fourty eight. face the future
O48 | FACE THE FUTURE
Kaori caminaba con paso tranquilo por los pasillos de los dormitorios de profesores de la U.A, con la cabeza ligeramente inclinada hacia un lado mientras escuchaba hablar a Izuku, quien iba justo a su lado. Aunque los demás del grupo; Uraraka, Tsuyu y Kirishima, caminaban unos pasos detrás, ella no podía evitar concentrarse en su conversación con el peliverde.
—De verdad, Kaori, no sabes la cantidad de veces que he pensado en mejorar mi técnica con los muñecos de tiro en el festival. ¿Crees que debería practicar más? —dijo Izuku con una risa nerviosa, rascándose la nuca.
La chica soltó una carcajada ligera, sacudiendo la cabeza.
—Izuku, ¿cómo puedes ser tan increíblemente fuerte y seguir preocupándote por cosas como los juegos de feria? —bromeó, sintiendo como una sonrisa se formaba en su rostro.
—Bueno, la precisión también es importante —continuó—. Nunca sabes cuándo podré necesitar lanzar algo con total exactitud en una misión.
—Oh, claro, porque seguro lanzar pelotas a una canasta será clave para salvar al mundo —Kaori replicó, fingiendo un tono serio antes de romper en risas nuevamente.
Izuku se unió a su risa por un momento, pero luego su expresión se suavizó al recordar algo. Kaori lo notó y, con curiosidad, le dio un pequeño codazo.
—Por cierto. Nunca me explicaste por qué llegaste tarde al festival. Además, cuando te vi, tenías rasguños en la cara. ¿Qué pasó, Deku? ¿Te pelaste con un gato de regreso?
—En realidad me encontré con alguien llamado Gentle Criminal.
—¿Gentle Criminal? —repitió Kaori, frunciendo el ceño—. Suena como el tipo de villano que te da un discurso antes de hacer algo malo.
Izuku soltó una carcajada ante la seriedad de su oración.
—¡Exactamente! Era así. Aunque, a pesar de su forma de hablar, realmente estaba decidido a atacar la U.A. Tuve que detenerlo antes de que lograra algo.
Kaori lo miró con incredulidad, su mente procesando lo que él acababa de decir.
—¿Y lo detuviste tú solo? ¿Por eso llegaste tarde?
—Sí, pero todo salió bien al final —el peliverde asintió algo avergonzado—. Honestamente, estaba más preocupado por no llegar a tiempo para la presentación que por los rasguños.
—Algún día tendrás que pensar en ti mismo antes de preocuparte tanto por los demás —murmuró—. Pero, para que lo sepas, estoy impresionada.
—Hound Dog no pensaba igual —Izuku comenzó, llevándose una mano a la nuca.
—Déjame adivinar. Comenzó a ladrarte, ¿no es así? —habló Kaori entre risas.
—Si. Y eso solo lo hace cuando está realmente molesto.
Finalmente, el grupo llegó a la oficina de Aizawa. Kaori fue la primera en abrir la puerta y, al hacerlo, sus ojos se abrieron con sorpresa. Sentada en uno de los sillones estaba Eri, con su pequeña figura resaltada por dos coletas perfectamente hechas. Detrás de ella estaban Nejire, Mirio y Tamaki, quienes sonrieron al ver las expresiones de los recién llegados.
—La cuidaremos aquí en la U.A. —explicó Aizawa, observando las reacciones de los estudiantes.
—¡No esperaba verla tan pronto! —exclamó Izuku, incapaz de contener su emoción—. ¡Qué alegría!
Kaori, igual de emocionada, se acercó con una amplia sonrisa.
—¡Ese peinado es adorable! —dijo mientras se inclinaba un poco hacia Eri.
La pequeña levantó la mirada y, con una voz suave, respondió:
—Nejire los hizo por mí.
La aludida sonrió con ternura, colocando una mano en el hombro de la niña.
—Hola, Eri —Kirishima habló, arrodillándose para estar a su altura—. ¡Bienvenida!
—Es un gusto tenerte aquí —Uraraka agregó, con una sonrisa cálida.
—¿Sabes? Me recuerdas a mi hermanita —agregó Tsuyu—. Bienvenida.
—Les agradezco mucho —Eri murmuró, sonriéndoles levemente.
Kaori observó a la pequeña con ternura, sintiendo una ola de afecto al ver cómo poco a poco comenzaba a abrirse con ellos. Pensó en lo mucho que había pasado esa niña en tan poco tiempo y en lo increíblemente fuerte que debía ser para seguir adelante.
Kaori se había prometido a si misma que haría todo lo posible por asegurarse de que Eri se sintiera segura y querida en su nuevo hogar.
El suave murmullo de la conversación entre Izuku y Aizawa la sacó de sus pensamientos.
—¿Cómo fue que lo decidieron?
—No podía quedar en un hospital para siempre.
Su tono era firme, pero contenía una pizca de humanidad que a veces pasaba desapercibida. Luego, Aizawa hizo una seña a Nejire.
—Hado, cuida de ella por un momento.
—¡Claro que sí! —respondió la aludida con entusiasmo, inclinándose para hablar con Eri.
Kaori, junto a los demás estudiantes, siguió a Aizawa en dirección a la salida de los dormitorios. La curiosidad era palpable en el grupo, y las miradas intercambiadas entre ellos reflejaban las preguntas que se acumulaban en sus mentes.
Cuando finalmente llegaron al exterior, Aizawa se detuvo y se giró para enfrentar al grupo. Con los brazos cruzados sobre el pecho.
—Los padres de Eri la abandonaron —comenzó Aizawa—. Su único pariente vivo es el líder del Shie Hassaikai, pero no puede cuidarla porque está en coma.
Un silencio pesado se extendió entre ellos. Kaori bajó la mirada, sintiendo un dolor punzante en el pecho. La idea de que alguien tan pequeña y vulnerable no tuviera a dónde ir era devastadora.
—Seguramente, el profesor Aizawa ya les dijo que el cuerno de Eri emana su don, así que tengan cuidado —Mirio pidió.
—Sí, pero oí que se encogió y que estaba bien ahora —Kirishima comentó, ladeando la cabeza con curiosidad.
—En realidad, ha vuelto a crecer nuevamente —corrigió Aizawa rápidamente.
—La trajeron para tenerla vigilada, ¿no es así? —Kaori reflexiono en voz alta, frunciendo levemente el ceño—. Después de todo, si se sale de control, usted puede calmarla rápidamente.
La afirmación fue directa, y Aizawa asintió, satisfecho con la observación.
—Exactamente. La cuidaremos aquí en lugar de llevarla a un orfanato. Vivirá en el dormitorio de profesores.
Kaori notó el ligero cambio en el tono de Aizawa. Aunque su postura permanecía estricta, había una suavidad en sus palabras que rara vez se mostraba.
—Veremos su evolución y hallaremos la forma de enseñarle a controlar sus poderes. Aún nos queda mucho por descubrir, pero lo haremos despacio.
Kaori asintió, sintiendo una mezcla de alivio y determinación. Aunque Eri enfrentaba un camino difícil, ahora estaba rodeada de personas que harían todo lo posible por cuidarla.
—Eso lo mantendrá muy ocupado —musitó Tsuyu con su tono habitual.
—¡Yo la cuidaré, porque ya soy amigo de Eri y no tengo que asistir a clases por el momento! —Mirio se apresuró a responder con una exclamación—. Sé que estarán ocupados, pero visítennos de vez en cuando.
—¡Claro! —respondieron al unísono.
—Vendré cada vez que pueda —Kaori musitó, sonriendo para sí misma al imaginar momentos felices junto a la pequeña—. Ya tengo muchas cosas planeadas para hacer con Eri.
—Me sumaré a tus planes —aseguró el rubio con un tono bromista. Kaori solo se limitó a reír suavemente.
Fue en ese momento cuando Tamaki colocó una mano en el hombro de su amigo. Una leve sonrisa adornaba su rostro mientras hablaba:
—Si Eri logra encontrar el equilibrio entre su cuerpo y su mente, podrías recuperar tu don y volver a la normalidad.
—Espero que tengas razón.
—Lamento pedírtelo ahora, ¿pero puedes cuidarla? —Aizawa los interrumpió, teniendo su mirada fija en Mirio, quien, como era de esperarse, asintió sin dudar.
—¡Claro! Jugaremos Otelo.
—¿Podemos acompañarlos? —exclamó Izuku, dando un paso hacia adelante y alzando sus manos con entusiasmo.
Kaori rápidamente miró al peliverde, sintiéndose contagiada por su alegría. Asintió enérgicamente, mostrando que también estaba de acuerdo con la propuesta. Pero antes de que la idea pudiera concretarse, Aizawa negó con la cabeza:
—Deben volver a sus dormitorios. Tendrán invitados muy pronto.
El anuncio tomó por sorpresa a todos. Los estudiantes intercambiaron miradas llenas de sorpresa y emoción. Nadie les había mencionado nada al respecto, pero la expectativa comenzó a crecer rápidamente.
—Primero deberíamos despedirnos de Eri —Kaori sugirió.
—Está bien... Pero que sea rápido.
🦑♥️🚨
Kaori estaba sentada en la mesa del comedor, inclinada ligeramente hacia adelante mientras jugaba distraídamente con un lápiz entre sus dedos. A su lado, Shoto repasaba metódicamente los apuntes para el examen que se avecinaba en unos días. La concentración era palpable en su rostro, pero los ligeros movimientos de sus ojos hacia Kaori delataban que su atención estaba dividida.
La sala estaba llena de movimiento, con sus compañeros dispersos por el lugar, ocupados en sus propias actividades. La pelirosada había estado por un tiempo con sus amigos, pero en cuanto estos comenzaron a hablar sobre los entrenamientos decidió unirse a su novio.
—¿Sabes? —comenzó ella, rompiendo la concentración del chico con su tono animado—. Siempre me ha parecido curioso cómo el sol puede ser tan diferente en cada estación. En primavera es suave, casi tímido, pero en verano es como si gritara.
Shoto levantó la mirada de sus apuntes y la dirigió hacia ella. Había una ternura palpable en su expresión, una calidez que pocas veces mostraba con tanta claridad.
—¿Te gusta más el sol en primavera o en verano?
Kaori lo miró, sorprendida por su respuesta. Había esperado un murmullo distraído o incluso un gesto para que guardara silencio, pero no esa pregunta, cargada de genuino interés.
—Creo que en primavera —respondió después de pensarlo un momento—. Es más tranquilo.
Shoto asintió, volviendo la vista a sus apuntes, aunque su lápiz seguía inmóvil sobre el papel. La verdad era que no había avanzado mucho desde que Kaori empezó a hablar, pero no le molestaba.
—¿Te estoy distrayendo? —la chica preguntó de repente, inclinándose un poco más hacia él con una sonrisa divertida.
Shoto la miró de nuevo, esta vez dejando el lápiz a un lado.
—No importa si me distraes. Los estudios pueden esperar, pero tú no.
—¿Siempre eres tan poético, Shoto? —bromeó, aunque sentía como el calor subía a sus mejillas.
—Solo cuando vale la pena.
Mientras tanto, del otro lado de la sala, Bakugo lanzó un gruñido más fuerte de lo habitual, atrayendo la atención de algunos. Kirishima, que estaba cerca de él, le dio una palmada en el hombro.
—¡Tranquilo, Bakugo! Es solo un juego.
—¡Cállate, cabello de erizo! —espetó Bakugo, aunque su mirada se desvió brevemente hacia la mesa donde estaba la pareja.
Kaori, ignorando por completo lo que sucedía en la sala, apoyó la barbilla en una mano mientras miraba a Shoto con curiosidad.
—¿Sabes? Creo que deberías tomar un descanso. Todo ese estudio no puede ser bueno para ti.
—¿Qué sugieres? —preguntó él, dispuesto a cualquier cosa que implicara pasar más tiempo con ella.
—Podríamos ir a la cocina y preparar algo. Tal vez... —Kaori fingió pensarlo por un momento, pero su sonrisa la traicionó—. Brownies.
—Siempre estás pensando en comida —murmuró el bicolor con diversión.
—¡No siempre! —protestó la contraria, fingiendo indignación antes de añadir con una risa—. Bueno, tal vez un poco.
La conversación entre la pareja se vio interrumpida de repente cuando la voz de Kaminari resonó por encima del bullicio en la sala.
—¡Seguro que ahora Kaori tiene un montón de fans después del festival deportivo! —exclamó con una sonrisa amplia, llamando la atención de todos.
La aludida levantó la mirada, confundida, mientras dejaba el lápiz que había estado girando entre sus dedos.
—¿De qué están hablando ahora? —preguntó, ladeando la cabeza y mirando alrededor.
Kaminari se encogió de hombros y señaló hacia Momo, quien estaba sentada a unos pasos revisando un libro con expresión tranquila.
—Antes estábamos hablando de que Momo tiene un montón de fans por el comercial que hizo durante su pasantía. Y luego pensé: ¡seguro que tú también tienes un montón! Digo, ¡hiciste un gran espectáculo con tus poderes solares en el festival deportivo!
—¿De verdad? No creo que sea para tanto —Kaori murmuró, llevándose una mano a la nuca, algo avergonzada.
—¡Claro que sí, Kaori! —intervino Mina, quien se acercó con una sonrisa cómplice—. Seguro que muchos chicos quedaron encantados contigo. ¡Incluso me atrevo a decir que algunos lo están considerando seriamente!
El rubor subió rápidamente a las mejillas de Kaori.
—¡Dejen de exagerar! —rió nerviosa, tratando de desviar la atención—. Solo hice lo que aprendí en mi entrenamiento... Además, lo importante era que todos mostráramos lo mejor de nosotros.
—Eso es lo que diría alguien que tiene fans y no quiere admitirlo —Sero añadió con tono burlón, provocando risas en los demás.
Kaori se rió también, encogiéndose de hombros, aunque en el fondo sentía un ligero nerviosismo.
—De todos modos, Shoto, —Mina se inclinó un poco hacia él, con una sonrisa que solo podía describirse como traviesa—. Asegúrate de cuidar a Kaori. Nunca se sabe cuántos chicos por ahí están enamorados de ella.
El bicolor levantó la mirada de sus apuntes al escuchar su nombre, parpadeando un par de veces antes de responder con seriedad.
—No hace falta que me lo digas.
La respuesta tan directa y sin titubeos sorprendió a todos.
—¡Oye, oye, Todoroki! —Kaminari empezó a reír, apuntándolo con un dedo—. Eso sonó muy posesivo. ¿Acaso estás diciendo que nadie más tiene oportunidad con Kaori?
—Solo estoy diciendo que cuidaré de ella.
El tono firme del chico desató risas y comentarios entre los demás, pero Kaori estaba demasiado ocupada lidiando con el calor en su rostro como para responder. Finalmente, se cruzó de brazos y trató de desviar la conversación de nuevo.
—¿Podemos dejar de hablar de mí? Estoy segura de que hay temas mucho más interesantes.
—No tan interesantes como este —insistió Mina, pero su tono era claramente de broma, lo que ayudó a aliviar un poco la tensión.
De repente, los sonidos secos de los golpes en la puerta principal resonaron en la sala, llamando inmediatamente la atención de todos. Las conversaciones cesaron y las miradas se dirigieron hacia la entrada.
—¡Ya llegaron! —exclamó Iida mientras se levantaba rápidamente de su asiento. Se dirigió hacia la puerta con pasos firmes, y antes de abrirla, se giró hacia sus compañeros—. ¡Salúdenlos con respeto!
La expectación llenó el ambiente, y cuando la puerta se abrió de par en par, una ráfaga de energía contagiosa entró junto con los héroes profesionales Wild Pussycats.
—¡Veo muy bien con estos ojos brillantes! —anunció Mandalay con entusiasmo, alzando una mano teatralmente.
—¡Vinimos a darles una mano! —continuó Ragdoll.
—¡Aparecemos en la escena de pronto! —añadió Tiger.
—¡Afiladamente linda y gatuna! —Pixie Bob remató con su característico carisma, mientras posaba como si estuviera en un escenario.
—¡Wild Pussycats! —exclamaron todos al unisono.
—¡Hola, Pussycats! —saludó Iida, inclinándose ligeramente como era su costumbre—. ¡Cuánto tiempo sin verlos!
—Les ha ido bien, gatitos, ¿no? —Pixie Bob cuestionó, observándolos con una sonrisa.
Mientras las heroínas intercambiaban palabras animadas con los estudiantes, Kaori se mantuvo un poco al margen, disfrutando del momento desde la distancia. Sin embargo, de reojo notó cómo Tiger, con su imponente figura, le hacía una seña para que se acercara.
Con curiosidad, la pelirosada se levantó y caminó hacia él. Cuando estuvo frente al héroe, Tiger le tendió una pequeña caja envuelta en un papel con dibujos de gatitos.
—Esto es para ti —la voz del hombre era firme, pero había una leve nota de arrepentimiento en su tono que llamó la atención de la menor.
Ella tomó la caja con cuidado, observando los detalles del envoltorio.
—¿Qué es?
—Unos dulces... —antes de continuar, hizo una pausa y dirigió su mirada tanto a Kaori como a Bakugo, quien observaba desde la distancia con los brazos cruzados—. Lamento no haberlos protegido como debía en aquella ocasión.
Kaori comprendió de inmediato a qué se refería. La batalla contra la Liga de Villanos había sido un momento difícil para todos, pero los héroes habían hecho todo lo posible por protegerlos. Antes de que pudiera responder, Bakugo intervino:
—El pasado ya no importa.
—Hicieron todo lo que pudieron para protegernos. Eso es lo único que importa —la pelirosada murmuró, sonriéndole levemente—. Ahora estamos bien, y es gracias a ustedes.
Tiger asintió, visiblemente aliviado por las palabras de la chica.
—Por favor, pasen —Shoji intervino, haciendo un gesto hacia el interior.
—No es necesario, tranquilo —respondió Mandalay con amabilidad.
—Iremos a ver a la Clase B —Tiger añadió.
De repente, Kaori sintió como los mechones rosados de su cabello se movían con suavidad. Giró la cabeza instintivamente y vio cómo Izuku corría hacia la entrada a una gran velocidad, acercándose a una pequeña figura que estaba a un lado de la puerta.
Para la chica fue imposible no sonreír cuando reconoció al niño. Era bueno verlo después de todo lo que había pasado durante los eventos en el campamento.
—¡Kota, cuánto tiempo! —exclamó el peliverde mientras tomaba las pequeñas manos del niño entre las suyas, agitándolas suavemente arriba y abajo con visible emoción—. Muchas gracias por tu carta. ¡Te prometo que la guardaré para siempre!
El niño, tratando de mantener su actitud distante, desvió la mirada fingiendo desinterés.
—Como sea —murmuró, pero el rubor en sus mejillas lo delataba.
Antes de que Kota pudiera añadir algo, Mandalay interrumpió con una sonrisa cómplice, señalando hacia un rincón cercano a la puerta.
—Midoriya, mira eso —la mujer apuntó unas zapatillas de color rojo intenso colocadas cuidadosamente junto al marco de la entrada—. Las eligió él mismo. Incluso pidió específicamente que fueran rojas.
—¡No! —se apresuró a protestar Kota, moviéndose rápidamente para ponerse delante de las zapatillas como si pudiera esconderlas tras su pequeño cuerpo.
Izuku dejó escapar una risa suave, observando al niño con ojos brillantes.
—¡Somos iguales!
Kaori sintió como una sonrisa cálida se dibujaba en sus labios. Había algo enternecedor en la forma en que Kota, pese a sus intentos de parecer indiferente, dejaba entrever su lado más vulnerable.
Mientras disfrutaba de la escena, sintió una presencia a su lado. Giró ligeramente y se encontró con la mirada curiosa de Ragdoll, quien ladeaba la cabeza con una expresión amable.
—Kaori Satou, ¿no es así? —preguntó la heroína con interés.
—Sí, un placer conocerte —Kaori musitó —. ¿Cómo te encuentras después de lo que ocurrió en Camino?
La sonrisa de Ragdoll se desvaneció por un momento, reemplazada por una mueca de incomodidad.
—Yo debería hacerte esa pregunta a ti —habló en un tono más bajo—. Te vi en aquel lugar. Estabas inconsciente y atada a una camilla. Lamento no haber podido ayudarte.
El corazón de Kaori se contrajo ante esas palabras. Los recuerdos de aquel día la golpearon con fuerza. Su garganta se cerró por un instante, obligándola a carraspear antes de responder.
—No fue tu culpa... De todas formas, en ese estado no habrías podido hacer nada —murmuró, respirando hondo para estabilizarse—. Además, he tenido mucho apoyo. Gracias a los demás, he podido superar lo ocurrido.
—Eres fuerte, Kaori. No todos podrían hablar de ello tan pronto.
La chica negó suavemente, pero antes de que pudiera responder, Sato apareció inesperadamente con una bandeja llena de tazas de té.
—¿Y para qué vinieron a la U.A. hoy? —preguntó el chico, interrumpiendo la conversación con curiosidad.
Mandalay tomó la palabra con una sonrisa animada.
—Todos volveremos al trabajo.
—¿En serio?
—¡Felicidades a los cuatro! —dijeron varios de los estudiantes al unísono.
Kaori dirigió su atención a Ragdoll, ladeando levemente su cabeza con curiosidad.
—¿Tú también volverás al trabajo?
—¿No te habías retirado después de perder tu don? —Izuku dijo de la misma forma.
—¡No importa! —Ragdoll exclamó con alegría contagiosa—. Ayudaré a los demás desde la oficina. ¡Seré una ofici-gata!
—Hemos recibido un reporte desde Tártaro —Pixie Bob habló con más seriedad—. Aún intentan descubrir cuántos dones robó... Y cuáles esconde. Por ahora, la única forma de contenerlo es no dejar que haga absolutamente nada.
—Entonces, ¿por qué vuelven al trabajo ahora? —preguntó Momo con curiosidad.
—Se anunciará más tarde. Pero no queríamos dejar que nuestra ausencia se sintiera como un abandono.
—Además —Tiger intervino, con su voz grave pero llena de convicción—. Aunque caímos al puesto 411 en el índice de popularidad de héroes japoneses, todavía hay personas que creen en nosotros.
—Antes estaban en el puesto 31 —murmuró Izuku, recordando los rankings.
—Bajaron bastante en la lista —añadió Kirishima, con un tono pensativo. Pero un momento después, dio un paso al frente con determinación—. ¡Entonces es momento de esforzarse más que nunca!
Ragdoll soltó una carcajada ligera.
—¡No es para tanto! —dijo restándole importancia, aunque el brillo en sus ojos delataba cuánto valoraba el apoyo de los chicos—. ¿Por qué seguimos siquiera en los tres dígitos si no hemos trabajado como héroes?
—Es la aprobación de la gente lo que nos mantuvo ahí —Tiger respondió—. Todavía hay quienes esperan nuestro regreso.
—Y no podemos decepcionarlos.
Kaori observó a los héroes con una mezcla de admiración y respeto. Su determinación era contagiosa.
—¡Les deseamos lo mejor! —exclamaron los estudiantes con entusiasmo.
Despues de todo, todos compartían un objetivo común: seguir adelante, enfrentar el futuro y nunca dejarse vencer.
JES'S NOTE !
HOLAA <3 pido perdón por no actualizar estos días, pero me había dado una crisis con este fic y no sabia si continuar con el 🤔 pero ahora si lo voy a terminar, porque odio dejar las cosas inconclusas.
tengo que admitir que extrañaba mucho escribir las interacciones entre izuku y kaori 😞 los dos son unos solecitos andantes !! los amo.
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