta de frutas —Mirio añadió, levantando el regalo con entusiasmo—. Come las que quieras.

—¿Cuál de todas te gusta más? —preguntó Kaori, sus ojos llenos de dulzura mientras se sentaba al borde de la cama.

—¡Déjame adivinar! —Mirio exclamó, inclinándose hacia la niña—. ¡El durazno, porque eres igual de dulce!

Eri bajó la mirada, un pequeño atisbo de una sonrisa tímida en sus labios.

—Manzanas —respondió en voz baja.

—¡Las manzanas son deliciosas! —canturreó la pelirosada mientras tomaba una de la cesta—. Pelaré una para ti. ¡Manzana en camino!

Mientras Kaori se concentraba en pelar la fruta, utilizando su habilidad para darle formas de pequeños animales, Izuku y Mirio hablaban animadamente con Eri, tratando de hacerla sentir cómoda. De fondo, Aizawa y los doctores observaban la escena en silencio, asegurándose de que todo estuviera en orden.

La pequeña rompió el silencio con un murmullo, apenas audible.

—Todo el tiempo... Incluso cuando tenía fiebre, solo pensaba en cuando ustedes tres me salvaron.

Kaori levantó la mirada de la manzana que estaba cortando, su corazón apretándose ante las palabras de la niña. Eri continuó, ahora fijando sus ojos en la chica.

—Pero ni siquiera sé tu nombre... Solo sé el de Lemillion y Deku. Lo siento, ¿cómo te llamas?

—¡Me llamo Kaori Satou! —rápidamente respondió con una sonrisa—. Y mi nombre de heroína es Starlight.

Eri ladeó ligeramente la cabeza, procesando la información.

—¿Nombre de héroe?

—Sí, es como un apodo especial que usamos los héroes.

—Kaori... —repitió Eri, como si probara cómo sonaba en sus labios—. Son Lemillion, Deku y Kaori.

La niña hizo una pausa y bajó la mirada, sus pequeños dedos jugando con las sábanas de su cama.

—Y... El señor de los anteojos. Todos salieron lastimados por mi culpa.

Kaori sintió un nudo en la garganta al escucharla mencionar a Nighteye. Aunque Aizawa les había advertido que la niña desconocía la verdad sobre lo sucedido con él, las palabras de Eri estaban cargadas de una culpa abrumadora.

—Todos ustedes sufrieron por mi culpa, y lo lamento... —Eri susurró, las lágrimas acumulándose en sus ojos—. Fue por salvarme que perdiste tus poderes, Lemillion.

Mirio, con su habitual calidez, se inclinó hacia la niña y colocó una mano suave sobre su cabeza.

—Oye, Eri —dijo con ternura—. Ninguno de nosotros sufrió por tu culpa. Lo único que pensamos fue: "¡Me alegro de que Eri ahora esté bien!"

—No te disculpes por algo que no causaste, Eri. No tienes la culpa de nada —Kaori continuó, hablando de la misma forma que su amigo—. Peleamos porque queríamos verte sonreír y ser feliz. Eso es lo que importa.

—No nos arrepentimos de nada, porque gracias a todo lo que vivimos, hoy tu estas aquí —Izuku finalizó.

Eri los miró por unos segundos, insegura. Luego, como si tratara de demostrar que había entendido sus palabras, levantó las manos y llevó los dedos a las comisuras de sus labios, intentando formar una sonrisa.

—Lo lamento... —murmuró con la mirada fija en la cama—. Pero no sé cómo sonreír.

El silencio que siguió fue pesado, cargado de una tristeza que ninguno de ellos podía ignorar. Los aprendices de héroes se miraron entre sí, entendiéndose sin la necesidad de palabras. Sabían que, aunque habían salvado a Eri físicamente, las cicatrices emocionales dejadas por Chisaki aún pesaban sobre ella.

Kaori apretó ligeramente los puños. No iba a dejar que esa oscuridad la consumiera. Haria todo lo que pudiera para enseñarle que merece ser feliz.

De repente, como si un rayo de inspiración lo hubiera alcanzado, Izuku se levantó de repente, sus ojos verdes brillando con entusiasmo.

—¡Profesor Aizawa! —llamó el peliverde, caminando rápidamente hacia donde estaban el adulto, su voz llena de determinación—. ¿Sería posible que Eri pudiera salir del hospital por un día?

Kaori y Mirio intercambiaron miradas, sorprendidos pero intrigados por la pregunta.

—No es algo imposible —respondió con calma, cruzando los brazos frente al pecho—. De hecho, estaba pensando en algo similar, pero...

—¡Bien! —Izuku interrumpió al hombre, impidiendo que terminara su frase. Una gran sonrisa adornaba su rostro—. Entonces, ¿puede acompañarnos? ¿Eri podría venir al festival escolar?

Kaori sintió cómo una oleada de emoción se extendía en su pecho. Su rostro se iluminó mientras se giraba hacia Mirio, quien también sonreía con entusiasmo.

—¡Es una idea fantástica! —coincidió la pelirosada—. ¿Cómo no se nos ocurrió antes?

Eri, al escuchar el término "festival escolar," ladeó la cabeza con confusión, su mirada inocente buscando respuestas.

—¿Festival? —preguntó en voz baja, con un leve destello de curiosidad en sus ojos.

Los tres jóvenes héroes giraron hacia ella al unísono.

—¡El festival escolar en un evento que realizamos en nuestra escuela y es grandioso! —Mirio explicó, gesticulando animadamente—. Todos en la escuela hacen cosas para que los demás se diviertan. También preparan muchos tipos de comida y... ¡Si, hay manzanas! ¡Quizá haya manzanas con caramelo!

—¿Manzanas con caramelo? —repitió Eri, sus ojos brillando con intensidad ante todo lo que estaba escuchando.

—El caramelo hace que las manzanas sean mucho más dulces —Kaori dijo con una sonrisa traviesa—. ¡Te encantarán! Aunque son bastante adictivas.

Eri parecía fascinada, casi como si estuviera imaginando en su mente lo que aquello significaba. Su boca se entreabrió ligeramente, y Kaori notó cómo un leve hilo de baba se asomaba, lo que la hizo reír con ternura.

—Muy bien —Aizawa murmuró, mientras comenzaba a marcar un número en su teléfono—. Hablaré con el director para hacer los arreglos necesarios.

—¡Gracias, profesor! —exclamó Izuku, inclinándose levemente en señal de gratitud. Luego, se giró hacia la niña con una amplia sonrisa—. Entonces dime, Eri, ¿te gustaría venir al festival?

La pequeña bajó ligeramente la mirada, su expresión adoptando un matiz pensativo. Después de unos momentos de silencio, levantó la vista hacia ellos.

—He estado pensando en todas las personas que vinieron a salvarme ese día —musitó con sinceridad—. Quiero saber más sobre todos ustedes... Sobre las personas que me ayudaron.

Kaori sintió que su corazón se encogía al escuchar esas palabras.

—Nos aseguraremos de que conozcas todo lo que quieras —prometió Mirio, guiñándole un ojo—. Y nos esforzaremos al máximo para que puedas venir.

—¡Sí! —agregaron Kaori e Izuku al unísono, sus voces llenas de convicción.

Eri parecía más animada ahora, aunque aún había un destello de timidez en su rostro.

—Yo estoy de vacaciones, así que me quedaré contigo —agregó Mirio, con una sonrisa juguetona—. Esto será como una cita.

—¿Una cita? —Eri cuestionó, ladeando la cabeza.

—Es cuando sales con alguien para conocerse mejor —respondió Mirio con simpleza.

—¿Y por qué salen juntos para conocerse?

Kaori no pudo evitar soltar una carcajada ante la situación.

—Mirio, ¿qué clase de cosas le estás diciendo? —se burló, llevándose una mano a la frente mientras reía.

—¡Es verdad! —protestó Mirio, aunque con una sonrisa en el rostro—. ¿O no, Midoriya?

El aludido simplemente rió, rascándose la nuca.

—Eri, lo importante es que queremos que tengas un día inolvidable —dijo Izuku, inclinándose hacia la niña con una expresión cálida—. Queremos verte sonreír y disfrutar como cualquier otra niña de tu edad.

Eri los miró a los tres, y aunque su sonrisa aún no aparecía completamente, sus ojos brillaban con algo parecido a la esperanza. Ante eso, todos sabían que iban a hacer que ese festival fuera inolvidable para la niña.

El festival escolar ya no era solo un evento. Era una promesa. Una oportunidad de devolverle a Eri una chispa de felicidad. Y Kaori sabía, con todo su corazón, que harían todo lo necesario para lograrlo.















































🪷❤️‍🔥🧸







































La noche ya había caído cuando Kaori finalmente llegó a los dormitorios. Las estrellas titilaban en el cielo despejado, pero su mente seguía anclada en el día que había pasado con Eri. Fue una jornada llena de momentos emotivos. Sin embargo, ahora que el día llegaba a su fin, lo único que quería era descansar un poco.

Al entrar al edificio, el ambiente estaba tranquilo, con apenas el suave murmullo de algunos de sus compañeros conversando en sus habitaciones. Al cruzar el pasillo hacia la sala de estar, logró ver a su novio. Shoto estaba sentado en el sofá, con el brillo de la pantalla de su laptop reflejándose en su rostro. Parecía concentrado, analizando algo con esa intensidad tan característica suya.

Kaori sintió una sonrisa suave curvar sus labios. Se acercó silenciosamente, sus pasos ligeros sobre el suelo, hasta que estuvo justo detrás de él. Sin dudarlo, se inclinó para rodear su cuello con los brazos, abrazándolo por detrás.

—Hola, Shoto —susurró, dejando un suave beso sobre la piel cálida de su cuello. Notó cómo el cuerpo del bicolor se relajaba de inmediato bajo su toque. Ella continuó, dejando más besos pequeños, que eran una mezcla de cariño y diversión.

Shoto dejó escapar un suspiro leve, pero su expresión cambió a una sonrisa tranquila. Cerró la laptop con cuidado y se recargó contra los brazos de Kaori, inclinando un poco la cabeza hacia ella para sentirla más cerca.

—Te extrañé —murmuró con voz baja, pero sincera, mientras sus ojos se entrecerraban ligeramente, reflejando todo el alivio que sentía al tenerla ahí.

Siempre era tan directo y tan genuino, por lo que el corazón de Kaori no pudo evitar dar un salto, mientras acariciaba suavemente su cabello con los dedos.

—Yo también te extrañé —respondió suavemente, apoyando su mentón en su hombro—. ¿Estabas viendo el video otra vez?

—Sí, solo estaba analizando algunos detalles. Pero... —hizo una pausa, su tono adoptando una leve nota de curiosidad—. ¿Dónde estuviste todo el día? Llegaste más tarde de lo usual.

Kaori rió suavemente, rodeando el sofá para sentarse a su lado. Se cruzó de piernas y lo miró directamente a los ojos, sintiéndose repentinamente un poco culpable por no haberle contado antes.

—Estuve con Eri. Pasamos el día juntas —respondió—. La llevaremos al festival escolar para que pueda distraerse un poco.

—Eso explica tu sonrisa —dijo Shoto, observándola con detenimiento.

—Es que verla a salvo me hace sentir que todo vale la pena. Simplemente quería que tuviera un buen día, y creo que lo logramos. Mirio, Deku y yo estuvimos hablando con ella, y le compramos algunas cosas en la tienda.

Shoto asintió, sus labios curvándose ligeramente en una sonrisa más amplia.

—Estoy seguro de que fue un día especial para ella. También estoy seguro de que le encanta pasar tiempo contigo, Kaori.

La calidez de sus palabras hizo que la pelirosada desviara la mirada brevemente, sintiendo cómo su corazón se aceleraba. A veces, la forma en que Shoto la miraba o le hablaba la hacía sentir más querida de lo que podía expresar. Sin embargo, en lugar de responder con palabras, se inclinó hacia él, apoyando su cabeza en su hombro mientras su mano buscaba la suya.

—¿Sabes? Me gusta que me digas esas cosas —susurró, con un leve tono de vulnerabilidad en su voz.

—Solo digo lo que siento —respondió con sencillez, como si fuera lo más natural del mundo.

Kaori permaneció unos segundos en silencio, disfrutando de la calidez de la mano de Shoto entrelazada con la suya. Sentía que el cansancio del día se desvanecía lentamente, como si solo su presencia fuera suficiente para calmarla.

—¿Qué más hiciste hoy? —preguntó el chico después de unos momentos, su tono suave pero curioso. Había aprendido a ser paciente, pero le gustaba escuchar sobre los días de Kaori, sobre todo si involucraban algo que la hacía feliz.

—Bueno... Además de hablar con Eri sobre el festival, también le pelé una manzana. Aunque no es algo impresionante, la forma en que sus ojos brillaron al verla fue adorable. Creo que fue la primera vez que alguien hizo algo tan simple para ella y que le significó tanto.

—Eri está empezando a entender lo que significa recibir cariño —Shoto habló con dulzura—. Es bueno que lo aprenda de alguien como tú.

—También le hablé de lo que haremos en el festival —continuó, dejando escapar una pequeña risa al recordar—. Mirio le prometió encontrar manzanas con caramelo. De hecho, creo que eso es lo que más la emocionó. Y bueno, Deku... Él estaba tan entusiasmado que casi hace un esquema para explicarle todo.

Shoto río suavemente, una de esas raras carcajadas que solo mostraba cuando estaba completamente cómodo. Su risa era un sonido bajo y cálido que siempre lograba derretir cualquier preocupación de Kaori.

—Eso suena a Midoriya. ¿Y tú? —preguntó, girándose para mirarla directamente a los ojos—. ¿Qué sentiste al pasar tiempo con ella?

La pregunta la tomó por sorpresa. Kaori desvió la mirada por un momento, pensando en la mejor manera de responder. Había sentido tantas cosas ese día: felicidad, ternura, pero también una especie de dolor latente al ver lo mucho que Eri había sufrido.

—Creo que fue un día agridulce —admitió finalmente, su voz baja, pero cargada de sinceridad—. Me hizo feliz verla sonreír, incluso si todavía está aprendiendo cómo hacerlo. Pero no pude evitar pensar en lo difícil que ha sido su vida. Es tan pequeña, Shoto, y ha pasado por cosas que nadie debería pasar.

El chico no dijo nada al principio. En lugar de palabras, su mano se deslizó hacia el rostro de su novia, acariciando suavemente su mejilla.

—Eres fuerte, Kaori. No solo por lo que puedes hacer como heroína, sino porque tienes un corazón que nunca deja de preocuparse por los demás. Eso es algo que admiro de ti.

Kaori sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas, pero las contuvo, sonriendo en lugar de llorar.

—Gracias...

Él asintió, bajando la mano, pero manteniéndose cerca de ella.

—¿Hay algo que pueda hacer para que te sientas mejor? —preguntó.

Kaori pensó por un momento antes de responder, dejando que su sonrisa se volviera más traviesa.

—Bueno, podrías prometerme que me comprarás unas palomitas en el festival. Eri no debería ser la única que se divierta, ¿no?

Shoto rió nuevamente, esta vez un poco más abiertamente, y asintió.

—De acuerdo. Pero también quiero que tú prometas algo.

—¿Qué cosa? — Kaori cuestionó, inclinándose un poco hacia él.

—Promete que, pase lo que pase, seguirás siendo tú misma. Tu forma de preocuparte por los demás, tu risa, incluso tu torpeza... Todo eso hace que seas especial para mí.

Las palabras de Shoto la dejaron sin aliento por un momento. No era del tipo que hacía declaraciones emocionales con frecuencia, pero cuando lo hacía, siempre lograba tocar las fibras más profundas de su corazón.

—Lo prometo —respondió con suavidad, sintiendo cómo su voz se quebraba ligeramente por la emoción—. Pero solo si tú prometes lo mismo.

Shoto asintió, inclinándose hacia ella hasta que sus frentes se tocaron.

—Prometido.

























































































































JES'S NOTE !

eri va a ser la hija adoptiva de kaori y shoto 🫶🏻 tengo unos capítulos muy tiernos entre ellos tres.

izuku de verdad se tomó muy enserio lo de "hacer todo para proteger su sonrisa" PORQUE LLEGO UNA HORA TARDE AL CONCIERTO POR ESTAR PELEANDO CON GENTLE CRIMINAL 😭

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro