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fourty nine. the beginning of a flame

O49 | THE BEGINNING OF A FLAME

El aire en la base de la Liga de los Villanos era sofocante, una mezcla de polvo acumulado y humedad que hacía cada respiración incómoda. Kaneki estaba sentado en un rincón, sintiendo como las sombras lo envolvían en un manto.

Apenas había pasado un día desde que se anunció el ranking de popularidad de los héroes japoneses, y el nombre de Kenzo resonaba en su mente como un eco imposible de ignorar. Número cuatro. Uno de los héroes más admirados. Kaneki dejó escapar un suspiro amargo mientras miraba sus propias manos.

Sabía que lo que estaba haciendo no era correcto. Había momentos en los que su mente volvía al pasado. Imaginaba regresar con aquellas personas que una vez consideró su familia: Kaori, sus padres... Su hogar. La calidez de esos recuerdos lo consumía, pero cada vez que se permitía pensar en ello, la realidad lo golpeaba con brutalidad. No era tan simple. No podía escapar.

Kaneki sabía que la Liga jamás lo dejaría ir, y menos aún All For One. Ese hombre lo había atraído bajo falsos pretextos, manipulándolo con promesas de un propósito más grande. Pero desde el momento en que aceptó, su vida dejó de ser suya. Cada decisión, cada paso que daba, era cuidadosamente orquestado por All For One, y cualquier intento de resistir era aplastado antes de que siquiera pudiera intentarlo.

Un ruido seco lo sacó de sus pensamientos. Dabi pasó por su lado, lanzando una mirada de curiosidad fugaz.

—¿Qué? ¿Pensando en la vida que podrías haber tenido? —preguntó con sarcasmo. Una sonrisa torcida adornaba su rostro.

Kaneki no respondió de inmediato.

—Solo estaba recordando —murmuró finalmente, manteniendo la vista fija en el suelo.

Dabi chasqueó la lengua, deteniéndose junto a él.

—Siempre estás con esa cara de tragedia. Es patético. Aunque... —sus ojos se entrecerraron ligeramente—. Tal vez te interese saber algo.

El menor levantó la mirada con cautela, sintiendo un nudo formarse en su estómago. Dabi disfrutaba jugando con los demás, y cualquier cosa que saliera de su boca solía estar teñida de veneno.

—El Nomu ya está listo... Esta vez, será el turno de Endeavor. Vamos a darle un buen espectáculo —Dabi canturreó, sentándose a su lado—. Aunque... Tal vez, próximamente, podríamos probarlo con alguien más. Kenzo, por ejemplo. ¿O qué tal Kaori?

Kaneki sintió como si el aire se le escapara. Su cuerpo se tensó de inmediato, pero se forzó a no reaccionar más allá de eso. No podía mostrar interés. No podía dejar que el doctor volviera a jugar con su mente. Sus dedos se cerraron en un puño, pero su rostro permaneció neutral.

—¿Nada que decir? —Dabi arqueó una ceja, con una sonrisa burlona—. Pensé que al menos tendrías una opinión, considerando que solías estar tan... Cerca de ellos.

—No me importa lo que hagan —respondió Kaneki con firmeza, aunque sentía que cada palabra le quemaba la garganta. Sabía que cualquier indicio de preocupación sería utilizado en su contra.

Dabi lo miró por un momento, evaluándolo, antes de soltar una carcajada seca.

—Vaya, qué frío. Tal vez no seas tan inútil como pensaba.

Cuando aquellas palabras salieron de sus labios, giró sobre sus talones y se alejó, dejando a Kaneki con un peso aún mayor sobre sus hombros.

Kaneki cerró los ojos, su mente una tormenta de pensamientos. Imágenes de Kaori y Kenzo se arremolinaban en su cabeza, mezcladas con el rostro del Nomu que había visto en los laboratorios. No podía permitir que algo les pasara. Pero tampoco podía hacer nada para detenerlo. Estaba atrapado, un peón en un juego que lo superaba, y lo único que podía hacer era rezar para que, cuando llegara el momento, sus caminos no se cruzaran de forma irreversible. Porque si eso sucedía, sabía que no podría soportarlo.

















































🪷❤️‍🔥🧸









































La brisa fresca del parque acariciaba los rostros de Kaori y Shoto mientras caminaban por el sendero bordeado de árboles. Era un raro momento de tranquilidad, algo que no habían tenido en mucho tiempo debido a sus ocupadas vidas. Ambos sabían que necesitaban esto: un espacio lejos de todo y todos, donde pudieran ser simplemente ellos.

Kaori caminaba al lado de Shoto, sus dedos entrelazados con los de él. De vez en cuando, lanzaba miradas furtivas hacia su rostro. A pesar de su expresión tranquila, podía ver la pequeña curva en la comisura de sus labios que solo aparecía cuando estaba realmente cómodo.

—¿Sabías que los gatos pueden ronronear incluso cuando están heridos o asustados? —habló Kaori de repente, rompiendo el silencio con una chispa de entusiasmo. Su voz tenía ese tono suave y cálido que siempre lograba captar la atención de su novio.

Él giró ligeramente la cabeza hacia ella, una leve sonrisa dibujándose en su rostro.

—No, no lo sabía. ¿Por qué lo hacen?

—Es como un mecanismo de autosanación. Los expertos creen que el ronroneo puede ayudar a reparar sus huesos y tejidos. Es fascinante, ¿no crees?

Shoto asintió lentamente, sus ojos fijos en ella mientras hablaba. Le encantaban esos momentos en los que Kaori se sumergía en un tema, por más trivial que fuera. Podría escucharla hablar durante horas y no se cansaría. Había algo en su pasión, en la forma en que sus ojos brillaban y su voz adquiría un ritmo especial, que hacía que todo lo demás desapareciera.

—Es fascinante, sí —respondió, con una calidez en su voz que pocas personas lograban escuchar de él. Su mirada se suavizó aún más al ver cómo Kaori se ruborizaba ligeramente, probablemente sin darse cuenta.

El frío comenzó a hacerse más notorio, y Shoto deslizó la mano que tenía entrelazada con la de Kaori dentro del bolsillo de su abrigo. Ese gesto simple pero significativo la hizo sonreír. Amaba esos pequeños detalles.

—Gracias —la pelirosada susurró, apretando suavemente su mano en señal de gratitud.

—Es lo mínimo que puedo hacer.

Mientras continuaban caminando, llegaron a un puente que daba una vista despejada hacia el mar. Las olas rompían suavemente contra la orilla, creando un sonido relajante que se mezclaba con el canto lejano de las gaviotas. Kaori se detuvo un momento, apoyándose ligeramente en la barandilla mientras contemplaba el horizonte.

—¿Sabes? Creo que soy un imán para los gatos.

—¿Por qué lo dices? —el bicolor cuestionó.

—Bueno, siempre encuentro gatos heridos o perdidos —respondió Kaori con una sonrisa juguetona—. Es como si tuvieran un radar y dijeran: "Ah, mira, esa chica parece lo suficientemente loca como para cuidar de nosotros".

Shoto dejó escapar una leve risa, algo rara pero contagiosa.

—Tal vez saben que eres demasiado buena para ignorarlos.

—O tal vez creen que soy un hotel ambulante. El último gato que encontré literalmente acampó en mi ventana por semanas. Casi pensé que quería cobrarme alquiler.

Shoto ladeó ligeramente la cabeza, como si estuviera considerando la idea.

—Si cobrara alquiler, ¿qué aceptaría? ¿Pescado? ¿Una manta suave?

—Definitivamente pescado. Aunque probablemente también pediría control remoto exclusivo de la tele. ¿Te imaginas un gato viendo telenovelas? —la chica hizo una pausa y llevó una mano en su pecho, dramatizando—: "¿Cómo pudiste traicionarme, Ricardo? ¡Éramos hermanos!"

—¿Ricardo es un gato también?

—Por supuesto. Un gato siamés con un bigote muy sofisticado. Su archienemigo es un gato callejero llamado... Rufus.

—¿Y cuál es el conflicto entre ellos? —preguntó Shoto, claramente entretenido.

Kaori hizo una pausa, apoyando un dedo en su barbilla como si estuviera profundamente concentrada.

—Creo que Rufus robó el último atún del almacén. Fue un acto de traición imperdonable. Ahora Ricardo lo persigue por toda la ciudad con una música de fondo muy dramática.

Shoto soltó una risa, haciendo que el corazón de Kaori se calentara. Amaba esos momentos en los que él dejaba caer su fachada seria y se permitía relajarse.

—Deberías escribir un libro sobre eso —el bicolor sugirió, haciendo que la contraria negara con divesion.

—Creo que sería un desastre literario. ¿Quién querría leer sobre una guerra de gatos melodramáticos?

—Yo lo leería.

—¿Tú? —repitió con incredulidad—. ¿Leyendo un libro de gatos peleando por atún? Eso sería histórico.

—Nunca dije que no me gustan las historias absurdas —Shoto se encogió de hombros.

—Eres un misterio, Sho.

Él simplemente sonrió, y por un momento, el silencio entre ellos fue cómodo. Kaori volvió su atención al pequeño gato en su regazo, sus dedos acariciándolo con cariño.

—Aunque, pensándolo bien, tal vez tú seas un gato en secreto.

—¿Un gato?

—Claro. Eres silencioso, reservado, te gusta el calor y, honestamente, a veces siento que te ofenderías si alguien intentara tocarte sin tu permiso.

—¿Eso significa que debería empezar a pedir atún para cenar? —Shoto preguntó, parpadeando levemente. Como respuesta, su novia se echó a reír, inclinándose ligeramente hacia él.

—Definitivamente. Y tal vez deberías practicar tu maullido. Vamos, intenta uno.

Shoto negó con la cabeza, pero había una chispa de diversión en sus ojos.

—Ni lo sueñes.

Kaori puso una mano en su cadera, fingiendo indignación.

—¡Cobarde! Sabía que no eras un gato de verdad.

Mientras seguían bromeando, un maullido suave y real rompió la conversación. Ambos se miraron, alertas.

—¿Escuchaste eso? —preguntó Kaori, sus ojos buscando el origen del sonido.

Shoto asintió, ya escaneando los alrededores con la mirada.

—Sí. Viene de esa dirección.

Otro maullido los guió hacia unos arbustos cercanos. Kaori se arrodilló cuidadosamente, apartando las ramas, y encontró un pequeño gato escondido entre las hojas. Estaba sucio y herido, con un arañazo visible en su pata trasera.

—Oh, pobrecito —susurró Kaori.

Shoto se arrodilló a su lado, observando al animal.

—¿Crees que puedas ayudarlo?

Kaori asintió, ya extendiendo las manos hacia el gato. Su don comenzó a brillar, emitiendo una cálida luz dorada que envolvió al pequeño felino. El gato se relajó lentamente, dejando escapar un débil ronroneo cuando la chica terminó.

—Listo, estás mejor ahora —dijo con suavidad, acariciando su cabeza.

El gato, agradecido, se acurrucó en su regazo, ganándose una sonrisa de Kaori. Shoto observó la escena en silencio, y aunque no dijo nada, el orgullo y la admiración eran evidentes en sus ojos.

—¿Ves? Soy un imán para los gatos —rió la pelirosada.

—Tal vez tengas razón —respondió Shoto, ayudándola a levantarse.

La pequeña figura peluda seguía acurrucada en los brazos de Kaori, ronroneando suavemente mientras ella lo acariciaba con delicadeza. Había algo en el animal que derretía su corazón, quizá era su vulnerabilidad o el simple hecho de que buscara refugio en ella.

Shoto notó cómo los ojos de Kaori brillaban con ternura.

—Deberíamos llevarlo con nosotros —sugirió Shoto con su tono habitual.

Kaori levantó la mirada, sorprendida por sus palabras. Durante un instante, no supo si había escuchado bien.

—¿Llevarlo? ¿A dónde? —preguntó, aunque en el fondo, la idea le parecía tentadora.

—A los dormitorios... No podemos dejarlo aquí. Aunque lo hayas curado, claramente necesita cuidados.

—Pero... Aizawa no es precisamente un amante de los animales. Estoy bastante segura de que nos va a decir que lo llevemos a otra parte.

—No importa. Yo hablaré con él —murmuró con determinación—. Lo convenceré.

Kaori lo miró, sorprendida por su actitud. Conociendo a Shoto, no solía involucrarse tanto en este tipo de cosas, pero aquí estaba, dispuesto a enfrentarse a su maestro por un gato al que apenas conocían. Una sonrisa comenzó a formarse en su rostro, al principio tímida, pero pronto se convirtió en una expresión radiante que iluminó sus ojos.

—¿En serio harías eso? —preguntó, aunque ya conocía la respuesta. Había algo encantador en escucharlo de su boca.

—Claro. Si esto te hace feliz, no veo por qué no intentarlo.

Kaori se puso de pie de inmediato, el gato aún descansando en sus brazos, como si entendiera que estaba a salvo.

—¡Gracias, Shoto! —exclamó con una alegría sincera, sin poder contenerse.

El aludido observó su entusiasmo y dejó escapar una pequeña sonrisa. Aunque no era alguien de muchas palabras, esos momentos le recordaban por qué amaba tanto estar con ella. Kaori tenía una forma única de hacer que todo pareciera un poco más brillante, incluso en las situaciones más simples.

—Bueno, será mejor que pensemos en un nombre para él, ¿no crees? —comentó, mientras comenzaban a caminar de regreso.

Kaori miró al gato con ternura, su mente ya trabajando en posibles opciones.

—¿Qué te parece... Sol? Por su pelaje anaranjado y cálido. Aunque también podría ser... Rufus, como el gato callejero de nuestra historia.

—¿No estás un poco obsesionada con Rufus? —el chico pregunto, frunciendo el ceño.

—Tal vez —dijo, encogiéndose de hombros con diversión—. Pero creo que Sol le queda mejor.

—Sol, entonces —Shoto asintió, sonriendo con aprobación—. Bienvenido a casa, pequeño.

















































🪷❤️‍🔥🧸









































Shoto y Kaori se encontraban caminando con tranquilidad hacia los dormitorios. El aire era frío, pero no lo suficiente como para incomodarlos. Shoto llevaba con calma un par de bolsas llenas con cosas que habían comprado para el gato, mientras Kaori sostenía a Sol con ternura entre sus brazos. Los ronroneos suaves del pequeño felino parecían ser lo único que rompía el silencio de su entorno.

Ambos conversaban con tranquilidad, comentando sobre los accesorios que habían escogido para su nuevo compañero.

—No puedo creer que hayamos comprado una cama tan grande para un gato tan pequeño —bromeó Kaori, observando las bolsas que cargaba su novio.

—Lo superará rápido. Creo que es mejor estar preparados.

—Claro —dijo, dejando salir una risa—. Si tú lo dices...

Apenas cruzaron el umbral de los dormitorios, todas las miradas en la sala común se dirigieron hacia ellos, pero especialmente hacia Shoto. Kaori sintió cómo la atmósfera se tensaba y, con un movimiento instintivo, miró hacia el televisor al escuchar gritos provenientes de la pantalla.

En un principio, pensó que se trataba de una película. La intensidad de las voces, los sonidos de lucha y el caos que mostraba la pantalla eran algo que normalmente encontraría en una escena de acción. Pero pronto se dio cuenta de que no era ficción. Era real.

La pantalla mostraba a una reportera, su voz temblorosa mientras narraba los eventos. Kaori vio el rostro de Shoto endurecerse al captar las imágenes: Endeavor, el número uno, su padre, estaba siendo derribado al suelo por un Nomu mucho más avanzado que los demás.

—¿Qué sucedió? —la pelirosada preguntó, intentando mantener la calma mientras se acercaban al grupo.

Sus compañeros no respondieron de inmediato, pero no hacía falta. La cámara de la reportera mostraba todo. La figura de Endeavor, cubierta de heridas y llamas vacilantes, era golpeada una y otra vez por la criatura. El sonido de los golpes resonaba en el ambiente. Shoto dejó caer las bolsas que llevaba, y el ruido seco de éstas al golpear el suelo rompió el silencio.

Kaori, alarmada, reaccionó de inmediato. Colocó una mano sobre el hombro del bicolor, apretándolo suavemente.

—Shoto... Tranquilo —su voz era baja, casi un susurro, pero llena de preocupación. Sabía que la relación de su novio con Endeavor era compleja, pero el hombre aún seguía siendo su padre.

No hay un símbolo —la voz de la reportera se alzó en la sala—. Esto es lo que pasa cuando no hay un símbolo.

—No puedo creer esto... —Shoto murmuró.

—Es un caos —comentó Tokoyami con seriedad, sus ojos fijos en la pantalla—. Qué terrible.

Antes de que alguien más pudiera reaccionar, pasos rápidos resonaron por el lugar, y la figura de Aizawa apareció en la entrada.

—¡Todoroki! —lo llamó con voz firme. —¿Ya lo viste?

Shoto asintió ligeramente, incapaz de apartar la mirada de la pantalla. Sol, el pequeño gato, aprovechó el momento para saltar de los brazos de Kaori hacia el respaldo del sofá, donde se acurrucó, ajeno a la tensión que llenaba la habitación.

Un grito inesperado llamó la atención de todos hacia el televisor. Era un niño, luchando por liberarse del agarre de uno de sus amigos, gritando con una pasión desbordante.

—¡No digas esas tonterías! —exclamó, su voz temblando de ira y desesperación—. ¿Cómo se atreve a decir eso en vivo?

—¡Ya basta! No es el momento... —intentó detenerlo su amigo, pero el niño lo ignoró.

¡Miren hacia allá! Sus llamas todavía arden. Pueden verlo, ¿verdad? Endeavor sigue vivo y pelea. ¡No dejen que los afecten palabras que no son la realidad!

Kaori sintió un nudo en el estómago mientras observaba la escena. Sus dedos acariciaron el hombro de Shoto en un intento de consolarlo, aunque sabía que sus palabras serían insuficientes. Shoto permanecía inmóvil, sus ojos fijos en la pantalla, reflejando una mezcla de emociones que Kaori no podía descifrar del todo.

Escuchen, fíjense en él. ¿Quién arriesga su vida para salvarnos? ¡Observen! —continuó el niño, su voz quebrándose.

La cámara volvió a enfocar a Endeavor, quien, a pesar de las heridas y el cansancio, se levantaba una vez más. Sus llamas ardían con una intensidad renovada, iluminando el caos a su alrededor.

Endeavor aún pelea. Aunque está herido, no se rinde —informó la reportera, su tono lleno de una mezcla de asombro y esperanza—. ¡Sigue peleando!

Kaori mordió su labio inferior, intentando contener sus propios nervios. Su mirada alternaba entre la pantalla y Shoto. Quería decir algo, cualquier cosa que pudiera aliviar la carga que él llevaba en ese momento. Pero sabía que este era un momento que Shoto debía procesar a su manera.

Finalmente, se acercó un poco más, susurrándole con suavidad.

—Está luchando, Shoto. No se ha rendido.

Él no respondió de inmediato, pero Kaori notó cómo su respiración comenzaba a calmarse, aunque sus ojos seguían fijos en la pantalla.

La tensión en el aire era casi palpable, como si todos los presentes en la sala común contuvieran la respiración al unísono.

De repente, la pelirosada sintió cómo el cuerpo de su novio se tensaba de golpe. Sus ojos se movieron rápidamente hacia él, justo a tiempo para notar una pequeña llama brotar de su puño izquierdo

Shoto cerró los ojos por un breve instante, y cuando volvió a abrirlos, una determinación abrasadora llenaba su mirada.

—Papá... Te veo —murmuró con fuerza.

Kaori lo observó con el corazón encogido. Había un reconocimiento que iba más allá de las complejas emociones que Shoto había guardado durante tanto tiempo.

La pelea en la televisión continuaba, y todos los presentes seguían cada movimiento como si sus propias vidas dependieran de ello. Las llamas de Endeavor, aunque tambaleantes, ardían con fuerza mientras se enfrentaba al Nomu en una batalla desesperada. Entonces, en un acto inesperado, Endeavor alzó el vuelo, llevando al monstruo consigo hacia el cielo.

—¿Qué está haciendo? —preguntó Mina, su voz quebrada por la incredulidad.

Kaori apenas escuchó la pregunta. Su atención estaba fija en la pantalla, donde la cámara seguía los movimientos vertiginosos de Endeavor y el Nomu ascendiendo cada vez más alto. La tensión crecía con cada segundo, hasta que una luz cegadora envolvió la escena, obligando a todos a apartar la mirada.

Unos segundos de incertidumbre siguieron, llenos únicamente por el sonido de los latidos de Kaori resonando en sus oídos. Cuando la imagen volvió a enfocarse, algo cayó del cielo con una fuerza devastadora. El impacto levantó una nube de polvo tan densa que, por un momento, todo quedó envuelto en misterio.

Luego de unos segundos, el polvo comenzó a disiparse, y finalmente, pudieron verlo. Endeavor estaba de pie. Su cuerpo herido, cubierto de quemaduras y sangre, parecía tambalearse bajo el peso de la batalla. Pero aun así, su puño estaba en alto.

—¡Endeavor sigue de pie y tiene el puño en alto! —exclamó la reportera, la emoción en su voz contagiando incluso a los más incrédulos—. Una señal de victoria... No, de su inicio.

Al escuchar sus palabras, Shoto dejó caer todo el peso de su cuerpo al suelo, quedando en cuclillas, con la respiración agitada y los hombros temblando.

Kaori se arrodilló a su lado sin dudar, apoyando ambas manos sobre sus hombros.

—Todo va a estar bien, Sho. La pelea terminó y Endeavor está bien.

El bicolor no respondió con palabras, pero se dejó caer levemente hacia ella, apoyando la cabeza contra su hombro. Kaori rodeó su espalda con un brazo, sosteniéndolo mientras él intentaba recuperar el aliento. Podía sentir el calor residual de las llamas que había manifestado momentos antes, y en lugar de ser abrasador, le pareció reconfortante. Era como si, incluso en medio de su vulnerabilidad, Shoto estuviera luchando por mantenerse firme.

Sol apareció entonces, paseándose alrededor de las piernas de Shoto antes de acomodarse a su lado, como si también buscara consolarlo.

Kaori dirigió su mirada hacia la televisión, donde la imagen de Endeavor seguía proyectándose. Su silueta herida y solitaria era un recordatorio de la carga que los héroes llevaban sobre sus hombros.

A pesar de la retirada de All Might, los héroes no podían detenerse. No podían permitirse vacilar. La sociedad dependía de ellos, y ese legado sería llevado, algún día, por personas como Shoto y los demás.

—Esto es lo que significa ser un héroe —murmuró en voz baja, más para sí misma que para nadie más.

Y aunque el camino frente a ellos era incierto, ella estaba decidida a caminarlo junto a las personas que más le importaban. Siempre.

















































🦑♥️🚨









































La habitación de Kaori estaba sumida en una penumbra tranquila, iluminada solo por la tenue luz de la luna que se filtraba por las cortinas. El silencio de la noche debería haber sido reconfortante, pero en cambio se sentía pesado, cargado de emociones y pensamientos que no podía dejar de lado.

Sol se paseaba inquieto sobre la cama, como si sintiera la tensión que emanaba de su nueva dueña. Ella estaba recostada contra el cabecero, abrazando sus rodillas mientras miraba al techo, incapaz de conciliar el sueño. Su mente volvía una y otra vez a Shoto, quien ahora estaba en casa, con su familia.

El movimiento de Sol atrajo su atención. El gato se había acurrucado cerca de sus pies, pero sus ojos dorados no dejaban de observarla con un brillo curioso, como si entendiera que algo no estaba bien. Kaori suspiró y extendió la mano para acariciarlo.

De repente, el sonido del teléfono rompió el silencio de la habitación, sobresaltándola. Kaori miró la pantalla iluminada y vio el nombre de su madre parpadeando en la pantalla. Frunció ligeramente el ceño antes de deslizar el dedo para contestar.

—Hola, mamá —dijo con voz suave, tratando de sonar más tranquila de lo que se sentía.

Cariño —respondió Seoyeon, su voz cálida, pero con un tono que denotaba preocupación—. ¿Estás bien?

—Estoy bien, mamá.

¿Y cómo está Shoto? ¿Está bien?

—Supongo que necesita algo de tiempo para procesarlo. Se fue a casa para estar con sus hermanos.

Un breve silencio siguió a sus palabras, y Kaori pudo imaginar a su madre asintiendo al otro lado de la línea. Seoyeon siempre había tenido un instinto agudo para entender a las personas, especialmente a Kaori.

Es bueno que esté con su familia en momentos como este —la mujer comentó finalmente—. Hay algo más, Kaori. No estoy segura, pero todo esto, el ataque al número uno... Parece demasiado planeado. Probablemente la Liga de Villanos esté detrás de esto.

El corazón de Kaori se detuvo por un momento, y su mano libre se tensó sobre la manta.

—¿La Liga? —repitió, su voz un susurro.

Es solo una suposición, pero no sería extraño —continuó Seoyeon—. Han estado demasiado tranquilos últimamente. Esto podría ser parte de algo más grande.

Kaori sintió un escalofrío recorrer su columna. La idea de que la Liga estuviera involucrada no era descabellada, pero deseaba que no fuera así. Miró a Sol, que ahora la observaba desde su lugar en la cama, como si también percibiera el cambio en su estado de ánimo.

—Entiendo, mamá —respondió finalmente, esforzándose por mantener su voz firme—. Gracias por decírmelo.

Por supuesto, cariño. Solo ten cuidado, ¿sí?

—Lo haré.

Seoyeon pareció relajarse un poco al otro lado de la línea, y después de algunos consejos más y palabras de aliento, la llamada llegó a su fin. Kaori dejó el teléfono a un lado y se recostó nuevamente, mirando al techo mientras sus pensamientos giraban sin control.

La idea de que la Liga estuviera involucrada hacía que todo se sintiera más pesado, más real. Pero más que nada, le preocupaba Shoto. Sabía que él no lo admitiría, pero la relación con su padre era una herida abierta que este ataque solo había profundizado.

Sol se movió una vez más, trepando por su pecho hasta acurrucarse junto a su cuello. Kaori sonrió levemente, agradecida por la pequeña muestra de afecto.

—Es hora de dormir, pequeño.


































































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JES'S NOTE !

shoto y kaori ahora son papis de un gatito !! 🩷 siento que canónicamente, shoto sería una persona de gatos, así que es muy tierno 😭

SIENTO QUE HAY MUCHA PAZ Y TRANQUILIDAD EN ESTE FIC, así que en cuanto termine este arco, prepárense para el drama 🙌🏻

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