015. Tal parece que soy un traidor
—¿Se quedó dormido? —preguntó Annabeth desde la lejanía.
Un par de pasos se escucharon más de cerca pero Ayax se aseguró de mantener la calma, sus ojos cerrados y sin moverse demasiado en dónde se encontraba ahora.
La parte trasera del camión no era el automóvil favorito de Ayax por el momento, el fuerte olor a campo lo había abrumado en primeras instancias y ahora era solo un terrible aroma de fondo con el que había comenzado a convivir.
Había animales, algunos asustados, otros enojados, podía sentir la mayoría de emociones combatientes de todos ellos que le aseguraron que ninguno estaba cómodo en aquél viaje, pero Ayax lo apartó, porque por primera vez tenía algo más interesante en lo que concentrarse.
Se permitió ser egoista esta vez, porque a su lado se encontraba Percy.
Aún cuando Ayax tenía sus ojos cerrados, estaba aferrándose firmemente a uno de los brazos de Percy, con su cabeza sobre el hombro del rubio y fingiendo estar dormido sólo para no ser molestado.
Si llegaba o no a escuchar una conversación entre ellos porque creían que él estaba dormido, bueno, ventajas extras.
—Sí, creo que sí. —le respondió Percy después de unos segundos, Ayax sentía cómo el rubio había estado moviendo una de sus manos frente a su rostro en algún intento de que Ayax se mueve, pero siguió en su lugar.
—¿Entonces es un buen momento para hablar de lo obvio que estás siendo? —preguntó Annabeth con ironía, Ayax escuchó como Percy soltaba un bufido.
—No sé de que hablas. —le dijo el rubio, y justo en esos segundos se aseguró de tomar una de las manos de Ayax.
Ambos se encontraban recostados sobre la pared del gran camión, y Ayax supuso que frente a ellos se encontraban Annabeth y Grover, pero realmente no abriría sus ojos para comprobarlo.
—¿No sabes de que hablo? —repitió Annabeth divertida, ella se detuvo un segundo y Ayax casi abre sus ojos para observar la expresión que tendría, pero se contuvo.
Esto de espiar es más difícil de lo que creí, quiero verlos. Se quejó internamente Ayax, colocando su lengua sobre su paladar y haciendo fuerza para mantenerla allí, algo en lo que pueda distraerse sin ser notorio que se encontraba despierto.
—Creo que se refiere a la parte en la que dijiste "intentaré ser sutil pero le diré lo que siento" si crees que eso es ser sutil... Huh... —Grover se detuvo, intentando encontrar las palabras indicadas, pero al final simplemente soltó una risita—. De todos modos no importa, se ven bien juntos.
—No estoy diciendo que no. —replicó Annabeth, chasqueando la lengua—. Solo que desde que volví a verlos están demasiado pegados y ya los atrapé dos veces a los besos después de que hayas dicho que aún no estabas enamorado de él.
Ayax siente como Percy se tensó a su lado, pero aún así se mantuvo en silencio.
No tienes que estar enamorado de mí ahora Percy, tiempo al tiempo amor, pero me aseguraré de que caigas por mí. Al menos eso era lo que Ayax quería decir, y con sus ojos cerrados imaginó la gran sonrisa que tendría Percy al aceptar la propuesta de enamorarlo.
—Cuando fuimos a lo de Hefesto yo... Por un momento creí que no había logrado salvarlo, que él había muerto. —dijo Percy en tan solo un susurro, escuchó el suspiro de sorpresa de los dos chicos frente a ellos—. Supongo que raras cosas suceden cuando la persona que te gusta revive, ¿no? Es solo... Estaba asustado, ¿okay? Tengo permitido estarlo, ¿verdad?
—Por supuesto que sí Percy, nadie dijo lo contrario aquí. —respondió Grover con calma.
—Bien... Solo... Estaba asustado y ahora que él está aquí conmigo otra vez y está bien, simplemente no veo necesario que sea sutil. Menos después de lo que sucedió con Ares, parecía enojado con las palabras de Ayax y siento que habrá consecuencias por ello... No lo sé, creo que ahora no solo deberíamos temerle a la llegada del solsticio.
Ayax siente como la mano de Percy acarició suavemente la suya de manera distraída y tuvo que morderse la parte interna de su labio para evitar la sonrisa que estuvo a punto de escaparse de sus labios.
Este Percy es más cómo el de mis sueños... Nunca creí que llegarían a parecerse, aún puedo ver las diferencias de todos modos... Porque este es el Percy real.
—Descuida Percy, tendremos cuidado con Ares. —dijo Annabeth con seguridad, pronto todos guardaron silencio pero Ayax sólo podía imaginar que estaban mirándose de esa manera, contemplativa y llena de esperanza que aún a él le llegó con ambos ojos cerrados.
—Hablando de Ares... Hay algo que aún no les he mencionado, algo que descubrí cuando estaba a solas con él. —recordó Grover.
—Oh, espera lo despertaré. —dijo Percy, moviendo levemente a Ayax.
—No, no, Percy. Espera. ¡No lo despiertes! —cortó Grover con un pequeño chillido que pronto pareció amortiguado por sus propias manos.
Ayax se mordió la lengua, forzandose a si mismo a no decir una sola palabra o abrir sus ojos, ya que de otro modo tal vez Grover no diría lo que descubrió de Ares con él despierto.
—¿Por qué no? —preguntó Percy con duda en su voz, con la mano que había estado empujando a Ayax para despertarlo le dió un par de mimos de manera distraída.
—No es que desconfíe en él pero... Escuchen esto. Ares no nos estaba diciendo la verdad o no por completo en todo caso. Él estaba ocultando algo...
—¿Cómo lo sabes? —preguntó Annabeth.
—Porque creo que logré sacarle la verdad y... Ya sé quién robó el rayo maestro.
Por un momento, todo el camión se queda en silencio a excepción de los variados tipos de sonidos que los animales enjaulados hacían.
Ayax sentía cómo su brazo comenzaba a acalambrarse así que decidió moverse solo un poco, acomodándose mejor sobre el hombro de Percy.
—Mierda, mierda. —se quejó Grover e hizo un siseo para que todos guarden silencio, Ayax una vez más hizo un gran esfuerzo para ocultar su sonrisa y acarició con su nariz el cuello de Percy, logrando que el rubio tenga un fuerte escalofrío.
—Tranquilo, sigue dormido. —aseguró Percy, subiendo su mano hasta el cabello de Ayax y dándole allí pequeñas caricias que lograron relajar al pelinegro.
—Bien entonces... Miren lo que logré deducir era que en realidad Ares sí sabía quién era el ladrón, no puede ser él porque los Dioses no tienen permitido robar propiedad de otros Dioses, ¿verdad? Pero... ¿qué tal que aún así él sabía quién robó el rayo y solo lo estaba encubriendo?
La pregunta de Grover hizo eco en el aire y pronto las caricias de Percy se detuvieron y su mano cayó hacía un costado, Ayax se movió inquieto, fingiendo que la molestia venía del toque de Percy desvaneciéndose.
Pero realmente lo que lo había afectado eran las palabras de Grover y cómo por ellas Percy lo soltó.
¿No creeran que fuí yo... verdad? Pensó Ayax, sintiendo como todo su cuerpo comenzaba a arder lentamente en frustración y enojo.
No, Percy no va a desconfiar de mí.
—¿Quieres decir qué...? —preguntó Annabeth lentamente.
—¡No! No lo señales a él. —cortó Percy y Ayax escuchó un fuerte movimiento por parte del rubio y adivinó que habría pateado algo cerca de ella.
—No digo que haya sido Ayax pero... ¿A quién encubriría Ares aparte de su hijo favorito? —balbuceó Grover, sin seguridad en su voz.
—Creo que hoy nos quedó claro que Ayax no es su hijo favorito. —comentó Percy, y pronto todos volvieron a quedarse en silencio, y tal vez como él, recordando lo que había sucedido más temprano.
Lo sé ahora padre, mi lealtad está con Percy Jackson.
—No querría estar con nosotros si fuera él quién robó el rayo. —ayudó Annabeth finalmente, Ayax se relajó un poco pero aún así toda esa conversación se sentía extraña y sospechosa.
¿Entonces todo esta misión que estamos haciendo... realmente mi padre está involucrado en ella?
Me habría gustado preguntar bien qué demonios debemos hacer, así al menos tendría alguna clase de pista de porqué mi padre tendría algo que ver.
Lo único que se mencionó en mi profecía fue acerca del rayo de Zeus y Quirón había mencionado algo de ir acerca del Inframundo a enfrentarnos a Hades.
¿Por qué querríamos enfrentarnos a Hades? Sí, cierto... Se supone que él robó el rayo de Zeus, la pregunta aún es ¿por qué...?
—¿Tal vez fue Clarisse? —sugirió Annabeth después de un largo silencio contemplativo en dónde los cuatro parecían pensar en el culpable de todo ello.
¿Clarisse...? Ella estaba buscando todo el tiempo la aprobación de nuestro padre, ¿qué mejor plan que ayudarlo a causar una guerra entre los Dioses?
—Sí... Podría ser. —murmuró Percy—. ¿Tú que opinas, Ayax?
Ayax se tensó en su lugar, creyendo que se había imaginado a Percy llamándolo a él.
Pero no, Percy movió su hombro en dónde el pelinegro se encontraba descansando su cabeza y pronto Ayax sintió cómo todo su rostro se sonrojaba mientras abría sus ojos lentamente.
Agradeció que el lugar se encuentre en penumbras, la oscuridad de la noche los rodeaba y apenas un breve indicio de luz que provenía del techo iluminaba un poco el brillo en los ojos de cada uno de los presentes.
Ayax se mantuvo firme, negándose a sentir avergonzado de que lo hayan atrapado espiando y se sentó con su espalda contra la pared, alejándose de Percy lo suficiente para no estar sobre él como antes, pero aún seguían tomados de las manos y Ayax no intentó soltarlo.
—No puede ser Clarisse, ella no me ocultaría una victoria como esa. —dijo Ayax con voz rasposa, imaginó que era por todos los gritos que había intercambiado con su padre pasándole factura.
—¿Estabas despierto todo este tiempo? —preguntó Annabeth con sorpresa.
—Solo despertó cuando lo moví, ¿verdad? —Percy volteó a verlo y Ayax decidió tomar el camino sencillo y asintió—. Me imaginé, lo siento sé que estabas cansado.
Ayax se encogió de hombros y miró al frente, acostumbrándose pronto a la poca luz que había en el lugar y mirando la expresión avergonzada de Grover que no tardó también en disculparse.
—Lamento haberte acusado, ¿no eres tú verdad? —preguntó Grover con cuidado, Ayax negó con la cabeza pero aún así el sátiro lo observó con inseguridad.
Quiere escucharme hablar, de esa forma puede decir si le estoy mintiendo o no.
Pero no te estoy mintiendo Grover... En este mundo deberías saberlo.
—Yo no robé el rayo de Zeus. —declaró Ayax con seguridad, Percy apretó su mano en un gesto reconfortante.
—Está bien, sólo asegurándome. —Grover levantó las manos en rendición y Ayax no pudo hacer más que relajarse, después de todo, conocía a Grover lo suficiente para saber que solo estaba siendo precavido.
—¿Entonces podría ser Clarisse? ¿Ella te lo podría haber ocultado por pedido de tu padre? —preguntó Annabeth una vez más, Ayax se encogió de hombros pero finalmente lo pensó con cuidado.
¿Haría Clarisse tal cosa como robar un objeto de un Dios a pedido de Ares? La respuesta más sencilla, era que sí.
Conozco a mi hermana lo suficiente cómo para saber que ella podría hacer cualquier cosa con tal de hacer sentir a mi padre orgulloso, incluso cosas que ella no encontraría el sentido en hacerlas.
Cada vez, la idea de mi padre queriendo causar una guerra entre los Dioses estaba volviéndose más realista, la pregunta aquí era... ¿Por qué él no habría confiado en mí para ayudarlo?
Probablemente me habría mantenido alejado de Percy y ahora seguiría siendo solo un soldado más entre sus hijos, pero en cambio aquí estoy, vivo y respirando después de haberlo desafiado.
Ayax no sabe exactamente de qué se trata, pero ciertamente hay algo extraño en su padre, como si de un momento a otro, él no había tenido el control de sus propias decisiones, lo conocía lo suficiente cómo para saber que no iría a hacer una guerra entre las sombras, sí el querría sangre sería el primero en lanzar el cuchillo.
Pero aún así... Tal vez siempre fue él, después de todo, el Dios de la guerra era, como todo ser inmortal, completamente impredecible en sus acciones.
—Sí... Supongo que Clarisse podría haberlo robado. Tiene sentido. —murmuró Ayax, aún frustrado con la idea de que Clarisse haya hecho algo cómo eso sin contarle.
En el campamento, no pasaban todo su tiempo juntos, es más, Ayax se encontraba queriendo evitar a sus hermanos la mayor parte del tiempo, como a todos los semidioses en general.
No veía utilidad en las amistades y jamás había querido una hermandad con aquellos que compartían alguna clase de lazo con él.
La única persona con la que Ayax había llegado a tener una fuerte conexión era Daisy y sólo porque ella, aún siendo hija de Afrodita, tenía una determinación inquebrantable y lo siguió aún cuando él insistía en no querer ser seguido.
Ayax pasaba tiempo con Daisy y podría considerarla una hermana, hermana que Clarisse jamás podría llegar a ser.
Entonces sí, Ayax no podría haber sabido si Clarisse robó o no el rayo, pero si lo hizo, tuvo pleno tiempo para hacerlo mientras Ayax estaba evadiendola.
¿Y si ella intentó contarme y yo la aparté? Eso también podría ser posible.
Los últimos días antes de que Percy llegara al campamento, Ayax recuerda cómo había estado estresado por todos esos sueños y todas las personas que solían despertarlo en las partes más importantes.
Eran esos mismos días en los que Clarisse solía ir a buscarlo para entrenar pero él la mandaba lejos, tal vez, tal vez...
Pero eran solo dudas que quedarían para siempre flotando cerca de él, porque ahora no había manera alguna de que pueda asegurarse de cuál era el plan que su hermana tramaba.
Y, sinceramente, a Ayax no le importa mucho que ella haya sido la responsable de causar esta misión, al fin de cuentas, le permitió a Ayax pasar tiempo con Percy.
Además de que para los hijos de Ares bueno... Una guerra nunca estaba de más y sería una buena oportunidad para que Ayax finalmente se desapegue de su padre al enfrentarse del lado contrario al Dios de la guerra.
Es una mala idea pensar en que esa tal guerra podría o no dar comienzo pero, como hijo del Dios de la guerra, no puede evitar pensar en lo que sería y pronto se queda dormido nuevamente sobre el hombro de Percy con la idea de una guerra aproximándose.
Los otros tres comienzan a hablar en susurros, pero lo último que Ayax escuchó fue que hablaban acerca de liberar a los animales y no de Ares, así que no se preocupó en mantenerse despierto.
Al caer en el profundo sueño, Ayax está de vuelta en la playa y sobre las olas se encuentra un chico de cabello rubio jugando en el mar con diversión.
—¡Llegaste! —gritó el rubio al verlo a lo lejos, Ayax le sonrió enternecido y asintió, acercándose hasta él.
Ambos se abrazaron con fuerza y Ayax reconoció el mismo aroma de su Percy en él y que antes no lo había notado.
—¿Por qué ya casi no duermes? ¿Ya no me quieres? —preguntó el rubio aún en el abrazo, al separarse Ayax observa con diversión el adorable puchero en sus labios y se acerca para besarlo, pero Percy se aparta antes de que lo logre—. Responde, torpe.
—Sí que te quiero. Pero... ¿Recuerdas que te dije que en mi mundo no existías? —preguntó Ayax.
Recordando esa vez en la que ambos hablaban de cómo Ayax aparecía mágicamente en esa playa, como si este Percy fuera consciente de que algo extraño sucedía con él.
Ambos concluyeron con que eran de distintos mundos y solo podían encontrarse en esos sueños, y algo que tenían en común, era que en ninguno de los dos mundos existían cómo tal, Percy no existía en el de Ayax y Ayax no existía en el de Percy.
Hasta ahora.
—Sí, lo recuerdo, ¿y qué? Oh. No me digas... ¡Me estás engañando! —Percy gritó, alejándose de los brazos de Ayax y arrojándolo hacía un costado.
Ayax que estaba parado en la orilla cae al mar con un fuerte estrépito, escuchando de fondo la carcajada de Percy.
—Ups.
—¡No te estoy engañando! Son la misma persona. —se quejó Ayax, arrugando la nariz al sentir en su paladar un gusto tan salado.
Percy se encontraba con toda su ropa mojada y con su cabello húmedo cayendo sobre sus ojos, era hermoso, y allí en sus sueños, Ayax se alegraba de poder apreciarlo sin ningún tipo de restricción de tiempo.
—¡Por supuesto que me estás engañando! Si fueramos la misma persona yo lo recordaría pero no lo hago. —se quejó Percy, sentándose junto a Ayax, el agua les llegaba hasta por encima del ombligo pero las olas se habían calmado cuando Percy hizo una sola señal.
—No lo entiendo muy bien. —admitió Ayax, pasando ambas manos por su rostro con frustración—. ¿Eres siquiera real?
—¡Por supuesto que soy real! ¿Habla el único chico que aparece y desaparece mágicamente? Tal vez yo me volví loco o algo así. —se quejó Percy, arrojándole algo de agua a Ayax con un solo movimiento de su dedo índice en el aire.
—¡Oye para con eso! —se quejó Ayax, escupiendo el agua y escuchando otra vez la risa divertida de Percy.
Ayax se estiró para alcanzar la pierna de Percy y logró hacerlo caer por completo, hasta que su rostro chocó contra el agua.
—¡Ahogate, ahogate! —gritó Ayax, recordando en ese mismo instante que Percy podía respirar abajo del agua pero aún así subiéndose a su pecho para retenerlo debajo del agua.
Percy se encontraba con los ojos abiertos y mirándolo con una sonrisa divertida, toda su cabeza se encontraba ahora debajo del agua pero no parecía ni un poco ahogado.
Ayax chasqueó la lengua contra su paladar, una mueca de decepción en su rostro al ver como la sonrisa de Percy se hacía solo más grande.
—Eres así más lindo abajo del agua, sin poder hablar y eso. —bromeó Ayax, observando como era turno de Percy para chasquear la lengua.
—Sí puedo hablar debajo del agua, torpe. —dijo Percy con arrogancia, finalmente sentándose y dejando que Ayax se quede en su regazo—. ¿Por qué viniste hoy tan rarito? ¿No me digas que conseguiste la forma para no soñar más conmigo?
El rostro de Percy se desdibujó en una pequeña mueca de tristeza que logró ocultar en solo segundos.
—No, sabes que esto es para siempre. —dijo Ayax sin convicción, encogiéndose de hombros—. Y no estoy rarito, es solo que, ahora que te conocí en la realidad es como que...
—¡Oh! —Percy pareció descubrir que era lo que lo estaba molestando, con su dedo índice pincho la mejilla de Ayax y soltó una risita divertida—. Estás nervioso como las primeras veces que nos besamos.
Ayax sintió cómo su sonrojo crecía aún más y se tiró sobre Percy, escondiendo su rostro en su cuello.
—Maldito traidor, ¿lo besaste? —se quejó Percy con fingido enojo.
—¡Te besé! ¡Tú eres él! Y para ser más precisos, tú me besaste. —explicó Ayax, su voz amortiguada sobre el cuello de Percy.
El rubio lo tomó por los hombros y lo alejó un poco para que sus miradas puedan enfrentarse.
—¿Yo te besé? ¿Y cómo fué el beso? ¿Fue algo así...? —Percy se acercó y lo besó suavemente, sus labios hicieron un pequeño chasquido al separarse y el rubio lo miró con intensidad en sus ojos.
Ayax negó con la cabeza, recordando cómo el segundo beso que Percy le había dado había tenido un poco de lengua y todo y sonrojarse al tan solo pensar en ello.
—¿Fue mejor que eso? No me jodas que él ya te besa como yo lo hago. —Percy infló un poco sus mejillas y frunció el ceño con decepción, observando la tímida sonrisa de Ayax—. Eres un traidor, definitivamente.
—No soy un traidor, también te quiero a tí, fue gracias a tí que logré enamorarme de él en primer lugar.
—¿Estabas enamorado de él desde el principio o era solo porque él te recordaba a mí? —preguntó Percy, abrazándolo por la cintura y acercándolo un poco más a él.
—En realidad un poco de ambas... Me enamoré de él desde el principio al creer que él eras tú, pero con el tiempo y con los días de conocerlo podía ver que esa persona, si bien no eras tú, era la misma de la que yo me había enamorado desde el principio, ¿tiene eso sentido?
—No.
—¡Oh, vamos! Me entendiste.
—O sea que... ¿Te enamoraste primero y después otra vez?
—Hubo un tiempo en el que creí que solo lo odiaba, pero después terminé de decidirme de que en realidad estaba enamorado.
—Gracias a mí. —concluyó Percy con un asentimiento.
—No.
—¡Sí! Si no fuera por mí estando en tus sueños cada noche ni siquiera te habrías fijado en él, ¿verdad? —Percy pinchó debajo de su costilla y Ayax siseó pero finalmente asintió.
—Sí, pero-
—Pero nada. Tarán, de nada. Te conseguí un amor en la realidad. Ahora solo espero que tú llegues a mi vida también. —se quejó Percy pero aún estaba sonriendo un poco y Ayax sabía que se lo había tomado con humor.
—Tsk, ¿y me reemplazaras con mi otro yo? —reprochó Ayax con decepción.
—¿Cómo tú hiciste conmigo? Por supuesto.
—Bueno... Lo justo es justo. —Ayax dijo, encogiéndose de hombros.
Pronto ambos volvieron a besarse, pero solo eran pequeños besos ya que el agua a su alrededor comenzó a descontrolarse gracias a las emociones de Percy, ambos se separaron y comenzaron a jugar en el agua hasta que finalmente Percy se detuvo para mirar a Ayax.
Ambos estaban agotados y respirando agitadamente, Ayax lo miró con curiosidad cuando Percy parecía estar a punto de decirle algo más.
—Oye torpe yo te- despierta.
—¿Qué? ¿Qué tú qué...? —pidió Ayax, acercándose un paso más.
—¡Despierta!
Mierda.
Ayax abrió sus ojos, sintiendo como la luz comenzó a brillar de manera intensa, ya se había hecho de día y filtraba con más claridad.
—Lo siento Yax, estamos por llegar. —murmuró Percy contra el oído de Ayax.
El pelinegro notó avergonzado la posición en la que se encontraban, de alguna manera por la noche ambos habían terminado completamente acostados y gran parte de Ayax se encontraba sobre Percy, su pierna rodeando las de él y su mano rodeando su cintura.
Ayax se alejó de un rápido movimiento, sonrojadose en el proceso al escuchar la pequeña risita de Percy que le llegó como un gran deja vu de cómo él se había reído en sus sueños.
—¿Hace cuánto que no duermes? —le preguntó Percy con curiosidad, pero Ayax simplemente se encogió de hombros, sin recordar la última vez que lo había hecho.
—¿Ya estamos cerca? —repitió Ayax, sintiendo su boca seca y su voz aún un poco ronca y quebradiza.
—¿Estás bien? —preguntó Percy, sentándose a su lado, Ayax simplemente asintió.
—Sí... Solo recordando un sueño.
—¿Soñaste conmigo? —indagó Percy con curiosidad, Ayax lo miró confundido, hasta que recordó que ya Percy sabía toda la verdad y simplemente asintió—. ¿Y de que era el sueño?
—Solo nosotros jugando en la playa, es algo que solíamos hacer. —explicó Ayax, una pequeña sonrisa formándose en su rostro al recordar tantos años en los que había soñado con él y cómo ahora él podía tenerlo tan cerca.
—¿Te gustan los besos a la mañana? —preguntó Percy, acercándose y robándole un beso antes de que Ayax pueda responder.
Las manos de Percy se mantuvieron sobre las rodillas de Ayax, el cuál había cruzado las piernas y se encontraba aún con los ojos abiertos, recibiendo el beso que no había esperado tan pronto.
—Habría dicho que no. —mintió Ayax, con una pequeña sonrisa, Percy frente a él alzó una ceja.
—Seguro que sí. ¿Oigan, cómo va ese arcoiris? —preguntó Percy, estirándose para ver algo detrás de Ayax.
—Bien, iría mejor con algo de ayuda. —dijo Annabeth desde atrás.
—Eso es una mentira, solo está de envidiosa. —les comentó Grover desde más lejos y alto.
Ayax volteó a verlos, observando cómo la chica estaba sosteniendo un cristal y apuntando hacía la pared mientras Grover estaba subido a una caja intentando abrir unas rendijas de ventilación por donde pasaba poca luz.
—¿Ya escuchaste? Creo que Annabeth está de envidiosa. —repitió Percy divertido, acercándose para besar el cuello de Ayax, el cuál sintió un fuerte escalofrío recorrer su cuerpo—. Ups, punto sensible.
Maldito, sabe lo que hace. Se quejó internamente Ayax, pero a la vez amando conocer de a poco en la realidad esta nueva faceta traviesa y complice que Percy tenía.
—Recuerda que soñé contigo, conozco todos tus puntos sensibles. —susurró Ayax, dándole su mejor mirada arrogante a Percy, el cuál lo miró con sorpresa.
—Imposible que sean los mismos.
Ayax se encogió de hombros y se acercó a Percy hasta que sus labios rozaron con suavidad un punto cerca de su clavícula, Ayax se aseguró de dar un corto besito allí, pasando sin raparo su lengua por aquella zona y sintiendo como Percy se sobresaltaba fuertemente, echándose hacía atrás para mirar a Ayax con sorpresa.
—Sí, imposible que sean los mismos. —repitió Ayax con diversión, observando cómo Percy se mordía el labio inferior, dispuesto a acercarse para un nuevo beso.
—¡Ahí está! ¡Percy el dracma! —Annabeth gritó hacía ellos, Percy le arrojó a la chica la moneda y pronto ella la lanzó hacía el arcoiris que había formado en la pared de enfrente.
—Esto nunca dejará de resultarme extraño. —admitió Percy, separándose de Ayax y moviéndose para sentarse cerca de Annabeth, haciéndole una seña a Ayax para que también lo haga.
—Si quieres la atención de los dioses, tienes que pagar. —dijo Annabeth, con su voz de sabelotodo que hizo reír entre dientes a Ayax—. Iris, diosa del arcoíris, por favor, acepta mi ofrenda. Okay, muéstrame el Campamento Halfblood. La oficina de Quirón.
—¿Luke? —preguntó Percy.
Oh mierda, la última persona que Ayax quería volver a ver.
¡BUENASS, BUENASS!
Mejor tarde que nunca dicen por ahí, hoy no hubo mucho drama peero todo fue necesario ya que Ayax y el Percy de su sueño necesitaban tener una conversación después de tanto tiempito.
Amo que el título seguro los va a re confundir porque justo hoy Grover sospechó de que él sea el traidor pero el título tiene de referencia el sueño con Percy nada más SJAJAAJ
¿Qué les pareció? ¿Les gustó, dudas, sugerencias, comentarios?
Con respecto a la madre de Ayax, sí, leí sus sugerencias y honestamente había planeado nunca mencionarla ya que no tiene relevancia en la trama pero al final me convencieron, así que en algún momento sucederá jsjsns
Sin más que decir, si les gustó no se olviden de votar y comentar♡♡
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