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fourty seven. heroe too

O47 | HEROE TOO

El gimnasio del edificio principal de la UA estaba lleno de energía y expectación mientras los chicos de la Clase 1-A ensayaban por última vez para el festival escolar. Las risas y las conversaciones llenaban el espacio, y el ambiente vibraba con una mezcla de entusiasmo y nerviosismo. Mañana sería el gran día, y todos querían asegurarse de que su presentación fuera perfecta.

—¡Oigan, van a cerrar el gimnasio! —la potente voz de Kirishima rompió el ruido generalizado. Su tono animado pero firme logró captar la atención de todos—. Tenemos tiempo para un último ensayo, así que ¡aprovechémoslo!

Mina, que estaba de pie cerca de los bailarines, aplaudió enérgicamente para respaldar las palabras de su amigo.

—¡Vamos, chicos, en sus posiciones! —exclamó con entusiasmo, señalando a los chicos que ocupaban el área destinada al baile—. ¡Y quiero verlo todo! ¡Es nuestra última oportunidad!

Kaori, que estaba sentada cerca de los instrumentos junto a Jirou y Momo, no pudo evitar soltar una risita al ver cómo Izuku intentaba coordinar sus movimientos. Aunque lo intentaba con todas sus fuerzas, su torpeza natural se hacía evidente en cada paso.

—Mina es realmente apasionada —habló Momo, aunque su tono denotaba cierta preocupación—. Me estoy poniendo nerviosa.

Kaori notó el leve temblor en la voz de su compañera y le dio una leve sonrisa, tratando de transmitirle calma.

—Todo va a salir bien, Momo —murmuró—. Hemos practicado mucho, y además, tienes un talento increíble. Confía en ti misma.

La pelinegra asintió, aunque aún parecía un poco inquieta. Kaori entendía perfectamente ese sentimiento; después de todo, el festival no era solo un evento, sino una oportunidad para demostrar cuánto habían crecido como clase.

Cerca de ellas, Jirou cruzó los brazos y fijó su mirada seria en Bakugo, quien estaba apoyado contra la pared con las manos en los bolsillos, luciendo completamente despreocupado.

—Bakugo, no vayas a improvisar nada en el concierto —le advirtió con firmeza—. Algunos podrían confundirse.

El rubio bufó, pero no dijo nada.

—¡Qué duras palabras, Jirou! —Kaminari exclamó dramáticamente, haciendo que Tokoyami, que estaba sentado cerca de él, añadiera con su tono grave:

—Estoy completamente de acuerdo contigo.

Kaori no pudo evitar soltar una carcajada suave ante el comentario.

—Vamos, chicos, tampoco es para tanto. Todos sabemos que lo hará bien —musitó, para luego girarse hacia el explosivo rubio con una sonrisa juguetona—. ¿Verdad, Kats?

—Tch. Obvio —respondió con su típica actitud despreocupada.

La conversación continuó entre risas y comentarios despreocupados mientras todos intentaban relajarse antes del gran día. Sin embargo, el ambiente fue interrumpido de golpe cuando la puerta del gimnasio se abrió con fuerza, emitiendo un estruendo que hizo eco en toda la sala.

Todos se giraron al unísono hacia la entrada, donde Hound Dog estaba de pie, su figura imponente ocupando el umbral. Su rostro estaba serio, y su voz resonó con autoridad.

—¡Ya son las 9:00! —exclamó con un gruñido profundo, cruzando los brazos mientras miraba a los estudiantes con severidad—. ¡No pueden quedarse más tiempo! ¡Fuera del gimnasio ahora mismo!

El grupo soltó un suspiro colectivo de resignación. Sabían que discutir con Hound Dog no era una opción. Aunque era un profesor dedicado, también podía ser aterrador cuando se trataba de imponer las reglas.

—Ensayo terminado, chicos —Kirishima habló mientras recogía sus cosas con rapidez—. ¡Mañana lo damos todo!

















































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El día del festival escolar finalmente había llegado, y la emoción llenaba el aire como una corriente eléctrica. Desde el amanecer, la Clase 1-A había estado inmersa en preparativos frenéticos. Cada uno de los chicos tenía una tarea asignada: algunos ajustaban los últimos detalles de los instrumentos, otros revisaban los vestuarios cuidadosamente diseñados, y algunos más aseguraban que los materiales necesarios para su presentación estuvieran en perfecto estado.

Kaori, que había pasado la noche casi sin dormir debido a la emoción, se encontraba ahora en el salón de la Clase 1-A junto a los demás miembros de la banda. Su entusiasmo era evidente; aunque estaba cansada, no podía dejar de sonreír mientras veía a sus compañeros.

Cerca de ella, Kaminari no podía quedarse quieto. Caminaba de un lado a otro con movimientos ansiosos, su energía desbordándose de manera casi contagiosa.

—¡Queda muy poco tiempo! Estoy nervioso —exclamó de repente, girándose hacia Kaori y sacudiéndola ligeramente por los hombros.

La contraria soltó una carcajada ante el comportamiento exagerado del rubio.

—¡Kaminari, tranquilo! —respondió, aún riendo—. Todo va a salir bien. Hemos practicado mucho, y estamos listos.

—Kaori tiene razón. Debemos mantener la calma —Momo añadió con una voz firme, pero reconfortante.

—Serenos como el agua —intervino Tokoyami desde un rincón del salón.

La atención de Kaori fue rápidamente captada por Jirou, quien se acercó sosteniendo una camiseta de color naranja brillante, idéntica a la que llevaban los demás integrantes de la banda.

—Kaori, ¿puedes hacerme un favor? —pidió la pelinegra en un susurro, mirando a su compañera con ojos ligeramente suplicantes.

—Claro, ¿qué necesitas?

—¿Puedes decirle a Bakugo que se ponga la camiseta que le hicimos? —Jirou cuestionó, un poco incómoda—. Ya sabes cómo es...

Kaori asintió, aunque estaba un poco confundida. ¿Por qué simplemente no había ido ella?

Con la camiseta en mano, Kaori salió del salón en busca de Bakugo. Lo encontró en el pasillo, apoyado contra la pared con los brazos cruzados y una expresión de absoluta indiferencia en el rostro.

—¡Katsuki! —lo llamó con una sonrisa mientras se acercaba.

—¿Qué quieres? —respondió de manera brusca, levantando una ceja al verla acercarse.

—Jirou me pidió que te diera esto. Es para la presentación.

El rubio frunció el ceño al ver la prenda.

—No pienso ponerme eso.

—Vamos, Bakugo. Todos llevaremos una. Es parte de la presentación, y sabes que se verá genial.

—No necesito usar esa cosa para destacar —aseguró, negándose a ceder.

—Entiendo que no te guste —Kaori habló con suavidad—. Pero eres una parte importante de esta banda, y el resto del equipo ha puesto mucho esfuerzo en esto. Usar la camiseta no es solo por ti; es por todos nosotros. Queremos que todo sea perfecto, y eso incluye verte a ti con esto puesto.

Bakugo parpadeó, un poco sorprendido por el cambio de tono. La determinación en los ojos de Kaori, combinada con su razonamiento, parecía estar surtiendo efecto.

—Está bien —murmuró finalmente, arrebatándole la camiseta de las manos—. Pero solo porque no quiero oír más sermones.

Kaori sonrió ampliamente, genuinamente feliz de haberlo convencido.

—Sabía que podía contar contigo, Kats. ¡Gracias! —exclamó antes de regresar al salón, dejando al rubio refunfuñando por lo bajo.

De vuelta en el salón, Kaori entregó la buena noticia a Jirou y retomó su lugar con el resto del grupo.

—Por cierto —habló la pelirosada, atrayendo la atención de todos—. ¿Alguien ha visto a Deku? No lo he visto en toda la mañana.

—Salió a comprar unas cuerdas para la escenografía —Momo respondió rápidamente—. Dijo que no tardaría mucho.

Kaori asintió, aunque no pudo evitar mirar hacia la puerta con cierta preocupación.

—Ya debería estar aquí... —comentó, más para sí misma que para los demás.

—Sí, es verdad.

El ambiente de la sala, aunque animado, comenzó a llenarse de una leve inquietud. A pesar de ello, Kaori trató de mantener la calma.

Todo iba a salir bien.

















































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El tiempo avanzaba con rapidez, y los minutos que llevaban de retraso comenzaban a sentirse como horas para los chicos de la Clase 1-A. La presentación, que debía haber comenzado hace unos cuantos minutos atrás, seguía detenida debido a la ausencia de Izuku.

—¿Cómo puede tardar tanto en comprar una sola cosa? —se quejó Sero, cruzando los brazos con impaciencia.

—Es raro, él siempre es puntual —Momo añadió, con una mezcla de preocupación y desconcierto.

—¿Y si se tropezó y se lastimó? —preguntó Kaminari con un tono exagerado, dibujando una imagen mental completamente dramática que no ayudaba en lo más mínimo a calmar el ambiente.

—O tal vez se perdió en el camino —Ashido murmuró, aunque rápidamente se corrigió a sí misma—. No, no, eso no tiene sentido... Deku conoce el camino de memoria.

Kaori escuchaba con una mueca las especulaciones de sus amigos, sintiendo como en su interior crecía una sensación de inquietud. Sabía lo meticuloso y responsable que era Izuku; si aún no había llegado, algo debía haber pasado.

—Kaori —la voz tranquila de Shoto la sacó de sus pensamientos—. Estoy seguro de que está bien.

—¿Y si no lo está? —preguntó en voz baja, aunque su preocupación era evidente.

—Es Midoriya. Siempre encuentra la manera de salir adelante. Tal vez solo se retrasó más de lo esperado. No te preocupes demasiado.

Las palabras de su novio lograron calmar un poco su ansiedad. Kaori asintió, aunque no podía evitar sentir cierta incertidumbre.

Decidida a cambiar el ambiente, caminó hacia el borde del telón que los cubría del público y asomó la cabeza. Su boca se abrió ligeramente al ver el gimnasio completamente lleno.

—¡Hay más gente de la que esperaba! —exclamó, intentando contener su asombro mientras una sonrisa comenzaba a formarse en su rostro.

—Sí, eso me pone nerviosa —agregó Uraraka, ajustándose las mangas de su camiseta con un leve rubor en las mejillas.

—¡Todos se ven muy animados esta mañana! —Kirishima espetó, claramente emocionado por la atmósfera.

—Están emocionados por vernos, idiota —Bakugo lo interrumpió con brusquedad, mirando a Kirishima como si acabara de decir algo obvio.

Las risas de los demás lograron relajar un poco el ambiente. Sin embargo, antes de que pudieran continuar hablando, un sonido repentino llamó la atención de todos.

—¡Perdón por la tardanza! —la voz jadeante de Izuku resonó mientras entraba corriendo al salón, ya vestido para la presentación. Aoyama lo seguía de cerca, con una actitud un poco más tranquila, pero igualmente apresurada.

—¡Midoriya! —Iida se acercó rápidamente, casi como si estuviera preparado para reprenderlo—. ¿Dónde estabas? ¿Por qué tardaste tanto?

—Eso no importa ahora... —respondió el contrario con torpeza, inclinándose para recuperar el aliento—. Lamento mucho la tardanza.

—No te preocupes —habló Kaori con una sonrisa cálida, tratando de aliviar la tensión—. Lo importante es que estás aquí.

—¡No...! —Bakugo comenzó a exclamar algo, pero se interrumpió abruptamente al sentir el codazo de Kaori en su costado, claramente una advertencia para que guardara silencio.

—Será mejor que salgamos ya —intervino Jirou, llamando la atención de todos—. ¿Estamos listos?

Los chicos de la Clase 1-A intercambiaron miradas llenas de emoción y determinación. Este era el momento que habían estado esperando.

—¡Listos! —exclamaron al unísono, sus voces resonando con entusiasmo.

Al terminar de hablar, los miembros de la banda comenzaron a prepararse rápidamente. Kaminari ajustaba los cables de su guitarra eléctrica, asegurándose de que todo estuviera conectado correctamente. Momo revisaba el equipo de sonido una última vez, mientras Tokoyami practicaba un par de movimientos con Dark Shadow, quien parecía igualmente emocionado.

Kaori respiró hondo mientras se colocaba en su posición. A su lado, Shoto le ofreció una pequeña sonrisa de apoyo, lo que le dio un impulso de confianza adicional.

—Lo harás genial —murmuró él, lo suficientemente bajo como para que solo ella pudiera escucharlo.

—Lo haremos genial —Kaori lo corrigió, devolviéndole la sonrisa.

Con todos en sus posiciones, el telón comenzó a moverse lentamente. Kaori sintió cómo su corazón latía con fuerza mientras la luz del gimnasio inundaba el escenario. Frente a ellos, una multitud de estudiantes esperaba ansiosamente, sus rostros llenos de expectación y emoción.

Cuando finalmente quedaron completamente a la vista, el gimnasio estalló en vítores y aplausos. Kaori sintió que toda su preocupación desaparecía, reemplazada por una mezcla de alegría y determinación. Este era su momento, el momento de la Clase 1-A, y no pensaban decepcionar a nadie.

Cuando las luces volvieron a apagarse, el gimnasio de la U.A. quedó sumido en un profundo y tenso silencio. Las expectativas eran palpables en el aire, como si el murmullo de cientos de pensamientos ansiosos se hubiera detenido al unísono.

Y entonces, el grito de Bakugo rompió la quietud:

—¡Empecemos ya!

Su voz resonó con tanta fuerza que incluso los más lejanos al escenario pudieron sentir el impacto. Su energía era abrasadora, y parecía encender a todos a su alrededor.

—¡Vamos a sorprenderlos! —añadió Kirishima desde su posición. Levantó un puño al aire, irradiando la misma confianza contagiosa que siempre lo caracterizaba.

—Prepárense, U.A —el rubio habló con una sonrisa ladeada—. ¡Nuestro sonido los matará!

Cuando terminó de hablar, una explosión resonó con fuerza en el gimnasio. La luz del estallido iluminó el lugar por unos segundos, y una neblina se extendió por todo el escenario. El sonido atronador marcó el comienzo de la actuación, y en un movimiento coordinado, la banda inició con una intensidad que hizo vibrar el suelo.

Mientras la niebla comenzaba a disiparse, el público pudo ver a los bailarines moviéndose al ritmo de la música. Cada uno de ellos llevaba una expresión determinada, mostrando que habían puesto todo su corazón y alma en ese momento.

—¡Muchas gracias por venir! —exclamó Jirou con una sonrisa radiante.

Era imposible no notar lo emocionada que estaba. Para Jirou, la música era su idioma, su manera de conectar con el mundo. Y en ese instante, era evidente que estaba dando todo de sí para transmitir esa pasión al público.

Por otro lado, desde el primer acorde que rasgueó en su guitarra, Kaori sintió cómo la música la envolvía por completo. Era como si el mundo exterior desapareciera, llevándose consigo todas las preocupaciones, nervios y dudas que pudiera haber tenido antes. En ese momento, solo existía la música.

La multitud que los miraba ya no era intimidante. Sus miedos se desvanecían con cada acorde, reemplazados por la alegría pura de expresarse a través de la música.

Se movía de un lado a otro del escenario, completamente inmersa en el ritmo. Podía sentir cómo las vibraciones de las cuerdas resonaban en su pecho, y esa sensación la llenaba de energía. La canción que Jirou había compuesto tenía un significado profundo para ella.

Era imposible no disfrutarlo. Su cuerpo respondía de manera instintiva, moviéndose al compás de la música. Con cada salto y cada movimiento, sentía que estaba liberando todo lo que llevaba dentro.

De repente, un movimiento inesperado captó la atención del público. Izuku, que hasta entonces había estado sincronizado con los bailarines, dejó su posición y corrió con determinación hacia Aoyama.

El peliverde impulsó a su compañero hacia el aire con una fuerza impecablemente controlada. La sincronización entre ellos era perfecta.

En el punto más alto de su vuelo, Aoyama activó su don. Un torrente de luz láser salió disparado de su cuerpo, iluminando el gimnasio de manera espectacular. Las luces se reflejaban en las paredes, en los rostros de los estudiantes, y en los pequeños destellos que colgaban del techo, creando un efecto mágico.

El público reaccionó de inmediato, con gritos de asombro y emoción que llenaron el lugar. Era imposible no dejarse llevar por la energía del momento.

Kaori levantó la vista por un segundo, observando cómo las luces bailaban a su alrededor. Una sonrisa cálida apareció en su rostro, y sintió una oleada de gratitud.

Cada miembro de la Clase 1-A estaba dando lo mejor de sí, y se podía sentir la conexión entre ellos. No eran solo compañeros de clase; eran un equipo, una familia que había trabajado junta para crear algo increíble.

En un momento clave de la canción, los chicos de la escenografía entraron en acción, transformando el escenario en un espectáculo impresionante. Shoto creó un majestuoso puente que brillaba bajo las luces del gimnasio. Kota, por su parte, levantó las manos hacia el techo, llamando a un grupo de aves que volaron en patrones coordinados sobre la multitud, como si fueran parte de la coreografía.

Por otro lado, Momo materializó un lanzador de confeti que disparó destellos de colores en todas direcciones, y Sero utilizó sus cintas para extenderlas alrededor del escenario.

Kirishima corría por los puentes de hielo mientras cargaba uno de los mismos en sus manos. Con su don activado, rompió el hielo en fragmentos que cayeron en forma de nieve.

Mientras el público gritaba con alegría, Tsuyu utilizó su lengua para lanzar a Uraraka hacia el público. La chica flotó con gracia, saludando a los espectadores mientras hacía levitar a algunas personas para involucrarlas en el espectáculo.

Kaori, por su parte, sintió cómo Sero la impulsaba con sus cintas hacia la multitud. Las miradas de ambas chicas se cruzaron en el aire, compartiendo una chispa de emoción antes de aterrizar entre el público. Ambas comenzaron a tocar las palmas de las personas que las rodeaban, invitándolas a ser parte activa de la presentación.

Kaori se concentró, generando pequeños escudos solares alrededor de las personas que tocaba, brindándoles una sensación de calidez y protección. Su atención se desvió momentáneamente cuando sus ojos divisaron a Eri entre la multitud.

Sin pensarlo demasiado, la chica se acercó a la pequeña. Con cuidado y cariño, envolvió a Eri en un escudo solar, su luz cálida contrastando con la fría indiferencia que alguna vez la había rodeado bajo la sombra de Chisaki.

Al principio, Eri se quedó inmóvil, sorprendida por el repentino resplandor que la rodeaba. Sus grandes ojos rojos observaron a su alrededor con curiosidad, pero pronto, una sonrisa apareció en su rostro, y sus ojos se iluminaron con una emoción que Kaori no había visto antes.

Kaori sintió cómo sus propios ojos se cristalizaban al ver la transformación en la pequeña. Era como si en ese momento, todo lo que habían luchado por lograr con Eri finalmente tuviera sentido. La niña ya no estaba atrapada en el miedo, sino disfrutando de la música, de la vida.

Kaori dejó escapar un pequeño suspiro de alivio, sintiendo cómo su corazón se llenaba de una calidez indescriptible.

Luego de unos segundos, la chica volvió su atención a la presentación. Kaori rompió el escudo que había creado alrededor de Eri y las demás personas del público, dejando solo una sensación de confort tras ella. Agradeció con una sonrisa a quienes la animaban mientras corría de vuelta al escenario, donde el clímax de la canción estaba a punto de llegar.

Los bailarines se habían desplazado sobre los puentes de hielo creados por Shoto, sus movimientos coordinados y enérgicos marcando el ritmo final de la coreografía. En el centro del escenario, la banda se posicionó, entregando cada acorde, cada nota, como si fuera el último.

Kaori, de pie junto a Kaminari y Bakugo, sintió cómo la energía del momento se intensificaba. La música estaba llegando a su punto culminante, y podía percibir el fervor del público como una ola que subía y subía, a punto de romperse en aplausos ensordecedores.

Cuando la última nota resonó, las luces estallaron en un destello brillante que iluminó todo el gimnasio. La música se detuvo, dejando un eco que parecía permanecer en el aire por un instante eterno.

Los aplausos y gritos del público llenaron el lugar con una fuerza abrumadora. Las personas comenzaron a saltar en sus lugares, aplaudiendo con entusiasmo y vitoreando el nombre de la Clase 1-A.

Kaori se quedó quieta por un momento, con la respiración agitada y el corazón latiendo con fuerza. Miró a sus compañeros, quienes compartían miradas de triunfo y sonrisas llenas de satisfacción. Se permitió cerrar los ojos, grabando ese sonido en su mente: los gritos, las risas, las palabras de ánimo.

Era un momento que nunca olvidaría, un recordatorio de lo que eran capaces de lograr juntos. Al abrir los ojos, Kaori se permitió una última mirada hacia la multitud, divisando a Eri de nuevo, quien seguía aplaudiendo con una sonrisa radiante.

Ese simple gesto hizo que todo valiera la pena.

















































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Cuando terminó la presentación, Kaori decidió dar un paseo por las diferentes exposiciones de las demás clases, dejando que la adrenalina del momento se desvaneciera poco a poco. Caminó con paso ligero por los pasillos decorados con esmero, observando los esfuerzos de sus compañeros por mostrar su creatividad y trabajo en equipo. Una sonrisa se dibujó en sus labios cuando pasó frente al auditorio de la Clase 1-B, donde acababan de presentar una obra de teatro. Tenía que admitir que lo habían hecho bastante bien.

Con un último vistazo a los coloridos stands, Kaori sintió un leve tirón en su mano. Volvió la cabeza y se encontró con la mirada serena de su novio.

—Tenemos que ir al gimnasio a ayudar con la limpieza —le recordó Shoto con su tono calmado, pero sus labios mostraban un atisbo de sonrisa.

—Lo sé, lo sé —respondió con un leve suspiro, estirándose mientras comenzaban a caminar juntos—. Pero no puedo evitar querer ver todo lo que hicieron los demás. Es emocionante.

—¿Te estás distrayendo para evitar limpiar? —el bicolor bromeó.

—¡Eso no es cierto! —Kaori se apresuró a defenderse, aunque su sonrisa traviesa la delataba—. Además, si no te quejas de caminar conmigo, entonces no puedes quejarte del tiempo que me tomo.

—No me molesta caminar contigo.

El comentario, aunque sencillo, hizo que Kaori se sonrojara ligeramente. Ella apretó suavemente su mano, mirando al frente para que él no notara su expresión.

Mientras continuaban su camino, el bullicio del gimnasio comenzó a hacerse más evidente. Cuando cruzaron la entrada, Kaori vio una escena que le iluminó el rostro: Eri estaba de pie junto a Izuku, con una amplia sonrisa que parecía irradiar alegría pura. La pequeña gesticulaba animadamente, mientras Izuku la miraba con ojos llenos de ternura.

Kaori, emocionada por verla, aceleró el paso, jalando a su novio con ella.

—¡Rápido, Shoto!

—No sabía que limpiar era una carrera —comentó él con tranquilidad, aunque aumentó el ritmo para no quedarse atrás.

Cuando finalmente llegaron frente a Eri, la niña dio un pequeño salto en su lugar, completamente feliz de ver a la pelirosada.

—¡Kaori! —exclamó con entusiasmo, corriendo hacia ella.

La aludida se agachó para quedar a su nivel, poniéndose de cuclillas con una gran sonrisa.

—Hola, Eri. ¿Te divertiste?

—¡Sí! Al principio el ruido me asustó un poco, ¡pero luego todos comenzaron a bailar! —dijo rápidamente, moviéndose de un lado a otro mientras hablaba.

Detrás de ella, Mirio imitaba sus gestos con exageración, arrancando risas a quienes lo observaban.

—Luego vi una luz y Deku desapareció, pero sentí algo frío... ¡Y apareció ese láser que daba vueltas!

Kaori escuchaba con atención, sus ojos brillando con ternura al ver a la pequeña tan emocionada. De reojo, notó que los ojos de Izuku estaban húmedos, claramente emocionado por las palabras de Eri. Sabía exactamente cómo se sentía; ver a la niña tan feliz era un regalo en sí mismo.

—Esa chica dijo "¡muy bien!" y yo también lo dije —Eri continuó, pero se detuvo al notar que Izuku se limpiaba las lágrimas rápidamente con las manos—. ¿Qué pasa?

Izuku negó con la cabeza, esbozando una sonrisa cálida.

—Me da gusto que te divirtieras —murmuró, sus palabras cargadas de sinceridad.

Kaori sonrió, golpeando suavemente el brazo de Izuku de manera juguetona.

—¡No seas llorón, Deku!

—Yo te vi llorar también, Kaori —agregó Mirio con diversión. La chica dejó escapar una carcajada, llevándose una mano al pecho en un gesto dramático.

—¡No me puedes culpar!

Mientras los mayores hablaban, Eri dirigió su atención a Shoto, observándolo con curiosidad. Se dio cuenta del brillo especial en los ojos del chico cada vez que miraba a Kaori. Finalmente, ladeó la cabeza y preguntó en un murmullo:

—¿Quién es él?

—¡Es mi novio! —Kaori se apresuró a responder, para luego presentarlos a ambos—. Shoto, ella es Eri. Eri, él es Shoto.

Eri parpadeó, claramente confundida.

—¿Novio? —repitió, arrugando el ceño.

—Es cuando dos personas que se gustan mucho están juntas —explicó Mirio con ternura, tratando de ponerlo en palabras simples.

La pequeña miró a su alrededor, procesando la información.

—Todos ustedes me gustan mucho... ¿Eso significa que son mis novios?

Kaori no pudo evitar reír con ternura ante la pregunta de Eri. Cuando vio de reojo a su novio, pudo notar que estaba un poco incómodo, pero igual de divertido por la situación.

—Bueno, no exactamente, Eri —respondió la pelirosada, rascándose la nuca—. Para ser novios, tiene que ser un poquito diferente.

—¿Diferente cómo? —continuó la niña, ladeando la cabeza con genuina curiosidad.

—Es cuando a dos personas les gusta muchísimo estar juntas, pero de una manera especial —añadió Mirio con su tono amable, arrodillándose junto a Eri—. Como cuando alguien te hace sentir muy feliz solo por estar ahí.

Eri frunció el ceño, pensando intensamente mientras jugaba con sus pequeños dedos. Luego, señaló a Kaori y Shoto.

—¿Entonces él te hace feliz porque es tu novio?

—Exactamente.

—¿Y tú lo haces feliz a él? —continuó, volviéndose hacia Shoto, quien, sorprendido por la pregunta, abrió ligeramente los ojos.

Shoto asintió con calma, aunque una ligera sombra de rubor apareció en sus mejillas.

—Sí, Kaori me hace feliz.

La pequeña observó a ambos con una concentración tan seria que Kaori tuvo que cubrirse la boca para no reír. Finalmente, la niña soltó un pequeño suspiro de frustración.

—No entiendo por qué tienen que ser novios para eso.

—¡Es una buena pregunta! —Izuku exclamó, riendo levemente—. Pero, ¿sabes qué? Es una especie de trato especial. Como cuando eliges tu helado favorito y lo quieres más que a cualquier otro.

—Entonces, Kaori es el helado favorito de Shoto.

La chica soltó una carcajada, sujetándose el estómago, mientras una pequeña sonrisa comenzaba a aparecer en el rostro del bicolor.

—Eso... No es una comparación precisa —murmuró Shoto, aunque sus orejas se habían puesto notablemente rojas.

—Creo que Shoto está de acuerdo, Eri —Izuku continuó—. ¡Kaori es su helado favorito!

—¡Entonces quiero ser un helado favorito también! —Eri anunció, con una amplia sonrisa—. ¿Cómo puedo ser un helado favorito?

Mirio se inclinó hacia ella, bajando la voz como si estuviera revelándole un secreto importante.

—Solo tienes que ser tú misma. Créeme, ya eres el helado favorito de muchas personas aquí.

La niña parpadeó sorprendida, pero luego sonrió con más fuerza.

—¿De verdad?

Kaori asintió, inclinándose para colocar una mano en el hombro de Eri.

—Claro que sí, pequeñita.

—Entonces está bien —habló la niña con determinación, mirando a Shoto—. Pero Kaori sigue siendo mi Kaori, aunque sea tu helado.

La sala estalló en carcajadas ante el comentario inocente pero posesivo de Eri. Kaori se llevó una mano al pecho, fingiendo estar conmovida.

—¡Lo siento, Shoto, pero no puedo negarme a eso!

El bicolor dejó escapar un suspiro resignado, pero sus ojos brillaban con diversión.

—Supongo que tendré que compartirte.

—¡Eso está bien! —afirmó Eri, asintiendo como si acabara de resolver el mayor problema del mundo.

















































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Finalmente, luego de muchas horas de diversión, el festival escolar había llegado a su fin. Kaori no podía negar que lo había disfrutado al máximo, aunque los juegos de los puestos de peluches parecían tener algo en su contra. Había intentado ganar al menos uno, pero sus esfuerzos no dieron frutos, y ahora se encontraba rendida y con hambre.

—Ya no quiero saber nada de esos juegos —se quejó mientras caminaba junto a Shoto hacia un stand de comida—. Ni siquiera creo que sean justos.

—Probablemente no lo son.

Cuando llegaron al stand, Shoto pidió unas palomitas y un algodón de azúcar. Antes de que Kaori pudiera sacar su cartera, él ya había pagado.

—¿Palomitas? —preguntó la chica, alzando una ceja mientras tomaba el algodón de azúcar que él le ofrecía—. Pero tú no las comes.

—Son para ti —Shoto se limitó a responder.

Kaori sintió cómo su corazón se calentaba ante el gesto y no pudo evitar sonreír.

—Gracias, pero no tenías que hacerlo.

—Quería hacerlo —murmuró con tranquilidad, y la chica se quedó sin palabras por un momento.

Mientras caminaban hacia la entrada de la U.A, Kaori comenzó a hablar nuevamente, disfrutando de las palomitas y el algodón de azúcar.

—Estoy segura de que esos juegos estaban arreglados. ¿Cómo es posible que no haya ganado ni una vez?

Shoto rió levemente, sabiendo que su novia era una persona competitiva y que el no ganar ningún premio había lastimado su orgullo. Estaba claro que no lo iba a olvidar fácilmente.

—Tal vez es cuestión de suerte.

—Entonces tengo la peor suerte del mundo —se quejó Kaori, fingiendo dramatismo—. Pero, bueno, al menos conseguí esto —dijo, agitando el algodón de azúcar en su mano.

—Es suficiente, ¿no? —Shoto cuestionó, mirándola con suavidad.

Kaori lo miró de reojo y asintió.

—Sí, suficiente.

Finalmente, al acercarse a la entrada de la U.A, divisaron a Eri, quien estaba parada junto a Izuku. Para sorpresa de Kaori, el peliverde le tendía a la pequeña una manzana confitada con una sonrisa cálida en su rostro.

—¡Sorpresa! —dijo el chico con entusiasmo.

—¿Una manzana? ¿Dónde la conseguiste? —preguntó Mirio con sorpresa.

—¡Busqué una de esas en todos lados, pero no encontré! —Kaori exclamó en un tono de reproche, haciendo que todos notaran su llegada.

—Puedo confirmarlo —agregó Shoto, recordando cómo su novia lo había arrastrado por cada rincón del festival en busca de esa manzana para Eri.

Izuku sonrió con un toque de orgullo.

—Revisé el programa y vi que nadie iba a venderlas, así que compré los ingredientes esta mañana. Fue más fácil de lo que pensé, aunque me costó un poco encontrar el colorante rojo. Sato me dio un poco.

Mientras los chicos hablaban, Eri se llevó la manzana a la boca y le dio un pequeño mordisco. Inmediatamente, soltó un chillido de emoción, llamando la atención de todos.

—¡Es riquísima! —exclamó la pequeña con las mejillas sonrojadas y los ojos brillando de alegría.

—¡Te prepararé más! —prometió Izuku, lleno de satisfacción—. Solo espera y verás.

—¡Sí!

Aizawa, que había permanecido en silencio hasta ese momento, intervino con su habitual tono seco pero cargado de calidez:

—Bueno, ustedes cuatro podrán volver a reunirse pronto.

Los estudiantes asintieron con entusiasmo, compartiendo miradas cómplices mientras Eri seguía disfrutando su manzana. Kaori sonrió mientras observaba a la pequeña, sintiendo que ese día, aunque agotador, había sido perfecto.

La alegría de Eri y los momentos con sus amigos hacían que todo el esfuerzo valiera la pena.























































































































JES'S NOTE !

HOY SHOTO ESTA DE CUMPLEAÑOS 😭 es mi pixel favorito desde que empecé a ver anime, lo adoro 🩷

yo ya tenía listo un capítulo extra sobre el cumpleaños de shoto ( ES DEMASIADO TIERNO ), pero después me acorde de que aún no lo podía subir porque no he terminado de publicar el fic por completo 😞

yo vivo por las interacciones entre shoto, kaori y eri 🫶🏻 son como una mini familia feliz ;)

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